sábado, 23 de agosto de 2008

EL HIGHLANDER SILENCIOSO - CAPITULO 1

CAPITULO 1


Highlands , Escocia. Verano de 1335

Qué estaba haciendo él en ese lugar?
No necesitaba una esposa tan desesperadamente, se dijo Robert MacBain a sí mismo . Sin embargo , allí estaba, en el medio de un lugar desconocido, en esas colinas extrañas. Y para casarse con una novia que nunca había visto, una novia que probablemente debía estar mas temerosa que él en relación a todos los aspectos de ese acuerdo.

Aun así , estaba obligado a seguir adelante, Thomas de Brus había viajado desde muy lejos y había pasado medio año para arreglar ese casamiento. Y se había visto obligado a eso , en forma urgente, porque su hermana había rechazado a Rob había roto un compromiso de toda una vida. Rob no había tenido el coraje de rehusarle eso al amigo , dejándolo con esa culpa pensando en sus hombros. Ahora, sin embargo, deseaba haber esperado que Thomas se recobrase del fracaso de ese compromiso . Pero la fecha de llegada de Rob ya había sido combinada. Y su nueva prometida lo esperaba.
Y de ese modo , allí estaba él, enfrentando el único miedo que lo podría asustar. El miedo a lo desconocido, la materialización de sus peores pesadillas. Ese no era un miedo que pudiese admitir en voz alta. Ni una cosa que pudiese evitar.
Miró a su alrededor y hacia arriba , a los picos color gris tenebroso que definían a las colinas de las Highlands* (Nota de traductor: en inglés Highlands significa Tierras Altas) . Esa región amenazadora le parecía muy diferente a las Lowlands* (Nota de traductor: en inglés Lowlands significa Tierras Bajas), el lugar que él llamaba su hogar. No guardaba semejanza con ninguno de los varios lugares del continente que él había visitado , al participar de los torneos con su Hermano, Henri.
Rob no deseaba estar en ese lugar, pero, a pesar de eso, sus aromas peculiares y la belleza increíble lo fascinaban, Decidió, por eso , que debía fijarse en los aspectos favorables del viaje en vez de concentrarse en sus temores.
Su prometida de las Highland tendría la belleza del lugar en que habitaba ? Sería muy diferente de las mujeres que él había conocido en el pasado ? Lo complacería esa mujer o le causaría repulsa? O tal vez provocaría en él ambas sensaciones. Aunque sus temores no se habían disipado del todo, ciertamente se habían tornado más soportables. Esa mujer podía hacer que todo aquello valiese la pena. Thomas le había afirmado que ella era muy bonita, mucho mas que apropiada.
El inhaló profundamente el aire frío y seco de las montañas y
sacudió la cabeza para apartar las preocupaciones inútiles. Le gustase o no la joven, ella sería su esposa, su familia y Thomas dejaría de preocuparse de él. Rob necesitaba tener un heredero. Incluso si ella no fuese la persona adecuada, debería aceptarla como esposa, ya que tono se había tomado tanto trabajo.
Uno de sus hombres, Newton, tiró las riendas de su corcel y esperó hasta que Rob se aproximase.

- Craigmuir está poco después de aquellas colinas, mi Lord . - Apuntó hacia arriba , a la derecha. - Quieres descansar? Arreglarse un poco? - Newton le codeó el pecho y arqueó una ceja. - Tu novia te espera! La sonrisa divertida en el rostro de Newton le dijo a Rob que él debía estar sucio, después de una semana viajando con la misma ropa.
- Hay un arroyo un poco más adelante, que debemos cruzar, para llegar allá.
Rob aceptó y cabalgó delante de Newton. Los caballos, oyendo el ruido del agua corriendo ,se pusieron a trotar.
Su padre le había enseñado que, en cualquier confrontación, Rob debería mostrarse y reaccionar como si ya hubiese conquistado el mundo. hasta ese momento, ese consejo lo había ayudado y mucho. Y habría de ayudar loen ese día.

- El está llegando! él está llegando! - gritó el centinela, en la almena. Corby saltaba de alegría, apuntando al sur.


