lunes, 24 de noviembre de 2008

LOBO DOMADO - CAPITULO 7

CAPITULO 7

En los días que siguieron Dunstan vio muy pocas veces a la mujer que estaba bajo su responsabilidad , pero no paraba de pensar en ella. Marion y la vieja criada se cuidaban de mostrarse en público, y nada podría ser mejor que eso. Sin duda la mujer se arrepentía de su ridícula decisión de esconderse en la copa de un árbol y ahora prefería comportarse de forma más conveniente.
Aún así Dunstan continuaba resentido por tener que realizar esa tarea y estaba ansioso por poder volver a Wessex. Afortunadamente la caravana se movía a buena velocidad y ningún nuevo contratiempo había sucedido. Con ese ritmo, dentro de unos días ellos estarían en Baddersly.
Cuando la caravana se detuvo para almorzar Dunstan por casualidad vio a Marion. Ella estaba sentada sola al lado de Cedric, sus cabellos castaños brillando al sol. Por algunos instantes la observó , preguntándose por qué la hallaba más linda con cada nuevo encuentro.

Dunstan murmuró un insulto y giró sobre sus talones para apartarse. Casi se chocó con Walter quien lo observaba con un brillo de curiosidad en sus ojos.
- Por qué simplemente no vas al encuentro de ella? Estoy seguro que quieres cabalgar a su lado - sugirió el caballero. - Pensándolo bien, tal vez sea mejor... cabalgarla.
Dunstan miró a su amigo como si estuviese oyendo a alguien que hablaba en una lengua extraña. - Qué dices ?
Walter sonrió .
- Estoy hablando de la muchacha, Dunstan. hace varios días que evitas la presencia de ella, pero vives gritándonos a nosotros . por qué no la llevas a algún lugar más privado para satisfacer tu ... curiosidad ?
Al oír eso Dunstan mostró una expresión enfurecida.
- Mi único interés en lady Warenne, Walter, es llevarla sana y salva hasta su casa .
Esta vez Walter se rió con ganas .
- Entonces por qué estás tan tenso, amigo? Todos aquí están comentando que la muchacha te está haciendo actuar como un jabalí con dolor de muela. - Ahora la risa del caballero sonó maliciosa. - O será que el dolor se localiza en algún otra parte de tu cuerpo?
Dunstan apretó los ojos.
Esa mujer no tiene nada que me agrade - él declaró con los dientes apretados. - Lo que quiero es terminar pronto con esta tarea y volver a casa, para mantener a Wessex libre de ese desgraciado de Fitzhugh.
La sonrisa desapareció del rostro de Walter..
- Wessex está en buenas manos. .
- Lo sé - murmuró Dunstan, pensando en el jefe de guardia del castillo, Leonard Collins.
Leonard y Walter habían estado con Dunstan hacia mucho tiempo, desde la época en que todos ellos eran muy jóvenes y servían juntos al rey Edward. Dunstan confiaba en los dos, pero aún así ansiaba desesperadamente estar en Wessex, protegiendo su propiedad, en vez de estar ocupado con una mujercita que sólo causaba problemas.
- Ven - dijo Walter, palmeando la espalda de su amo y amigo. - Siéntate a comer conmigo y yo intentaré apaciguar tu ansiedad.
Dunstan aceptó la invitación y los dos comieron juntos, como ya habían hecho incontables veces. Conversaron sobre Fitzhugh y sobre las defensas de Wessex, pero Dunstan no habló de la esperanza que tenía de que, aun en su ausencia , la cosecha hubiese sido levantada. Exclusivamente un soldado, Walter no tenía cabeza para las preocupaciones típicas de un agricultor. Dunstan, sin embargo, pensaba en cosas que iban más allá de su próxima batalla y sintió que el peso de sus propias responsabilidades lo distanciaba de su viejo amigo.
Tal vez por estar con su cabeza en Wessex o por haber tomado en serio las bromas de Walter, durante la comida Dunstan no miró ni una sola vez en dirección a la tienda de lady Warenne. Sólo más tarde, cuando la caravana ya se preparaba para partir, volvió sus ojos a ese sitio. Como no la vio, sintió una leve temor .
Dunstan buscó no darle importancia a esa sensación cuando notó que Cedric tampoco estaba a la vista. seguramente la ausencia de los dos sería fácilmente explicable. Pero dónde carajo podían estar esos dos ?
Lentamente Dunstan fue girando su cuerpo, recorriendo con sus ojos los alrededores. Finalmente localizó al escudero, pero ni eso logró animarlo. Cedric estaba parado cerca de unos arbustos, con un aire de preocupación en su rostro .
Y no había señales de lady Warenne.



