viernes, 4 de julio de 2008

HECHO CONSUMADO - CAPITULO 1

Capítulo 1


- ¡Maldita sea, Alden ! ¡Dale un golpe a tus oídos! ¿No te dije la túnica verde?
- SI ... sí, mi Lord - Alden se encogió y dio un nervioso paso hacia atrás.
Sólo Vestido con unas medias y unos calzones, su amplio pecho estaba desnudo. Lord Amaury de Aneford parecía tan temible como si estuviese enteramente vestido para una batalla. Sobre todo con ese el humor negro que mostraba ahora.
Alden sólo llevaba con el guerrero unas dos semanas. A pesar de que era poco tiempo, no pensaba que el presente humor de su Lord fuese normal. Al menos no lo era en Aneford. Él basaba su juicio en las reacciones de otros soldados y en la exasperante diversión que Lord Blake había mostrado respecto al comportamiento del hombre. Alden no sabía exactamente qué era lo que había causado el disgusto del hombre, pero sabía que tenía algo para ver con el mensaje del rey. Un mensajero se lo había entregado a Amaury mientras él estaba concluyendo un asunto con Lord Chesterford el día anterior. El guerrero había palidecido cuando había leído la misiva, luego la había arrugado haciendo una bola que había arrojado al fuego, y había salido maldiciendo, ordenando que su caballo fuese ensillado. Segundos más tarde había cancelado la orden, había vuelto a entrar, y se había emborrachado.
Y había estado comportándose así desde entonces. Malhumorado y perturbado, para después empezar a emborracharse y pasar el tiempo.
Su conducta errática estaban más allá de la comprensión del joven Alden, y lo hacían estar terriblemente nervioso en presencia de su amo .
El golpe de la túnica contra su cara cuando fue arrojada con disgusto sacó a Alden de sus pensamientos y le hizo dar un paso hacia atrás para terminar cayéndose. Gateando rápidamente para levantarse , él comenzó a moverse furtivamente para alejarse.
- Yo ... yo voy a buscar la ve ... verde, mi Lord . Ahora mismo.
Amaury observó como su escudero se alejaba con los ojos entrecerrados, luego giró para mirar detenidamente el frío lago del que acababa de salir.
- No deberías descargar tu enojo con el muchacho.
Amaury miró sobre su hombro al oír aquellas palabras risueñas, su disgusto era obvio cuando miró a su amigo.
- Es un idiota...
- Te tiene miedo, - contestó Blake, riéndose abiertamente mientras le daba una palmada a su amigo en el hombro desnudo. - Será menos torpe una vez tome más confianza.
Amaury hizo una mueca.
- Él nunca va a tener más confianza.
- No si sigues descargando tu ira en él.
El guerrero frunció el ceño ante esto, pero permaneció en silencio, su mirada volvió a centrarse en el lago apacible.
Blake siguió su mirada fija, luego suspiró.
- Niégate a casarte con ella, - le sugirió por centésima vez desde que el viaje había comenzado.
Amaury resopló, tal como lo había hecho siempre que esa sugerencia había sido dicha.
- ¿Y perder la oportunidad de ser el Lord de una propiedad que me pertenezca?
Blake rió ligeramente y sacudió su cabeza.
- Bien. Entonces cásate con la muchacha, pero si eso es lo que quieres, por qué estás tan malhumorado con todos?
- Por que no es lo que quiero, - contestó Amaury rápidamente. - Pero es lo que debo hacer para conseguir lo que quiero. ¿Quién en su sano juicio desearía casarse con una vieja y fea bruja?
- No la conoces aún - protestó Blake inmediatamente, y Amaury lo miró con la incredulidad.
- ¿No fuiste vos quien me dijo que ella tuvo que presentar una petición ante el rey para conseguir que su marido se acostase con ella?
- Sí, eso se rumorea en la corte, pero nadie sabe cómo es ella , salvo el rey, y él se niega a hablar de ello. Por otro lado, su marido murió camino a su casa para realizar su… la… consumación.
- Probablemente se suicidó,- murmuró Amaury con gravedad.
Blake reprimió la risa al oír eso.
- Entonces te niegas a...
-¡No! - Amaury se volvió hacia él frunciendo el ceño. - Sabes que no puedo - suspiró con amargura .- Esta puede ser mi única posibilidad para formar un hogar y tener una propiedad.
Blake asintió con la cabeza solemnemente, luego mirando hacia un lado, vio como Alden regresaba con una túnica verde en la mano. Sonriendo ligeramente al muchacho, él fue a su encuentro y tomó la prenda.
- Eso es todo, Alden. Quizás deberías tener el caballo de tu amo listo. Partiremos en breve.
- Sí, mi Lord . Gracias, mi Lord .- El alivio brilló en la cara del muchacho antes de girar para volver al campamento.
