miércoles, 17 de septiembre de 2008

LA TRAMPOSA - CAPITULO 1

Capítulo 1


Febrero de 1250

LA CAMPANA DE LA CATEDRAL de CANTERBURY sonó inesperadamente a lo lejos, sobresaltando al caminante que se movía con pasos pesados hacia el pueblo. El tañido fue amortiguado por la nieve, pero aún así logró quebrar el silencio helado para entregar un mensaje tan frío como el viento invernal.
Desirée se detuvo en seco , mirando de través de los copos de nieve que caían . Ella había desperdiciado las últimas horas, esperando en el frío crudo a un hombre que nunca había llegado, y no estaba de humor para sorpresas. Sus faldas estaban mojadas. Sus pies estaban entumecidos. Y su humor , negro.

Repentinamente, la rima de Hubert que había recitado seis años atrás, cuándo él le había enseñado por primera vez a Desirée las bellas artes del robo, vino a su mente.

Las campanas del sábado son una maldición para un forajido
Las campanas a media semana llenan los bolsillos de un ladrón inteligente.

No era sábado. Las campanas podrían significar una sola cosa, entonces. .Una ejecución pública. Y dónde había una ejecución, había una multitud de espectadores distraídos, presas fáciles para una ladrona de dedos ágiles como Desirée.
O, ella reflexionó, para un zorro viejo como su mentor del largo tiempo , Hubert Kabayn.
Desirée frunció el ceño. ¿Había sabido Hubert que habría una ejecución hoy? ¿Fue por eso que el borracho codicioso la había despachado lejos de la multitud ? ¿Así él podría llevar todas las ganancias para sí mismo?

“Hubert Kabayn, me has apuñalando por la espalda hijo de una gran . . ..” Su insulto furioso fue acompañado del vapor de su respiración como la respiración de un dragón.

Ella recogió sus faldas mojadas y avanzó con dificultad , maldiciendo al viejo tramposo con cada paso. Ciertamente no existía el honor entre ladrones. Debería recordar eso en el futuro.

Hubert deliberadamente la había echo salir ese amanecer, enviándola a lo que ella ahora se daba cuenta era un mandado para idiotas. Él le había dicho que la necesitaba para una tarea importante.
Como él estaba encerrado en la cárcel municipal en ese momento, el viejo ladrón quería que ella se ocupase un asunto por él.

Debía encontrar a un hombre en el sector sur del arruinado puente de pueblo, un hombre que tenía una deuda de tres chelines con Hubert. Con su cómplice en el delito encerrado por las último dos semanas , el dinero se había hecho escaso, y Desirée había estado muy ansiosa de ocuparse del cobro de la deuda.
Ella le dio una patada a un montículo nieve caída . ¿Cómo podía ser tan ingenua?
Ella había esperado en ese maldito puente por horas . Nadie había venido. Y ahora daba cuenta que nunca había habido un hombre citado en el puente.

Debería haber previsto esto . Por semanas Hubert había estado tratando de deshacerse de ella , apartándola como si fuera un cachorro no deseado. Él le había gruñido que ella estaba perdiendo el manejo ágil de sus manos, y eso que ella tenía diecinueve años, también le había dicho que ella estaba demasiada vieja y ya no le servía . Él la había pedido que dejara de fastidiarlo , y que abandonase el robo , que se buscase un trabajo como criada de una dama o que tal vez le tendiese una trampa a un comerciante rico para que se casase con ella.

Pero esto. . . esto era la traición más grande . Hubert sin duda había sobornado al carcelero y estaba circulando entre la gente vestido en con uno de sus disfraces , cortando bolsillos, ganando dinero que no tenía intención de compartir con ella.

Ella apretó sus dientes. Hubert podría haberle enseñado todos los trucos del arte de robar , pero la tenacidad era una virtud de ella . El bastardo viejo no se libraría de ella tan fácilmente.

Cuando ella se abrió camino hacia la plaza , una gran multitud ya se había reunido, apretándose para combatir el frío . Por una vez ella no estaba tentada por bolsos colgando de los brazos ni por bolsillos semi abiertos. En vez de eso, ella recorrió las caras de los espectadores buscando una figura sigilosa en medio de la multitud . Él podía estar disfrazado de limosnero harapiento , de noble distinguido o de una vieja achacada . Pero Desirée reconocería al astuto embaucador como quiera que se vistiese.
Estaba tan determinada en encontrar al traidor que no prestó atención a la pobre alma siendo conducida hacia la horca.
Cuando ella le lanzó una mirada, era demasiado tarde.
A través de la plaza abarrotada, el grito de una dama atravesó la nieve cayendo. “¡Noooo!”

