miércoles, 28 de mayo de 2008

CONVICTA - CAPITULO 2 - PARTE 2

Capitulo 2 - Parte 2
La Primavera llegó finalmente, y Sara esperaba ser llamada desde Londres. Un día, Sir Geoffrey la detuvo cuando ella corrió para abrirle la puerta, mientras él y el Señor Barwell salían lentamente de la sala de estar, donde habían estado encerrados la mayor parte de la tarde.
- Hay noticias - dijo él -, en breve te vas. Lady Linton tiene intención de abrir su casa de Londres en tres semanas. Cuando te precise , me avisará.
Sara hizo una cortesía.
- Muchas gracias , Sir Geoffrey.
El se detuvo , mirándola intensamente.
- Esas ropas no te sirven. A Lady Linton le gusta que aquellos que la rodean usen buenas ropas . Tienes que ... - Metió la mano en el bolsillo y sacó tres guineas. - Toma esto y compra algo para vestirte adecuadamente . - Mientras Ella le agradecía, tartamudeando, él continuó : - Mi hija está deseosa de visitar a Lady Linton en Londres en breve. Y No dudo que el amo Richard va a ir allá frecuentemente. No te van a faltar caras conocidas, jovencita .
El párroco posó una mano sobre el brazo de Sir Geoffrey.
-Esa... información es ciertamente prematura, verdad , Sir Geoffrey?
- Qué disparate! Es como si ya estuviese todo decidido. Será cuando Richard venga nuevamente a casa. él no tiene nada en contra, y Alison tampoco.

El Mundo pareció desarmarse alrededor de Sara al intentar dar significado a aquellas palabras. No podía ser verdad ! Y, sin embargo , los dos hombres parecían hablar muy en serio.
Sir Geoffrey la miró nuevamente.
- Espero que esta jovencita no sea chismosa. De cualquier modo, la noticia no tardará en ser comunicada. Me gustaría que se casaran en verano. - Descendió los escalones para ir al encuentro del muchacho del establo de la parroquia , quien sostenía las riendas de su caballo.
Sara corrió a su refugio del ático y se tiró sobre el colchón . Se quedó atónita con el acceso de llanto que tuvo . Además de decepcionada, estaba furiosa.
Sabía que había perdido a Richard. Los padres de él y Sir Geoffrey iban a presionarlo . Le iban a ofrecer riqueza y contactos influyentes, y su naturaleza no iba a rechazar atracciones tan fuertes. Y Alison, con su rostro dulce y sus modales gentiles, sería la esposa que cualquier hombre desearía. Los problemas de consciencia de Richard serían genuinos, pero de poca duración . Pensaría en la larga batalla que tendría que entablar con los preconceptos familiares para poder casarse con Sara y diría que el amor de ellos no resistiría tal resistencia . Ella vio con bastante lucidez su futuro: las visitas de Richard a la casa de Londres, las visitas a Alison; los preparativos para el casamiento, donde ella desempeñaría el papel de criada.
La voz de Nell la hizo despertar.
- Sara, estás ahí? La señora anda buscándote hace una hora.
El tono áspero de Nell volvió a encender su sensación de injusticia. Fue el orgullo nunca dominado de Sebastian que se transformó en rebelión contra aquella indignidad y todas las otras a la que sería sometida antes de acabar el verano y antes que Richard y Alison se casaran. En aquel instante, se le ocurrió la idea de huir. Por qué no huir?
EN una fiebre de orgullo herido, se levantó rápidamente del colchón y palpó el forro hasta que sus dedos encontraron el anillo de Sebastian. Al verlo, fue invadida por nueva oleada de rabia. Lo Colocó en los dobleces del pañuelo juntamente con las tres monedas de oro de Sir Geoffrey.
Se Calzó sus zapatos mas resistentes y se puso una capa sobre los hombros. No encontró a nadie al salir apresurada; dada la importancia de la ocasión, se sintió perpleja por la facilidad con que se salía de la residencia parroquial sin se ser visto. La oscuridad se hacía densa cuando ella se dirigió al camino del canal. Estaba sobretodo preocupada en evitar la aldea de Rye, donde podría ser reconocida.
Ya había recorrido cerca de cinco kilómetros bajo un viento cortante cuando la lluvia comenzó a caer. Las historias susurradas acerca del pantano, los crímenes cometidos por los contrabandistas, no se le borraban de la cabeza. Comenzó a darse cuenta cuan indefensa estaba y que la esperaba una noche en el pantano sin un refugio. Y con cada minuto se aproximaba mas a un cruce de caminos donde estaba la taberma llamada El Angel. La reputación dudosa de ella la llenó de miedo; después de a pasarla, buscaría un granero para refugiarse hasta que saliera el sol.
