lunes, 23 de febrero de 2009

LA TREPADORA - CANDACE BUSHNELL - CAPITULO 1

Primero Libro
CAPITULO 1

“Si es cierto que en cada amigo hay un enemigo potencial. ¿Por qué no puede ser que cada enemigo oculte un amigo que espera su hora?”
Giovanni Papini



ERA EL PRINCIPIO DEL VERANO del año 2000, y en la ciudad de New York , donde las calles parecían brillar con tanto polvillo dorado saliendo de un billón de empresas típicas de la economía de una metrópolis en expansión, se cerraban acuerdos y negocios, como siempre. El mundo había entrado en el nuevo milenio en paz. La ciudad fulguraba en toda su magnífica, vulgar e impiadosa gloria.
El tema del momento en la ciudad era la estafa ocurrida a varios clientes famosos - estimada en 35 millones de dólares - y llevada a cabo por Peter Cannon, abogado del rubro del entretenimiento. En los meses y años siguientes, escándalos continuarían sucediendo, billones de dólares se perderían y el dolor en los bolsillos de los contribuyentes americanos aumentaría. Pero, en ese tiempo intermedio , el "caso Peter Cannon" había involucrado nombres de importancia suficiente como para satisfacer por lo menos temporariamente a los habitante de New York siempre ávidos por chismes. Todos que eran alguien, o conocían a Peter, o alguna persona que él había engañado de manera espectacular .
Una de las víctimas era un rockero de 31 años llamado Digger. Digger era uno de esos artistas de un solo nombre quien , como tantos grandes talentos, había comenzado desde abajo con una imagen ligeramente perturbadora. Era originario de Des Moines, Iowa, tenía cabellos rubio sucio, una piel impresionantemente blanca y translúcida - a través de la cual se podía ver sus venas azules - y la manía de usar sombreros de fieltro con ala, que eran su marca registrada.
Cuando él miró el gazebo del otro lado de la piscina de , donde Patty se encontraba inclinada, hablando por teléfono, contempló ese cuerpito bonito y medio rellenito de ella, cubierto por una traje de baño enterizo blanco. Ella lo miró de reojo , y los ojos de ellos se encontraron , en un entendimiento mutuo. Patty se levantó y comenzó a caminar en dirección a Digger, y como siempre él se impresionó con la simplicidad de su belleza puramente americana: los cabellos rubios cobrizos , que le caían hasta la mitad de la espalda , esa naricita graciosa, salpicado de pecas, y los ojos azules bien grandes. Su hermana mayor , Janey, era considerada "deslumbrante", pero Digger jamás había concordado con eso. Aunque Janey y Patty tuviesen la misma naricita respingada, el rostro de Janey denotaba demasiada astucia y agresividad como para atraerlo - y , además de eso , consideraba que Janey, con esa desmedida sed de status social y dinero, su aire arrogante y su eterna obsesión consigo misma, no era más que una gran narcisista.
Y ahora Patty estaba delante de él , con el teléfono en la mano.
- Janey quiere hablar con vos - ella dijo. Digger arrugó los labios, en una mueca, revelando sus diente amarillos separados por espacios desiguales, y tomó el teléfono.
- Qué pasa? - preguntó.
- Hola , Digger. - La voz melodiosa de Janey por un leve acento, siempre lo irritaba, cuando charlaba por teléfono. - Perdóname , por favor. Yo siempre supe que Peter iba a dar un golpe , que tramaba algo sucio. Debería haberte alertado.
- Cómo podías saberlo ? - Digger preguntó, mientras sacaba un poco de tabaco de entre sus dientes.
- Bien , nosotros estuvimos juntos hace algunos años - reveló ella. - Pero sólo por unos 15 días. Él te llamaba polaco de mierda...
Digger no dijo nada. Su verdadero apellido era Wachanski, y él sospechaba que Janey había dicho aquello a propósito.
- Y entonces ? - él la provocó.
- Yo siempre supe que él era un bastardo. Yo me enojé mucho. Pero qué iba a hacer?
Digger miró a Patty, y le dio una sonrisa.
- Bien , creo que , si él necesita tanto mi dinero , puede quedarse con el.
Se oyó un gritito de espanto del otro lado de la línea, después de un breve silencio, seguido por la carcajada melodiosa de Janey.
- Pero qué reacción mas... mas... oriental , tan zen y budista - ella dijo , incapaz de evitar un ligero tono de ironía en su voz. Después , sin saber qué más podría decir, ella agregó : - Bien , entonces la gente te verá en la fiesta de Mimi Kilroy esta noche, no?
- Mimi, quién ? - preguntó Digger, adoptando el mismo tono de voz estudiado que usaba cuando alguien le hacía alguna pregunta sobre Britney Spears. Él sabía exactamente quien era Mimi Kilroy, pero como ella pertenecía a ese segmento de la sociedad que, como tantos de la generación de él, Digger despreciaba - o sea, los republicanos, blancos, anglosajones y protestantes - él no tenía la menor intención de darle ese tipo de satisfacción a Janey.
- Mimi Kilroy - respondió Janey, fingiendo paciencia. -La hija del senador Kilroy...
- Ah, si - dijo Digger. Pero ya no estaba prestando atención a la conversación . Patty se había sentado a su lado , y , cambiando el punto de apoyo, él pasó una de las piernas alrededor de la cintura de ella. Patty giró el rostro ,lo miró y le acarició el hombro, y como siempre Digger sintió un deseo violento y lujurioso por su esposa. - Entonces hasta luego , necesito cortar ahora - dijo él, apretando el botón "OFF" del aparato. Empujó a Patty sobre su cuerpo , y comenzó a besarle la cara. Estaba profunda y románticamente enamorado de su esposa, de una forma super sincera, y para él sólo eso era importante. Peter y Janey podían irse a la mierda , Digger pensó .