Tan solo mediodía era cuando ellos se habían detenido el día anterior, a escasamente una hora de viaje a caballo para llegar al castillo de Eberhart. Amaury había usado la excusa de querer asearse antes de presentarse ante su prometida para disculparse por la demora, pero después de armar el campamento, él había empezado a emborracharse . Por primera vez desde que Blake lo conocía, él había tenido que ser llevado a su tienda. Tras ese episodio , se había despertado tarde esa mañana y había perdido tanto tiempo como fue posible desayunando y bañándose. Ahora era el mediodía otra vez y él aún tenía que vestirse.
Sin duda él insistiría en hacer una pausa para el almuerzo antes de la salida , otra táctica de para demorar lo inevitable , pensó Blake mientras se volvía hacia su taciturno amigo y le tendía la túnica.
Gracias.- Amaury aceptó la túnica y se la puso rápidamente antes de dirigirse hacia la roca donde había dejado su espada .- Quizás deberíamos almorzar antes de continuar, - sugirió él frunciendo el ceño mientras se ceñía la túnica. Ante la explosión de risa de Blake, él se dio la vuelta ceñudo.- ¿Qué pasa?

*****


-¡Lord Rolfe!- Sebert bajó apresuradamente los escalones del torre cuando reconoció al hombre rubio que desmontaba enfrente de los estandartes con los colores del rey que lo acompañaban.
- ¡Sebert! - Rolfe pasó las riendas a uno de sus hombres y le dio una palmada en la espalda al administrador a modo de saludo. - ¿Cómo estás?
- Bien, mi Lord . Todo va bien para usted, eso espero - respondió, su mirada se fijó con curiosidad sobre el obispo y la guardia del rey que lo acompañaba.
- Sí, todo bien. ¿Dónde está Emma?
- En las cocinas, mi Lord .
Asintiendo con la cabeza, Rolfe señaló hacia los hombres montados detrás de él.
- Ocúpate de la comodidad del obispo, por favor, Sebert. Yo encontraré a mi prima.
Afirmando con la cabeza, Sebert se marchó mientras Rolfe subía los escalones y entraba en el torre.
El calor que sintió Rolfe cuando alcanzó la puerta de la cocina y la abrió fue lo bastante intenso como para hacer que se detuviese. Pareció venir hacia él en olas. Oleadas y oleadas de calor húmedo lo envolvieron . Esto lo producían las ollas puestas al fuego. Tres de ellas. Cada una de ellas lo bastante grande para hervir un cerdo entero.

Frunciendo el ceño, él parpadeó para ver a través del vapor las misteriosas figuras vestidas de negro que se encontraban junto a las ollas, creyendo por un momento que había entrado en la casa de una bruja … entonces él reconoció a su prima. Ella era la figura más diminuta en el cuarto. De no haber sido por sus curvas, Rolfe habría pensado que era una niña pues ella movía su pequeño taburete de una olla a la otra, lo dejaba en el suelo, y luego se subía a él para mirar detenidamente el contenido de la olla.
Una mujer mucho más grande observaba con paciencia mientras Emma removía el contendido de la olla antes seguir adelante para verificar la siguiente. Con expresión exasperada, Rolfe entró en el recinto y dejó que la puerta de cocina se cerrase de golpe detrás de él. Emma nunca había sido capaz de mantener su nariz fuera de las tareas de los criados. Él culpaba a su marido, y a su padre antes que él. Cedric Kenwick había permitido a su única hija correteara libremente por el castillo desde niña … y Fulk, el marido de Emma, nunca se había molestado en quedarse por allí el tiempo suficiente para fijarse en la conducta ella.
Sacudiendo su cabeza, se colocó detrás de su prima y le dio un ligero toque sobre el hombro. Un error. Ella estaba inclinada sobre la olla entonces. Su toque la asustó tanto que ella casi se cae dentro líquido hirviendo. Tomándola por la cintura, él la salvó justo a tiempo y suspiró.
- Emma, ¿no puedes dejar esto a los criados?
- ¡Rolfe! - La mujer rubia chilló y se dio la vuelta para lanzarse en sus brazos cuando reconoció su voz. Después, recordando que ella estaba de luto, se distanció y presentó un comportamiento adecuadamente solemne. - ¿Cómo estás? - preguntó más moderadamente.
- A punto de morir asado, si quieres saberlo - le dijo secamente, tomando su brazo. - Vayamos a otro lugar y hablemos.
- ¡ Oh, no, Rolfe! No puedo. Debo ocuparme de lo último que estoy tiñendo de negro .
- Lo último que estás … - El miró hacia las ollas, siguiendo su orgulloso gesto.
- Cada trapo en el castillo ha sido teñido de negro , - le informó ella, dirigiéndose de nuevo hacia las ollas.
