viernes, 11 de julio de 2008

HECHO CONSUMADO - CAPITULO 8

Capítulo 8

Emma abrió los ojos despacio. Amaury la había cubierto mientras ella dormía. Parcialmente. Las sábanas y las mantas sólo la cubría hasta la cintura, dejando la parte superior de su cuerpo desnudo y revelando las pequeñas señales dejadas por su ardor. Un rubor cubrió sus mejillas cuando ella recordó como ella había adquirido esas marcas y sonrió irónicamente cuando pensó en la cerveza y las pociones que había tomado para aliviar el dolor del acto.
- ¿Por qué estás sonriendo, esposa?
Mirando a su lado rápidamente, Emma se sonrojó de nuevo cuando vio a su marido tumbado a su lado mirándola. Ella se preguntó brevemente cuanto tiempo llevaba allí observándola mientras ella dormía, luego se encogió de hombros mientras contestaba.
- Pensaba que ahora entiendo por qué algunas mujeres tienen tantos hijos.
Una sonrisa de pura satisfacción masculina inundó su cara, luego Amaury se rió entre dientes, mientras su mano se movía para alcanzar la curva del pecho más cercano a él. El cuerpo de Emma respondió inmediatamente, su pezón se puso duro y alerta antes de que él lo cubriera con su boca, lo pellizcara con sus dientes, y luego lo volviera a succionar. Él no se molestó en esconder la sonrisita de satisfacción que sintió a través de su piel cuando ella se agitó bajo su atención y se arqueó ante la caricia.
- Te gustan mis caricias.
El ardor de Emma se enfrió ligeramente ante la arrogancia de su tono, su orgullo un poco herido.
- Sí, - dijo ella tranquilamente después de pensarlo un momento, luego añadió suavemente, - Es lamentable que no pudiese atraer a mi primer marido a la cama conyugal. Piense en todo el placer que me he perdido.
Amaury se detuvo inmediatamente, su cabeza se levantó para mirarla antes de que ella pudiera esconder la satisfacción en su cara. Con ojos penetrantes, él la miró atentamente mientras tocaba su pecho con la palma de la mano, luego tan rápido como un halcón, su mano bajó entre sus piernas y sumergió un dedo en su apretada abertura.
Emma jadeó y apretó sus piernas cerrándolas, sus manos intentaron alejarlo, pero él no sería rechazado. Con fría deliberación, él empujó su dedo dentro fuera y dentro y, su pulgar frotó el botón donde toda las sensaciones parecían estar centrada. Cerrando sus ojos, ella trató de luchar contra los sentimientos que se remolineaban dentro de ella, pero era imposible. Dejándose llevar, ella lanzó un grito y se arqueó bajo su toque.
- ¿Piensa que Fulk le habría hecho sentir esto?
- No... noooo. Oh, por favor, - rogó Emma, alzando su mano para agarrar su brazo, gimiendo y arqueándose más cuando su pulgar comenzó a masajearla más rápido.
Amaury miró a su esposa con satisfacción durante un momento, observando el fuego en sus ojos y el rubor de la pasión en sus mejillas mientras ella emitía pequeños sonidos jadeantes y se retorcía bajo su toque, pero entonces un pensamiento creó algo de disgusto en él.
Se suponía que las damas no disfrutaban en la cama.
Sumergiendo su dedo más profundamente , Amaury observó su reacción a su movimiento y comenzó a fruncir el ceño. Por Dios, ella no se comportaba como una dama en lo absoluto, sin mencionar como una Duquesa, pensó con disgusto. Su cabeza se movía frenéticamente, sus piernas abiertas en la cama, las rodillas ligeramente flexionadas y sus talones se clavaban profundamente mientras ella empujaba sus caderas hacia arriba buscando el éxtasis que él le ofrecía.
Su ceño fruncido se acentuó cuando ella comenzó a gemir más fuerte. Entonces él dejó de tocarla totalmente y se acostó de espaldas en la cama.
