Capítulo 8
Los pulgares estaban comprimiendo su traquea. El peso del cuerpo del hombre inmovilizaba el de ella, sólo dejando libres sus brazos. No era MacBain!
Ella comenzó a empujarlo , luchando frenéticamente por respirar. Pero no podía emitir ningún sonido.
Llena de desesperación , llevó la mano a la cintura, luchando en vano por encontrar la vaina de su faca. El hombre la trababa, y ella no podía alcanzar el arma.
No podía morir! No allí ! No de ese modo!
Chispas blancas aparecían delante de sus ojos. Los pulmones le ardían . Mairi sabía que tenía pocos instantes para librarse. con un último esfuerzo, cerró los puños y golpeó con ellos, con todas sus fuerzas, en las sienes del atacante. El gruñó . Mairi continuó luchando, enterrando sus uñas en las muñecas del animal, intentando girar su cuerpo debajo de su peso.
En el instante en que se rindió a la evidencia de que era inútil seguir presentando pelea , inexplicablemente él pareció alejarse de ella. Las manos se soltaron de su cuello tan de repente, que la cantidad de aire que entró en sus pulmones la sorprendió . Pero no logró moverse .
Sonidos metálicos , de cuerpos y un gruñido horrible y amenazador, mezclado con gritos desesperados pidiendo piedad llenaron el aire nocturno . El terror la inmovilizó. Mairi simplemente no podía moverse .
Oía la voz de Andy gritando, los relinchos de los caballos asustados, palabras duras gruñidas, gemidos , lamentos, súplicas e insultos. Nada de eso la hizo moverse . Sólo se ocupaba de llenar sus pulmones hambrientos de aire.
Ella descubrió que le dolía respirar y sus ojos se llenaron de lágrimas . Quería gritar su agradecimiento, expresar su alegría de estar viva, pero ningún sonido escapaba de su garganta lastimada, ni siquiera un suspiro. Mairi se estremeció, cerrando los ojos.
Los abrió cuando unos brazos fuertes la rodearon. Presa de un terror renovado, ella se debatió hasta que una voz profunda y monocorde quebró su resistencia con palabras sin sentido.
MacBain la abrazó , protegiéndola con su cuerpo y pasando su mano suavemente por sus cabellos . Instantes después él la alzó en sus brazos y la cargó hasta cerca del fuego. Andy se apresuró a arrojar más leña para volver a encender las llamas, y se agachó allí, mirándolos con preocupación. MacBain se agachó y se sentó , sujetándola en su regazo.
- Date vuelta - él ordenó.
Mairi se dio cuenta que la orden era para Andy y no para ella, cuando el escudero se dio vuelta y quedó de espaldas.
Las caricias de MacBain inmediatamente se convirtieron en una exploración sensual de su cuerpo. Sus dedos largos y sensibles buscaron la articulación de los hombros de Mairi y rápidamente descendieron por uno de los brazos y, después , por el otro.
El presionó levemente sus caderas mientras examinaba su rostro. El contacto la calentó, pero al mismo tiempo, ella sintió un temblor recorrerle la espina dorsal . Intentó apartarlo cuando él le levantó las faldas, encima de las rodillas. De repente, se dio cuenta , con un terrible pudor , qué clase de abuso él quería constatar. Se quedó inmóvil. En ese momento , estaba imposibilitada de decirle que no había violada.
Delicadamente, él frotó la palma de su mano por la extensión de su vientre, en un contacto íntimo absolutamente delicado , cariñoso y no invasor . Con un suspiro de evidente alivio , él lentamente apartó la mano y la abrazó , envolviéndola en su regazo como una madre haría con un bebé asustado.
Vencida, Mairi comenzó a sollozar. Enterró su rostro en su túnica suave, los dedos aferrados a la tela, sin importarle el frío metálico de la cota de malla que protegía el pecho de MacBain.
Ali estaba segura. Allí estaba el protector que la había salvado de una muerte segura, nuevamente. Quería poder quedarse allí para siempre.
El la mantuvo abrazada por algún tiempo, pasando suavemente su mano por sus brazos, sus cabellos y su espalda, transmitiéndole su calor para que pudiese expulsar el horrible frío del miedo. Mairi no tenía recuerdos de que alguien la hubiese confortado y protegido de esa manera, con tanta ternura.
Las lágrimas se detuvieron finalmente, y ella movió la cabeza, buscando mirarlo.
- Estás herida? - Rob preguntó . La intensidad de su mirada la quemó. - A dónde?
