sábado, 17 de mayo de 2008

PUREZA ROBADA - CAPITULO 15

CAPITULO 15


Cuando le fue posible, Thea empujó la manta de piel a los pies de la cama .
Acostado de espaldas , con una de las manos sobre el corazón agitado, Roderick la observó , todavía bajo el efecto del intenso placer vivido momentos antes.
— Necesitamos tomar un baño, mi Lord — Thea anunció, frunciendo graciosamente su nariz.
— Si, pero no juntos, o saldremos de la casa de baños con el mismo olor de sexo que estamos exhalando ahora.
— Oh! con certeza, mi Lord . — muy rápidamente ella salió de la cama y, envolviéndose en la sabana , se dirigió a la fuente. — todavía hay huéspedes en su casa esperando el desayuno. Perdoname por ir a cuidar de otros deberes, mi Lord .
Roderick se rió , desperezándose como un felino.
— Puedes ir a cuidar de eso, mi pequeña francesa. — habló, en tono afectuoso. Después , rodando a un lado, apoyó la cabeza en la mano para observarla mientras ella se lavaba. — Te tendré sólo para mí, cuando la marea suba y nuestros huéspedes hayan partido.
Thea sonrió deliciosamente .
— Cómo desees, mi Lord .

La primera persona que Thea vio al entrar, cargando una pesada bandeja, en el gran salón , fue a Roderick, de pie al lado del rey de los dinamarqueses. Parecían empeñadas en una seria conversación. El Halcón de Emory estaba usando su mas fina túnica, una de terciopelo azul del color exacto de sus ojos maravillosos.. Roderick estaba tan guapo que Thea se quedó inmóvil , mirándola, deslumbrada.


Su mirada enamorada se detuvo en la boca masculina , recordando la sensación y el sabor de los besos que habían intercambiado durante toda la noche y una buena parte de la mañana . Roderick se había afeitado la barba que le ocultaba parte de sus bellas facciones . El labio superior lleno y firme, se curvaba hacia arriba . Era una boca hecha para sonreír, si Roderick así quisiese.
Mientras él escuchaba lo que Herewald tenía que decir, profundas líneas le marcaban la cara , donde antes debían haber existido irresistibles hoyuelos.
Emocionada, Thea pensó: "Si logro hacerlo volver a sonreír como antes, o aliviar de alguna forma su sufrimiento, Dios con certeza me perdonará el pecado de amarlo sin la bendición del sacramento del matrimonio".
Con un asentimiento , Roderick la llamó para que se uniera a ellos. Colocando la pesada bandeja sobre la mesa Thea se apresuró a obedecer.
Con una respetuosa reverencia a ambos Lords, miró el rostro serio de Roderick.
— Me precisan, mi Lord ?
— Si , Thea — Roderick habló en su excelente y modulado francés. — El rey Herewald desea hablar con vos. Quiero que le prestes toda tu atención y lo perdones por los escasos conocimientos de tu bello idioma.
— Si , monseigneur. — Curvándose en nueva reverencia y lanzando a Roderick una brillante sonrisa , Thea volvió su mirada al rey dinamarqués.
Herewald carraspeó y comenzó, en un francés de acento gutural:
— Mademoiselle Thea, mi buen amigo Halcón parece no estar entendiendo el interés que tengo por vos. Le hice la mas generosa de las propuestas para comprar tu persona. Pero el Halcón insiste en decir que eres una mujer libre y que puedes escoger con quien de nosotros prefieres quedarte. Soy un hombre muy rico y prometo cubrirte con las mas deslumbrantes joyas y las mas finos vestidos que una mujer podría desear. Aceptas a mi propuesta?
Thea miró a Roderick, pero las facciones masculinas estaban desprovistas de cualquier emoción. Bajando los párpados bordeados por largas pestañas oscuros, ella se curvó ante el rey.
—Su Gracia , perdóneme, pero Lord Roderick no dijo toda la verdad . estoy profundamente ligada a él, y no soy libre para escoger otro protector, por grandes que sean riquezas con las cuales me quiere honrar.
— Me estás rechazando?! — Herewald preguntó estupefacto.
— Claro que no , Su Gracia , de ninguna forma ! Sólo estoy diciendo que estoy ligada a él por lazos intangibles, pero muy mucho poderosos.
Herewald miró a Roderick, atónito.
— Prefieres un duque a un rey Ah, el Halcón, es un maldito garañón suertudo ! Por lo que parece , la muchacha
está enamorada de vos , mas no quieres hablar sobre eso en mi presencia . — con una reverencia caballeresca, el dinamarqués se volvió hacia Thea, que aguardaba en suspenso — Mademoiselle, te pido que aceptes los presentes que le ofrecí a tu Lord . No pretendo llevármelos de vuelta. Si los rechazas lo tomaría como un insulto personal. Mira y ve si te gustan.
Confundida, sin saber qué hacer, Thea se quedó mirando a los dos hombres . Herewald señaló entonces un enorme baúl, colocado al lado de los escalones que conducían a la galería de los juglares .
Fríamente , Roderick le indicó que hiciese lo que el rey exigía. Thea se arrodilló junto al baúl y levantó a pesada tapa esculpida. Un perfume a rosas le subió a las fosas nasales . Dentro había rollos de las mas finas telas, de Venecia, encajes franceses, linos y lanas en todas las colores del arco iris. Pasando los dedos por una rica tela azul, Thea se puso a soñar con una nueva túnica para Roderick.
— Oh, monseigneur Herewald, no tengo palabras para agradecer tanta bondad . Claro que lo acepto. Muchas gracias.
Satisfecho, Herewald palmeó el hombro musculoso de Roderick.
— Viste ? No hay mujer en el mundo que rechace un presente de ese tipo . Perfecto, puedes quedarte con ella mientras tanto , Halcón. Tal vez en mi próxima visita la joven haya cambiado de idea y prefiera ir conmigo.
— Eso es todo, Thea — Roderick habló autoritariamente . — Puedes retirarte. Mandaré a llevar el baúl arriba . Herewald, basta de conversación. Vamos a comer.
— Ah! Confiesa que te dejé preocupado, o no , Halcón?
— Ni por un segundo.
Cuando, finalmente , Herewald y Roderick se encontraron sentados en la larga mesa, Thea había desaparecido hacia mucho del salón . Y Roderick estaba seguro que ella continuaría lejos de allí hasta a partida de los huéspedes.
Y no estaba equivocado.