Emma se puso rígida, sus ojos se abrieron con asombro ante su retirada. Su cuerpo estaba pesado y dolorido por la necesidad mientras ella observaba su severa expresión. Durante un momento ella no sabía que hacer, luego su mirada se fijó sobre su virilidad. Él estaba tan tieso como un poste. Decidiendo que él solo esta un poco disgustado por su broma respecto a primer marido, Emma lo tomó desprevenido al rodar sobre él. Lo hizo de forma decidida. Después de todo, si el caballo no venía al jinete, el jinete debía ir a montar al caballo, pensó ella con determinación, disponiéndose a cabalgar sobre sus caderas.
Amaury ya no pareció tan severo. En cambio, de repente, pareció completamente preocupado. Emma se tomó un momento para considerar eso, luego se frotó por instinto contra su miembro.
- ¿Qué haces? - preguntó él, pareciendo casi escandalizado. Sus manos subieron para tomar su cintura para alejarla, pero Emma se rozó contra él otra vez y él se quedó quieto, abrazándola, sin apartarla y con una expresión tensa.
Gruñendo con satisfacción, Emma se movió contra él otra vez, sus manos acariciaron su pecho mientras se restregaba contra su miembro. Amaury se quedó quieto un rato más, luchando por controlar sus deseos lo suficiente como para alejarla de él, pero pareció ser una hazaña imposible. Él simplemente no podía lograrlo. En vez de aliviarse, su ardor crecía por momentos. De todos modos, él se resistió hasta que estuvo tan excitado que le dolió, luego se incorporó y movió a su pequeña esposa de modo que ella bajara con fuerza sobre su virilidad antes de hacerla rodar sobre su espalda una vez más y tomarla de nuevo.
Emma quedó aliviada cuando él paso a la acción, pero encontró difícil seguir su ritmo, ya que conforme parecía aumentar el placer de él, el suyo parecía haber disminuido. Comenzaba a pensar que había arruinado todo al rodar sobre él, cuando de repente él colocó una mano en el punto donde se unían para estimularla otra vez.
Amaury gruñó cuando su esposa comenzó a gemir y gritar otra vez. Durante unos momentos ella se había quedado quieta y silenciosa, su expresión mostraba incertidumbre y desilusión. Por extraño que parezca, más que complacerlo, eso había parecido afectar a su propio placer, reduciéndolo bastante. Contra sus propios mejores instintos, él había comenzado entonces a estimularla otra vez. Ahora ella se retorcía y pronunciaba su nombre entre sollozos como si él fuese Dios. Eso lo hizo sentir maravillosamente bien… y esto parecía una burla a todo lo que su cabeza le dictaba. A este paso, pensó, él podría montarla toda la noche, y en silencio le dio las gracias a un tonto llamado a Fulk.
********

- Buenos días, mi lord y mi lady . Parece que ambos han empezado bien el día.
Blake no pudo menos que devolver la brillante sonrisa de Emma mientras ella se dirigía alegremente hacia las cocinas.
- Ella aparece estar muy contenta esta mañana.
- Sí, - murmuró Amaury con desánimo.
Las cejas de Blake se elevaron mientras lo observaba dejar de golpe su jarra sobre la mesa.
- ¿Algo está mal?
- No. - Él levantó su jarra, la volvió a dejar caer de golpe de nuevo, y luego de repente giró hacia amigo. - Nuestra noche de boda fue apresurada y dolorosa para ella.
Las cejas de Blake se elevaron, pero él asintió con la cabeza solemnemente.
- Hubo mucha presión.
- Sí, - Amaury gruñó, bebiendo un largo trago de ale antes de castigar la mesa con su taza una vez más. - Dejé de acercarme a ella por eso después. Pensé en darle tiempo para que se adaptara y permitir que el recuerdo del dolor se mitigara.
- Hmm.- Blake tuvo casi miedo de hablar y provocar con su torpeza el final de la conversación. Se estaba volviendo muy interesante.
