miércoles, 14 de mayo de 2008

PUREZA ROBADA , CAPITULO 11



CAPITULO 11


Cuando descendió al salón , Roderick mandó llamar a Elspeth y Jesse y les quitó los grilletes. Se los entregó después al administrador , diciendo:
— Sir Deitert, quiero que esto sea registrado oficialmente en los libros de la abadía: Elspeth, Jesse y Thea ya no son esclavas. Si desearan casarse con hombres todavía no comprometidos, harán la elección por ellas mismas y recurrirán a mí para la aprobación de su unión. Y de hoy en adelante recibirán un pago justo por los servicios prestados a esta casa, mientras vivan aquí .
Habiendo establecido sus nuevas determinaciones, el duque anunció que partiría en seguida a la zona norte del feudo, para cazar y revisar las trampas.
Elspeth fue encargada de ocuparse de las provisiones para el difícil viaje. A Thea nada le fue dicho o pedido. Roderick no se detuvo para despedirse de ella, y ni siquiera demostró notar su presencia.
Tampoco le dijo cuando volvería.
Todas las noches, durante su ausencia, Thea iba a los aposentos de él , tal como le había sido ordenado.
Pero al liberarlas el duque había dejado algunos detalles sin esclarecer. Y Thea había acabado llegando a una conclusión perturbadora. Roderick no había anunciado su posición como ama de llaves , como le había prometido en el barco. Una omisión hecha a propósito , con certeza. El Halcón la había dejado en una posición tan delicada como la de esclava: ella, ahora era, la amante.
Partiendo rápidamente , poco después del anuncio de liberación, el duque la había dejado sola para luchar sus propias batallas.
Conversando, las tres jóvenes concluyeron que, en realidad , la única cosa que había cambiado era que ya to tendrían que usar ese incómodo collar de hierro.
Thea decidió también que, mientras permaneciera en esa tierra miserable, no se iba a morir de hambre. Entonces mandó que los aldeanos matasen a tres cerdos , cuya carne sería ahumada y salada para ser usada en los próximos días. Además , trató de hacer un inventario de la cantidad de granos, cereales y otros productos traídos por los campesinos, en rústicos carromatos, para ser almacenados.
Hizo que toda la torre fuese aireada y luego perfumada con alcanfor y otras hierbas aromáticas ; los viejos colchones de paja fueron quemados y remplazados por nuevos .
Cuando uno de los escuderos apareció con la piel de oso de Roderick, Thea mandó a que la llevasen a la casa de baño y que la sumergiesen en la piscina. Hubo lavarla cuatro veces antes que la enorme piel recuperase su increíble brillo y suavidad, siendo entonces considerada por Thea como digna de la cama de un Lord .

