lunes, 7 de julio de 2008

HECHO CONSUMADO - CAPITULO 4

Capítulo 4


El patio del castillo era una colmena llena de actividad cuando Emma pasó por allí. Era apenas reconocible como el mismo lugar por el que ella había pasado con su primo y el obispo sólo momentos antes. No obstante, con toda esa gente a su alrededor, tuvo que preguntarle a cuatro personas antes de lograr averiguar dónde estaba su marido, y para sólo descubrir que él había abandonado el castillo a caballo.
Agradeciendo al encargado del establo, la fuente de esa información, Emma se dio la vuelta y caminó lentamente de vuelta al castillo mientras pensaba en lo que debería hacer, después, apresuradamente tomó una decisión.
Blake fue el único en notar su regreso cuando Emma cruzó el salón . Emma le dio una pequeña sonrisa, pero no se detuvo a contestar la pregunta en sus ojos. Siguiendo hacía la cocina, ella preparó rápidamente una segunda cesta repleta de alimento y una odre con cerveza para su marido. Era una manera de hacer una ofrenda de paz, supuso ella, y un pequeño regalo de bienvenida. Quizás incluso un símbolo de gratitud por su suavidad la noche anterior, ya que ella era consciente que él había sido tan amable y atento como las circunstancias lo habían permitido . Él no había tenido ninguna necesidad de serlo. No se requería a los maridos que trataran a sus esposas con amabilidad. Su vida no había sido tan protegida como para que ella no hubiera oído las historias de las mujeres que habían sido dadas en matrimonio a hombres extraordinariamente crueles que las golpeaban, o las trataban mal.
Emma era más que consciente de su buena suerte con los dos maridos que ella había tenido hasta el momento. Su padre había elegido a su primer marido muy cuidadosamente. Ella había sido originalmente prometida a la edad de nueve años. Desafortunadamente, su prometido y su familia habían vivido en Londres el año antes de que la boda ocurriera, y todos murieron por la peste, así como su tía y tío, los propios padres de Rolfe, habían muerto también por esa causa varios años antes.
Después el padre de Emma había demorado el momento para arreglar otro casamiento hasta que ella tuvo casi diecinueve años. Entonces él había empezado a buscar muy cuidadosamente. Lord Kenwick había empleado a dos muchachos de aspecto rudo para investigar a todos los posibles candidatos. El castillo Eberhart estaba lo bastante cerca para que ella pudiera visitar a su padre tan a menudo como ella deseara y no hubo absolutamente ningún indicio de que Lord Fulk hubiese mostrado signos de ser abusivo con las mujeres. Por el contrario , él había parecido ser un hombre estudioso que pasaba mucho tiempo en investigaciones intelectuales, que lo mantenían lejos de su casa durante largos periodos de tiempo.
Muy probablemente eso había sido lo que había terminado por convencer a su padre, pensó Emma ahora con una chispa de intuición. Probablemente su padre había pensado que ése era el hecho más ventajoso para su hija, que no estaba acostumbrada a estar bajo el comando de otra persona. Porque mientras que ella había obedecido siempre a su padre - bueno , la mayoría de las veces - su comando no habían sido demasiado firme.
En verdad, él había elegido bien, salvo por el hecho que su marido nunca había podido llevarla a la cama y consumar la unión, Emma había sido relativamente feliz durante los dos años de su matrimonio. En realidad, su vida había continuado siendo en gran medida como había sido en su hogar de la niñez. Ahora, ella tenía un segundo marido, y sin duda tenía que agradecer a su primo por esta elección. Para Emma era seguro que Rolfe había considerado como su deber el aconsejar al rey sobre el nuevo marido ahora que su padre estaba muerto.
Si, ella era muy afortunada al haber tenido dos hombres en su vida como su padre y su primo, pensaba ella mientras que daba un rodeo para recoger su arco y las flecha. Y era bastante afortunada ahora al tener un tercero. Ya que su marido ciertamente había probado que él era considerado, bueno y apacible por su dulzura la noche anterior. En verdad, el cuadro que ella comenzaba a formarse de él era el de un hombre de miraba fuerte y feroz que era en el fondo realmente justo, y mas en el fondo un niño herido. Un alma errante sin hogar, buscando encontrar un lugar para llamarlo su hogar y los brazos de una buena mujer en donde refugiarse. Emma era exactamente la mujer para ocupar ese puesto.
