sábado, 20 de septiembre de 2008

LA TRAMPOSA - CAPITULO 4

Capítulo 4


Desirée se aquietó repentinamente . ¿Las calles de Canterbury? ¿A dónde iban ellos?
Su rodilla aplastaba su columna , y sus dedos no fueron suaves mientras ataba las cintas. Pero necesitó toda su determinación para no pelear contra él.
Dios ... tenía sed. Ella lamentó haber volcado esa cerveza. La mordaza de lino le había sacado todo la humedad de su boca. No podría haber gritado si hubiese querido.
Le dio a las cintas un tirón final, antes de quitar el peso de su rodilla para levantarla de la cama. El canalla la lanzó sobre su hombro como una bolsa de cebada.

“ Resístete y sólo saldrás lastimada. Hay una gran distancia entre mi hombro y el piso , ” él dijo, su mano apretando su muslo con demasiada familiaridad. “Tenemos una larga caminata. No lo hagas parecer más larga.”
Cada instinto le decía que pelee por su libertad . Pero él tenía razón . Con sus brazos sujetados con grilletes en su espalda y los pies atados, aun si lograse liberarse a sí misma de su asimiento , no iría muy lejos, y ella sólo lograría herirse a sí misma.
Por Dios, era humillante. Inclinada su hombro con su trasero lo suficientemente cerca para que él pudiese morderlo, ella tenía delante de su vista le culo de ese hombre. No estaba segura si era esa posición cabeza o la pura mortificación lo que enviaba su sangre a acumularse en sus mejillas.
Él abrió la puerta, y su nariz se estremeció con la primera respiración de aire helado . Quizá era una bendición que ella no tuviese que caminar, después de todo. Era Mejor que el desgraciado tuviera que mojarse los pies, caminando pesadamente en la nieve.

El chirrido de sus botas y su capa volando eran los únicos sonidos mientras él se movía con pasos largos por la senda vacía. Ni un alma habitaba las calles para ofrecerle su ayuda. En realidad nadie lo haría. Uno tenía que ser un tonto para enfrentarse a un hombre de la ley. Un tonto o una muchacha determinada a tener su venganza.
¿Dónde estaba llevándola él ? Ninguna de las tiendas estaban abiertas a esa hora. Los panaderos sólo comenzaban a encender el fuego a sus hornos. Las posadas tenían sus postigos cerrados. Aun los jefes de las prostitutas aún no habían comenzado a comenzado a volver a los burdeles.
Tal vez que él la estaba llevando por la calle principal fuera de la ciudad para hacerla desaparecer de Canterburry. O quizá él la arrastraba hacia la catedral para obligarla a arrepentirse de sus pecados.
Con su vista limitada, al principio no reconoció donde estaban cuando él por fin se detuvo en seco . Pero cuando él la dio vuelta y la colocó cuidadosamente sobre sus pies atados, la primera cosa que ella vio fue el poste negro de la horca.
Su corazón se sobresaltó .
¡Por Dios ! Él tenía intención de ahorcarla.
El diablo tenía intención de ahorcarla al lado de Hubert.
Una mirada al cadáver tieso en la nieve de Hubert y le hizo circular pánico por las venas.
Con un chillido de alarma , ella se soltó de su asimiento y trató de escapar. Después de dos saltos desesperados, ella se tambaleó y cayó de costado , afortunadamente encima de un montículo de nieve.
“ Muchacha ! ” él gruñó . “¿Qué te pasa ?”
Decidida a escapar a pesar de las escasas probabilidades, ella se retorció y se arrastró sobre la nieve . Pero oh destino, ella sólo logró moverse algunos metros más allá de su alcance.
Él fácilmente cerró la distancia y se agachó al lado de ella, estudiándola con una mirada fija que la dejó perpleja. “¿ A dónde vas ?”
Cómo él esperaba que ella contestase , amordazada como estaba , ella no lo sabía. Ignorándolo, ella la continuó contorsionándose.