Bien , francamente, Janey Wilcox pensó . Si Digger no estaba tan preocupado por el dinero, por qué no podía darle un poquito?
Por el parabrisas de su convertible Porsche Boxster plateado, ella espió la fila interminable de automóviles detenidos delante de ella en la Vía Express de Long lsland. Qué maldición, quedarse atrapada en un embotellamiento camino a los Hamptons, principalmente siendo una super modelo. Si tuviese un millón de dólares sin usar, Janey pensó, la primera cosa que haría sería tomar un hidroavión hasta Hamptons, y después contrataría un chofer, exactamente como los ricachones que ella conocía. Pero ese era el problema en New York ; por más exitosa que a persona creyese que fuera, siempre había alguien más rico, más exitoso, más famoso... esa continua presión a veces parecía suficiente para hacer que la gente quisiera desistir del ascenso social. Pero la imagen de su auto plateado y reluciente la reanimó un poco, y Janey se obligó a recordar que, a esa altura del campeonato, no tenía ningún motivo para desistir - y todos los motivos para insistir. Con un poco de autocontrol y disciplina, tal vez acabase consiguiendo lo que siempre había deseado.
Sus anteojos Channel color rosado se habían resbalado por su nariz y ella los empujó hacia arriba , con un ligero estremecimiento de satisfacción por tener ese accesorio indispensable para el verano. Janey era una de esas personas para quien lo superficial disimulaba cómodamente un vacío interior, y aún así , si alguien la llamase frívola, ella quedaría genuinamente perpleja. Era una mujer bonita, que, siendo valorizada sólo por su apariencia, estaba convencida que poseía grandes reservas de talentos inexplorados. Oculto bajo su exterior vibrante y casi perfecto, yacía, según ella creía , un talento especial , que algún día le permitiría hacer una contribución significativa al mundo, más en el rubro artístico que en el comercial. El hecho que no existiesen pruebas concretas de que esa esperanza secreta se justificase no la disuadía, por el contrario, ella se consideraba igual a cualquier otra persona. Si conociese a Tolstoy, por ejemplo, Janey estaba segura que él inmediatamente la reconocería como una especie de alma gemela suya.
La velocidad do tráfico había caído a treinta kilómetros por hora, y Janey tamborileaba los dedos de la mano izquierda sobre el volante, el reloj Bulgari de oro 18 kilates brilló con el sol. Sus dedos eran largos e delgados - una adivinadora cierta vez le había dicho que sus mano eran "artísticas" - y la señal eran los extremos cuadrados, con uñas comidas hasta el hueso . EN los últimos nueve meses, desde que había sido escogida, muy al estilo Cenicienta, para protagonizar la nueva campaña de Victoria Secret, todos los maquilladores de la ciudad le habían implorado para que dejase de comerse las uñas, pero era un antiguo hábito de la infancia que ella no lograba abandonar. El dolor físico que se infligía a sí misma era una forma perversa controlar el sufrimiento psicológico que el mundo le había infligido a ella.
Y ahora, sintiendo la frustración de estar allí parada en ese tránsito lento, imaginarse el hidroavión yendo en dirección a la playa, con las figuras más selectas de la sociedad de New York a bordo, casi la hizo llevarse los dedos a la boca, pero, por lo menos esa vez, ella vaciló. No necesitaba seguir comiéndose las uñas - después de todo , finalmente había llegado a la cima. Hacia apenas un año, a la edad de 32 , estaba prácticamente arruinada - su carrera de actriz y modelo, estancada; y ella, tan estropeada que necesitaba pedirle dinero a sus amantes ricos para pagar el alquiler. Y después habían venido esas tres vergonzosas semanas en las que Janey, de tan desesperada, había llegado a considerar a posibilidad de convertirse en vendedora de inmuebles, llegando incluso a asistir a cuatro clases de un curso de entrenamiento. Pero no había sido la mano del destino que había intervenido salvándola, como ella esperaba todo el tiempo ? Y lanzando una mirada al espejo retrovisor, se acordó que era demasiado bella para que todo le saliera mal.