- Entonces anoche… - Amaury vaciló y frunció el ceño.
- Ah... - Blake murmuró delicadamente asintiendo con la cabeza, dejando pasar un momento antes de continuar. - ¿Puedo suponer por tu comportamiento de hoy que lo de anoche podría ser considerado un éxito?
Amaury hizo una mueca.
- Ella ha estado sonriendo desde entonces. Es algo ... indecente.
Blake se echó a reír al percibir el rencor en la voz de su amigo, luego le dio una palmada en la espalda.
- Realmente, amigo, lamento que yo no tenga sus mismos problemas. Es una situación estupenda. No tienes padres o parientes políticos que interfieran… bien, excepto Lord Rolfe, por supuesto. Y una esposa que goza en la cama. Es un pecado que un hombre pueda tener tanta suerte.
Amaury se encogió de hombros con disgusto .
- Pero no se supone que las damas no deben disfrutar en la cama, - se quejó él, y Blake suspiró.
- ¿ Vos no disfrutaste con ella?
Amaury lo miró fijamente como si pensara que estaba loco.
- ¿Y el placer de ella disminuye el tuyo? - preguntó Blake con paciencia, sonriendo ligeramente al ver el destello que de repente inundó los ojos de su amigo.
- No. En verdad lo enciende y lo estimula .
- Entonces no hay nada de qué preocuparse, - dijo él simplemente.
Amaury frunció el ceño otra vez.
- Pero se supone que damas no disfrutan…
- Sí, sí, - dijo Blake con impaciencia. - He oído los sermones de los sacerdotes sobre que las damas se abstienen del placer carnal y todo esto. Pero los sacerdotes son sólo hombres, y los hombres se han equivocado antes. Vas a continuar lamentándote, o vas a disfrutar de tu buena fortuna?
- Ambas cosas , pienso,- confesó francamente Amaury , y Blake hizo una mueca .
- Entonces quéjate con algún otro. No tengo tiempo para escuchar los lamentos de alguien tan cabeza dura como para no apreciar su buena suerte - dijo él con sequedad, volviendo a concentrarse en su comida.
Amaury lo fulminó con la mirada durante un momento, luego volvió su atención con irritación a su propia comida.

*******
- ¿Mi lady?
- Sí, Sebert - Emma siguió removiendo la olla de humeante líquido que había puesto sobre el fuego. Estaba haciendo un poco mas de brebaje de damiana para su marido. Le pareció que iba a favorecer los mejores intereses para todo el mundo el mantener encendido el ardor de su esposo hasta que ellos concibieran. El rey contaba con ella para protegerlo de Bertrand y su codiciosa madre. Además, después de la noche pasada y su aprendizaje sobre lo que el acto realmente era, Emma encontraba que no le importaba que él fuese ardiente.
- ¿Mi lady?
Emma miró a su administrador, su cara mostraba preocupación. Y parecía fastidiado. Sebert muy raramente parecía fastidiado. Él era por lo general tan apacible como una vaca.
- Hay un… hombre… en el salón , - dijo en tono grave, pronunciando la palabra "hombre" con una rara repugnancia.
Emma se enderezó despacio, limpiando sus manos en un trapo.
- ¿Un hombre?
La boca de Sebert se apretó brevemente, entonces él soltó:
- Un pequeño pavo real pomposo llamado Monsieur de Lascey. Él está pavoneándose en el salón como si él poseyera el lugar. Dice que Lord Rolfe le envió.
- ¡El sastre!
La mano de Emma voló hacía su pecho con preocupación. Se había olvidado completamente que le había pedido a su primo que le enviase un sastre para tener la ropa hecha para su viaje a la corte.
Apartando la olla del fuego hasta que pudiera volver, se dirigió rápidamente hacia el salón , levantando las cejas cuando ella vio al pequeño hombre posando delante de la chimenea. Posando era la única palabra para describirlo . Ella sospechaba que él lanzaba una mirada decididamente superior mientras observaba levantando la nariz el gran salón , su contenido, y las dos mujeres vestidas de negro que retiraban los restos del desayuno.