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- ¡Maldito seas! - rugió Amaury , destripando al bandido que había sido lo bastante valiente para acercarse más cerca con su espada, acuchillándolo y rebanándole un trozo del brazo.
Los ojos del hombre se ensancharon con sorpresa cuando el fuego de la espada pasaba a través de él. Entonces él miró fijamente hacia abajo con horror brevemente la sangre que arrojaba a chorros su estómago antes de que él se derrumbara sobre la tierra. Sus compañeros retrocedieron inmediatamente un paso o dos alejándose del guerrero que habían rodeado, observándolo para considerar que oportunidad tenían con él.
Conociendo sus intenciones, Amaury estaba agradecido de tener un árbol justo detrás , así como el destino que lo había colocado ahí cuando los bandidos habían saltado del bosque y de los árboles rodeándolo , asustando a su caballo, que lo había derribado.
Amaury maldijo de nuevo su pésimo humor que lo había hecho estar tan distraído como para que esos ladrones lo hubiesen tomado por sorpresa. Si hubiese estado prestando atención, podría haber previsto el ataque. O al menos haber elegido un sitio mejor para defenderse, en vez de haber tenido que arrastrarse sobre la hierba hasta el árbol más cercano para proteger su espalda mientras que se enfrentaba a media docena de asaltantes... solamente... con su espada y una daga. Podía estar agradecido de que solamente tres de ellos tuvieran espadas, mientras que dos de los otros tenían garrotes, y uno agitaba una daga amenazadoramente. Bien, ahora había solamente dos con las espadas, pensó con satisfacción, para después soltar un insulto al ver que uno de los cinco hombres restantes agarraba la espada de su compañero muerto y se unía al grupo.

Un músculo latió en su sien, Amaury miró airadamente a sus adversarios, que vigilaban el primer signo para que uno de ellos fuera a atacar. Mientras que ellos eran lo bastante tontos para seguir atacándolo de a uno por vez , él seguiría vivo para contarlo. Pero si todos ellos lo atacaban en conjunto , muy probablemente él estaría acabado, aun cuando él derribase al menos c dos, quizás tres de ellos. Debería haber sabido, desde luego, que su buena suerte sería efímera. Había aprendido bastante joven que la suerte era una cosa muy voluble. Esta era precisamente la suerte lo había hecho ganar una esposa encantadora y una cierta de riqueza un día, para luego ser asesinado al siguiente.
Un movimiento brusco hizo volver su atención a los hombres que lo rodeaban, y Amaury no tuvo tiempo para maldecir su distracción cuando se encontró acorralado por todos lados. Parecía que ninguno de sus atacantes deseaba sufrir el mismo destino que su compañero tuvo atacándolo solo. Ahora ellos venían hacia él al mismo tiempo.

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- Mi … mi lady, quizás no deberías … - la vieja voz chillona de Eldrin se desvaneció en la incertidumbre cuando Emma giró hacia él interrogativamente . Suspirando, el encargado del establo enderezó sus hombros y le recordó, - Mi lord dijo que no debería dejar el castillo sin escolta , - le recordó ahora.
Emma frunció el ceño ligeramente, luego sonrió indiferente.
- Sí, Eldrin, pero voy a buscarlo a él. Seguramente , en ese caso no cuenta, verdad?
Con la ansiedad evidente en su cara, el anciano se apresuró adelante para tomar las riendas de su yegua cuando ella la montó.
- Pero mi Lord …
- Él me va a proteger una vez que lo encuentre, - dijo ella de modo tranquilizador, tomando las riendas de sus manos .
- Sí, pero estará indefensa hasta que lo encuentre y… - Él dejó morir su argumento sin realmente intentarlo otra vez. Era inútil; Lady Emma ya había puesto a su caballo en marcha en un paso ligero alejándose de él. Rezongando , Eldrin sacudió su cabeza y caminó de regreso al interior del establo. El nuevo lord no parecía reaccionar bien cuando era desobedecido. Sin duda el lord aprendería mucho en poco tiempo .
Emma montó en busca de su marido, como había dicho, esperaba encontrarse rápidamente con él. Lamentablemente, parecía que su marido había galopado más lejos de lo que había esperado, y se había internado profundamente en los bosques donde el peligro de ser atacado por bandidos era grande . Emma paró su caballo y consideró volver al castillo cuando de repente un caballo salió a toda prisa de los bosques frente a ella y después la embistió.
