domingo, 23 de noviembre de 2008

LOBO DOMADO - CAPITULO 5

CAPITULO 5

Dunstan estaba satisfecho. Habían recorrido una buena distancia en el primer día y habían acampado a la orilla del camino. Había visto muy pocas veces a la muchacha y no había habido reportes de ningún contratiempo causado por ella. Todo llevaba a creer que la petulante en enana había resuelto someterse a la disciplina.
El día había amanecido bonito y con una temperatura agradable , lo que llevó a Dunstan a decidir que la comida del final de la mañana sería hecha allí mismo, bajo la sombra de algunos frondosos árboles. Después de todo , no estaban participando de una expedición militar, sino sirviendo de escolta a una dama, aún tratándose de una dama tan poco ... tan excesivamente .... tan ... tan irritante.
Después de comer rápidamente pan con queso él tomó un poco de agua e inspeccionó la caravana, verificando como estaban los caballos y procurando palpar el estado de ánimo de los hombres. Acostumbrados a acompañarlo en viajes, ellos también comieron rápidamente y Dunstan no vio motivos para quedarse por más tiempo en ese lugar. Aunque el verano ya estuviese próximo, no podían estar seguros que el buen clima continuaría . Podría ocurrir una súbita caída de la temperatura. Si eso fuese acompañado por lluvias fuertes, el camino se transformaría en un lodazal.
- Prepara la partida - él le dijo a Walter, quien transmitió a orden a los demás
Dunstan se quedó observado mientras los hombres desarmaban rápidamente el campamento y montaban sus caballos. Todo parecía en orden, hasta que notó que no veía a lady Warenne. Su caballo estaba allí, pero sin nadie encima . Pronto a su lado vio una criada de mayor edad montando una yegua mansa.