Poco después del mediodía, el ruido de los cascos de Victory en el puente levadizo anunció el retorno del Halcón . Inclinándose sobre la olla humeante, Thea aspiró el aroma de las hierbas que acababa de agregar a la mezcla, fingiendo indiferencia. Pero su corazón traidor amenazaba con saltarse del pecho.
— El está de vuelta — anunció Elspeth, señaló los portones.
Enderezándose, Thea se quedó observando a Victory galopar en dirección al establo. Había algo de diferente en el animal. El cuello se arqueaba, y su cabeza se erguía bien alta, orgullosa, como si estuviese satisfecho con su nuevo papel.
Apresurándose, el viejo Heinz vino a tomar las riendas , mientras , con agilidad felina, Roderick desmontaba. El caballo de carga que venía atrás estaba cargado con pieles de animales. La mirada penetrante del duque recorrió todo el patio, notando a los siervos diligentemente ocupados, y evaluando las tareas en las que se hallaban empeñados.
Sus ojos azules pasaron por Thea como si ella no tuviese mas importancia que el artesano que hacía barriles, o el herrero trabajando en la forja.
Disimulando su decepción , Thea volvió su atención a la cera caliente. Si Roderick había decidido ignorarla, ella también podía darle un trago de su propio remedio.
Parpadeando para apartar las lágrimas que amenazaban con aflorarle en los ojos, miró al cielo cargado nubes grises y pesadas. Una tormenta se estaba formando. Con esfuerzo, consiguió controlar la angustia y continuar la tarea de fabricar velas. Era el momento de probar si la consistencia de la cera había alcanzado el punto adecuado. Junto con Elspeth, comenzó a sumergir los hilos de algodón trenzados que serían los pabilos. Ambas soltaron gritos de triunfo cuando la cera caliente se adhirió a los hilos.
— Parece que te salió bien — comentó Elspeth, apartando una mecha de cabello de su rostro acalorado.
Griselda, una campesina que, junto con su hija Trude, había venido a ayudarlas, se encargó entonces de sumergir los moldes de metal con los pabilos ya sujetos en su interior. Las dos trabajaban con facilidad , bromeando entre sí todo el tiempo y también con los jóvenes pajes reunidos a su alrededor . Al ver al duque , ambas lo saludaron con afecto y respeto, a lo que él respondió con un alegre saludo. Roderick se reía con naturalidad uniéndose a las bromas y la animación de su gente.
Tomando otro molde , Thea intentó concentrarse en la tediosa tarea, pero sus ojos parecían tener una voluntad propia y todo el tiempo buscaban al atractivo sajón. Con gracia masculina, el Halcón se movía de un puesto de trabajo a otro, inspeccionando y elogiando el trabajo de cada uno. Junto a la forja, se detuvo por un tiempo mayor, intercambiando palabras animadas con el herrero, sin parecer afectado por el calor del hierro sobre las brasas.
Por mas que Thea se esforzase, la presencia de Roderick constituía una distracción irresistible. Suspirando, trató de volver su atención a lo que hacía.
— Cansada, Thea? — preguntó Elspeth, sin levantar la mirada de los pabilos que estaba poniendo en el interior de los moldes . — No has dormido bien anoche?
— Y vos ?
Elspeth se encogió de hombros .
— Si, … consigo descansar bastante bien cuando sir Deitertse duerme .
El rubor en el rostro de Thea se acentuó, no tenía nada que ver con el calor de la cera derretida en la olla . Elspeth, a su vez, miró a su alrededor , al patio lleno de gente, un tanto aprensivamente. Sólo se sentía verdaderamente segura cuando sir Deitert se encontraba cerca, pero él había salido temprano para una inspección de los campos.
EN ese instante, Jesse se aproximó , venía de la casa de baño, donde había estado lavando ropa.
— Que olor rico!
— Es romero , Jesse. Thea machacó las hojas y las agregó a la mezcla.
— De dónde sacas tantas ideas? — Jesse preguntó , curiosa.
— Así lo Hacemos en mi casa.
— Ah … mi casa — suspiró la joven pelirroja, llena de melancolía.
— No empieces con eso — Elspeth advirtió .
— Extraño a mi hijo.
— Puedes tener otro aquí. — Como siempre, el espíritu práctico de Elspeth se hacía presente.
— Elspeth! — protestó Thea. — Cómo puedes decirle una cosa así a la pobre Jesse?
La muchacha miró para las nubes grises que se agrupaban al norte.
— Mi hijo me fue sacado por el padre, para ser criado en un castillo, y no entre siervos. Lo mismo va a suceder con el hijo de Jesse, tarde o temprano . Y ella lo sabe .
Thea jamas había pensado en eso antes. Pero sabía que Elspeth decía la verdad . Aun en Landais, cuando una sierva daba a luz un hijo engendrado por el Lord o un noble , la criatura no se quedaba con la madre por mucho tiempo. El casamiento era la única garantía de protección y obtener derechos para una mujer .
— A qué distancia estaremos de nuestras casas? — La pregunta salió de un impulso casi inconsciente.
— Cómo podemos saberlo ? Vinimos en barco. — Elspeth observó con temor el ceño fruncido de Thea. — Sajonia no puede quedar tan lejos . Y si nos robásemos un bote de pesca?
Elspeth se rió.
— Y nosotras tres lograríamos guiarlo en alta mar?
— Podríamos quedarnos cerca de la costa e ir hacia el sur.
La idea pareció tan ridícula que Elspeth resolvió entrar en la broma.
— Qué maravilla! Fabricando velas un día y transformadas en marineros al siguiente ! Pero debemos planearlo bien, muchachas. Calculemos que de aquí a un mes aparecerán las primeras nauseas matinales .
Thea la miró , perpleja.
— Qué quieres decir?
— Estoy hablando de eso que acontece con el estomago de la mayoría de las mujeres cuando descubren que van a tener un hijo — Elspeth no se preocupaba por las palabras .
— Tener un hijo?! Pero yo no estoy casada.
— Y qué mas da ? Tienes un hombre, o no ? El te va a plantar su semilla hasta que un hijo sea engendrado. Fue para eso que nos trajeron acá. Para poblar el feudo.
Thea dejó caer el pabilo que estaba sujetando. Cómo había podido ser tan ciega e idiota ?
— En ese caso, tenemos que apresurar nuestra fuga…
Elspeth sacudió la cabeza.
— Demasiado tarde . El mal ya está hecho. Huir no resolverá nada.
— Por lo menos cesaría el asunto de … la semilla.
— Oh … tu flujo mensual ya llegó, Thea?
— No , pero debe llegarme con la luna menguante.
— Bien , esa es la cuestión . Si no te llega , es porque la semilla fue bien plantada y un bebé se encuentra en camino.
— Cuántas veces son necesarias … para que eso pase ?
Elspeth se encogió de hombros .
— Depende.
Con la cara roja como un pimiento , Jesse admitió:
— Mi Lord estuvo conmigo muchas veces antes que mi hijo fuese concebido. Las otras criadas creían que yo tenía mucha suerte porque mis flujos llegaban con regularidad . Entonces, cuando mi Lord ya no tuvo mas interés por mí y se consiguió otra amante para su cama, ellos cesaron, Y descubrí que estaba embarazada.
Ese era un asunto que hasta entonces Thea no había querido plantearse . Pero era claro que Roderick había perdido el interés por ella. Observando la pálida belleza de Elspeth y la dulce vivacidad de Jesse, por primera vez las vio como posibles rivales.
— Las tres fuimos hechas esclavas por Lord Emory. Eso significa que él puede llevar a cualquiera de nosotras a su cama? Ustedes ... lo aceptarían , si él lo pidiese ?
— Thea, Lord Emory es el Lord . Claro que tendríamos que someternos a su voluntad . — Jesse sacudió la cabeza, como insinuando que esa había sido una pregunta tonta.
— Nosotras, o cualquier otra mujer de este feudo que despertara su interés — agregó Elspeth.
— En ese caso, mi suerte está decidida. Yo me voy de este lugar cuanto antes. No me quedo ni una noche mas en este feudo! — Thea levantó el mentón en desafío, rehusándose a tomar conocimiento de la expresión severa de Elspeth.
— No seas tonta! Cómo vas a conseguir llegar sola a tierra firme ? Parece que no aprendiste nada con lo que te sucedió, a no ser que mi Lord te haya enseñado algo en la cama. Debes haberlo agradado porque él decidió retirarnos el grillete del cuello. Pero eres demasiado obtusa como para ver lo que está justo delante de tu nariz! El es el duque de Emory. Mira a tu alrededor ! Los vikingos le destruyeron el feudo y casi no le queda nada , el duque se va a aferrar a lo poco que le pertenece. El hombre no va a desprenderse de vos. Si te escapas , él te perseguirá hasta el fin del mundo.
Thea se quedó mirando la olla con cera, hirviendo en sombrío silencio, mientras las palabras duras de Elspeth penetraban su mente. Consternada, Jesse posó la mano en el brazo de ella, diciendo:
— Vamos, déjame tomar tu lugar. Ve allá adentro y toma poco de agua. Hace mucho calor aquí.
— Voy a lavar las paredes. — El trabajo duro le impediría pensar en su terrible situación . Por lo menos eso era lo que esperaba.