Desplazándose en la silla montar , ella vio al animal correr aterrado hacia el castillo, luego se mordió el labio y miró la entrada al bosque frente a ella. Sabía sin duda que se trataba del semental de su marido. ¿A quién más podría pertenecer? Pero por ahora dejó eso de lado para preguntarse qué le había pasado a Amaury.
Se le erizó la piel con una mala premonición cuando de repente el sonido del acero chocando contra acero vino de alguna parte a cierta distancia.
Murmurando una maldición poco femenina por la estupidez de su marido de cabalgar tan lejos solo, Emma tomó el arco que colgaba de su espalda e impulsó a su caballo a una carrera.
Amaury realmente pensaba que ese era el último día de su vida. Con tres espadas, una daga, y un grupo viniendo hacia él, le parecía que su única opción era decidir cual de sus atacantes se marcharía al infierno con él. Era posible que pudiera matar a dos… o tres si golpeaba con bastante fuerza, pensó seriamente . Con eso en mente, lanzó su daga al cuello del hombre con la espada sobre su izquierda, incluso balanceó su propia espada hacia el hombre a su derecha. Su esperanza era golpearlo con bastante fuerza que él bajara con la espada sobre su derecha, y que esta entonces continuara en el cuello del siguiente hombre quien sostenía la daga. Eso, desde luego, dejaba al hombre frente a él con la espada para matarlo.
Su objetivo era certero y su cólera tal que sus esperanzas fueron realizadas. Logró acabar con una oscilación a ambos hombres sobre su derecha. Aunque el segundo hombre recibiera más bien la espada en su hombro que en el cuello, la herida fue suficiente para desarmarlo. Pero el golpe mortal que él había esperado del bandido que estaba adelante nunca ocurrió. Giró para enfrentar ese peligro, Amaury encontró que su opositor miraba su espalda fijamente con los ojos abiertos de par en par, sobresaltado, su espada levantada a tajo hasta que él se hundió de rodillas y cayó sobre su cara, con una flecha en su espalda. De esa manera Amaury fue tomado por sorpresa por este cambio den los acontecimientos, tanto que casi olvidó del hombre con el garrote … hasta que éste lo golpeó.

Un paso delante de su amigo e ignorante del ataque del arquero invisible , el último bandido golpeó con su garrote la cabeza de Lord Amaury con fuerza tajante, pero su victoria fue efímera. Incluso cuando su víctima se cayó delante de él, sintió el ardor de una flecha en su propia espalda.
Emma no esperó a ver la caída de la segunda víctima antes de espolear su caballo hacia adelante. En cuanto la flecha había abandonado el arco, tomó el mando en sus manos e impulsó su caballo a correr cincuenta metros hasta el punto donde su marido y sus atacantes estaban.
El lugar de la batalla era una masacre espantoso. Emma hizo todo lo posible por ignorar las manchas de sangre a su alrededor cuando enganchó su arco sobre la silla de montar y descendió de su caballo para arrodillarse al lado de su marido. Amaury estaba acostado boca abajo Agarrando rápidamente su brazo, ella lo arrastró hacia ella, lo echó hacia atrás de manera que quedó recostado sobre su espalda sobre la tierra., luego lo revisó. Había una herida en su brazo, pero sólo parecía ser superficial. De hecho ésta casi había dejado de sangrar. Pero la herida en su cabeza era otro asunto. Levantando su cabeza con cuidado en sus manos, ella lo giró ligeramente para conseguir una mejor vista. Él había recibido bastantes golpes allí, antes de que ella hubiera podido caer sobre su atacante y la herida sangraba abundantemente.
Mordiéndose el labio, Emma miró el camino por el que había venido, pero aún no había ninguna señal de ayuda, aunque sin duda la habría pronto. Una vez que el caballo de Amaury llegara al castillo, el guardia inmediatamente enviaría algunos hombres para buscarlo.
Ella acababa de decidir que sería mejor esperar hasta que ellos estuvieran de vuelta en el castillo donde ella tenía los elementos para atender correctamente las heridas de su marido cuando el sonido de un crujido llamó su atención.
