jueves, 22 de mayo de 2008

PUREZA ROBADA - CAPITULO 21

CAPITULO 21


Marguerite abrazó A Thea, y dijo con admiración:
— Estás angelical!!
— Pero no me siento así. — Y no era culpa do vestido. Las dos capas de tela color de crema le caían sueltas a lo largo de su cuerpo, disimulando el vientre levemente redondeado. Su rostro se hallaba muy pálido, y los cabellos negros, que ella jamas sujetaba o trenzaba, estaban cubiertos por la redecilla de malla fina, coronada por una tiara de ópalos. — Parezco abatida.
— No , no pareces. — Joceline colocó una capa de seda color rosa sobre los hombros de Thea, arreglando los pliegues de modo artístico. La capa le dio algo de color a la cara pálida de la joven novia.
Un largo cinturón con de perlas incrustadas , le rodeaba las caderas , y un broche de oro y ópalos lo prendía .
— No hay palabras para describir como estás de linda — dijo Joceline, secando las lágrimas con la punta de su delantal. — Pero eso no es justo. Apenas volviste a casa y ya vas a partir de nuevo.
— Ahora no es el momento de hablar de eso – la censuró Thea, con gentileza. Sus propias lágrimas se habían agotado.
— Qué le pasa a Marie? — Joceline continuó . — Nunca la vi actuar de manera tan atrevida, tan valiente.
Thea no se atrevió a dar opinión. En vez de eso, se ocupó de ajustar las trenzas de Margie, contenta con el bello resultado de las cintas que había entremezclado en los cabellos de la niña.
— Voy a quedarme tan sola sin Marie… — se lamentó la muchacha..
— No es fácil ser la última — la consoló Thea.
EN ese momento, lady Lilla entró en el aposento, pareciendo una reina. Como Thea, traía los cabellos sujetos en una red de malla de oro. Su vestido era de un color tan raro que le hacía brillar los ojos como zafiros.
Trayendo a Marguerite mas cerca y examinándola de pies a cabeza, dijo:
— Encantadora, inocente y dulce, mi querida. Y no estés tan triste. Tu turno llegará.
Volviéndose a Thea, se ocupó en arreglar los pliegues de la capa.
— Lista, hija?
— Vamos a acabar pronto con eso . — ella habló, con voz temblorosa.
— No son esas las palabras que esperaba oír. Es por tu propio bien, querida. La intención de tu padre es buena. No debes sentirte como si nosotros te hubiésemos traicionado.
— Creo que es mejor que vayamos yendo. — Thea sabía que, si se permitiese tales demostraciones de cariño, toda su coraje se desmoronaría.
Lo que mas la enfurecía era el truco vil usado por Roderick contra su familia para que nada fuese sospechado . Y que él hubiese metido a la inocente Marie en sus maquinaciones era mas de lo que Thea podía soportar. Pensaba que podría silenciar la verdad para siempre, ligando a Marie por un casamiento con su caballero? Ah, no, ella haría que ese sajón se arrepintiese del día en que había nacido.

