sábado, 10 de mayo de 2008

PUREZA ROBADA - CAPITULO 5

CAPITULO 5

— Qué sucedió? — Atravesando la bodega atestada, Elspeth vino sentarse al lado de Thea.
Thea no respondió, furiosa con el destino que las aguardaba en Emory. Esposas para los siervos de Roderick de Emory! Por el amor de Dios! El arrogante sajón manejaba a las mujeres como si fuesen ganado! Nunca había sido tan insultada en su vida! No era
de extrañar que Anne de Aachen lo hubiese mandado a azotar hasta la muerte! El se lo merecía.
— Alguien te hizo mal? — insistió Elspeth, preocupada.
— No. Odio todo esto ! No aguanto mas estar presa en esta bodega húmeda e inmunda.
— Ah, a nosotras tampoco nos gusta . — Elspeth vio que algo grave estaba perturbando a la joven lady. Como criada que haba sido , pronto se había dado cuenta que esa prisionera era de una clase social diferente de las demás. Se trataba de una dama de los pies a la cabeza.
— Creo que fuiste muy valiente yendo hasta arriba para ayudarnos. Pero tal vez fuese mejor que no te arriesgases por nuestra causa.
— Eres muy bondadosa en decir eso . Pero no piense que mis motivos son tan altruistas. Sucede que no soporto esta prisión! Ni me gusta ver personas gimiendo y aceptando con pasivamente su destino. Cómo es posible que alguien se resigne al destino sin luchar? Tengo ganas de matar a esos bárbaros de arriba !
— Jesse, tenemos una luchadora entre nosotros. A Thea le gustaría matar a los bárbaros vikingos, nuestros captores.
— Ellos no son vikingos, Elspeth! Sólo se trata de un disfraz, para no despertar sospechas. En realidad , ellos son sajones, y el líder de ellos es Roderick de Emory, el campeón del Emperador.
— Estás segura ? !
— Claro!
— Qué será que van a hacer con nosotras ? — preguntó Jesse afligida.
Poco dispuesta a repetir las palabras insultantes de Roderick, Thea se limitó a
encogerse de hombros , fingiendo no saber nada. Además, estaba segura que sus compañeras jamas se atreverían a resistir la voluntad de un Lord.
Ella, por su parte, no desistiría sin luchar. No había estado sometida al yugo de la servidumbre desde su nacimiento, como las otras. Al contrario , era noble, privilegiada, educada, hija del primer ministro del emperador. Había Viajado por varias regiones del imperio y , aunque no desease vivir en la corte , esperaba hacer un buen casamiento y llevar la vida que correspondía a las mujeres de su clase.
Pero Thea quería entender una cosa. Si el duque de Emory se había transformado en un forajido, por qué gastaba tanto tiempo y energía con cosas de poco valor, como robar mujeres y hacerlas esposas de sus siervos , en vez de robar oro y joyas? No, eso no tenía sentido.
Al anochecer, el hombre que acostumbraba a traer la comida y el agua apareció con una lampara en la mano , las mujeres comenzaron a gritar, aterrorizadas.
— Donde está la criada de cabellos negros llamada Thea? – él gritó.
— Fue a pasear! – Thea replicó irónicamente avanzando en dirección a la luz.
— Mi Lord ordena que sea llevada hasta él. Sir Michael está muriendo.
Por un instante, Thea vaciló. Eso significaba que sería asesinada? Causar la muerte de un caballero del emperador merecía la pena capital. Pero ella no tenía cómo huir a ese destino.

Poco después , se vio en una pequeña y opresiva cabina, situada en la popa . El lugar olía a carne putrefacta. En un estrecha litera estaba el moribundo, envuelto en sábanas de lino manchados de sangre. El rostro de él presentaba una palidez mortal , en contraste con la negrura de su barba. A su lado, sentado en un banco tosco, Roderick de Emory la enfrentaba con frialdad mortal.
Aproximándose , Thea vio por primera vez la herida causado por su puñal. Una exclamación horrorizada se le escapó de la garganta, ante la herida expuesta en el vientre del desgraciado . Pasando por al lado de Roderick, posó la mano en la frente del herido. “ Yo hice esto ?", pensó, mortificada. Michael ardía de fiebre.
Thea se Volvió hacia el duque . La expresión de los bellos ojos azules era tan terrible que un escalofrío le recorrió la espalda.
— Por qué me mandaste a llamar, Halcón? Para que lo vea morir?
— Si, bruja. Para que sepas la razón de tu sentencia de muerte.
