sábado, 18 de octubre de 2008

SALVAJE - CAPITULO 2

Capítulo 2



Sólo por divertirse , un grupo de muchachos del pueblo estaban apedreando a un faisán. Teleri estaba recogiendo hierbas , no lejos de los campos cuando oyó a los muchachos reírse y vio caer una piedra. Se había escondido en los arbustos, por temor a que las piedras fueran para ella.

A continuación, vio a quien estaban destinadas . Tomó musgo mezclado con barro del suelo y se untó el cabello y el rostro. Repentinamente saltó fuera de los arbustos agitando sus brazos e intentando verse tan loca y salvajes como su abuela, La vieja Gladdys, quien cantaba himnos druidas, escupía maldiciones, y todavía mantenía la practicas religiosas de los antiguos druidas.

La media docena de chicos último salido corriendo y abandonaron al pájaro acostado de lado en el suelo . Ella había puesto al pobre animal en su cesta de mimbre y la había traído a su casa, donde había pasado el último día y la última noche atiendo sus heridas.

Ahora, el faisán yacía en una suave cama de paja y musgo en un pesebre de madera en un cálido rincón de su cabaña. Las plumas de la cola, que eran exquisitamente bella, tenían todos los brillantes colores del bosque.

El Dios - dador le había dado esos colores con el propósito de proteger el pájaro pero eso no había sucedido . Las plumas de la cola del faisán estaban perfectas, pero su pobre cuerpo no.
Teleri colocó dos dedos sobre el pecho del ave al lado de una mancha de sangre seca. Su corazón bombeaba débilmente, y latía tan lentamente que ella podía sentir su vida escurrirse con cada latido .

Por reflejó llevó su mano a la bolsa con piedras que siempre colgaba de su cinturón en la cadera, pero no estaba allí.

Ella se volvió y estudió la habitación, observó a las viejas ardillas que todas las mañana se sentaban a su mesa de como si fueran huéspedes invitados a una fiesta, su mirada pasó por el cerdo peludo quien estaba masticando en un rincón, y pasó por los gorriones marrones y las palomas salvajes posadas en las ventanas abiertas.
Ella agarró un pedazo de cera de abejas que usaba como vela , un regalo de su abuela. Como se movió mas allá de una pila jaulas de mimbre , una armiño que había llegado a la parte superior de la jaula y juguetonamente agarró a su falda.
"¡No ahora! ". Ella se dio vuelta y arrancó la falda de sus fuertes garras. " No tengo tiempo para jugar."

Ella cruzó apresuradamente la habitación con el cerdo siguiendola , mientras que el halcón chillaba y buscaba posarse en el lomo del cerdo .
" Regresa a tu comida, cerdo. No tengo nada . Y vos, silencio, Halcón . Tu hermano , el faisán, me necesita ahora."

Ella encendió una vela muy corta y la mantuvo en su mano ahuecada, para mantener la llama encendida, luego entró en una pequeña habitación con vigas bajas.
Allí era donde ella dormía , en una cama hecha con ramas de roble y una manta rellena con hierbas, brezo y tomillo salvaje.
Su bolsa de cuero rojo, estaba sobre el colchón. Ató la bolsa a uno de los eslabones de su cinto , nuevamente se apresuró hacia el pesebre, y luego suavemente levantó el ave herida en sus brazos.

Fuera de su cabaña, ella cruzó corriendo un pequeño puente de piedra sobre un arroyo. Después de las fuertes lluvias de invierno, la altura del arroyo crecía tanto que el agua llegaba muy cerca de su casa. Ella podía llenar un cubo de agua con sólo asomarse a la ventana.
Pero ahora era otoño y el arroyo estaba más bajo y estrecho. Salió del puente tomando un pequeño camino sembrado de rocas, donde se detuvo para abrazar al ave , y luego lanzó un silbido agudo
Un momento después llegaba su caballo , venía de entre los árboles, y sacudía su cabeza con sus largas crines negra volando con la brisa . Cuando estuvo delante de ella se detuvo. Teleri chasqueó sus dedos una vez y el animal se arrodilló.
"Buen muchacho , mi caballo", le dijo y montándolo , sus brazos todavía ocupados con el cuerpo del ave en agonía . Levantó el dobladillo deshilachado de su túnica de lana áspera, envolvió al faisán , y lo colocó entre sus piernas.
Teleri se aferró a las crines del caballo , inclinó hacia adelante, y lo espoleó con sus talones .
Cabalgaron hacia las colinas, de la seguridad del bosque denso hacia el círculo de piedras sanadoras que eran como gigantes guardias azules en el valle.
Al final de la tarde, Roger montó hasta una empinada colina de la cordillera que rodeaba Valle de Brecon . Por delante y por encima de él había una meseta que estaba marcado en el mapa, la posición exacta que Edward había elegido para la construcción del castillo .