“Sobretodo, nunca tengas miedo. El enemigo que te fuerza a retirarte , es quien te teme a vos en ese mismo momento.”
Andre Maurois

El teléfono del automóvil sonó. Ella apretó el botón verde, creyendo que debía ser su empresario, Tommy. Un año atrás, Tommy
ni siquiera respondía sus llamados telefónicos , pero desde que ella había cerrado el contrato con Victoria Secret y había aparecido aparecer en todos los afiches y tapas de las revistas del país, Tommy se había transformado en su más reciente amigo de la infancia, la llamaba varias veces por día y la mantenía al tanto de los últimos chismes. De hecho , Tommy era quien le había informado esa mañana que Peter Cannon había sido detenido y apresado en su oficina el día anterior, y ambos se habían divertido haciendo una autopsia de las fallas de carácter de Peter. Habían llegado a la conclusión que Peter había perdido la cabeza al trabajar con tantas celebridades y que en un punto Peter, se estaba convirtiendo en una estrella también. New York tal vez fuese la tierra del “crecimiento y la reinvención” , pero todos sabían que existía una línea infranqueable entre "celebridades" y "servidores". La historia de Peter ahora estaba siendo transmitida de boca en boca como una especie de lección moral: cuando uno se intentaba con burlar las leyes naturales de la celebridad y la fama, el resultado probablemente era la prisión y una posible sentencia a a cumplir detrás de las rejas.
Pero en vez del saludo jovial de costumbre - "Hola, linda" -, una voz de mujer con acento inglés exigió :
- Janey Wilcox, por favor.
- Con ella está hablando - respondió Janey, entendiendo en ese mismo instante que la persona era secretaría de alguien que trabajaba en la industria del entretenimiento, en ese rubro la última moda era tener una secretaría británica.
- El Señor Comstock Dibble está en la línea. Puedo pasarle la llamada ? - Y, antes que Janey pudiese responder, el mismo Comstock comenzaba a hablar.
- Janey - dijo él, ansioso, como si pretendiese ir directo al punto. Janey no había visto a Comstock ni había oído hablar de él hacia casi un año, y el sonido de su voz le trajo a la mente una serie de asociaciones desagradables. Comstock Dibble había sido pareja de ella el verano anterior, y Janey incluso había imaginado que estaba enamorada - hasta que él, sin más ni menos, se puso de novio con Mauve Binchely, una famosa alta y esquelética. Ser rechazada por otra mujer - quien , según la opinión de Janey, ni siquiera era remotamente bonita - la había amargado por encima de todo, pues ese era un hecho que se había repetido varias veces en su vida. Aunque los hombres adoraban involucrarse con ella, cuando se trataba de casamiento y matrimonio , ellos siempre se volcaban en favor de una candidata más "apropiada".
Por otro lado, Comstock Dibble, la cabeza de Paramaount Pictures, era uno de los hombres más poderosos de la industria cinematográfica, y era perfectamente posible que la estuviese llamando para ofrecer un papel en su próximo película. Por lo tanto , aunque Janey sintiese unas tremendas ganas de darle una lección - aunque apenas fuese para demostrarle que él ya no la impresionaba - supo que sería mejor mantener la serenidad . Para sobrevivir en New York bastaba eso - renunciar y enmascarar los sentimientos genuinos, para tener la posibilidad de avanzar en la vida. Y entonces, con una voz fría ( pero no tan fría como deseaba), Janey respondió :
- Hablo con Comstock?
Pero lo que él dijo a continuación le produjo una oleada de pánico.
- Janey... vos y yo siempre fuimos amigos.