El viento se detuvo por instantes, y en la calma Se oyeron cascos de caballos y ruedas en el camino. Se quedó inmóvil , aterrorizada. Un caballo y un carruaje en el pantano , de noche? Entró en pánico sólo de pensar. El camino estaba desierto y no tenía árboles , siendo la noche su único refugio. El canal bordeaba el camino a uno de los lados. Cuando el arco oscilante lanzado por la luz de la lampara del carruaje se aproximó, Sara se acostó al costado del camino , con el rostro pegado al suelo.
Vivió momentos de terror y de agonía mientras el caballo se aproximaba. Esperó un grito del conductor, pero no se oyó nada. El carruaje estaba justo pasando al lado de ella, y después continuó su camino. La oscuridad volvió a cubrirla. Se quedó allí acostada, suspirando de alivio. Finalmente, levantó la cabeza con cautela.
Al hacerlo, se encontró con una segunda lampara balanceándose a escasos centímetros de sus ojos. Miró aterrorizada la mano que la sostenía y después levantó los ojos a la silueta sombría de un hombre. Soltó un gemido ahogado de espanto y se encogió. El hombre la agarró de un brazo y la obligó a ponerse de rodillas. La lampara se aproximó al rostro de ella.
- No me toque - gritó ella, intentando librarse . Pero el hombre le sujetaba el brazo con fuerza.
- Qué es lo que tenemos aquí? - dijo él bajito, y después gritó por encima de su hombro: - Daniel! Espera! – le dio un empujón y, sin ningún esfuerzo, se la puso al hombro.
Ella gritó, pero sabía que nadie la oiría en el largo camino desierto . Golpeó ferozmente con los puños cerrados la espalda del hombre, pero él no sintió nada y corrió un poco para alcanzar el carruaje . Ella se sentía azorada cuando él la puso de pie al lado del conductor del carruaje .
- Daniel - dijo él. - Ya viste lo que encontré ? Vale la pena viajar en la parte de atrás del carruaje con una lampara en la mano . Nunca se sabe lo que se puede encontrar.
Sara jadeó de indignación cuando el conductor saltó del asiento y aproximó la lampara al rostro de ella.
- Una muchacha! Y es bien bonita! - Bajó la voz. - Pero, Harry, qué vamos a hacer con ella ahora?
- Será para mí - dijo Harry, arrastrando las palabras -, quien se esconde en el canal después del atardecer llega a enterarse mas de lo que debería. En poco tiempo , vamos a descubrir algo mas sobre esta muchacha.
Y sin decir nada mas , el joven tiró a Sara en la parte trasera del carruaje .
Ella hizo una tentativa desesperada para escapar, pero él le dio un empujón y ella cayó nuevamente de espaldas .
- Si no te quedas quieta - dijo Harry -, meteré tu cabeza dentro e una bolsa . Oiste?
Sara se quedó quieta, exhausta y llena de miedo, y el carruaje avanzó bajo la lluvia. Cuando las ruedas pisaron un empedrado y pararon finalmente, Ella se sentó y miró a su alrededor . Habían entrado en un patio. Sara vio una especie de edificio, pero no tenía luces.
- Abre ! - gritó Harry, dando golpes en la puerta.
Pasado un rato, la puerta se abrió y apareció una mujer corpulenta, protegiendo la llama de una vela con la mano . Los ojos curiosos de Sara pasaron de la mujer al cartel de madera que se balanceaba con el viento y Ella leyó las letras borrosas: EL ANGEL!

- Mira , madre - dijo el joven. – Te traje una encomienda llena de sorpresas.
Tiró a Sara al suelo, empujándola delante suyo . La mujer la sujetó bruscamente cuando ella tropezó en el umbral de la puerta. Allá dentro, Sara le golpeó ferozmente la mano.
- Suéltenme los dos! Voy a vengarme por esto.
La mujer ni parpadeó.
- Qué es esto, hijo? - preguntó ella.
Harry se rió .
- Una encomienda que encontré junto al canal. - hablaba muy bajito. - Creí que una muchacha no debería andar por ahí a esta hora de la noche. Y me apeteció tener compañía en la cena.
- estás loco - vociferó la mujer.
El posó la lampara con fuerza en la mesa y se volvió , airado, hacia la mujer, que se encogía contra la pared .
- Soy yo quien dice quien debe o no entrar aquí!
La mujer desapareció por una puerta que daba a un corredor. Harry se volvió hacia Daniel, que había entrado detrás de ellos.
