domingo, 24 de mayo de 2009

LA CAPRICHOSA - LYNSAY SANDS - CAPITULO 16

CAPITULO 16


- Todo está bien ? - indagó Emilie cuando Murie y Balan volvieron al campamento. Los hombres habían hecho una hoguera en el centro da claro del bosque y ella estaba sentada cerca, aprovechando el calor de las llamas.
Sintiendo un poco de frío, después bañarse rápidamente en las aguas del río, Murie también se acomodó cerca del fuego. Allí comenzó a cepillar sus cabellos para secarlos más rápido.
- Claro que todo está bien. Por qué no lo estaría? - Murie respondió .
- Oh, nada, no. Estábamos preocupados por su demora. Pero Reginald aseguró que los recién casados necesitan y deben estar a solas todo el tiempo que sea necesario. Murie se ruborizó y salió con una respuesta inesperada:
- Vi una cobra, sólo eso sucedió.
- Apuesto a que si la viste - Emilie retrucó, parpadeando y dejando a Murie todavía más incómoda.
- Sucede que... - Murie comenzó a intentar explicar mas, cuando su amiga se lanzó a reír ella no se contuvo y comenzó a reírse también sin terminar la frase.
- No hay nada que explicar. Me alegro porque tu matrimonio está funcionando , por lo menos en ese aspecto - continuó Emilie. - sería más complicado se ustedes no tuviesen afinidad en ese área... digo... en la cama.
- Es verdad - concordó Murie.
Recorrió los alrededores con la mirada y vio a Balan conversando con Reginald, del otro lado da claro del bosque. Los dos reían alto. Con certeza Reginald estaban riéndose de la misma cosa que ellas. De repente, las miradas se encontraron y Balan le sonrió tiernamente.
- él me hace temblar cuando me toca - admitió Murie a su amiga.
- Reginald también hacía eso conmigo. Pero desde que descubrimos que estoy embarazada, nunca más se me acercó .
- No me digas? Tal vez tenga miedo de lastimarte.
- Será eso o me que me encuentra horrible por esta barriga?
- Oh, Emilie, claro que no! El amor entre ustedes es evidente para quien quiera verlo.
- Entonces por qué nunca más me tocó?
- Cómo que no? él vive acariciándote y besándote.
- No es lo mismo, Murie, y ahora sabes eso. Se Trata de afecto, de cariño, pero lo que yo quiero es...
- Lo sé . Quieres sentirte deseada, verdad ?
Murie comprendía perfectamente la aflicción de su amiga. Estaba casada hacia apenas dos días, pero, aun así, ya sabía que se sentiría muy infeliz si de repente Balan dejase de buscarla.
Emilie dio un suspiro e hizo un gesto vago con la mano.
- Sé que todo va a estar bien. Pero, en este momento me sienta gorda y triste. Las cosas volverán a lo normal después que el niño nazca. Sólo espero que eso no demore mucho.
- Cálmate, por favor - Murie retrucó temerosa. - Espera que al menos llegaremos al castillo Reynard para dar a luz. No me gustaría tener que ayudarte aquí en medio del bosque, sin las hierbas y los medicamentos necesarios, y sin el auxilio de personas más expertas.
- No te preocupes, todavía es temprano. Faltan unos dos meses.
Murie sonrió y sacudió la cabeza con alivio.
-Damas - dijo Reginald, aproximándose . - Balan y Osgoode no trajeron tienda, sólo yo tengo. Por lo tanto , le ofrezco mi lugar a Murie para que pase la noche allí, al lado de Emilie. Yo dormiré afuera, junto con los otros hombres, al lado del fuego.
Murie miró a su marido, un poco decepcionada.
Después de haber hecho el amor, deseaba dormir abarcada por esos brazos fuertes, bajo la luz de las estrella, calentados por el fuego y disfrutando de la imagen del cielo nocturno.
- Una idea perfecta. - Emilie concordó. Ante eso, Murie no tuvo otra salida.
- Gracias, Reginald - dijo , forzando una sonrisa . - Es muy gentil de tu parte.
A pesar de haber aceptado la idea de pronto, cuando los hombres se apartaban , Emilie comentó con desánimo:
- Viste, no? Ahora a él ya no le importa dormir a mi lado...