- ¿Cada trapo? - Rolfe miró fijamente el vestido negro de su prima. Él lo reconoció inmediatamente como el que ella había llevado en su audiencia con el rey. Sin embargo, entonces había sido de un color celeste pálido. De repente recordó las sombrías ropas negras que Sebert llevaba cuando lo había saludado, y Rolfe miró instintivamente hacia la lavandera, sólo entonces notando que ella también iba vestida de negro. Parecía que su prima pensaba que todos los habitantes del castillo debían llevar luto por la muerte de Fulk.
- Sí. Esto era lo último que faltaba.- Ella se volvió para mover la olla en el que ella casi se había caído. - Las ropas de cama.
Él miró con ojos desorbitados al oír esto.
- ¿Las ropas de cama? ¿Has teñido de negro las sábanas? - Emma frunció el ceño sobre su hombro ante la incredulidad de su voz.
- Estamos de luto, Rolfe. Mi marido murió la semana pasada.
- Sí, pero … ¡Demonios, Em! ¡ Vos apenas lo conocías! ¡Por Dios!, después de todo , él apenas estuvo aquí una semana completa si contamos juntos todos los días que pasó aquí el año pasado.
- Sí, - dijo ella con pena.
- ¿Seguramente no lo amabas?
Ella lo miró con ceño fruncido a oír la pregunta.
- Desde luego que lo amé, él era mi marido. Era mi deber amarlo.
- Pero… - él sacudió la cabeza cuando comprendió que se estaba distrayendo y tomó su brazo una vez más, separándola de la olla.
- Debo hablar contigo. Esto es importante, Emma.
- Esto también lo es, Rolfe. Estoy de luto ahora. Debo mostrar el debido respeto.
- Sí, pero esto es importante.
- Bien, entonces hablemos aquí.
Rolfe abrió la boca para discutir, luego se encogió de hombros. No tenía ningún sentido luchar con Em cuando ella se mostraba tan decidida como lo hacía en ese momento. Además, una vez que le informara la razón de su visita, sin duda lograría que ella saliera de la cocina.
- Te traigo saludos del rey,- comenzó él lealmente, haciendo una pausa cuando ella se dio la vuelta hacia él de nuevo, mostrando entusiasmo de nuevo.
- ¿ De verdad? ¿No es apasionante? Eso significa que él me recuerda.
- Si, dudo que él te olvide alguna vez, - comentó Rolfe secamente. - De todos modos, él te envía sus saludos, sus mejores deseos, y la orden de que debes casarte.
- ¿Qué? - Ella lo miró boquiabierta por un instante.- ¿Casarme? ¿Otra vez? Pero mi marido acaba de ser enterrado.
Rolfe observó su expresión disgustada, y decidió que en realidad debía permitir al obispo que le explicase los detalles. Tomando su brazo con decisión, él la distanció de las ollas y el calor que desprendían.
- Ven. El obispo Wykeham me ha acompañado y sin duda espera con impaciencia en el salón .
- ¿El obispo Wykeham está aquí también? - Emma sonrió con placer. Ella se había encontrado con el Obispo en una ocasión o dos y le había gustado él. Era un alma amable y apacible que había logrado permanecer así a pesar del tiempo que había pasado en el tribunal como Lord Canciller. Ella pensaba que la iglesia había perdido a un hombre bueno cuando él se retiró.
- Sí. - Rolfe la miró incómodo. - Él me ha acompañado aquí en relación al tema de tu nuevo matrimonio.
- ¿Y lo hemos dejado solo todo este tiempo? ¡Caramba, Rolfe! Deberías haberme dicho que él estaba aquí, - lo regañó ella, entregándole el palo para revolver la ropa a la lavandera.
Rolfe sonrió ligeramente mientras observaba su intento de alisar las arrugas de su falda ligeramente húmeda y de arreglar infructuosamente su pelo. Esto era un esfuerzo inútil. Varios mechones de su cabello dorado se habían escapado de su rodete, y el calor y el vapor los habían convertido en pequeños rizos adheridos a su cara. En su opinión, la maraña de bucles que enmarcaban su cara aumentaba su encanto, aunque sabía que no podía ser objetivo. Él la quería mucho.
- Vamos, - dijo Emma ahora con un suspiro cuando comprendió que su aspecto no podía ser mejorado en ese momento . - No podemos dejar al obispo desatendido tanto tiempo. Podría parecer grosero.- Girando para conducir a Rolfe a través del cuarto, ella le preguntó sobre su hombro, - ¿Con quién desea el rey que me case?
- Su nombre es Amaury de Aneford, - rezongó Rolfe, dando un rodeo para esquivar un montón de sabanas ya teñidas que estaban en el suelo.