Mairi Maclnness se negó a mostrarse ansiosa. Especialmente cuando todos en Craigmuir, actuaban como si los artistas y acróbatas de Navidad fuesen esperados. Se suponía que tenían buenas razones para tanta excitación, con la fiesta y los preparativos para la inminente boda. Para ellos, sería un bella celebración. En cuanto a ella , se guardaría la opinión hasta saber si tendría
algún buen motivo para celebrar.

Su padre se unió a ella en los escalones de entrada.
- Es mejor que esperes allá adentro, mi palomita - él le aconsejó. - Me gustaría encontrarlo yo primero.
Mairi aceptó , pero no se apartó muy lejos , y ciertamente no fue a su cuarto para esperar a ser llamada. En vez de eso, se dirigió al pequeño aposento que su padre usaba para registrar sus cuentas y guardar sus libros de contabilidad . Desde allí , podría ver todo lo que pasase en el salón , sin ser vista. No quería sorpresas. Si el hombre se mostrase repugnante, eso le daría tiempo para preparar una reacción apropiada para cuando fuesen presentados. Mientras esperaba, Mairi enderezó una vez más el escote de la blusa, arregló las faldas, ajustó el cinto de donde colgaba una bolsita y la vaina de su daga. Satisfecha por estar tan presentable como fuera posible, ella se puso, entonces, a mirar ansiosamente la puerta del salón .
Sus ojos se abrieron maravillados, cuanto, finalmente, lo vio entrar. Por Dios , el recién llegado era impresionante, más alto que su padre, y su belleza opacaba la su primo, Ranald.
Incapaz de contener la curiosidad, desesperada por mirar más de cerca al extraño que había venido a desposarla, Mairi decidió que se arriesgaría a parecer ansiosa, después de todo .
Ellos habían parado al lado de la tribuna. Mairi se aproximó por detrás y por la derecha de su padre y se quedó en silencio , como era apropiado. Su momento de hablar llegaría , y no tan pronto como le agradaría.
EL emisario del barón de MacBain había llegado para hacer los arreglos del acuerdo matrimonial dos meses atrás. Ella lo había encontrado muy brevemente, sin embargo había sabido por qué el hombre estaba allí hasta que él había partido . Después de haberla informado de manera sucinta de los planes de casamiento, su padre no había hablado más sobre ese hecho, sin importar cuanto ella lo había importunado preguntándole sobre el asunto.
Mairi se había preparado para rehusarse si su prometido no fuese de su agrado, no obstante su padre ya había comenzado con los preparativos para el casamiento hasta los mas mínimos detalles, como la calidad de las cintas de su camisa.
Ella lo perdonaba por eso , pues parecía que él había hecho lo mejor, después de todo . Su madre , de estar viva, se sentiría orgullosa de los arreglos realizados por su padre y de la aceptación obediente de Mairi.
Qué agradable sorpresa que el pretendiente fuese joven y fuera un hombre presentable, pensó Mairi. Ella ya tenía veinticuatro años, unos diez años más de la edad que hombres de la nobleza buscaban en una esposa. Ella había esperado encontrar un prometido que se sintiese atraído por su dote en primer lugar , su cabellos y sus dientes , que estaban completos.
Que el elegido no fuese un hombre de las Highlands la complacía . Dejar el lugar de nacimiento sería poco sacrificio, y eso no le preocupaba a Mairi. Pues toda su vida ella había ansiado tener aventuras , viajar y conocer nuevas tierras, aún cuando pensaba como era improbable que eso sucediese.
Extrañaría a su padre, por supuesto. Aunque él, la mayor parte del tiempo, le dedicase casi la misma atención que daba a sus perros, ella sabía que él la amaba mucho. Si no era así, por qué él se ocuparía de castigarla,
de vez en cuando , y de aconsejarle que fuese más prudente y cuidadosa?
Como ella nunca había conocido a su madre, él debía sentirse obligado a transformar su única hija en una dama digna. Mairi se sentía feliz de que él la quisiese lo suficiente como para molestarse en corregirla .
EN ese instante, su padre encabezaba su lista de personas favoritas, simplemente porque había elegido un marido tan distinto para ella.
Dejando de lado los ataques ocasionales de los vecinos, la vida en Craigmuir se era excesivamente aburrida. Los clanes rivales cabalgaban por la zona, robaban unas pocas cabezas de ganado, cabalgaban de vuelta a sus tierras. Y luego , los hombres de su padre partían para ejecutar la venganza : recuperaban los animales y se traían animales de sus vecinos . Mas allá de cuidar a los pocos heridos , oír insultos cuando un ataque fallaba, ninguno de esos hechos afectaba la rutina de vida de Mairi.