- Y por lo visto Balan tampoco quiere dormir conmigo - completó Murie, igualmente desanimada.
A pesar de la ausencia de su marido o tal vez justamente por causa de ella, Murie durmió hasta bien tarde. El sol rayaba fuerte cuando despertó y vio la tienda vacía. Emilie ya se había levantado y había salido. Por lo visto Cecily también ya había cumplido sus deberes porque una muda de ropa limpia estaba cuidadosamente colocada sobre la manta de piel a los pies do catre .
Murie estiró el brazo y agarró primero la enagua de seda. Después se puso el resto de las ropas y finalmente pasó una mano por los cabellos, antes de salir.
Había mucha agitación afuera , todos se apresuraban a acomodar el equipaje y levantar el campamento. Murie había sido l a última en despertar.
- Dormiste bien, querida?-indagó Balan, sonriente . Él estaba un poco pálido y bastante desaliñado.
Todo indicaba que la noche no había sido muy tranquila.
- Si, y vos?
- Llovió bastante durante la noche - fue a breve respuesta que oyó .
Balan le sujetó el brazo, conduciéndola en dirección al río mientras continuaba hablando.
- Como no dormiste mucho en nuestra noche de bodas , dejé que descansases hasta más tarde hoy, pero ya iba a despertarte cuando te vi salir de la tienda. Tenemos poco tiempo y debemos partir cuando el carruaje esté listo. Por eso, precisas lavarte rápidamente, antes de partir.
Legaron al río y Murie apenas tuvo tiempo de pasarse agua en la cara antes que Balan la llevase de vuelta. Para su absoluta sorpresa, el campamento ya estaba todo desmontado, cuando llegaron. La tienda plegada ya había sido acomodada en el carruaje junto con todas los baúles y los hombres estaban montados en sus caballos, todos excepto Reginald quien todavía ayudaba a Emilie a acomodarse en el banco del carro.
Sin que pudiese decir nada más , sintió que Balan la sujetaba por la cintura, levantándola hasta la montura de su yegua.
Se acomodó en la silla como pudo y, en seguida tomó una pequeña bolsa que Balan le extendía.
- Hay un pedazo de queso, un poco de pan y una manzana para desayuno.
- Gracias.
A continuación Balan subió a su caballo para recomenzar el viaje. Murie todavía no se había despertado del todo y continuaba medio atontada por la velocidad con que las cosas estaban sucediendo esa mañana. A medida que la yegua comenzó a andar, sus ojos encontraron los de Emilie quien sonreía y la saludaba con la mano desde el carruaje. Murie retribuyó el saludo y trató, entonces, de calmarse.

En ese instante se oyó un relincho estridente, llamando la atención de todos. Era el caballo de Balan quien estaba demasiado agitado. En seguida empezó a empinarse, sacudiendo las patas delanteras, bufando y relinchando como si estuviese dolorido. De repente se detuvo y, sin que nadie lo esperase, se lanzó enloquecido hacia adentro del bosque.
Muy asustada, Murie no consiguió pensar en nada más . Tiró de las riendas y partió al galope detrás de él. En el instante siguiente vio que Reginald y otros hombres la seguían.
La yegua de Murie era de fino linaje, un regalo del rey y de la reina para su cumpleaños de dieciséis. Pero Trueno , el garañón de Balan, era muy ágil, un caballo de guerra acostumbrado a llevar un soldado con armadura y armas pesadas.
Pero Balan no tenía puesta la armadura ese día, ni cargaba sus armas, lo que debe haber desorientado al animal, además de posibilitar que corriese mas velozmente todavía . Ella pronto perdió las esperanzas de alcanzar a su marido. Pero , afortunadamente , el caballo de Reginald también era un animal de guerra y Murie respiró aliviada cuando lo vio aproximarse a Balan.
En un galope veloz, Reginald consiguió emparejar su caballo con el de Balan y extenderle a mano para ayudarlo a soltar su animal y saltar . Cuando sintió que no había más peso sobre su dorso, Trueno se detuvo donde estaba. Murie observaba todo aprensivamente y vio cuando Reginald, con Balan montado detrás, fue diminuyendo la velocidad hasta también detenerse.
Ansiosa, se aproximó a ellos. Quería estar segura que su marido no estaba herido.