Las fuertes lluvias retornaron tan pronto como el barco de Herewald dejó el puerto de Blackstone. Los campos se hallaban tan húmedos y resbaladizos, que los hombres no podían salir de la torre. Por dos días, se quedaron reunidos en el salón , bebiendo cerveza, sentados en los bancos a lo largo de las mesas.
La lluvia había perjudicado parte de los granos almacenados , pero, con la vuelta del buen clima, le parecía a Thea que la cosecha estaba lista para ser levantada. Y esa era también la opinión de Roderick.
Bien lejos de la aldea, él dirigió el caballo hacia las montañas, con Thea en el lomo, poco después de la misa dominical, con el pretexto de mostrarle el paisaje del valle.
En realidad , pretendía darle una sorpresa : una comida al aire libre junto a una caída de agua y la laguna natural alimentada por las aguas termales calientes, el mismo agua que alimentaba los baños romanos.
El almuerzo era frugal, pero delicioso: pan, queso, vino y manzanas. Ellos nadaron juntos por un buen tiempo, riéndose y divirtiéndose como niños despreocupados. Después hicieron amor a la sombra de los pinos, comieron sentados en el suelo , contemplando el magnífico paisaje del valle.
— Este lugar es perfecto — comentó Thea saciada en todos los sentidos. — puedo entender el amor que tienes por tu tierra, Rock . Tu gente también es buena. Es una lástima lo que los vikingos hicieron con ustedes . — Thea había dado al Halcón, casi sin querer, ese apodo cariñoso, y él lo adorara.
— Es el precio a pagar para quienes vivimos aquí, y es lo que aconteció muchas veces a lo largo dos siglos. Átila, el Huno, nos arrasó, quemando la mitad de los bosques en su camino de destrucción . Carlos Magno hizo lo mismo hace cien años. Cuando eso sucede, qué resta mas que comenzar de nuevo. No soy el primer Emory en tener que enfrentar un nuevo comienzo. La vida siempre continua.
— Es verdad — concordó Thea, pensando que sólo faltaba una cosa para que ese fuese el mas perfecto de los días, pasado al lado del hombre que ella amaba, compartiendo no sólo da intimidad física, sino también sus ideas: ninguno de los dos había hablado de amor.