Esa afirmación era una mentira descarada . Para los patrones de normalidad , ellos no eran "amigos" - pero , más allá de eso, la expresión "siempre fuimos amigos" era un código empleado por los magnates de New York para indicar el inicio de una discusión potencialmente desagradable. Solía significar que una parte había sido dañada por la segunda, e implicaba que ambas partes integraban una misma sociedad, que iban a intentar llegar a un acuerdo amigable primero, antes de recurrir a abogados y a columnistas sociales. En un instante, el miedo fue reemplazado por indignación, mientras Janey intentaba imaginar cómo mierda podría haber resultado dañado Comstock Dibble. Era ella quien había sido rechazada, no él, a su criterio , él era quien le debía una compensación. Pero sería mejor dejarlo poner las cartas sobre la mesa primero. Intentando contenerse , ella dijo, de un modo provocador:
- Somos amigos, verdad , Comstock? Imagínate. Hace casi un año que no nos hablamos. Creí que tal vez estabas llamándome para ofrecerme un papel en tu próxima película.
- No sabía que eras actriz, Janey.
Carajo . Eso le dolió. Comstock sabía muy bien que Janey había protagonizado una película de aventuras ocho años atrás, pero ella no mordió el anzuelo.
- Hay muchas cosas que no sabes sobre mí , Comstock - ella respondió , en tono burlón , agregando: - Quizás si me hubieses llamado más veces...
Sabía que él no tenía ninguna obligación de llamarla , pero también sabía que no había forma mejor de joder a un hombre que hacerlo sentir culpable por dejar pasar meses sin contactarse después de haber tenido una relación.
- Te estoy llamando ahora, o no?
- Entonces dime : cuándo voy a verte ? - preguntó ella.
- Fue por eso que llamaste? No me digas que rompiste con Mauve...
- Mauve es un amor de persona - elogió él, de cierta forma insinuando que Janey no lo era. Pero con ese insulto, Janey se puso mas maliciosa:
- Y por qué no lo sería? Sabes como es esto , sólo precisó quedar huérfana y heredar millones de dólares... - Y con eso Comstock respondió , en tono de advertencia:
- Janey...
- Ah, vamos, Comstock. Sabes que es así - replicó Janey, procurando rescatar el tono bromista que había usado al conversar con él en el último verano . En parte tenía ganas de comerse vivo a Comstock por haberla rechazado, pero por otra parte adoraba sentirse tan íntima cono uno de los magnates que mandaban en New York . - Después de todo ... - ella continuó, con voz dulce - ... es fácil ser buena persona cuando jamás necesitaste pelarte el culo para ganarte el pan...
Comstock suspiró como si Janey fuese incorregible.
- Estás celosa .
- Celosa ?! - retrucó Janey, con un gritito estridente. - Habla en serio, Comstock! - Lo que más detestaba en el mundo era las personas que la juzgaban . - Por qué diablos yo tendría celos de Mauve Binchely? - En opinión de Janey, Mauve era prácticamente una vieja decadente : tenía casi 45 años y sólo un rasgo destacable : cabellos, oscuros y ondulados que le caían hasta la mitad de la espalda .
Sólo que Comstock obviamente se había aburrido con el rumbo de la conversación, porque de repente repitió :
- Janey, siempre fuimos amigos - y agregó : - Por lo tanto , sé que no me vas a crear problemas .
- Por qué te crearía problemas? - quiso saber Janey.
- Janey, vamos... - gruñó Comstock en voz baja, como si conspirase con un cómplice. - Sabes que eres peligrosa.
La reacción inicial de Janey fue disfrutar esa broma - en sus momentos más egocéntricos , ella se consideraba a sí misma peligrosa, es más, pensaba que algún día iba a dominar el mundo -, pero desconfió de una amenaza velada detrás de las palabras de Comstock. El año pasado, cuando ella estaba en la mala , las personas comentaban - a sus espaldas - que ella era una verdadera piraña trepadora . Este año, cuando estaba arriba, decían que era peligrosa. Pero New York era así . Usando una voz provocativa para disimular la preocupación cada vez mayor que realmente sentía, ella dijo :