- No te dije que no pisases las espadas de San Jorge? - ella lo retó, cuando llegó al lado de él.
- Qué ? - Balan preguntó confundido mientras desmontaba.
- Las espadas de San Jorge son las plantas que pisaste ayer, recuerdas? - ella casi gritó, observando a Reginald también desmontar para tomar las riendas de Trueno que ahora estaba calmado. - Tienes que ser más cuidadoso.
- Murie - Balan respondió pacientemente. - Pisé esa maldita planta ayer , no hoy. Además, no apareció ningún caballo fantasma para secuestrarme.
- Lo sé , pero tal vez Trueno haya sido poseído por el espíritu del caballo fantasma, por eso se desbocó. Te lo ruego , sé más cuidadoso, por el amor de Dios. Si no fuese por Reginald, podrías haber...
- Vamos, Murie, Trueno no fue poseído por ningún fantasma. - Irritado Balan se dio vuelta y fue al encuentro de Reginald quien sujetaba las riendas del animal.
- Es cierto - confirmó su amigo, mostrándole algo que sostenía en la mano - Alguien colocó esta hoja de cactus debajo de la montura. Cuando te sentaste, las espinas se clavaron en el lomo del animal y se desbocó.
Murie abrió los ojos y saltó de la montura para ver de cerca lo que Reginald sostenía. De hecho era una hoja de cactus muy grande y con espinas gruesas.
- Y si un fantasma vino y ... - ella comenzó a decir.
- Murie! Basta con eso!
- Qué pasa, Balan?
- Basta de... yo ... vamos, sube a tu yegua!
Protestando bajito, Murie volvió a su caballo .
Sólo quería ayudar, nada más. No podía ser mera coincidencia. Primero Balan había pisado las plantas de San Jorge y después su caballo se desbocaba. Aquello era más que una simple coincidencia. Por qué Balan no se daba cuenta de eso?
- Es mejor que no montes a Trueno mientras tanto - Reginald advirtió - él todavía debe tener el lomo dolorido.
- Tienes razón - respondió Balan. - Tal vez sea mejor dejarlo todo un día sin nada peso en el lomo para que se mejore.
Murie ya estaba dando a vuelta con su caballo para retornar cuando oyó el llamado de Balan.
- Ey, espera ! Voy a montar con vos.
- Ah, está bien. ..
- Buena idea - Reginald dijo. - Deja que yo lleve las riendas de Trueno y lo lleve conmigo.
Demudada, Murie vio a su marido prepararse para subir a su montura y sentarse adelante.
- La yegua es mía, por lo tanto si quieres venir conmigo, siéntate atrás. Yo llevaré las riendas - Murie ordenó, con voz firme.
Balan no respondió . Solamente montó rápidamente y apoyó su pecho firme contra la espalda de ella. Después sujetó las riendas e hizo que el caballo cambiase de posición, antes de devolvérselas a Murie.
- Estaba yendo en la dirección equivocada - Balan dijo , sin inmutarse. - Ahora puedes avanzar.
Murie sonrió sarcásticamente. En ese instante se oyó un sonido estridente, un chillido agudo en medio del bosque que lo asustó.
- Un tero - Murie dijo .
- Cómo?
- Es el canto de un tero, un pésimo augurio. Dicen que anuncia muerte... pero no recuerdo si es sólo cuando canta de noche o también cuando canta de día.
- Mi querida esposa, simplemente volvamos al campamento, está bien ? En este momento no tengo paciencia para oír tus ridículas supersticiones.
El tono de Balan era áspero y seco. No había necesidad de tratarla así y amargarla de esa manera. Primero él le había gritado sin necesidad, después le había llamado la atención sobre un pequeño error de orientación y ahora la trataba como si ella fuese una loca , o peor todavía, una tonta ignorante . Con sorpresa Murie sintió sus manos fuertes acariciándole los pechos .
- Qué estás haciendo? - ella preguntó, girando su cabeza nerviosamente para estar segura que Reginald no los veía.
- Me estoy sujetando para no caerme de la silla - respondió Balan con una risita, dándole un beso y un mordisco en la nuca.
Murie contuvo la respiración , buscando las palabras para pedirle que se detuviese. Pero Balan ya había descubierto los pezones endurecidos de sus pechos y los apretaba entre sus dedos.