— No has cambiado nada, Thea — la felicitó lady Helene, conmovida. — A no ser porque te has puesto todavía mas bonita. Vamos, sos bienvenida en mi casa.
Todas se dirigieron , entonces, a la capilla.
Roderick de Emory, una visión de fuerza y belleza masculina , magníficamente vestido, aguardaba con el capellán en la nave central . A su lado, Michael de Lozere.
Thea reparó que este último miraba a Marie fascinado, pero no se arriesgó a levantar la mirada hacia Roderick.
"Voy a matarlo", pensó, sintiendo la falta de su daga. Lord Bellamy condujo a ambas las hijas hasta los novios, permaneciendo junto a ellas hasta el momento en que le fue solicitado desistir de sus derechos sobre las dos. A Roderick, él le entregó la mano reticente de Thea. Marie, por el contrario , avanzó ansiosa hacia el hombre con quien su padre, de modo tan inesperado, había aceptado la desposase. La actitud de su hermana no tenía el menor sentido para Thea.
A pesar de tratarse de un casamiento doble , a ceremonia fue la mas corta que Thea recordaba haber asistido.
Apáticamente , ella se vio festejada, brindada y besada por todos los presentes. En seguida, vinieron las danzas y las bromas, y mucha comida y bebida. Thea se retrajo de la fiesta, convirtiéndose en una participante contrariada y silenciosa , cosa que ella que jamas había sido. Ni el emperador consiguió arrancarle una sonrisa de sus labios, cuando colocó sobre su cabeza la diadema del ducado de Lorraine.
Antes del crepúsculo, Garth y un enorme caballo adecuado para el tamaño de Roderick fueron traídos al patio. Una escolta de una docena de soldados lo acompañaría a la cabaña de caza de Lord Bellamy, en las montañas. Otra partida de soldados seguiría con Marie y sir Michael hasta la casa de huéspedes prestada a ellos por sir Cavell.
Y llegó el momento de decir adiós a los familiares e invitados. Thea corrió hacia Marie, a quien abrazó diciéndole :
— No tengas miedo, querida hermana. Siempre cuidaré de vos, siempre.
— No tengo miedo, Thea. — La sonrisa de Marie era radiante. ella nunca había parecido tan feliz. — Este casamiento es todo lo que siempre quise.
Mientras abrazaba a su hermana, Thea sintió la mano de Roderick apretarle el codo. Un aviso, tal vez , para que ella no revelara nada ? Sólo podía suponerlo, ya que apenas se miraban el uno al otro. Se Volvió entonces hacia sir Michael, y la expresión de su mirada hizo que el caballero levantase una ceja.
— Espero que no vayas a ser una cuñada entrometida, lady Thea.
— S no me das motivos, sir Michael. — respondió Thea, con una sonrisa . Los invitados se aproximaban para ver la partida de los novios.
— Buena suerte para vos, Michael. — Roderick dio un palmada amistosa en la espalda de su caballero, disipando la tensión creada por el comentario de Thea. En seguida, con toda calma, tomó a su esposa en sus brazos . — Creo que ya basta de despedidas. — Y pegó sus labios a los de ella, con un beso atrevido y dominante, que fue apoyado con gritos entusiasmados de los observadores .
— Tienes que esperar, Roderick de Emory! — susurró ella, contra la boca masculina .
— No logro hacerlo , esposa. — sin esfuerzo, él la colocó sobre el caballo . En seguida, montó el suyo, con los guardias de la escolta corriendo para acompañarlos.
Roderick no se hallaba dispuesto a desperdiciar ni un minuto mas . Con una palmada en el flanco de Garth, estableció el ritmo, avanzando en dirección a los portones. De esa forma, Thea no tuvo tiempo para mas que un asentimiento de despedida en dirección a su familia.
La expresión de Roderick era impenetrable. No habían intercambiado una palabra en todo el día , a excepción de los votos matrimoniales y del tenso y corto dialogo de antes.
Esa mañana , Thea se había sentado en la mesa de trabajo de Lord Bellamy, oyendo la lectura de los términos del contrato nupcial, hecha por el escriba. Muchos acres de tierra y títulos acompañaban la propiedad y, además de una fortuna en oro , se describía a las personas que iban a acompañarla: diez caballeros, setenta y cinco vasallos una centena de siervos, con sus esposas, hijos y pertenencias personales.
Y los animales: caballos de raza, vacas lecheras, cerdos, cabras y gallinas. Y para terminar la lista de muebles y de ropas pque serían enviados en cinco barcos de la flota de Bellamy rumbo a Sajonia. Aparte estaba , claro, la dote de Marie.
Roderick de Emory había encontrado la esposa rica que había salido a buscar.

La cabaña de caza quedaba en un valle, rodeada de altos e imponentes olmos. Sus paredes de estuco y madera y el techo cubierto de paja se confundían en el paisaje agreste .

