CAPITULO 10
- Entonces, Murie - dijo el rey Eduardo cuando su sala de audiencias finalmente se vació. - Cuál es el asunto urgente que te trae hasta aquí?
Murie sintió su rostro ruborizarse Había pasado casi toda la noche sin dormir. Cuando lograba cerrar los ojos, veía el rostro de Balan, el beso , la pasión real, el deseo imaginado, una loca mezcla entre a realidad y sueño.
Cuando los primeros rayos de sol invadieron el cuarto, Murie saltó de la cama y sin esperar por la ayuda de Cecily, se vistió y fue a buscar al rey.
No queriendo parecer muy ansiosa o irritada, resolvió dar un paseo por el jardín para colocar sus pensamientos en orden. Después de caminar un poco, se sentó en uno de los bancos, dejando que el sol bañase su piel clara. Pero, fue cerrar los ojos para sentirse invadida por los recuerdos de los besos soñados. Cuando se dio cuenta, horas habían pasado y el rey ahora ya estaba despachando varias personas.
Al aproximarse de la sala, notó una pequeña fila de personas que esperaban su turno para ser atendidas. Y desafortunadamente , ella era la última.
Robert pronto notó su decepción y por miedo a un escándalo más de la Caprichosa, rápidamente arregló una forma de dejarla entrar antes de los demás. Ahora estaba allí, delante del rey y de su asistente Becker, como deseaba.
- Habla, Murie, de qué se trata? - insistió el rey con impaciencia.
Ella se ruborizó todavía más . En cierta forma era avergonzante hablar de matrimonio, sueños y supersticiones cuando el rey tenía tantas otras cosas más importantes que resolver.
- Su Majestad ya has oído hablar de la superstición de Santa Inés? - Murie dijo por fin, mirando al piso, sin coraje de encararlo.
- Ahhh... Eso. Si, hoy también supe que lady Aldous te convenció de experimentar la eficacia de esa superstición.
- Pues si ...
- Y qué sucedió ? Soñaste con alguien?
- Soñé .
- Si? Oír decir que el esfuerzo no había valido la pena.
Murie sonrió con esfuerzo. Era increíble la velocidad con que las noticias se esparcían por la corte. Esa era una de las cosas que no iba a extrañar cuando se marchase de allí después de casarse.
- Sólo se lo conté a dos personas, a lady Reynard y a mi criada. Yo no quería que el cuento corriese por la corte.
- Fue una decisión bastante sabia - el rey comentó sonriendo. - Pero, dime , con quién soñaste? Con algún muchacho que conoces hace tiempo? Alguien de quien estás enamorada?
- No. En verdad nunca lo había visto antes. No tenía idea de quien era.
- Qué extraño...
- Ahora necesito tu ayuda. Su majestad , sabes cuál es la verdadera historia respecto a la superstición de Santa Inés?
- Historia? Cómo es eso ?
- Según Malculinus, cuando se hace ayuno o se come carne en mal estado en la víspera se sueña con el hombre que hay que casarse . Lauda apareció diciendo que la manera en que lo hicimos el sueño nos muestra con quien no debemos casarnos.
- Ah, entiendo... Te dejaron confundida sin saber si debes casarte o no con el hombre con quien soñaste, verdad ?
- Exactamente.
- Bien, en ese caso... Qué crees de esto Becker? Sé que entiendes mucho más de supersticiones que yo - dijo el rey dandose vuelta hacia su asistente.
Becker asumió un aire de superioridad .
- En mi opinión, majestad , independientemente del ayuno, una superstición no tendría lógica si indicase la respuesta equivocada. Es evidente que el hombre del sueño es el pretendiente adecuado.
- Pues entonces , Murie. Sea quien fuese ese hombre, es él quien debe ser tu marido. Estás segura que no lo conoces?
- Si , estoy segura.
El rey puso una expresión de desconfianza, levantando una de las cejas.
- Hum... eso es un poco raro. Sé que estás triste por tener que dejarnos Murie, pero no puedes usar excusas de ese tipo para retardar una decisión tan importante, Felipa se pondrá furiosa con vos y conmigo si haces eso.
- Oh, no, no. Yo nunca haría una cosa así . Además, , ayer cuando bajé para el desayuno, vi al hombre con quien soñé .