Y ahora, tenía delante de sí una gran esperanza de cambio. Ese hombre tenía cabellos castaños claros, aclarados por el sol, peinados recientemente y llevaba despejada su frente ancha. Sus ojos grises oscuros parecían no perderse nada, aunque él no se hubiese tragado en seco como hacían algunos, al entrar en el salón cavernoso. Debía estar acostumbrado a vivir en ambientes mucho más amplios y mas ricos.
Mairi deducía eso por la túnica de lana que usaba , estaba espléndidamente bordada, sus pantalones ajustados, mas allá de su excelente armadura, que parecía más cara que la de su padre. O de cualquier otro guerrero que ella hubiese visto .
Las espuelas de plata y la cota de malla que él usaba lo distinguían como un caballero, y como un noble . Pero ella ya sabía eso . Uno de los pocos detalles que conocía era su título de barón.
El tenía un aire serio y noble. ella sonrió, dándole la bienvenida, desde su lugar, detrás del lord, esperando una respuesta pronta que pudiese significar un gesto de amistad . Sin embargo , a juzgar por sus actitudes contenidas, el hombre podía haber sido confundido con una persona antipática . No le devolvió la sonrisa. Pero... bien... él no debía todavía no sabía quien era ella, pensó Mairi consolándose.
Ella apretó los dientes y conservó la sonrisa, silenciosamente determinada a no hacer juicios precipitados. El debía estar tan preocupado como ella estaba, en relación a ese primer encuentro.
Su padre todavía no había notado que ella estaba presente, pues ella se había colocado fuera de su vista. él acababa de saludar a su sobrino y hacía las presentaciones.
- Lord Robert MacBain, barón de Baincroft, le presento a mi sobrino y sucesor elegido, sir Ranald Maclnness. - él inclinó la cabeza en dirección a su sobrino que iba a ser el Lord de los Maclnness, después de su muerte.
Ranald era un hombre alto y robusto, de treinta años, que parecía maldecido por una tonta y perpetua sonrisa de excesiva confianza en sí mismo . Los ojos oscuros intensamente examinaron al huésped al mismo tiempo que la mirada gris del hombre se concentraba en él.
Aunque Ranald usase espada, espuelas y otras indumentarias de un caballero, Mairi sabía que él no poseía ninguna de las cualidades de carácter requeridas para quien quisiese honrar ese título. Caballerosidad, humildad y honor eran valores desconocidos por él. Mairi se preguntó si eso sería tan obvio para alguien que nunca lo hubiese visto antes . Sin embargo , el bello rostro del lord MacBain permaneció tan inexpresivo que ella no pudo deducir lo que él pensaba.
- Sir Ranald - dijo MacBain secamente, el nombre pareció sonar como un vocablo extraña en su boca.
El extendió el brazo y, después de una corta vacilación, Ranald le apretó
la mano rápidamente.
- MacBain - Ranald retrucó, con un desprecio obvio, ignorando su título de barón. Un insulto flagrante.
Mairi sintió una puntada en el pecho . Ranald tenía un propósito secreto para estar allí , y no era apenas la curiosidad de conocer a su prometido. El venía solicitando para sí mismo ese honor y con bastante regularidad, para disgusto de Mairi.
- Lamento no poder quedarme para la boda - dijo Ranald. - Debo retornar a Enslor antes de mañana.
- Espera encontrar problemas? - preguntó el lord.
- Nada que no pueda resolver - le respondió Ranald secamente. - Es una cosa de poca importancia que tengo que hacer en estos días, lamento no poder quedarme para aliviar tus muchos deberes aquí.
El padre de Mairi suspiró.
- Tu ambición muchas veces es admirable, Ranald. Sin embargo, no estoy muerto todavía, como puedes ver.
Aquello podría terminar en otra pelea familiar, pensó Mairi, con aprensión creciente. Y como eso sería vergonzoso. su mirada se desvió hacia lord MacBain, quien observaba a su padre y a Ranald con agudo interés.
Ranald llevó una mano a su pecho, con un gesto de irónica aflicción.
- No interpretes mal mi oferta de ayuda, mi Lord , - Miró hacia atrás y clavó sus ojos demoníacos en Mairi. - Así como si interpretaron mal mis frecuentes propuestas para convertirme en tu yerno .