— Es muy fácil para vos , mi Lord , amenazarme después que me raptaste de manera cobarde. Lo que quiero saber es si pretendes dejar que este hombre muera o vs a luchar por salvarle la vida.
El esfuerzo de Roderick para no silenciarla con una bofetada era visible en sus facciones contraidas. Thea no podía culparlo si la agrediese después de semejante provocación . Pero no podía quedarse mirando a un ser humano morir sin nada hacer por ayudarlo.
— Cuidado con lo que dices, niña atrevida. Mi amigo está muriendo y no hay que yo pueda hacer para impedirlo.
— Tienes como hervir agua?
- Si.
— Entonces manda que hiervan una buena cantidad. Tiene de ser agua fresca, aunque sea de mar. En ese caso, tendrá de ser colada en tela limpia y hervida por largo tiempo, hasta que esté purificada. También necesito paños de lino, limpios, y que alguien me ayude a desvestirlo.
Sin discusión, Roderick mandó a uno de sus hombres a hervir agua, y a otro, a buscar los paños. Cuando este volvió con las telas, Thea vio que se trataba del muchacho que había atacado a Marie en el río, su nombre era Ben. Sorprendida , constató que él era joven muy . La hacía acordar a su hermano Jason.
Muy pálida, Thea se volvió hacia Roderick.
— Voy a necesitar mucha agua, mi Lord . A primera vista , la herida no parece seria. Ningún órgano vital fue alcanzado, gracias a Dios. Pero la falta de cuidados apropiados y la falta de limpieza permitió que la herida se infectase. Si hubiesen lavado la zona antes que la fiebre surgiese, él no estaría muriéndose ahora.
Por algún motivo que Thea no conseguía imaginar, el Halcón se negó a ayudarla. Durante todo el tiempo, permaneció de pie al lado de la litera, dominándola con su altura y su mirada implacable. El odio que de él emanaba era casi palpable, pero , apelando a toda su fuerza de voluntad , Thea trató de ignorarlo.
Revisando el contenido de la pequeña caja de hierbas y porciones medicinales que el joven Ben le había entregado , tomó algunos frascos, leyendo los rótulos con la débil luz de una lampara de aceite. Después , derramó brandy en su s manos, las frotó con cuidado hasta que estuvieron de nuevo secas.
Una olla de agua hirviendo había sido instalado en un rincón , sobre un bracero. Los pedazos limpios de tela lino fueron sumergidos en el agua y , después de ser retorcidos, colocados sobre la herida purulenta. Mientras por la acción del calor el pus iba siendo drenado, Thea fue lavando Michael de los pies a la cabeza.
Una hora de intensa actividad transcurrió antes que Roderick se dignase a dirigirle la palabra:
— Estás pensando que vas a librarte de la soga al cuello cuando amanezca?
— No importa lo que vayas a hacer conmigo! Todo ser humano tiene derecho a morir con dignidad , y no voy a dejar a este hombre retorcerse hasta el final de su agonía. Puedes levantarlo un poco? Quiero extender estas sábanas limpias por debajo de él.

Avanzando, Roderick sujetó con toda delicadeza el cuerpo febril de su amigo, apoyándolo contra su pecho ancho. Rápidamente , Thea retiró las sábanas manchadas, remplazándolas por las limpias. Dominado por el dolor y la rabia, el Halcón no quería admitir cuanto lo impresionaba la eficiencia de la joven . El hecho de que hubiera lavado el cuerpo inerte de Michael, sin el menor indicio de pudor virginal .
Con calma y precisión, Thea cubrió la parte inferior del cuerpo del hombre. Después , se arrodilló junto a la litera, comenzó a alternar compresas calientes sobre la herida. Era, Roderick sabía, la conducta de una mujer acostumbrada a tratar a soldados heridos.

De vez en cuando , ella levantaba la cabeza de Michael, apoyándola en su brazo delicado, y lo hacía beber un trago de agua hervida y enfriada. Con una técnica especial de masaje, inducía a su garganta a tragar. A disgusto, Roderick se veía obligado a reconocer que, al afirmar que sabía cuidar heridos, Thea no había mentido . Lo que lo mantenía en silencio y sin ofrecer ayuda era la consciencia del dolor agonizante de su amigo.
Se estuviese en el lugar de él , con el estomago pudriéndose, estaría implorando para que alguien le cortase la garganta, proporcionándole así una muerte rápida y misericordiosa. Si estuviesen en un campo de batalla, no tendría escrúpulos en hacer eso , para librar a Michael de esa terrible tortura. Y su amigo con certeza haría lo mismo por él.
