jueves, 4 de septiembre de 2008

EL HIGHLANDER SILENCIOSO - CAPITULO 15

CAPITULO 15


- Dónde está Andy ? - le preguntó Mairi a Rob, mientras cabalgaban a camino de Baincroft.
Rob había colocado nuevos pedazos pergaminos y varias barras de grafito en las alforjas, pero ella prefirió no usarlos. Su garganta le dolía muy poco, y ahora ella sabía que Rob podía escuchar perfectamente. Así que escribir no tenía sentido.
El la miró, pareciendo preocupado.
- Hum… Andy?
Ella hizo un gesto afirmativo.
- En Baincroft - Rob le explicó, con su voz profunda y resonante.
Ese timbre monocorde causó un temblor de ansiedad en el cuerpo de Mairi. Cómo no se había dado cuenta que le gustaba ese sonido? Nadie hablaba como Rob.
Mairi recordó como el deseo de Rob la había conmovido la noche anterior. Y también su promesa de que, esa noche, él la haría suya, en todos los sentidos. La ansiedad que sentía aumentaba con cada paso de los caballos.
Rob había despertado en ella necesidades que le eran absolutamente desconocidas.
Quería convertirse en su mujer. Su mujer. Ella lo deseaba, por supuesto, pero ese deseo iba más allá de los placeres que él podría ofrecerle en la cama . Quería conocerlo de todas las maneras.
Sin duda, él era cortés, valiente y honrado. Aun así , ella necesitaba compartir sus pensamientos y sus sueños y poder contar a él los de ella. Parecía que los dos habían consumido una gran parte del tiempo, juntos, evitando compartir intimidades.
El se había determinado a retardar una aproximación mas íntima , aunque Mairi sabía que Rob la deseaba tan ardientemente como ella lo hacía. Él apenas conseguía disimular la evidencia de sus erecciones se mostraba con mucha regularidad. Ella lo había notado.
Mairi había comprendido por qué él no había querido acostarse con ella, en el campamento , por primera vez, durante a viaje, o , más tarde, en el cuarto da hermana. Baincroft debía representar algo verdaderamente precioso para ese hombre. Él habría de querer consumar su matrimonio en el lugar donde vivirían y envejecerían juntos, donde ella daría a luz sus hijos habrían , y en la cama donde ella y Rob descansarían por años.
Alys le había contado que Rob había sido consagrado lord en Baincroft, con la edad de diez años, cuando su verdadero padre había muerto de una fiebre. No era de extrañar que estuviese tan orgulloso de su feudo , habiéndolo gobernado durante tanto tiempo.
El cabalgaba mas adelante , en su prisa por llegar a su hogar , y Mairi se preguntó qué los esperaba allá.
Andy los había precedido para que las cosas estuviesen preparadas para la llegada de ellos dos.
- Van a organizar otra fiesta para nosotros ? - ella preguntó .
- Mira allá - dijo él, ignorando su pregunta y señalando una corriente ondulantes interceptadas por agrupamientos de árboles.
Rob había disminuido el paso de su caballo para que Mairi pudiese alcanzarlo . Juntos, silenciosamente admiraron el paisaje. A la distancia , un riacho sinuoso se abría camino a través de las rocas y desembocaba en un inmenso lago azul. El sol de la tarde brillaba sobre su superficie como una capa de piedras preciosas.
- Más allá del agua - anunció Rob, con un gesto do brazo -, todo esa tierra es mía.
Nuestra, pensó Mairi, ahora tendría otro lugar para llamar suyo.
Le Pareció a ella que todavía tenían un largo camino por delante , sin embargo, los campos, en los alrededores, mostraba una belleza increíble y la tarde soleada favoreció el viaje.
- Cuánto falta? - ella preguntó, notando la mirada interrogativa que Rob le dirigía.
- Unas pocas leguas - él contestó secamente, pareciendo decepcionado. Se dio vuelta y chasqueó su lengua para incitar el caballo.