-¿Amaury de Aneford? - Emma hizo una pausa en la puerta y repitió el nombre pensativamente. - Nunca he oído ese nombre, pero me temo que no llegan muchas noticias aquí. Estamos bastante asilados de la ciudad.
- Él acaba de ser nombrado Lord. Antes era un caballero. Su majestad le concedió el título en agradecimiento por haberle salvado de unos asesinos durante su expedición en Irlanda.
- ¿Le salvó la vida al rey? - Emma le miró por encima del hombro con los ojos muy abiertos.
- Sí.
- Ah. - ella continuó caminando atravesando la puerta que llevaba al salón.- Él debe ser un gran guerrero. ¿No es agradable?
Rolfe semi cerró los ojos ante esa declaración y la siguió hacia el salón .
- Señor Obispo. - Emma ofreció sus manos mientras le daba la bienvenida al hombre que esperaba pacientemente. - Qué alegría volver a verle. Y qué amable ha sido en hacer todo este camino simplemente para ayudar a mi primo a decirme que debo volver a casarse.
Las cejas del obispo se elevaron al oír esto.
- Pero, mi Lady, no estoy aquí para informarle de su matrimonio. Estoy aquí para llevarlo a cabo.
Emma parpadeó.
- ¿ Llevarlo a cabo? - Ella se dio la vuelta para lanzar una mirada a su primo con el ceño fruncido. - Pero … No puede ser . Acabo de enviudar.
Se produjo un silencio mientras los dos hombres intercambiaban miradas; entonces el obispo aclaró su garganta.
- Su Majestad está consciente de eso, Mi lady, pero desea que este matrimonio tenga lugar. Inmediatamente.
Emma lo miró desesperada.
- Bien … eso sencillamente no es posible. Seguramente usted lo entendió mal. No hace ni una semana que he quedado viuda.
El obispo miró a Rolfe, a quien lanzó una mirada de advertencia y esté dio un paso adelante para decir:
- Sí, pero Emma, él piensa que, ya que estás tan deseosa de tener niños, desearías volver a casarte… pronto.
Emma se mordió el labio mientras pensaba. Ella envejecía rápidamente. En realidad, tenía ya veintidós años. A decir verdad, casi había alcanzado el final de sus años de maternidad.
- Sí, por mi edad avanzada podríamos acortar el período de luto, - murmuró ella inciertamente. Rolfe y el obispo se miraron aliviados. - Sí, - decidió ella con una cabezada. - Seguramente podemos acortarlo. Tres meses deberían ser aceptables dadas las circunstancias, ¿no lo creen?
Ella miró a los hombres interrogativamente para ver que el obispo miraba fijamente a su primo con los ojos muy abiertos. Rolfe se movió incómodamente, luego suspiró.
- Emma, no comprendes. Debes casarte en cuanto Aneford llegue aquí.
Sus ojos se estrecharon con desconfianza.
-¿Cuándo sucederá eso?
Rolfe volvió a moverse inquieto, luego suspiró.
- Hoy. Nosotros lo esperamos ya.
- ¿Hoy? - Sus ojos se ensancharon. - Pero … Eso no es apropiado. Y … y yo no tengo nada que ponerme.
El obispo giró para compartir una sonrisa divertida con Rolfe, pensando que esto era tan solo la queja habitual de toda mujer, pero sus cejas se elevaron interrogantes cuando él vio el ceño fruncido sobre la cara de otro hombre.
- Acaban de terminar de teñir de negro todo, - explicó Rolfe.
- ¿Pero seguramente quedará algo?
Él hizo una pausa al ver la expresión del hombre más joven.
- ¿No ha notado que todos los criados van de negro? - preguntó Rolfe secamente.
El obispo miró alrededor del cuarto vacío al escuchar esto. Sinceramente, no lo había notado. Supuso que había estado sumido en sus propios pensamientos. Frunciendo el ceño , caminó hacia la puerta de la torre y tiró de la puerta para abrirla de par en par y mirar el patio rodeado de murallas. Su mandíbula cayó cuando vio que cada hombre, mujer, y niño vestían ropa negra. Cerrando de golpe la puerta, se volvió para mirar a Rolfe con una mezcla de estupor e irritación.
- Emma ha teñido todo de negro, - explicó su primo, de repente encontrando la situación divertida.
- ¿Todo?
- Incluso las sábanas.
- Incluso las …qué? - La voz del obispo se quebró.
- Me pareció lo apropiado, - dijo Emma insegura ahora, sintiéndose un poco tonta. Supuso que había ido un poco lejos al incluir las sábanas, pero realmente, le había parecido apropiado en ese momento. Después de todo, el luto no era sólo por su marido. El luto había sido también por sus esperanzas perdidas de tener hijos, toda posibilidad de tenerlos había muerto con su marido. Ella era más que consciente que a los veintidós años, ningún hombre pediría de nuevo su mano. Incluso ahora, ella estaba segura de que de no haber sido por que Rolfe contaba con el favor del rey, ella habría sido abandonada para marchitarse en ese castillo viejo como una viuda sin hijos.
