domingo, 14 de septiembre de 2008

EL HIGHLANDER SILENCIOSO - CAPITULO 27

Capitulo 27


Mairi fingió dormir hasta que oyó que su marido atravesaba el cuarto y se paraba cerca de la chimenea. La silla sonó cuando él se sentó pesadamente . Poco tiempo después , ella oyó los ronquidos profundos, indicando que él se había dormido.
Alguien le había sacado la camisa de Elíled y le había colocado una camisa de ella . Era todo lo que tenía puesto . Los pantalones del muchacho habían desaparecido. Tan silenciosamente como pudo, se deslizó fuera de la cama y localizó las botas en un rincón del cuarto.
Luchando por mantener el equilibrio en sus piernas vacilantes, Mairi caminó hasta la pared donde estaban colgados sus vestidos . Escogió el más resistente, de tela rústica verde oscura, y se lo metió por la cabeza. .
Afortunadamente para su marido, ella ya no tenía la daga que sir Galen le prestado. Temía sentirse tentada a usarla, si la tuviese en sus manos.
Su rabia no conocía limites, y Mairi permitió que creciese, sabiendo que ahogaría el dolor en su corazón que podía hacerla desistir del plan en ese momento. Si por lo menos no se sintiese tan mareada , haría las cosas más rápidamente y partiría de una vez . El destino de su escape lo decidiría más tarde.
Con las manos temblorosas enrolló una capa forrada con piel de Rob para llevarlo consigo. Aunque el clima continuase seco e inexplicablemente cálido para la estación, su cuerpo parecía tener agua helada corriendo por sus venas.
Sus ideas todavía continuaban confusas, pero consideraba que esa podía ser la única oportunidad que tendría de huir. Silenciosa como un ladrón en casa ajena, ella deslizó sus pies descalzos por la escalera y avanzó escondiéndose en los rincones sombríos del grande salón. Se metió en una alcoba y se calzó las botas.
Parecía que todos los que vivían en Baincroft se habían se reunido allí. Diversos heridos yacían sobre literas en el piso , y las mujeres corrían de aquí para allá atendiéndolos . Muchos hombres estaban reunidos, bebiendo cerveza, riéndose y hablando en voz alta.
Trouville todavía estaba allí, Mairi notó . Pensó en aproximarse y pedirle ayuda . Descartó la idea, al pensarlo mejor. Él podría no creer en la historia del veneno y creer que mentía. O incluso apoyar el plan de su marido de librarse de ella. Jehan debía contar con los favores especiales de los padres de Rob, que la conocían desde niña.
Era extraño, pero o no habían notado su llegada, o no les importaba . Había mucho movimiento y, gente circulando y las puertas estaban abiertas, lo que era excelente para sus planes. Mairi vio un chal gris que alguien había olvidado sobre uno de los bancos, cerca de la pared y, rápidamente, lo recogió . Lo ató cubriendo sus cabellos y parte de su rostro . Tal vez fuese una tontería, pues estaba segura que nadie intentaría impedirle salir.
Por qué les importaría que ella partiese? Ahora, que se acercaba el momento del escape , recordó que necesitaba un caballo. Rob le habría dado uno, probablemente, y provisiones también, si ella hubiese expresado su voluntad de irse y se lo habría pedido .
Quizás él pensaba que sería mejor librarse de ella de forma permanente. Si ella estuviese muerta, él estaría libre para casarse con Jehan en ese mismo instante.
Lentamente y con la cabeza baja, midiendo los pasos, caminó hacia la puerta y salió. Aunque estuviese por atardecer, el patio estaba poblado de gente y animales, los caballos de los soldados de Trouville, los escuderos y los muchachos de los establos. La tropa debía estar haciendo planes volver a su casa en breve. Eso podía explicar por qué los portones estaban abiertos y virtualmente desguarnecidos.
Los hombres que se habían reunido cerca de los portones no le prestaron atención cuando ella se aproximó , absorbidos como estaban en sus conversaciones sobre los hechos sucedidos esa mañana.
Por unos pocos instantes Mairi se demoró , oyendo los comentarios elogiosos sobre la victoria. Ellos hablaban de la muerte de Ranald y de como ella había colaborado en el hecho . De pronto, se recordó de ese momento terrible, y su corazón se paralizó . Había cometido un asesinato... había vengado la muerte de su padre... aquello debería causarle cierta satisfacción. Pero en vez de eso, ella sintió tristeza, tanto por haberle quitado la vida a su primo, como por su maldita alma , que la había forzado a cometer un pecado mortal .
Los hombres se reían comentando la valentía de la salvaje esposa de las Highlands que lord Rob había traído. Con la mano libre, se tocó la herida en el hombro . Un arañazo nada más. Pero Ranald podría haberla partido en dos, si ella no se hubiese desviado a tiempo . Y si no lo apuñalaba, el golpe siguiente con su espada podría haber sido fatal para ella.
Ahora comentaban que los hombres de Ranald habían luchado obstinadamente hasta que algunos pocos quedaron de pie . Estos se habían rendido y quedarían prisioneros hasta que lord Rob decidiese su destino.


