lunes, 14 de abril de 2008

BRAND, EL APASIONADO - CAPITULO 25 Y EPILOGO



Capitulo 25

William caminaba de un lado al otro del claro arrastrando con él a Colette mientras esperaba que Brynna terminara de abrazar a su padre.
—¡Mierda, me estoy congelando! —gritó el duque normando con impaciencia, lanzándole a Brand una mirada salvaje—. No le tocaron ni un solo cabello ¿Podemos irnos ahora?
Brand se rió y mientras se acercaba a William habló lo suficientemente fuerte como para que su amigo pudiera escucharlo.
—¿Cómo diablos te las arreglarás para sobrevivir en este país si alguna vez lo conquistas, niño quejoso?
William estaba a punto de responder cuando Colette formuló un suave ruego.
—¿Qué van a hacer conmigo?
Brynna se reunió con su esposo. Su brazo la rodeó tiernamente.
—Mi Lord —le dijo a William mientras sus ojos verdes cristalinos se encontraban con los de Colette—, ¿sabías que lo único que ama esta criatura es el poder que ejerce su belleza sobre los hombres? —sin esperar la respuesta de William, Brynna le dirigió una sonrisa amenazadora—: ¿Qué clase de poder piensas que ella puede ejercer sobre ti, "William el Conquistador"?
William la miró con malicia. Le dirigió una sonrisa salvaje e intensamente masculina al considerar a Colette de Marson de una manera nueva.
—Puede llevarme un largo tiempo descubrirlo, pero el juego ciertamente será muy satisfactorio.
La mirada de Brynna recorrió el alto y ancho cuerpo musculoso de William y luego sus severos ojos de acero.
—¿Colette? —le dijo con un temblor—, ahora sí que te tengo lástima.
Ofreciendo a William una delicada reverencia, Brynna se volvió para retirarse del claro con Brand, que no hizo nada para ocultar la admiración que sentía por su esposa.
—¡Esperen! —William dio un gigantesco paso para detenerlos. Tras un rápido gesto hacia uno de los hombres de Brand, Colette fue conducida y lanzada sobre la montura del duque, gritando y pateando ciegamente. Los ojos de William hablaban de un amor tierno y profundo cuando tomó la mano de Brynna—. ¿Estás segura de que no fuiste... dañada por ninguno de estos bastardos?
Brynna sonrió y le besó la mejilla.
—Estoy segura.
—Bien — exhaló aliviado, luego con una sonrisa nueva y un orgulloso movimiento de sus hombros macizos dijo—: sabes, me gusta cómo me llamaste antes, "William el Conquistador". Parece muy apropiado, ¿no es cierto?
Los ojos de la joven brillaron con alegría.
—Por supuesto, por eso lo dije.
La carcajada del duque lanzó un eco por el bosque oscuro y rodeó el cuello de Brynna con un brazo que casi la tumba al suelo.
— Mi lady, el mundo es mucho más luminoso para mí desde que estás en él.
—Gracias — le dijo sinceramente, sabiendo que este hombre sería su amigo para siempre—, mi rey —agregó con un guiño travieso.
—¿Rey? – se burló Brand con una sonrisa — ¿Acaso mi esposa sabe algo que el resto de Inglaterra ignora?
—No —dijo el duque tan inocente como un niño — siempre te he dicho que gobernaré Inglaterra algún día, ¿no es así?
Brand asintió desechando el secreto que compartían su mejor amigo y su esposa. Quería llevarla a casa a Avarloch y comenzar una vida juntos. Dejar que los nobles batallaran por la tierra, él tenía deberes mucho más importantes que atender.
—Vamos a casa a hacer unos herederos —susurró al oído de Brynna. Saltó sobre su montura y luego la alzó a su falda. Sus brazos la rodearon mientras tomaba las riendas.
—¿En verdad dudaste de que vendría a buscarte, mi amor? —le preguntó cerca del oído mientras salían del claro.
Suspirando ante la calidez de su aliento y el temblor que le recorrió la espalda, Brynna se apretó más contra sus brazos.
—Ni siquiera por un momento. —Podía sentir su sonrisa contra el cuello y su pecho ensancharse detrás de ella mientras aspiraba su aroma.
En lo alto, la luna pendía baja en el cielo aterciopelado reflejando su luz plateada sobre la delgada escarcha que cubría las ramas. A la derecha, el lago brillaba como el cristal bajo la luz y Brynna lo miró mientras recordaba a un hermoso hombre sirena del que se había enamorado.
—¿Brand? —Brand gimió, disfrutando de su aroma y del sonido de su nombre en sus labios—. Hay algo que quiero hacer cuando llegue el verano.
—¿Qué es? —le preguntó besándole el cuello.
Brynna cerró los ojos y dejó que sus labios le quitaran el frío.
—Quiero aprender a nadar.