Suspirando, ella sacudió la cabeza.
- Esto no importa. Mi marido, a pesar de su abandono, merece al menos un período de luto corto. Simplemente no puedo volver a casarse durante al menos tres meses, - anunció firmemente.
Frunciendo el ceño, Rolfe miró al obispo quien murmuró:
- Quizás ha llegado el momento de explicarle las dificultades a Lady Emmalene.
- Sí, es verdad, - dijo Rolfe con un suspiro, luego giró hacia su prima. Abrió la boca dos veces para comenzar con las explicaciones, luego suspiró y la instó a sentarse en un asiento delante de la chimenea, colocándose de forma que pudiese ver el salón vacío y todas sus entradas. Nadie más debía oír lo que tenía que decir.
- Entiende, Em, esto es una situación delicada. Debido a tu petición al rey … - Él vaciló, arrugó la frente, luego tomó sus manos detrás de su espalda y se puso a caminar delante de la chimenea de un extremo a otro, desde la chimenea hasta donde ella estaba sentada pacientemente. - Verás, Em, al pedirle al rey que ordenase a Fulk que … eh…
- Cumpliese con sus deberes conyugales, - facilitó el obispo.
- Sí. Bien … al hacer eso, verás, hiciste de dominio público que tu matrimonio nunca había sido … eh …
- Consumado, - murmuró el obispo.
- Exacto, - dijo Rolfe, tirando de lo alto de su túnica y aclarando su garganta. - El caso es que hay un problema con la familia de Fulk. Verás, la tía de Fulk y su primo demandan que el matrimonio no es válido porque nunca ha sido … er … - Su mirada se volvió hacia el obispo.
- Consumado.
Emma frunció la frente.
- Pero Rolfe, sí que fue consumado.
Rolfe se congeló y giró sorprendido.
- ¿Qué?
- Sí - ella frunció el ceño levemente.- Le detallé mi noche de bodas al rey. Mi marido y yo compartimos la cama.
Recordando las palabras que le había dicho el rey, contándole que Lady Emma era tan ingenua que no había comprendido que su matrimonio no había sido consumado, Rolfe sacudió la cabeza. Se preguntó por un momento cómo explicarle eso, para después pensó que no podía hacerlo. A pesar de su deber con el rey, nadie podía esperar que…
- Es la verdad,- dijo Emma, interrumpiendo sus pensamientos.- Aunque mi marido nunca lo volvió ha hacer… la verdad sea dicha, él descuidó sus… eh… deberes conyugales horriblemente. Sin embargo, el rey sabe esto, y sabe que yo no lo deseé que fuese así. No puedo pensar que él desease castigarme debido a la falta de atención que recibí por parte de mi marido.
- Emma, él no intenta castigarte, sino protegerte. Y protegerse a sí mismo. La tía de Fulk y su primo conocen el descuido de tu marido. Ellos son ambiciosos, avaros. Pueden causarle muchos problemas al rey, y eso es lo último que él necesita en estos momentos. Ellos reclaman que, debido a la negligencia de tu marido, el matrimonio no es válido, y reclaman que la tierra y el título sean otorgados al primo de Fulk, Bertrand.
- ¿Bertrand? -Emma frunció el ceño. No estaba demasiado sorprendida al saber que Beltrand codiciaba la propiedad y el título. Lo había conocido en su boda y no había reparado demasiado en él. No era nada que hubiese dicho o hecho lo que había causado su aversión. No se había mostrado grosero o mezquino. De hecho, había sido muy amable con ella. Galante incluso. Demasiado quizás. Había habido algo excesivamente meloso en sus modales. Y su caballerosidad no había podido ocultar el codicioso brillo de sus ojos. Había mirado el castillo, cada cosa, incluso a ella, con un brillo codicioso en su mirada que la había hecho sentirse como una bolsa lleno de oro que él deseaba .
- Me pareció demasiado ambicioso - murmuró ella al fin.
- Más de lo que crees - rezongó Rolfe, enfatizando sus palabras.
Emma miró con curiosidad a su primo.
-¿ Qué quieres decir?
Su mirada se deslizó a través de la habitación vacía. Después él habló en voz baja.
- El rey sospecha que Bertrand y otros Lords están planeando deponerlo.
Emma lo miró boquiabierta al escuchar esto, y Rolfe afirmó con la cabeza severamente.
- Él sospecha que Lord canciller también está involucrado en esto.
- ¿El Arzobispo Arundel? - jadeó Emma, recordando el severo rostro del hombre que había estado de pie junto al rey durante su audiencia.