- Balan... - ella murmuró, curvando la espalda para facilitarle el acceso.
Balan dejó que una de las manos se deslizase hasta el medio de sus muslos , acariciándola lentamente. Murie gimió , arqueando un poco más su cuerpo contra el pecho de él. Pero tuvo que enderezarse otra vez porque Reginald se aproximaba, hasta cabalgar al lado de ellos. Más que rápidamente, Balan trató de cambiar sus manos a una posición menos comprometedora.
- Ya que no vas a poder usar tu caballo hoy, estuve pensando que tal vez deberíamos retrasar la partida para mañana - decía Reginald, fingiendo no haber visto nada.
- De ninguna forma . Partimos hoy mismo. Murie va en el carruaje con Emilie y yo voy a montado la yegua de ella. Al oír eso, Murie otra vez se disgustó con las actitudes de su marido . Aquello que él decía era exactamente lo que ella planeaba hacer: ofrecerle su yegua para que pudiesen seguir viaje. Pero él ni siquiera le había dado la oportunidad de hacer una oferta gentil. Había anunciado al mundo su decisión como si fuese ley, sin al menos preguntarle . Por lo visto Balan era un hombre autoritario.
- No vamos a atrasarnos por esto - continuaba Balan. - Partiremos pronto para llegar a nuestro destino mañana, conforme lo planeamos.
Lord Reynard puso una expresión de alivio y Murie procuró calmarse. Era evidente que Reginald estaba preocupado por Emilie y no quería retardar el viaje. Esa debía ser esa la razón para que Balan tomase su decisión de forma tan unilateral y autoritaria. Murie pensó que necesitaba ser más comprensiva y aceptar la manera de ser de su marido , por más irritante que fuesen sus actitudes ...
Llegaron de vuelta al campamento y Balan la ayudó a bajar de la yegua sujetándola por la cintura.
- Ahora entra al carruaje y dile a Emilie que todo está bien. Ella debe estar preocupada - dijo Balan cuando la colocó en el piso , dándole un palmadita en las nalgas.
Sin responder, Murie obedeció.
Sonriendo, Balan observó a su esposa apartarse , protestando bajito y sin mirar hacia atrás . Quien vino a su encuentro fue Osgoode.
- Qué sucedió ? Por qué Trueno se disparó de ese modo?
- Colocaron un cactus debajo de la silla - explicó Reginald.
- Cactus? Lo pusieron a propósito?
- Eso nadie lo sabe. Tal vez haya sido un accidente. Pero estaba en una posición que sólo lastimaba si había peso sobre la montura.
- Eso fue hecho a propósito. Podrías haber muerto! - Osgoode continuó diciendo.
- Es verdad.
Balan tomó la montura de su caballo y la entregó a uno de los criados para que fuese debidamente guardada.
- Voy a allá a ver como está Emilie - Reginald informó, apartándose.
- Muchas gracias por tu ayuda - agradeció Balan sinceramente, aunque tardíamente.
El sabía que ese accidente podría haberle causado la muerte, si no fuese por la presteza con que Reginald acudió. Mientras tanto , Osgoode continuaba alarmándose y rondando a su alrededor .
- No crees que puede haber sido Murie quien... - estaba diciendo su primo con una expresión de preocupación.
- Qué ?!
- Bien, Balan, fue sólo una idea que me ocurrió ... estuve pensando... Ella nunca vino a pelear o a discutir con vos por lo que pasó aquella noche en que estuviste en el cuarto de ella, antes de estar casados. Y aun sin saber si había sido o no engañada por vos, aceptó mansamente marcharse de la corte en tu compañía.
- Si, y qué hay con eso...?
- Tal vez ella esté tan furiosa que en vez de pelear, prefiera... ah... oh ... hallar un modo de acabar con el matrimonio.
- Qué locura , Osgoode. El matrimonio fue bendecido y consumado. Ahora ella es mía para siempre.
- Hasta que la muerte los separe, verdad ?
- Cómo?! Estás insinuando que ella puede estar queriendo matarme? Vamos, no sea ridículo!