Tan ocupados estaban todos con sus quehaceres, que apenas notaron el cambio de estación. El otoño se fue y la furia invernal llegó en forma de gélidas nevadas, que cubrían la tierra de blanco.
Gracias a la providencia de Roderick todos poseían calzados. Botas, zapatos y chinelas de cueros suaves, además de las largas medias de lana, mantenían las piernas y los pies calientes y secos.
Los nuevos muebles fueron llegando de la carpintería de la abadía. Fray Laurence acompañaba cada uno de los muebles cuando era entregado, en opinión de Thea con la intención de ser invitado a almorzar, lo que siempre acontecía.
Cuando el río comenzó a congelarse junto al puerto, todos los barcos ya estaban guardados en galpones secos. Las provisiones de leña y de cerveza eran inmensos.
Los pajes y los escuderos retornaron al entrenamiento de combate durante buena parte del día. Sir Michael era el encargado de supervisar esa importante tarea.
Cada una de las mujeres de la villa recibió una ocupación a ser completada dentro de casa, durante el invierno. Las que sabían usar la rueca, hilaban, otras tejían en rústicos telares, cosían o bordaban . El producto final era traído de vez en cuando a la torre para ser almacenado.
Las telas eran cortadas de acuerdo con las necesidades y transformados en ropas. Aunque los colores se limitasen a los oscuros tonos de la tierra, nadie dejaba de estar convenientemente vestido y abrigado.
Hasta que Thea comenzó a registrar todos los productos almacenados , Roderick no tenía idea de lo que era cuidar todo día del bienestar de su gente.
El también la sorprendía cuando, al examinar los registros, encontraba error en una cuenta, cosa que había pasado desapercibida para ella. Nada escapaba a la perspicacia y la inteligencia brillante del Halcón de Emory. Thea quedó admirada al descubrir cuan letrado y culto era él . Siempre había creído que los sajones eran ignorantes, casi bárbaros. Roderick, sin embargo, pasaba horas trabajando en sus propios pergaminos. Aunque no le mostrase sus proyectos y diseños a ella, con frecuencia los discutía con sir Michael, sir Deitert y con su primo Benjamin oyendo sus ideas y sugerencias para la ejecución de los planes que había imaginado .
Encerrada dentro de la torre la mayor parte del tiempo, algunas veces Thea se sentía de nuevo una prisionera, como en los primeros días de su captura. Si no fuese por el ritual de la misa de los domingos, habría perdido toda esperanza.
En la víspera del día de la Epifanía, una pesada tormenta de nieve mantuvo a todos dentro de la torre. Roderick, que había ido al depósito con los registros de Thea, volvió impresionado con la enorme cantidad de pieles traídas por sus cazadores en los últimos días.
— Creo que en la primavera me voy a transformar en mercader, en vez de pirata — bromeó.
— Es mejor que te quedes aquí y cuides de la defensa del feudo. — replicó sir Deitert. — Los vikingos pueden retornar, con la esperanza de que hayamos restaurado nuestras posesiones.
A afirmación dejó Thea con un mal presentimiento.
Siempre capaz de leer as menores expresiones en el rostro de ella, Roderick le acarició la mano .
— No te preocupes, Thea, esta vez , se ellos vienen, ni siquiera conseguirán llegar al puerto .
Thea se puso a imaginar si la calma y la seguridad del Halcón tendría fundamento. El barco de Herewald de hecho había encallado al lado de la isla. Pero , y si los noruegos fuesen mas expertos en la navegación?
Ella estaba aguardando con tensa expectativa sobre el período de prueba al que había sido sometida, no había dicho una palabra pero no lograba pensar en otra cosa. Esa noche, no consiguió dormir, tantas eran las dudas que atormentaban su mente.
El día de la Epifanía amaneció claro y muy frío, y, por ser día santo, ninguna comida sería servida antes de ir a la iglesia. Roderick se levantó primero y , después de encender una vela en el cuarto todavía oscuro, fue avivar el fuego de la chimenea. Volviéndose hacia Thea con una sonrisa , la llamó para que fuera sentarse con él en la silla . Ella obedeció , trayendo consigo la piel de oso para cubrirlos.