Lord Maclnness resopló poco elegantemente .
- Ser mi sobrino es un vínculo suficientemente cercano para mi conveniencia. El clan te escogió como sucesor hace muchos años, y tendrás tus derechos, pero no a través de mío o de mi hija.
Ranald miró de arriba a abajo a Mairi y luego sonrió, con su sonrisa maligna. Cuántas veces él había actuado así, amenazándola silenciosamente con las cosas que le sucederían si la agarrase a solas?
De repente, MacBain se colocó entre los dos, deliberadamente obstaculizando la visión de Ranald. Solamente entonces él interrumpió el examen descarado y se apartó.
Gracias a Dios él se fue, la cercanía de ese hombre le ponía la piel de gallina .



Cuando, finalmente, estuvieron libres de la presencia de Ranald, su futuro esposo se volvió y la miró directamente a los ojos, como si ella fuese la única persona en el mundo que valiese la pena mirar. Ella se sintió bien, en ese mismo instante. Un tanto acalorada, tal vez , pero bien.
Dios le salvase el alma, ese hombre podría encantar a un cactus . Ella se sintió totalmente decepcionada cuando él desvió la mirada para enfocarla en su padre, con expectativa.
En ese momento, por primera vez, desde que había descubierto que estaba por casarse , Mairi Maclnness sintió un estremecimiento de ansiedad.
Por supuesto, tenía otras razones para esa sensación. Nunca se le había pasado por la cabeza que él sería tan guapo o con una presencia tan imponente, dada la obvia reticencia de su padre a hablar con ella sobre el casamiento o su prometido .
- Lord MacBain, esta es mi hija, Mairi Maclnness - dijo su padre, como presentación, llevándola hacia adelante, para que quedase frente a frente con su pretendiente . - Esta es su prometida.
De nuevo, ella se convirtió en el blanco de esa mirada penetrante. Los ojos color acero enmarcados por largas pestañas se abrieron ligeramente con ávido interés, tal vez incluso con deseo. Mairi casi se estremeció.
Cautelosamente, como si juzgase que ella podría rehusar el gesto, él extendió su mano ancha, la palma callosa hacia arriba . Mairi se entregó a su caricia y observó como él llevaba sus dedos a los labios. Ella suspiró. El tenía labios maravillosos. Sus ojos no se apartaron de su rostro mientras esa boca finamente esculpida casi tocaba los nudillos de sus dedos. Ella sintió la respiración caliente sobre el dorso de la mano , lo que provocó un hormigueo que le subió por el brazo y que no se detuvo en su hombro.
- Mi Lord - ella lo saludó . Deseaba no haber hablado tan bajo y sin aliento, pero su porte y su presencia imponente la habían subyugado .
- Mi lady - él murmuró, con voz profunda, completamente desprovista de cualquier inflexión.
Ella no pudo definir si le gustaba el sonido de esa voz . Sin embargo , del resto de su persona ciertamente no podía quejarse, de él fluía el aroma as especias costosas de Oriente. Clavo de la India , ella decidió, respirando profundamente. Y canela, que ella adoraba. Su cuerpo tenía un rico aroma , pensó Mairi, acostumbrada a estar con hombres que sólo olían a hedor de sudor y de caballo. Su padre carraspeó .
- Pase, siéntese y descanse - él ordenó, con voz altisonante, atravesando
El saló en dirección a la chimenea. - Traigan cerveza para nosotros ! - él prácticamente gritó las palabras a los siervos que ahora se alborozaban alrededor de las mesas, preparándolas para la cena.
- Padre! Por favor, Habla más bajo - Mairi lo reprendió en voz baja , codeándolo en el brazo.
El se limitó a rezongar en voz casi inaudible, sin mover los labios.
- Me entristece decirte esto , pero debes tener paciencia y piedad. La falta de audición, muchacha. Debería habértelo mencionado antes.
Mairi suspiró, preocupada, pero no en demasía. Ese tipo de deficiencia era esperable en un hombre de edad avanzada como su padre . Sin embargo , no era necesario que todos compartiesen su problema . Sin embargo , el joven barón no parecía haber notado los gritos de su padre . Tal vez comprendiese la situación, después de todo su padre era un hombre mayor .