Emma trató de no estremecerse al ver la ropa de sus criadas. Había sido una señal de duelo anteriormente, pero el teñir todo de negro le parecía algo tonto ahora que se le había pasado esa locura temporal. Ahora sólo podía preguntarse cómo sus criados habían sido tan leales como para acatar sus órdenes sin una sola palabra de protesta.
Quizás ellos habían creído que ella estaba loca y decidieron llevarle la corriente, pensó con un suspiro mientras Lascey giró su cara demacrada y la miró detenidamente levantando su nariz delgada y mirando con repugnancia en su vestido negro.

- Monsieur de Lascey. Qué amable ha sido en venir hasta aquí.- A pesar de su irritación por su actitud, Emma logró forzar un tono de bienvenida en su voz.
Su desdén no disminuyó ni un poco cuando él aceptó su mano en un apretón blando.
- Derien. Su primo dijo que usted sabría apreciar mi arte - él hablaban arrastrando la letra r con un raro acento francés.
- Sí, por supuesto, - dijo Emma afectadamente. - Comprendo el abuso que es hacerle recorrer todo este camino, y le recompensaré por eso.
Asintiendo con la cabeza y haciendo un gesto presumido con la nariz al mismo tiempo, Lascey volvió a adoptar su anterior postura, contemplando el fuego cuando él anunció:
- Necesitaré tres cuartos. Uno como probador. Uno como taller y otro para mí. Mis criadas dormirán en otros dos cuartos.
-¿Criadas? - Emma levantó una ceja, luego giró al oír la gran puerta abrirse y ver al menos media docena de mujeres, cargadas con rollos de tela. Parecía que Rolfe había dejado claro que ella necesitaría hacerse mucha ropa en poco tiempo. - ¿Sebert?
- ¿Sí, mi lady?
- Lleva a Monsieur de Lascey y sus trabajadoras al cuarto de Lord Rolfe, al cuarto que Lord Fulk usaba cuando él estaba aquí, y al cuarto que hay en medio, - ordenó ella, luego se excusó y se retiró a la cocina una vez más.
Diez minutos más tarde, Sebert estaba en su lado otra vez.
-¿Mi lady?
Un vistazo a su cara fue bastante para colocar la olla de damiana aparte y prestarle toda su atención. Emma no recordaba haberlo visto nunca tan molesto.
- El pavo real exige su presencia ,- Sebert la informó en tono grave.
Ella se puso rígida al oír aquellas palabras.
- ¿Exige?
- Sí. - Él asintió con la cabeza despacio, luego añadido con los dientes apretados - Inmediatamente.
Rezongando por lo bajo, Emma comenzó a ir hacia la puerta, pero hizo una pausa cuando ésta se abrió de golpe para permitir que cuatro de las trabajadoras de Lascey entraran.
- Mil disculpas, mi lady - Las mujeres se apresuraron a dejar el camino libre inmediatamente cuando ellas la vieron.- El Señor de Lascey dijo que podríamos venir a tomar una bebida. Ha sido un viaje largo y…
- Sí, por supuesto, - interrumpió Emma con una sonrisa, luego miró a Sebert.
- Me ocuparé de eso, mi lady - dijo él inmediatamente, sin apartar la mirada de la mujer que había hablado.
Las cejas de Emma se elevaron ligeramente al ver su expresión. Parecía que él estaba cautivado por la costurera, comprendió Emma, notando por primera vez que su administrador era realmente un hombre atractivo para su edad. Él siempre era tan serio y diligente respecto a sus deberes que ella nunca le había prestado atención a su aspecto antes. Ahora, viendo la sonrisa tímida en la cara de la costurera, ella comprendió que él realmente tenía una figura distinguida con su solemne ropa.
