sábado, 5 de julio de 2008

HECHO CONSUMADO - CAPITULO 2

Capítulo 2

- ¡Dios mío!- dijo Amaury con resentimiento, mirando los hombres armados que los habían rodeado cuando el Castillo Eberhart apareció ante su vista - ¿Ves el descaro de esa mujer?
Blake escondió una sonrisa y se encogió de hombros.
- Quizás solo sea que tu novia quiere que llegues sano y salvo.
- ¿Sano y salvo? - Haciendo una mueca, él agitó su cabeza. - Ella manda a sus hombres que me lleven como si yo fuera una oveja perdida.
- Ciertamente ella no enviaría tantos hombres por una oveja, ¿verdad?
Amaury miró ferozmente a su risueño amigo.
Blake se encogió de hombros.
- Bien, yo ya te he dicho…
- Si vas a decirme de nuevo que puedo negarme a casarme con ella, te voltearé de un golpe.
- Puedes intentarlo - dijo Blake esbozando una sonrisa.
Gruñendo, Amaury decidió ignorarlo. Era obvio que Blake no entendía su situación. ¿Cómo podía hacerlo? Él no era un hijo bastardo sin esperanza alguna de heredar nada por parte de su progenitor. Él tenía un padre legítimo que le heredaría sus propiedades tras su muerte. Él no sabía de verdad cuán duramente había trabajado Amaury todos esos años para ganarse su lugar en el mundo. Casándose con Lady Eberhart conseguiría todo lo que siempre había soñado y por lo que tanto había luchado. Una propiedad que le perteneciera . La mera idea actuaba como un bálsamo para su alma hambrienta.
Era una pena que la que su casi- esposa fuese una bruja, pensó él con un suspiro. Pero a lo mejor, quizás fuese afortunado y ella estaría tan ocupada corriendo detrás de sus hijos como para mantenerse alejada de su camino
Siendo ese caso, debería dejarla embarazada tan pronto como fuese posible. Si es que era capaz de llevar a cabo tal cosa, pensó severamente. Entonces miró por encima del muro exterior del castillo y volvió a suspirar.
Era el castillo más bonito que había jamas hubiese visto. Y era suyo. ¡Suyo! El pensamiento lo hizo enderezarse en la silla de montar. Suyo.
¡Maldición! Podría casarse con la misma Medusa para hacer que ese castillo fuese suyo. Amaury se llenó de determinación cuando llegaron hasta la muralla y sus ojos recorrieron las torres, los graneros, y las personas que entraban y salían . Su gente. Su…
Una mueca apareció en su boca cuando él dio una segunda mirada a esas personas. Entonces volvió a mirar a los hombres que los escoltaban.
No lo había notado antes, pero todos los hombres que Lady Emma había enviado a su encuentro iban vestidos de negro. Amaury había estado tan enojado con esa acción, que no había notado su vestimenta. Ahora, sin embargo, era difícil no hacerlo. Parecía que todas las personas dentro de aquellas murallas vestían de negro, y él frunció el ceño ante esa rareza.
Había oído hablar de algunos castillos donde las personas vestían con los colores del escudo familia, pero normalmente eso quedaba reservado a los sirvientes del castillo y los caballeros. Aquí, todos parecían vestir de negro. Incluso los niños más pequeños llevaban ese color mientras jugaban dentro de la muralla. Como si ese fuese su color. Esperó que esto no fuera un augurio de lo que le esperaba.
Una mirada a Blake le bastó para comprender que él también había notado la singularidad de la vestimenta. Él estaba frunciendo el ceño mientras los miraba. Todavía molesto con su amigo , Amaury simplemente se encogió de hombros y se apeó cuando su amigo se volvió finalmente hacia él con mirada interrogante.
- ¡Sebert! - una sirvienta de cara redonda se apresuró escalones abajo cuando ellos se bajaban de sus caballos. - Puedes escoltarlos a la capilla. El obispo, Mi lady, y Lord Rolfe lo están esperando allí.
- ¡ Santo Cristo! - murmuró Amaury en voz baja a su amigo, olvidando su determinación de no hablarle. - Ellos me están esperando en la capilla.
- Parece que la novia está impaciente, - dijo Blake cómicamente cuando Sebert se volvió hacia ellos.
Ignorándolo, Amaury empezó a subir los escalones.
- Me refrescaré primero.
La pequeña sirvienta se dirigió inmediatamente hacia la puerta, obstruyendo su paso.
- ¡No! Mi lady dijo que fueran a…
- Yo soy ahora el que manda aquí, - empezó a decir fríamente Amaury.
- Todavía no.