Finalmente, Mairi vislumbró un rumbo a seguir. Podría volver a Craigmuir, y encontrar seguridad allí. Todo lo que tenía que hacer era imaginar como hacer el viaje . Sin comida y sin dinero, cómo iba a enfrentar semejante viaje?
Mairi salió por los portones, arrastrando los pasos por el cansancio . El dolor por su matrimonio fracasado y la certera traición de Rob eran peores que los efectos del veneno. Pero no podía demorarse, pensando en eso.
Apretó la capa enrollado contra su pecho y se alejó del camino principal. No quería que Trouville la descubriese y le exigiese explicaciones. Fue hacia el bosque que quedaba al oeste de Baincroft.
Fue allí donde encontró un pony de alguno de los hombres de Ranald , las riendas arrastrándose por el suelo mientras él pastaba cerca de los límites del bosque . Dios estaba de su lado. Trouville no había capturado ese animal !

- Mairi! - Rob gritó desesperado, golpeando la puerta del cambiador vacío. Dónde demonios estaba ella?
Sus pies veloces apenas tocaron los escalones, cuando descendió la escalera corriendo, para llegar al salón. Todo estaba oscuro y silencioso en medio de la noche.
El fue despertando a los que dormían codeando a unos y pateando a otros .Les iba arrancando las mantas que los cubrían y gritaba desaforado :
- Despierten ! Mierda! Ayúdenme a buscarla!
Las antorchas comenzaban a ser encendidas. El salón cobró vida nuevamente.
- Mi esposa desapareció ! - él anunció, luchando por permanecer calmo. - Ella está enferma. Hay que encontrarla!
El salió corriendo hacia las barracas. Despertó a los soldados.
Y la búsqueda comenzó. Cada rincón de Baincroft fue revisado. Ninguna señal de lady Mairi. Con cada nuevo reporte negativo , Rob se ponía más desesperado, Mairi no estaba en ningún lugar dentro de las murallas. Nadie la había visto. Simplemente había desaparecido.
La acusación en los ojos de ella, cuando había recobrado la consciencia todavía lo atormentaba. Ella lo había visto abrazando a Jehannie, y él no le había dado explicaciones. Instintivamente, sabía que Mairi había partido de Baincroft por voluntad propia, tal vez llevada por la desesperación y el dolor de la traición.
Enferma de rabia y sintiéndose traicionada, la pobre nunca podría sobrevivir a los peligros de la noche en el bosque . Los animales salvajes y la exposición al frío eran las principales preocupaciones de Rob. Ladrones y bandidos rara vez asolaban las tierras alrededor de Baincroft, pues nadie deseaba enfrentar su cólera. Sin embargo , esa posibilidad no podía ser descartada. Rob se forzó a no pensar más en el asunto, para no enloquecer.
Deseó que su padre y sus soldados se hubiesen quedado a pasar la noche. Rob podría mandar un mensajero, pidiéndoles que volviesen , pero la ayuda iba a demorar. Él necesitaba ponerse en acción y rápidamente .
Uno de los muchachos de los establos le trajo su caballo, y Rob no perdió tiempo. Tomó una antorcha encendida. Con el resto de su tropa fue hacia los portones.
-- Ella debe haber ido hacia el oeste - le dijo a sir Galen, quien cabalgaba a su lado. Luego , recordó de algo que ella había escrito en los pergaminos , cuando habían comenzado el intercambio de confidencias durante el viaje. Era un sueño de ella, un sueño de toda la vida, conocer una ciudad.
- Vamos hacia el este, a Edimburgo - Rob enmendó la orden .
Las nubes cubrieron la luna. Había poca esperanza de encontrar a su esposa, a menos que la encontrasen accidentalmente . Rob suspiró al darse cuenta de la futilidad de su búsqueda, pero no podía abandonarla. No, mientras hubiese la más remota posibilidad de que pudiesen localizar a Mairi.

