miércoles, 23 de abril de 2008

MARAVILLOSA - CAPITULO 15

Capítulo 15


Los galeses salieron de detrás de los arbustos y de los árboles como fantasmas materializados en el aire . Eran un grupo de salvaje, corpulentos y rudos , sin yelmos y con cabellos que le colgaban por sus espaldas. Cargaban sobre sus hombros arcos alargados que eran casi tan altos como un hombre, y ninguno de ellos traía puesto armaduras.

Su ropas de cuero estaban muy desgastadas y manchadas con suciedad, se mimetizaban perfectamente con los colores verdes y marrones del bosque. Los hombres no usaban espuelas, no tenían caballos, iban descalzos y sus ojos estaban vacíos como los de los muertos.
Clavaron sus ojos en ella y se rieron , una risa cruda que le advirtió que ellos podrían no ser amables.
Ella gritó otra vez.
Pero no era su apariencia los que la asustaba. Ellos se movían con la actitud amenazante de una manada de lobos , acercándose lentamente como depredadores y cerrándose alrededor de su presa .
El hombre cuya cara ella había visto en la superficie del arroyo repentinamente la tomó por los hombros. Otro se acercó a ella con un cuchillo galés de doble hoja .
Sus ojos se fijaron en las dos hojas, y se quedó completamente paralizada. Y en silencio.
El hombre detrás de ella se rió victoriosamente.

Ella se movió repentinamente, tomándolo desprevenido. Luego lo Pateó una vez, y corrió entre los dos hombres.
¡" Rhys! ¡Agárrala "! Alguien gritó.

Ella no miró hacia atrás. Entró rápidamente al bosque y con el borde de su vestido apretado en sus puños. Las aves se dispersaban cuando ella pasaba corriendo, aleteando y chillando e indicándole exactamente al hombre donde estaba ella .
Sus pies descalzo pisaron hojas caídas y pinches de pino , y su respiración salía a borbotones en jadeos; el sonido de su respiración, al igual que las aves, revelaba la dirección en la cual ella corría.
Su corazón martillaba en sus oídos . Su respiración se hizo mas agitada. Podía oírlos detrás de ella, gruñendo como animales salvajes mientras la perseguían.
Tan cerca.
¿Qué tan cerca?
Uno gritó. Sonó como si estuviera al lado de ella. Corriendo. Gritándole a los otros hombres que la siguieran . ¡" No la pierdas! ¡Owen! ¡Para el oeste! ¡Allí "!
Oh, Dios Mío
¡"No la dejes escapar"!
Su pecho ardía y sus pies pesaban rocas.
¡"Mátenla! Uno de ellos gritó.
¿Mátenla?

El miedo le dio velocidad, y sus pasos se hicieron mas y mas largos .
Su cuerpo pequeño le permitía meterse por aberturas estrechas que los hombres mas corpulentos tenían que evitar . Ella corrió y corrió, más rápido y más rápido .
Una flecha zumbó sobre de su hombro y clavándose en el tronco del árbol.
Ella se agachó rápidamente, y se movió encorvándose. Luego ella encontró otro claro en el bosque y corrió a través de él, girando abruptamente a la izquierda cuando ella vio el río y los prados a lo lejos.

Otra flecha cruzó rápidamente sobre su cabeza, y una tercer pasó cerca de sus pies. Ella miró por encima de su hombro. Un error.
Pues tropezó y se tambaleó para mantener el equilibrio.
Un golpe de la flecha la alcanzó. Justo detrás de su hombro. Aguda .Ardiendo como el infierno .
Ella gritó y miró hacia abajo a su hombro. Vio el eje de la flecha saliendo de su espalda.
Era una cosa muy extraña. Le Dolía terriblemente, pero al mismo tiempo se sintió distante, como si eso le ocurriera a alguien más y ella solamente observara como se desarrollaba la acción.
Ella continuó corriendo, sólo movida por el instinto. La atraparían. No podía detenerse. Moriría. Miró hacia atrás a la flecha en su hombro. Podía morir con esa herida.
Sus pies se desaceleraron por voluntad propia, como si su fuerza estuviera siendo drenada fuera de su cuerpo .
Trató de forzarse a correr , pero su cuerpo se rehusaba a obedecerla. Su respiración era rápida y jadeante. Ya no los podría oír detrás de ella , pero pudo oír su corazón martillando ; retumababa como un tambor en su cabeza , en sus oídos y en su pecho.
No le quedaba nada mas que su espíritu. Su cuerpo no le respondía a. No tenía otra alternativa mas que enfrentar a esos hombres.
Dios permitiera que lo último que hiciera en su vida fuera confrontarlos con una mirada que los condenase al infierno. Ella se detuvo y se dio vuelta , la cabeza en alto . Con Orgullo.
Entonces se oyó un sonido fuerte y extraño , tan aterrorizante que el mundo alrededor de ella pareció congelarse. Era un grito de guerra, humano y real, que volaba a través del aire con más fuerza que la trompeta de cualquier heraldo.
¡"Un De Beaucourt"!
Y se oyó otra vez, haciendo eco en las copas de los árboles como si hubiera miles de hombres .Pero era una única voz. Una que ella reconoció como una llamada de auxilio en el momento en que uno ya no tiene mas esperanzas .
Cascos de Caballos repentinamente golpearon la tierra con tanta fuerza que todos a su alrededor tembló.