Él negó con la cabeza, luego la agarró por los hombros, la alzó, y la puso de pie otra vez, esta vez agarrándole el brazo tan ferozmente dentro de su mano gigante que ella no podía forcejear para librarse.

Cuando él empezó a llevarla hacia la horca, ella se quedó clavada en el suelo haciendo surcos profundos en la nieve.
¡Por las bolas de Satanás ! ¿ Era así cómo acabaría su vida? ¿Ahorcada al lado de su cómplice y mentor de en una ciudad que no conocía , y sin ningún un testigo? ¡Por Dios , ella sólo tenía diecinueve años!
Apenas había comenzado a disfrutar la vida. No tenía un ligar al que pudiese llamar hogar. Nunca había dado a luz a un bebé. Jesús , ella nunca se había acostado con un hombre. ’¡No era justo !
Nicholas no quiso sujetar a la muchacha con grilletes al poste de la horca. Pero maldición , no tenía alternativa. Ella no estaba siendo cooperativa. Y pensar que él la había traído aquí por cortesía.
Obligándola a sentarse sobre el borde de la plataforma de madera, él abrió una de las cadenas y la ató al soporte de madera en la base de la horca, sobresaltándose cuando su mano suelta empezó a castigar con golpes su espalda ya dolorida.
Habiendo terminado, él dio un paso atrás mientras ella sacudía ruidosamente y furiosamente el grillete.

Él cruzó sus brazos sobre su pecho y negó con la cabeza. “Pensé que querrías que él fuese bajado por manos queridas.”


Ella dejó de forcejear y lo contempló, sus ojos enormes como dos gemas verdes brillantes brillaban en su cara pálida. La sorpresa iluminó su mirada fija.
“¿Por qué si no te traería aquí?” Él preguntó.
Su mirada hacia la horca fue respuesta suficiente. Ella había pensado que él iba a ahorcarla.

Él frunció el ceño. ¿Por qué la gente siempre asumía que él era un hombre duro y despiadado que sentía gran satisfacción administrando justicia? ¿Podía ser - él pensó con ironía - que se debía al hecho que él hacía sus mejores esfuerzos para perpetuar ese mito?

“No tengo autorización para matarte, muchacha. Soy un funcionario , no un juez. No aplico mi ley por mano propia. Te hice venir aquí para enterrar a tu abuelo.”

Mientras más tiempo ella clavaba sus ojos en él, mas grande era su desconfianza, y más culpable él comenzaba a sentir acerca de la forma en que había tratado a la muchacha.
Ella tenía motivos para dudar. La mayoría de los funcionarios de la ley eran corruptos y usaban sus puestos de poder para quitar por la fuerza dinero o favores de víctimas desventuradas. Supuso que debería ser más paciente con la muchacha. Después de todo, ella había perdido al hombre que podía haber sido su único pariente.
“ Escúchame . Júrame que no gritarás y te quitaré eso, ” él dijo, señalando la mordaza. Al mismo tiempo que decía esas palabras, él pensó que debía ser el hombre mas tonto de toda Inglaterra. La muchacha era la nieta de un criminal . Ciertamente sus promesas no podían ser confiadas.
Pero él prefirió confiar en ella cuando ella asintió con su cabeza mansamente. Incluso ella no trató de golpearlo cuando él se acercó. Ella se quedó sentada pacientemente mientras él desataba el nudo y quitaba la mordaza de su boca.
Ella trató de hablar, pero su voz salió como un graznido. Aclarándose la garganta , ella hizo un segundo intento . “Él no es mi abuelo.”
Nicholas parpadeó . “¿Qué?”
“Él sólo le contó eso. Nosotros Fuimos. . . éramos colegas.”
Debería haberlo sabido. Nicholas se preguntó cuánto mas de lo que Kabayn había “ confesado ” , había sido un invento. Pero, por qué el hombre aseguraría ese parentesco?
“¿ Tu familia?”
“No tengo.”