- Dónde está tu ama ? - inquirió Dunstan.
Una sonrisa casi sin dientes apareció en el rostro arrugado de la mujer.
- No sé , mi lord . La habrás perdido?
Dicho eso la anciana soltó una carcajada estridente, un sonido que agredió los oídos de Dunstan. La dureza con que él la miró , rápidamente la silenció.
- Revisa los carros, Walter - gritó Dunstan.
Mujeres! Lady Warenne seguramente estaba sacando o guardando algún objeto personal en uno de los baúles. Enaguas , medias , peinetas, el espejo o un chal. Todas cosas imprescindibles... Mierda! Eso atrasaría la partida . Irritado con el contratiempo, Dunstan se aproximó a su caballo con las manos en la cintura, examinó el área a su alrededor . La última vez que había visto a la muchacha, ella estaba comiendo bajo la sombra de un árbol de limones. Tal vez hubiese entrado en uno de los carros, pero comenzaba a dudar de eso. Algo parecía estar fuera de lugar y Dunstan no había conseguido el título de caballero ignorando los presentimientos que tenía.
- Ella no está en ninguno de los carros, mi lord informó Walter, confirmando las sospechas de Dunstan.
Después de respirar profundamente , intentó controlar la rabia para poder pensar fríamente . Ningún asaltante podría haberla secuestrado, no con tantos hombres armados presentes y sin que nadie presenciase el ataque . Por otro lado, ellos no se habían internado en el bosque, lo que descartaba el ataque de animales salvajes . Si algo había sucedido con la muchacha, sólo podía ser fruto de una iniciativa de ella. Con el semblante ofuscado Dunstan se dirigió al árbol donde la había visto por última vez.
- Tal vez haya resuelto hacer una caminata por el bosque y ahora no sabe como volver - sugirió Walter, espiando por entre los árboles.
Era una posibilidad, ya que esa muchacha parecía suficientemente independiente y cabeza hueca como para hacer ese tipo de cosa . Siendo así, sería necesario prolongar la parada para que se organizase un grupo de búsqueda, algo que enojaba mucho más a Dunstan .
Entonces él siguió la mirada de Walter, pero sin ver ninguna señal del paso de alguien por entre los arbustos. Desmontando, se arrodilló y examinó el terreno. Aunque el suelo estuviese blando en algunos lugares, no había evidencia de pasos de alguien apartándose del árbol. Por otro lado, era necesario pensar en el hecho que una muchacha tan bajita seguramente dejaría pisadas muy leves.
Lady Warenne! - gritó Dunstan, sin oír respuesta. - Lady Warenne! Me estás oyendo? Estás herida?
Silencio respondió esas palabras. Después de soltar una serie de palabrotas en las que se acordó de todos los parientes de Lady Warenne , Dunstan ordenó a sus hombres que buscasen en los alrededores hasta que esa estúpida mujer fuese encontrada. Desgraciadamente ella era el único motivo de ese viaje y no podía volver a Wessex mientras no la entregase a su tío, sana y salva.
Montando nuevamente y dirigiendo el animal hacia los árboles, Dunstan intentó no pensar en el atraso que ese contratiempo causaría. Procuró no profundizar sobre el impulso de sacudir a esa idiota hasta que se le cayeran los dientes . Pero era difícil apartar de su mente esos pensamientos así como controlar su rabia.
Después de una hora Dunstan estaba furioso. Habían rastreado cuidadosamente el bosque, el camino y los campos circundantes , pero sin encontrar ninguna pista de lady Warenne. Era como si hubiese desaparecido en el aire sin dejar rastros. Con los dientes apretados, Dunstan condujo el caballo de vuelta al lugar donde la caravana había pasado la noche y se obligó a reconocer la verdad.
No le había gustado la tarea de acompañar a una mujer temeraria de vuelta a su casa, pero mucho menos le gustaba saber que ella lo había tomado de idiota . Y estaba seguro que esa era exactamente la situación que enfrentaba . De alguna forma, la muchacha había escapado por propia voluntad .
Dunstan se recriminó por no haber tomado esa tarea más seriamente . Había dejado que su mente se dispersase con los problemas que tenía para resolver en Wessex en vez de concentrarse sólo en la misión que tenía en manos . Debería haber mantenido un ojo en la muchacha, ya que sabía que ella no quería volver con su tío. Pero quién iba a pensar que una mujer sola e inexperta se aventuraría en un camino tan lleno de peligros sólo para no ser obligada a volver a Baddersly?
El escape había sido tan bien planeado que era comprensible la delantera que lady Warenne había conseguido en relación a ellos. Mierda! Ella lo había engañado como a un niño de tres años. En otras circunstancias Dunstan hasta sentiría admiración por la habilidad de la mujer, pero no ahora. Cada minuto perdido en esa búsqueda significaría mayor perjuicio para él.
Por un buen tiempo Dunstan se quedó mirando el lugar donde la caravana había acampado, todavía levemente esperanzado de que surgiese alguna pista. Finalmente tomó una decisión y miró a Walter.
- Nos vamos ! Den vuelta los carros , volvemos a Campion. Es muy posible que ella esté yendo allá.
Con los ceños fruncidos , los hombres comenzaron a maniobrar los carros para hacer el camino de vuelta.
Cuando la caravana se puso otra vez en movimiento, Dunstan notó una rápida mirada que Walter le dirigió . Era como si su vasallo y amigo estuviese preguntando: « Qué hará tu padre cuando regresemos sin la muchacha?» Pero Walter no haría tal pregunta y Dunstan consideró mejor no pensar en el asunto. Jamás había fracasado en el cumplimiento de una tarea y no planeaba dejar que eso sucediese ahora.
Cerca de dos kilómetros mas adelante Dunstan paró y ordenó a los hombres que hiciesen una nueva búsqueda en las cercanías. Mientras tanto él volvería hasta el lugar desde donde habían partido.

