CAPITULO 2
“Una revolución es el triunfo de los ambiciosos de abajo sobre los medrosos de arriba.”
La fiesta tradicionalmente ofrecida en el Memorial Day por Mimi Kilroy era legendaria, restringida a la flor y nata de la sociedad; y como todos los periódicos y las revistas hacían su cobertura, era imposible fingir que no existía - única opción en caso que persona no fuese invitada. Janey nunca había sido invitada antes, y saber que cien de las personas más prestigiosas, talentosas e importantes de New York formaban parte de esa lista era una piedra en el zapato durante todo el verano. Por más que lo intentase - sin importar cuantas veces dijese con desdén: “ Por favor, es sólo una fiestita de mierda”, jamás podía superar el clara presentimiento de que era Mimi quien cruel y deliberadamente había omitido su nombre de la lista.
Y ese presentimiento no pasaba por el razonamiento lógico - después de todo , Mimi ni siquiera la conocía. Sin embargo, en los años anteriores, Janey había hecho todo lo posible para estar en esa fiesta, desde darle sexo oral a un cara que apenas conocía - con la esperanza de que él la llevase como acompañante - hasta hacer un reconocimiento de la playa que quedaba detrás de la casa da Mimi para ver si conseguía entrar por los fondos. Pero el golpe final había sido cuatro años antes, cuando estaba con Peter Cannon, y él había sido invitado a la fiesta de Mimi.
- Por qué ella te invitaría justo a vos? - preguntó Janey, incrédula. Él notó la rabia de ella y respondió maliciosamente:
- Por qué no me invitaría?
- Porque no - respondió Janey desafiantemente , queriendo decir “Porque eres un Don nadie ”, pero no lo dijo, porque eso iba a dar la impresión que ella estaba saliendo con un Don nadie , y eso sería una humillación. Además, ella quería que él la llevase a la fiesta.
Peter había pensado en llevarla (de vez en cuando, Janey notaba, él era capaz de comportarse como un ser humano), pero fue Mimi quien lo impidió. Cuando él respondió a la invitación, avisando que serían dos personas, la secretaría de Mimi llamó pidiendo el nombre de la acompañante.
- Janey Wilcox - reveló él.
Ella volvió a llamar dos horas después .
- Lo siento mucho - ella dijo. - Pero, quién es su invitada?
- Janey Wilcox.
- Si , pero, quién es ella ?
- Una muchacha - respondió él.
- Si, mas quién es ella, qué hace ?
- Es una especie de... modelo, entiende ? - explicó Peter.
- Lo vuelvo a llamar.
Janey discutió con él.
- Por qué mierda no dijiste que soy actriz?
- Basta - dijo Peter. - Tal vez porque no has actuado en una película hace unos cinco años...
- Estoy esperando el papel adecuado - replicó ella, histéricamente.
Fue entonces cuando la secretaría llamó otra vez.
- Estoy tan ocupada... - se disculpó ella. - Acabo de hablar con Mimi y parece que este año estamos con la lista de invitados desbordando de gente. Nadie va a poder traer acompañantes.
Era una maldita mentira, y todos los sabían.
“Un odio apasionado puede darle sentido y propósito a una vida vacía.”
Eric Hoffer
En ese momento, los sentimientos de Janey por Mimi se cristalizaron en puro odio. Verdaderamente ella no conocía a Mimi , pero aún así la odiaba con todo su ser - del modo en que alguien odia a una estrella de cine o a un político. Odiaba lo que ella representaba.
Al contrario de la mayoría de las personas, pensó Janey, amargada, Mimi jamás había necesitado nada. Nunca había necesitado pelear en la vida; jamás había tenido que preocuparse por como iba a conseguir el dinero para comer o pagar el alquiler. Técnicamente, Mimi tenía “carreras” : modelo de Ralph Lauren, diseñadora exclusiva de joyas, y más recientemente importadora de pashminas, que le vendía a sus amigas. Pero en la cabeza de Janey Mimi jamás había hecho nada y no era más que un zángano ocioso, siempre exhibiendo ropas de moda, cuyas fotos aparecían mensualmente ilustrando las revistas que cubrían las fiestas por donde ella desfilaba.
Pero para Janey, el trago más difícil de digerir era la apariencia física Mimi: era alta y delgadísima , con un cabello fino y naturalmente rubio que siempre parecía graso. Sin embargo, todos vivían insistiendo en que ella era “una bella mujer”. Janey apena podía creer semejante ceguera . Si Mimi no fuese rica, si no viniese de una familia ilustre, no habría ningún hombre en New York que la miraría dos veces . En síntesis, Mimi era una propaganda descarada de la injusticia de la vida: se no hubiese nacido en cuna de oro , ella no sería nadie.