- Si quieres ser mi amigo, Comstock, estás tomando el camino equivocado...
El se rió, pero en el segundo siguiente su tono se hizo amenazador.
- Vamos , sabes que no vale la pena pelearme ... - Por un momento, Janey se preguntó si él no iba a tener uno de esos ataques legendarios. Aunque reconocido como genio de la industria cinematográfica , Comstock Dibble era igualmente famoso por sus estallidos de furia irracionales - solía llamar a las mujeres “putas arrastradas ” -, después de lo cual le enviaba flores a la víctima del epíteto. Había por lo menos una docena de magnates como él en New York , que en un instante eran encantadores y al instante siguiente, se volvían verdaderas fieras, pero mientras Comstock fuese presidente de la Paramaount Pictures, y mientras esa empresa fuese líder en los medios de comunicación, él saldría incólume. New York era así, una perra arrastrada que agachaba la cabeza ante los poderosos.
Una mujer con menos seguridad en sí misma tal vez se amedrentase, pero Janey Wilcox no era así - siempre se había enorgullecido de no dejarse intimidar por los psicópatas. Y entonces, con una vocecita de niña inocente y asustada, preguntó:
- Me estás amenazando, Comstock?
Y al mismo tiempo él abrió el juego :
- Sé que vas a ir a la fiesta de Mimi Kilroy hoy a la noche .
Janey se quedó tan sorprendida que comenzó a reírse.
- Francamente, Comstock - ella dijo. - no tienes cosas más importantes que hacer que llamarme por una... fiesta?
- A decir verdad, si tengo cosas más importantes - respondió él, adoptando un tono familiar . - Y es por eso que estoy tan afectado por esto , Janey. Por qué simplemente no te quedas en tu casa esta noche ?
- Qué quieres decir ? - indagó Janey.
- Mauve es la mejor amiga de Mimi.
- Y que hay con eso? - retrucó Janey, demostrando indiferencia.
- Vamos , Janey - dijo Comstock. - Sólo estoy intentando darte una advertencia como amigo. Es mejor para nosotros dos si nadie se entera que nos conocemos.
Janey no logró resistirse, necesitaba mencionar la relación con él.
- No, Comstock - ella reaccionó , riendo. - Es mejor para vos que nadie se entere que me comiste el verano pasado.
Y con eso Comstock finalmente perdió los estribos.
- Cierra esa boca sucia y escúchame! - él gritó . E poco después completó la frase - Perra arrastrada sinvergüenza!
El grito fue tan alto que Janey estaba convencida que las personas en los automóviles alrededor de ella , en la Vía Express de Long Island, habían escuchado lo que él había dicho. Si Comstock creía que podía hablarle así , estaba absolutamente equivocado. Ella ya no era la gatita desesperada que él se había comido el verano pasado, y era tiempo que se enterase de eso.
- Escúchame , Comstock - Janey lo cortó, con una tranquilidad a toda prueba. - Todo lo que estás diciendo es que el verano pasado yo era una mujer bastante buena como para encamarte conmigo , y que este verano no soy lo suficiente interesante ni siquiera ser una conocida tuya . Anda sabiendo que conmigo las cosas no son así.
- Todos saben como son as cosas con vos, Janey - respondió él, en tono amenazador.
- La diferencia entre vos y yo es que yo no siento verguenza de lo que hago - reaccionó Janey. No era completamente verdadero , pero necesitaba admitir que era una excelente frase para causar un efecto.
Pero Comstock no se impresionó.
- Entonces, asegúrate de no estar cerca de mí . Te lo estoy avisando . Esto puede acabar perjudicándote tanto a vos como a mí.
Y, después de eso, le colgó el teléfono.
Comstock, hijo de un batallón de putas, pensó Janey, apretando el freno.