Pero, en las actuales circunstancias, el gesto de misericordia sería un crimen. No había cómo proporcionar una muerte honorable a un hombre cuyo último acto en la Tierra había sido el secuestro de mujeres indefensas.
Perturbado por ese triste pensamiento, el Halcón se retiró de la sofocante cabina e retomó su puesto en el timón.
Su partida constituyó un enorme alivio para Thea.
Lo que menos necesitaba en ese momento era da presencia de ese hombre feroz y silencioso observando cada uno de sus movimientos.
La vigilia prosiguió bien avanzada la noche . Cuando los recursos de Thea se agotaron, habiendo hecho todo lo que estaba a su alcance para salvar al herido, ella se arrodilló y se puso a rezar para que Dios tuviese compasión y permitiese que ese hombre continuase viviendo . De repente, mientras oraba con todo fervor, los ojos del caballero se abrieron . Eran del mismo tono azul claro de los de su hermano, Royce.
Con esfuerzo, él sonrió , murmurando en voz débil : — Eres un ángel? Si no lo eres, dime tu nombre, linda muchacha.
Esa sonrisa , en un hombre que había estado tan cerca de la muerte, emocionó a Thea. Era la primera vez que uno de aquellos horribles sajones le preguntaba su nombre. Con la garganta apretada, decidió que su nombre completo, mas los títulos de nobleza, eran demasiado para un ser agonizante.
— Soy Thea de Auvergne, mi buen caballero. — se limitó a responder, proveyéndole sólo su sobrenombre y su lugar de nacimiento, lo que era común en aquellos días. — Y vos, quien eres?
— Michael de Lozere, a tu servicio, si Dios lo permite.
La voz sonó tan baja que Thea necesitó aproximar su oído a los labios de él para escuchar.
— Dios lo permitirá, mi buen caballero. Ahora, es mejor que vuelvas a dormir.
Finalmente Thea tuvo certeza de que la fiebre había sido vencida, y el fantasma de la muerte, alejado.

A medianoche, después de observar las estrellas, Roderick alteró el curso hacia el sur, aprovechando el viento favorable. De esa forma, podría entrar sin ser visto en el estuario del río Wesser y navegar hasta Emory. Su intención era evitar los voraces vecinos dinamarqueses.
En general , estos preferían atacar la costa da Bretaña e Irlanda, y venían respetando el tratado de paz firmado años antes con el padre de Roderick. Pero con la tripulación reducida, el Halcón prefería no arriesgarse. Desde que había heredado el título, el joven duque todavía no había podido ir a Flensburg a renovar el tratado con Herewald, rey de los dinamarqueses. Codicioso como todos los reyes, Herewald esperaba el pago de altos tributos para mantener la paz.
Pero el ataque de los vikingos había empobrecido demasiado el feudo de Emory. Atormentado, Roderick pensó en todo el trabajo que necesitaba ser hecho antes de la llegada del riguroso invierno. Sus esfuerzos hasta el momento le parecían insuficientes. Por eso , mas allá de la pérdida personal, la muerte de Michael, amigo y guerrero, sería un dolor irreparable en las filas de sus hombres.
Mas de una vez maldijo el día en que, cediendo a la presión de los vasallos, había desarrollado ese loco plan para conseguirles esposas. Ni todas las mujeres del mundo compensarían la pérdida de Michael de Lozere.
EN la cabina abajo , un gemido se hizo oír, por encima ruido del viento de las velas. Entregando el timón a uno de los marineros, Roderick descendió corriendo a ver a su amigo.
Michael permanecía desnudo en el estrecho lecho, una sabana lino cubriéndolo de las caderas para abajo . El estomago estaba cubierto por una compresa, y un fuerte olor a hierbas llenaba el ambiente. La joven francesa pasaba con cuidado un paño húmedo en su frente , en el rostro y en el pecho cubiertos de sudor .

La sombra de Roderick, cayendo sobre la litera, alertó a Thea, haciéndola darse vuelta en su dirección. Los bellísimos ojos verdes se fijaron en el rostro atractivo del sajón, y ella se quedó muda, esperando las palabras duras que deberían venir.
Pero el Halcón permaneció en silencio, observando a su amigo. Eran evidentes las señales de que a fiebre había disminuido. Mientras él intentaba entender el milagro , Thea retiró la compresa, exponiendo la herida. Para asombro del lord , la herida no tenía mas pus. Las bordes hinchados ya no presentaban sangre, a pesar del aspecto todavía feo.