Nicholas se sobresaltó. Mierda . Como funcionario del condado de Kent, era su deber presidir las ejecuciones, pero había pasado mucho tiempo desde que había asistido a una , y se había olvidado de ese sonido - el grito femenino de dolor desesperado. Y ahora estaba seguro que las varias cerveza que tenía intención de beber no borrarían ese recuerdo .
Él enderezó al viejo tembloroso que guiaba hacia la horca, quien había vacilado ante ese grito de pesar.

¿Por qué las mujeres tenían que gritar en las ejecuciones?
Por Dios, todos los hombres tenían que morir, ya sea en batallas , por una enfermedad o por la mano de un verdugo. Al menos de esa forma la esposa de un hombre condenado , o su madre o su hija podían presentarle un último respeto y orar por su alma. Y el condenado no moriría solo .

Pero sin importar cuanto Nicholas tratase de justificar la ejecución del hombre , ser el ejecutante de la muerte nunca le había sentado bien , aun cuando el castigo fuese merecido . Y en este caso, él no estaba seguro que fuese merecido. Pero el hombre se había rehusado a negar las acusaciones , tampoco eso habría cambiado las cosas . Cuando se trataba de la palabra de un ladrón en contra de la palabra de la mujer noble más rica de Canterbury. . .
“Ustedes hijos de puta ! ” la mujer gritó desde el gentío. “¡Ustedes se pudrirán en el infierno si lo ahorcan!”
Nicholas ignoró la amenaza, y le murmuró en voz baja a la víctima,
“ Ella sólo tiene miedo. Pero usted no tiene por que tener miedo . Recuerde lo que le dije.”


Hubert Kabayn, el condenado , inclinó la cabeza, tomando fuerza de las palabras de Nicholas, quien le había asegurado que tendría un fin rápido e indoloro.
La muerte no nunca había sido la parte difícil para sus víctimas. Nicholas se encargaba de eso. Él sólo utilizaba a los ejecutores más eficientes, rehusándose a dejar a los hombres colgando de la horca, sin importar lo que el gentío sediento de sangre desease .

Pero esto, la caminata d a través de la muchedumbre , era una verdadera tortura . Y todo era causado por algo más que la infaltable mujer gritando de desesperación.
Algo respecto al espectáculo de una ejecución pública transformaba a los hombres para mal . Los ciudadanos sonrientes que inclinaban sus cabezas e intercambiaban palabras amables repentinamente se convertían en marranos que gritaban y abucheaban, cuando veía a un hombre camino a la horca.

Nicholas miró los pies de Kabayn. Estaban desnudos, rojos por caminar sobre la nieve , pero él sabía que el viejo no sentía frío. Su camisa larga , blanca y fina se pegaba a su cuerpo delgado , y su cabellos canoso estaba empapado por la nieve que caía, pero el condenado estaba más allá de todas esas sensaciones.
“Déjenlo irse , bastardos ! ” la mujer gritó, su voz chillona sonaba por encima de los comentarios moralistas de los aldeanos obedientes de la ley y los gritos vulgares de los muchachos más jóvenes.

Nicholas tensó su mandíbula. ¿Las mujeres no se daban cuenta que sus súplicas eran crueles para los oídos de un condenado? ¿ Que le inspiraban una esperanza falsa? ¿Por qué no podían rezar en voz baja encomendándole su alma a Dios ?

Era lo que Nicholas siempre trataba de hacer. Él creía en la justicia, pero en una justicia rápida. Presenciar tantas ejecuciones lentas en manos de verdugos crueles, le había hecho aprender los métodos más rápidos, menos sanguinarios , menos dolorosos de causar la muerte, y él intervenía personalmente cuando era necesario. Se veía a sí mismo como un ángel de misericordia, otorgándole un gesto de caridad a aquellos hombres olvidados de la mano de Dios.
Él había acompañado a Kabayn toda la noche, pues esa era su costumbre con el hombre a quien iba a enviar a la muerte. Él había hablado poco , y había escuchado mucho , y había ayudado a que el hombre aceptase su destino inevitable.
Le había llevado al prisionero una botella de buen vino español con un poco opio. En su experiencia, las mujeres y la muerte eran más bellos cuando eran vistos después de beber un buen vino.
Kabayn había rechazado el vino. Quiso confrontar a su verdugo con la mente despejada . Nicholas se preguntó si el viejo lamentaría eso ahora.

Al pie de la horca, Kabayn se dirigió a él. Sus ojos estaban llenos de legañas, prueba de la enfermedad que lo había tenido tosiendo toda la noche y que lo habría matado en la primavera, de cualquier manera. Su voz era un silbido, . “¿Cumplirás tu promesa?”