Balan dio la espalda y rápidamente montó la yegua de Murie. Pero ese pensamiento persistía en su mente. Estuvo madurando el asunto por varias horas, mientras seguían viaje. Había muchas preguntas sin respuestas. Por qué ella todavía no lo había confrontado sobre aquella noche? Por qué había decido por cuenta propia marcharse de la corte y había arreglado todo con tanta rapidez? Las dudas eran muchas...
Sin decirle nada a él, al contrario de lo que se espera de una esposa, Murie había ido directamente al rey para pedir permiso para partir, obligándolo así a hacer lo mismo sin saber si era su voluntad o no.
Tal vez formase parte de una estratagema aun mas grande para apartarlo del castillo del rey . En el bosque los accidentes ocurren con más facilidad y no hay tantos testigos. Y en un viaje en el que seguramente pasarían por muchos bosques y lugares descampados... en caso de accidente nadie sospecharía de Murie porque nadie sabía que tal vez ella tuviese motivos para estar muy enojada o muy ofendida. Murie había tramado todo eso?


- Balan estuvo muy extraño todo el día - dijo Emilie mientras descansaban cerca de la hoguera del campamento. - Qué pasa ? Se pelearon?
Murie lanzó un mirar en dirección a su marido quien estaba en otro rincón, conversando con un hombre . Él también La miró de forma pensativa, sin sonreír.
Ya no estaba irritada, pero se dio cuenta que las posiciones se habían invertido. Ahora Balan daba la impresión de estar contrariado.
Pues muy bien , en venganza , ella no daría el brazo a torcer y no se mostraría cariñosa. Después de todo había pasado todo el día sofocándose dentro de ese carruaje mientras él cabalgaba mucho más cómodo en su yegua. Por qué era que los hombres siempre creían que las mujeres viajaban mejor en un carruaje que sobre un caballo? El interior del carruaje era muy incómodo , con traqueteos seguidos por golpes súbitos , con poco espacio para moverse. Murie sentía todo el cuerpo dolorido y el estomago revuelto. Definitivamente, ese no había sido uno de sus mejores días.

- No fue exactamente pelea. Balan sólo está molesto conmigo porque estoy segura que el accidente de él de esta mañana, fue causado por el caballo fantasma - Murie continuó la conversación en una tentativa de distraerse de su malestar.
- Cómo? Qué historia es esa?
En pocas palabras Murie le explicó a su amiga el tema de la planta de San Jorge y sus consecuencias. Cuando acabó, Emilie soltó una carcajada alta.
- Ay, mi Dios, Murie! Es tu creencia en esas tonterías la única cosa que te impide de ser una mujer perfecta.
- Oh, disculpa, yo...
- No tienes nada de que disculparte. Si fueses perfecta yo jamás hubiese buscado tu amistad. Te imaginas cómo serías de arrogante?
Las dos se quedaron en silencio por algún tiempo. Con la mirada , Murie nuevamente procuró a Balan, pero ya no lo vio por los alrededores . Había imaginado que él vendría buscarla nuevamente para ir a lavarse al río. Había soñado que él la besaría y la acariciaría como el día anterior y que acabarían rindiéndose a la pasión ...
Pero no fue lo que sucedió .
Quien apareció fue Reginald, que las acompañó hasta el río y esperó de espaldas hasta ellas terminaron su higiene. Por lo visto Balan estaba demasiado ocupado o demasiado desinteresado para presentarse.
Cuando volvieron al campamento, Murie vio a su marido sentado en un rincón y se asombró por su apariencia. Tal vez debido a la luz difusa de las llamas, su rostro parecía extremadamente pálido, hasta medio grisáceo.
- Murie, estás bien ? - preguntó Emilie. - Varias veces vi que te pasabas la mano por el estomago.
- Estoy un tanto descompuesta. Creo que es por haber estado todo el día encerrada en el carruaje. No sé cómo lo aguantas, Emilie.
- No tuve otra opción. Reginald sólo permitió que yo viajase a la corte si iba dentro del carruaje. Y yo acepté porque quería mucho verte, Murie.
- Oh, Emilie, eres una grande amiga. Gracias.
De repente el semblante de Emilie mostró asombro.
- Murie! - llamó . - Qué sientes? Te estás poniendo muy pálida!
- Tengo... la vista turbia... yo...
Fue la única respuesta que Murie consiguió balbucear antes de caer al suelo.

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