Bajo la mirada penetrante de su captor, Thea se ocupó de esparcir una nueva cantidad de ungüento, preparado con las hierbas que le habían provisto , sobre un cuadrado de tela recién hervido. Después , trató de colocarlo algunos minutos sobre el brasero. Mientras esperaba, se puso de pie encarando a Roderick, con firmeza.
— Creo que voy a privarte del placer de ahorcarme por la muerte de tu amigo. A pesar de tu falta de colaboración él va a vivir.
La dura acusación dejó perplejo al joven duque. Observándola, notó que los luminosos ojos verdes brillaban con orgullo por lo realizado.
— Piensas que puedes negociar tu vida conmigo, mujer?
— No. Prefiero negociar con el diablo en persona , sajón. Pero por el bien del herido, debo informarte de que en el aire existen insectos y otras cosas que causan infecciones inexplicables. Entonces una persona enferma no sólo precisa remedios , también de limpieza a su alrededor . Y quien venga a cuidar de él tendrá que lavarse muy bien antes de tocarlo .
El cansancio de Thea era tanto que ni siquiera tenía fuerzas para discutir con el Halcón .
— Una sabia sugestión. – los ojos azules se volvieron con aprobación para al hombre acostado en el lecho limpio.
Juntando los paños y las sábanas sucios, Thea pidió jabón. sin vacilar, el Halcón abrió un baúl, de donde retiró una barra.
Mirando de modo significativo las manos sucias del duque , Thea tomó el jabón, absteniéndose de hacer cualquier comentario.

El viento frío hizo que Thea se estremeciese al salir de la sofocante cabina a la borda. llevando el balde y las sábanas que planeaba lavar, avanzó en dirección a la baranda. Aun en la oscuridad reinante, los ojos de Thea captaron señales de tierra en el horizonte . Sorprendida , casi dejó caer lo que traía en sus manos. El barco avanzaba por un canal, ladeado por montañas. Adelante había mas tierra, una gran extensión, hasta donde su vista podía divisar. Parecía que se encontraban en algún gran río.
Mas que apurada, Thea fue en busca de Roderick, encontrándolo en su puesto junto al timón.
— Qué lugar es este, mi Lord ?
Aun con la débil iluminación provista por una única lampara de aceite colgada en el palo mayor, Thea pudo verlo fruncir el ceño , con impaciencia.
— Es la frontera norte del imperio de Lotario. Estamos en Sajonia.
Una exclamación ahogada escapó de los labios de Thea. Intimamente había tenido la esperanza de que él no llevase el barco a tierras tan distantes. Se Encontraban en los confines del mundo conocido. Ocultando su miedo, miró de nuevo a la tierra firme que los rodeaba por todos lados.
Absorta, no oyó los pasos que se aproximaban.
Roderick, había entregado el timón a uno de los hombres, y se había acercado ella, agarrándola por el brazo.
Sobresaltada, Thea dejó caer el balde que había comenzado a bajar al mar. La cuerda que lo sostenía le quemó la piel de sus delicadas manos.
— Necesitabas asustarme de ese modo ?! — ella gritó, soplando sus palmas, que ardían como si hubiesen sido quemadas. Furiosa, se libró de brazo con un tirón y volvió a tomar la cuerda.
_ No te di permiso para volver al trabajo.
El Halcón la sujetó de nuevo por el brazo, obligándola a ponerse de frente.
— No necesito tu permiso.
- Estás convirtiéndote en un serio problema. Es hora que aprendas cual es tu lugar. — apretando el brazo de ella, el Halcón comenzó a arrastrarla, gritando órdenes a su tripulación: — Coloquen una barrera en abertura de la bodega para que las otras mujeres no puedan subir. Seguramente la francesa les contó que estamos cerca de la costa.
— No es verdad ! No conté nada… todavía. Pero creo que ellas tienen derecho de saber! — Agarrándose a un palo, intentó impedir Roderick se la llevara.
Irritado, él la levantó y la arrojó por sobre su hombro, como si fuese una bolsa de papas.
— Bruto! Ponme en el suelo !
Las protestas de Thea fueron ignoradas. Dándose cuenta que el Halcón la estaba llevando a las cabinas de la proa, entró en pánico. Las risas groseras de la tripulación sólo contribuyeron a aumentar su terror.