Sacudiendo su cabeza ligeramente, Emma pasó por delante de las mujeres y cruzó el gran salón hacia la escalera. Sin duda aquel pequeño y pomposo papagayo quería comenzar con los preparativos en seguida. Realmente no podía culparlo por eso. Había mucha ropa que hacer en muy poco tiempo. Sin embargo, sospechaba que su actitud no habría mejorado en el poco tiempo transcurrido desde su llegada y ella tendría unas largas horas por delante.
Emma no estaba equivocada.
En las dos horas que ella pasó encerrada en el pequeño vestidor designado como probador, ella se encontró contemplando las ventajas del asesinato varias veces. Ninguna de las telas que ella escogió eran "adecuadas" según de Lascey, ni tampoco los estilos que ella elegía. En cuanto a su figura, mientras que él no tenía ninguna queja sobre su cintura y caderas, él no dejaba de inquietarse sobre su busto. No estaba de moda tener mucho pecho, siguió él diciendo. Sus “protuberancias” arruinarían cualquier diseño que él diseñara.
- Tendremos que vendarlos.
-
Cuando la hora de la comida llegó y puedo escaparse, Emma había estado apretando sus dientes con tanta fuerza durante tanto tiempo que tenía un terrible dolor de cabeza. El ruido y el clamor en el gran salón cuando entró para unirse a la comida del mediodía simplemente agravaron la dolencia. Emma brevemente pensó en aplazar volver al probador y retirarse para tomar una siesta después del almuerzo hasta que el dolor hubiese pasado, pero entonces decidió que conseguiría poco con eso. El dolor sin duda volvería en el momento que ella volviera a estar en presencia de Lascey, y e finalmente tendría que hacer precisamente eso si deseaba tener ropa nueva para ir a la corte. Era mejor simplemente terminar cuanto antes con eso.
El sonido de algo pesado arrastrado contra el suelo de piedra hizo que ella levantase la vista de su comida para mirar el salón en torno a ella. Sus cejas se alzaron mostrando sorpresa y desconcierto cuando ella vio que los hombres habían terminado su comida y estaban en pie, empujando las largas mesas contra las paredes.
- ¿Marido? ¿Qué pasa aquí? - preguntó ella, frunciendo el ceño ante tanta actividad.
Amaury se quedó parado, su jarra estaba a mitad de camino hacia su boca cuando él comprendió con aire culpable que él no había informado a su esposa sobre sus proyectos para el día. Había tenido la intención de decirle la noche anterior que había planeado hacer una audiencia. Pero entonces ella se había comportado de aquella forma tan extraña y la preocupación por que pudiese estar enferma, y luego el acontecimiento sorprendente de su desnudez , y el interludio ardiente cuando ellos habían hecho el amor finalmente…
Mirando con el ceño fruncido a Amaury ante su silencio, Blake se inclinó hacia delante para hablar por él.
- Esto es para el tribunal, Lady Emma.
- ¿Para el tribunal?
- Sí. - Su frente se arrugó. - ¿No sabías que él iba a celebrar una audiencia hoy?
- No, - dijo Emma pesadamente.
Amaury frunció el ceño ante la censura de su voz.
- ¿Por qué ellos están moviendo las mesas y haciendo espacio ?- preguntó ella, incapaz de contener la cólera de su voz.
Blake miró a la expresión hosca de su amigo, luego le contestó a Emma .
- Amaury pensó que podría sería mejor hacer tener mas espacio . La gente ha sido descuidada por tanto tiempo que está seguro que habrá muchas quejas.
-¿Descuidada? - ella repitió con cuidado.
- Sí. Bien. Somos conscientes que Fulk casi siempre estaba ausente. Indudablemente él no se tomaba la molestia de celebrar sola una audiencia antes de su muerte.
- No, él no hizo. Él no presidió el tribunal ni una sola vez en los dos años que duró nuestro matrimonio, - confesó Emma en tono grave, luego añadió.- Yo lo hice.
Amaury se sobresaltó al oírla
- ¿ Vos ?