La madre de Mimi era Tabitha Mason, una estrella de cine de los años 1950 que venía de una familia prominente de Filadelfia. El padre era Robert Kilroy, de los Kilroys da California; en la época del casamiento de ellos, en 1955, él fue el segundo más joven senador en ser electo . Al año siguiente, cuando el primer hijo de ellos nació , Sandy, Tabitha abandonó su carrera en Hollywood para cuidar de su familia; dos años después , tuvo una niña, Camille, a quien todos pasaron a llamar Mimi.
Durante su infancia, Janey sabía todo sobre Mimi - desde su color predilecto (el rosa) hasta el nombre del pony que ella montaba (Blaze), y todos los trofeos y medallas que había ganado. Janey sabía todo eso porque, durante la década de 1960 y hasta principios de los 1970, las revistas feministas como Good Housekeeping y Ladie’s Home Journal publicaban notas sobre la glamorosa familia Kilroy. La nota de la “Cena de Acción de Gracias de la Familia Kilroy” era una atracción anual tan sólida que todo los habitantes menos glamorosos de los Estados Unidos podían contar con ella con la misma certeza con que contaban con un pavo ese día.
Y Janey había seguido todos los eventos de Mimi, año tras año, Mimi vestida de rosa en sus clases de ballet, Mimi sobre su pony ;y más tarde, Mimi en su primera fiesta con vestido largo, Mimi y su primer cortejante . En esas fotos, Mimi parecía ligeramente esquelética, con enormes ojos azules que parecían saltarle de sus órbitas, pero siempre con una expresión levemente desafiante , como si ella supiese que todas esas notas y fotos eran ridículas, y como si tuviese cosas mas importantes que hacer con su tiempo.
Y la pequeña Janey Wilcox, de apenas seis años, con su carita regordeta y sus cabellos castaños , lacios y sin gracia, estudiaba esas fotos con atención, y se preguntaba por qué no podía haber nacido en el lugar de una Mimi Kilroy! De algún modo , esa tal Mimi había usurpado una vida que debería ser de Janey.
Pero el tiempo pasó, las cosas fueron sucediendo, y Janey se olvidó completamente de Mimi Kilroy - hasta que llegó a New York a fines de los años 1980.
Janey apenas había cumplido veinte años, y acababa de volver de una temporada de desfiles y fotos en Europa . Inmediatamente después de su regreso un banquero llamado Petie había tratado de abordarla - probablemente tenía unos treinta y pico de años, pero a Janey parecía un anciano. Su peinado consistía en alisar hacia atrás sus cabellos oscuros, dejando la frente a la vista, sus ojos estaban demasiada cerca uno de otro, y sus manos tan delicadas que parecían las de niña, pero era muy fácil de manipular. Cierta noche, él la había llevado a una fiesta exclusiva en el Grolier Club; él no había sido invitado, pero como uno de los grandes inversionistas del club habían tenido mas remedio que dejarlo entrar.
La fiesta era para un escritor sureño, Redmon Richardly, considerado un ser maldito, y los invitados , ruidosos y casi borrachos, tenían un aire presuntuoso, como so no hubiese gente mejor que ellos en New York , como si no hubiese lugar mejor que ese para estar. Inmediatamente Janey vio que Petie tenía una cierta rigidez y formalidad que Janey interpretaba como urbana, mas fuera de su elemento, en medio de esa gente, se notaba claramente que él no era mas que un despreciable banquero.
- Vamos - ella murmuró .
El miró a Janey como si ella estuviese loca.
- Qué pasa ? - él preguntó, y, tomándole a mano, la empujó hacia el bar, en elpiso superior .
En el bar había una muchacha rodeada de hombres; cuando Petie pidió bebidas, los párpados de la muchacha se bajaron , y ella saltó de la banqueta alta del bar. Janey no había visto una foto de Mimi Kilroy hacia años, pero instintivamente ella supo que esa era Mimi Kilroy, y retrocedió asombrada.
Siempre se acordaría de la imagen de Mimi, pues venía intentando copiar su estilo elegante y engañosamente caro desde entonces. Pipi usaba una camisa blanca inmaculado, con puños grandes, enrollados hasta la mitad del antebrazo, y sujetos con un par de grandes gemelos masculinos de oro; la camisa estaba metida en la cintura de unos pantalones marrón claro de tela muy elegante . Un reloj masculino Rolex colgaba de su muñeca como una pulsera; en la mano derecha, un enorme anillo de zafiro. Pipi exhalaba dinero como si fuese un perfume caro.
Mimi se colocó detrás de Petie y le cubrió los ojos con las manos. Él se sobresaltó y giró , agarrándole las manos. Ella lo miró de un modo significativo, y le dijo :
- Hola , mi querido.