Empujando con el pie la puerta de la cabina adyacente a la de sir Michael, Roderick la cargó adentro. Agarrarse al marco de nada sirvió a Thea. Ni arañarlo como gata salvaje en el brazo musculoso que la sujetaba como una cadena de hierro.
Sin la menor ceremonia, el duque la arrojó sobre la estrecha litera. Antes que consiguiese ponerse de pie, Roderick se hallaba sobre Thea, las manos apoyadas sobre el lecho, su cuerpo vigoroso, atemorizante por su proximidad . Aun así , Thea procuró no demostrar el pavor que sentía.
— Miserable! Vas a ser ahorcado por esto ! Estás me cometiendo un serio error !
— No , sos vos quien comete el error de presionarme al punto hacerme estallar! no tengo otra alternativa mas que encadenarte. Vas a llegar a Blackstone como esclava, como castigo por haber herido a mi amigo, sir Michael de Lozere.
— No ! No soy esclava de nadie !
— No ganas nada gritando , Thea. tu destino ya ha sido designado. Para vos no habrá marido, sólo un Lord . Tendrás que hacer todo lo que yo mande. Para comenzar, levántate y quítate el vestido.
— Sacarme el vestido? Estás loco? Jamas haré eso ! Debo informarte que estás pisando un terreno muy peligroso. Si continuas insultándome, haré que seas destituido de todas tus tierras, vasallos y siervos, y desterrado para siempre del imperio. Hasta Voy a pedirle al obispo de Auvergne que seas excomulgado.
— Por qué detenerse en un obispo? Si quieres puede recurrir al Papa . Cree en lo que te digo. No hay autoridad a quien puedas apelar que sea mas alta que yo . Soy el duque de Emory y tu vida está en mis manos. Como esclava, todo lo que es tuyo me pertenece, inclusivo el vestido. Si me obligas a rasgarlo, luego tendré que golpearte por causar daño a algo que es de mi propiedad .
— Por qué estás haciendo esto ?
— No puedo me dar al lujo de tenerte andando libremente por el barco distrayendo a la tripulación e interponiéndote en mi camino en el momento de desembarcar.
— No puedes hacer eso conmigo. — el rostro de ella había asumido una palidez mortal.
— Te di una orden ! Desvístete. — Aproximándose , Roderick le cortó toda cualquier posibilidad de fuga.
Thea quedó rígida. Pero ni aun así desistió de dar pelea.
- No!
Cuando el duque volvió a hablar, sus palabras fueron tan bajas y guturales que ella apenas pudo oírlas. El tono de autoritario era inconfundible.
— No acepto ser desafiado por ninguna mujer . Fuiste demasiado lejos , y ahora vas a pagar el precio de tu rebeldía.

Por primera vez, Thea se dio cuenta de cuan precaria era su situación. Nada podría hacer contra la fuerza física del duque de Emory. Y nadie vendría en su ayuda en ese barco. Tenía que obedecer y ganar tiempo hasta poder huir.
— Está bien , haré lo que quieres.
Volviéndole la espalda, ella comenzó a desatar los cordones de su vestido. Pestañeando para contener las lágrimas que le asomaban en los ojos, bajó el vestido hasta su cintura estrecha. Con los dedos temblorosos soltó los ganchos, y la tela se amontonó a sus pies . Un orgullo perverso y rebelde hizo con que se volviese en ese momento a Roderick, con sólo la camisa cubriendo su cuerpo .
Roderick gimió. Hasta la camisa era de buena calidad , adornada con un encaje carísimo , mas bonita que cualquier otra que él hubiese visto. Fijando la mirada en los senos firmes y redondeados, casi completamente visibles por la tela fina, sintió que su rabia se desvanecía, siendo remplazada por el deseo ardiente de acariciar el cuerpo femenino . Qué otra prueba necesitaba para convencerse que Thea era una dama de la nobleza? Todo en ella indicaba su origen noble. Pero ahora no había como volver atrás. Cerrando los puños, el Halcón afirmó su propósito de terminar lo que había comenzado .
Thea necesitaba entrar en Blackstone como esclava, de otro modo no podría pertenecerle. Y Roderick la deseaba como jamas había deseado a otra mujer. Para hacerla suya sólo había un modo : la esclavitud. No era libre para tomarla como esposa y llevarla a Blackstone, como sus siervos y sus vasallos, porque las necesidades de su gente exigían que él se casase con una mujer de la mas alta nobleza, cuya dote significase la recuperación de la antigua riqueza del feudo. Thea era sólo una mujer que había encontrado recolectando hierbas al borde del río. Una mujer noble tendría siervas para hacer esa tarea , y una escolta para protegerla cuando dejaba su castillo.