Volviéndose despacio al escuchar esas palabras directas , Amaury miró fijamente al hombre que se abría paso a través del grupo de hombres del fondo. Alto y bien proporcionado, el hombre tenía un aire de seguridad en sí mismo que hizo que Amaury se sintiese inmediatamente fastidiado. Éste iba a ser su castillo, después de todo. Nadie que no fuese él mismo debía sentirse cómodo allí.
- ¿Y usted quién es?- dijo Amaury amenazante.
- Lord Rolfe - Él hizo una leve reverencia. - Soy primo de Lady Emma. Y pronto primo político suyo. - Él sonrió brevemente cuando agregó esta última frase, sabiendo instintivamente que aunque Aneford no se había negado, probablemente se hubiese sentido incómodo viéndose obligado a casarse.
- He tenido un largo viaje, - dijo Amaury ahora. - Deseo refrescarme.
- Habrá tiempo suficiente para eso - dijo Rolfe alegremente.- Los sirvientes están preparando el banquete mientras nosotros hablamos. Sin embargo, en este momento, el obispo y mi prima están esperándole pacientemente en la iglesia. Has tardado mucho más tiempo de lo que esperábamos.
Amaury se sintió súbitamente culpable ante esas palabras, consciente de que se había demorado tanto como había sido posible. Ese sentimiento de culpa fue la única razón que permitió a Rolfe llevarlo escaleras abajo.
- Yo vine tan pronto recibí la orden, - murmuró Amaury y miró a Blake como desafiándolo a refutar sus palabras.
Tosiendo detrás de su mano para esconder su sonrisa, su amigo permaneció callado y caminó al lado de Amaury cuando ellos cruzaron la muralla. El centenar de hombres que los habían acompañado, soldados que lo habían seguido a la batalla en ocasiones innumerables y habían elegido permanecer con él al oír que él iba a tener su propio feudo, fueron detrás de ellos.
- Estoy seguro que es así . Completamente seguro- comentó Rolfe secamente y le dio unas palmaditas en la espalda.- Por supuesto, tranquilicé a mi prima al respecto. Varias veces esta tarde mientras te esperábamos,- agregó él, entonces hizo una pausa y se volvió para mirar la cara a Amaury cuando ellos llegaron hasta la multitud de siervos vestidos de negro reunidos alrededor de la capilla. - Trátala bien, o me veré obligado a matarte.
Su tono era tan casual cuando agregó eso último que Amaury se detuvo un momento, mientras que Rolfe continuó caminando a través de la multitud que se abría paso para permitirles llegar hasta la capilla.
- Creo que has quedado advertido - comentó Blake secamente mientras miraba como el otro hombre llegaba junto al obispo y la mujer a la puerta de la iglesia, entonces arqueó las cejas. - ¡Dios mío, ella parece vestida para un entierro!
Amaury miró a la mujer en cuestión, y su boca quedo abierta una vez más.
- Bien, por lo menos ella no es… excesivamente gorda o excesivamente delgada. Ella parece tener curvas , de hecho, - comentó Blake, mirando de nuevo a la mujer menuda y redondeada, frunciendo el ceño al observar su vestido y velo negro.- Sin embargo, parece yo estaba equivocado respecto a su ansiedad. ¿Piensas que ella realmente amó a Fulk? - Él miró ahora a su amigo. - Te sugiero que cierres la boca, amigo mío. O temo que corres el riesgo de tragarte una mosca.
La boca de Amaury se cerró de golpe, hablando entonces con los dientes apretados.
- ¿Pero qué es esto? ¿Una broma? ¿ Vestida de negro en nuestra boda? ¿Esperándome en la capilla? ¿Es que ha perdido…?
- Mi lord, - lo llamó el obispo con impaciencia desde la capilla, frunciendo el ceño con desaprobación- no se demore.
La mujer, que había estado de espaldas a ellos hasta entonces, giró , mirando con curiosidad, dejándolos sólo ver un vislumbre de su velo negro antes de volverse con prontitud.
- Ella debe ser realmente fea, Amaury. Quizás por eso tiene tanta prisa en casarse. De esa manera, no tendrás oportunidad de verle la cara antes de casarte.
Amaury tragó saliva, considerando la opción de montar su caballo y huir al galope, pero entonces enderezó los hombros. Domínate, hombre, se ordenó en silencio a sí mismo. Piensa en la propiedad. Suspirando, él se enderezó y empezó a moverse a través de la multitud, sintiéndose como un hombre que va camino a la horca.