- Tus tierras me parecen maravillosas, por lo poco que pude ver - ella comentó, incitando a su yegua e intentando alcanzar a su marido. - Apenas puedo esperar para llegar allá. Rob? Rob!
Demasiado tarde para intentar apaciguarlo , ella supuso, pues Rob había iba mucho más adelante , guiando su caballo sobre el tapete florido que cubría el suelo.
Ella debía recordar responder más rápidamente con elogios cuando él hiciese un comentario . Orgulloso como era de todo lo que poseía, naturalmente su marido había esperado que ella sintiese lo mismo y se había irritado cuando Mairi no lo había demostrado .
- Este debe ser un suelo muy fértil! - ella exclamó, con la esperanza de poder remediar la situación. - Las flores silvestres crecen en abundancia , los árboles y el pasto son tan verdes!
El no dijo nada, continuó cabalgando mas adelante . Qué carácter tenía su marido! Mairi lo intentó de nuevo, Cabalgando ahora justo detrás de él, Mairi preguntó ansiosamente:
- Dime, el ganado de aquí , es semejante al de las Highlands ? Qué tipo de animales crían ?
Nada. Ella debía haberlo irritado mucho . Luego , de repente, él se volvió para mirar por encima de su hombro , con una sonrisa en los labios.
- Sabes nadar?
- No apropiadamente - ella confesó.
Los lagos helados de las Highlands y los riachos con sus corrientes fuertes provocadas por el deshielo de la primavera no alentaban la ganas de nadar . Nadie nadaba de propia voluntad en las Highlands , sólo se entraba al agua helada por accidente. Él no recordaba la desventura sufrida cerca de Craigmuir? Nadar? Casi se había ahogado !
- Es peligroso cruzar el riacho? - ella preguntó, juzgando que rodearían el arroyo donde era mas bajo y no habría riesgo.
Después de un instante de vacilación, él se volvió , su expresión de felicidad todavía inalterada.
- Dos centenas de habitantes.
Por Dios, qué diablos tenía que ver el número de habitantes con el peligro de ahogarse ? La alegría de volver a su casa debería haber alterado su cerebro, Mairi pensó sonriendo, mientras él la observaba, esperando una respuesta.
- Cuántos!
- Si, dos centenas - él repitió , con un suspiro de satisfacción, y mirando de nuevo la tierra más allá del lago - Son tierras prósperas.
Mairi pronto pensó en algo para preguntar que pudiese ponerlo contento .
- Y la cosecha? Qué se planta por aquí?
- Los Niños - él contestó, todavía examinando con orgullo visible la pequeña parte de su feudo que tenían por delante. - son saludables.
Mairi dejó escapar una carcajada.
Qué gracioso ! Plantaciones de bebés! -
Era una broma? Bueno , era un progreso! - Y cómo se plantan los bebés , mi Lord ?
El se volvió y la miró una vez más , pareciendo muy serio ahora.
- Tres caballeros entrenados - dijo. - Cinco escuderos. Cinco pajes. Todos, buenos muchachos.
- Hummm! - Mairi exclamó, sin saber qué decir con esa afirmación. Los hombres que estaban bajo sus órdenes eran problema de él y tenían poco que ver con ella.
Por qué Rob mencionaba temas inconexos ? Tan pronto como comenzaba con un tema , lo abandonaba, y pasaba a otro. Y no respondía las preguntas, a menos que la estuviese mirando cuando ella hablaba.
La sospecha anterior volvió , dejándola preocupada. Mairi esperó hasta que Rob dirigiese su atención total al camino. Se quedó a una buena distancia detrás suyo , para que él no pudiese verle la cara . Luego preguntó, de manera muy clara:
- Podemos parar por un instante? Creo que mi yegua se está mancando.
El no le dio respuesta, ni disminuyó la marcha del caballo.