Para su sorpresa, su prometido no tomó la comodidad de las únicas dos sillas con almohadón , dejándolas para su anfitrión y su hija. Una deferencia semejante , tanto para Mairi como para el viejo Lord , le hablaban de los buenos modales de ese hombre.
Por qué , entonces, su padre parecía tan inquieto? No temeroso, exactamente, pero ciertamente en guardia ... . Probablemente su padre estaba preocupado de que ella pudiese avergonzarlos.
No esa vez. Esta vez ella controlaría su conducta precipitada e impulsiva . Nunca más se iba a precipitar en una acción o en un juicio, olvidándose de la cautela y los buenos pensamientos.
No estaba mostrando justamente eso en este mismo momento ? Cada
movimiento que el barón hiciera, ella lo evaluaba con gran cuidado. Después de todo, su futuro dependía de cuan bien ellos dos se entendiesen .
Mairi inclinó la cabeza con modestia y se arregló las faldas, luego preguntó suavemente:
- Tu viaje hasta aquí debe haber sido notable , verdad , mi Lord ? Las colinas son fascinantes en esta época del año, verdad ?
El la ignoró completamente como si ella no existiese, toda su atención concentrada en su padre.
- Me pregunto si encontraste alguna dificultad en el camino, o si el viaje fue tranquilo - ella continuó gentilmente, y luego esperó alguna respuesta de él.
El no le dio ninguna, manteniendo los ojos en el anfitrión como si esperase que él reprendiese a su hija atrevida por hablar tan libremente. Su padre le envió una sonrisa de advertencia, cuando ella lo encaró.
- Deja de ser impertinente - él murmuró, haciéndola callarse.
Aquello atrajo la atención de MacBain. él inclinó ligeramente la cabeza hacia ella, como si hubiese visto un insecto en el piso .
- Me juzgas impertinente por hablar? - ella provocó al barón , olvidándose de la cautela . En verdad, desafiándolo directamente .
Eso le hizo ganarse un encogimiento de hombros, casi imperceptible. Sus labios se curvaron, pero no en una sonrisa , sino en un gesto de ligera irritación.
Y ella había pensado que ese hombre tenía buenos modales? Qué carácter horrible! Deliberadamente se rehusaba a responderle. Un cretino , un patán... O serí que consideraba a las mujeres como seres inferiores? O era algo contra ella en particular? La encontraba ofensiva y repulsiva ? Se había equivocado cuando su mirada le había parecido de interés ?
Cuando MacBain habló, no fue con ella. El había dejado de examinarla y dirigía la mirada a su padre.
- Cuándo podemos casarnos? Preciso volver a mi casa - él dijo muy lentamente, en el mismo tono brusco y bajo que no variaba en su modulación.
Cada palabra, él la pronunciaba separadamente, como si fuesen palabras aisladas y no una frase. Sería que pensaba que su padre era medio retardado? O pensaba que un Lord de las Highlands no estaba acostumbrado a comprender el inglés correctamente ? De cualquier manera, él no
tenía derecho a insultarlos . Craigmuir podía ser un lugar aislado, pero sus lords ciertamente eran personas educadas. Lord de Maclnness había viajado constantemente durante su juventud , y sabía leer y escribir . Incluso El mismo había insistido para que su hija fuese enseñada a leer y a hacer cuentas.
Su padre suspiró tristemente, al responder:
- Ustedes deben casarse pronto, supongo , ya concordamos respecto a eso. - Entonces, como si todavía no le hubiese respondido, su padre forzó una sonrisa y levantó la cabeza y el tono voz: - Pronto!. Ustedes pueden casarse esta semana!.
- Esta semana! -- exclamó Mairi. Miró furiosamente a su padre, dispuesta a conseguir que le prestase atención a ella. El no se daba cuenta que ella necesitaba conocer a ese hombre antes del casamiento? Si, en verdad , iba a haber un casamiento , ella pensó desconfiada. Aunque era guapo, joven y rico, Mairi no estaba sujeta si le gustaba ese hombre.
Con un gesto seco de aceptación , MacBain se volvió hacia ella.
- Estás de acuerdo ?
Finalmente! El se había dignado a notar que ella estaba presente en la conversación , incluso hasta podía hablar. Si había algo que ella detestaba, era ser ignorada.
Mairi sonrió dulcemente.
