jueves, 21 de mayo de 2009

LA CAPRICHOSA - LYNSAY SANDS - CAPITULO 12-

CAPITULO 12



Murie soltó un gemido. Instantes atrás, estaba ansiosa, preocupada, casi aterrorizada con Lo que estaba por suceder. Pero se acordó de su sueño y entendió que todo se desarrollaría naturalmente cuando lo besase. Como Balan no tomó la iniciativa de inmediato, ella cedió al impulso, rompió las barreras, soltó amarras y se anticipó en el primero de muchos besos que estaban por venir.
Ahora todo era diferente. sentía las manos grandes acariciándole la espalda , la lengua caliente invadiéndole la boca, causando el mismo placer que la había embargado durante el sueño. Balan todavía exhalaba una fragancia fresca de un baño con esencia de menta de antes de la ceremonia. Su boca todavía conservaba el sabor a vino y licor, que uniéndose al dulzor de los labios de Murie constituían el más puro de los néctares de la naturaleza.
- Oh... esposo... - ella balbuceó .
Con agilidad Balan se acostó sobre ella. Murie se estremeció al sentir su mano acariciando un pecho , por debajo de la sábana. Ella se curvó hacia atrás , pidiendo más caricias.

Fue entonces, que al girar a cabeza, sus ojos vislumbraron la cómoda de madera que había en el cuarto . En ese instante se acordó de la pata de conejo y de la herradura que había guardado en uno de las cajones especialmente para su noche de bodas .
Con un movimiento rápido, Murie se libró del abrazo do marido y se dio vuelta para levantarse.
- Qué pasa ? - Balan hizo asombrado la pregunta seguida de un sonoro "aiii".
Murie en su apuro por levantarse, le había dado un rodillazo en la ingle, justo entre sus piernas.
- Oh, mi querido, discúlpame. Te lastimé ? Todavía sin poder recobrar su voz , Balan sacudió la cabeza negando. Ella se sintió aliviada, sonrió y corrió hasta la cómoda donde comenzó a revolver entre las ropas de un cajón en busca de los elementos de buena suerte.
- Qué está haciendo?
Cuando Murie se dio vuelta para responder, se dio cuenta notó que Balan también se había levantado y ahora estaba de pie a su lado. Entonces los ojos de Murie notaron el apéndice rojizo que surgía entre las piernas masculino. Parecía mas ancho y mas largo do que cuando Balan se había acostado a su lado y además estaba más rojo, hinchado y protuberante.
- Oh, mi lord , te he lastimado, verdad? Mira... oh ... qué he hecho ?... Dios... está todo hinchado... - Murie dijo alarmada, agachándose y sujetando el miembro entre sus manos.
Sentía que, a medida que lo palpaba, el apéndice apuntaba mas a ella, como el dedo de un tutor recriminando a su alumno.
Balan soltó un gemido de placer lo que hizo Murie pensase que eso le dolía.
- Oh, mi querido, te duele mucho? - ella preguntó asustada, levantando la vista hacia el rostro de su marido.
La expresión de Balan era tensa y él tenía os ojos cerrados. Pero los abrió inmediatamente cuando ella hizo la pregunta.
- Qué ?
- Quiero saber si te duele mucho porque está muy hinchado por el golpe.
- Golpe?
- Si - ella contestó, soplando sobre el miembro como si estuviese aliviando el ardor de una herida. - Quieres que lo frote y lo masajee o te duele demasiado?
- Masajear?
- Si. Un buen frotamiento ayuda cuando alguien se tuerce el pie.
Balan no respondió . Solamente la hizo levantarse, sujetándola por los hombros y cubrió su boca con un beso profundo. Los cuerpos estaban desnudos y pegados . Dios! esa sensación era mucho mejor que la del sueño que había tenido . En el sueño, sus senos no estaban pegados al tórax masculino como ahora, ni sus pezones habían rozado el vello que cubría su pecho. Y en el sueño tampoco estaba presente ese miembro rígido apretándose contra su bajo vientre causándole un hormigueo placentero que le subía hasta la nuca.
Las manos de Balan sujetaron sus nalgas y él la levantó, frotando su apéndice herido contra su pubis.
- Tenemos que tratar la herida - Murie le dijo cuando Balan intentó llevarla de vuelta a la cama.
- Más tarde... - él respondió , mordiéndole el lóbulo de la oreja.
- Pero...
Su protesta fue interrumpida por los labios de Balan que nuevamente le cubrieron su boca, empujándola de vuelta hacia la cama.
En ese instante mágico, cuando todavía podían oír los sonidos venidos del salón , sus miradas se encontraron. Ella aun afligida, él absolutamente apasionado.
Y el sonido continuaba invadiendo el cuarto. Pero con una música diferente, y en este caso Balan probó ser un excelente bailarín.
Con extrema delicadeza, sabiéndola virgen, fue su maestro y su guía en enseñarle como los estremecimientos de placer podían convertirse en pasión líquida.
Ya no había más recelos o pudores. Murie abrió los ojos para observar el rostro masculino mientras los dos cuerpos se movían con movimientos crecientemente frenéticos. No había nadie allí para presenciar el estallido de pasión de Murie y Balan, apenas la luz de la luna resplandeciente, reflejando la felicidad y la saciedad emanada de los cuerpos sudados.
Los brazos de él rodeaban su cintura, pero Balan soltó una de sus manos y comenzó a acariciarle los pechos con movimientos suaves y rítmicos. En ese instante Murie se olvidó por completo de la herida de su marido y de los amuletos que . Los buscaría por en otro momento , ella decidió, arqueándose de placer. Su cuerpo reaccionaba con intensidad a las caricias, excitando a Balan con sus respuestas. Nunca había sentido nada parecido y, en ese instante, se rindió por completo al tratamiento sensual de Balan.
El se inclinó sobre ella y comenzó a recorrer con sus labios todo el contorno de los pechos , mordisqueando sus pezones y después cubriéndolos de besos, siguió el trayecto por el vientre, la cara interna de los muslos y la la piel suave de sus nalgas. Arrobada con esas caricias intimas , Murie se aferraba a él, pidiéndole más y más.
- Te gusta? - él murmuró en su oído mientras paseaba con lengua húmeda por su cuello.
- Si... si ... aunque creo que la iglesia dice que esto es pecado, me gusta... me gusta mucho, tiene que ser pecado - ella consiguió responder entre jadeos.
- A mí también - dijo Bala. Sin conseguir resistirse más, él sujetó las nalgas firmes , se acomodó entre los muslos separados de Murie y con el ímpetu de un guerrero la poseyó.
Saciados Murie y Balan se durmieron abrazados como si fuesen un solo cuerpo .