Nicholas suspiró. Había oído el cuento cien veces. Parecía que la mayoría de los criminales con quienes él trataba tenía historias familiares tristes. Algunas veces exageraban sus cuentos de aflicción, pero a menudo ciertamente eran vidas desesperadas y recurrían al delito porque no tenían nada. Esa muchacha seguramente era tan delincuente como Hubert.
Ella simplemente había tenido la buena suerte de no ser atrapada.

Por mucho tiempo ella no dijo nada, sólo clavó sus ojos en la nieve a sus pies, evitando mirar el cadáver colgando a unos pocos metros . Cada uno de sus músculos estaba tenso.
Estaba tensa como un arco , con una flecha incendiaria a punto de ser despedida.
Dios , qué él iba a hacer con ella? Le había prometido a Kabayn que se ocuparía de su bienestar, y tenía intención de mantener su palabra , a pesar de las manipulaciones y mentiras del hombre. Pero, qué iba a hacer con una mujer adulta a su cargo ?
Hubiera sido fácil encontrar a una pareja sin hijos deseosa de adoptar a una niña pequeña para ayudar en las labores de la casa . Pero ésta no era una niña dócil.
Nicholas supuso que podría encontrarle un marido. Seguramente una mujer tan bella no debería tener problema en hacer que un hombre se enamorase de ella. Pero no creía que ellas fuese tipo el tipo de muchacha que aceptaría entrar voluntariamente en un matrimonio. Y el hombre con quien se casase con esa arpía ciertamente tendría que tener bolas de acero .
La idea de buscarle pretendientes le dejó un sabor amargo en la boca. ¿Qué sabía él de cortejar? Habían pasado los años desde que había cortejado a una mujer .
No, tendría que pensar en otra solución. Por el momento , tenía una tarea que hacer.
“¿ Cuál es tu nombre, muchacha?”
Ella vaciló, como si sopesase las consecuencias de divulgar esa información.
Finalmente ella hizo su confesión. “Desirée.”
Desirée. Deseo. Ciertamente un nombre conveniente . “ Muy bien , Desirée, estoy seguro que a él no le molestaría que se hablasen algunas palabras amables sobre él, sea tu abuelo o no.”

Él sostuvo la escalera contra el poste de la horca, luego la subió, sacando su daga. Con un brazo sujetando el cuerpo congelado, él cortó la cuerda. Con tanta reverencia y respeto como se podía , él llevó a Hubert abajo de la escalera y le colocó en la nieve.
“¿ Vendrás a enterrarlo ?” Él le preguntó.

Ella contempló el cuerpo, tieso y pálido en el suelo , luego
asintió levemente.
Él soltó sus cadenas y las ató a su cinturón, luego extendió su mano para ayudarla. “No me hagas que tenga que perseguirte .”
Ella rechazó su asistencia. Ella podía cooperar, pero claramente no estaba haciendo eso voluntariamente.
Él sacudió la cabeza, luego levantó el cuerpo sobre su hombro y se puso a caminar por la calle principal conduciéndola fuera de Canterburry, esperando que ella lo siguiese.
Pero ella no lo hizo. Cuando él se dio vuelta para ver qué la demoraba , la vio frunciendo el ceño.
“¿La capilla no es para el otro lado ?” Ella señaló en dirección a St. Mildred.

Él frunció el ceño bajo la capucha de su capa. ¿No entendía nada esa muchacha? “ Querida, tu abuelo , tu compañero. . . era un criminal. Él no puede ser sepultado en tierra consagrada.”
Por un instante, él pensó que ella iba a llorar. Su mentón tembló, y sus ojos se humedecieron . Luego él se dio cuenta que ella no estaba triste. Ella estaba enojada.

“Muy bien ! ” ella replicó, recogiendo sus faldas y caminando por la nieve hacia él. “Adelante ¡ Entiérralo en el cementerio de los pecadores. . . Al lado de la tumba de tu madre.”