“Rara vez una gran belleza va acompañada de una gran virtud.”
Petracchio

El tráfico se había detenido completamente, y ella inclinó la cabeza hacia un lado, frunciendo el ceño al ver la fila de autos.
Ese verano debería ser el de su consagración, ella pensó irritada. Su nuevo comercial, en el cual fingía cantar y bailar con una guitarra eléctrica blanca, vestida sólo con un conjunto de bragas y corpiño de seda blanca, había comenzado a pasarse tres días atrás , rodeado de mucha promoción - y ahora que ella era una modelo super famosa, sabía que ese era el momento para atacar. Planeaba lavarle la cabeza a las personas mas influyentes que habitaban Hamptons durante todo el verano. Su sueño era tener un centro cultural donde artistas, cineastas y escritores se reuniesen para debatir temas intelectuales... Pero , por encima de todo, planeaba que su nuevo status de super modelo significase que no fuera necesitar comerse gente de mierda como Comstock Dibble, y buscarse a alguien mucho mejor. Naturalmente, quería enamorarse, pero - seamos sinceras - detrás de toda gran pareja no hay aunque sea un poquitito de intereses en juego ? Y no había nada que el público adorase más que la alianza de dos personas famosas...
Pero repentinamente la llamada de Comstock la hizo cuestionar todo eso, y por un momento, Janey se preguntó nerviosamente , si realmente había llegado tan lejos como había imaginado. Durante toda su vida se había visto obligada a acostarse con ricachones para sobrevivir - sudorosos, panzones, calvos, hombres con pelos en las orejas y hongos en las uñas de los pies, hombres con dentaduras postizas , hombres peludos como monos , hombres con penes que nunca estaban perfectamente erectos . En suma, hombres de mierda. Hombres con los cuales ninguna mujer que tuviese un gramo de dignidad aceptaría, y ella los había aceptado por el simple y básico hecho de que ellos tenían dinero. Janey se Había jurado que ese verano sería diferente. Pero el comentario de Comstock - “Todos saben como son las cosas con vos, Janey” - de repente la hacía sentir insegura...
Janey apretó el volante, y sus ojos se focalizaron en sus uñas comidas. Rápidamente metió una de las manos entre sus piernas para no pensar en sus dedos, e intentó tranquilizarse, diciéndose a sí misma que las palabras de Comstock no tenían importancia . Después de todo , él probablemente estaba enojado porque ella se había convertido una super modelo famosa, y por haberla dejado escapar... Pero al mismo tiempo era un recordatorio mezquino de todo lo que estaba errado en New York : un hombre podía dormir con tantas mujeres como quisiese, pero cuando se hablaba de sexo, todavía había algunas personas en la sociedad que se apegaban a la idea anticuada que una mujer no debía tener muchos amantes. Ah, una mujer podía salir y tener aventuras por ahí, si - incluso se esperaba que hiciera eso. Pero parecía haber una especie de limite tácito en cuanto al número de hombres con quien ella podía acostarse , y pasando ese limite ya no se consideraba a esa mujer como “casadera”.
Qué maldita injusticia! Janey pensó furiosamente. Ciertamente ella se había acostado con más hombres que la mayoría de las mujeres que conocía, y sabía que por detrás las personas decían que ella era una zorra. Pero lo que nadie entendía era que cada vez que ella que ella se relacionaba con alguien era porque creía que ese cara era “la del hombre correcto” para ella.
O , por lo menos , esa siempre era su excusa.


“Un ladrón te dice “el dinero o tu vida “; las mujeres te demandan ambas cosas.”
Nicholas Murray Butler

El teléfono volvió a sonar, y ella lo atendió , preguntándose si sería Comstock Dibble, llamando de nuevo para pedir disculpas.
- Janey? - habló una voz femenina ligeramente familiar. Era un acento culto y de la Costa Leste, y entonces, como si la interlocutora finalmente hubiese logrado contactar a una amiga que hacia mucho tiempo no veía, ella gritó : - Habla Mimi Kilroy. Cómo estás , mi querida?