Roger plantó su mano sobre el lomo de su caballo y se dio vuelta , la montura crujió . Sólo desde ese punto cerca de la base de la cordillera, podía ver que la meseta debía tener una vista completa del valle que se extendía más abajo, con sus campos dorados de otoño y el denso bosque corriendo por kilómetros a lo largo del bordes este.
Incluso desde aquí, podía entender las excelentes posibilidades de ese sitio para construir un castillo. Pues se podía ver claramente la las zonas de frontera.
Nadie podría negar que Edward sabía muy bien cómo trazar su plan de defensa. Edward era un rey muy respetado por su mente sagaz.

Como un joven príncipe que había aprendido la estrategia bajo la tutela de Inglaterra uno de los guerreros del maestro, Simon de Montfort. Edward y ha aprendido bien. Años más tarde él utilizaría esas mismas estrategias y algunos de su propia invención para derrotar a los barones de su rebelión contra su padre, Henry III.

Había sido un mérito para la mente brillante de Edward que los barones que habían derrotado estaban liderados por su propio mentor, Simon de Montfort.

Roger se apoyó en la montura y miró fijamente la cresta. Podía oír El caballo de Tobin de Clare viniendo hacia él. Naturalmente, el joven caballero había recogido campanilla del rey. Ring! Ring! Ring!.


De Clare se detuvo junto a él, luego estudió el panorama del lugar y silbó admirativamente.
Roger asintió. "Edward sabe bien como hacer lo suyo ."
"Parece un lugar inexpugnable, incluso desde aquí". Él se movió, y le luego entregó la campanilla a Roger. "Aquí tienes . Se te había perdido ".
Ambos sabían que Roger no había perdido nada.
" Bórrate esa estúpida sonrisa de la cara ." Roger miró ferozmente la campanilla. "Mantén esa maldita cosa . Su sonido constante me está enloqueciendo ".

Con una media sonrisa en su boca, de Clare tomó un pedazo de tela de lana de su alforja y en volvió la campanilla, amortiguada por la tela difícilmente podría ser escuchada.

Roger levantó su mano , haciéndole señas a sus tropas para que se formasen de cerca de la empinada cuesta a la cima de la cresta. Acicateó su caballo y un momento después ambos se abrían camino a través de rocas y piedras .

Mientras la ladera se hacía mas empinada, el caballo tenía mas dificultad en afirmar sus cascos en el suelo . Roger se aferró al cuello de su caballo para no resbalarse . Mas delante podía ver el borde dentada de la cresta.
No muy lejos. Sólo a metros de distancia .
Un breve momento después su caballo pisaba la gran meseta y Roger exhaló profundamente el aire que había estado conteniendo.
Detuvo su caballo y estudió la vista delante de él .
Un segundo después maldijo entre dientes . Dos palabrotas muy groseras.
Era el sitio perfecto para un castillo, pero había un círculo de grandes piedras azules en el terreno.
Detrás de él, Tobin de Clare llevó su caballo sobre el borde, y oyó el mismo silencio elocuente.

"… Jesús ... “ de Clare murmuró . "¿Cómo en nombre de todos los santos se supone que vamos construir un castillo con todo eso allí ?"
"Las derribaremos …” dijo Roger, y luego captó algo
de reojo . Una chispa de color.
Giró su cabeza mientras su mano derecha iba hacia su espada.
"¿Qué fue eso?"
"Silencio". Roger le hizo señas a de Clare , entonces sacó su espada y se inclinó hacia adelante, escuchando atentamente.
Hubo un sonido suave procedente del interior del círculo de piedras, un sonido que Roger recordaba de su niñez, él lo había escuchado cada vez que estaba cerca del palomar su madre.
Llevó su caballo hacia adelante para tener una visión clara del interior del círculo de piedras.
Una niña ... no una mujer, con largo y rizado cabello marrón, cayendo por su espalda estaba de rodillas en el suelo en el centro del círculo de piedras.

