domingo, 9 de noviembre de 2008

SALVAJE - CAPITULO 29

Capítulo 29



En el momento en Roger cabalgaba descendiendo la colina, los cobardes que la perseguían se dispersaron como ratas escapando al agua o al fuego . Roger se inclinó sobre el lomo del caballo y cabalgó directamente hacia ella. Desmontó y con un rápido movimiento se arrodilló junto a Teleri , con el cuchillo en su mano.
Ella yacía muy quieta.
"Teleri?"
Él se inclinó sobre ella, observándola.
Ella no se movió .
"Teleri? Soy yo. " Buscó ver algún movimiento, algo que le indicase que no estaba seriamente herida. “ Soy Roger". Él se detuvo . "El inglés cabeza dura".
El corrió a un lado el espeso cabello rizado que cubría su rostro. Había cortes en su piel cremosa y sangre en sus mejillas y su mandíbula.

Una sola mirada y su puño se apretó alrededor de la empuñadura del cuchillo con tanta presión que sus nudillos se pusieron blancos. El impulso de ir tras esos cobardes que la habían apedreado era tan poderoso que Roger tuvo que recordarse a sí mismo que ella necesitaba mas de su atención y cuidado de lo que necesitaba venganza.
La contempló yaciendo altitud allí, inmóvil. Algo que nunca había sentido le subió como bilis a su garganta. No podía respirar. No podía hablar. No se podía mover y se sintió impotente .
Luego la vio tomar una respiración corta y suave. Una especie de reflejo inconsciente para respirar.

Se relajó sólo el tiempo suficiente para deslizar suavemente sus manos debajo de su cuerpo y levantarla en sus brazos. Apretó su mejilla contra el pecho de Teleri .
Podía sentir su respiración . Escuchó su corazón Sintió la calidez vital de su piel y murmuró sus gracias a Dios.
Roger se puso de pie con ella en sus brazos y se movió hacia el caballo , luego persuadió al árabe a ponerse de rodillas para poder montarlo . El animal obedeció y él montó. "Te tengo , Teleri. Estás segura ahora. Te tengo. Espérame, mi amor."
Luego, Roger cabalgó en dirección a la cabaña .

A millas de distancia, en el extremo sur del bosque de Brecon , un hombre moreno cabalgaba hasta un sector donde el follaje y las zarzas eran tan densos que parecían impenetrables. Desmontó y se arrodilló en el terreno, estudio el pasto y la tierra.
No encontró huellas allí. No había ninguna señal . Se movió más cerca de los arbustos salvajes.
Descubrió una huella y se agachó más cerca. Un pie descalzo? Si. Vio los dedos del pie y que la huella se hacía más profunda en el talón. Pies pequeños, de una mujer o de un muchacho .
Poniéndose de rodillas y corrió a un lado las ramas y los arbustos . Había una senda. Extrajo su espada y avanzó cortando las zarzas y las ramas hasta llegar a la senda. En poco tiempo estaba en la senda y supo que su caballo podría avanzar por allí . Con la espada en alto, agarró las riendas de su caballo y lo internó en el bosque, siguiendo las huellas semi ocultas por las hojas.


Ella todavía no se había despertado.

Roger sumergió un paño en la fuente llena con agua fresca del arroyo. Estrujó la tela, luego se sentó sobre el colchón y colocó el paño frío sobre las heridas de la frente y las mejillas. Estaban hinchadas y empezaban a enrojecerse. El agua fría ayudaría a bajar la hinchazón . Y tal vez a despertarla.
"Teleri". Roger estudió su cara buscando alguna señal de conciencia. No había ninguna. "Teleri?"
Nada.

Deseaba intensamente encontrar a aquellos que le habían hecho eso a ella. No era más que una joven inocente. Una que tenía un corazón tan grande como ese bosque. Una muchacha no sería capaz de lastimar a una mosca y, sin embargo, era apedreada por su pueblo como si fuese el demonio en persona.

Él miró los cortes en sus mejillas y la herida cerca de su ceja, que era un corte más profundo que los demás. Debía haberle dolido mucho cuando la piedra había alcanzado esa zona de la piel. La herida todavía sangraba en una fina línea roja que goteaba hacia su cabello si no la presionaba con la tela .
Le preocupaba ese corte , pero no tanto como la herida en su oreja, que era la peor de todas. Esa herida realmente lo asusta. Había visto ese tipo de herida antes, en su amigo Merrick.

Cinco años antes, el Castillo Camrose había sido atacado por el galeses forajidos. Roger, Merrick y sus hombres habían entrado por un túnel que corría debajo Camrose Merrick para rescatar a su esposa, Lady Clio, y tomar el control del castillo nuevamente . El plan había sido un éxito.
Todos había parecido ser la victoria, hasta que el túnel se había derrumbado con Merrick adentro. El había tenido heridas en su cabeza no muy diferentes a las de Teleri. Sus labios habían estado blancos y su piel grisácea como estaban los de Teleri .
Merrick no había despertado por mucho tiempo. Días que se convirtieron en semanas. Los médicos del Rey les habían asegurado que su mente estaba muerto, pero que su cuerpo vivía.
"Teleri", Roger repitió su nombre una y otra vez. "Despierta, dulce. Despierta."
Pero ella no despertaba. No podía hacer nada más que mirarla y sintiese completamente indefenso . No era una buena sensación para un hombre al que le gustaba ver resultados. Un hombre que había pensado que podía hacer casi cualquier cosa.