De nuevo, ella lo puso a prueba .
- La naturaleza me llama, mi Lord . Por favor, podemos parar aquí sólo un instante? - ella gritó, con todas sus fuerzas.
El continuó cabalgando como si ella no hubiese dicho nada.
El corazón de Mairi se aceleró en el pecho . Ella tiró de las riendas y su respiración se trabó en un sollozo de tristeza.
- Voy lanzarte una maldición si no paras en este exacto momento! - Mairi gritó, con la esperanza de que él se volviese para responder. - Mírame, Robert MacBain!
Nada.
Poco más tarde, Rob refrenó el caballo, se quedó a esperándola y parecía afligido al ver las lágrimas que corriendo por el rostro de Mairi. Lágrimas que ella no había podido reprimir o esconder.
- Extrañas tu casa - él murmuró con tristeza, lleno de ternura y preocupación. - Y tu padre …
Todo lo que ella pudo hacer fue asentir cuando él le extendió la mano y tomó la de ella, depositando un beso dentro de su palma. La compasión en sus ojos, era mas de lo que ella podía soportar, en ese instante en que Mairi sentía su corazón roto por su marido.
No conseguía explicarse cómo él había podido bailar tan bien, ni cómo parecía haber oído el silbido en los portones del castillo. Pero Rob no escuchado ni una sola palabra que ella le había dirigido por el camino , ella lo podría jurar.
Aunque no entendiese cómo, sabía que él escuchaba algunas cosas, pero estaba absolutamente segura de que él no podía oírla. De alguna forma, él leía las palabras de sus labios cuando la observaba hablar, y, cuando no podía ver, el diálogo era imposible .
- No llores - él le imploró, mirándola a los ojos.
Mairi forzó una sonrisa y secó el rostro con la manga del vestido.
- Vos eres mi Lord , ahora - ella declaró, formando cada palabra cuidadosamente en la boca, para que él no las perdiese. - Y mi casa es Baincroft.
El alivio sombrío en sus ojos premió su esfuerzo, pero Mairi tuve que imaginar qué desafíos iba a enfrentar en el futuro, debido a su problema de audición . Sólo la noche anterior, cuando había pensado que él podía oír, ella se había permitido ponderar sobre los problemas de tener un marido y un Lord que no podía escuchar. Parecía que esos problemas estaban superados y ella le había dado gracias a Dios por no tener que enfrentar ese tipo e vida. Solamente entonces ella se había dado cuenta cuanto la sordera de Rob podría afectar su propia existencia.
Muchas personas dependían de él como lord, ellos esperaban protección y prosperidad por parte de él.
Cómo Rob había conseguido llevar adelante sus responsabilidades como Lord ? Quién había cuidara de sus negocios, quién vigilaba que le no le faltasen el respeto o que hiciesen bromas a su espalda? Y, por qué esa persona no lo había acompañado en el viaje hasta Craigmuir?
Rob no tenía un protector entre aquellos hombres que habían viajado con él, ella lo sabía, pues los hombres ni siquiera eran caballeros e no lo habían acompañado cuando él había entrado al salón de su padre, para finalizar los arreglos del casamiento. Sería sir Thomas, el hombre responsable del contrato matrimonial , quien había dejado que Rob viajase solo?.
Mairi se enojó profundamente. Qué descuido imperdonable que Sir Thomas estuviese a su lado ayudándolo! Sería ella quien se ocuparía de esa función en Baincroft?
Mairi se sintió abrumada por el peso de la responsabilidad que estaba asumiendo sin saber. Debía fortalecerse para llevar a cabo esa tarea y trazar un plan. Una Maclnness no desistía de enfrentar un desafío.
Y Aparentemente, un MacBain, tampoco . Rob no era una persona débil de espíritu, de eso estaba segura . Él había enfrentado sus deberes como Lord y se había abierto camino de la mejor posible en su vida . Saber eso hizo que no se sintiese tan abrumada .