Emma se obligó a no darse vuelta de nuevo. Ella había visto a los extraños que estaban de pie al borde de la muchedumbre. Ellos se destacaban entre su gente, toda vestida de riguroso negro. Su marido podría ser cualquiera de ellos, pero a juzgar por su actitud y su porte, ella supo que era uno de los dos hombres que se encontraban al frente. Esa idea había sido suficiente para perturbarla. Ninguno de los dos hombres era lo que ella había esperado. Ambos eran gigantes. Ella medía menos que el promedio de altura de las mujeres . En otras palabra , de acuerdo con la opinión general , ella era baja. Esa era una de las dificultades de su existencia. Rolfe le había hecho bromas sobre ello desde que era niña. Ella apenas le llegaba a los hombros a su primo, y esos hombres eran más altos aún. Dudaba que les llegara a alguno de los dos a la mitad del pecho. Además ambos hombres parecían ser tan corpulentos como altos, y ella se encontró tragando saliva y considerando sus alternativas.
Bertrand. Y un punto a su favor era que, como su primo, era mucho más normal respecto a su cuerpo. Sin embargo, ése era su único punto a favor.
No había ninguna opción posible. Gigante o no, su casi- marido no podía ser una opción peor que Bertrand y su madre.
Mientras esperaba que él se uniera a ella en la puerta de la capilla, intentó adivinar cuál de los dos hombres sería su marido. Uno era tan rubio como el otro era castaño. Estaban demasiado lejos como para que ella hubiese visto realmente bien sus rasgos, pero ella pudo ver que el rubio estaba sonriendo, su cara mostraba un leve mueca divertida. El otro en cambio parecía tan serio y malhumorado como la muerte. Por cierto ningún hombre tendría esa cara amarga el día de su boda. Por consiguiente, razonó ella, el rubio debía ser su marido.

Emma se dio cuenta de su presencia cuando estuvo su lado finalmente. Tragando, ella agarró su ramillete de flores con fuerza y miró fijamente al obispo. Casi tuvo miedo de mirar al hombre que iba a ser su marido. Temió cuál podría ser su reacción si él era inaceptablemente feo. No le gustaba ser una mujer superficial , pero en verdad había sido un alivio para ella que su primer marido fuese agradable a la vista. Si su marido era realmente feo, ella podría ofenderlo con una reacción agria. No teniendo ya ninguna opción con respecto a la boda, parecía mucho más sensato simplemente no mirar.
- ¿Mi lady?
Emma pestañeó oír al obispo llamarla. Sus cejas levantadas le dijeron que ella se había perdido algo importante. Cuando él lo repitió, Emma tragó, entonces repitió sus palabras con voz jadeante. Su nuevo marido, a pesar de su tamaño, pronunció las palabras de forma parecida. Cuando el obispo dijo la parte sobre besar a la novia, ella se acercó y se volvió hacia su nuevo marido y cerró los ojos para que ella no insultarlo con su reacción si él era amargamente feo.
Amaury tomó aire, se movió resignadamente y alzó el velo negro de su esposa. Lo que vio le hizo quedar paralizado cuando el velo voló por encima su cabeza. Sus ojos estaban cerrados, era verdad, por lo que él no estaba viendo la imagen completa, pero la mujer ante él no era en lo absoluto fea. De hecho, era bastante bonita. Su piel era perfecta. Sus labios llenos, redondos, e invitantes. Su nariz no era la nariz recta que era considerada atractiva por la mayoría, pero su punta respingona lo hizo pensar en insolencia. Y ella era joven, también. No una bruja vieja como él había sospechado.
Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando vio en su cara un ligero gesto de impaciencia ante su vacilación y él recordó cuál era su deber. Tomándola por los hombros, él la alzó un poco para encontrar sus labios. Su alivio hizo el beso más ardiente de lo que había pensado originalmente, así que el leve roce que había planeado en principio se convirtió en un beso ardiente.
Los ojos de Emma se abrieron con sorpresa por ese beso. Su sorpresa se acentuó ahora que ella había abierto los ojos finalmente. Era el hombre más castaño. Y él parecía menos enojado ahora. De hecho, le sonreía con una calidez que la dejó ligeramente perpleja. Esbozando una sonrisa incierta, ella lo observó rápidamente cuando él la dejaba en el suelo , y después giró para mirar al obispo mientras terminaba la ceremonia.
La voz de Obispo Wykeham fluyó profundamente y serenamente hacia ella cuando los declaró marido y mujer, pero Emma apenas escuchó una palabra, y ella no veía ciertamente su cara mientras lo miraba. En cambio, la cara de su nuevo marido inundaba su vista y flotaba allí ante ella, sonriéndole como había hecho cuando ella abrió los ojos.
