lunes, 25 de agosto de 2008

EL HIGHLANDER SILENCIOSO - CAPITULO 3

Capítulo 3


Incapaz de distinguir amigos de enemigos en medio de la confusión, él procuró descubrir donde estaban sus hombres. Markie yacía tirado en el suelo , un agujero abierto en su pecho , los ojos vacíos mirando al cielo. A pocos pasos, estaba Elmore, su cuerpo robusto sumergido en un charco de sangre. No vio a Newton. Ni a Andy .
Su mirada rápidamente se detuvo en una capa azul oscuro que estaba desplegada como alas sobre el terreno cerca del charco. El lord!
MacBain espoleó el caballo y avanzó en medio de los atacantes,
derrumbándolos con golpes de espada. Una figura pasó por al lado él y rumbeó hacia el cuerpo caído.
- Mairiiiii! - gritó Rob, saltando de su caballo. Maldita mujer! él no había ordenado que se quedase en el bosque ? Un enemigo lo atacó en el momento en que agarraba Mairi por la cintura. Justo a tiempo, él se desvió a un costado y levantó la espada, alcanzando a su oponente. La espada del atacante pasó a pocos centímetros del rostro de Mairi.
El rugió, retirando la espada del cuerpo sin vida, furioso y afligido por llevar su a novia a un lugar seguro. En la desesperación , él retrocedió hasta la pared do barro, arrastrándola consigo.
- Quédate aquí ! - Rob ordenó.
Mairi le desobedeció una vez más , se desprendió y corrió hacia su padre, que luchaba para ponerse de rodillas. Rob se libró de un hombre más que le lo habría partido en dos, si no hubiese reaccionado rápidamente , entonces, fue unirse a ella. Prácticamente arrastrando al lord, él refugió al padre y a la hija en un rincón , entre la almena del castillo y la armería, manteniéndose en guardia contra cualquiera que pudiese herirlos.
Vio, de reojo, a Andy en el parapeto de la muralla, blandiendo un puñal corto con aire de venganza. El muchacho le hizo señas y apuntó hacia un montículo de cuerpo amontonados cerca del portón. Levantó la mano y cerró el puño, haciendo un señal que usaban para el nombre de Newlon . Luego, Andy giró la palma hacia arriba y después hacia abajo . Newton, muerto. Maldición!
Rob hizo un gesto, indicándole que había comprendido . Del contingente que había venido con él a Craigmuir a buscar su novia, sólo él y Andy habían sobrevivido. Apenas podía esperar para tomar a su prometida dejar esa tierra maldita. Quería irse de allí cuanto antes .
Los torneos no le habían enseñado nada? El se había apartado demasiado, ese era el problema. Había actuado como un adolescente en un día de picnic, abrigando en su pecho esa profunda reverencia por la vida contra la cual su padre lo había alertado, exponiéndose a aquellos que podrían hacerle mal. Trouville lo había alentado a viajar por el continente europeo con Henri, y, en consecuencia, Rob había estado ausente cuando el joven rey de Inglaterra había invadido Escocia, dos años atrás. Ahora, Rob deseaba haber estado allá. Le Faltaba experiencia en grandes batallas.
Aquí, no había juegos de combate con reglas establecidas de antemano y un clarinete indicando el final de la pelea. Aquí los hombres se estaban muriendo! Mairi había escapado de la muerte por muy poco y él mismo casi no había podido defender su propia vida. Aunque no temiese a la muerte,
tampoco le daría la bienvenida.
Había llegado el momento de fortalecerse, de nuevamente eliminar cualquier empatía o simpatía que pudiesen marcarlo como una persona débil. De ser el guerrero para lo cual había sido entrenado de forma tan dura. Para matar y matar, en caso contrario, ser muerto.
Rob respiró profundamente y observó la batalla, buscando identificar características en los combatientes. Los hombres que reconoció de la noche anterior, en el salón de Craigmuir, parecían un poco más refinados que los brutos , que los atacaban, esos invasores eran un grupo de hombres harapientos y sucios. Y, por el momento , estaban ganando la batalla.
Rápidamente, se volvió y levantó al lord herido, colocándolo de pie,
- Entren ! - le gritó a Mairi, con una mirada rápida, después de verificar que la armería estaba vacía, la empujó a ella y a su padre dentro del recinto . - Cierra la puerta!
Considerando que los dos estarían a salvo allí, más que en cualquier otro rincón en esas tierras olvidadas por Dios, Rob respiró profundamente y partió hacia el combate.
Cuando el tañido de metales y los gritos finalmente disminuyeron, Mairi oyó golpes frenéticos en la puerta . Asustada, ella espió por una hendija entre las tablas y pronto abrió la puerta. El joven Davy, el escudero de su padre, entró corriendo,
- Ha visto a mi Lord ? - preguntó el muchacho, cayendo de rodillas en el suelo de la armería, al lado de su amo. - Mi Lord?
- Entonces, todo acabó ? - indagó Mairi, con aire ausente.
- Si ! - replicó Davy, la voz era una mezcla de temor y respeto. - Los atacantes retrocedieron y huyeron. Lord MacBain partió detrás de ellos.
Por el amor de Dios , él es implacable! - comentó Davy entonces, su mirada se fijó en la herida de su amo, - Esto está muy feo, mi lord!
Mairi lo empujó hacia afuera .
- Trae algunos hombres. Necesitamos llevar a mi padre al castillo. Aquí está muy oscuro para tratar esa herida. - Mairi colocó las dos manos sobre la puñalada profunda en el estomago de su padre. - Corre pronto, Davy! -
Su padre podría no pasar de esa noche, ella se dio cuenta pero no iba a desistir, - Aguanta , papá - ella murmuró, luchando para darle confianza a su voz.
La débil sonrisa del lord la preocupó más que una dura reprimenda. Una de sus manos enormes la agarró por el puño.
- Hija, vete … vete de Craigmuir, antes de que Ranald te descubra aquí , cuando vuelva...
- Ranald? - El horror que Mairi sintió hizo que esbozase una sonrisa de disgusto. - Si, debería haberme imaginado que esto es obra de él.
- Maldito canalla! Ese bastardo cobarde no usó su propia espada hoy, te lo puedo asegurar!
- No, él debe estar en algún otro lugar, para que pueda parecer inocente. Pero volverá cuando haya oído que estoy muerto, hija. él es mi sucesor, Dios nos ayude.
Mairi levantó la cabeza en un gesto de desafío.
- Podemos defender a Craigmuir de las pretensiones de él, de alguna forma podremos...
- No, él ocupará mi lugar aquí , Mairi. El clan ya decidió eso años atrás - él argumentó jadeante. - Pero él no tendrá a mi niña. Se lo dije… nuestro parentesco es demasiado cercano para que ustedes dos....
- Hay una razón mayor para no aceptarlo ! - exclamó Mairi. - Me mataría primero!
El lord cerró los ojos y sonrió.