"Teleri! Despierta."
Ella no se movió . Su respiración se mantuvo lenta y suave y como si estuviera durmiendo con los ángeles.

Merrick no había despertado por meses. Roger y Clio habían sido los únicos que no se habían dado por vencidos. La gente decía que Merrick estaba muerto y que su esposa y su mejor amigo habían enloquecido de dolor.
Pero no había sido el dolor lo que los guiaba.
Si la verdad fuese dicha, si no hubiera sido por la indeclinable fe y obstinación Clio, incluso Roger podría haber renunciado. Pero no habría podido. Amaba Merrick como a un hermano.
En vez de eso Roger había ayudado a pasear a Merrick y a lavarlo. Había hablado con él, día tras día, como si Merrick no estuviese más que dormido y pudiese escuchar cada palabra que le decía .
Finalmente , Merrick había despertado.
Ahora, mientras Roger estaba sentado allí junto a Teleri, pensó en ese momento, y recordó algo importante. En el momento que él había creído que la fe y la perseverancia de Clio había sido realmente lo que había traído de vuelta a Merrick.
Con ese pensamiento , vino a su memoria las últimas palabras de Teleri con él.
Fue mi fe lo que me hizo creer que podía ayudarle. Yo creía que vivirías. Y viviste. La fe es parte de lo que somos.
No había pensado más en lo que ella había dicho entonces, o en lo que sus palabras significaban. Sólo sabía que Teleri había salvado su miserable vida.
Pero ahora se daba cuenta de las similitudes, que lo había hecho a través de la fe, como lo había hecho Clio con Merrick. Nunca había dudado que Clio y Merrick se querían tanto como un hombre y una mujer podían amarse.
Miró a Teleri, frunciendo el ceño . Luego se preguntó si Teleri no era la única persona en el mundo que habría actuado para salvar su vida como lo había hecho.
Tal vez su madre, Roger supuso. Pero no está seguro que cualquier otra mujer hubiera creído en él con tanta fuerza o que le hubiera dedicado tantos cuidados como para luchar por su vida con ese nivel inconmensurable de fe y voluntad.
Ninguna mujer de la corte seguramente. Ni siquiera Elizabeth , porque había sido él quien había iniciado los encuentros con ella . Él había sido quien la había perseguido , quien la había cazado y lo había hecho por la impetuosidad de su juventud.

Era difícil mirarse a sí mismo y ver lo que veía, ver que no era el hombre que desearía ser. Había estado muy cerca de ser el joven ciego y egoísta que su padre lo había acusado de ser.
Y se avergonzó.
Contempló a Teleri durante mucho tiempo, esa extraña mujer que le había dado un regalo que él no podía pagar. Su cara estaba pálida y sus labios apretados con dolor.

Se oyó un gruñido junto a ella cuando su tonto cerdo se abrió camino entre ellos. Se acostó a su lado , del modo que lo hacía cuando ella dormía, la grasa de su lomo presionado su contra su cuerpo para mantener caliente. El cerdo resopló de un modo lastimero, como si tuviese la sensación de que algo andaba mal. El halcón sólo estaba posado en la cama, observando.
Pero Teleri aún no se movía .

Roger sintió que algo le ardía y le picaba en sus ojos, algo que se parecía mucho a las lágrimas. Desvió la mirada por un instante, y luego se dio vuelta preguntándose si ella alguna vez volvería a abrir sus ojos.
Tan suavemente y cuidadosamente como podía tiró cabello hacia atrás de su frente, luego pasó las puntas de sus dedos a lo largo de su cuero cabelludo, donde los moretones y los chichones eran abundantes. Con su dedo siguió la línea de su pequeña nariz recta , sus labios y su mentón obstinado .

Un largo rizo se quedó en el dorso de su mano, al levantarlo el color se hacía más claro. Observó se rizo de cabello y los hilos dorados que lo formaban entremezclados con otros color cobre .
Era una cosa simple que él no había notado antes. Cosas que tenemos delante de nuestros propios ojos y no vemos.
Estudió su cabello y vio que todos los colores del atardecer estaban representados allí . . Luego levantó el rizo hacia su rostro y respiró su aroma.
Unos minutos más tarde comenzaba a llorar.



Alguien estaba llorando. Ella podía oírlo. Se trataba de un hombre, algo que hacía el llanto más triste porque los hombres intentaban ser valientes, como si en sus mentes el llanto y el dolor , como si de alguna manera el coraje y honor fueran armas para combatir la pena y dolor . Pero ella comprendía la pena y el dolor , y se permitía llorar.