Pelo negro. Un poco largo, quizás. Incluso un poco desgreñado, pero perfecto para la cara bronceada que enmarcaba. Los ojos marrones oscuros con pequeñas arrugas en cada esquina que hablaban de risas. Una boca firme pero suave, encantadora sonrisa, y labios que le resultaron dulces sobre los suyos.
Emma suspiró cuando la muchedumbre que los rodeaba estalló de repente con júbilo. La ceremonia había terminado. Estaban casados. Todo estaba bien. Ellos estaban seguros.
- Es momento que ustedes dos se retiren.
Emma enrojeció violentamente al oír la frase del obispo.
Había pasado la última media hora sumida en una especie de estupor, comiendo la comida que tenía frente a ella y bebiendo vino, evitando mirar a su marido. Era muy raro estar casada con un desconocido. Emma ya había pasado por eso, pero ahora lo encontraba todavía más desconcertante.
Estaba consciente de que Rolfe y el obispo se habían llevado a Lord Amaury a un lugar apartado y habían hablado con él tan pronto entraron en el castillo. No había duda de que ellos habían estado informándole de cuál era la situación real, y ahora él sabía de la urgencia de consumar el matrimonio, pero realmente, ordenarles que se fuesen a la cama parecía demasiado. Todavía no había pasado ni una hora en la celebración.
- Aún no ha oscurecido - protestó Emma, intentando ignorar el rubor que inundaba su rostro.
- Sí, pero el obispo tiene razón - anunció Rolfe, levantándose de su asiento junto a ella - El hecho debe ser consumado.
Viendo la turbación de su nueva esposa, Amaury frunció el ceño a los dos hombres y se puso también en pie.
- Ven conmigo, Mi lady, nos retiraremos. No permitamos que se diga que el obispo y su primo estaban más ansiosos que nosotros mismos para que nos acostemos .
Sonriendo con inseguridad, Emma se levantó, su mirada voló por encima de todas las personas que había en el salón . Su propia gente había sido enterada de la situación, no por Emma, sino porque la noticia y los chismes subsecuentes habían corrido por todo el castillo. Ellos parecían claramente aliviados al ver que la consumación del matrimonio iba a producirse inmediatamente , asegurando así su futuro fuera del dominio cruel de Bertrand y su madre. Los hombres de Lord Amaury, sin embargo, parecían confusos. Algunos incluso mostraban ciertas sospechas. Como el que se llamaba Blake, por ejemplo, que estaba frunciendo el ceño con gran preocupación ante la peculiar conducta de Rolfe y el obispo.
Notando eso, Amaury puso una mano sobre el hombro de su amigo.
- Lord Rolfe te explicará, - fue todo lo que él dijo mientras se alejaba en silencio con Emma, consciente de que Rolfe se había movido para sentarse al lado de su amigo para hacer precisamente eso. Podía imaginar la preocupación de Blake cuando comprendiera la razón que había detrás de la súbita prisa de ese casamiento. En honor a la verdad, ni él ni Blake toleraban a Bertrand. Él era una bestia codiciosa, egoísta, y un cobarde . Muchos hombres habían muerto inútilmente en Irlanda debido a esa cobardía y su mal manejo. Peor todavía - aunque ellos no tenían ninguna prueba- los dos sospechaban que Bertrand era quien había traicionado al rey en Irlanda y había pasado de contrabando a los asesinos en el campamento la noche que él casi había sido asesinado. Pero quizás ése simplemente era su propio prejuicio contra el hombre, pensó Amaury. Consideró la cuestión brevemente, antes de comprender de repente que ellos estaban a mitad de camino por las escaleras hacia…
¡Dios santo! Había llegado el momento de la verdad. Su mirada se posó sobre la pequeña mujer a su lado y tragó ansiosamente, todos los pensamientos sobre Bertrand se esfumaron.
Lord Rolfe había enfatizado la inocencia de su prima. Como los rumores habían asegurado, parecía que ella no se había acostado ni siquiera una vez con su marido. Amaury apenas podría creer Fulk hubiese sido tan idiota, y no estaba seguro de estar contento con ese descubrimiento. Supuso que era agradable saber que su esposa no había estado con ningún otro hombre, pero Amaury nunca se había acostado con una virgen. Siendo un bastardo y conociendo lo que era la vida en condición de bastardo, él había decidido no engendrar ninguno, y había prodigado sus atenciones sexuales a prostitutas y campesinas, nunca a las vírgenes. Ahora, sin embargo, se encontraba en un dilema. No habiéndose acostado nunca con una virgen, realmente no tenía ni idea de cómo proceder.