Cuando llegó cerca, desmontó y caminó silenciosamente hasta un punto desde donde podía ver el limonero debajo del cual lady Warenne había comido. Se recostó contra otro árbol, cruzó los brazos y se quedó parado, atento a todo lo que sucedía.
No necesitó esperar mucho. Pronto se oyó un ruido peculiar en las ramas del limonero y Dunstan se aproximó, moviéndose silenciosamente. ya estaba debajo del árbol cuando vio un zapato verde descendiendo . En seguida apareció un tobillo bien torneado, protegido por una media oscura, y poco después el borde de una falda color esmeralda. Con una sonrisa maliciosa, Dunstan se quitó los guantes y levantó una de las manos para apretar ese tobillo.
- Carajo ! - gritó lady Warenne, soltándose de la rama y cayendo directamente en los brazos de él.
Dunstan, jamás podría imaginar que una persona tan menuda pudiese tener tanta energía, pero la verdad era que esa mujercita se debatía como un halcón. Incluso se vio forzado a empujarla contra el tronco del árbol, inmovilizándole las muñecas .
- Basta! lady Warenne - ordenó Dunstan, con severidad.
Sólo entonces ella pareció reconocerlo y se quedó inmóvil , mirándolo con aquellos enormes ojos. En ese instante Dunstan sintió un súbito cambio en sus reacciones , la rabia se había disipado por completo. Era como si estuviese hipnotizado por aquellos ojos castaños maravillosamente enmarcados por largas pestañas negras .
Al mismo tiempo, sintió que estaba con su cuerpo apretando el de ella contra el tronco del árbol. Los pechos de Marion eran abundantes y sus manos estaban tocando sus nalgas generosas. La capucha de Marion estaba bajada, revelando bucles desordenados como si ella hubiese acabado de levantarse de la cama. Su cara estaba rosada y los labios llenos y entreabiertos en un silencioso asombro. Un punto en la base del cuello blanco latía descontroladamente y Dunstan notó que la respiración de ella era muy irregular.
Sorprendido, se dio cuenta que, debido a la excitación sexual que sentía presionaba su miembro contra la ingle de Marion. Y no conseguía apartar sus ojos de los de ella, como un ave que hubiese caído en una trampa. sin pensar en lo que hacía, presionó todavía más su cuerpo contra el de ella.
Dunstan cerró los ojos al darse cuenta de una verdad innegable : deseaba a esa mujer. Y era un deseo tan intenso y fuerte que llegaba a atemorizarlo. sintiendo su cabeza mareada y la sangre caliente en sus venas, soltó una de las muñecas de Marion para recorrer con la mano esas nalgas voluptuosas, poco después el costado de la cintura y finalmente...
Dios, cómo quería tocarla! Quería meter la mano por debajo del escote de su vestido para sentir en su palma el contacto de aquellos pechos maravillosos. Dunstan pasó su pulgar por las costillas de Marion y sintió un escalofrío, consciente de que sólo la tela do vestido le impedía tocar directamente la piel de su pecho .
Marion no emitió ningún sonido y él abrió los ojos para mirarla. Ella no le temía. Tenía miedo de alguna otra cosa , pero no de él. Dunstan soltó la otra muñeca y levantó la mano izquierda lentamente, ya que no quería asustarla. Quería sujetarla por la nuca para pegar sus labios a los de ella. ..
Entonces él lanzó un gemido ronco y retrocedió, soltándola. Marion fue deslizándose por el tronco hasta que cayó al suelo a los pies de él. Rehusándose a mirarla, él se volvió y silbó para llamar a su caballo. No era hombre de tomar a una mujer contra su voluntad , Dios sabía eso! Pero, entonces, por qué casi había forzado a la joven que su propio padre le había confiado a su cuidado?
Dunstan contrajo los músculos de su rostro, enojado consigo mismo. Naturalmente eso se debía al hecho que no había tenido sexo durante tanto tiempo... y se había calentado con lady Marion de Warenne, una mujer a primera vista sin atractivos. Y lo peor era que había sentido ganas de poseerla cuando debería haberla castigado por todos los inconvenientes que había causado.
La rabia que había desaparecido súbitamente dominó a Dunstan, apartando los últimos vestigios de deseo. Qué podía haber llevado a esa mujer a intentar escapar? Todo lo sucedido casi parecía una broma. Y Dunstan admitía que ella había estado muy cerca de salirse con la suya . Finalmente se volvió para encararla.
- Qué diablos estabas haciendo en ese árbol?
Marion dejó de sacudirse el polvo de sus ropas para mirarlo directamente a los ojos , y por primera vez, Dunstan notó que los gestos de ella poseían una notable gracia. Aún con el tratamiento que acababa de recibir, la muchacha parecía calma y controlada, sin demostrar ninguna contrariedad o histeria . Las cara de ella todavía estaba enrojecida , pero nada más mostraba sorpresa o ultraje por el extraño comportamiento de Dunstan momentos antes.
- Yo ... yo vi un jabalí y me subí al árbol para apartarme de su camino .
Por algunos instantes Dunstan sólo se quedó mirándola , boquiabierto. Después levantó la cabeza y soltó una carcajada. Todo el tiempo Marion lo observó con mucha serenidad, como si no hubiese dicho la excusa más ridícula que él jamas hubiese oído.