Sin embargo, ni el deber para con su feudo podría hacerlo desviar su mirada de los pechos hermosos de Thea.
— Escucha bien, pequeña francesa — habló entonces, su voz ronca de deseo. —No tengo ganas de golpearte para obtener obediencia. Pero, en caso no me dejes alternativa, lo haré.
— Por qué ? Qué hice yo para merecer semejante humillación? No puedes castigarme por haber herido a ese hombre. Después de todo él me atacó primero . No esperarías que las mujeres de tu feudo se defendiesen si fuesen atacadas?
— Hablas demasiado.
Agachándose , Roderick tomó el vestido del piso. Estaba obligado a actuar así porque Thea no aceptaba quedarse quieta en un rincón del barco. Pero , una vez privada de su vestido, no se atrevería a salir de la cabina semi desnuda.

Afligida, Thea lo observó abrir un baúl y arrojar dentro de él su vestido, trancándolo de nuevo en seguida.
— Qué estás haciendo? — ella protestó, avanzando para tomar la llave.
Pero antes que alcanzase su objetivo, Roderick se volvía para enfrentarla.
La lámpara colgada en la viga se balanceaba al ritmo del barco. Su luz, se alternaba con sombras sobre el tórax masculino, permitiendo que Thea viese con nitidez cada una de las crueles cicatrices que lo marcaban. Los rumores que había oído en la época del torneo de Montigney volvieron a su memoria : "El duque de Emory fue víctima de una emboscada por parte de los siervos de Anne de Aachen que lo amarraron y lo azotaron hasta dejarlo desfallecido y cubierto de sangre de la cabeza a los pies ".
EN ese momento, podía ver y sentir el resultado del cruel y traicionero ataque. El Halcón de Emory había sobrevivido , pero las marcas de esa infamia permanecían grabadas en su cuerpo para siempre.
Con un pequeño grito de susto, Thea sintió la mano de Roderick posarse en su cuello. Esperando dolor, quedó sorprendida con la suavidad del contacto. Los dedos callosos comenzaron entonces a acariciarla, subiendo hasta la cara suaves como pétalos de rosas.
— Tienes miedo de mí? — él preguntó , sujetándola levemente por los cabellos oscuros.
Thea se atrevió a negar o obvio:
- No.
Agarrándola con mas firmeza, Roderick posó la otra mano en su cara acariciándola con intimidad . Cerrando os ojos, Thea intentó equilibrarse venciendo el balanceo del barco, pero cada movimiento la dejaba mas cerca del hombre que tanto a perturbaba. El cuerpo masculino irradiaba un calor que la envolvía completamente. Esas manos en su nuca y en su cara le estaban causando las mas extrañas sensaciones, sobrepasando a su miedo.
Al abrir los ojos encontró los de él , azules como zafiros. La ternura en ellos la sorprendió y la hizo concluir que Roderick de Emory no era tan amenazador como quería hacerle creer. Y la emoción que siguió a ese pensamiento irracional la dejó atónita.
Los dedos fuertes la tocaban de forma casi reverente. EN los bellos ojos azules existía la mas intensa expresión que Thea hubiese visto en una mirada masculina. Y ninguna palabra podría describir lo que sintió cuando los labios de él se posaron sobre los suyos. Momentos antes, habría luchado hasta la muerte si el duque se atreviese a tocarla. Pero ahora parecía hipnotizada por el contacto de esa boca sobre la suya. Estaba besando a un hombre que debía despreciar. Si al menos hubiese sido una hija dócil y obediente como Andrea, nada de eso estaría sucediendo. sólo podía culparse a sí misma por la situación en la que se había metido.
Aun así , ese beso estaba destinado a suceder desde la primera vez en que, durante los desfiles de los participantes del torneo , había visto entrar al campeón del emperador, el bravo duque de Emory. EN ese momento le había entregado su corazón a él. Y había visto su amor despedazado cuando el guapo caballero había sido derribado , aparentemente sin vida, en el combate contra Gregoire de Merrault.
— Dejaste de luchar — Roderick constató, con una calma que no sentía.
Thea no conseguía pronunciar una palabra, ni expresar compasión ante la imagen de las terribles cicatrices. Sabía por instinto que el Halcón era un hombre capaz de aceptar el dolor sin pestañear. Pero no soportaría la menor manifestación de pena por la injusticia de la que había sido víctima. Era un hombre que no estaba acostumbrado a la bondad, alguien que había sido traicionado mas de una vez en la vida. Y que odiaría recibir compasión .