En primer lugar, ella tendría que ganarse su confianza pues, obviamente, todavía no la había conquistado, ya que él todavía tenía miedo de contarle su verdad.
Después, necesitaba asegurarse de siempre hablar de forma que él pudiese comprenderla. Comenzaría a actuar así y las cosas funcionarían .
Por último, Mairi sabía que tenía que ganarse el respeto de aquellos que vivían en Baincroft. Pues ella iba a compartir el gobierno del feudo con su marido .
Rob no era una niño indefenso, y definitivamente, no era un tonto , pues una brillante inteligencia relucía en sus ojos grises, profundamente observadores. Mente ágil y pies rápidos , para un hombre tan corpulento . Él ya había probado ser un hábil guerrero.
Mairi resolvió que conquistaría el amor de su marido antes del próximo atardecer y , entonces, él la recompensaría con su confianza, confesándole su limitación física y pidiéndole ayuda. Si no lo hiciese, ella se lo preguntaría de forma directa y, después , le ofrecería su ayuda .
Por el momento , ella necesitaba retardar la promesa venganza de su padre. Por ahora no podía esperar que su marido y sus hombres iniciasen una guerra contra su primo desde el otro extremo de Escocia. No todavía.
Ranald podía seguirla hasta allí, y Rob parecía creer eso. Si tal cosa sucediese, Mairi sólo podía esperar que Rob y su gente supiesen preparar la defensa del castillo , Mairi sabía poco sobre cómo organizar hombres armados para tal evento.
Su marido ciertamente lograría salir exitoso de un combate cuerpo a cuerpo, pero ella no llegaba a imaginarse si él sería capaz de asumir el comando de un ejército en una batalla.
Dios Santo , Mairi esperaba que Rob confiase en ella. Necesitaban desesperadamente conversar, para saber de que forma su sordera afectaba su capacidad para defender su feudo . Sólo entonces ella podría decidir qué hacer para ayudar.

Rob estaba preocupado. Temía que Mairi llegase a la casa exhausta y en un mar de lágrimas. Debería haber dejado que descansase un día más antes de viajar, pero él necesitaba ir a Baincroft.
Estaba seguro de que Ranald llegaría en pocos días. Necesitaba armar sus defensas antes que eso sucediese.
Además la farsa de que podía escuchar se debilitaba , y no estaba seguro de por cuanto tiempo podría mantenerla. Mairi necesitaba saber, tenía ese derecho. Si por lo menos encontrase una manera suave de contarle…
Solamente una vez, cuando tenía 10 años , había mantenido esa misma mentira con Trouville por pocos meses, pero en ese había hecho el mínimo esfuerzo para esconder su sordera. Jamas había negado su condición, aunque no ofrecía voluntariamente esa información a cualquiera.
Henri o Thomas, y muchas veces el conde, lo acompañaban a los torneos, asumiendo la tarea de llevar adelante las conversaciones cuando los otros caballeros se reunían para confraternizar.
Su escudero se encargaba de informarlo cuando tal cosa no acontecía, pero Gareth había sido consagrado caballero, y había partido para ganar sus propias premios. Henri había asumido sus deberes en Francia, en las propiedades de Trouville, las cuales heredaría algún día. Y Thomas, por supuesto, quien continuaba con la pierna quebrada.
Esa aventura en la que Rob se había metido solo estaba resultando más difícil de lo que había imaginado, pero no imposible, gracias a Dios. Él se había arreglado de manera absolutamente independiente por primera vez en la vida, pero necesitaba urgentemente un descanso, y poder volver a ser él mismo.
Necesitaba a Mairi. Y necesitaba que la verdad se instalase entre ellos dos. Ella debía ver como él había hecho una administración exitosa en Baincroft y como el acuerdo matrimonial firmado por su padre resultaría en su beneficio.