- Sí.
- ¿Pero por qué? ¿Qué esperan obtener con ello?
Rolfe suspiró.
- No puedo saber que es lo que espera ganar el canciller con esto. No estamos realmente seguros de que ese un aliado de Bertrand, pero Bertrand, supongo, que espera conseguir poder.
Emma frunció el ceño, y el obispo exclamó:
- Cuando era un muchacho, Bertrand fue un escudero e hizo gran amistad con Henry de Bolingbroke.
- El primo del rey, - murmuró Emma, su ceño se acentuó.
El obispo asintió con la cabeza.
- Si el Rey Ricardo fuese depuesto, Henry sería la persona llamada a sucederle.
- Y como amigo del rey, Bertrand quedaría muy bien posicionado - comprendió Emma sombríamente. - Así que, ¿Henry desea despojar a su primo del trono?
Los dos hombres intercambiaron miradas; después Rolfe se encogió de hombros incomodo.
- No existe ninguna prueba de ello, Emma. Bertrand y los demás podrían simplemente estar utilizando al primo del rey en su propio beneficio. Henry siempre se ha mostrado leal a su primo.
- Ya veo, - ella murmuró, su mirada se fijó sobre el fuego pensativamente.
Rolfe dejó pensar un momento a Emma antes de continuar.
- Conociendo la sed de poder de Bertrand, Su Majestad no desea permitirle ningún medio por el cual pueda aumentarlo. Bertrand tiene una pequeña propiedad que heredó de su padre, pero eso no es nada en comparación con la riqueza y el poder que él tendría si consiguiese esta propiedad. Por eso Ricardo ha arreglado este matrimonio. Si te casas, Aneford gana el título de Lord Eberhart con todo lo que eso incluye.
Emma hizo una mueca ante eso.
- Esto no complacerá a Bertrand.
Rolfe negó con la cabeza.
- No. Sin duda, Bertrand y su madre estarán disgustados por este giro de los acontecimientos. Sin embargo, cuando ellos vayan al rey con su reclamo , todo estará solucionado. O al menos eso él espera.
- ¿Cuando ellos vayan? - sus ojos se estrecharon.- ¿Ellos han o no han formulado su queja al rey?
- Bien… - Él pareció incómodo durante un momento, luego suspiró.- No. Ello no han tenido la oportunidad. El rey escuchó rumores sobre sus planes antes de que pidiesen una audiencia y él logró retrasarla hasta que tuviese todo resuelto. Nosotros partimos un día antes de que los Fulks tuvieran su audiencia, lo que significa que les llevamos a ellos un día de ventaja.
- ¿Ellos? - Emma frunció el ceño.
- Lady Ascot y Bertrand.
- ¿Lady Ascot vine hacia aquí también? Oh, Señor mío, desde luego que sí. Ella parece ir a todas partes con Bertrand, ¿verdad? - Emma se levantó, la ansiedad era visible en su cara. Recordaba muy bien a la tía de su marido desde la última vez que había sufrido su presencia. Mientras su primo había parecido tan empalagoso como un cerdo grasiento, la tía había sido toda una bruja que aterrorizaba a los criados. Emma nunca había conocido a una mujer más desagradable. Fría, quejosa, y amargada, la mujer había llegado incluso a golpear a una de las sirvientas con su bastón porque no le había servido con la suficiente rapidez. La última cosa que deseaba era volver a ver a aquella mujer de vuelta allí, y mucho menos que tuviese alguna autoridad sobre la gente que tan bien había servido a Emma. Ella no volvería a tener un momento de paz interior si supiera que toda aquella gente que dependía de ella sufría bajo el yugo de Lady Ascot. Siendo esa la situación , sólo podía sentir gratitud hacia el rey Ricardo por haber truncado sus planes. Pero si lo había hecho, por qué Bertrand y Lady Ascot se dirigían hacía el castillo en esos momentos? Emma se preguntó eso ahora, y vio con sospecha como la incomodidad de su primo creció.
- El rey tiene intención de decirles que él no era consciente de su disgusto y…
- Mentira.
Rolfe se estremeció ante su acusación. El obispo la miró con desaprobación.
- Mentira es palabra muy dura, Mi lady.
Ella gesticuló con impaciencia.
- ¿Qué es lo que él va a decirles?
Rolfe vaciló.
- Él está intentando mantener la paz.
- Desde luego - dijo ella secamente.- ¿Y?
- Él les dirá tras tu queja quedó muy claro en la audiencia que estabas más que dispuesta a…eh…
- Cumplir con su obligación - suministró el obispo.
- Sí. Si ese es el caso, él dirá que no había pensado que ellos formularían un reclamo tan mezquino.
- Espera avergonzarlos para que se retracten de su petición - indicó el obispo con satisfacción.