Su mirada se posó sobre la cara de su esposa. Ella parecía completamente serena, pero él se preguntó cuánto tiempo duraría así. Probablemente correría hacia la puerta de la alcoba cerrada, decidió. Luego ella indudablemente estallaría en ríos de lágrimas y temores, y lo miraría como si el fuese un animal.
Suspirando interiormente, intentó recordar todo lo que había oído sobre la primera vez para una virgen. Una doncella virgen se sentía temerosas, claro. Eso era seguro. Y la primera vez era muy dolorosa, le habían dicho. Era el velo de la doncella, por supuesto. El hombre tenía que atravesar ese velo. Y había sangre a veces, en ocasiones gran cantidad de sangre.
Tragando saliva una vez más, sintió que una fina capa de sudor empezaba a cubrir su frente. ¿Cómo iba él a acercarse a esa frágil y diminuta mujer sabiendo todo eso? Era imposible. La aplastaría con su gran peso. Podría partirla al medio con su lujuria. No podría darle la ternura y la atención que ella merecía. Había estado pensando en ella todo el tiempo desde la ceremonia. Por lo menos desde que había alzado el velo y había visto cuán atractiva era la muchacha. Lady, se corrigió. Su esposa era una dama , pura e inexperta , pero una dama .
-¿Mi lord?
Amaury la miró, ella le sonreía amablemente.
- Esta es mi ... nuestra habitación - informó ella suavemente.
- Ah!. - Aclarando su garganta, él alcanzó la puerta y la abrió para ella, entonces dudó antes de entrar. De repente se le había ocurrido preguntarse si no era más decente permitirle unos momentos a solas en la habitación para hacer lo que fuera que se suponía que hacían las mujeres para prepararse para ir a la cama.
Emma se encontraba a mitad de camino en el cuarto cuando comprendió que su nuevo marido no la había seguido. Retrocediendo, ella se encontró con que se había detenido en la puerta del cuarto. Ni totalmente adentro ni totalmente afuera, parecía sumido en sus pensamientos, su cara mostraba su concentración mientras él consideraba lo que fuera que estuviera pensando.
- ¿Mi lord?
Su nuevo marido la miró entonces, y Emma quedó asombrada al ver incertidumbre en su cara. De pronto entendió todo. Esa era la primera vez para él, comprendió ella, y sintió su corazón se compadecía lleno de comprensión. Hasta ese momento ella había estado preocupada por el hecho de tener que compartir una cama nuevamente. A pesar de saber qué le esperaba, estaba nerviosa y expectante pues era la primera vez que dormía con ese hombre. Pero viendo cuán inseguro estaba él, se sintió mucho mejor. Después de todo, si él nunca se había acostado con una mujer antes, ella era la que tenía más experiencia. Siendo ese el caso, ella se encontró tomando el mando de la situación inmediatamente.
- Ven - Sonriendo suavemente, ella tendió una mano hacia él. - Todo saldrá bien.
Comprendiendo que su esposa virgen estaba intentando confortarlo, Amaury agitó su cabeza con desconcierto y entró en el cuarto y empujó la puerta para que se cerrara detrás de él.
Cuando cerró la puerta, Emma giró para observar todo el cuarto, su mirada se centró en la biombo que Rolfe le había traído tiempo atrás a la vuelta de uno de sus viajes.
- ¿ Te gustaría usar la biombo para desvestirse?- le preguntó ella cuando él se volvió para mirarla fijamente.
- No, no me pondré nada para acostarme.
- ¡Oh! - Ella vació ligeramente, desconcertada ante eso, entonces recobró su calma y se dirigió hacia la biombo. - Entonces lo utilizaré yo y vos puedes usar el cuarto,- decidió ella y se ocultó detrás del biombo.

Amaury miró fijamente el biombo tras el cual su joven esposa se había ocultado, después se volvió para inspeccionar el cuarto. Era una habitación sombría y oscura. La gran cama fue la primera cosa que vio . Parecía ser lo suficientemente grande como para acomodar su gran altura, percibió con satisfacción . Pero también era de color negro. No la madera. La madera era una caoba oscura, pero las sabanas, mantas y cortinajes que habían sido corridos eran tan negros como la ropa que su esposa había vestido en su boda.
Amaury frunció el ceño mientras lo pensaba. Por lo visto, su esposa tenía una rara afición por el color negro. Tendría que hacer algo al respecto. El cuarto se vería más alegre con sabanas y mantas diferentes, decidió mientras se desabrochaba el cinto que sujetaba la espada a su cintura. Entonces centró su atención sobre el resto del cuarto. Una gran chimenea cubría la mayor parte de la pared opuesta a la cama. Una silla estaba frente a ella. Tendría que agregar otra. La idea de pasar las noches frías cómodamente sentado delante del fuego con su esposa tenía su encanto, pensó con una ligera sonrisa. Sus ojos se pasearon por los tapices de la pared mientras un familiar coro de voces inundaba su mente. Mío. Mío. Mío. Esto es Mío.