Nicholas inclinó la cabeza. Él podía ser despreciado por algunas personas por ser el brazo ejecutante de la ley, y podía ser temido por otros por ser la mano del diablo, pero él era un hombre de palabra.
El capellán empezó a murmurar administrando el sacramento mientras el verdugo con capucha flexionaba sus manos enguantadas en preparación. Nicholas tomó una respiración profunda, dirigiendose a la multitud con un floreo dramático de su capa negra, preparándose para el espectáculo.
Un ángel de misericordia él podría ser , pero no iba a permitir que la gente de Canterburry supiese eso. Después de todo, él tenía una reputación que mantener.

Desirée pateaba , forcejeaba y lanzaba insultos al soldado corpulento que la restringía entre la multitud .
Eso no podía estar ocurriendo. No podían ahorcar a Hubert Kabayn. Él era demasiado astuto e inteligente para terminar así.

Es cierto Hubert era más malo que el pecado de Lucifer, y él podía haberse comportado como un bastardo con ella a veces. Pero él siempre había podido escapar a la ley y las autoridades , aun cuando él tuviese que recurrir a sacrificar algo del dinero ganado por el robo.

¿Qué estaba haciendo ese viejo tonto? ¿Por qué no estaba usando su lengua astuta para escapar de esto? ¿Por qué estaba subiendo la escalera hacia la horca tan complacientemente acompañado de ese bruto cruel encargado de ejecutar su muerte?
Era absurdo. Nadie superaba a Hubert Kabayn. Ella tenía que detener esa farsa de inmediato.
“Déjenlo ir ! ” ella gritó al funcionario . “¡Usted hijo del diablo!”
El funcionario no respondió .
“¡Demonio maldito !”
Sus palabras cayeron en saco roto.
“Asesino ! ” ella gritó . “Arderá en el infierno ... ”
“Silencio ! ” él rugió.
El insulto se trabó en su garganta mientras el funcionario giraba su cabeza, y aun a esa distancia encontrándola en medio de la multitud con una mirada de condenación. Repentinamente ella sintió como si hubiese inhalado nieve.
Él no habló. No necesitó hacerlo . Sus pensamientos estaban claros en su mirada oscura y amenazante.
Cállate o serás la siguiente.

Desirée no se asustaba fácilmente. Pero no era estúpida. Ese funcionario era un hombre de poder. Y la forma en que él se quedó mirándola a través de los agujeros de la capucha, parecía más demoniaca que humana, como si él pudiese abalanzarse sobre la multitud y atraparla en sus garras.

Ella tragó en seco . No le serviría de nada terminar colgada al lado de su cómplice en el crimen.

¡Maldito bruto !, ella pensó

Hubert podría ser un bribón y un tramposo, pero él no merecía morir de esa forma . Él era un hombre bueno. Tal vez no fuese un hombre honesto . Pero al menos , no era peor que la mayoría de hombres.

Para ser completamente sincera, no había afecto entre ella y el viejp bastardo que la había comprado seis años atrás a sus padres desesperados y empobrecidos. La de ellos había sido sólo una sociedad comercial, nada más. La joven Desirée había servido de distracción mientras él robaba, y a cambio , Hubert se había ocupado de que ella no pasara hambre.

Hubert nunca la había golpeado - o no muy menudo. Él nunca la había obligado a acostarse con hombres por dinero, como otras muchachas tenían que hacer. Y aunque él parecía decidido a librarse de ella últimamente, por seis años, él había ocupado de que a ella no le faltase nada . Y no era culpa de Hubert si todos esos recursos proviniesen del único talento que él poseía - manos hábiles para el robo.
Sí, él era un ladrón y un embaucador pero no merecía ser ejecutado en la horca.

“Hubert Kabayn, ” el funcionario habló en voz alta hacia la multitud , “ Está acusado del delito de asesinato.”
La mandíbula de Desirée cayó abruptamente.

¿Asesinato? Hubert no era un asesino. Él había ido a robar la casa de un lord , no había ido a quitar una vida. Debía haber habido un error.

¿Por qué el viejo no estaba negando la acusación ? él era experto en el arte de mentir. ¡Por Dios ! Los dos habían pasado años haciendo exactamente eso, sacándole dinero a los tontos con promesas falsas de salud, prosperidad, y un lugar en cielo. El viejo se había escapado de cien cárceles...

Pero no podía escaparse de eso. No se trataba del juego “arrebato, robo y me escapo”
No había modo de escapar al nudo de un verdugo.

¡El viejo estúpido! Estaba en lo alto de la escalera ahora, sus piernas temblaban . El funcionario leyó la sentencia mientras el ejecutor amarró las muñecas de Hubert y colocaba la cuerda alrededor de su cuello.
Desirée sintió que su garganta se cerraba dejó escapar un grito final de incredulidad. “¡Nooo!”
Como si el grito sólo estuviese destinado a sus oídos, el funcionario se dirigió al multitud y proclamó en tono taciturno , “ Nadie se interpone entre Nicholas Grimshaw y la ley!”