- Ve a cuidar el carruaje . - Cuando Daniel salió , Harry tomó un candelabro y encendió media docena de velas. Era muy alto, tenía hombros anchos y cabello rubio , enmarcando un rostro joven que brillaba con el agua de la lluvia.
Sara estaba espantada con ese hombre gigante, que, aunque muy joven, parecía mandar en el El Angel. Cuando él la empujó hacia la luz y le sacó la capa, Ella forcejeó , intentando soltarse, pero él la dominó fácilmente, como si ella fuese una criatura.
- Cómo es que te llamas?
- Mary...Bates.
- Muy bien, Marv Bates, por qué estabas escondida en el canal?
Ella se ruborizó al oí su tono burlón .
- No sabía quien venía por el camino . El pantano es peligroso de noche.
- Veo que eres una doncella prudente, Mary Bates. Pero, qué hace una doncella prudente caminando en el pantano después del atardecer?
Ella vaciló un momento e después se lanzó en la historia que había inventado.
- Estoy trabajando en Rye e iba a camino a Appledore. Tengo una tía que está enferma y ella me mandó a llamar.
- No me mientas - gritó él, sacudiéndola violentamente.
- Suéltame - dijo ella, jadeante. - sólo espero que seas ahorcado por esto.
El lanzó una carcajada estridente. Ella dobló los dedos para arañarle la cara , después se detuvo, petrificada. él estaba besándola en la boca, apretándola cada vez mas contra sí, con su fuerza impresionante , a pesar de la resistencia de ella . Aunque nunca hubiese sido besada por ningún hombre además de Richard, se dio cuenta que él estaba habituado a conseguir lo que quería de las mujeres.
Se aflojó abruptamente, dejando que él la apretase contra su cuerpo , mientras se inclinaba todavía mas sobre ella. Y con un movimiento suave que él podía confundir con una caricia, metió los dedos debajo de los rulos rubios, después los agarró y tiró de ellos con toda su fuerza.
El dio un grito de rabia y la empujó hacia atrás.
- Mi Dios, suéltame te digo! – Y le golpeó de lleno la cara con el dorso de la mano.
Ella gritó una sólo vez, bien alto, cuando él la agarró por los hombros y levantó el brazo para darle otra bofetada. En ese mismo instante, cuando él menos esperaba, ella le agarró el cinto con ambas manos y levantó su rodilla, alcanzándolo en la ingle . él se quedó sin respiración y se tambaleó hacia atrás, casi doblado en dos. Sara sabía que el impacto apenas lo detendría por un poco y se quedó esperando la investida siguiente.
Pero él no hizo nada, se rió y dijo:
- La muchachita tiene coraje. creo que me vas a gustar , linda. Me Voy a Appledore en un día o dos . Hasta que yo vuelva , te quedarás aquí, no te vas a sentir sola con Harry Turner cerca tuyo.
- No me voy a quedar aquí. No puedes obligarme
- Ah no? Vos me mentiste , Mary Bates. Pero no tardaré en descubrir la verdad. Quién eres ? De dónde vienes? - él se inclinó
hacia adelante . - Respóndeme!
Sara estaba segura que él iba a continuar interrogándola hasta obtener la verdad y después llegaría a saber que podía mantenerla allí el tiempo que quisiese . Si alguien ya estaba buscando , nunca irían a un sitio tan remoto como El Angel . Además, ese hombre con certeza era el organizador de una banda de contrabandistas . No vio piedad en aquellos ojos brillantes.
- Respóndeme! - gritó él.
- Yo ... - dijo Ella lentamente.
Abruptamente, el hombre desvió la atención de ella. Había oído por la ventana ruidos de cascos de caballo allá afuera, sobre el empedrado. Dio un salto hacia adelante y apagó todas las velas, a excepción de una.
Había oído un golpe violento en la puerta y la voz de un hombre gritó.
Sara miró desesperadamente a Harry y a la puerta. Fuese quien fuese quien estaba golpeando puerta, no era ninguno de los cómplices de él.
Harry no se movió . Se veía que estaba indeciso.
Tendría ella coraje de pedir ayuda al desconocido que estaba allá afuera o , por lo menos, hacerlo notar su presencia antes que desapareciese ? No podía temer peor suerte con el otro hombre, fuese quien fuese. Corrió hacia la puerta. La tranca se deslizó fácilmente, y con una correntada de viento y lluvia fría. Ella embistió el sólido cuerpo de un hombre.
- Santo Dios! Qué es esto?