Suspirando con satisfacción, su mirada se posó en el biombo tras el cual su esposa se desvestía. Evidentemente era un objeto extranjero. Nunca había visto uno de esos, pero aun así, los diseños pintados en él hablaban de tierras y personas extranjeras. El sonido que hacían las prendas cuando su nueva esposa sacaba el vestido por encima del borde del biombo inundó sus oídos, y Amaury tragó y comprendió que mientras él había estado perdiendo el tiempo, su esposa no lo hacía. Casi podía visualizar su imagen detrás la biombo, despojándose de la ropa prenda por prenda.
Sintiendo que su entrepierna empezaban a despertarse, Amaury alejó rápidamente la imagen. No debía excitarse tan pronto . Sospechaba que tenía una larga noche por delante intentando cortejar y seducir a su esposa virgen. Pensaba hacer que la experiencia fuese fácil, cómoda y soportable para ella. Con esa intención, empezó a desnudarse rápidamente. No estaba seguro de cómo reaccionaría ella al verlo completamente desnudo y pensó que sería mejor estar debajo de las sábanas cuando ella saliera.
A pesar de sus buenas intenciones, Amaury sólo había logrado despojarse de su túnica antes de que ella saliera del biombo. Las manos de Amaury se helaron en la cintura de sus pantalones cuando él la miró, sus ojos que ensancharon con sorpresa.
¡ Maldición! , incluso la camisa de dormir de la mujer era negra! ¿No poseía ni siquiera una prenda que no fuese de ese color?, se preguntó consternado mientras observaba los voluminosos pliegues del camisón que la cubrían desde el cuello hasta los dedos de los pies.
Emma observó los ojos agrandados por la sorpresa de su marido e intentó no sentirse inquieta bajo su mirada. Su expresión le aseguró que ella había estado acertada al asumir que él no tenía ninguna experiencia con mujeres . Forzando una sonrisa tranquilizadora, ella caminó cautamente más allá de él hasta la cama y se metió cuidadosamente debajo de las sabanas , entonces , con gran parsimonia y cuidado , alisó todas las arrugas de la ropa de cama hasta que no quedó ni una arruga. Habiendo hecho esto, ella miró furtivamente a su nuevo marido, sólo para encontrarlo detenido como lo había dejado, mirándola con los ojos muy abiertos. Frunciendo el ceño ligeramente, ella empezó a hablar, pensando que él probablemente era tímido.
- Te prometo que no miraré - le dijo suavemente y para demostrarlo, cerró sus ojos y los cubrió con ambas manos.
Amaury se enderezó ante esa acción. Sacudiendo la cabeza ante su extraña conducta, él se despojó sus pantalones rápidamente y fue hacia su lado de la cama, alzó la sabana y se metió a su lado .
Emma dejó caer sus manos tan pronto como sintió que la cama se hundía. Girando, ella lo miró con una radiante sonrisa.
- Ya está. No ha sido tan malo, ¿verdad? - preguntó ella suavemente. - Ahora, sólo recuéstate .
Amaury reprimió un sonido de sorpresa cuando ella lo empujó suavemente hacia atrás para acostarlo en la cama, preguntándose que era exactamente lo que ocurría. Su esposa estaba tomando el control de la situación? ¿Su esposa virgen?
Una vez que lo tuvo de espaldas, Emma sonrió dulcemente, subió las mantas suavemente hasta su cuello, luego se acostó ella misma, y se tapó hasta el cuello también, y suspiró.
Amaury se quedó silenciosamente al lado de ella durante un momento, luego la miró con curiosidad. Los ojos de su esposa estaban cerrados, con una serena sonrisa en su cara.
-¿Lady Emmalene?- preguntó él inseguro.
Sus ojos se abrieron.
¿Sí?
- ¿Qué estamos haciendo?
- Consumando el matrimonio, - susurró Emma con una sonrisa tranquilizadora y cerró sus ojos una vez más.
- ¿Lo hacemos?
Emma lo miró con el ceño fruncido ante el tono perplejo de su voz.
- Sí. Compartimos una cama, dormimos juntos, nos acostamos juntos.
Amaury gimió cuando escuchó sus palabras. Su esposa, al parecer, era más inocente de lo que había pensado si ella creía que eso era consumar el matrimonio. Como iba a decirle que…
- ¿Mi Lord ?