Era una de esas mujeres cuya apariencia era mucho mejor en persona que en las fotos, como si lo que la hacía especial fuese tan sutil y fugaz como para ser captado en un retrato. Pero en los años siguientes, Janey llegaría a la conclusión de que tal vez eso explicase por qué Mimi, con toda esa su sofisticación, jamás había logrado traspasar las fronteras de su pequeño mundo - es decir que ella no poseyera nada que pudiera transmitido al gran público . Todavía sujetando la mano de Petie, ella se acercó y dijo : “ hay una cosa que necesito discutir con vos en el toilette.” De repente, una expresión que combinaba resignación e irritación surgió momentáneamente en la cara de Petie, como si entendiese que estaba a punto de ser usado una vez más .
- En un minuto - él dijo y , dándole la espalda , tomó el brazo de Janey y la empujó para más cerca de sí. - Conoces a Janey Wilcox?
Mimi extendió una de sus manos delgadas y , sin el menor interés, la saludó :
- Un placer conocerte. - Cuando su mirada volvió a mirar el rostro de Petie, Janey se quedó impresionada con el tono de voz de ella - no sabía qué esperar, pero jamás había oído una voz como esa, tan apostada y refinada, pareciendo contener toda una gama de significados sutiles.
- Janey es nueva en la ciudad - la presentó Petie. - Es modelo.
Mimi miró fríamente a Janey y , con una risita, respondió :
- Quién no lo es en New York ?
Entonces, Janey, movida por un deseo inocente de causar un impacto en su ídola , se vio diciendo:
- Yo solía ver tus fotos en las revistas... cuando eras una niña...
En el silencio incómodo que le siguió, Janey sólo logró pensar como su voz había salido de chillona.
Mimi la miró como si la evaluase; después , resolviendo que Janey que no tenía importancia alguna, ella respondió :
- Su ? No tengo ni la menor idea de lo que estás hablando... - Y lanzándole a Petie una mirada significativa, les dio la espalda .
Por un momento, Janey se quedó allí parada, mirando a Mimi, con la boca abierta; sabía que había sido definitivamente rechazada, de forma grosera, pero no podía entender por qué. Petie, al ver su expresión, dijo :
- No te pongas mal. Todos saben que Mimi odia otras mujeres, principalmente si son más bonitas y más jóvenes que ella... Te vas a acostumbrar a eso - él dijo, riendo, al entregar la bebida a Janey.
Janey probó el cocktail , pero sus ojos no se desviaban de Mimi. Se sentía arrasada, pero fascinada por la forma en que ella movía los brazos, por el modo en que inclinaba la cabeza; el modo en que abría la boca para hablar, Janey se imaginaba oír a voz de Mimi otra vez, y quedó paralizada, preguntándose qué podría estar diciendo Mimi.
Pero nunca logró descubrirlo, porque por mucho que observase a Mimi en muchas ocasiones durante los siguientes diez años, los ojos de Mimi siempre miraban alguna otra cosa por encima del hombro de Janey, y su voz fría mecánicamente declaraba: - Que bueno verte de nuevo -
El mensaje, según Janey entendía, era claro: ella y Mimi podían estar en la misma sala, pero Janey estaba tan distante del mundo de Mimi como lo estaba cuando tenía seis años y comía dulces mirando la foto de ella en Good Housekeeping.
Sólo en los últimos tiempos , Janey había comenzado a notar un sutil cambio en el comportamiento de Mimi. Mientras antes era sencillamente reservada, en los últimos cinco años ese “que bueno verte de nuevo” pasó a adquirir un tono que bordeaba la antipatía declarada. Janey sospechaba que era por el hecho de ella había estado en la cama con diversos hombres con los cuales Mimi también había estado . Mimi estaba celosa.
Janey calculaba que ella y Mimi tenían por lo menos diez amantes en común, inclusive Redmon Richardly y el guionista de cine Bill Westacott. Janey se sentía herida porque, aunque todos supiesen que Mimi era una voraz rata de fiesta que se acostaba con quien se le antojase , nadie jamás la llamaba puta ni desaprobaba su comportamiento. Eso probaba una verdad más sobre la sociedad de New York : una muchacha rica podía acostarse con cien hombres, que las personas de su círculo iban a decir que ella era ‘bohemia’, pero si una muchacha pobre hiciese lo mismo, era rotulada como ‘fácil’ o puta.
“El Éxito , como la verdad, la belleza y los lentes de contactos, está en los ojos de quien mira.”
Laurence J. Peter
Todo eso había cambiado el día en que Janey se convirtió en modelo de Victoria Secret. Era como si, después de todos esos interminables años en New York , ella hubiese súbitamente aparecido viva y con todos sus colores a los ojos de la gente . Las personas de repente la reconocían , entendían quien era ella, y lo que estaba haciendo. Y así llegó la codiciada invitación a la fiesta de Mimi.