- Cásate con MacBain esta noche, Mairi… y vete, antes que sea demasiado tarde.
- Shhh ! - respondió ella, para hacerlo callar. Ella iba a casarse , pero no partiría. - Ranald mandó esos hombres a sembrar muerte, padre. El debe ser castigado por eso , no debe recibir a Craigmuir como premio!
- Puede ser, pero él … él lo conseguirá, a pesar de todo - insistió el lord. - Vete , palomita . Por favor!
- Como quieras, padre.
Ella no iba a partir, por supuesto. Jamas abandonaría a su padre cuando él yacía allí, mortalmente herido. Ni iba a desertar su hogar, entregándolo como un premio al bastardo de su primo . Pero se iba a casar con MacBain tan pronto cuanto fuese posible. No sólo para satisfacer la voluntad de su padre. Ese también era su deseo.
Ranald Maclnness jamas podría reclamarla como esposa, ni aunque tuviese que casarse con el propio diablo en persona para impedirlo. Afortunadamente , no necesitaría llegar a tanto. Tenía un marido a mano, gracias a las previsiones de su padre.
Cuando los hombres llevaron al lord para al salón, Mairi lo acomodó tan cómodo como era posible. Alguien trajo una pila de sabanas y pieles de animales de su cama y las colocó sobre una de las largas mesas, usadas para las comidas.
Aquello le pareció a Mairi como el ataúd de un difunto, y quizás pronto lo sería. Ella finalmente había detenido la hemorragia, pero no a tiempo para salvarlo . La túnica, las sabanas que lo cubrían, las mangas de su vestido, todo estaba empapados de sangre. Pronto, su padre no pertenecería más a este mundo, y ella lo sabía.
- Estoy con vos, padre - murmuró. - Estoy aquí.
El padre Ephrían había llegado y había administrado los ritos. Ahora, vagaba por allí, rezando silenciosamente por su viejo amigo y lord. Había sido un duro
deber para él.
Dónde estaba MacBain? Mairi imploraba a los cielos que él llegase a tiempo, su padre descansaría en paz si pudiese presenciar el casamiento y supiese que por lo menos ella había cumplido una parte de su pedido. Era lo mínimo que podía hacer por él, además de lamentar su pérdida y, después , vengar su muerte.
Eso, ella se juró, lo haría. Era su deber y el deseo más profundo de su corazón. Ranald Maclnness iba a morir de un modo cruel por lo que había hecho ese día. ella podía ver sus cabellos negros flotando al viento, su sonrisa permanentemente congelado en su cara .
Una hora más tarde, cuando ella ya casi había desistido, MacBain entró, seguido por varios de los hombres de su padre. Ahora ya no tenía la apariencia de un prometido galante , traía una expresión salvaje en su rostro y había probado ser un guerrero valiente . Su padre lo había elegido un marido para su hija de forma sabia. Y para Craigmuir. Al ver que MacBain se quedaba parado a la distancia y permanecía en silencio, Mairi le pidió que se acercase .
- Debemos casarnos ahora - ella le anunció, enfatizando cada palabra, temiendo, por alguna razón oscura, que él pudiese objetar la decisión.
El se limitó a mirarla, con una mirada de interrogación en sus duros ojos grises.
- Mi padre se está muriendo. El quiere verme casada con vos , sin demora. Yo también quiero eso .
El padre Ephrían sacó unos pergaminos preparados antes de su llegada , y se los extendió a MacBain .
En instantes, ellos habían firmado los papeles, y el contrato oficial estaba firmado. Aún sin los votos pronunciados, eran marido y mujer. Todo lo que faltaba eran las palabras de aceptación y , más tarde, la consumación. Mairi agarró la mano de MacBain, ansiosa de proseguir con la ceremonia, por el bien de su padre.
El lord los observaba desde la mesa sobre la cual yacía. Con gran esfuerzo para contener las lágrimas, Mairi le sonrió , diciéndole, con la mirada , cuanto lo amaba.