Con los ojos muy abiertos, él casi saltó de la cama cuando vio que ella se había sentado y se inclinaba ahora sobre él mostrando preocupación.
- Gemiste . ¿Te duele algo? He oído que puede ser doloroso la primera vez.
Amaury gimió otra vez y giró su cabeza lejos. Como iba a explicarle…
Un toque en la puerta dispersó ese pensamiento , y Amaury se incorporó por instinto, golpeando su cabeza con la de Emma cuando lo hizo.
- Lo siento, - se disculpó él mientras llamaban a la puerta otra vez.
- ¿ Ya Han terminado ? - La pregunta ansiosamente formulada llegó a ellos a través de la puerta cerrada.
Emma hizo una mueca cuando reconoció la voz de su primo. Realmente, esto iba demasiado lejos.
- ¡Sí!
- ¡No!
La cabeza de Emma giró , su boca abierta al escuchar la respuesta negativa de Amaury. Por qué mentía, se preguntó ella con preocupación.
- Bien, póngase a consumar el hecho , - rugió Rolfe con impaciencia.
- ¡Regrese a la fiesta y déjanos en paz! - tronó Amaury, luego giró hacia su esposa y suspiró. - Mi lady - comenzó él con cuidado - Me temo que has entendido mal… - él hizo una pausa frunciendo el ceño.- No pareces comprender que…. pareces no saber lo que implica la consumación del matrimonio - terminó él finalmente.
- ¿ No lo sé ?- Emma se mordió el labio con incertidumbre.
- Sí, - anunció apesadumbrado . - Hay más que esto.
- ¿Más? - Ella estaba definitivamente preocupada ahora, y Amaury maldijo a su primo, al obispo, al rey, a Bertrand, y al difunto marido, por esa situación. Sobre todo al difunto marido. Si Fulk se hubiese ocupado de cumplir sus deberes cuando debería haberlo hecho…
Otra vez se oyó un golpe en la puerta, distrayéndolos de nuevo y Amaury suspiró.
- ¡Mierda! ¡¿ Un hombre no puedes tener un poco de intimidad durante su noche de boda?!
- Se acerca una grupo de personas - esta vez era la voz del obispo. - ¡Tememos que pueda ser Bertrand que venga de ver al rey!
- ¡Dos veces mierda !- maldijo Amaury, viendo sus sueños de poseer ese castillo escabullirse.
- ¡ Consuma el hecho ! - gritó Rolfe.
- ¿Mi lord? - Emma agarró su brazo desnudo ansiosamente. - ¿Realmente hay algo más que hacer?
- Sí. - Él suspiró miserablemente.
- Entonces debemos hacerlo, - dijo ella firmemente, y Amaury giró hacia ella con sorpresa.
- ¿Debemos?
- Sí, mi lord. Por supuesto que tenemos que hacerlo. No puedo permitir que mi gente sufra la crueldad de la madre de Lord Bertrand. Ella los trataría horriblemente.
- Sí, mi lady, pero…
- Nada de “peros”, mi lord. Si hay algo más, debemos hacerlo.
Cuando él simplemente la contempló con agónica incertidumbre, ella empujó las sabanas y manta lejos de su cuerpo y comenzó a quitarse el camisón negro.
- ¿Qué haces?
- Soy más ingenua de lo esperado, mi lord, pero no soy ninguna idiota. Vos viniste a esta cama desnudo, entonces debo asumir que independientemente de lo que debamos hacer, ambos debemos estar desnudos , además no creo que corramos el riesgo de agarrarnos un resfriado - El camisón voló sobre su cabeza cuando ella concluyó la declaración, y Amaury pudo entonces contemplar los pechos más encantadores que jamas hubiese visto. Y era todo suyo, pensó con codicia y regocijo. Entonces frunció el ceño. Bueno, lo sería si él era capaz de consumar el matrimonio antes que…
- ¡Es Bertrand! - El grito de alarma sacudió la puerta. - Él corre como el viento. ¡ Consumen el hecho!
Maldiciendo por lo bajo, Amaury pasó un momento fulminando con la mirada la puerta, luego se volvió de nuevo hacia su esposa.
- Mi lady. Como vos misma dijiste , la primera vez es por lo general dolorosa. Pero no para el hombre...
- Apúrate, mi lord, no pierdas tiempo en detalles. Simplemente dime qué debo hacer.
- ¡Él esté en los portones! Mi lady, él esta en la puerta del …
- ¿Quién demonios es ese? - preguntó Amaury con el ceño fruncido ante la nueva voz.
- Es Sebert, - contestó Emma con un suspiro, luego cuando él pareció confundido, le recordó - Mi … nuestro mayordomo.
