sábado, 11 de octubre de 2008

LA TRAMPOSA - CAPITULO 26

Capítulo 26


POR UN INSTANTE, DESIRÉE NO PUDO RESPIRAR. Ella sólo clavó los ojos en él . ¿Cómo Nicholas podía saber para que servía la llave?
“Sé que no pertenece a ningún cuarto de una posada, ” él dijo.


El corazón de Desirée palpitaba ferozmente . Eso lo cambiaba todo. Si Nicholas sabía de donde era la llave , qué podía detenerla de usar la la llave para robarse el tesoro de Lady Philomena ?

Dios la ayudase , Ella sabía que no debería perseguir venganza. Debería estar contenta con devolver la llave y recuperar a Copo de Nieve ileso. Pero quedaba en ella un instinto de ladrón que le impedía resistirse a obtener una ganancia fácil. Además, ella fervorosamente deseaba darle una pateadura al culo de lady Philomena.
Su cerebro se aceleró barajando posibilidades, pero Desirée cuidadosamente ocultó su excitación.
En vez de eso, ella pasó una mano perezosa sobe el estómago de Nicholas y preguntó despreocupadamente, “ Y para qué sirve esa llave?”
Él atrapó su mano atrevida y sacudió la cabeza . “ Nada que vaya a decirte.”
Ella frunció el ceño. “¿Por qué?”
“Te conozco demasiado bien.” Él extendió la punta del dedo y le dio un pellizco final a su nariz. “Sé lo que harás.”
Ella sacó hacia fuera su mentón en actitud de desafío. “¿Qué? ¿Qué haré?”
Él arqueó una ceja . “Alguna vez has oído hablar de Pandora?”
Ella estrechó sus ojos con irritación. “ Yo no soy Pandora.”
Él se rió.
Ella lo apartó con un empujón. “No lo soy.”
“Déjame Ver.” Él contó por los dedos. “ Revolviste mi ropa, mi baúl con documentos, mi caja con monedas. . .”


Ella abrió la boca para darle una replica aguda pero, incapaz de decir una sola cosa en su defensa, la cerró otra vez con un suspiro descontento.
Él chasqueó la lengua. “Pandora.” Deslizando su aparte, él trepó por cama, se desperezó, luego comenzó a buscar en su baúl de ropa.
Ella se enderezó . “¿Qué pasaría si te prometo que no usaré la llave?”
Él la miró por sobre la tapa del baúl. “¿ Eso es algo como cuando prometes no hacer trampa en las damas?”

Ella se mordió los labios. ¡Maldito! Ese era el problema de usar la mismo víctima repetidas veces. Nicholas había aprendido a no confiar en ella. ¿Cómo ella iba a sacarle información ?

“ Ya Sé.” Ella se levantó de la cama y fue a buscar la llave al cuarto vecino . “ Te daré la llave a vos , ” ella dijo, ofreciéndosela a él. “ De esa manera no podré usarla.”

Él levantó una ceja . “¿Por qué deseas tanto saber el uso de la llave ?”
Ella arqueó una ceja. “¿Por qué te empeñas en no querer decirme?”
Él se rió ahogadamente y extendió la mano para recibir la llave. Ella la colocó en su palma.
Él cerró la mano. “ Abre una celda de la cárcel .”
Un temblor frío subió por su columna . “¿Una celda ?”
“Sí.” Él escogió una camisa de lino del baúl.
“¿Quién está en la celda?”
“Es de la vieja cárcel de Canterbury. Está en ruinas ahora.” Él se puso la camisa por la cabeza “ Ves, si tuvieras la llave, te habrías aventurado en una especia de caza del tesoro descabellada y habrías terminado encerrada en una celda en ruinas todo el día.”

Cuando Nicholas se encaminó hacia Chilham, se alegró de no hubiese ejecuciones planificadas para ese día, pues no estaba con ánimo para supervisar una ejecución en la horca. Francamente, ni tenía ganas de lana un buen puñetazo . Hacer el amor y el beso de despedida de Desirée habían drenado su voluntad .
Sonrió débilmente, deseando poder volver a la cama y pasar la tarde con su amante ardiente en vez de caminar en esa niebla fría.
Pero Chilham necesitaba al funcionario . Entonces, reticentemente cerrando el portón del jardín detrás de él, pasó el bolso de las herramientas al otro hombro y caminó con pasos pesados fuera de su casa , fuera de la tentadora tramposa quien había reducido drásticamente la fuerza de su cuerpo y había atrapado su corazón la promesa de una noche de placer continuo.