- Sí. Lo hice en ausencia de mi marido, - indicó ella con una frialdad distinta en su tono. -Me ocupé del funcionamiento del castillo, la formación de los hombres, y de presidir el tribunal.
Blake levantó sus cejas.
- ¿ Te ocupaste del entrenamiento de los hombres?
- Bien, me ocupé de que ellos tuviesen un entrenador apropiado, - dijo ella rápidamente.
- Hmm. - Amaury la observó silenciosamente durante un momento, su mente considerando eso. Se había quedado muy sorprendido al ver lo bien entrenados que estaban sus hombres. Había esperado que ellos fueran perezosos e ineptos. En cambio ellos habían sido expertos y esforzados . No tan expertos como sus propios hombres, por supuesto, pero sus hombres eran guerreros. Los mejores del reino. De todos modos, ellos eran expertos. Ella lo había hecho bien respecto a su formación.
Brevemente pensó en alabarla por sus esfuerzos, pero luego decidió que no lo haría. Seguramente la avergonzaría con esa alabanza impropia. Las mujeres preferían elogios sobre su cuerpo y por como manejaban su propios hogares, y no sobre asuntos viriles tales como el entrenamiento de los hombres para la batalla.
Emma observó detenidamente y en silencio la transformación del gran salón . Era costumbre que el Lord del castillo convocara una audiencia una vez al mes para a su gente, oír sus quejas y resolver cualquier pleito entre ellos. Esta era una tarea con la que Emma había ayudado a su padre antes de casarse y luego había asumido completamente después de llegar aquí. Como bien habían pensado ellos, Fulk había mostrado tan poca preocupación por su gente y sus problemas como había demostrado por su esposa.
Ella había supuesto que su nuevo marido asumiría sus obligaciones. Amaury no era tan indiferente con su gente como lo había sido Fulk. De todos modos, no había esperado que él asumiera la tarea de un modo tan rápido, y con seguridad no había esperado enterarse de esa forma. Parecía que ella era la última en saberlo. Incluso los criados se habían enterado de eso antes que ella. Ese hecho no sólo la hizo enojar, sino que también le dolía . Después de lo que habían compartido la noche anterior…
Suspirando, ella apartó los ojos de los hombres que había delante de ella y miró detenidamente sus manos entrelazadas en su regazo. La noche pasada había sido emocionante , incluso hermosa. Emma había pensado que ellos habían compartido algo tan especial…. Había sentido que ellos estaban más cerca ahora. Había esperado que ellos hablarían más, que llegarían a conocerse mejor el uno al otro , que discutirían las decisiones. Parecía que su marido no sentía lo mismo, pensó ella con desesperanza. Ella lo miró, sólo para encontrar que ya no estaba sentado allí. Él y Blake se habían movido para colocarse de pie junto al fuego mientras ella estaba sumida en sus pensamientos.
Levantándose, ella se movió para unirse a ellos.
- ¿Mi lord? - Ella hizo una pausa con sorpresa al ver el enojo reflejado en su cara cuando él se dio la vuelta, luego respiró y se obligó a seguir .- Pensé que, ya que yo conozco los problemas y las quejas de los aldeanos y los criados, que quizás te gustaría contar con mi ayuda.
- No necesito ninguna interferencia, esposa - espetó Amaury con irritación. - Me insulta que pienses que pueda necesitar asistencia.
- Simplemente pensé…
- ¿Tan poca fe tiene en mis habilidades como Lord?
- No, - dijo Emma dijo rápidamente, tratando de calmar su orgullo herido.- Pero…
- Pero nada, esposa. Ocúpate de sus asuntos y yo me ocuparé de los míos- Amaury giró para alejarse, pero había recorrido solo la mitad de su camino hacia la mesa principal cuando se detuvo. No había querido ser tan cortante con ella. En verdad sabía que debería habérselo informado , y el hecho de haberse olvidado lo hacía enojarse consigo mismo. No había ayudado el que Blake lo hubiese arrastrado aun rincón para sermonearlo para no habérselo contado y por haber herido sus sentimientos. Otra vez. Amaury realmente estaba casando de ser instruido sobre cómo tratar a su propia esposa. Ahora giró con la intención de pedirle perdón, pero ella ya no estaba junto a la chimenea donde él la había dejado. Ella ya subía por la escalera para volver a sus aposentos.