Desirée dio una patada a un montículo de nieve mientras caminaban por la calle, silenciosamente maldiciendo al funcionario por haber estropeado su vida. Si él no hubiese metido a Hubert en la cárcel, si no hubiese inventando esa acusación de asesinato, las cosas habrían estado bien.
Después de todo, Hubert y ella habían vivido gracias al ingenio y la astucia por años, viajando a la deriva como semillas arrastradas por el viento , nunca quedándose en un lugar el tiempo suficiente como para arraigarse, siempre estando un paso delante de los problemas.

Habrían dejado adentro Canterburry en un día o dos, habrían viajado para al siguiente condado , habrían defraudado y estafado a una docena de tontos , y habrían vivido de esas ganancias otras dos semanas , lo suficiente como para llegar al siguiente pueblo.

Así razonaba Desirée. Pero la verdad era, las cosas habían cambiado irrevocablemente entre Hubert y ella mucho antes de su arresto. Las críticas del viejo amaro se habían hecho más rudas y más rudas, su enojo con ella era cada vez más evidente . Él la humillaba a cada paso, constantemente amenazándola con cambiarla por una muchacha menor, una más muchacha mas dotada para el delito .
Tarde o temprano él la habría abandonado , si no era en Canterburry, en algún otro pueblo. Y el viejo tramposo y egoísta se habría marchado sin mirar atrás.

Sin embargo , la espantaba recordar cuando él había cometido el mortífero error de intentar de robar la mansión Torteval solo , afirmando que Desirée se había vuelto demasiado torpe para ser incluida en una misión tan delicada. Ella se había reído secretamente con su captura, el bastardo presumido había sido atrapado con las manos en la masa , y había pensando que ser encarcelado era lo que él se merecía por haberla excluido tan despiadadamente .
Ilusamente el había esperado que unos cuantos días en la cárcel lo harían lamentar sus acciones y poner fin a la idea de reemplazarla. Nunca se había imaginado que eso pondría fin a su vida.

La respiración de Desirée salía en volutas de humo en el aire mientras luchaba por mantener el paso del funcionario . A pesar de su ardua tarea , él recorrió la calle con pasos largos .
Por las bolas de Satanás! A dónde iban ?
Finalmente , lejos de las casas de Canterburry, la calle se acababa cruzándose con una senda estrecha. Fue allí que él se detuvo.
“ Un cruce de calles, ” él explicó , mientras cuidadosamente bajaba el cuerpo de Hubert al suelo.

Por cierto, había una cruz de madera marcando el sitio. Tales lugares a menudo servían como cementerio para criminales. Era el segundo mejor lugar para ser enterrado que no fuese terreno consagrado.

El lugar había sido usado antes. Escondida detrás de unos árboles había una pala. Por un breve e innoble momento , ella se preguntó si podría arrebatarla herramienta , golpearlo en la cabeza, y enterrarlo en una tumba poco honda en el lugar de Hubert.
Pero Nicholas ya removía la tierra firme entre dos robles, quitando la la nieve blanca y accediendo a la tierra negra.

Ella dejó que su mirada fuese al cuerpo de Hubert. Era extraño ver al viejo tan silencioso . Él había sido rápido astuto , su lengua pronunciaba las mentiras con tanta facilidad como la mantequilla se derretía sobre un pan caliente , sus manos arrugadas se movían con una agilidad tan engañosa que sólo los ojos más agudos podían detectar sus trucos.
Una vez Él le había dicho , antes de haberse dedicado a desdeñar sus habilidades, que ella tenía ese mismo toque mágico, esa agilidad ,y esa velocidad . Pero Desirée nunca le había creído . Nadie era tan listo o tan ágil con los dedos como Hubert Kabayn.
“¿Lista?”
Ella miró la tumba con desdén. Era una tumba de un metro y medio de profundidad. “Espero que los lobos no lo desentierren , ” ella
murmuró .
Él colocó el cuerpo de Hubert en el hoyo poco profundo. Los movimientos del hombre eran suaves, casi cuidadosos, y Desirée se preguntó cómo podía ser que fuese mismo hombre que tan cruelmente le había roto el cuello a Hubert.
Ella se acercó a la tumba, mirando hacia abajo . El funcionario había cruzado piadosamente los brazos de Hubert sobre su pecho. Pero Desirée temía que se necesitaría mucho más para que para un forajido como Hubert atravesara las puertas de cielo. Probablemente él tendría mejor suerte sobornando la entrada allí.