Afortunadamente, él rara vez acudía a hacer algo horroroso a Chilham. Cuando el alguacil local se había enterado que Nicholas estaba residiendo en Canterbury, le v pagado un arancel sustancioso para administrar los castigos menores que los aldeanos habían acumulado desde su última visita, lo cual usualmente equivalía a meter a un muchacho porfiado en la cárcel por un día, perseguir a un comerciante deshonesto por las calles, y tal vez exhibir a una muchacha casquivana en camisa en la plaza de la aldea . Nicholas siempre realizaba estos castigos de vergüenza social con un toque dramático excepcional. En verdad, la mera presencia del amenazador Nicholas Grimshaw en Chilham servía para evitar la mayoría de los delitos por varios meses.

Nicholas secretamente esperaba que no hubiese nadie para castigar ese día. Cuanto más pronto pudiese dejar Chilham, más pronto podía volver a casa con su Desirée.
Su Desirée. Le gustaba el sonido de eso. Nunca había imaginado que era posible que una mujer pudiese llegar a amarlo . Él era, después de todo, Nicholas Grimshaw, temible funcionario del condado de Kent, el príncipe de las cadenas y los azotes, y la mano derecha del diablo.

Pero Desirée de alguna manera había penetrado mas allá de su máscara amenazadora y había descubierto al hombre compasivo que yacía debajo.
Ella le había quitado brutalidad y había suavizado su corazón . Dios lo ayudara , Nicholas no podía imaginarse la vida sin ella.
Le gustaba la idea de regreso a la casa todas las noches para encontrar su cara sonriente y la cena caliente, una partida de damas y una cita en la cama. Y ahora, seguro de que ella estaría segura por el momento, esperaba con ilusión el regreso a la casa esa misma noche.
Con aire satisfecho palmeó su bolso mientras caminaba por la calle . Desirée podía haberle sacado información sobre esa llave de hierro por medio de engaños , pero él había guardado las llave junto con sus herramientas en el bolso , de modo que no tenía la preocupación de que llegase a cometer una travesura ese día, la pequeña Pandora soñando con las riquezas que el viejo Hubert podría haber escondido para ella.

Pero todavía había demasiadas cosas que la muchacha no le había contado - dónde exactamente había estado en los últimos dos días, qué había hecho con el juego de damas , cómo se había hecho esos arañazos y magulladuras. Pero él la conocía lo bastante bien a esa altura y podía deducir lo que había sucedido.

Probablemente ella había cometido el error de venderle el juego de damas a un comprador inescrupuloso . Seguramente él había estafado y le había robado la caja, y luego la había dejado atada en algún lugar. Desirée había logrado liberarse, pero era demasiado orgullosa como para admitir que alguien había sido mas astuto que ella , y no le iba a contar a Nicholas lo que había sucedido.

Lo cual era algo sabio. Si Nicholas alguna vez descubriese quién había puesto sus manos en Desirée, haría picadillo de carne con él.

Sí, Desirée había traicionado a Nicholas , había robado el juego de damas y había tratando de venderlo . Pero Nicholas suponía que un hábito de toda una vida era difícil de abandonar . Llevaba mucho más que dos semanas para corregir la conducta de un delincuente. Y Él se ocuparía que ella pagase por la caja de damas de una u otra manera. Si todo dependiese él, Nicholas pensó con una gran sonrisa , eso le llevaría un tiempo larguísimo.
Por lo menos Desirée había regresado a él. Había traicionado su confianza, pero no había traicionado su corazón.


Desirée escondió la llave de hierro dentro del escote de su vestido y examinó rápidamente las hendijas de los postigos, observando la partida de Nicholas. Ella sacudió la cabeza . El pobre hombre era casi tan malicioso y astuto como ella lo era . Pero Nicholas no había estado practicando el arte de engaño por la mitad de su vida.

Él se pensaba muy inteligente por haber escondido la llave en su bolso de herramientas . Pero ella era más lista. Ella la había recuperado mientras le daba ese intenso beso de despedida.

Probablemente todo eso había sido para nada. La llave hasta podría no pertenecer a la vieja cárcel, como Nicholas había dicho. Pero valía la pena hacer un intento. Quizá Lady Philomena tuviese un tesoro escondido en una de las celdas. Si la llave no entraba en el cerrojo, entonces ella simplemente continuaría su viaje a Torteval , le daría a la mujer lo que ella quería, rescataría al pobre Copo de Nieve , y regresaría a la casa con ”el astuto Nicholas”.