La primera cosa que Emma había visto al llegar al lugar había sido el hombre sangrando al lado de Amaury. Había visto lo suficiente para asegurarse que realmente ella no deseaba ver más, entonces había evitado mirar a nada que no fuese a su marido. Ahora comprendió su error, pues parecía que no todos los bandidos estaban muertos. Un muchacho parecido a una comadreja con una seria herida sobre los hombros, ahora estaba de pie y avanzaba poco a poco hacia una espada que estaba cerca.
Maldiciendo su estupidez, Emma dejó caer la cabeza de su pobre marido sobre el piso del bosque y se lanzó a buscar su espada. Estaba casi de pies, la espada preparada para defenderlo. Todavía a unos centímetros de la espada que él quería tomar, el bandido se detuvo, lamiéndose los labios mientras evaluaba la situación. Para cubrir la pequeña distancia necesaria para agarrar espada más cercana, tenía que pasar cerca de Emma y de la espada que ella sostenía. Durante un momento ella temió que él iría a buscar la espada de todos modos, pero al parecer lo pensó mejor, el bandido de pronto giró sobre sus talones y desapareció en los bosques.
Emma miró fijamente el punto donde el hombre había desaparecido por unos segundos valiosos, consciente de que su corazón palpitaba con tal fuerza que parecía tratar de salirse de su pecho, luego dejó caer la espada y se dio la vuelta desesperadamente hacia su marido.
La única cosa que su mente seguía considerando era el hecho que ella era inútil en el manejo de la espada. Era una de las cosas sobre las que su padre había sido firme. Ninguna hija suya iba a entrenarse con una espada. Por lo menos había permitido que un criado galés la entrenase durante un tiempo con el arco. Pero Bajo ninguna circunstancia permitió que se entrenase con la espada. Emma había intentado todo lo que ella podría pensar para conseguir que cediera: rogar, maldecir , ayunar, enmudecer , pero su padre se había mantenido firme sobre este asunto. No había ninguna necesidad de que ella aprendiera a manejar una espada; ella estaba bien protegida, y la espada era definitivamente un arma poco elegante para una dama , había insistido él. Incluso Rolfe había pensado que estaba loca y se había negado a ayudarla en ese empeño.
Inclinándose, Emma agarró ambas manos de su marido, y tiró de él inútilmente. No había posibilidad de atender sus heridas aquí, ni esperar a que la ayuda llegase. Era demasiado peligroso. Los bosques estaban llenos de bandidos, seguramente más de los seis que habían atacado a su marido aquí. Si el muchacho que acababa de escapar a los bosques encontrara por casualidad a sus compañeros, ellos podrían volver en cualquier momento. Ella no podía defenderlos en esta situación.
-¡Emma! - Rolfe entró alarmado con estruendo en el claro a caballo.
- ¡Gracias a dios!, - dijo Emma con un suspiro, cuando se acercó y detuvo su caballo.
Saltando a tierra, él se apresuró para ir a su lado.
- ¿Estás bien?
- Sí, pero Amaury no.
-¿Qué pasó?
- Fue atacado por unos bandidos, - contestó Emma. Girando rápidamente hacía su marido, ella frunció el ceño al ver que la sangre brotaba todavía de su cabeza.
- ¿Estabas con él? - La preocupación de Rolfe obviamente era más por ella que por su marido. -¿No pudo ver que lo atacaban?
- No, yo llegué al final de la batalla. Ayúdame a despertarlo. Debemos llevarlo al castillo. Está sangrando muchísimo.
Asintiendo, Rolfe levantó al otro hombre rápidamente en sus brazos con un gruñido, luego giró con él hacia la yegua de Emma.
- No , Rolfe, así no, - protestó ella inmediatamente cuando él lanzó al hombre inconsciente sobre la silla de modo que su cabeza colgaba debajo de un lado y sus piernas del otro. - Siéntalo . Él estará dolorido e incómodo así.
- Él ni siquiera está consciente, - indicó su primo secamente, montando su propio caballo e inclinándose para tomarla por la cintura.
- Pero..
- Silencio. - Rolfe la colocó detrás de él, entonces tomo sus riendas en una mano y tiró de las riendas de su yegua con la otra. - Lo llevaremos rápidamente y lo colocaremos más cómodamente., - rezongó cuando giró su caballo para emprender el viaje de regreso por el mismo camino por donde había venido. Él hizo una pausa, sin embargo, cuando colocó vista sobre las flechas rígidas incrustados en las espaldas de dos de los atacantes.- ¿ Eso lo hiciste vos ? - preguntó él suavemente .