Mairi tenía que decidir quedarse con él antes que la pasión lo dominase y tomase las riendas del destino de ambos Y, debido a la promesa que había hecho la noche anterior él tenía sólo un día para convencerla.
Llegaron al punto en donde se cruzaba el riacho. Sus hombres y los de Trouville habían construido una puente allí, hecho de troncos apoyados en piedras. Él desmontó y ayudó Mairi a descender, dejando que ese cuerpo adorable se desliza a lo largo del suyo hasta que los pies de ella tocaron el suelo. Una deliciosa tortura.
Ella sonrió, las lágrimas ahora estaban secas e y su piel rosada brillaba delicadamente como pétalos de rosa, Rob adoraba esa piel suave y sedosa. Sintió que su corazón se aceleraba, cuando la sujetó por la cintura.
- Aquí estamos - Rob dijo, señalando el otro lado del puente.
- Si - Mairi respondió .
Rob se dio cuenta del nerviosismo que ella intentaba esconder. Debía sentir miedo de que la gente de Baincroft no la recibiese bien. Y tenía razones para pensar eso, pues ella no era parte de ese pueblo , sino una mujer de las Highlands .
Era mejor que Thomas se hubiese ocupado de sa posibilidad, o Rob lo desollaría vivo con la pierna rota o no. Y si el canalla no hubiese despachado a su hermana en el momento en que llegasen, Rob se ocuparía de ponerla en el camino a Inglaterra , para bien o para mal. Mairi no necesitaba enfrentar más cosas que la irritasen después de todo lo que había sufrido en el Viaje hasta allí, y él planeaba asegurarse de que nada la importunase.
Rob le tomó la mano y caminaron, atravesando el riacho, tirando de las riendas de los caballos. En la otra orilla , él sacó una manta de la alforja y la extendió en el suelo .
- Descansa - él murmuró, apartándose para llevar a los animales a beber, el borde del riacho.
Rob se arrodilló a pocos metros, corriente arriba, se lavó las manos y tomó un trago de agua. Al levantar el rostro, vio que Mairi lo había seguido , para refrescarse y saciar la sede
Siguiendo un impulso, él sumergió las manos y las levantó, llenas de agua fresca, ofreciéndosela a ella, con una sonrisa provocativa .
Mairi retrocedió y se rió, metió las manos en el riacho, y lo salpicó en el rostro .
- Muchacha malvada! - él exclamó, examinando la corriente. El lugar era bajo, aunque turbulento. No habría ningún peligro. Él hizo un gesto seguido de una mirada interrogativo.
- No! - reclamó Mairi. - no debemos llegar mojados…
Rob se encogió de hombros , concordando con ella. Mairi tenía razón, después de todo , difícilmente ella aceptaría quitarse las ropas y ciertamente no podría nadar vestida.
Algún día, él la traería de vuelta a ese lugar que se parecía tanto al lugar de Craigmuir donde habían se besado por primera vez.
Pensando en eso, Rob se agachó y cortó unas flores silvestres.
- Para vos - él dijo, extendiéndoselas.
Mairi tragó en seco y , entonces, inclinó a cabeza aceptando el regalo .
A Rob le hubiese gustado transmitirle su confianza a ella, prometer por su vida y por su honor que ella tendría una vida feliz y protegida allí, y que sería amada por el resto de sus días. Quería que Mairi supiese eso, quería que ella contase con eso .
Pero las palabras se amontonaron en su cabeza y él tuvo miedo que saliesen en el orden equivocada, o que su tono de voz sonase muy duro y áspero y no hubiese ninguna emoción en esas palabras.
En vez de eso, él se inclinó y besó suavemente los labios de Mairi. Pero aun así, aquello no le pareció suficiente para sellar las promesas no pronunciadas.
Cuando los labios de Mairi se abrieron , bajo los de él, en una invitación inequívoca, Rob sintió que todas sus buenas intenciones se desvanecían en el aire.