-- Estás bromeando , seguramente, mi lord! Alguna vez has sabido de alguna solterona de mi edad que haya rechazado un casamiento? Sin embargo, vos
deberías pensar dos veces esto, ya que aquí vos te llevas más de lo que negociaste !
- Mairi! - su padre la retó jadeando. - Cuida tu lengua!
Ella se levantó y se volvió hacia él, dándole la espalda al barón.
- Qué pasa? Tengo veinticuatro años, padre. Nadie en este lugar parece haber notado mi edad en estos últimos doce años. Ahora, invitas a este hombre para que me saque de sus manos lo más rápido posible ? No te das cuentas que él apenas puede mirarme! Ni siquiera me responde a una simple pregunta.
Su padre se llevó las manos al pecho y puso sus ojos en blanco como si le hubiese dado un ataque de apoplejía. Mairi no creyó en esa charada ni por un instante. Era un recurso usado para hacerla sentirse culpable y ganarse un pedido de disculpas. Bien, su padre no conseguiría eso , ella decidió, no después de intentar casarla con ese cretino maleducado.
- Quieres que me disculpe, papá? -- dijo ella, con toda la arrogancia que pudo reunir . - Me voy a retirar y te dejo con tu huésped! Estoy segura de que él no me va a extrañar . - Con el mentón erguido y sin otra mirada a su antiguo prometido, ella se encaminó hacia la escalera .
Por más guapo que fuese el hombre, ella no se dejaría seducir por alguien que probablemente había sido sobornado para desposarla. Por su apariencia y por el modo en que se comportaba, su padre no le había pagado lo suficiente como para hacer que ese canalla odioso estuviese contento con la transacción comercial .
Ella había vivido sin un marido durante todos esos años y la había pasado muy bien . Por qué aceptar a un hombre que no la consideraba digna de una sonrisa , de una palabra amable o incluso de una segunda mirada ? Qué se fuese al diablo . Ella permanecería solterona.
.
A Rob le gustó el balanceo de aquellas caderas bien formadas que la muchacha del bonito cabellos rubios exhibió al retirarse. Una lástima que no hubiese entendido ni una palabra de lo que ella había dicho y que no pudiera adivinar la razón por la cual Mairi había dejado la sala.
El había descubierto que el modo extraño de expresarse de los habitantes de las Highlands era difícil de entender, especialmente cuando alguien hablaba tan rápido como ella lo había hecho y sin casi mover los labios. El viejo lord hacía esfuerzos para que Rob lo comprendiese, pero la joven no se había mostrado comprensiva . Posiblemente, ella no se había dado cuenta que debía actuar así.
Podía ser eso ? No le habían contado? Thomas le había dicho que había insistido para que la novia supiese todo antes del casamiento . Rob había establecido ese hecho como una condición imprescindible antes de que su emisario lo enviase a buscar.
El había expuesto su preocupación. Thomas nunca le mentiría, no acerca de eso. La mujer sabía todo respeto a su futuro marido . Ella simplemente no sabía cómo lidiar con la situación. Eso podría serle enseñado con facilidad.
Mairi Maclnness era una mujer hermosa, y de ninguna forma era la muchacha tímida que él había temido encontrar. Thomas no le había dicho su edad, pero Rob adivinaba que ella debía haber pasado los veinte. Cosa que le agradaba.
La rabia que había mostrado para con su padre le había traído un bello rubor a su cara . Los ojos azules habían chispeado cuando ella lo había incluido en su ataque de enojo. O cualquiera fuese el sentimiento que hubiese causado tanto disgusto en ella. Rob estaba satisfecho de ver que la joven no era pasiva y que poseía coraje . Eso era bueno, pues ella iba a necesitarlo .
De nuevo, él encaró la lord.
- Ya le contó a ella?
- Qué ? - preguntó el viejo lord, cautelosamente, su mirada huyendo , evitando los ojos de Rob.
Rob lo miró con firmeza, esperando. No le importaba abordar un tema que ese hombre ya sabía, pero que, obviamente se sentía reticente a discutir.
- Si, se lo dije, pero fui muy breve al respecto . - él dejó colgar su cabeza y , en seguida, la enderezó nuevamente , - Lo dejé para lo último - admitió Lord Maclnness.
-- Lo último? - repitió Rob, tratando de entender la rabia de la joven . - Para último ... sería ... cuándo se lo dijo ?