Emma bajó la cabeza, entonces rápidamente miro hacia otro lado con un estremecimiento.
- Llévanos a casa, Rolfe, - fue todo lo que ella dijo.
Viendo el color pálido de su piel, él asintió y espoleó su caballo hacia adelante, dándole el tiempo necesario para recuperar la calma mientras recorrían el camino a través de los árboles. Rolfe supo que ella se había repuesto cuándo suspiró y miró por encima su hombro para preguntar.
- ¿No vino nadie más con vos ?
- El encargado del establo me dijo que habías seguido a tu marido sola, a pesar de su orden de que no dejaras el castillo sin la debida protección. Yo ya tenía mi caballo ensillado. Pensé en alcanzarte antes de que lo encontrases .
Emma rió ligeramente.
-¿Para protegerme de su ira?
- Una ira que realmente merecías . No debiste haber cabalgado sola.
- Ni él, - contestó Emma con irritación . Era muy raro que su primo la retara, y no le gustó , porque por lo general Rolfe tenía razón.
- No, - Rolfe estuvo de acuerdo, y Emma se relajó un poco. Rolfe siempre era justo y ecuánime . - Parece que los bandidos son muy atrevidos en este lugar , - añadió Rolfe. - Fulk debería haberse ocupado de esto.
- Hay muchas cosas de las que mi marido debería haberse ocupado, - murmuró ella secamente.
-Hmm.- gruño Rolfe.
-¿Viste el caballo de mi marido? - preguntó Emma ahora, cambiando de tema.
- Sí. Sin duda la ayuda llegará dentro de poco. - En cuanto las palabras abandonaron su boca, el auxilio salió de entre los árboles delante de ellos. Había al menos veinte hombres, algunos de ellos del castillo, algunos hombres que habían llegado con su marido, y todos ellos conducidos al frente severamente por Blake.
- Lady Emma. - Blake la examinó rápidamente cuando él se detuvo al lado de ellos. Una vez seguro que ella estaba bien, él giró su atención a al cuerpo inerte de Amaury, frunciendo el ceño al ver la sangre que aún goteaba de su cabeza.
- Tiene una herida en su brazo también, - anunció Emma. - Debemos llevarlo al castillo rápidamente y atender sus heridas.
- Fueron bandidos.- Rolfe dio la información que Emma había omitido . - Encontrarás a cinco de ellos en un claro un poco más allá.
- ¿Están todos ?
- Uno estaba herido, pero escapó, - dijo Emma.
Asintiendo, Blake asignó a dos hombres para acompañarlos al castillo, luego tomó los demás y montó su caballo en la dirección que Rolfe había indicado. Sin duda ellos recogerían a los heridos - si había alguno todavía vivo - y buscaría al que se había escapado.

Amaury no se movió cuando fue bajado del caballo y transportado por las escaleras a la habitación por dos de los hombres forzudos . Emma los siguió rápidamente , gritando órdenes a Maude para que trajese agua hervida y paños limpios.
Momentos después, su marido estaba tendido sobre la cama y Emma le limpiaba sus heridas. Ella atendió primero su cabeza. La herida del brazo era insignificante realmente, no mucho más que un rasguño. La herida de la cabeza era más preocupante, sin embargo. Tales heridas siempre lo eran. Las lesiones en la cabeza podían ser engañosas. Con un pequeño golpe, podría ser suficiente para matar a un hombre, mientras que uno grande, como el de su marido, podría curarse rápidamente, pero con unos pocos dolores de cabeza para mostrar su molestia. Por otro lado, eso podía derivar en cosas peores.
Suspirando, Emma colocó el paño manchado con sangre en la palangana que el escudero de Amaury había estado sosteniendo para ella, luego había aceptado la aguja que Maude había enhebrado . Acababa de ponerse a trabajar sobre la herida de Amaury para cerrarla cuando Blake entró para reunirse con la media docena de personas que estaban de pie junto a la cama.
-¿ Atrapaste al que se escapó? - preguntó Rolfe suavemente , con una voz angustiada mientras miraba a su prima empujar la primera puntada por la piel de su marido.
- No. Dejé a los hombres que lo buscasen y volví con los muertos. Había cinco de ellos como me dijiste. - El tono brusco de su voz cuando habló le hizo notar a Emma que él estaba distraído mirando lo que ella hacía. Era extraño como los hombres se sentían afectados al ver coser una herida. Ellos no eran tan temerosos con otras cosas.