Pero estaba sintiendo demasiado dolor en ese llanto.
No llores, ella quería decir.
Él la llamó por nombre.
Teleri?
Venía de algún lugar muy , muy lejos.
Sonaba como la voz de Roger. Pero él estaba muy lejos ahora . Se había marchado. Ella lo había visto partir. Lo había visto desaparecer en las salvajes colinas galesas. Lejos. Para siempre.

Ella quería hablar . Sus labios estaban secos y agrietados y sentía calor como si fuese verano. Su cabeza estaba herida. La piel le quemaba, como si hubiera sido tocada con fuego. Y estaba muy cansada.
Cuando dormía, nada le dolía. La piel no le quemaba. Y no tenía que pensar o recordar.
El hombre había dejado de llorar ahora.
¿Por qué lloras? Ella quería preguntarle, pero podía sentir el calor del sueño empujándola a un lugar donde no había más dolor. Un lugar donde ella no tenía que huir de nadie ni de nada. Un lugar donde no había lapidaciones o corazones rotos. Un lugar donde la gente no lloraba.




El viento aulló sobre el techo e hizo volar algo del humo del fuego encendido en el agujero central de la cabaña. Los postigos de las ventanas eran golpeados por las ráfagas de viento .
Los animales en las jaulas debían haber presentido la tormenta que se venía porque se movían inquietamente en sus jaulas y algunos de ellos hacían extraños sonidos.

Roger encendió alguna cabos de velas , uno en la habitación principal de la cabaña y una en la trastienda. Eran tan cortos y tenían tan poca mecha que apenas lanzaban una tenue luz que temblaba constantemente, amenazando con apagarse por completo.

Roger había hablado con ella, una y otra vez, le había contado historias sobre las Cruzadas y los torneos. Había intentado hacerle bromas, pero su propia risa era muy forzada, porque nada parecía divertido cuando tenía que mirar las magulladuras y cortes en su cara.

Finalmente frustrado, se dirigió a el rincón donde las provisiones que la vieja Gladdys había traído habían sido apilados. Se inclinó y buscó hasta que encontró una caja con velas de sebo, las abrió y las puso en la trastienda. Encendió veinte velas, y luego diez más, había tanta luz que parecía que era de día y Roger confiaba que toda esa luz podría hacerla despertar.
"Teleri. Abre los ojos."
Nada.
"Teleri! Has estado durmiendo y has desperdiciado toda la mañana!" Roger se detuvo cuando le pareció que su cabeza se había movido un poco. "Despiértate!"
Un momento después ella lo hizo.
Teleri abrió los ojos y miró con la mirada en blanco , como si no lo conociera .
"Teleri? Soy yo , Roger."
Ella frunció el ceño , luego cerró los ojos y le susurró, "No él se ha ido."

"Estoy aquí. ¿no me ves?" Él tomó su mano cuando ella abrió los ojos y la apretó contra su mejilla . "Este es mi mentón sin barba . Vos me afeitaste".
Ella lo miró como si esperase que él desapareciese.
"Ven, despierta, mi amor."
Ella se estremeció , giró su cabeza lejos y murmuró, "No hay amor."
Mi amor, mi amor, pensó. Dios Santo , ¿cuántas veces le había llamado así? La gente decía esas palabras sin reflexionar sobre su significado. Pero Teleri si .
Roger desvió la mirada , luego tomó el paño y lo sumergió en el agua y lo puso sobre su mejilla y su oreja. "El agua fresca será de ayuda."
"Ellos me apedrearon". Todavía no lo miraba . No sabía si no lo hacía por el dolor que sentía o por vergüenza.
"Ellos pagarán por haberte lastimado."
Teleri tomó una respiración profunda , una que no estaba cargada de ira, sino de perplejidad. "Yo no soy bruja". Entonces ella lo enfrentó . "Traté de decírselo. No soy bruja. Pero sólo me tiraban piedras más grandes."
"Ellos nunca te lastimarán nuevamente . Lo juro".
Sus labios se apretaron como si fuera a llorar. Roger se inclinó y tocó sus labios con los suyos. "Juro por mi honor que te protegeré."
Ella sacudió la cabeza y desvió la mirada , cerrando sus ojos como si estuvieran demasiados pesadas como para mantenerlos abiertos.
Roger se sentó en una silla cerca de la cama y puso su mano sobre la suya mientras ella dormía. Sus propios ojos empezaron a arderle por la necesidad de dormir .
No supo cuánto tiempo había dormido , ni siquiera si había dormido. Pero las velas temblaban como si el viento estuviera dentro de la cabaña y un par de ellas se habían apagado.

Roger estaba sentado y miró el cuarto . Las postigos aún estaban cerrados. Se oía el viento aullando y oía las ramas de un árbol siendo quebradas. Los animales estaban durmiendo y ahora la cabaña estaba caliente. Él volvió a encender las velas, pero al hacerlo vio una sombra sobre la pared.
Roger se congeló por un instante, y luego miró con detenimiento.
De pie en la puerta estaba la figura alta y oscura de un hombre. Con su espada extraída.

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