- Lo viste ? Dios sea loado ! Y quién es él ?
- Lord Gaynor.
- Lord Gaynor? - repitió el rey Eduardo con asombro. - Son raras las veces en las que él viene a la corte y cuando viene, no se queda mucho . Él no suele asistir a nuestras fiestas ni le gustan las reuniones sociales. Debe ser por eso que no lo conocías .
- Como yo nunca lo había visto antes, llegué a imaginarme que ese hombre era apenas el fruto de mi imaginación .
- Pero ahora, está segura que fue lord Gaynor con quien soñaste, Murie?
- Lo estoy. Cuando lo vi, se lo comenté a lady Reynard. Ella lo conoce y fue quien nos presentó.
- Gaynor... . Es un buen muchacho, no crees, Becker?
- Seguramente , majestad . Balan es un guerrero valiente y un súbdito fiel. Perdió a su padre durante la peste y supe que heredó la propiedad rural de la familia.
- Siempre creí que debía premiarlo por los buenos servicios que nos prestó en Francia. Permitirle que se case con Murie será una buena recompensa, no crees?
- Por supuesto que si , majestad .
Murie abrió los ojos de asombro.
- Pero, su majestad , él no sabe nada respecto del sueño y no planeo contárselo antes de estar segura de que realmente fuimos hechos el uno para el otro. Y aún así todavía corro el riesgo de que él no quiera casarse conmigo - Murie contrapuso con la esperanza de que el rey no interviniese en el curso natural de la relación. - Según tus palabras, yo soy la responsable de la elección. Y si llego a la conclusión que no hay amor suficiente para unirnos para siempre?
- Amor? - intervino el rey. - Murie querida, los matrimonios no se basan en el amor. Yo ni siquiera conocía a Felipa cuando se decidió que íbamos a casarnos.
- Aun así, insisto en que soy yo quien va a escoger el marido, No fue esa tu promesa?
- Te lo prometí y vos escogiste. O ya te olvidaste que viniste aquí a decirme el nombre del hombre?
- Pero... - Murie se mordió el labio para no terminar a frase.
Tenía ganas de decirle que él cuidase de su propia vida y que ella misma se ocuparía de escribir su propio destino. Pero no podía decirle una atrocidad así a su protector y monarca sin ofenderlo. Cuando Murie volvió su atención, su majestad ya estaba con la mirada perdida, probablemente imaginando los preparativos de la boda y ella sintió qye no le prestaría atención a lo que dijese.
- Ah, ahora puedes irte, Murie - él dijo, volviendo finalmente a mirarla. - Manda a llamar a Gaynor - el rey le ordenó en seguida a Becker.
Murie dio un suspiro de desaliento y resignadamente se levantó para salir.
- Y quiero que vengas a sentarte a la mesa principal esta noche en la cena - el rey Eduardo invitó antes que ella saliese.
- Pero yo había arreglado quedarme al lado de lady y lord Reynard.
- Reynard? Ese Reynard que... - el rey dirigió la pregunta a Becker.
- él mismo, majestad - el asistente respondió antes que el rey terminase la frase.
- Pues dile a ellos que se unan a nosotros en la mesa principal, Murie. Y ahora vete, mi querida. Tengo un montón de asuntos para resolver - completó Eduardo.
Murie salió de allí muy contrariada. Diablos! Debería haber considerado ese desenlace de los hechos antes de hablar con el rey. No iba a negar que se sentía atraída por Balan, tanto en el sueño como en los encuentros personales. Pero verlo forzado a casarse contra su voluntad , sería el colmo de la humillación.
Pero el destino mueve sus piezas principalmente cuando la persona está desatenta, aunque sea por un segundo .
Murie estaba tan absorbida en sus pensamientos que no vio Balan aproximándose. Cuando lo vio, se sobresaltó en el primer momento, pero pronto resolvió cuál sería la actitud más sensata a ser tomada...
- Lady Murie - Balan la saludó.
- Necesito hablarte, mi lord .
- Muy bien. Qué pasa?
- Yo... eh... yo...