Exactamente un mes antes, un sobre color crema había sido entregado por un mensajero en el apartamento de Janey, en New York . Ella vivía en el mismo edificio sin ascensor en la calle 67 , y había pensado que había tenido suerte de estar en su casa en ese momento porque, si no hubiese estado, no hubiera habido portero para recibir la invitación, y entonces, qué habría sucedido ?
En el sobre sólo constaba su nombre, “Señorita Janey Wilcox” . Aún antes de abrir el sobre, ella supo cual era su contenido.
Metiendo cuidadosamente un dedo debajo del ala, para no estropear el sobre (era el tipo de cosa que le gustaba guardar), retiró el sencillo cartón beige que contenía. En el rincón superior izquierdo, en estilo inglés, estaba su nombre escrito a mano; debajo él las palabras “Mimi Kilroy y George Paxton reciben en su casa, el sábado 27 de mayo”. Fue en ese momento que el odio profundo que Janey sentía por Mimi se evaporó. Era difícil sentir rabia, cuando uno estaba siendo bañada por la luz cálida de atención y de reconocimiento. Y Janey había reflexionado que, aunque New York fuese superficial, era una especie gloriosa superficialidad, principalmente cuando una persona era aceptada por esa sociedad.
“Un marido que quiere tener un matrimonio feliz debe mantener la boca cerrada y la chequera abierta.”
Groucho Marx
Hacia tres años, a los 39, Mimi Kilroy finalmente había sentado cabeza y se había casado con George Paxton, un billonario.
Cinco años antes, George Paxton quien supuestamente venía de los suburbios de Boston, había surgido repentinamente en la sociedad de New York .
Era prácticamente una regla en la sociedad de New York que un billonario apareciese de la nada cada tantos años, en general bajo la forma de un hombre de unos cuarenta años que se había enriquecido de la noche a la mañana y que se encontraba en plena crisis de la mediana edad . Después de pasar años amasando fortuna, ahora estaba en posición de finalmente disfrutar la vida, y la primer medida era buscarse una primera esposa. Tal era el caso de George Paxton.
En sus primeros dos años en New York siguiendo las directrices tradicionales: todos lo invitaban y lo mimaban, y vivían arreglándole encuentros con muchachas que él no conocía, porque no hay nada que le guste más a la sociedad que un soltero lleno de dinero que no sabe como gastar. Después él pasar dos años saliendo con las mejores solteras que el Upper East Side podía ofrecer - mujeres con senos operados y mujeres sin senos, mujeres estilizadas por los ejercicios de Pilates, mujeres con cabellos color caramelo y sacos forrados de cibelina, mujeres que sentaban a las mesas de directorios y gerenciaban sus propias empresas, mujeres profesionales abogadas , médicas, corredoras de bienes raíces, mujeres divorciadas de otros ricachones; y después de que su pene hubiera sido chupado por diversas bocas y después de haber penetrado diversas vaginas y anos ,y después de haber soportar la eterna preocupación - si el falo se le iba a quedar parado o no hasta el final del acto - después de todo eso , le presentaron a Mimi Kilroy.
Mimi no era o tipo de “gata” con quien George Paxton creía que iba a acabar casándose . Ella era una mujer hiperactiva, y George era un hombre sereno , pero después de dos años sintiéndose como una acción en la bolsa, siendo negociado una y otra vez , Mimi fue, como él decía, “una bocanada de aire fresco”. Ella no se tomaba nada de eso muy seriamente y , además , George siempre se enorgullecía de su capacidad para reconocer “un buen trato”. Pero George no era el tipo de hombre que las personas imaginaban que Mimi escogería como marido. Todos esperaban que ella eligiese un partido espectacular - una estrella de cine, un político en ascenso , o incluso alguno de los príncipes ingleses menos importantes . Y George era - por propia definición - era un hombre común. Aún así ella había conseguido pescar un billonario. Y si alguien sabía gastar el dinero de George, ese alguien era Mimi. Por lo tanto , era un trato en el que las dos partes iban a salir ganando.
Una de las primeras cosas que Mimi hizo fue organizar la compra de una vieja propiedad Wannamaker en East Hampton. Durante años ese caserón - considerado un elefante blanco con sus cincuenta cuartos, piscina interna y frescos italianos importados, había permanecido vacío . Esa mansión era exactamente el tipo de proyecto que Mimi adoraba. En abril, después que la restauración fue terminada, la casa contaba con un helipuerto para el helicóptero de George.
Y ahora, en la fiesta del feriado de Memorial Day, durante toda tarde y el comienzo de la noche, ese helicóptero fue empleado para transportar a las personas mas importantes de Manhattan hasta la mansión .
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