sábado, 19 de abril de 2008

MARAVILLOSA - CAPITULO 9

Capítulo 9


Las mañanas en el convento comenzaba con el sonido agradable de una campana llamando a la primera oración . Cada día amaneció para la gente del castillo y para los aldeanos con el cacareo previsible de un gallo. Pero en Camrose, el día nuevo comenzaba con los golpes incesantes de la maza de herrero, del cincel de un pedrero, y la extraña ocurrencia de risas nerviosas de los soldados del Conde Merrick.

Clio se enderezó en su cama con colchón de paja , se desperezó, estirando sus brazos a gran altura en el aire y bostezando. Cíclope estaba acomodado contra su cadera, profundamente dormido. Pitt estaba posado en el hierro de la lámpara al lado de la cama .

Cuando ella se movió , el gato dio un bufido un par de veces, luego se dio vuelta sobre su espalda, las patas levantadas en el aire. Ella le rascó la barriga gorda y su pecho. Él comenzó a ronronear tan ruidosamente como el zumbido de una abeja.
Después de algunos minutos ella dejó de rascarlo . Su ojo se abrió y se clavó directamente en los ojos de ella con la mirada molesta de alguien que está acostumbrada a cumplir sus caprichos . Como su prometido.

La reja del patio sonó como un trueno de verano. Ella levantó la mirada a la ventana, dónde había un par de palomas paradas en el antepecho.

Ella corrió las mantas de lana y se levantó, luego pisó suavemente en el piso de piedra yendo a la ventana y se sentó en un banco de madera . Las palomas arrullaron , luego repentinamente levantaron vuelo, cruzando el cielo matutino como silenciosas flechas blancas.

Las aves volaban perfectamente a la par, como los pájaros que ella había visto en una jaula hecha de oro en el corte de la Reina Eleanor. Habían sido un regalo de algún e diplomático extranjero. Aunque la experiencia de Clio en la corte había sido breve y desagradable, ella no se había olvidado de esas aves. Recordaba que había supuesto que su matrimonio sería como la vida de esas aves, todos los días juntos arrullándose y acurrucándose .

Clio se apoyó en la ventana, colocando sus brazos en el antepecho . Ella apoyó su mentón encima de ellos y volvió a sus sueños de adolescente que había pensado perdidos , en esa época ella se había convencido a sí misma de que los sueños podían hacerse realidad.
Nada había dicho acerca de una boda. Merrick nunca lo había mencionado. Él no había ocupado el castillo. Había acampado afuera del muro y estaba ocupado supervisando la reconstrucción de Camrose. En ese orden de cosas, ella asumía que el castillo era más importante para él que una boda. Y eso la hería profundamente, aunque ella deseaba poder no sentir nada.
Su orgullo se rehusaba a darle permiso de preguntar acerca del matrimonio . Entonces resolvió hacer como que eso no tenía importancia para ella.
Pero le importaba.

Su necesidad afectiva le dolía. Porque ella quería ser apreciada y amada. Ella quería un marido que la quisiera y que fuera su amigo. Ella quería tener a alguien a quien contarle sueños y sus aspectos más oscuros sin preocuparse de que la considere frívola o tonta. Quería una familia, anhelaba ese tipo de relación en su vida. Las muertes de su madre, padre, y abuelos habían empeorado su soledad y su necesidad de afecto.
Incluso su vieja criada había muerto, unos cuantos años después de que Clio había ido al convento, dejándola seca de emociones. Como una flor solitaria en un campo. Thud y Thwack le habían sido asignados , y ella apreciaba mucho la devoción de los chicos , pero no era lo mismo.
Necesitó una relación afectiva más, como mujer necesitaba dar y recibir amor .
Lo que quería en lo profundo su corazón romántico era un caballero que incorporara margaritas en su emblema . Pues cuando un caballero llevaba puesto un emblema con dos margaritas en un tallo, él le anunciaba al mundo que amaba a una mujer y que ella lo correspondía en su amor.


Ella suspiró con anhelo, luego volvió su atención hacia el castillo debajo. El muro exterior del castillo ya estaba en marcha .
Ella divisó a Thud y a Thwack moviéndose hacia el establo. Thud corrió a toda velocidad por la entrada, tropezando una sola vez, y abrió los portones de madera.