Ahora que estaba al lado de él, no sabía qué decir. Ella no había sentido amor por el hombre. Ciertamente, él había sido muy rudo, duro de corazón, y frecuentemente cruel. A cambio, ella le había dado todo lo que sus habilidades le habían permitido darle . No había palabras para describir la naturaleza tan poco sentimental de su relación con el viejo .

Además, a Hubert le habían gustado las proclamaciones de afecto falso casi tanto como el llanto . Ella no podría ensalzar sus virtudes, pues él poseía muy pocas. Y sus plegarias probablemente servirían de poco viniendo de una pecadora como ella.

Pero mientras miraba la tumba, repentinamente se le ocurrió que Hubert había mostrado un último gesto bondad. Él debió haber sabido todo el tiempo que iba a la horca. La había enviado a hacer una mandado inventado como una forma de mantenerla a una distancia prudente de su ejecución. No era un acto de traición. Era un acto de protección.

Ella sintió que su garganta se anudaba con emoción mientras reconocía la la verdad - Hubert no la había opara evitarle la imagen de su muerte. Malhumorado y rudo como podía ser algunas veces, él siempre había cuidado de ella. Desirée supuso que le adeudaba algo por seis años de cuidado .
Su espíritu no sería aliviado por lágrimas o plegarias dichas a su cadáver. Había una sola cosa aseguraría la tranquilidad de su alma.
“ Hubert, voy a seguir la pista del verdadero asesino,, ” ella decidió. “Puedes estar muerto, pero yo veré que descanses en paz. Te lo prometo. No importa lo que me lleve, voy a quitar esa mancha de tu alma.”
Era que lo mínimo que podía hacer. Hubert no era un asesino. Él había estado ahorcado injustamente . Y ella no descansaría hasta que su muerte fuese vengada.
Ahora podía ver que había estado equivocada al culpar exclusivamente a Nicholas Grimshaw. Él podía haber sido quien había ordenado la ejecución de Hubert. Pero el blanco real de su venganza era quienquiera que había cometido el asesinato y había dejado que Hubert marchase a la horca por él.
Ella se alejó caminando y dejó al funcionario tapando la tumba. Mientras apisonaba la última capa de tierra , luego colocó una gran roca en un extremo como una especie de lápida, la verdad la golpeó ella como una patada en el estomago .

Hubert verdaderamente se había ido. La única prueba que ella tenía de que alguna vez el hubiera existido era la cadena que él había dado y una llave inservible de hierro que él había robado, y un dado cargado. Ella estaba sola en la vida , sin ayuda de nadie. Había usado el último dinero en comida para él en la cárcel. Su cuarto en la posada había sido dejado para alguien más.
Y con un clima tan poco prometedor, la mayor parte de las tabernas de cerveza, dónde ella podría haber robado de los bolsillos de los clientes borrachos , estarían vacías.
No tenía ninguna parte a donde ir.
El funcionario debió haberle leído los pensamientos. “Regresa a la casa . Prepararé gachas de avena , ” él dijo, devolviendo la espada a su lugar. “ Debes poner algo de carne en tus huesos.”

Gachas de avena . Hacia un largo tiempo que ella solamente comía pan y cerveza para desayuno. Ciertamente, hacia un largo tiempo que no había comido nada.
Ciertamente, un tazón de potaje de avena le haría calentar la sangre. Con su estomago lleno, quizá ella podría considerar mejor el futuro y cómo iba a cumplir la promesa hecha a Hubert.
Además, sacar ventaja de la hospitalidad del funcionario era casi tan satisfactoria como robar un bolsillo .

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