Epilogo

Bahía de Pevensey, Inglaterra – Otoño de 1066


El viento era favorable y arrastraba la tormenta hacia el oeste. El sol se elevaba sobre el horizonte mientras el sonido de la trompeta de batalla anunciaba el nuevo día y una numerosa caballería se reunía en la playa, preparada para la guerra.
A caballo, William estudiaba los montes distantes por donde guiaría a su ejército hacia la victoria. El yelmo le aplastaba la espesa cabellera mientras un trozo más delgado de metal le protegía la nariz. Sus ojos gris acero recorrieron el canal desde donde sus barcos ya habían zarpado hacia Hastings y donde sus normandos se encontrarían con Dante y los cuatrocientos soldados ahora bajo su comando.
—Parece un día tan bueno como cualquier otro.
— Si —resonó la poderosa afirmación de su caballero mas leal, que esperaba a su lado.
—Me alegra que estés aquí — dijo William, mirando directamente hacia la tierra que se desplegaba frente a él como los brazos ávidos de una amante.
- No podría estar en ningún otro lugar más que aquí contigo -Brand se dio vuelta y le sonrió, sus ojos turquesa bajo el plateado de su yelmo normando.
—Tu bebé está a punto de llegar en estos días — le recordó William.
—Entonces tendremos que acabar rápidamente con el ejército de Harold —una sonrisa tan siniestra como los cuidadosos planes de William para tomar Inglaterra iluminó el rostro de Brand.
William se rió, finalmente giró para mirarlo.
—Eso haremos, mi amigo. Eso haremos.
Al pensar en su guerrera de cabello de fuego, el duque se puso serio.
—¿Cómo está ella, Brand? ¿Cómo está mi querida Brynna?
Su severa mirada se suavizó y una gentil sonrisa reemplazó la mueca calculadora de Brand. A William le pareció que se desplazaba hacia ella, podía ver en la expresión de Brand cómo sentía su aroma aun allí, entre miles de caballos embarrados y sudorosos.
—Ella es más asombrosa que el mar —dijo Brand con voz ronca, como si Brynna pudiera escuchar su halago—. Es perfectamente hermosa. Mi corazón se detiene cada vez que la miro.
William levantó una ceja sardónicamente.
—Entonces, lo que intentas decir es que la amas —bromeó, pero lo vio tan enamorado que se le entibió el corazón y ya no pudo burlarse.
—La amo más allá de toda razón, William.
William suspiró feliz.
—Es bueno que el corazón ame tan profundamente —dijo el poderoso duque con toda seriedad, luego volvió su mirada anhelante hacia los campos y montes frente a ellos.
—¿Vamos, Brand?
— Si, mi Lord —respondió el joven guerrero, fijando su ávida mirada en dirección a Hastings.
William levantó la mano en una silente señal que ordenaba a sus hombres seguirlo. Y un momento antes de llevar a su caballo a un galope rápido, miró una vez más al hombre que quería como a un hijo. La pasión por la batalla corría tan ferozmente por las venas de Brand que William casi podía sentirla y su propia mirada oscura reflejó la de él cuando sus ojos se encontraron.
El duque chasqueó las riendas con un poderoso movimiento de las muñecas y el trueno lanzó un eco bajo los cascos de su caballo.
—¡Por Brynna! —gritó por encima del hombro levantando su feroz espada normanda hacia el cielo— ¡Que ha estado esperando mi victoria tan ansiosamente como yo esperé la suya!
El viento fustigó el cabello de William y golpeó contra sus mejillas y él levantó el semblante hacia el sol para disfrutarlo mientras cabalgaba. Sonrió al escuchar la profunda y alegre risa de su más querido amigo detrás de él, la victoria sin duda sería de ellos.
—¿Le hablaste a ella de Hastings antes de decírmelo a mí? ¡Eres un bastardo, William el Conquistador!

FIN

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