El desconocido la llevó nuevamente dentro de la sala. La llama trémula de la vela se estabilizó , y Sara se encontró con el rostro atónito de Sir Geoffrey Watson.

SARA fue acusada de haber robado las tres guineas de Sir Geoffrey y un anillo de oro que pertenecía a Richard Barwell. Fue juzgada en un tribunal en el trimestre siguiente.
Sabía que una actitud de arrepentimiento podría haberla salvado; se si se hubiese arrodillado en frente de Sir Geoffrey, si le hubiese contado la verdadera razón por la que había huido , él podría no haber presentado la acusación contra ella. Pero no fue capaz de confesarle su amor por Richard, por eso tuvo que escuchar mientras él la retaba , furioso por su extrema ingratitud.

En el juicio, Harry Turner fue liberado al decir que había encontrado a una desconocida intentando robar comida de su cocina. Y no hubo apelación contra las pruebas presentadas por Sir Geoffrey; él declaró en el tribunal que le había dado el dinero para que ella se vistiera apropiadamente para ir a trabajar a la casa de su hermana y que ella había huido con el oro y el anillo de Richard Barwell atados en un pañuelo .
Contra una de las acusaciones, Sara no tenía ninguna defensa lógica que presentar; en cuanto a la otra, prefirió permanecer callada. Sabía que no podía levantarse en medio del juicio y decir que Richard le había dado el anillo como garantía de una promesa . No soportaría oírlos susurrar entre ellos que ella, una criada , aspiraba a casarse con el hijo del párroco.
Su defensa, indignada y confusa, fue inútil. La sentencia a siete años de deportación no se hizo esperar:
- Decreta este tribunal que la rea sea deportada a ultramar, a un lugar designado y escogido por su Majestad
Pasado poco tiempo, fue transferida de la prisión en Rye a la de Newgate, en Londres, donde aguardaría su transporte a la colonia penal de Botany Bay. En aquella prisión horripilante donde abundaban las enfermedades , ella a veces se preguntaba como había podido ser tan loca al punto de huir de la residencia parroquial por su orgullo herido. Maldecía su propia estupidez por haber considerado que las tres guineas de Sir Geoffrey como suyas, pudiendo hacer con ellas lo que quisiese . Rechazó la idea de recurrir a Richard: él no había estado presente en el juicio y ciertamente él no podría hacer nada para alterar su sentencia.
Aprendió rápida y brutalmente las lecciones de la prisión; los débiles y los tontos no sobrevivían durante mucho tiempo. Sin dinero, pasó a depender de la piedad indiferente del carcelero para comer. Huyó de la única forma segura de ganar dinero que le quedaba: la prostitución. Los carceleros la alentaban a hacerlo porque era la mejor fuente de ingresos para ellos.
Consiguió finalmente relacionarse con una mujer llamada Charlotte Barker, una falsificadora de mediana edad que había sido condenada a tres años de prisión. Charlotte vivía en gran estilo, pagando generosamente a los carceleros por la comida que le traían y recibiendo visitas todos los días. Sara le escribía las cartas, le lavaba y remendaba las ropas. a cambio de eso, Charlotte la alimentaba y le regalaba de cuando en cuando algo de dinero.
Cinco meses después del juicio, Sara recibió una carta de Richard, escrita en su regimiento en Hampshire, un día después de haber sabido de su sentencia, y que había sido enviada a la prisión de Rye. El dinero que él decía mandar en la carta ya no estaba. Lo que no era una sorpresa , después de haber pasado por las manos de tantos ladrones.
La carta era un grito de angustia por la noticia de la condena . Le Imploraba que le escribiese para decirle cómo podría ayudarla, pero no abordaba la cuestión de su inocencia o su culpa. Sara se dio cuenta inmediatamente que él la juzgaba culpable . Era una carta amable y simpática, la carta de un amigo, pero no de un enamorado.
Después de eso, intentó no pensar mas en Richard y casi lo consiguió . La tentativa de supervivencia diaria la absorbía , y el mundo de Richard y de la residencia parroquial parecía
desvanecerse; soñaba cada vez menos con las caminos ventosos de los canales y los gritos de las gaviotas en la playa.
Se embarcó en el Georgette a mediados de Diciembre, pero cuando el barco deslizó finalmente por el río Támesis, al principio de Febrero, Ella ya no tenía dinero. Pasó los meses del viaje en la oscuridad de la bodega , con una alimentación inadecuada, de la cual los mas fuertes parecían siempre obtener mayor cantidad de lo que les correspondía. La dura ley de las prisiones continuaba en vigor, y quienes sufrían mas eran los mas débiles.