Tomándole las manos , Roderick la examinó por un largo y silencioso instante . Finalmente , con expresión solemne, la miró a los ojos.
— Es el día de la Epifanía Thea. El día en que nosotros dos tendríamos algunas cosas que hablar .
Incapaz de pronunciar una palabra, debido a la ansiedad , Thea se limitó a un asentimiento con su cabeza.
Levantándole las manos , Roderick las besó .
— No vas a preguntarme si pasaste la prueba?
Thea hizo un gesto de negación. Tenía miedo de la respuesta. Suspirando, el Halcón se curvó para tomar la espada que todas las noches colocaba en el piso al alcance de su mano. Extrayéndola de la vaina, aproximó la empuñadura con incrustaciones de piedras preciosas.
— Vos te mantuviste fiel a su promesa, Thea, probando que tu palabra merece ser creída y que eres una mujer de honor . Cediste a todos mis deseos, proporcionándome todos los placeres de su cuerpo con un ardor que excedió mis mejores expectativas. En ese momento, juro que si un día tuviera que dejar Blackstone para buscar una esposa en la corte , una dama que ayude a solucionar las exigencias económicas del feudo, te llevaré de vuelta hasta el margen del río donde te encontré y te capturé.
Trayendo la espada junto a su rostro, besó la empuñadura. Después , volvió a colocar la espada en el piso , atrajo a Thea bien junto a él, debajo del calor de la piel de oso.
— Ahora tienes mi juramento, Thea, en cumplimiento a nuestro acuerdo. —
Y nada mas fue dicho mientras el Halcón la besaba con ternura en la frente .
Con profunda gratitud , Thea levantó el rostro y lo besó en la boca.
— Quiero que sepas una cosa — dijo el duque cuando sus labios se separaron del dulce beso que selló la promesa. — Me gustaría que las cosas continuasen así para siempre, que nunca cambiasen. Si no estuviese obligado por las necesidades económicas de la gente de Blackstone, viviría con vos , en esta pobreza hasta los últimos días de mi vida.
En silencio, Thea lo miró con los ojos verdes llenos de lágrimas. Después de algún tiempo, dominada la emoción, ella sonrió y dio inicio a las actividades del día.
El invierno se prolongó mas allá de lo esperado y, de repente, Thea se dio cuenta de algunas cambios ocurridos entre el personal de la torre y la gente de la villa. Al final de febrero, se volvió obvio que todas las mujeres en Emory parecían estar embarazadas, a excepción de la vieja Armenia y de Thea.
En una mañana helada, con todo cubierto por nieve, sir Deitert y Roderick habían salido juntos para una caminata. Mientras tanto , Elspeth se retorcía las manos nerviosamente.
Preocupada, Thea le preguntó qué le estaba sucediendo. Con el rostro tenso, su amiga confidenció:
— Sir Deitert decidió pedirle a Lord Roderick permiso para casarnos .Le Imploré para que no lo incomodase con un pedido de ese tipo , pero él no me escucha . Dijo que no quiere que nuestro hijo nazca como un bastardo.
— Oh … — Thea se sorprendió por no haber notado antes como la cintura de Elspeth se había engrosado y no supo qué decir.
Siempre siendo la persona que confortaba a los demás, Jesse se aproximó y lr dio un abrazo fuerte a su amiga, diciéndole que no se preocupase .
Los hombres retornaron al final de la tarde, sacudiendo la nieve de las pesados casacas de piel y las botas: Entre ellos, fray Laurence, librándose también de la nieve que cubría su hábito de lana y la cabeza calva.
Roderick llamó la atención de todos los que estaban reunidos en el gran salón , anunciando:
— Mis amigos, aproxímense. Un casamiento será celebrado en este momento.
En seguida, llamando Elspeth, le preguntó :
— Joven, te di permiso para escoger cualquier sajón que todavía estuviera soltero. Estás segura de que es este viejo lo que deseas como marido?
Como respuesta, Elspeth abrazó los hombros erectos caballero, besando la cara cubierta por una corta barba gris.
Fray Laurence entonces ofició la ceremonia, dando la bendición a los novios. Y la celebración se inició, prosiguiendo hasta avanzada la noche.
Thea desempeñó sus tareas de modo automático sin cometer errores, pero el casamiento de Elspeth, de cierta forma, la había perturbado.