Levantando su mentón para besarla de nuevo, él murmuró contra su boca :
— Abre los labios para mí, Thea. Quiero besarte del modo que un hombre besa a una mujer.
— Por qué ?
La respuesta, un gemido que escapó de la garganta de su captor, expresaba el mas desenfrenado deseo.
La lengua atrevida le separó los labios, incitándola a aceptar la dulce invasión. Con firmeza, el duque le sujetó la cabeza, obligándola a relajarse . Las manos fuertes le recorrieron la espalda, presionándola contra su cuerpo firme.
Thea entendió entonces algo que siempre la había intrigado: el sublime significado da unión de los cuerpos de un hombre y una mujer. Era mucho mas que el simple contacto físico. Era una comuión de almas. Así como antes se había visto dominada por la compasión ante las cicatrices que marcaban ese cuerpo espléndido, ahora podía sentir la profundidad y la intensidad del espíritu de Roderick de Emory.
Para su deleite, los labios masculinos iniciaron una nueva y sensual exploración, descendiendo por su cuello suave , hasta llegar a sus senos. Con los dientes y con la lengua, él fue estimulando los pezones endurecidos y sensibles, llevándola a un nuevo nivel de placer. La tela diáfana de su camisa , mojada por los besos masculinos , se pegaba a los picos rosados, y ese contacto intensificaba su placer.
Cuando y como fue colocada sobre la cama, totalmente desnuda, Thea lo ignoraba. Sólo sabía que todo su cuerpo ardía de pasión , preparado para recibir al de él.
Las manos de Roderick continuaban recorriendo las curvas femeninas, los pechos , los muslos, y las nalgas redondeadas, preparándola para la posesión. Finalmente, separándole las piernas, hundió su rigidez masculinidad en la cavidad caliente.
Las sensaciones que venían creciendo en el interior de Thea casi alcanzaron un punto insoportable. Había placer y dolor, y un deseo pulsante, Thea levantó sus caderas para facilitar la penetración. Era la búsqueda desenfrenada de algo que desconocía, pero que, estaba segura , le proporcionaría el alivio que tanto necesitaba en ese momento .
De repente un dolor aguda la paralizó, y pronto fue suavizado por los besos apasionados de Roderick en sus labios.
Todo lo que importaba era el fuego que los consumía mientras ejecutaban el rito conducía a lo mas alto de la pasión .
Thea ni siquiera oía sus propios gemidos de placer, ni tenía consciencia de sus manos acariciando el pecho masculino que tanto la fascinaba. En su universo sólo existía el punto de unión de su cuerpo con el de Roderick . Se entregó a las embestidas rítmicas . Roderick de Emory era el hombre para quien estaba destinada.
Y fue mirando el azul profundo de sus ojos que Thea se vio arrasada por una ola arrebatadora de placer infinito.
Con una mezcla de sorpresa y deslumbramiento, Roderick sintió los espasmos que delataban la entrega apasionada y completa de Thea. No había lágrimas de pena o arrepentimiento en los luminosos ojos verdes, ni palabras amargas de censura en la boca hinchada por los besos. Jadeante y agotado, pero ni un poco saciado en su pasión y obsesión por esa mujer, él la observo morderse el labio inferior, como si estuviera intrigada por lo había acabado de vivir. La inocencia y el encantamiento que veía en ese rostro serían capaces de seducirlo para siempre. Y eso era algo que el Halcón no se podía permitir, no se arriesgaría a nueva ruina en los brazos de otra francesa. Anne de Aachen había sido suficiente. Nunca mas permitiría que una mujer le destruyese la vida.
De modo deliberado, se apartó de Thea, ahogando sus emociones y concentrándose en su deber. Levantándose se vistió y en seguida hizo que ella también se levantase. Inclinándose , Roderick tomó del suelo la camisa y se la entregó a Thea.
Thea apenas podía estar de pie, y el duque necesitó sostenerla mientras la ayudaba a vestirse. La sangre corría acelerada en sus venas y se vio forzado a reprimir el grito primitivo de triunfo por haber sido el primero en poseer a la mujer que mas lo había desafiado en su vida. Haber tomado la virginidad de Thea y que su semilla estuviera dentro de ella la marcaban como su posesión para siempre.