Cuando Dunstan se acercó, Cedric estaba con la cara rojo como un tomate y tartamudeaba mucho.
- Ella... me ... ella me dijo que... que necesitaba ...unos minutos para... de privacidad, pero ya pasó ... mucho tiempo, mi lord . No sé ...
Sin sentir pena por el frenético muchacho, Dunstan lo hizo callar con una mirada furiosa.
Si la perdiste por lo menos ayúdame a buscarla!
Esta vez por lo menos Marion no podía haber ido muy lejos. Dunstan no se encontraba con la menor disposición para pasar el resto de la tarde en una nueva búsqueda. Una oleada de rabia lo invadió, lo que hizo que apretase los dientes con todas sus fuerzas . Aun en medio de una batalla le era fácil mantener la calma, pero esa mujer lo sacaba de quicio!
Dunstan miró las copas de los árboles, intentando ver algún señal de un vestido, aunque dudaba que Marion volviese a recurrir a ese escondite. Mientras miraba a su alrededor , procuró adivinar qué decisión esa mujer podría haber tomado.
Ella no se arriesgaría a atravesar el bosque, lo que no había llegado a intentar en su primer escape. Se habría escondido entre los carros para hacer el camino de vuelta? Tal vez en ese exacto momento estuviese escondida en algún lugar del otro lado del camino... No, no. Dunstan no creía en ninguna de esas dos hipótesis. sus hombres no podían ser tan descuidados. después de todo , había guardas en todos los puntos estratégicos del campamento y Marion sólo podría haber pasado delante de las narices de ellos si fuese una bruja.
Usando su capacidad para tomar decisiones rápidas, Dunstan comenzó a internarse en el bosque de la forma más silenciosa posible. Estaba seguro de que acabaría encontrando a la fugitiva, pero también estaba seguro que ella haría cualquier cosa para no ser descubierta.
Con pasos largos e rápidas él fue introduciéndose en la maleza, rogando para que Marion no hubiese resuelto tomar otro rumbo. A cierta altura vio una rama partida en el suelo y sonrió . Estaba yendo en la dirección correcta y pronto tendría a esa mujer atrevida al alcance de su mano.
Tenía una extraño sensación de triunfo. Se sentía como si acabase de vencer en una batalla. Dunstan procuró superar esa sensación triunfal e ilusa para sólo concentrarse en el terreno, hasta llegar a una enorme roca que brotaba del suelo . La formación rocosa bloqueaba el camino, obligándolo a buscar otro pasaje.
Cedric se detuvo justo atrás de él, respirando agitadamente pero manteniéndose en silencio mientras su lord recorría con sus ojos el paisaje. Finalmente Dunstan se interesó por la roca y se acercó para examinarla. Después de caminar por varios minutos alrededor del peñasco, sonrió .
- Cavernas... debe haber cavernas por aquí.
- Cavernas? - repitió Cedric.
- Si, debe haber cavernas - respondió Dunstan.

Y Marion sólo podía estar escondida en una caverna. por lo que sabía de esa mujer, era esa la conclusión mas lógica. Dunstan siguió adelante , con los ojos alertas, hasta encontrar un arbusto donde obviamente alguien había pasado. Por detrás del arbusto se veía la entrada de una caverna excavada en las rocas.
- Allí - le dijo Dunstan al perplejo Cedric. - Ella debe estar allí.
Empujando el arbusto a un lado él miró el interior oscuro de la caverna. No era posible ver nada. Sólo una loca entraría en ese agujero sin llevar una antorcha encendida! Las cavernas podían ser lugares peligrosos, a veces con laberintos de los cuales era imposible salir. . Y eso sin mencionar las serpientes venenosas o las fieras salvajes que podía haber allí adentro. Dunstan sintió un escalofrío al imaginarse a lady Marion caída en el suelo frío, gravemente herida, Tal vez muerta...
- Tráeme una antorcha - él ordenó a su escudero.
Rápidamente Cedric reunió una ramas secas, que amarró firmemente con un pedazo de cuerda que llevaba en la cintura. Hecho eso, se entregó a la complicada tarea de encender la antorcha, produciendo chispas al raspar la punta de la faca contra uma piedra que sacó de la bolsa de cuero colgada en su cintura. Minutos más tarde la antorcha ardía.
Lady Warenne? - gritó Dunstan, con los ojos fijos en la oscuridad del agujero cavado en la roca .

La respuesta fue silencio. Después de hacer una mueca él tomó la improvisada antorcha de la mano de Cedric y dio un paso adelante.
Espérame aquí - recomendó Dunstan a su escudero. - Si no vuelvo ve a llamar Walter, pero no vengas detrás de mío. - Poniendo la antorcha adelante de su cuerpo vio que el suelo de la caverna era sólido y comenzó a caminar hacia adelante . - Lady Warenne, estoy yendo a buscarla!

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