El funcionario inclinó la cabeza haciéndole un gesto al ejecutor, dándole permiso para correr la escalera.
Desirée lanzó una mirada final y cerró sus ojos con fuerza, incapaz de resistir ese espectáculo grotesco.

Pero aunque ella se pudo cegar a la imagen , ni pudo dejar de oír el chirrido ominoso de la cuerda cuando el cuerpo de Hubert quedó colgando de la horca.

Desirée se tambaleó en silencio , incapaz de moverse, incapaz de respirar, vagamente consciente de los aldeanos gritando alrededor de ella, algunos con desilusión, otros con regocijo morboso. Cuando ella finalmente se atrevió a abrir los ojos, Hubert ya estaba muerto.

El funcionario levantó su mano para aquietar las exclamaciones caóticas de la multitud .

“¡Escuchen todos !” Su voz se quebró con las palabras, como si él estuviese igualmente espantado por la brutalidad de la muerte de Hubert, y como si no fuese responsable de esa muerte.
Rápidamente él recobró su compostura, pronunciando una amenaza directa. “ Espero que lo sucedido hoy sea una advertencia para todos ustedes. Todos los asesinos en mi condado morirán . No piensen que usted pueden escapar al brazo de la justicia o que pueden ser más inteligentes que Nicholas Grimshaw. Nadie está por encima de la ley. Y uno de ustedes ... , ” él dijo, escudriñando sus caras desde las profundidades de su capa con capucha, “ perfectamente podría ser el siguiente en esta horca .”

Desirée, todavía en shock , observó como el cuerpo sin vida de Hubert, que ya no era de interés para la muchedumbre , se mecía colgado de la horca. Sintió que sus propios huesos se debilitaban , y el soldado , penando que ella ya no causaría más problemas, la soltó . Ella se hundió en la la nieve, inconsciente del frío que la rodeaba .
Por mucho tiempo ella se quedó sentada hipnotizada por el balanceo de la cuerda, mientras los copos de nieve caían sobre sus hombros encapotados.

Ella podría haber sentido poco afecto por su cómplice en la carrera de crimen, quien sin duda planeaba deshacerse de ella como si fuese basura. Ciertamente, en su caminata miserable hasta allí, ella había pensado en mil formas de castigarlo por su traición. Pero nunca le había deseado un final tan horroroso.

Nicholas Grimshaw debía haber quebrado al viejo Hubert . No había otra explicación. Hubert había estado muy enfermo últimamente, y Grimshaw debió haberse aprovechado su debilidad, obligándolo a confesar un delito que él no había cometido.

Ella no escuchaba las amenazas ominosas que el funcionario continuaba lanzándole a la multitud, ni tampoco supo cuánto tiempo estaba sentada allí. Pero cuando ella finalmente comenzó a salir del shock , la plaza se había silenciado y la mayoría de los aldeanos se había dispersado.

Pero el demonio vestido la capa negra se quedó cerca la horca, tan oscuro como un cuervo contra el fondo de la nevada, conversando con el alguacil, el ejecutor, y unos pocos otros. Un hombre bajo y gordo vestido conn ropas finas se acercó a los demás, metió la mano en su bolsillo , luego dejó caer varias monedas de plata en la palma del funcionario .
El maldito dinero por haber ahorcado a un viejo indefenso.

La imagen hizo que su furia creciera y desbordara como la cerveza almacenada por demasiado tiempo en un barril. Ella rápidamente agarró una roca con punta afilada del suelo y, con un grito ronco de pura furia, la arrojó con todas sus fuerzas.
Para su asombro, la piedra acertó su destino , estrellándose en la cara del funcionario. Él se tambaleó hacia atrás, presionando su mano en contra de su mejilla, manchando sus dedos con sangre .
“Atrápenla ! ” el alguacil gritó, desenvainando la espada.

Pero el funcionario le dio una mirada a ella y detuvo el brazo del alguacil. “Es sólo una niña. Déjela . No es la primera piedra que me tiran , sólo que esta me acertó. Y no será la última piedra.”

El alguacil reticentemente enfundó su espada, y Desirée ya se retiraba rápidamente por la senda. Podía haberse comportado imprudentemente , pero no era tonta.
Ni era una niña.

Resguardada en la pared de piedra de la parte trasera de la carnicería, ella contempló la calle angosta y larga. La nieve caía más pesadamente ahora, pero todavía podía divisar la silueta del hombre de la capa negra caminando con grandes pasos. Esa figura oscura profanaba el paisaje blanco, como un cuervo esperando para alimentarse de los despojos de su presa.
Ella lo esperaría. Ella ahora sabía que él era mortal. Sabía que él podía sangrar. Ella tocó la pequeña daga escondida entre sus faldas. La hoja estaba fría , afilada y era despiadada. . . Como lo sería su venganza.

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