martes, 22 de abril de 2008

MARAVILLOSA - CAPITULO 13

Capítulo 13


En la mesa principal en el gran salón esa noche , Clio se sentó entre Merrick y Sir Roger, y venció la necesidad caerse dormida boca abajo sobre su bandeja.
Conejo especiado y trufas silvestres habían sido servidos con codornices asadas.
Pero los dos hombres no pusieron atención a la comida . En lugar de eso, debatieron cuántas rocas tendrían que ser colocadas en el muro .

Junto con los platos con puerros y otras verduras llegó el sonido de la trompeta de los heraldos del castillo, mientras Sir Merrick y Sir Roger discutían sobre la construcción.
Los vidrios no tenían ningún valor práctico para la fortificación de Camrose, según Merrick. Lo dos se rieron de esa idea tonta. Pues cualquiera sabía que los vidrios se romperían con una flecha, una piedra u otros misiles de los enemigos.
Clio se encontró pensando intensamente en misiles.
Ella dejó caer su mentón sobre su puño apuntalado e imaginó cómo se vería su prometido con la bandeja de puerros sobre su cabeza.
Cuando el escudero de Sir Roger se puso de pie para tocar el laúd, los criados trajeron de las cocinas con una crema de almendras y con peras frescas encurtidas con sidra y canela. Pero ni con eso los dos hombres a cada lado de Clio pusieron atención.
Estaban hablando de las cargas mas apropiadas para un trebuchet, las últimas técnicas de minería, y y las medidas exactas de los árboles para armar un ariete.

Clio clavó los ojos en la crema de almendra y su cuchara de. Si ella empuñara la cuchara cargada de crema , luego la apoyara en el borde del tazón e hiciera un efecto palanca , entonces la crema saldría volando en una trayectoria de arco a través del aire
"Quizá Lady Clio pueda cantar una canción para nosotros," Sir Roger dijo repentinamente..
Ella echó la cuchara sobre su regazo. ¿" Yo? ¿Cantar "? Ella recogió la cuchara, había manchado vestido .
Ella miró hacia arriba para ver al Hermano Dismas saliendo del recinto con una cara pálida. Repentinamente tenía velas que encender y plegarias que recitar , cosas que no podían esperar.
Thud salió con su urgencia habitual - "para alimentar al cerdo" – y aun Thawk se movió más rápidamente de lo que Clio hubiera pensado que él podría hacer . De reojo , vio a algunas de las personas que la conocían por su habilidad para inventar excusas rápidas, mientras los viejos criados salían a hurtadillas del cuarto.
La conocían bien. Demasiado bien.
El canto no era uno de los fuertes de Clio. De hecho, su padre le había prohibido cantar delante de la gente en el salón , y eventualmente, hasta canturrear en su presencia.
" No sé baladas de guerra," ella dijo, dándole a Merrick una mirada directa.
"Debes contribuir a nuestro entretenimiento sólo por hoy, mi Lady ," Sir Roger dijo, sonriendo. " Seguramente conocerás alguna canción. Cualquier canción ""

Merrick la observó fijamente, como si no la hubiera estado ignorando a lo largo de la comida. Ella casi rechazó el pedido ; pero Luego recordó su aburrimiento en las dos últimas horas de la cena.
Se merecen que yo les cante. Ella lentamente escudriñó el cuarto y vio al escudero matón contemplándola impacientemente. De hecho, ahora que lo notaba , cada hombre en ese cuarto tenía la mirada de arrogancia, como si dijeran " ahora estoy para ser entretenido por una mujer. "
Ella podría sentir el calor de la satisfacción inundándola . Se puso de pie lentamente y con gran dignidad, luego hizo una reverencia pequeña. “Será un placer entretenerlos buenos caballeros ""

Ella caminó hacia un asiento cerca de la gran chimenea , donde quien tocaba el laúd estaba sentado, tocando una melodía lenta. Ella se apoyó abajo y le dijo la canción que iba a cantar ; Luego ella comenzó:
Tres hombres vinieron de Kent
Para arar trigo y centeno

Los hombres se quedaron duros como piedras; Sus mandíbulas colgando claro como los idiotas del pueblo.
Ella podía oír su propia voz, fuerte y chillona.
Cada palabra hacia eco en el amplio recinto del salón . De reojo, pudo a quien tocaba el laúd sobresaltarse con cada nota desafinada que salía de su garganta.