Entre tomar una resolución y ponerla en práctica hay una gran distancia que no puede ser medida por las agujas de un reloj. Murie sintió su rostro enrojecerse y el coraje para exponer la situación se desvaneció con a brisa.
Sin contar que estaban rodeados por personas con oídos muy atentos y lenguas mas que rápidas. Balan notó la aflicción de ella y la tomó por el brazo, conduciéndola hasta el jardín en busca de un poco más de privacidad.
El día no estaba muy invitante para una larga caminata. Una garúa fina cubría los caminos de piedra y la tierra. Pero el castillo contaba con recovecos cubiertos donde podría hallarse un poco de privacidad.
Murie caminaba con dificultad, buscando evitar que sus zapatos se manchasen con los charcos de barro. Una vez más , anticipándose y muy gentilmente, Balan la alzó en sus brazos y la sentó en un muro bajo y cubierta que encontró. De esa forma, ambos quedaron a la misma altura, mirándose a los ojos. Intercambiaron miradas intensas, en una tentativa de desnudar sus pensamientos, deseos y anhelos.
- Entonces , mi lady, qué deseas decirme? - Balan fue el primero en romper el silencio.
Oh, Dios! Qué situación difícil. Dónde estaban el coraje y la impetuosidad que caracterizaban a la Caprichosa? Cómo iniciar una conversación tan íntima? La angustia se fue intensificando y en vez de hablar, Murie se limitó a morderse el labio , temiendo desmayar antes de resolver la cuestión .
- Habla , mi lady. - él insistió.
- Es que e; rey. .. - Murie balbuceó .
- Qué pasa con le rey?
- Es una cosa... muy desagradable. .. yo no quería que eso sucediese. Sólo quería saber cuáles son las reglas de la superstición de Santa Inés, nada más. Lo juro. Pero el rey ... tomó mi duda... por ... un hecho consumado y ahora va a ... tomar las medidas para llevar a cabo ... una ceremonia ... de la cual no estoy segura si quiero participar... - De repente las palabras salieron todas de una vez, con frases casi sin sentido. - Estoy muy avergonzada. No sé qué hacer para impedirlo. Oh, mi Dios! Yo sólo...
Ahora Murie temblaba sin parar, sintiendo las lágrimas amenazando con surgir. Pero no tuvo tiempo de decir nada más porque, para su sorpresa, Balan cubrió su boca con un beso suave y reconfortante.
- Estás más tranquila? Ahora vamos a comenzar todo nuevamente.
Murie todavía estaba boquiabierta, sintiéndose , de hecho, más tranquila para iniciar el relato.
- Yo tenía intención de contarte todo antes de ir a hablar con mi padrino mas...
Nuevamente Balan la interrumpió con un beso, esta vez más profundo y sensual. Y su lengua atrevida invadió su boca, tomándola de sorpresa. Aún insegura, Murie se dejó besar y respondió con ganas. Fue entonces que tuvo la certeza que la misma pasión que la había dejado tan extasiada durante el sueño era la que invadía su cuerpo en ese instante. Y con la misma rapidez con que Balan la besó, él terminó el acto , mirándola.
- Creo que ahora conseguí calmarte , no? - él le dijo bajito al oído . - Quizás ahora puedas contarme todo sin ponerte tan ansiosa.
- Pero yo no estoy ansiosa.
- Fue lo que me pareció. En la guerra, cuando los soldados entran en pánico, solemos darle una bofetada en la cara para hacerlos entrar en razón . Pero en tu caso, creí que un beso sería mucho más eficaz - él le dijo con una sonrisa pícara.
- Gracias por la consideración - Murie entonces no sólo había recuperado la calma sino también la sensualidad. - Además, si quieres continuar con ese tipo de tratamiento es probable que no precise decir nada más , pues va a estar todo implícito.
Balan se rió y se inclinó para besarla mejilla, para después deslizar su boca húmeda y caliente hasta el lóbulo de su oreja, mordisqueándolo levemente .
- Eso ayuda? - Balan preguntó.
- Mucho.
- Entonces , habla - él insistió, continuando sus caricias en la espalda de ella.
- Bien, yo le dije al rey que había soñado con vos y... ah... oh ... hum...
- Cómo?
- Te molestaría de casarte conmigo? - Murie soltó la pregunta abruptamente.
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