EL gran salón estaba desierto. Thea miró en busca de algo que hacer, y se decidió por la escalera, comenzando a fregar con vigor los escalones . Se sentía atormentada. Apenas conseguía absorver todas la información que había oído.
Después de terminar la fajina, se quedó algún tiempo sentada, pensativa, recordando la última noche pasada en la cama con Roderick. Un fuerte rubor le subió a la cara al recordar las libertades que le había concedido . Cómo había podido permitir que el Halcón le hiciese todas esas cosas ? Ya no tenía orgullo? O pudor ? Finalmente , era su amante. Y todas las veces que le concediese intimidades a Roderick, correría el riesgo de tener su semilla plantada en su cuerpo.
Su mirada recorrió toda la gran extensión del salón . Con cada día de trabajo el lugar iba recuperando su pasado esplendoroso. El piso dejaba ver ahora toda su fantástica belleza.
Extendiendo las manos , Thea examinó sus palmas enrojecidas y callosas. ya no eran las manos blancas y suaves de una dama, sino las manos maltratadas de una sierva.
Su mirada fue atraída hacia su vientre plano. Jamas soportaría la vergüenza de dar a luz un bastardo sajón. Dios del cielo, ella era la hija de un duque, ministro del mismo emperador de quien Roderick había sido campeón!
Cómo había podido cometer una estupidez tan grande no revelándole desde el primero momento su verdadera identidad ? Por temor a que él pidiese un rescate a la familia ? Al menos , ser raptada a cambio de un rescate era una fatalidad que no la deshonraría. Y de nuevo, cuando había llegado a Blackstone usando un grillete de esclava, había sido su orgullo lo que la había cegado. Podría haber pedido protección y asilo a los monjes con sólo revelarles su verdadero nombre. Pero estaba tan furiosa, tan ultrajada, que se había rehusado a proveer el nombre de su padre a cualquier sajón que quisiera sacar provecho de su situación.
Había intentado apegarse a la rabia y al odio, como armadura para defender su corazón contra la atracción que sentía por el Halcón, pero había fallado hasta en eso.
Había pasado cada una de las últimas cinco noches, temblando en su lecho, ansiando su presencia . Queriendo que volviese pronto y la tomase en sus brazos, saciando el deseo que la consumía y no la dejaba dormir.
Ahora que Roderick estaba de vuelta, sabía sin lugar a duda que se rebajaría por completo ante él , entregándose con placer a los caprichos de ese hombre.
Si, la decisión era correcta. Necesitaba irse de Emory lo mas rápido posible, antes que el invierno llegase.