lunes, 12 de mayo de 2008

PUREZA ROBADA - CAPITULO 8

CAPITULO 8

En la cocina, Thea avivó el fuego bajo el enorme horno donde estaba asando pan de centeno. Después , limpiando su mano en un paño, examinó con placer la limpieza reinante en el ambiente.
Ahora conseguiría comer lo que fuese preparado allí, siempre y cuando esa mujer , que no se distinguía por la higiene, no tocase la comida.
Sirviéndose una jarra de cerveza, trató de matar la sed que la consumía. Era la única cosa de la que disponían en abundancia, y la fuerte bebida Sajona servía para mitigar el hambre y aliviar el cansancio.
EN ese momento, Jesse entró apresurada en la cocina.
— Thea, Lord Emory te está llamando , debes ir al salón.
— Dile que no conseguiste encontrarme.
— Thea! De ese modo vas a provocar su furia. El duque quedó satisfecho con la comida y con certeza quiere felicitarte.
— Dile que no me encontraste ! — Thea golpeó con el puño cerrado la mesa, desparramando harina a su alrededor .
Asustada, Jesse dio media vuelta y volvió al salón . Después de decirle a Roderick lo que Thea había mandado , la sierva se retiró, apresurada, temiendo la furia del duque .
Durante la cena , el Halcón había enviado a dos de sus pajes hasta a casa de baños para verificar el nivel del agua y preparar el ambiente. Por orden suya, antorchas fueron encendidas. Toallas de lino, un pan de jabón perfumado y su propia bata de terciopelo fueron colocados junto a la piscina. En una súbita inspiración, mandó también a que llevasen una jarra de cerveza y dos tazas. Esa noche, el Halcón pretendía relajarse y gozar de la compañía de una cierta jovencita atrevida y muy sensual. No había conseguido pensar en otra cosa. Pero , después de lo que Jesse le había dicho ; pronto se dio cuenta que se trataba de una estratagema de Thea, y trató de salir en busca de la fugitiva.
Satisfecha consigo misma, Thea lavó las manos en una fuente, antes de completar la última tarea: colgar la pesado olla de lentejas sobre el fuego , donde se quedarían cocinándose lentamente durante toda la noche. Con una última mirada a su alrededor , se apresuró a dejar la cocina.
Estaba oscuro allá afuera y necesitaba encontrar un lugar donde dormir … donde no fuese perturbada por ningún sajón, principalmente por el arrogante Lord .
El reconocimiento hecho por la mañana la había convencido de que la mejor opción sería el establo, que ofrecía diversos escondrijos, con la ventaja adicional de podría estar cerca de Victory. Además , el lugar era mantenido en buenas condiciones de limpieza por el encargado .
Entrando en los dominios del viejo Heinz, lo encontró trabajando, ocupado con la construcción de rústicos gallineros para albergar las aves traídas en el barco. Levantándose, él la saludó con una sonrisa desdentada.
Después de algunas palabras amables, Thea pidió ver los caballos. Lleno de orgullo, el hombre fue a mostrárselos. a pesar de la excelencia de los animales, la colección de Lord Roderick era pequeña. Sólo siete caballos de guerra, seis yeguas, una de las cuales estaba preñada. Todos parecían bien cuidados, y había mucha avena y heno fresco.
Del lado opuesto a los compartimentos, se encontraba el corral. Las vacas eran mas numerosas que los caballos, y Heinz se apresuró a declarar que pronto nacerían algunos terneros y entonces habría suficiente leche para hacer manteca y queso.
Satisfecho con los elogios de Thea, él volvió en seguida a su trabajo. Y ella se vio libre para aproximarse al compartimento de Victory.
— Oh, mi querido! — ella susurró, pasando los brazos por el cuello del garañón. — Estamos tan lejos de casa! — Imprevistamente , ella estalló en lágrimas, que ya no conseguía retener.
El caballo resopló, sacudiendo la cabeza, como compartiendo el sufrimiento de su ama. Los dedos de Thea se enredaron en las crines del animal. Llorar no la llevaría de vuelta a su casa. Entonces, se puso a acariciar el garañón de la forma que a él gustaba.