Después de un momento de espera razonable, Desirée se puso la capa y se aventuró a salir a la niebla, fue directamente a la plaza principal de Canterbury a encontrar al alguacil. Después de intercambiar unas cuantos palabras amigables, ella preguntó casualmente por varios edificios en las afueras del pueblo, entre ellos la vieja cárcel de Canterbury.

Según el alguacil, unos cuantos años atrás, el terreno sobre el cual la cárcel había sido construida de había hundido varios centímetros después de una lluvia muy fuerte, inundando una buena parte de la estructura e inutilizándola.
Pero él le aconsejó a Desirée que se mantuviese lejos de ese sitio, porque era peligroso . Ella le aseguró que no tenía intención de ir allí, y cambió el tema de la conversación abruptamente . Luego, sonriendo dulcemente y deseándole un buen día, ella inmediatamente se dirigió con rumbo al lugar peligroso.
Como el alguacil le había dicho, la estructura de la cárcel se erigía sobre un terreno pantanoso y desierto a la salida del pueblo. Algunas paredes de piedra se habían desmoronado, y extensas hiedras cubrían la parte superior y el umbral hundido.
Una empalizada de cáñamo rodeada el contorno, para impedir que el ganado y los niños se acercasen a esas ruinas peligrosas.

Desirée rodeó la empalizada buscando un buen lugar para hacer su entrada.
A la vuelta encontró una brecha en la empalizada de cáñamo y, más adelante , una senda que conducía a la severa cárcel.
Desirée frunció el ceño. Alguien había estado usando esa senda regularmente, pues la hierba estaba aplastada.

Mirando a su alrededor rápidamente en busca de testigos, ella subió el sus faldas y montó la cerca. Luego sacó la llave de su corpiño y caminó lentamente hacia la cárcel, esperando que una familia de lobos no hubiera resuelto establecer su guarida en el lugar.
Apartando la hiedra de la entrada, ella contempló la escena. El interior estaba negro como un tizón, y ella vaciló, jugueteando con la llave de hierro, preguntándose si el tesoro valía la posibilidad de encontrarse con animales salvajes o con hombres perversos que podían acechar en la oscuridad.

Como sus ojos se adaptaron a la falta de luz, vio unos escalones de madera cerca de la entrada, conducían piso hundido.

Agarrando la llave con fuera , Desirée pisó cuidadosamente los escalones . Todavía estaba oscuro como la noche, pero hacia su derecho, la pared comenzaba a hacerse cada vez menos oscura, hasta que vio el parpadeo de una llama reflejada en las piedras.
¡Alguien venía!. Ella se dio vuelta para escapar.
“¿Es usted , mi lady ?” Una voz brusca llamó desde el pasillo.
Desirée se congeló.
Oyó el gruñido de un hombre mientras la cantidad luz aumentaba en el reflejo de la pared.
“¿Lady Philomena ?” Él preguntó, dando vuelta la esquina.
Desirée miró la llave en su mano. Quizás ese era el lugar donde Philomena escondía su tesoro. Improvisado rápidamente, Desirée se dio vuelta hacia la voz del hombre y se enderezó con toda autoridad.
“No es. . .” El hombre expresó con un gruñido, deteniéndose abruptamente. “¿Quién eres?”
Desirée levantó su nariz. “Soy la criada de Lady Philomena.”

El hombre se parecía a un oso viejo y corpulento . Pero, por supuesto, morando cualquiera que viviese esta cripta sería asqueroso e gruñón.
Él la estudió dos veces de pies a cabeza, y luego masculló, “ Ella te envió ?”
“Sí.”
“ Supongo que habrán conseguido la llave?”
Ella sacudió la llave delante de sus ojos .

“Ven , entonces, ” él dijo con un suspiro, cojeando dentro de la cárcel .

Desirée lo siguió a través de lo que era mas un túnel que un pasillo
Deteniéndose delante de una puerta pesada de hierro a la derecha, él bajó su antorcha , indicando la cerradura.
“’El está allí dentro.”

¿Él? Un mar de sospechas se agitó en el pecho de Desirée. Había esperado que la celda cerrada guardase un barril lleno de gemas o monedas de oro o algún tipo de riqueza. No había esperado un “ él.” Qué? . . . Quién . . esperaba detrás de la puerta?
Tenía que enterarse. Era demasiado tarde para cambiar de idea . Metió la llave en el cerrojo. Encajaba perfectamente.
“¿Podría ... ?” Ella dijo, señalando la antorcha.