Con una Thea todavía temblorosa apoyada en su cuerpo poderoso, Roderick se inclinó y sacó un objeto de una arcón al pie de la litera. sin ninguna explicación , abrió el grillete de metal y lo colocó alrededor del cuello delicado de Thea. La pieza de hierro se ajustó en su lugar , apretando la piel blanca.


Atónita, Thea llevó las manos a ese humillante collar.
— Qué tipo de trabajo hacías para tu antiguo Lord? — Roderick preguntó , forzándose a hablar con dureza.
— Antiguo Lord? Qué absurdo es ese? No soy esclava ni sierva. Y nunca lo seré !
Roderick estaba intentando ocultar su disgusto con esa situación . Nunca había habido esclavos en Emory. Thea sería la primera. Pero con o tiempo ella se enteraría que él no tenía el menor deseo de proseguir en el papel de captor de esclavos. Se trataba de una charada destinada a aplacar la moralidad de los representantes de la Iglesia, cuando descubriesen que ellos habían tenido relaciones sexuales sin el sacramento del matrimonio.
— No te hagas la desentendida. Cuáles eran tus obligaciones en la casa en que vivías?
— Asistir a las … — La voz de ella falló.
Casi había revelado: "Asistir a las lecciones de nuestros tutores y ayudar a mi madre en los cuidados de la casa". Volviéndose hacia la pared, Thea cruzó los brazos temblorosos sobre sus pechos. Nada en el mundo haría que ella mirase a Roderick en ese momento. Dios bendito, qué había hecho ?
Era hija de Lord Roger Bellamy, duque de Auvergne. Una duquesa por derecho de nacimiento! Su padre se llenaría de vergüenza y oprobio se pudiese verla ahora.
Como había podido comportarse de esa manera tan escandalosa? Haberse entregado a ese hombre duro y sin corazón, y haber encontrando placer en sus besos y sus caricias era la mas grande abominación. Debería haber muerto luchando contra él. Ninguna Penitencia podría pagar el terrible pecado que había cometido .
Sujetándola por los hombros , Roderick la obligó a mirarlo. A pesar de los esfuerzos hechos por Thea por ocultar sus temblores que le recorrían el cuerpo , él podía sentirlos bajo sus manos.
— Mírame . — él ordenó, esperando que su propia perturbación no fuese visible.
Cuando ella levantó la mirada , la extraordinaria belleza de Thea volvió a encender el fuego de su pasión . Maldición , pues la deseaba otra vez y aun con mayor intensidad . Por qué ella lo contemplaba con ojos tan sinceros, capaces de expresar cuan profundamente él la había herido? Luchando por endurecer su corazón, Roderick insistió en su tono brusco.
— Vamos, responde!
Arrasada emocionalmente , Thea no consiguió siquiera recuperar el orgullo que la había sostenido hasta ese momento .
— Fui enseñada a cuidar de una casa y a tratar a los enfermos y los heridos.
— Perfecto. Necesito a alguien así en Blackstone. — Las cejas de Roderick se arquearon de modo apreciativo. Eso explicaba el atrevimiento e impertinencia de ella. Una persona con tales conocimientos detentaba considerable poder sobre los demás siervos de una casa.
— No voy a servirte de ninguna forma — Thea, afirmó, con el máximo de dignidad que pudo reunir.
De cierta manera, la respuesta agradó a Roderick. Era mejor que se despidiesen con palabras amargas. Si no, saldría de esa cabina sólo con recuerdo de los momentos maravillosos vividos con ella en sus brazos.
— Tengo medios suficientes para obligarte a obedecer. Para comenzar, vas a quedar aquí sin ropa , hasta que yo venga a buscarte.
— No es necesario dejarme así! — ella protestó indignada
— Hasta ahora no has demostrado la menor propensión a la obediencia, jovencita . Este es el único modo.
— A partir de este momento , sajón, no te prestaré ningún servicio. Sólo estoy ligada a vos por el rapto y la prisión, nada mas. Mi único deber es recuperar mi libertad cuanto antes.
Roderick metió un dedo en el aro central del grillete y la empujó con fuerza.
— Pues anda sabiendo que por la ley te ligada a mí para siempre. Desafía mi autoridad y lo pagarás muy caro. Hasta mas tarde, Thea. Y entiende bien, te lo digo antes de desembarcar. No te serán ofrecido ni una choza , ni tierra para cultivar, ni marido, como a las otras mujeres de este barco. Con el tiempo, si me canso de vos, tal vez llegue a venderte por una buena suma de oro a algún Lord dinamarqués. hasta ese momento , me pertenecerás sólo a mí.