Rolfe se lo agradeció con un gruñido. Entonces hubo silencio durante un momento antes de que Blake continuara.
- Dos de los hombres tenían flechas en sus espaldas.
Emma se paró a medio camino de una puntada, su mirada lanzó una advertencia a su primo. Sus cejas se elevaron en mensaje silencioso, y él pareció indeciso durante un momento. Entonces suspiró y murmuró .
- Sí, ya lo vi.
- ¿La batalla había terminado cuando vos y Lady Emma llegaron? - Las palabras de Blake asombraron a Emma. No se le había ocurrido que los hombres de su marido asumirían que su primo y ella habían abandonado el castillo juntos, pero entonces ella supuso que él solamente asumía que ella le había pedido a su primo que la acompañara como escolta . Después hubo un silencio al mirar a su primo, ella giró su atención de nuevo sobre las heridas de su marido
- Sí, Rolfe dijo finalmente. - Había terminado cuando llegué.
Ella casi podía escuchar a Blake fruncir el ceño cuando oyó eso.
- ¿Entonces quién le disparó a los dos hombres con flechas?
Emma contuvo el aliento. No quiso reconocer que era culpable de la sangre de los bandidos sobre sus manos, y tampoco deseaba que su habilidad con el arco se hiciera de conocimiento público. Rolfe era el único aparte del Galés que le había enseñado, que sabían de su habilidad. Su padre lo sabía, desde luego, pero estaba muerto. Así Como lo estaba su primer marido.
Emma suspiró cuando recordó lo contundente que había sido respecto a ese asunto . Había sido al día siguiente de la boda. Ella había pensado impresionarlo cuando conociese su habilidad. Había estado desesperada por impresionarlo de algún modo. Fulk apenas había parecido notar su presencia en el banquete de bodas, durante el desayuno de la mañana siguiente o a lo largo del día.
Lamentablemente, más bien que estar impresionado, Fulk había parecido bastante horrorizado al enterarse de una habilidad tan poco elegante y femenina . Ella todavía se preguntaba si esa no había sido en parte de la razón por la cual él se había mantenido alejado de ella. Él se había marchado a su casa en Londres poco después sin una palabra. Quizás él no la había encontrado lo suficientemente femenina. Independientemente del caso, aquella posibilidad era suficiente para producirle escalofríos con solo pensar en la idea de que su segundo marido averiguara sobre ello. Ella no deseaba ver a Amaury partir también.
- Quizás fue Lord Darion, - dijo Rolfe por fin, y Emma respiró con alivio.
- ¿ Lord Darion? - Blake lo miró fijamente confundido. - No he escuchado hablar de él. ¿ Vive lejos de aquí?
Emma miró sobre su hombro para ver a su primo negar con la cabeza. Había una chispa de picardía en sus ojos cuando el resolvió el misterio .
- No. Darion es un espíritu de los bosques. Es un defensor de los débiles. Es conocido por proteger a los viajeros incautos que son atacados... siempre con un arco y una flecha.
- ¿Los Has visto alguna vez a ese Darion?
- Oh, sí. Lord Darion salvó mi vida en una ocasión o dos. La primera vez cuando yo era un muchacho.
Emma hizo una mueca mientras recordaba la ocasión de la que su primo hablaba. Había sido un año después de la llegada de Rolfe al castillo y quizás un mes o dos después de su entrenamiento con el arco. Ellos habían atravesado corriendo los bosques jugando a ser adultos. Como siempre, ella había insistido en ser Lord Darion, generalmente dejando a su primo poca opción, él debía interpretar el papel de un vil bandido cobarde. Ellos habían estado jugando a eso, que ella había encontrado a un bandido en el momento que atacaba a un niño desvalido. Entonces, lo dos habían corrido por los bosques persiguiéndose . Su primo iba mas adelante , y ella lo perseguía, sus pasos obstaculizados por sus faldas y el arco que cargaba sobre su hombro. Emma había solía llevar ese arco con ella a todas partes cuando era niña.