No importaba que él hubiese sido un viejo cascarrabias que la había censurado mucho más de lo que la había elogiado. Ella podía ver su cariño ahora mucho más claramente que nunca.
- Lord Robert Alexander MacBain, desea tomar a esta mujer, Mairi Maclnness, como su esposa? -- preguntó el sacerdote.
- Si - respondió el lord, en un tono ronco, apretando gentilmente la mano de ella .
Mairi notó las manchas de sangre en las manos de ambos y se estremeció con horror. Aquello le pareció un mal presagio para el matrimonio . Qué estoy haciendo?, se preguntó ella. No, se respondió a sí misma, ese matrimonio será feliz. La sangre derramada iba a unirlos inexorablemente.
Observó al barón retirar un anillo de oro de su dedo pequeño y colocarlo en su dedo anular. Parecía un círculo de fuego, caliente por el calor de la batalla, húmedo y engrasado por el sudor y la sangre que él había exudado por ella y por la gente de ella. Mairi cerró el puño para mantenerlo el anillo en su lugar. Un puño cerrado, señal de una venganza prometida que debía ser honrada.
- Lady Mairi Maclnness, desea tomar a este hombre como marido?
Ella levantó los ojos hacia MacBain, Robert, como acabara de enterarse , y se dio cuenta de una ligera aprensión en su mirada . Temía que ella pudiese responder no?
- Lo deseo- ella declaró, y asintió con la cabeza, para enfatizar su aceptación . No dejaría ninguna duda. Era su voluntad . Era la esposa de ese hombre, ahora. Tan pronto como fuese posible, iba a asegurarse de que nada ni nadie pudiese alterar esa condición.
Extraño y atemorizante como era, lord MacBain sabía luchar y había hecho todo lo que había podido para salvarla a ella y a su padre, durante el ataque. En ese momento , Mairi no lograba pensar en una elección mejor que esa como marido.
Su nuevo lord podía no ser de las Highlands , pero era un escocés de verdad. Y cuando el matrimonio hubiese sido consumado en la cama , él sería su familia, y entonces podría comandar a los hombres de su padre, dándole órdenes para ejecutar la venganza.
Ranald Maclnness debía morir a manos de MacBain, y su marido se convertiría en el Lord de Craigmuir. Ella ya había tomado esa decisión. Y ningún hombre, ni siquiera su padre, jamas había sido capaz de disuadir a Mairi Maclnness, una vez que ella había decidido un curso de acción.
Esa noche , Rob se quedó sentado, al lado de Mairi , cerca del lecho de muerte del lord. De vez en cuando , ella se inclinaba y arreglaba las mantas, acariciaba la frente de su padre y le sujetaba la mano. Su fuerza y su coraje impresionaron a Rob, Ni siquiera por un momento ella lloró por lo que estaba por venir.
Una sola vez ella pidió disculpas para subir y fue por poco tiempo. Pero el suficiente. El viejo lord se levantó y balbuceó una órdenes expresas a Rob, diciéndole que se llevase a Mairi de allí con la primer luz del día. El hablaba con dificultad, aunque pronunció las palabras claramente.
- Ranald a desea… el ... mi lugar aquí. No importa lo que Mairi diga ... quiero que se la lleve.
Rob asintió , comprendiendo, y apretó la mano temblorosa que el lord le ofrecía.
- Déjeme con mis hombres - instruyó Lord Maclnness, - Viajen ... rápidamente . Y cuiden su retaguardia.
Rob no preguntó por qué . No necesitaba hacerlo . Cualquier hombre que desease a lady Mairi no renunciaría ella con facilidad. El heredero del clan Maclnness iba a insistir. Si estuviese en su lugar, Rob ciertamente haría lo mismo. La mujer era un tesoro por el cual valía la pena luchar.
- Te lo imploro, no descanses hasta que saques a mi muchacha de las Highlands . Nunca más la traigas de vuelta. Prométame que honrará mi último deseo! Júrelo !
Qué alternativa le quedaba a Rob sino empeñar su palabra? El pedido de alguien que estaba muriendo era sagrado, y después de todo se trataba del padre de Mairi, su esposa.
Llevando la mano a su espada, Rob la empuñó y la levantó para que el viejo la viese. Inclinó la cabeza y posó sus labios contra el cabo de la espada y , luego, la elevó un poco más, como si jurase sobre la cruz formada por la empuñadura y la hoja.
- Lo juro - Rob declaró.

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