Relinchando de satisfacción, Victory golpeó los cascos contra la madera, Thea sabía que ese era su modo de proclamar a los otros caballos que era el mas querido de todos. En seguida, otro relincho.
— Aléjate de ese caballo, antes que te mate! — una helada voz masculina ordenó .
Girando sobre sus talones , Thea se encontró con el duque de Emory abriendo la portezuela del compartimento. Bajando las patas delanteras, Victory comenzó a avanzar hacia él.
— No ! — gritó Thea. Después , metiendo dos dedos en su boca emitió un agudo silbido.
El garañón se detuvo a pocos centímetros de alcanzar a Roderick, resopló y volvió la cabeza a su ama, quien estaba pálida del susto.
Roderick, azorado, retrocedió un paso al ver el enorme animal empinándose , había temido por la integridad física de Thea. Forzándose a permanecer calmo y en control de la situación , se aproximó a ella, quien estaba ocupada en tranquilizar al caballo con palabras de cariño. En su opinión, toda esa exhibición de afecto sería mejor empleada en amansar la rabia que quemaba dentro de él.
— Sal de aquí ! — él ordenó, furioso.
Con una mirada desdeñosa a las atractivas facciones de ese bárbaro, Thea continuó por algunos segundos mas acariciando el cuello del animal. Sólo entonces, levantando bien alto su nariz, se retiró del compartimento.
Sujetando con firmeza la cabeza del garañón, el Halcón permaneció un minuto hablándole con suavidad al oído , acostumbrándolo al idioma sajón. Después de asegurarse de que el animal no había sido lastimado en el traslado , le ofreció una manzana en señal de amistad. Sólo entonces salió del compartimento , para enfrentar a Thea.
— No te aproximes nunca mas a ese animal, oíste , sierva insolente?! Es una orden!
— Por última vez, sajón desgraciado, no soy una criada! — Y ella avanzó sobre él con los puños cerrados, golpeándolo en la cara, mientras profería todos los insultos en francés que conocía.
Roderick estalló en carcajadas. Jamas había oído tantas generaciones de su familia ser recordadas de modo tan crudo , por una boca tan linda. Divertido con su ínfimo ataque, se curvó y la agarró por las caderas , levantándola bien alto en el aire.
— Ponme en el suelo , miserable de mierda!
Enfurecida, Thea comenzó a dar golpes en lo alto de su cabeza . Lo que sólo sirvió para lastimarle las manos . Desesperándose, lo agarró por las orejas, dispuesta a retorcerlas hasta hacerlo gritar de dolor.
— No me tientes, muchacha. Si retuerces las orejas, te juro que te muerdo un pecho.
— Oh! Eres el hombre mas bruto que conocí en mi vida!
— Y jamas conocerás otro, gata salvaje.
Cuando Thea desistió de arrancarle las orejas, Roderick, sin el menor esfuerzo, la arrojó por sobre su hombro. Doblada al medio, Thea pasó entonces a golpearle la espalda con las frágiles manos.
Todavía riéndose , el Halcón salió del establo. Estaba contento , porque Thea acababa de darle el perfecto motivo para llevarla al baño romano: ambos estaban con un terrible olor a caballo.

Pequeños haces de luz venían de las estrechas ventanas de la torre, atenuando la oscuridad del patio. Thea continuaba a golpeando la espalda de Roderick, sin ningún resultado. El continuó avanzando, pasando delante de los portones y de la negra y alta muralla de granito.
El corazón de Thea se apretó cuando de su puesto en lo alto de la muralla, uno de los vigías saludó al duque , con extremo respeto.
Sería imposible huir con Victory esa noche. Pero lo importante en ese momento era descubrir a donde el Halcón la estaba llevando, y con que propósito.
El corazón de Thea saltó en el pecho cuando se dio cuenta que estaban entrando en la antigua y abandonada casa de baño romana. Qué pretendía hacer Roderick? Apoyando las manos en los hombros de él y enderezando su cuerpo, Thea miró, amedrentada, a su alrededor . La visión era impresionante: la luz de varias antorchas se reflejaba en las aguas profundas de la piscina, de donde salía una nube de vapor.
Un grito estrangulado se le escapó de la garganta a medida que el Halcón la ponía en el piso.
— No cuentes conmigo para frotarte la espalda , Halcón.
Enderezándose , el duque la miró de arriba a abajo. Aun siendo alta para ser una mujer francesa, Thea quedaba pequeña cerca de él. Pero aun así , su mentón estaba erguido de una manera altiva que hacía que el duque recordase los modales arrogantes de las damas de Lotario. Y Roderick no le gustaba cuando Thea le provocaba recuerdos de la corte de Aachen o de las damas allí vivían.
— Y puedes decirme, por favor, cuando te pedí que frotaras mi espalda ? Tal vez
tenga algo que decirte que sólo puede ser dicho aquí, en las termas romanas … sin interrupciones.
Impresionado con su propia elocuencia, Roderick se sintió todavía mas gratificado con la reacción de Thea.
— Tienes algo que decirme ? — una pequeña arruga de perplejidad se formó entre sus cejas .
— Si. Desempeñaste muy bien sus tareas hasta ahora, francesita. No escapa a mi conocimiento la manera en que ordenaste la casa y supiste hacer buen uso de los escasos recursos que disponemos en este momento . Probaste que eres una ama de llaves muy capaz. Estuve pensando en facilitar tu trabajo. con algunas adaptaciones, las termas romanas podrían ser usadas para lavar la ropa. Tal vez podamos discutir las modificaciones que tengo en mente.
— Vos y yo ? — Thea lo miró , incrédula.