Mairi no tenía intención de dormir. después de conducir al pony que había encontrado a un lugar entre los árboles, lo había amarrado allí, para que ambos estuviesen bien escondidos, hasta que Trouville y sus hombres hubiesen dejado Baincroft.
Mientras esperaba, había considerado prudente descansar un poco para la larga cabalgata nocturna que la aguardaba . Sin embargo , no se había despertado a la hora que había planeado. Era de día ahora, y el sol bañaba los muros del castillo, cuando ella miró hacia el este.
Los portones continuaban abiertos, ella notó . Se preguntó si el padre de Rob había resuelto esperar al amanecer para partir.
Detrás de ella, el pony relinchó, moviéndose inquietamente y tironeando la cuerda con que ella lo había atado . El animal necesitaba de ejercicio, Mairi supuso. No era falta de comida, pues había abundancia de pasto y su estomago estaba distendido , y parecía a punto de estallar.
Mairi se desprendió de la capa que la había mantenido caliente y le había permitido dormir toda la noche . La tela todavía conservaba el olor de su marido, lo que no era un recuerdo bienvenido después de todo lo que había acontecido. Dobló la capa y la sujetó a la silla de montar .
El bosque a su alrededor parecía darle la bienvenida a ella y al pony . Los pajaritos cantaban, obviamente sin miedo a los intrusos, y ella podía oír el murmullo de agua corriendo sobre piedras muy cerca.
Pensando en lavarse y en darle de beber al pony, tiró de las riendas y se puso a vaguear por entre los árboles, hasta encontrar el riacho.
Mairi se arrodilló al lado de la corriente y bebió algunos tragos de agua helada. Se lavó el rostro y lo secó con las mangas de su vestido. Luego , se sentó en el pasto y comenzó a analizar racionalmente todo lo que había acontecido desde la batalla.
Las telarañas que parecían oscurecer sus ideas desaparecieron de su mente, llevándola a una percepción mas clara de la situación, y lo que descubrió no fue algo que le agradó. Su fuga, de repente, le parecía una cobardía. Y, de ninguna manera , le hacía justicia a la imagen de una mujer que había enfrentado y derrotado a su mayor enemigo.

- Por qué debería huir? - ella le preguntó al pony.
El animal relinchó, golpeó con una de las patas en el suelo y bajó la cabeza para beber.
- Cómo Rob MacBain se atrevió a pensar en librarse de mí y encima conservar aquello que es mío? Yo quiero... voy a exigirle que me devuelva mi dote !
El animal resopló.
- Yo no me acobardo ante el poder de un lord ! - ella se levantó y golpeó su propio pecho con una mano . - No soy una rubia tonta que le tiene miedo a gente como a MacBain y a esa bruja mal parida .El pony devolvió a su mirada furioso una plácida mirada de aprobación.
Mairi dio tres pasos largos a la derecha y se volvió , dando tres otros pasos en dirección opuesta, dirigiendo una mirada profunda a su interlocutor.
- Yo soy Mairi de Maclnness, vayan sabiendo eso ! Y ya que he resuelto no quedarme aquí , voy a recuperar lo que me corresponde antes de partir! Si lord de MacBain quiere librarse de mí , deberá devolverme las tierras de mi dote! Y no me contestes que esas tierras no valen nada, porque eso no importa. Es una cuestión de justicia y de dignidad. Yo soy Mairi de Maclnness y no me voy de un lugar escapándome entre gallos y medianoches, yo me retiro de los lugares con la frente en alto y con lo que me pertenece!
Ella levantó el dedo índice para enfatizar su discurso. El pony ni se movió .
- Si! Por qué tengo que salir perdiendo ? Yo no hice nada malo , sólo hice aquello que una buena esposa haría. Cómo se me puede haber ocurrido volver a Craigmuir y vivir como una sierva en mi clan, cuando tengo las tierras de mi propiedad para cuidar? No me volveré con las manos vacías! Y no trates de disuadirme - Mairi advirtió al animal.
Mairi agarró las riendas del pony y lo llevó de vuelta por entre los árboles hacia camino. Antes de perder la impetuosidad que la dominaba, montó y partió al galope en dirección a los portones del castillo de Baincroft.

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