En su corazón le deseaba felicidad a la nueva pareja. Pero era la expresión del rostro de Roderick durante y después de la ceremonia lo que la preocupaba. Pero sólo fue al retirarse a sus aposentos que él dio señal de lo que estaba sintiendo.
Un acogedor fuego crepitaba en la chimenea. Abriendo la ventana, Roderick se quedó algún tiempo mirando afuera. Envolviéndose en un chal , Thea fue unirse a él, imaginando si diría lo que estaba perturbando.
En medio de los copos de nieve cayendo, la noche estaba calma y silenciosa. Abajo , en la aldea, columnas de humo subían de los fuegos encendidos en cada cabaña.
— Algo está mal, mi Lord ?
Girando sobre sus talones , Roderick se quedó mirándola, su rostro era una máscara inexpresiva.
— Estás embarazada también , Thea? — preguntó sin el menor preámbulo.
— No , mi Lord .
Ella lo observó con atención , para ver se descubría en las bellas facciones , algún tipo de emoción que sirviese de indicación de los sentimientos de él. Pero el rostro masculino permaneció indiferente, distante.
Con un movimiento brusco, el Halcón volvió a mirar por la ventana, cerrándola con firmeza, y de esa forma bloqueando el frío. Después , le arrancó el chal que la envolvía y, sujetándola por los hombros , le estudió el el cuerpo desnudo.
— Cuándo tuviste tu último flujo?
— Yo … nunca fui muy regular. Puede venirme en cualquier momento, cuando menos espero, o estar algunos meses sin venir.
La respuesta lo dejó decepcionado. La abrazó . Debería haberlo notado, suponía, si ese fuese el caso, ya que pasaba mucho tiempo observándole los pechos y la cintura
— Es una pena — él comentó, cargándola hacia la cama: — Todas las otras mujeres lo están. Creo que estoy harto de que me pregunten si no estoy cumpliendo con mi deber.
— Ellos se atreven a preguntarte una cosa así ?! — Thea quiso saber mientras Roderick la cubría hasta el mentón con la manta de piel , después de desvestirse, fue a unirse a ella.
Acostado de espaldas , con las manos debajo de la cabeza, Roderick se quedó mirando para el techo, mientras contaba los meses que les restaban. Marzo y, si la primavera tardase en llegar, abril, antes que el puerto se descongelase. Habría tiempo suficiente para embarazarla, y así retenerla en Blackstone por dos años mas , hasta que el bebé dejara de mamar?
Al lado de Roderick, Thea permanecía callada. Cuando el Halcón se volvió y colocó la mano sobre la suave curva de su vientre, ella no se apartó, pero tampoco se acurrucó contra él, como de costumbre.
— Quiero tener un hijo tuyo — Roderick anunció, con firmeza, la mirada todavía sobre el estomago de Thea. — Pero tal vez seas estéril.
— Está enojado conmigo, Roderick?
— No , Thea, no tienes la culpa. Tenemos que esperar el curso de la naturaleza. Pero Blackstone precisa tanto de niños … y me gustaría que uno de ellos fuese mío.

Cada domingo, después de la misa, las mujeres se juntaban para hablar de los bebés a camino. Elspeth formaba parte del grupo, radiante por estar cargando en su vientre el hijo de un caballero de la importancia de sir Deitert. Jesse, quien no estaba segura de cual de los escuderos era el padre de su hijo, proclamaba en voz alta, que la alegría de la maternidad era suficiente para ella.
A mediados de marzo, la partera estaba muy ocupada con las mujeres dando a luz, o a punto de hacerlo. El frío intenso había llegado a su fin, y el olor a primavera llenaba el aire. Era la época ideal para recolectar hierbas medicinales y reponer las provisiones que así se habían acabado en la torre. Thea estaba ansiosa en el interior de las altas murallas de Blackstone, deseosa por explorar los pequeños riachos y los bosques en busca de raíces e hierbas.
Roderick, sin embargo, se hallaba muy ocupado supervisando las construcciones para poder acompañarla fuera de las murallas en busca de plantas medicinales . Cada vez que Thea insinuaba que las provisiones eran muy escasas en el baúl de las medicinas, el Halcón respondía que tal vez , al día siguiente, pudiese encontrar algún tiempo libre para llevarla hasta a las montañas.
El día siguiente, Thea temía, podría ser demasiado tarde .