Un hombre gritó , "Er cof es Gwent"! Y Luego un extraño silencio.
Clio estaba parada como en un sueño.
Un enorme caballo gris pareció en el borde del claro del bosque , sus cascos delanteros flotando en el aire. El jinete era un caballero. Con otro grito él sacó una espada larga y brillante , parecía impulsado por la furia de Dios.
Aun sin el grito de guerra a Clio sólo la hubiese llevado un momento reconocer el león rojo del gallardete del enorme caballo.
Merrick estaba aquí.

Un instante más tarde él recorrió el grupo de los galeses con intención mortal. Su espada lanzando destellos a la luz del sol mientras la enarbolaba por encima de su cabeza ,y la bajaba drásticamente para matar a sus atacantes.
Un hombre gritó y cayó, luego otro, y otro. Las flechas rebotaban inútilmente contra la armadura de hierro y caían al suelo, donde eran aplastadas por los cascos enormes de su caballo.
Ella estaba paralizada con miedo y con horror mientras lo observaba matar a los forajidos.
A Todos Ellos. Hasta que finalmente unos pocos galeses escaparon hacia el bosque, corriendo por sus vidas de la misma forma que antes habían corrido para quitarle la vida a ella.

Entonces ellos dos estaban a solas en la pequeño claro del bosque. Él dio vuelta su caballo y avanzó hacia ella.
Ella estaba totalmente consciente de la repentina falta de sonidos humanos. Del silencio de ese hombre que la había salvado. .
Dentro de su cabeza, su razón volvía lentamente . Ella cerró sus ojos para detener el mundo que daba vueltas delante de sus ojos. Se concentró en lo que podía oír. El chirrido de la silla de montar, el tintineo del arnés y las espuelas, y la respiración jadeante de su caballo .
Sabía que él cabalgaba hacia ella. Su caballo golpeó la tierra con cada paso que se acercaba ;
Era un sonido seco . Como los golpes de su corazón.
Finalmente se rindió y abrió los ojos.

El caballo estaba a apenas un metro de ella, y él lo frenó y no se movió , se quedó sentado allí sin decir nada .
Todavía tenía su espada en su mano.

La sangre goteaba de su guante . Y ella entendió su propósito. Él quería que ella observara la espada ensangrentada antes de envainarla . Como si esa imagen fuese una lección para ella. Algo horrible para ser quemado en su memoria.
Pero su método surtió efecto.

Él no tenía ni idea de cuan terriblemente esa imagen la afectó. Ella no podía apartar su mirada, aunque era la cosa más horripilante que jamas hubiese visto.
Era como si estuviera clavada en el suelo. Incapaz de moverse o desviar su mirada.

Su vida había sido protegida, y los cuentos de guerra que ella había oído eran historias de romances de guerreros, cantados en bellas baladas por juglares. Las baladas hablaban de la valentía y de la caballerosidad de hombres que nunca habían matado a otro ser humano .
No había nada glorioso en lo que ella había presenciado. Nada romántico . La bilies subió a su garganta y pareció quedarse allí para siempre .
Él levantó la visera del yelmo y clavó los ojos en ella con una mirada que no era de buen augurio.
Fría y azul, con furia contenida .
Su brazo libre estaba apoyado sobre la silla de montar como si estuviera relajado.
" Me voy por unas pocas horas y casi logras que te maten "
Su voz era determinada y disgustada.

Ella buscó algo que decir , pero ninguna palabra vino a su mente . Solamente se quedó parada, congelada, mareada, mirando la escena sangrienta detrás del caballero.
Ella cerró sus ojos y permaneció rígida y entumecida y descompuesta.

Un momento más tarde cayó de rodillas y se inclinó hacia delante de modo que su cabello formó una barrera que escondía su cara de la mirada de él.

Por primera vez él vio la flecha sobresaliendo de su espalda.
Ella oyó un insulto obsceno , pero no supo la razón de esas palabras . Solamente se quedó arrodillada allí estremeciéndose, y escondiéndose con su cabello. Y Luego hizo lo único para lo que todavía tenía fuerzas para hacer.
Ella lloró.