Amaury comenzó a seguirla para pedirle perdón, pero en ese preciso momento los primeros aldeanos y criados con quejas comenzaron a entrar en el salón. Suspirando, decidió dejarlo para más tarde, y giró para comenzar con la audiencia.
****
-¡Finalmente! - Con las manos apoyadas en sus caderas, Lascey la fulminó con la mirada mientras se pavoneaba a través del probador para encararla cuando ella entró por la puerta. - ¿Cómo espera que consiga hacer algo cuando usted no está disponible para que le tome las medidas?
Para torturarla, más bien, pensó Emma en tono grave, pero puso una expresión arrepentida en su cara y ofreció una disculpa.
- Mis disculpas, Monsieur de Lascey. Me entretuvieron.
- Hmm. - Apretando sus labios, él la observó desconfiadamente, luego dio un suspiro dramático y se movió a través del cuarto.- ¡ Gytha, tráeme la tela dorada!
Dos horas más tarde, Emma estaba de pie en un taburete en el centro del cuarto, su vestido desechado y escondida bajo capas de una dorada tela fijada sobre su cuerpo. Su espalda daba a la puerta del cuarto. Ella no pudo ver a su marido entrar, así que cuando él la llamó, ella casi se cayó del taburete por la sorpresa.
Brindándole una sonrisa agradecida a Gytha, la costurera que la había agarrado por el brazo rápidamente para estabilizarla, Emma giró con cuidado en el taburete para enfrentar a su marido.


- Yo… - Él hizo una pausa, sus ojos se ensancharon incrédulamente al verla envuelta en la tela dorada. Era la primera vez que Amaury había visto a su esposa con algo que no fuese de color negro. Incluso cuando ella había estado desnuda, había en el dormitorio un telón de fondo de sábanas negras en la cama. Maldición, ella estaba encantadora, pensó admirativamente. Como un ángel… etérea… radiante… plana …
¿Plana? Parpadeando, él enfocó su mirada fijamente sobre su pecho, o donde su pecho solía estar.
- ¡¿Por Dios, dónde están?!
Emma frunció el ceño con confusión.
- ¿Dónde están qué, mi lord?
- Sus… Sus… - Levantando sus manos, él las ahuecó delante de su propio pecho como si sostuviese dos melones invisibles.
- ¡Mi lord! - Enrojeciendo profundamente, Emma miró con recelo a las demás personas que había en el cuarto. Las mujeres habían abierto mucho los ojos, pero el sastre parecía que estaba a punto de echarse a reír. Aquella expresión fue remplazada por una de preocupación cuando Amaury de repente cruzó el cuarto y lo tomó por el cuello de la camisa.
- Qué es lo que ha hecho con…
- ¡Vendarlos! - graznó el hombre inmediatamente.
Frunciendo el ceño, Amaury levantó la cabeza.
- ¿Vendarlos?
- Ellos están todavía ahí, mi lord. Simplemente los vendé. Gytha lo hizo, - añadió él rápidamente cuando la expresión de Amaury se oscureció. Su acento estaba perceptiblemente ausente. - Por supuesto, nunca le pondría un dedo…
- ¡Bien, haga que las libere ! - rugió Amaury, interrumpiéndolo.
- Por supuesto, en seguida.
- No, esposo - protestó Emma. - Sino tendrán que vendarlos otra vez después de que él se hubiera ido.- Aunque ella hubiera estado agradecida por la posibilidad de poder respirar realmente otra vez, sus pechos acababan de quedar finalmente aplanados. Era doloroso tener su pecho tan aplastado . No deseaba pasar por eso otra vez.