- Sin embargo, la avaricia quizás venza sobre el honor…
Emma entornó los ojos al escuchar eso. No había duda - en su mente al menos - de que si se había alguna opción entre salvaguardar el orgullo o poner sus manos sobre el castillo Ebehart, la avaricia ganaría.
- Si es así, entonces él les dirá que nunca había considerado tal dilema, y que habiendo estado preocupado por la seguridad del castillo, de sus habitantes y de vos , ahora que ya no hay ningún Lord, él ordenó el matrimonio entre Lord Amaury y tú. Sin embargo, él les dará una carta por si ellos llegan antes de que la boda sea celebrada y…
Su mirada volvió a centrarse con inquietud sobre el obispo, quien suspiró y terminó la frase.
- … el matrimonio consumado.
- Entonces ellos podrán cancelar la boda y reclamar la propiedad.
Los ojos de Emma se estrecharon. Solo pensar en aquellos dos buitres mandando sobre su gente hizo que le hirviera la sangre. Entonces ella notó que de pronto Rolfe evitaba su mirada.
- ¿Y? ¿Qué más?
Rolfe seguía mirando a la distancia, y ella se encontró retorciéndose las manos mientras esperaba con impaciencia. Finalmente, ella dio un paso hacia delante.
- ¿Qué más, Rolfe?
Cuando él solo pudo mirarla compasivamente, el obispo fue quién rompió el silencio.
- Bertrand también desea hacer un reclamo sobre vos, Mi lady. Quiere reclamarte como su esposa.
-¿Qué? - ella giró con horror - Pero él no me gusta.- Era un argumento algo tonto, en verdad. Gustar o no gustar tenía poco que ver con el deber y el matrimonio. Además, ella aún no conocía a Amaury de Aneford, pero aún así no había puesto reparos sobre su idoneidad como marido. Sin embargo, Emma no pensaba con demasiada claridad en ese momento; estaba perpleja al enterarse de que Bertrand la había incluido en sus planes. Era sorprendente para ella. Después de todo, si Fulk no había sido capaz de cumplir con sus deberes maritales, ¿por qué iba su primo a desear cargar con ella? Dios Santo , todo aquello era muy preocupante, pensó ella.
- Bertrand afirma que “es la única solución justa”- dijo Rolfe con sequedad. -Así no vos no quedarás “desheredada”, mientras él se queda con todo. Aunque todos sabemos que esto no es cierto. Él le ha dicho a todo el mundo que nada le gustaría más que poner sus manos sobre tu…
- Su dote, - dijo el obispo lanzándole una mirada aguda a Rolfe.
- Si , esto también, - rezongó Rolfe. El castillo de Eberhart había estado derrumbándose cuando Emma se había casado con Fulk. Sin la riqueza aportada por su dote todo habría acabado totalmente arruinado. Sin duda Bertrand y Lady Ascot no deseaban devolver la dote.
- ¡Cerdo! - gritó Emma, sorprendiendo a ambos hombres con su volumen. Ella preferiría acostarse con serpientes que compartir su cama con Bertrand. Aparte de eso, la idea de tener a su madre allí - ya que ella sin duda se mudaría con su hijo, el lord del castillo- le hacía hervir la sangre. La mujer tomaría el control del castillo . Dirigiría aquel lugar como si fuese propio . Le daría órdenes a Emma como a un criada, y muy probablemente trataría a los criados como esclavos. Emma casi podía ver las palizas que ocurrirían entonces. El derrame de una jarra de cerveza probablemente causaría la rotura de huesos. ¡Por Dios! - se juró a sí misma , no permitiría que eso sucediese!
- Eso no sucederá nunca. Debemos … ¿Dónde está mi marido?.
- ¿Tu marido? - Ambos hombres la miraron perplejos.
- Amaury - dijo ella con gravedad.- Él va a ser mi marido, ¿no? Bien, ¿dónde está él? ¿Es que no comprende la gravedad de la situación?
- Según tengo entendido, él no ha sido informado totalmente de la situación - dijo el obispo cuidadosamente.- Sin embargo, el rey le envió un mensaje ordenándole que se dirigiese aquí inmediatamente para casarse. - Él miró a Rolfe, luego continuó- En realidad, esperábamos que él hubiese llegado antes que nosotros ya que solo estaba a…
- Bien, ¿dónde está él? - exigió Emma, luego frunció el ceño de repente cuando un pensamiento la asaltó. - Quizás haya sido atacado por bandidos.
Rolfe sonrió ante su ocurrencia.
- No creo que un par de insignificantes bandidos pudieran retrasar, ni mucho menos detener a Aneford. Él es…
- Entonces quizás Bertrand lo haya asesinado.
- Mi lady… - empezó el obispo con dulzura, pero Emma no estaba de humor para ser calmada.