Un repentino grito mas delante la había advertido de un problema. Inmediatamente caminó más despacio, luego se había arrastrado silenciosamente siguiendo los sonidos de una pequeña pelea. Una pele muy corta. Se había ocultado justo detrás de un árbol, mirando fijamente con los ojos muy abiertos a un par de bandidos verdaderos , que estaban cercando a su primo. Uno de ellos lo sostenía bruscamente por el brazo mientras ellos discutían qué hacer con él. Pedir un rescate había sido una opción, pero ellos habían decidido por la ropa que él vestía que no debía ser muy rico. Emma y Rolfe siempre llevaban su ropa más vieja cuando jugaban en los bosques, para no estropear sus mejores ropas.
Decidiendo que él era solamente un mocoso de la aldea , ellos habían determinado que sería mejor matarlo para que él no pudiera contar que los había visto. Entonces e habían comenzado a hablar de cómo lo matarían . Fue cuando Emma comprendió que tenía que salvar a su primo. Ella era la única capaz de hacer eso en ese momento. Con movimientos muy silencioso , ella había hecho colocado una flecha en su arco , había apuntado cuidadosamente al más cercano de los bandidos, y certeramente disparó la flecha. La segunda flecha la descargó rápidamente antes de que la primera hubiera alcanzado su objetivo y entonces rápidamente había sido disparada también. Un mero segundo más tarde Rolfe se había encontrado de pie entre dos muertos. Rolfe reconoció inmediatamente quién era su salvadora y la había llamado por su nombre, pero Emma había estado demasiado ocupada vomitando sobre los arbustos para contestar.
-¿Y nunca viste a tu salvador?
Emma oyó la pregunta de Blake, y comprendió que aún cuando ella había estado recordando el incidente, su primo lo había estado contado , obviamente sin mencionarla e. Cuando ella escuchó, él seguía diciendo.
- Oh si, he visto a Lord Darion. Ese día y muchos otros.
-¿Qué te dijo ? - uno de los hombres que habían ayudado a llevar a Lord Amaury a su cuarto preguntó ahora, todos los hombres había escuchado la historia con profundo interés.
- Ah, pues él estaba muy ocupado en ese momento para decir mucho, según recuerdo.
Emma giro sus ojos al percibir la risa en su voz. Él se había burlado de su vomito desde aquel día.
-¿Demasiado ocupado ?- Blake frunció el ceño un poco.
- Sí, y luego él se fue y Emma estaba allí.
- Ah, - otro hombre dijo.
- Él no tuvo tiempo para oír mi agradecimiento. Él escapó antes que alguien más pudiera verlo.- Su mirada giro fijamente hacia Emma, quien ahora afanosamente cosía a su marido otra vez.
-¿Alguna vez lo viste, mi lady?
- Oh, sí, Lord Darion salvó su vida una vez también, - contestó Rolfe por ella.
-¿Realmente? - Blake miró a Emma con curiosidad.
-¿Nos contarás esa historia, mi lady? - Alden preguntó tímidamente.
Emma miró al muchacho. Él había estado en silencio y esforzándose por estar en todas partes, listo y dispuesto para hacer cualquier cosa que fuera necesaria para ayudar. No había ningún signo de malestar en su cara ahora cuando ella empujaba la aguja en la carne, solamente curiosidad e interés. Brevemente ella Se preguntó si podría tener un futuro curandero delante suyo .
- Probablemente en otra ocasión. Pero pienso que mi primo puede contarte mejor la historia. Quizás abajo en el salón, - añadió ella de forma significativa.
- Oh, sí. Es mejor dejarla que atienda a mi lord . Sin duda estamos estorbando aquí- Rolfe se movió hacia la entrada y esperó que los demás lo siguiesen.
Alden vaciló, luego se quedó donde estaba mientras que el resto de los varones inmediatamente se marcharon fuera del cuarto.
Haciendo una pausa en la puerta, Blake miró detenidamente atrás.
- ¿Él se pondrá bien?
Emma se detuvo después de hacer otra puntada en la piel del hombre inconsciente, luego miró detenidamente la cara pálida de Blake.
- No lo sé. Ha sufrido un fuerte golpe.
Blake estuvo en silencio mientras asimilaba eso , luego suspiró fatigosamente y se fue rápidamente.
- Llámame si se despierta, por favor, mi lady.
- Sí - Emma murmuró antes de que él cerrase la puerta. Entonces giró para terminar de coser la herida de la cabeza de su marido. - ¿Alden? Probablemente podrías traer la ropa de cama de Lord Amaury. Lo cambiaremos después de que termine aquí.
- Mi lord no tiene ninguna ropa de cama, mi lady.