Thwack se movía a su paso. Detrás de él estaba había un grupo de cerdos con sus hocicos olisqueando el suelo . Ella sonrió. Trotaban detrás el muchacho como si fueran sus perros favoritos.
Un golpe pequeño sonó en la puertas pesada de la habitación , y Clio se dio vuelta justo cuando una criada joven entraba trayendo agua fresca para el fuentón apoyado en una mesa pequeña en una esquina. La chica no dijo nada sólo cruzó el cuarto y abrió la puerta para salir.
¿"Dulcie"?
La criada giró .
Lord Merrick ha preguntado por mí"?
"No, mi Lady ""

Clio frunció el ceño. Ahora, eso si que era extraño. Cada mañana él había enviado a alguien para buscarla.
Ella usaba esa demanda de él como el comienzo diario de su plan denominado Fabián. Ella miró hacia arriba y vio que Dulcie todavía esperaba en la puerta.
"Él no ha estado en el castillo esta mañana""
"Oh""
“Envió a alguien a buscarlo ? “
¡"No"! Clio replicó . " Quiero decir , no ... no necesito nada mas. Puedes irte ahora ""
Dulcie cerró la puerta.

Clio se lavó rápidamente y se vistió con un vestido gris que hacía juego con el color de su piel . Ella trenzó su cabello y lo enrolló en dos rodetes gigantes, luego lo coronó con un feo velo verde claro con rayas rojas . Ella se veía terriblemente tonta y horrible, y así bajó corriendo las escaleras.
Mientras ella se movía a través del gran salón, oyó risas y se detuvo. Un grupo de caballeros de Lord Merrick estaban sentados en una mesa cerca de ella, desayunando y riéndose nerviosamente como chicas tontas . Ella había llegado a la conclusión que los hombres de Merrick bebían demasiado. Le parecía que ellos se habían convertido en borrachos risueños muy rápidamente.
Ignorándolos, ella fue hacia el patio y se apresuró hacia la cocina cercana, el travesaño por encima de las puertas le recordó de su pasado. Su abuela había hecho que los artesanos tallaran rosas sobre las puertas para la buena suerte.
Hubo tan poco del Camrose Clio que ella había conocido. Su vida parecía no encajar en ese lugar. No lo sentía que como su verdadero hogar , hasta que vio estas rosas sobre la puerta.
Su paso y su humor fueron alegres cuando ella dejó el edificio que albergaba las cocinas, y ella llevaba la col y las fresas silvestres, cuyo jugo que siempre le manchaba al boca.

Los gansos revolotearon alrededor del borde de su vestido mientras ella se movía a través del patio, comiendo las fresas. El carro de un mercader pasó delante suyo en curso hacia las cocinas, donde el cocineros negociaría con el hombre.

Cuando el carro terminó de pasar oyó un chillido y se dio vuelta . Dos de los cerdos del castillo estaban dentro de jaulas del mimbre en la parte trasera de el carro del mercader.
Algo estaba mal. No podía imaginar a Thud o Thwack dejando partir a esos cerditos.
Se encaminó directamente a los establos. Cruzó los portones y pasó a donde estaba el ganado. Los caballos de Merrick habían sido guardados allí dentro de y comían ruidosamente el heno .

Del otro lado del edificio cerca de la guarnición donde vivían los escuderos llegó el sonido de voces fuertes y el choque estruendoso de espadas.
Ella se alejó de los animales y dio vuelta la esquina.

Allí dentro de un círculo de niños mayores estaba Thud. Él llevaba una olla de estaño en la cabeza como un yelmo , excepto que el asa se escapa de su oreja izquierda, y cuando él se movía, la olla se deslizaba cubriéndole los ojos. Su pecho estaba cubierto con láminas de metal, y en su mano, agarraba firmemente una barra de cocina , con la cual intentaba esquivar la espada de un escudero que era dos veces mas grande que la barra.

El escudero dejó caer su espada sobre la barra , y el metal sonado tan ruidosamente que ella se sobresaltó y tuvo que sacudir la cabeza para dejar de oír el eco del sonido .
No fue la única. Thwack estaba en el suelo con láminas de cuero y metal cubriendo su cuerpo . Él llevó su mano a su oreja. Al lado de él , en el suelo , había otra olla de hojalata como la que Thud tenía en la cabeza, sólo que ésta estaba completamente abollada.

Los escuderos abuchearon y gritaron acosando a los pobres niños tan ruidosamente que nadie se oía su protesta. Ella se abrió paso a empellones en el círculo, agarró la olla abollada, y se la arrojó a un matón que peleaba con Thud.
El escudero miró hacia arriba y se agachó rápidamente.
La olla pasó volando sobre su cabeza.
Fue una intervención en un momento desafortunado. Pues en ese mismo momento el conde daba vuelta la esquina.
Y la olla lo golpeó justo en el centro de su frente.

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