Por un segundo, Janey se quedó demasiado sorprendida como para hablar. Mimi ciertamente no era una amiga íntima ; de hecho la amistad de ellas consistía de poco más que una serie de encuentros en fiestas a lo largo de los años. Pero poco después Janey se quedó encantada. Mimi Kilroy integraba la crema y nata de la sociedad de New York - su padre era un senador famoso que, según los rumores, podría ser designado como el ministro de Hacienda, si los republicanos ganasen la próxima elección . Mimi era una de las poderosas que barajaban los naipes en la alta sociedad de New York . En los últimos diez años, Janey apenas había intercambiado más de dos o tres palabras seguidas con Mimi . Hasta ese momento, Mimi siempre se había empeñado en ignorarla o fingir que no sabía quien ella era - y , a pesar de eso, Janey no se sorprendió del hecho que Mimi la estuviera llamando . Después de todo , ella estaba consiguiendo conquistar New York , y gente que nunca había tomado conocimiento de su existencia comenzaba a intentar ganarse se amistad.
Fingiendo que eran viejas amigas, Janey ronroneó :
- Hola , Mimi. Debes estar enloquecida ocupándote de los preparativos para la fiesta de esta noche. - Después Janey se recostó en el asiento y espió de reojo su rostro en el espejo retrovisor, sonriendo con satisfacción .
Ah, si, por supuesto que era una tremenda falla en términos éticos, fingir de repente ser amiga de Mimi, sólo porque Mimi quería ser amiga de ella. Pero Janey nunca había sido “tan ética” cuando una situación podía ser potencialmente promisoria para ella. En el segundo siguiente, Mimi exclamó, con una puntada de culpa:
- Yo no tengo que levantar ni un dedo. Las organizadoras profesionales y el personal del bufete son los que hacen todo... yo sólo debo probar los hors d’oeuvres!
Janey se sintió desubicada. Ella había dado exactamente dos fiestas, ambas de terror por la falta de dinero y el hecho era que Mimi era famosa por sus fiestas y también por el hecho que podía contratar las organizadoras mas costosas de la sociedad. Y su comentario sólo parecía destacar el abismo que existía entre ellas dos. Cuando algo le recordaba su status inferior, la reacción típica de Janey habría sido hacer un comentario malicioso. Pero esa vez ella se contuvo, y en vez de responder sarcásticamente , se hizo la graciosa
“ Y no puedes contratar a alguien para que haga eso también?”, ella simplemente se rió, con mucha educación.
- Mi amor - dijo Mimi. - sólo quería estar segura que vas a venir a la fiesta de esta noche. Hay una persona especial a quien deseo presentarte . El nombre de él es Selden Rose, y acaba de mudarse da California a New York ... Ya oíste hablar de él ? Es el nuevo CEO* da MovieTime, el canal de televisión que ... (* Nota de Traducción: CEO gerente de alto rango de una empresa) Probablemente no sabes de que te hablo , no ves televisión, pero aparentemente es un puesto muy importante. Además , es guapo, tiene 45 años, es divorciado, sin hijos, gracias a Dios ... Pero lo mejor de todo , mi querida, es que él es un absolutamente terrenal, concreto, práctico... un hombre con los pies en la tierra. Creo que esa es la expresión . Un hombre con los pies en la tierra. No hay muchos de esos hombres - Mimi comentó , con una risa irónica. - Claro que no espero que te enamores de él, pero como es un viejo amigo de George, y no conoce muchas personas en la ciudad , sería una enorme delicadeza si pudieras darle un poquito de atención...
- Ah, me encantaría conocerlo - dijo Janey, animada. - Parece divino...
- Lo es , mi querida - dijo Mimi. - Y naturalmente, yo jamás me olvido de alguien que me hace un favor...
La conversación prosiguió en ese tono durante algunos segundos más, y luego Mimi cortó , diciendo: “Besos, mi amor .” De repente, Janey volvió a sentirse en lo alto de la cima . Selden Rose no le había parecido particularmente promisorio - por la descripción de Mimi, hasta podría ser otro Comstock Dibble -, pero el hecho que Mimi la hubiese llamado sumado a un encuentro con ella la tranquilizó en cuanto a su status esa noche. Sería una tremendo bofetada en la cara de Comstock Dibble, además de ser una manera de mostrarle que era mejor que no se metiese con ella. No imaginaba lo que Mimi tenía exactamente en mente al pedirle que le “prestara un poquito de atención” a Selden Rose . Si Mimi esperaba que Janey le diese sexo oral , iba a quedar decepcionada, pero Janey ciertamente le concedería un poco de su atención, y en cuando Comstock viese que ella conseguía entrar en el círculo de amigos de Mimi, iba a enloquecerse de furia ...