Emma hizo una pausa, luego levanto la cabeza.
- ¿No tiene ropa de cama?
- No. Él sólo tiene dos túnicas. Dice que un guerrero no tiene ninguna necesidad de más de dos túnicas . Una para llevar puesta mientras la otra es lavada y planchada. - El joven frunció el ceño.- ¿Es esto cierto, mi lady?
- Bien… - Emma no tenía ni idea de cómo contestarle al muchacho. Ella nunca antes había conocido a ningún hombre que sólo tuviera dos túnicas, pero tampoco había conocido a un guerrero antes.- No estoy segura, Alden, pero si mi marido dice eso, entonces debe ser.
- Sí - Alden se mordió el labio tristemente. - Pero mi padre es un guerrero y él tiene muchas túnicas. Muy Finas. Algunas con joyas como adornos
Las cejas de Emma se elevaron con esto.
- ¿ Y quién es tu padre, Alden?
- Lord Edmund Northwood, él es el Conde de...
- Sí. Lo conozco, - interrumpió Emma. Frunciendo sus labios, ella sacudió su cabeza. - Si tu padre es un conde, por qué te entrenas con Amaury?
- Él es el mejor. - Lo dijo con tanto orgullo, que uno pensaría que él era responsable de la reputación de Amaury y sus capacidades. - Mi padre también lo dijo. Lord Amaury produce los caballeros mejor entrenados. Mi Padre me dijo que si soy entrenado por él, viviré hasta alcanzar una edad avanzada y recogeré muchos títulos y honores a lo largo del camino. Mi padre me dijo que él no me confiaría a nadie más.
- Ya veo. - Emma miró a su marido con un nuevo respeto. No sólo era un salvador de reyes, además era considerado entre los mejores entrenadores de caballeros. Incluso por los condes.
- Realmente mi padre es un buen guerrero también, - Alden le dijo ahora.
- Estoy segura que lo es, - estuvo de acuerdo Emma con dulzura.
- Aun cuando él tenga muchas túnicas, - indicó Alden irritado, y Emma sonrió escuetamente ante su obvia preocupación.
- Tu padre es un conde y un guerrero. Él debe vestirse de acuerdo con su titulo de nobleza .
Alden cabeceó con alivio.
- Sí. Así es. - Entonces él se animo. - Ahora que Lord Amaury es un duque, él tendrá que tener más ropa también.
- Si, eso supongo, - Emma estuvo de acuerdo frunciendo el ceño
- Vestirse bien es muy importante.
Sus cejas se elevaron en su tono serio.
- ¿De verdad?
- Sí. Escuché al rey decirlo.
- Ah.- Emma suspiró sobre esto. -Eso es cierto.- Incluso Rolfe le había dicho que el rey se preocupaba mucho por la ropa. Sin duda ella había sido una gran decepción para el rey con su ropa tan simple. Probablemente para su anterior marido también. Se recostó hacia atrás en su asiento, y miró detenidamente a su actual marido , lo observó detenidamente por primera vez ya que ellos sólo se habían casado el día anterior.
Ella le había echado una mirada o dos, primero en la capilla, luego en el banquete , y un par de veces después, pero esta era la primera posibilidad de mirarlo minuciosamente y permitir que sus ojos recorrieran sus fuertes rasgos .
Él era un hombre guapo, supuso. No hermoso como Fulk había sido. Fulk había sido casi bonito en su rostro , como un ciervo erguido sobre piernas delgadas. Este hombre era atractivo de otra forma , más fuerte y oscuro, y la hizo pensar en lobos y osos.
Inclinándose hacia adelante, ella apartó una mecha de cabello de su cara. Incluso en su sueño él conservaba su fuerza, un ceño temible en su cara. Su padre había tenido una cara fuerte también, como Rolfe, pero en las pocas ocasiones en que ella lo había visto dormido, este tenía sus rasgos suavizados y casi infantiles. No había nada infantil en su marido. Esto le dijo más que las palabras de Blake sobre su niñez llena de sufrimiento y dolor. Incluso en reposo él tenía miedo de bajar la guardia.
Ella cambiaría eso, Emma decidió sin saber realmente por qué deseaba eso . Le daría una buena propiedad de la que él pudiera estar orgulloso y una esposa de la que estaría orgulloso también. Si él vivía el suficiente tiempo para permitirlo, pensó de pronto Ema con el ceño fruncido.