- Y de casualidad el jabalí no era de color naranja, tenía alas y tres cabezas ? Tal vez puedas decirme por qué ninguno de las otras personas de la caravana vio u oyó algún señal de ese jabalí. O por qué una dama como vos no gritó cuando vio la fiera, prefiriendo subirse a un árbol como si fuese un niño de doce años. Yo diría que no fue una actitud muy propia de una dama.
Marion lo miró con curiosidad, sus ojos enormes tenían una expresión indescifrable, pero eso obviamente no tenía nada que ver con los comentarios que Dunstan estaba haciendo.
- Y ? - él insistió .
- Estaba demasiado asustada para gritar - ella respondió Marion, sin pestañear.
La forma directa en que ella se expresaba casi lo hizo olvidar sus propias dudas, pero Dunstan no era tan ingenuo . Entonces puso las dos manos en la cintura y continuó mirándola fijamente.
- Y por qué cuando nosotros pasamos mucho tiempo buscándote , gritando tu nombre, y muchas veces yo mismo estuve parado debajo de este árbol, nunca oímos ninguna respuesta tuya ?
- Creo que debo haber estado desmaya de terror - respondió Marion, enfrentando abiertamente la mirada de él.
Muy bien - dijo Dunstan. Era necesario reconocer que, si no fuese otra cosa, esa mujer por lo menos era audaz.
- Entonces te quedaste allá arriba todo ese tiempo , haciendo equilibrio entre las ramas aun cuando estabas desmayada... y sin oír los nuestros gritos?
Marion asintió, con una expresión de dulzura. Dunstan estaba enfrentándose a la campeona de las mentirosas! Y parecía tan inocente. No era de extrañar la facilidad con la que ella había engatusado a sus hermanos . Esa farsante hasta los había convencido de que no recordaba su propio nombre. Cuál sería la estrategia de esa mujer ? Dunstan reconocía no tener noción de eso, así como no sabía si tenía algún interés en descubrir la verdad. Por más tentador que fuese participar de ese juego, en la etapa de su vida en la que se encontraba no tenía tiempo ni energía para eso.
Con la frente fruncida , la examinó por un buen tiempo. - Entonces te quedas muda siempre que tienes miedo ?
- Oh, si, mi lord ... Dunstan. puedo llamarte Dunstan?
Marion hizo la pregunta con absoluta naturalidad, como si ellos estuviesen en la sala de visitas de un elegante solar, intercambiando cortesías, y como si él no hubiese perdido horas valiosas buscándola. La respuesta de Dunstan fue un leve asentimiento de cabeza, consintiendo el trato informal . Poco después se volvió hacia su caballo que se aproximaba.
Segundos después él giraba a cabeza y la miraba nuevamente . Marion intentaba sin éxito arreglarse los cabellos, que estaban muy enmarañados y resistían todos sus esfuerzos . Dunstan se rió. Repentinamente soltó un grito de guerra que, por lo que se comentaba , dejaba a los enemigos con la sangre helada.
Marion saltó de susto y soltó un grito... un grito muy / agudo. Con una amplia sonrisa, Dunstan montó y extendió su mano hacia ella.
- Me parece , mi lady , que finalmente recuperaste tu voz. Y con toda su fuerza .
- Eso no es justo, Dunstan - ella protestó, mientras aceptaba la ayuda de él. - No sentí miedo por tu actitud tan poco graciosa . Sólo me sobresalté.
Eso lo hizo reír todavía más .
- No me mientas, mi lady. Y no huyas nuevamente, o me ocuparé de que te arrepientas de eso.
Dicho eso él la subió sobre el caballo con la facilidad de quien levanta un niño y la sentó entre sus propios muslos.
Dunstan no planeaba atenuar la amenaza, pero la forma en que ella se acomodó en su regazo le provocó una nueva oleada de deseo, algo que lo dejó contrariado. Soltando un rezongo espoleó al animal, que salió al galope por el camino.
Esa mujer sólo podía ser una bruja que pretendía hechizarlo, como ya había hecho con sus hermanos y su padre . Dunstan hasta la imaginaba meneando esas caderas maravillosas delante de grupo de los idiotas libidinosos , con el metido entrometido de Stephen al frente, todos ellos listos para tragarse la carnada de esa perra.
En ese punto Dunstan se preguntó si ella todavía era virgen . Después de todo , ya había pasado la edad de casarse y había pasado todo el invierno en compañía de seis robustos varones... Dunstan sonrió y buscó no darle importancia a ese pensamiento. Para él no tendría la menor importancia si ella ya se hubiese acostado con cualquiera de los jóvenes de Burgh, o con todos ellos. Su tarea sólo consistía en llevarla de vuelta a Baddersly.
En ese momento un movimiento brusco del caballo hizo con que su miembro quedase pegado entre las nalgas de Marion. Dunstan apretó los dientes. Su esperanza de hacer un viaje sin contratiempos ya habían desaparecido y ahora todo llevaba a creer que ese viaje sería cualquier cosa menos tranquilo.

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