Y los tres hombres hicieron un voto solemne:
John Barleycorn debía morir.
Luego con un arado lo pasaron por arriba
Y decidieron enterrarlo
Dentro de la tierra firme
Para asegurarse que no se levantaría

Sir Roger parecía como si quisiera taparse los oídos , pero logró darle una sonrisa débil cuando ella caminó cerca de él y a propósito cantó una nota alta.
Afuera , las aves escaparon de Camrose en bandadas. Los cerdo corrieron a esconderse en el establo, gruñendo como si fueran a ser sacrificados . Las vacas mugían, y los caballos pateaban los portones , tratando de escaparse del ruido.

Dentro del salón, Clio se había movido para colocarse detrás de su prometido, y subió su voz más alto, mas desafinada, y más fuerte.
Asombrosamente el hombre no se sobresaltó. Evidentemente se necesitaba mas que sus chillados para perforar su cabeza dura. Pero Clio no era de las que se rendía.
Cantó el quinto verso. Era, después de todo, la canción más larga que ella conocía.

En el décimo de verso, cuando uno o dos hombres finalmente habían sucumbido tras unos pocos gemidos, y un muchacho apoyó su cabeza sobre la mesa, ella fue hacia el medio del salón y elevó su voz a su máximo volumen .

Barleycorn es la mejor semilla
Que jamas fuese sembrada en la tierra .
Pues hace bien al corazón
De los hombres que la plantan
Clio terminó el verso final. El escudero que tocaba el laúd se había detenido dos versos antes.

Ella les dio una sonrisa inocente, luego se hundió en una reverencia profunda. "Ahora que ustedes han sido entretenidos apropiadamente, me iré a descansar con Dios"
Ella se dio vuelta y, con la cabeza en alto , lentamente y graciosamente salió del cuarto.
Hubo silencio total en el gran salón, los únicos sonidos eran los golpeteos distante de los suecos de Lady Clio en los escalones de piedra, y el crepitar de los leños en la chimenea. Cada hombre tenía la misma expresión - una de dolor … y de perplejidad absoluta.

Hubo un estrépito repentino en la entrada del salón y la puerta principal se abrió repentinamente con el ruido de un golpe fuerte - un sonido agradable para esos que habían sido testigo para la canción.
Tres vigías del parapeto, se apresuraron dentro del salón.

El hombre más grande se detuvo delante del conde. " Tenemos un problema, Mi Lord "" El hombre estaba sin aliento.
¿"Qué"?
"Las murallas del castillo , Mi Lord ""

Roger se inclinó hacia Merrick, y le susurró . "Quizá la voz de mi lady agrietó la muralla""
" No me sorprendería" Merrick se sobresaltó, " Pienso que ella perforó mis oídos "" Él miró a los centinelas. ¿" Cuál es el problema"?
" Lobos, Mi Lord ""
¿"Lobos"?
"Sí"" El guardia tenía un aire de horror. "Hay lobos en las murallas""
Ambos Merrick y Roger guardaron silencio por un momento; Luego Roger lanzó una carcajada, y Merrick sintió que sus labios se curvaban con un principio de sonrisa.
"Hay manadas, Mi Lord ""
Roger se reía con tanta fuerza que golpeaba la mesa con un puño.
El guardia estaba muy serio cuando miró a Merrick y agregó, "Los lobos nos aúllan como si fuésemos la luna""

Sólo unos días más tarde el conde cambió los planes de Clio de tener un área para el herbario para construir un cuarto de almacenaje para flechas y armas. Ella estaba de pie en la ventana de la habitación y miró furiosamente la tienda a lo lejos. Le llamó la atención que no hubiera estacas sobresaliendo a través de la tela de la tienda , solamente para asegurarse de que tenía una buena defensa.
Él se encontraba reunido con James de St. George, el arquitecto y el maestro de obra, y había enviado a uno de los criados para llamarla. Los dos hombres probablemente estaban planeando cómo usar los ganchos para colgar su ropa para exhibir las cabezas de los galeses.
Ella colocó sus manos en el antepecho y escudriñó el cielo. No una nube ni lluvia a la vista.
Cíclope dormía como un tronco un rincón. Pitt estaba sobre la cabeza del gato.

Con un suspiro enorme, Clio miró la tienda , imaginándola bajo un aguacero. Era una pena que el sol brillara tan intensamente ese día. Una lluvia fuerte la habría hecho más feliz.

Ella se desplomó pesadamente su cama y pasó un rato tocando su rosario. Aburrida con eso , lo dejó, luego caminó por el cuarto, recitando letras griegas: alfa, beta, gama, delta
Luego recitó el alfabeto francés . Luego bailó mientras conjugaba verbos en francés, luego recitó de memoria algunos versos de la Biblia según San Juan en latín.
Sólo dos horas después que el criado había venido ha buscarla, Clio dejó su habitación .