En el interior del alojamiento, lamparas de aceite encendidas daban la bienvenida . Los hombres de la escolta los dejaron en el claro del bosque , retornando en seguida a Longervais a continuar con las celebraciones del doble casamiento.
Thea y Roderick se quedarían solos en la cabaña como en una especie de luna de miel.
Desmontando, Roderick amarró su caballo a un poste. Antes que pudiese darse vuelta para ofrecer su ayuda a Thea, esta ya había saltado al suelo. Y tampoco estaba aguardándolo ceremoniosamente. Por el contrario , trataba de conducir Garth hacia el establo, al lado de la cabaña. Había comenzado a desensillar el caballo , cuando Roderick se aproximó .
— Deja que yo hago eso , Thea.
— Ah, ahora es así, mi Lord ?
Viendo a Thea determinada a hacer las cosas a su modo, Roderick se quedó a un lado. Esa era una mujer diferente de la muchacha con quien había vivido de modo tan íntimo por casi un año.
— Ocúpate de tu propio caballo, mi Lord . Mi período de servidumbre y esclavitud se terminó.
— Thea … — Roderick dio un paso adelante para interceptarla. Necesitaban conversar, y cuanto antes mejor.
— No me toques ! — ella se apartó, y el odio en su voz lo mantuvo a distancia.
— Thea, nosotros necesitamos …
— No necesitamos de nada! — Cubriendo sus orejas con sus manos sucias , ella intentó no oírlo. — Vos, mi Lord , ya conquistaste lo que te hizo venir a Francia: una esposa con un dote digna de un rey! Ahora, hazme el favor de mantenerte lejos de mí y de cumplir con el acuerdo que hiciste con mi padre. Nunca mas seré obligada a hacer lo que se te antoja . Esta vez, Roderick de Emory, fuiste demasiado lejos , y jamas voy a perdonarte !
Antes que él pudiese decir una palabra, Thea le dio la espalda y dejó el establo. Siguiendo directamente hacia la cabaña, pateó la puerta y la golpeó con fuerza detrás de si.
EN la cabaña, Thea comenzó a caminar de un lado a otro, demasiado nerviosa como para comer algo o permanecer sentada. Todo el esfuerzo para parecer compuesta se había evaporado . Y cuando, finalmente , la puerta fue abierta, ella no se hallaba preparada. Sobresaltada, giró sobre sus talones , encontrándose cara a cara con su marido.
La luz de las velas en los candelabros le acentuaba el color dorado de sol de su piel. El rostro, de una belleza que nunca dejaba de fascinarla, tenía la dura y rígida expresión de los primeros tiempos. La expresión del guerrero preparándose para la guerra. Bien, ellos estaban en guerra. Y al entrar en la cabaña, Roderick había cruzado la líneas de batalla.
— Madame, a tu servicio. — Golpeando sus talones él se curvó en una reverencia. Enderezándose, la miró con atrevimiento a los ojos. En seguida, lanzó a través del aposento su magnífica capa de viaje sin preocuparse en ver donde caía.
Con pisadas fuertes, el Halcón se dirigió hacia la mesa bien servida, recorriéndola con una rápido mirada. Extendiendo la mano hacia una jarra, la llenó hasta el borde con cerveza espumante. El contenido fue bebido de una solo vez. Después , fue a sentarse.
Extendiendo las largas y vigorosas piernas, cruzó los tobillos y metió los pulgares en su cinturón. Era la propia viva de la indiferencia.
— Mírame , Thea — él ordenó, en un tono que no admitía contestación.
— Te estoy mirando. Aunque no tengamos nada que decirnos.
— Por el contrario, mi devota esposa. En primer lugar, quiero saber por qué no me dijiste quien eras. — De repente él se puso de pie, usando su alta estatura para intimidarla. — Lady Althealine de Bellamy, marquesa de Guyenne y duquesa de Lorraine, hija del poderoso duque de Auvergne, ministro del emperador Lotario, ama de llaves de Blackstone, esclava y amante del duque de Emory. Por cuál de esos títulos te gustaría ser llamada?
Con cada uno de sus títulos, pronunciados con desprecio, Thea se estremecía.
— "Mujer" o "criada" no eran los que acostumbrabas a usar ? Yo no quería que nada de todo esto sucediese. Fuiste vos quien quiso.
— Es verdad . — Roderick usaba un tono indiferente. — Quieres decir que niegas toda participación en el complot armado contra mí por tu familia?
— Yo no tuve nada que ver con eso . El acuerdo que hiciste con mi padre es mas que conveniente para vos, pero en nada altera mi ofensa, o los ultrajes cometidos contra mí.
— Piensas eso , mi lady? Pero supone que yo quisiese una esposa de verdad, que viviese donde yo vivo, que fuese a donde yo fuese. Para amarme y honrarme, conforme a los votos sagrados que nosotros pronunciamos. Vamos , Thea, por qué no me dijiste quién eras?
— No habría hecho ninguna diferencia en la manera en que vos me trataste.
— Y ese es el motivo para entramparme ahora en esta red de intrigas de la corte?
— La única intriga de la que tengo conocimiento es la que existe entre vos y tu caballero, Michael de Lozere. Acaso tuviste miedo que Marie lo reconociese, Roderick? Fue por eso que lo hiciste conquistarla?
— Thea! — Roderick avanzó, amenazador y peligroso, en dirección a ella. — Si hubiese sabido su nombre, habría tomado todas las medidas para que nuestros caminos jamas se volviesen a cruzar.
Thea se estremeció de los pies a la cabeza. La verdad cruda la hirió tan profundamente que le parecía imposible no estar sangrando. Cualquier esperanza que pudiese haber en ese matrimonio murió ante la frialdad de los ojos azules. Incapaz de continuar mirandolo, ella bajó la mirada , mientras escogía las palabras para responder, con todo cuidado.
— Entonces parece que estamos predestinados, marido. Ahora, si me das permiso, voy a dejare con tu cena y tu bebida.
Dándole la espalda a Roderick, subió al ático acogedor , donde la cama había sido preparada. Una camisa de dormir de seda había sido extendida sobre el lecho, a la espera de ella. Después de quitarse el vestido de bodas, Thea se vistió con gestos automáticos y rígidos, intentando ignorar el dolor que parecía devorarla. Si al menos él hubiese dicho que la amaba de verdad, que no podía vivir sin ella… todo sería muy diferente.