— Si. — Tomándole el brazo, Roderick la condujo hasta una pared medio desmoronada, del otro lado de la antigua construcción. — Pisa con cuidado, el suelo es muy irregular.
Thea miró las piedras y las ruinas, lamentando que sus pies descalzos estuviesen mas sensibles que en el momento de bajar del barco, por la mañana . Pero el orgullo no le permitía demostrar debilidad frente al Halcón de Emory.
— Si este lugar estuviese limpio, y las paredes restauradas, podría mandar hacer tinas de madera y adaptarlas a los bancos de piedra.
— Para qué servía este lugar antes?
— Los romanos acostumbraban a tomar baños de vapor, seguidos por baños fríos y calientes alternados. El sistema de baños fríos no puede ser restituido, ya que la nueva muralla cubrió la mayor parte de él. Pero esta sala de vapor puede ser transformada en una lavandería con facilidad . Qué crees ?
Thea se aproximó dos bancos bajos, hechos de piedra pulida.
— Creo que es una idea maravillosa. Va a ahorrar mucho tiempo y trabajo poder contar con agua tan cerca.
"Pero no planeo estar aquí para verlo ", ella pensó. Ofreciéndole el brazo, el Halcón la escoltó de vuelta al cuarto de baño.
— Y llevará menos tiempo para adaptar estas instalaciones que si fuéramos a reconstruir la antigua lavandería, detrás de la cocina. Además , nunca mas voy a construir otra estructura de madera en Blackstone.
— Por qué todo lo que era de madera fue quemado por los vikingos?
Era la primera vez que Thea mencionaba al ataque a Roderick. La expresión sombría que surgió en el rostro viril la perturbó , y ella acabó tropezando con una piedra puntiaguda. Un grito de dolor se le escapó de los labios antes que pudiese contenerse.
Inmediatamente, el Halcón se inclinó y la alzó.
— No precisas cargarme. Sólo tropecé, nada mas .
— Lo sé , Así como sé que eres la mas terca y arrogante criatura que tuve el azar de conocer. Antes que Thea pudiese apartarse , el duque la sentó a su lado y, tomando entre sus grandes manos uno de sus pies delicados, lo llevó a su regazo.
— Te Importaría soltar mi pie? — Thea preguntó en tono frío, al mismo tiempo que intentaba librarse.
— Me importa , si . Ahora, trata de poner en el agua tus piecitos lastimados. — el Halcón quitó de su regazo el pie que había acabado de examinar, agradeciendo que sólo fuesen cortes superficiales.
— Ah, si ? — con un súbito tirón , Thea se libró .
Roderick, entonces, cometió el error de querer agarrarla de nuevo. El movimiento le dio a Thea una ventaja momentánea, que no fue desperdiciada. Como él estaba sentado de espaldas al agua, mientras Thea se hallaba de frente, fue fácil apoyar los dos pies en ese pecho ancho y empujarlo con toda su fuerza .
La expresión de sorpresa en el rostro masculino fue la mejor recompensa después de todas las frustraciones del día. Roderick de Emory, el indomable Halcón, el campeón del emperador, siendo arrojado de espaldas a una piscina de aguas humeantes. Esos brazos poderosos, vencedores de tantos combates, agitándose en el aire, incapaces de detener su caída.
A las carcajadas, Thea rodó lejos, evitando ser alcanzada por el agua que él hizo desbordar.
Roderick se recuperó rápidamente y se puso de pie antes que ella pudiese ahogar sus risas. Y pronto eso se volvió imposible. el Halcón sacudía la cabeza como un cachorro mojado, apartando de su rostro los cabellos empapados . Sin perder un segundo, extendió la mano , agarrando el tobillo de Thea.
— No te atrevas a reírte , pequeño demonio !
— Reírme ? Nunca me atrevería. — Thea se cubrió la boca con la mano . El arrogante duque, empapado como un gato ahogado, era un espectáculo divertido para sus ojos cansados. — También prometo no decirte que estabas precisando un baño.
Los dedos de Roderick presionaron levemente la carne encima del tobillo que sujetaba.
— En ese caso, prometo no decir que precisas mucho mas de una buena lavada . — Empujándola hacia el borde, el Halcón agarró los lazos que ataban el vestido de Thea y comenzó a soltarlos con los dedos mojados. — Sabes, muchacha., como no soy un hombre rico, no vamos a arriesgarnos a mojar tu único vestido. Si deseas a vestir ropa seca mañana , trata de quedarte bien quietita mientras te saco el vestido.
Thea se quedó inmóvil .
— Dijiste que me trajiste aquí para hablar de las reformas. — ella protestó.
— Es verdad . Pero como insististe tanto para que yo tomase un baño, exijo compañía. La tuya.
— No. no voy a tomar baño con vos.
— Thea, Thea … — Roderick sacudió la cabeza , con aire de fingida conmiseración. — No te das cuenta que estás siendo estúpida? Yo ya te vi desnuda y ya toqué todo ese cuerpo maravilloso. Te olvidaste tan rápidamente ?
Thea se estremeció . Mientras tanto , con increíble destreza, el Halcón le retiraba el vestido por la cabeza. Demasiado tarde ella consiguió romper el hechizo para sentir vergüenza. Cruzando los brazos sobre sus pechos, le impidió quitarle también la camisa .
— Y ahora … — Tomándola por la cintura, Roderick la llevó al agua y a su abrazo mojado.
— Oh! Está caliente!
— Mas caliente de lo que te imaginas — él habló en tono sugestivo, sin dejar de mirar los maravillosos ojos verdes. — Me darías un beso, Thea?