“Pienso que el sexo es una de las cosas mas bellas , naturales, y sanas que el dinero puede comprar.” Steve Martin, actor.

El tránsito se detuvo de nuevo poco antes de la salida en la 70. Sintiendo que su poder personal se había restablecido, Janey aprovechó para abrir el inmenso espejo iluminado del visor del automóvil. Su imagen jamás la decepcionaba, e inclinándose hacia adelante , se quedó fascinada con su propia belleza.
Sus cabellos, largos, gruesos y rubios, tenían una textura que llegaba a ser cremosa; la forma de su rostro era casi perfecto, con frentea alta y mentón pequeño y bien formado. Sus ojos eran azules, con los bordes externos ligeramente curvados hacia arriba , sugiriendo una cierta inteligencia misteriosa, los labios llenos (recientemente mas rellenados por un dermatólogo ) le daban un cierto aire de inocencia infantil. En realidad , su única falla técnica era su nariz, con una puntita ligeramente respingada y protuberante, y aún así , sin esa nariz, ella sería una belleza fría e clásica. Pero debido a esa nariz su belleza se tornaba accesible , dándole al hombre común la impresión de que podría tenerla, si al menos lograse conocerla.
Janey estaba tan absorta en esa admiración narcisista , que sólo notó que el tránsito había comenzado a moverse de nuevo cuando el automóvil detrás de ella hizo sonar la bocina con insistencia , despertándola de su devaneo. Enojada y medio avergonzada, ella miró por el espejo retrovisor y vio que el conductor impaciente era un verdadero bombón, a bordo de una Ferrari color verde musgo. Janey inmediatamente se llenó de envidia - siempre había sido una enamorada de esa Ferrari. Pero su despecho se transformó en celos puros, cuando vio quien era la pasajera : Pippi Males.
Pippi era la hermana menor Nancy Males, formaban un dúo de actrices conocidas como las hermanas malos de Charleston, del Carolina del Sur. Tenían caras de ratitas, pero cuerpos envidiables muy difíciles de encontrar en la naturaleza sin cirugías estéticas. Eran delgadas con pechos naturalmente grandes. Claramente carecían de talento, para Janey esas hermanas representaban “todo lo que estaba errado en el mundo”. Aún así las hermanitas malos habían logrado forjar una carrera representando personajes peculiares en películas independientes. Janey no conseguía imaginar cómo o por qué Pippi estaba camino a los Hamptons - desde el punto de vista de Janey, Pippi no era el tipo de persona que no encajaba con ese lugar -, pero el misterio mas grande era qué carajo estaría haciendo ella en ese automóvil con un hombre estupendo como ese. Era posible ver que él era alto, aún encogido en el asiento de esa Ferrari minúscula; tal vez hasta midiese mas de 1,95 , además tenía un cuerpo delgado, labios carnosos y un rostro masculino que parecía tallado a cincel . Tal vez fuese una marica por el modo en que tocaba la bocina, Janey desconfió que él fuese muy macho .
Como si eso no bastase, la Ferrari se desvió súbitamente a un lado y fue hacia la banquina. En segundos, la Ferrari pasó por al lado de ella, como si Janey no fuese mas que un insecto. Pippi soltó un gritito de emoción cuando Janey le lanzó una mirada furiosa al conductor . Los ojos de él se encontraron con los de Janey, y, por un instante, Janey quedó completamente perpleja. por la cara de asombro que él puso , parecía que había visto a un ángel ...
Pero entonces el automóvil verde desapareció en la curva, al tomar la salida, y Janey se sintió abandonada otra vez. Si no podía llegar en hidroavión a los Hamptons, debería estar en un automóvil como ese, con un hombre con una cara como esa... Mordiéndose distraídamente una uña , se consoló con el hecho de que estaba segura que el conductor de la Ferrari se había enamorado instantáneamente de ella - y perfectamente podía ser el tipo de hombre que ella estaba buscando. Hábilmente metió la tercera, se imaginó que sería muy divertido robárselo a Pippi Males.

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