El lord pareció avergonzado y pasó la mano por sus cabellos grises.
- Hoy . Ahora mismo.
- Mierda ! - Rob suspiró profundamente y sacudió la cabeza .
- Ella se va a acostumbrar - respondió Maclnness, en un tono esperanzado. - Mairi es una muchacha sensata… y gentil - el padre agregó .
- Cuando le dijo - preguntó Rob, escondiendo su aprensión -
Ella se enojó ? -
Rob se dio cuenta que no quería que ella lo rechazase. Que otras lo hiciesen , a él no le importaba. Excepto Jehannie. su traición casi lo había destrozado. Desde que ella había roto el compromiso matrimonial de tantos años , él
ni siquiera había pensado que pudiese llegar a querer casarse con alguien .
Si no necesitase un heredero para Baincroft, Rob jamas habría aceptado que Thomas arreglase un matrimonio para él. No tenía prisa en casarse . No, hasta haber visto a esa mujer…
- No! No! No fue eso lo que la enojó - le aseguró el lord, sacudiendo la cabeza, - Ella quiere ser cortejada, creo. Todas las mujeres quieren eso del romanticismo.
Rob asintió. Necesitaba cortejarla , por supuesto. Podía hacer eso , aunque tuviese poca inclinación para esos juegos amorosos. Tampoco consideraba que el romanticismo fuesen necesario bajo esas condiciones. Mierda! Era un matrimonio arreglado! El contrato nupcial ya había sido firmado. La mujer ya le pertenecía . Todo lo que faltaba era firmar los documentos del casamiento, pronunciar los votos… y acostarse con ella, y por supuesto, consumar el matrimonio . No era que él se hubiese olvidado de eso, pero ahora que la había conocido ....
Rob se mordió el labio inferior por un segundo, se dio cuenta de lo que hacía, y pronto sus facciones se suavizaron. Si él no la cortejase de la forma apropiada, como el padre de ella había sugerido , ella podría desear olvidar ese detalle final de la ceremonia, que Rob estaba tan ansioso por cumplir.
Ella podría descartar a consumación del matrimonio , y él nunca tocaría esa piel sedosa, o sentiría de cerca ese sutil olor a rosas que emanaba de ella . Por no mencionar los otros placeres que su entrepierna ya anticipaba.
Iba a cortejarla , pero no lo prolongaría mucho . Ahora, la única cosa que quería era casarse y volver a su hogar.
Cuando llegasen a Baincroft, pronto la muchacha se daría cuenta que no había tenido razón para dudar de su capacidad para cuidarla a ella y a los hijos que tendrían juntos. Allá, entre su propio gente, él tendría su mejor oportunidad para impresionar a su esposa.
Sin embargo, si ella desease ser constantemente cortejada y quisiese oír palabras dulces día tras día, después del casamiento, podía olvidarse de eso . Rob había intentado enamorara su primera novia tan pronto como ella había tenido la edad apropiada. Y aquello no había terminado bien.
Su amado padrastro y su hermano tenían razón, todos aquellos años, le habían advertido que no demostrase ningún sentimiento tierno. Le habían dicho que él debía cultivar un comportamiento serio y comedido para ganarse el respeto de todos .
Aunque ellos le habían dado ese consejo para aplicar en las tratativas con otros lords, caballeros, y hombres negocios, Rob se había preguntado si el consejo no se aplicaría también a las mujeres.
Debería fingirse enamorado sonriente y provocarle dolor a esa muchacha, como siempre había hecho con las mujeres que procuraba complacer? O debería permanecer indiferente, ya que ella era una mujer de la nobleza y estaba dispuesta a ser su esposa? Le gustaría que Trouville o Henri estuviesen allí para aconsejarlo.
No le gustaba estar lejos de Baincroft, especialmente en ese lugar extraño donde apenas conocía a los cuatro hombres que lo habían acompañado en el viaje. Debido a su origem plebeyo, no podía mantenerlos cerca en esas reuniones delicados con su futura esposa y lord de Maclnness.
Si Thomas hubiese venido , para hablar en su nombre, las cosas podrían estar saliendo mejor . Y todo eso no sería tan complicado . Desgraciadamente , su amigo estaba en cama, en Baincroft, con una pierna quebrada.