Ella levantó la mano temblorosa hasta el cuello y se estremeció con el recuerdo de la presión que casi la había matado.
El se movió , aproximándose al fuego y apartándola para poder examinarla. Con la frente fruncida, tocó su piel y luego sacudió la cabeza , los ojos estaban llenos de pesar.
- Puedes hablar? - él preguntó con una misma entonación monocorde .
- No. Me duele mucho. No logro ... - ella murmuró lentamente, con inmensa dificultad.
Rob inclinó la cabeza hasta que su frente tocó la de ella. Su mano apoyada en su nuca, con una presión suave. Luego él acercó los labios y la besó suavemente, en la sien.
Ese gesto le trajo a Mairi el recuerdo del modo en que su padre la trataba cada vez que ella se lastimaba siendo una niña. Su padre le pellizcaba la nariz, la besaba en la frente y decía que fuese valiente, que iba a sobrevivir. De alguna forma, las palabras de su padre debían haber calado profundamente en ella , pues Mairi sintió un ansia de asegurarle a MacBain que ella no era una florcita frágil , que no importaba cuanto se asemejase a una en ese instante. Ella se forzó por sentarse y sonreír . - Estoy bien - ella rezongó, inmediatamente silenciando su dolor, olvidándose del enojo que había querido demostrarle a su marido .
Rob juntó las cejas y colocó un dedo sobre sus labios.
- Quédate quieta!
Mairi sacudió la cabeza , asintiendo, manteniendo su sonrisa con determinación. A MacBain le importaba el bienestar de ella, Mairi decidió. Realmente le importaba.
Ella miró de reojo a su alrededor , buscando el cuerpo del asesino que la había atacado . Sin duda su marido había acabado con él, quien quiere que fuese.
- Nuestro prisionero. - MacBain señaló el lugar donde habían amarrado al cautivo.
Entonces, el sujeto había conseguido liberarse. Pero , si así había sucedido , por qué no había huido cuando se había visto libre de sus ataduras? Por qué se había quedado y había intentado estrangularla mientras estaba dormida ? Ella ni siquiera lo conocía.
Incapaz de formular esas preguntas, Mairi hizo un gesto de desaliento y dejó caer sus hombros, exhausta.
Qué importaba eso ? MacBain no podría responder por el hombre y probablemente lo había matado. Era improbable que pudiesen descubrir por qué ese sujeto había cometido ese acto de tanta torpeza.
- Ven a acostarte - él sugirió, y la colocó delicadamente sobre el pasto, a su lado. Se estiró y la acomodó contra su pecho fuerte. - Duerme - Rob murmuró, - Yo estoy aquí.
Y realmente lo estaba, ella pensó, con un suspiro de satisfacción. Se sentía segura al cerrar los ojos y darle la bienvenida al sueño.
Sin embargo, una ligera puntada de rabia permanecía en ella , por el rechazo anterior de MacBain a acostarse con ella. Si él hubiese estado donde debería estar, ningún hombre se habría atrevido a acercarse . Mairi se preguntó si la sensación de culpa podía haber contribuido a toda esa ternura que MacBain le demostraba ahora.
Cualquiera fuesen sus razones o sus defectos, ella siempre estaría agradecida porque él hubiese vuelto a tiempo para salvarla. Guardarle rencor no tenía sentido. Necesitaba acabar con el resentimiento que su rechazo le había causado. MacBain obviamente había reconocido el error cometido y ahora se mostraba mucho más deseoso de acostarse a su lado .
Mairi se movió , apretándose contra él, invadida por una sensación de tranquilidad que su cuerpo fuerte y caliente le transmitía. Mairi no pudo dejar de sentir que su miembro se ponía duro . Entonces no era por falta de deseo que su marido la había rechazado anteriormente. Realmente estaba muy claro que él la encontraba deseable. Entonces, por qué no había construido un refugio más privado ? Rob podría haber arreglado un modo de estar a solas, si lo hubiese querido. Pero no lo había hecho y ese era el problema.
No era falta de ... virilidad , Mairi pensó, apretándose contra él para constatar su erección.
Oh, si, él definitivamente, estaba bien dotado .
Por ahora haría lo que él le había aconsejado y descansaría. No tenía derecho a exigir mucho más de su marido esa noche. Además , ella se sentía demasiado cansada y desgastada emocionalmente como para intentar seducirlo.
Conquistarlo para que él ejecutase su venganza podría esperar por algún tiempo más.