Todavía sujetando al sastre, Amaury giró para mirarla ceñudo.
-¿Por qué te las han vendado?
- Para las medidas.
- Pero entonces sus vestidos no te servirán.
- Me servirán cuando me vende el pecho. - Cuando su expresión comenzó a oscurecerse al escucharla, Emma repitió lo que le habían dicho repetidas veces durante todo el día. -No está de moda estar tan generosamente dotada.
- ¿Entonces usted tiene la intención de vendarlos ?! ¡¿Como Lady Gresham hace con sus perros cuándo tiene visita?! - Él pareció confundido por la sola idea. - ¡No se trata de perros, esposa! ¡Me gustan tus pechos ! ¡Ellos no serán vendados! - Girándose hacia sastre, él le dio una sacudida. - ¿¡Entendido!?
- Sí, mi lord. Seguro. Ninguna restricción sobre los pechos de su esposa. Quitaré el vestido y entonces Gytha puede liberarla inmediatamente.
- ¡Sí, lo hará! - rugió él en su cara, luego lo sacudió otra vez, oscureciendo su expresión. - No, no lo hará. ¡Usted no va desnudar a mi esposa! - Dejando caer al pequeño hombre, él caminó a pasos largos hacia Emma y la bajó del taburete tomándola en brazos, luego caminó con pasos largos hacia la puerta.
Poniendo sus brazos alrededor del cuello de Amaury, Emma reprimió una sonrisa y se encogió de hombros mirando al sastre mientras su marido la salvaba de las horas que llevaba siendo empujada, criticada, estrujada, e inmovilizada.
Él la llevó directamente a su cuarto, la dejó al lado de la cama, y comenzó a tirar de la tela que la cubría. Emma permaneció silenciosa mientras el vestido dorado caía al suelo. Amaury entonces comenzó a la quitar la venda.
Tan pronto como la última venda que había oprimido sus pechos desapareció, los pechos de Emma afloraron. Cuando su marido entonces tocó sus pechos doloridos, inmediatamente ella distrajo su atención.
- ¿ Necesitabas algo, mi lord?
Amaury hizo una pausa y la contempló inexpresivamente. Había muchísimas cosas que él quería en ese momento. Tener a su esposa desnuda y en la cama no era la menos importante de todas ellas. Era algo que él había deseado con frecuencia desde su boda, pero verla cubierta de color oro había despertado en él una auténtica fiebre.
- ¿Viniste al probador por alguna razón, verdad ? - presionó ella cuando él quedó se en silencio tanto tiempo.
- ¿El probador? Ah, sí. Sí. - Suspirando, él dejó caer las manos en sus costados y dio un paso atrás. Ahora que le habían recordado la razón por la que la buscaba, y le pareció más importante hablar de ello… primero. - Lamento no haberte contado antes sobre lo del tribunal. Ha sido injusto que te enteraras de la forma en que lo has hecho.
Él observó su expresión estrechamente y suspiró una vez más.
- También lamento haber rechazado bruscamente tu oferta de ayuda y considerarla una interferencia. En el futuro estarás a mi lado en el tribunal y tendrás voz en cualquier decisión que se tome. Este es tu hogar.
Cuando Emma de repente le sonrió ampliamente, Amaury hizo una pausa y tragó en seco . Maldición, le pareció el sol que salía después de meses de un duro invierno. Desesperadamente , Amaury agarró a su esposa. Sus manos trataron de tocarla en todas partes mientras su boca tomaba la suya. Él se agachó y tiró la tela que obstaculizaba el recorrido de sus manos.
Emma alejó su boca inmediatamente cuando ella sintió el aire fresco rozar las caderas que él exponía. Ella había tenido la intención de preguntarle como le había ido en la audiencia, pero en el momento que en que se separó, Amaury aprovechó para sacarle ropa por sobre su cabeza. Entonces él la tomó en sus brazos y toda pregunta desapareció de su mente con su pasión.