Rob maldijo su suerte, la pérdida de los servicios de su compañero y administrador, en un momento tan crítico. La ausencia de su característica confianza lo incomodaba. Y todo eso era culpa de Jehannie, por supuesto.
Dos episodios habían marcado una pérdida de confianza en sí mismo el rechazo de su padre y el rechazo de Jehannie cuando se había rehusado a casarse con él.
Desde esa ocasión, la duda aumentaba con cada nueva relación que entablaba . él debía, de alguna forma, volver a conquistar la confianza en sus propios valores y capacidades . Su madre había batallado continuamente para inspirarle confianza en sí mismo. Pero Rob dudaba que pudiese recuperarla allí y en ese momento , rodeado de tantas personas extrañas.
Sólo habría sido su falta de cortesía lo que había hecho huir a lady Mairi ? No importaba cuanto él desease creer eso, Rob encontraba difícil creer que sólo fuese eso , especialmente teniendo en cuenta lo que ella acababa de saber sobre él. Ese conocimiento, sin duda debía formar parte de su huida.
Bien, eso era problema de ella . Si no pudiese soportar esa carga en su vida, o el precio de la dote había sido pagado. Ella tendría que honrar el contrato firmado por su padre. Y Rob la tendría como esposa.
El lord parecía sentirse miserable, Rob notó. Tristeza por perder a su hija, sospechó . Perderla y entregarla a un hombre como MacBain no debía ser fácil para él.
Rob admitió que probablemente se sentiría de la misma manera en iguales circunstancias . Thomas le había dicho que le había explicado todos los detalles a Maclnness. Y como el lord sólo había contado a su hija hacia pocos minutos, ella no debía conocer toda la extensión de los hechos.
Quedaría más tranquila si supiese que la sordera de Rob no se transmitiría a sus hijos? Su madre le había asegurado eso , puesto que él había sido capaz de oír por algunos años después del nacimiento. Una fiebre le había robado la capacidad de oír.
La ayudaría saber que él lograba oír algunas cosas? Rob maldijo sus propios pensamiento engañosos . Los sonidos graves de los tambores y los silbidos agudos no contaban, pues no podía oír nada entre esos dos sonidos extremos. No, probablemente a ella no le importasen los detalles mas finos del asunto. Para hablar honestamente , él era sordo como una piedra. Y eso era todo.
El contrato le había costado mucho , porque Maclnness no había aceptado dejar que lady Mairi lo desposase, al principio, como le había contado Thomas . Sin embargo , el; lord necesitaba asegurar el futuro de su hija, ahora que se estaba haciendo vieja. Rob podía no ser capaz de oír a la muchacha, pero podía hacerla una mujer muy rica.
A cambio del precio de la novia, Rob ganaría una propiedad en ruinas cerca de la frontera, como dote. Un pantano en medio de rocas . Se había desviado en el camino de su viaje para examinar la propiedad. Sería lo mismo que haber aceptado a una mujer sin dote, pues la propiedad no tenía ninguna utilidad para él. Pero sabía que eso no podía ser hecho , no se rechazaba una dote, ni siquiera en las clases más bajas, aunque Rob se contentase sólo con una cosa, después de haber conocido a la muchacha.
Sólo quería un hijo como heredero. Considerando su sordera, probablemente ninguna otra familia de la nobleza que supiese de su sordera le entregaría una hija.
Rob supuso que debía concederle algo a Maclnness, ante esa verdad cruda.
- Durante dos días la cortejaré - le prometió a Maclnness, extendiendo dos dedos hacia arriba , para enfatizar sus palabras. - Después , ella y yo nos casaremos y partiremos.
El lord se hundió en la silla y aceptó. Luego , levantándose penosamente, señaló las mesas en la cabecera del salón .
- Venga, vamos a comer.


Rob tomó asiento en el lugar de honor. Lady Mairi no apareció en el salón.
El lord nada dijo hasta que terminaron la comida. sólo entonces, se volvió , y miró a Rob, con la frente fruncida.
- Va a ser bueno con mi Mairi? Le gustó ella a pesar de todo lo que pasó ?
El corazón de Rob se compadeció con la evidente preocupación paterna que podía ver en los ojos del viejo lord y procuró confortarlo, como pudo.
- Si, mi lord -- afirmó Rob , intentando permanecer indiferente y fallando miserablemente. - Ella me gustó.