Vestida con una túnica de lana áspera típica de los granjeros , ella tenía su rostro dirigido hacia arriba. Las palmas de manos
extendidas hacia arriba a sus costados ; como si estuviera esperando que algo valioso cayera del cielo .
Roger había visto estatuas en Roma que se parecían a esa mujer: María Magdalena al pie de la Cruz o Ruth rezando por el don de un hijo. Sus rostros tenían la misma mirada, una expresión llena de desesperación, un clamor en su pedido perfectamente visible en el tallado y él había sentido como si casi pudiese ver las estatuas a punto de llorar.
Mientras la muchacha dirigía su pedido al cielo, Roger la contempló . Ella no se movió ; estaba congelado en su lugar como si estuviese tallada en la mismo tipo de piedras que la rodeaban . Incluso si él lo hubiera querido, no habría podido desviar su mirada de ella .

Qué era ese extraño poder? ¿ Curiosidad? Reverencia? ¿Qué era ? Estudió detenidamente la forma de su cara como si estuviese estudiando el sudario de Cristo o una reliquia valiosa - como si no pudiese creer en lo que estaban viendo sus ojos.
Notó por primera vez que había un ave sobre sus rodillas; parecía muerta. Un faisán o un gallo. Podía ver los brillantes colores de las plumas de su cola desplegadas sobre la tierra rojiza.
¿ Estaba rezando por ese ave?
Si él hubiera encontrado un faisán muerto, lo estaría asando, no rezando por su alma. Si es que los animales tenían almas...
El sonido se oyó nuevamente. No era un sonido que viniese ella, sino del aves, quien de repente se puso de pie , y luego comenzó a picotear una de sus alas, extendiendo sus plumas como para sacarse las liendres.
La muchacha bajó los brazos, tomó algunas piedras que estaban esparcidos sobre el suelo , y las guardó dentro de una bolsa de color rojo que llevaba atada a su cintura. Se quitó el polvo de las manos y se puso de pie , luego se inclinó hacia abajo nuevamente para tocar el lomo del faisán .
El pájaro ladeó su cabeza, plenamente confiado , y esperó a que ella le rascase la cabeza.
Un fuerte silbido sonó en el aire; y un caballo se acercó trotando . Se detuvo delante de la muchacha.

La boca de Roger cayó la abierta. Por Dios! No había visto ese caballo por casi cinco años.
Tuvo que mirarlo dos veces, luego tres veces antes de considerar que la imagen era producto de sus ojos cansados. Era el caballo árabe de Merrick, el mismo caballo por el que Roger casi había estado dispuesto a vender su alma.
Hacia cinco años, cuando el caballo había sido robado, Roger había perseguido al animal y al jinete endiablado por todo Glamorgan. Casi se había roto el cuello intentando atraparlos. Y ahora el valioso caballo estaba a unos pocos metros de él.
Colocó la espada en la vaina mientras oía el sonido de sus hombres acercándose desde al borde de la cresta. El ruido de los arneses y sus voces cortaban el silencio.
Roger oyó a la mujer jadear mientras lo miraba sorprendida.
Hubo un lapso de silencio, un silencio misterioso y tenso que siempre ocurre un instante antes que suceda un acontecimiento que cambia la vida de las personas . Luego ella se movió antes que Roger pudiera parpadear un ojo, se aferró a las negras crines del caballo y con un movimiento rápido lo montó.
"Quédense aquí," Roger le ordenó a sus hombres.
Un instante después, partía y desaparecía por el lado opuesto de la colina.
"¿Qué sucede ? A dónde vas?" de Clare gritó.
" Te di una orden! Quédate aquí!" Roger gritó, yendo tras la muchacha. No necesitaba de la ayuda de Clare, un tonto adolescente . No tenía a nadie a quien darle explicaciones en ese lugar , salvo a sí mismo.
La muchacha y el caballo fueron cortando camino por la ladera . Roger cabalgó hasta el borde de la colina, a continuación, instó a su caballo a ir hacia abajo . Esta vez, él se prometió, mientras su propio caballo descendía por la ladera, capturaría al caballo y al jinete endiablado.

Por Dios ! Esa mujer era una maldita ladrona de caballos !

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