- ¡Serbert! - rugió ella de pronto, dirigiéndose hacia la puerta.
- Tiene buenos pulmones para ser una mujer tan menuda - murmuró el obispo a Rolfe, con una mezcla de horror y temor.
- Sí - su primo esbozó una sonrisa torcida- Yo ya casi me había olvidado de ese aspecto de su personalidad. Creo que no lo había mostrado desde que éramos muy jóvenes.
- Sí… bien … - murmuró el obispo , luego se estremeció cuando ella volvió a gritar llamando a su mayordomo.
Emma acababa de alcanzar la puerta cuando esta se abrió de golpe y el hombre se presentó ante ella. La alarma se dibujaba en su cara.
- ¿Mi lady? - Él miró brevemente alrededor para ver si todo estaba en orden, y confusión inmediatamente invadió su cara.
- Reúne una docena de hombres y galopa en busca de mi marido - ordenó Emma en seguida. El mayordomo la miró con asombro.
- Pero, mi Lord a…
- Ahora, Sebert. O todo estará perdido.
Sebert asintió con la cabeza y empezó a retirarse, entonces hizo una pausa y retrocedió, su mirada se dirigió desválidamente hacia los dos hombres junto al fuego, después se volvió a posar sobre Emma.
- Pero mi lady, su marido está muerto, - señaló él miserablemente.
Emma hizo una mueca al oír eso.
- Serbert, ¿por qué no haces como el resto de los mayordomos y escuchas detrás de las puertas?
- Yo… - empezó a decir Sebert indignado, pero Emma continuó.
- Si lo hubieses hecho, sabrías que voy a casarme con Lord Amaury de Aneford. Inmediatamente. Antes de que el primo y la tía de Lord Fulk lleguen aquí y Bertrand pueden reclamar esta propiedad y a mí.
- ¿Lord Bertrand? ¿Y su madre? - Sebert parecía horrorizado. Él también recordaba la boda y la crueldad de Lady Ascot hacia los criados .
- Exacto - dijo Emma secamente. - Ahora haz lo que te he dicho y reúne a algunos hombres y busca a mi marido. Él está perdido o algo así en el camino . Debe ser traído aquí inmediatamente. Y en el futuro, por favor intenta no perderte las conversaciones serias para que yo no tenga que perder tiempo en explicarte todo.
- Sí, Mi lady, - dijo Sebert enseguida asintiendo con la cabeza y se dirigió deprisa hacia la puerta.



Rolfe abrió la boca para intentar calmar a su prima una vez que el desafortunado mayordomo había huido, pero Emma no le dio ninguna oportunidad. Yendo hacia los escalones, ella se asomó y gritó de nuevo.
- ¡Maude!
La sirvienta se presentó enseguida y voló escalones abajo como si los demonios estuviesen pisándole los talones.
- ¿Sí, Mi lady?
- Las flores. Debo tener una guirnalda de flores y un velo. Y un vestido limpio.
- ¿ Un velo, Mi lady? - la cara redonda de Maude no mostraba ninguna expresión.
- Sí, Maude, un velo, - dijo Emma entre dientes con la paciencia al límite .- Voy a casarme. Necesito un velo.
- ¿Casarse?! - Maude la miró boquiabierta.
- Conoces la palabra, ¿no? - preguntó Emma severamente.
- Sí. Pero mi Lady… sus velos… toda su ropa está…
- Negra . Sí, ya lo sé. Mala suerte. Nada se puede hacer al respecto. Haz lo que te digo, Maude.
Tragando saliva , Maude asintió con la cabeza y retrocedió hacia los escalones, dudó, retrocedió, entonces agitó sus manos.
- ¡Mavis! - chilló ella , y voló escaleras arriba.
Un momento después otra sirvienta, una más joven, casi tan rápidamente como lo había sido la primera, volaba escalones abajo. Probablemente, ésta era Mavis y la habían enviado a buscar las flores mientras Maude buscaba la ropa necesaria.
- Espero que me excusen, caballeros, debo ir a cambiarme de ropa - dijo Emma ahora, con una calma que estaba en claro contraste con el alboroto que ella había causado. - Ustedes vayan yendo a la capilla. Esperaremos a mi marido allí.
El obispo miró sus movimientos calmos mientras subía los escalones con algo semejante al asombro, entonces se volvió hacia Rolfe.
- Es toda una … lady, - dijo finalmente.
- Sí, - Rolfe suspiró, y se dirigió hacia la mesa donde había una bandeja con una jarra de vino y tres copas. -¿Algo para beber, Obispo?
El clérigo empezó a fruncir sus labios con desaprobación, pero después cambió de idea.
- Sí, - dijo pesadamente y se dirigió hacia allí.- Puede ser que lo necesite.

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