Él frunció el ceño pero se la entregó . Ante la inclinación de su cabeza en señal de despido, él se retiró hacia su guarida al final del pasillo, donde se sentó en un taburete de tres patas y tomó un poco de la comida había en una mesa pequeña al lado de él.
Desirée dio vuelta la llave cuidadosamente, lista para usar la antorcha como arma si el ocupante de la celda era menos que hospitalario. La puerta hizo un chirrido atroz cuando ella la empujó lentamente , y se oyó el ruido de alguien moviéndose alertado por su presencia.


Dejando una mano sobre la puerta, ella movió la antorcha iluminando la celda pequeña.
“’¿Mena?” Alguien murmuró.

Ella se quedó sin aliento. En un rincón yacía un hombre, o lo que quedaba de un hombre. Aunque su ropa había sido la de un noble - un capa de lana ricamente bordada y una camisa de lino fino debajo - estaban sucias y harapientas . Su cabello estaba enmarañado, y él tenía una barba que llegaba al centro de su pecho. Había agujeros en lo que habían sido unos zapatos del cuero, y su cara y sus manos mostraban que él no se había bañado en meses.

“Usted no es Philomena, ” él dijo, escudando sus ojos ante la luz enceguecedora.
“¿Quién es usted, mi lady ?”
Desirée dudaba que pudiese temer a ese hombre. A pesar de su espantosa apariencia, él poseía los ropajes y los modales de un caballero. Pero, cuál era el valor de él para Lady Philomena ?
Desirée entró en la celda y cerró la puerta detrás de ella.
“¿La envió mi esposa?” Él preguntó .
¿ Su esposa? ¿ Lady Philomena era la esposa de ese hombre? Desirée contestó con cautela. “Sí.”
Él la estudió una vez mas con la mirada , luego dijo una palabras entre dientes. “ Puede decirle que no seré persuadido, sin importar que tipo tentación ella ponga delante mío.”
Desirée había aprendido que - algunas veces - la mejor estrategia era la verdad. “No sé que quiere decir .”
“No tengo interés en tus. . . encantos.”
“Ah. ” El hombre pensaba que ella era una prostituta contratada.
“Y no seré cómplice de un homicidio.”
Desirée parpadeó . “¿ Un asesinato?”
Él emitió un ladrido seco, amargado. “¿Ella no te dijo? Mi querida Philomena no te dijo que ha encerrado a su marido en esta tumba alejada de la mano de Dios?”

Aunque su voz estaba cargada de odio, ella notó que él se tambaleó ligeramente en sus pies, y tuvo que apoyarse en una pared. El pobre hombre estaba muy débil . Probablemente no había ingerido una comida decente en semanas.
Ella necesitaba saber mas , y la mejor forma de hacer entrar al hombre en conversación era convencerlo de que ella era su aliada.
“¿Tiene hambre ?”
Él tragó en seco.
Ella se retiró hacia la puerta y la abrió . “¡Carcelero! ¡Venga acá! Traiga lo que queda de su cena. Este hombre está medio muerto de hambre.”
“¿Qué?” El carcelero gritó. “Él comió ayer . Le pasé una corteza de pan por debajo la puerta. Esto es mío. Yo no voy a ...”
“ Se lo informaré a mi lady , ” Desirée dijo curvando sus labios, “ Has estado maltratando a su marido?”

“¿Maltratando ?” Con un suspiro de exasperación, él hizo lo que le fue ordenado, pero protestó todo el camino hasta la celda.
Cuando Desirée le confiscó un pedazo carne de cerdo medio comida y cerró la puerta , el hombre miró la comida con hambre agudo. Sólo su nobleza lo previno de arrebatársela de las manos.
Ella dio un paso más cerca , asqueada por el hedor que emanaba de él. “¿Qué es su nombre, caballero ?”
Ella le murmuró, pasándole la comida .

Él se sentó en el piso y se abalanzó sobre la comida con tal prisa que no pudo contestar inmediatamente. Cuando hubo tragado unos bocados de la comida, él murmuró, “ George.”
“George. Muy bien George, ” ella dijo cuidadosamente, es verdad que su esposa me envió aquí para hacer un intento de hacerlo cambiar de idea. Pero ahora que veo cómo está sufriendo usted. . .” Ella se mordió los labios.
Él habló con la boca llena . “¿Sí?”
“Quiero ayudarlo .”
“¿Ayudarme?” Él la miró desconfiadamente. “¿ Harías eso?”
Ella inclinó la cabeza. Luego, ignorando el olor repugnante que flotaba en el aire , ella se inclinó al lado de George, colocando la antorcha en el piso. “ Cuénteme todo.”