- ¿Qué? ¿ Todos estás allí afuera ? - protestó él lastimosamente.
- Mi lord, - dijo Emma con impaciencia. - ¿Qué hago?
Amaury se volvió hacia su esposa y suspiró.
- No pareces comprender que bajo presión…
- ¡Él está dentro de las murallas! - Esta vez era la voz de Maude. Incluso Amaury reconoció la voz de la sirvienta que lo había enfrentado negándose a dejarlo entrar al castillo cuando había llegado.
- Parece que todo el mundo está ahí - murmuró él.
- ¡Consumen el hecho!- rugió el obispo.
Emma sólo podría pensar en que los centinelas había mantenido a la gente lejos de la puerta de su dormitorio hasta ese día.
- Ambos estamos bajo presión, mi lord - indicó ella en tono grave.
- Sí, pero no tanto como él … - Gruñendo, él tiró las mantas hacia atrás y le mostró lo que hubiera sido su impresionante virilidad, si no estuviese bajo presión. Hasta unos momentos antes Había sido impresionante, mientras había estado pensando en su esposa desnudándose detrás del biombo e imaginaba la noche que tenía por delante. Pero ahora se había encogido y se había amedrentado con cada nuevo grito que venía de la puerta, y ahora, casi parecía tratar de esconderse dentro de sí. Todo estaba perdido, pensó él miserablemente.
Emma contempló el miembro entre las piernas de su nuevo marido con fascinación. No habiendo visto nunca a un hombre desnudo antes, ella no sabía que ellos tenían eso entre las piernas. Estaba demasiado avergonzada para mirar cuando Fulk se había sido desnudado y se había metido en la cama con ella. Ahora Emma se inclinó para conseguir una vista más cercana del miembro . Se parecía a una pierna encogida, deforme, como el brazo de una muchacha en el pueblo que no había nacido correctamente. Ella no tenía ningún dedo o pulgares en el pequeño muñón de su brazo. . Amaury parecía tener el muñón de una tercer pierna que también carecía de dedos . Quizás esto no era común a todos los hombres, ella comprendió de repente. Quizás su marido le estaba mostrando una deformidad.
- Mi Lord , este no es el momento para mostrarme tus … er … singularidades, - dijo ella con una voz tensa. - Todos tenemos nuestros defectos. Ahora, por favor dime qué tengo que…- Su mirada estaba fija todavía en el apéndice mientras ella hablaba, pero este de repente comenzó a crecer, las palabras se interrumpieron y ella lo miró con fascinación renovada. Por lo que sabía, el brazo de la muchacha de pueblo no crecía. ¡Qué capacidad tan rara tenía su marido!
- ¡Él está desmontando! - Gritó alguien, Emma sospechó que era Mavis.
- ¡¿Han consumado el hecho ?! - rugió Rolfe, el pánico inundaba su voz.
- ¿Mi lord? - Emma fijó su mirada sobre a la cara de su marido.
- Acuéstate, - instruyó Amaury en tono grave, esperando conseguir mantenerse erecto ahora que su mirada sobre su cuerpo lo había vuelto a poner en acción.
Emma inmediatamente se echó hacia atrás en la cama, jadeando cuando él de repente se movió para ponerse encima de ella, su tercera pierna erecta se apretaba contra la parte interna de su muslo.
- ¿Esto es la consumación? - preguntó ella ansiosamente, ya que era un poco más difícil respirar con él encima de ella, pero realmente no sentía ningún dolor y ella estaba segura que él había dicho…
- Todavía no - gruñó Amaury en tono grave. - Abre las piernas.
- ¿Abrir… qué ? - Su expresión era de aturdimiento.
- ¡Él está en la puerta de castillo! -se oyó una voz cuando el castillo pareció estremecerse ante el impacto de alguna puerta que era abierta de golpe. Entonces hasta allí llegó el sonido de los crujidos de los escalones de la escalera.
- Mi lady…
- Sí.
- Lo siento.
- ¿Ya lo has hecho?
Amaury apartó la vista de su cara ansiosa, asombrado aún de cómo sentir su mirada sobre su virilidad le había hecho erguirse en segundos. Había sido inesperado. Esto los había salvado, o estuvo a punto de hacerlo, pensó brevemente cuando el ruido que hacía el hombre que subía por la escalera se acercaba más al cuarto.
- Lo siento, - repitió él, otra vez pidiendo perdón por el dolor que él estaba a punto de causar y empujó.


El grito de dolor de Emma se perdió con la fuerte sacudida de la puerta del dormitorio que se abrió con un repentino estallido.