Murie se despertó en los brazos de su marido, sintiendo una renovada oleada de deseo . No debía sentirse así, ella pensó. Después de todo , Balan ya la había despertado dos veces durante la noche, cubriéndola de besos para luego hacerle el amor .
Balan era un amante vigoroso, y siempre parecía dispuesto a satisfacerla. Tal vez la herradura y la pata de conejo tuviesen algo a ver con eso, aún no estando debajo de la cama como requería la superstición. Quizás sólo el hecho de estar dentro del cuarto , aún estando en el cajón, era suficiente para producir ese maravilloso resultado.
Una sensación de tensión en sus pezones interrumpió sus pensamientos. Era la mano de su marido , nuevamente acariciándola. Muchas veces durante esa noche ella se había despertado sintiendo que él, aun adormecido, sujetaba uno de sus senos en la palma de su mano, como si quisiese asegurarse hasta en sueños que ella estaba a su lado.
Pero esta vez Balan no dormía. Parecía estar despertándose. Sus dedos estimulaban el pezón erecto. Murie se acomodó para usufructuar mejor esa caricia sensual , pegando sus nalgas contra el miembro rígido.
Ahora sabía que el color morado y el volumen del falo no eran una hinchazón provocada por el golpe que ella le había dado . Era , ni mas ni menos, una fuente inagotable placer para Balan y para ella.
Balan le sujetó los hombros, haciéndola girar la cabeza hacia atrás para finalmente besarla largamente. En seguida se apartó y, para sorpresa de Murie, se levantó de la cama. Sin entender el motivo de dejarla tan inesperadamente, ella se sentó en la punta del colchón, observándolo lavarse en una fuente con agua.
- Pero mi lord ... no vamos a... - Murie comenzó a decir, sin coraje para terminar la pregunta.
Murie sintió la sangre subirle a las mejillas, avergonzada con la necesidad de su propio cuerpo. Al verla contrariada, Balan largó la toalla con la cual se secaba, caminó hasta la cama, inclinándose para darle un beso rápido en la frente .
- Le prometí a Reginald que entrenaríamos esgrima esta mañana. No hemos entrenado ni un día, desde que llegamos a la corte.
- Ah, entiendo... - respondió Murie decepcionada. - Bien, Emilie también me espera para conversar, por lo tanto no hay problema.
Poco después, ya vistiendo los pantalones de cuero de entrenamiento , Balan la abrazó, besando su cuello.
-Estoy muy feliz en haberme casado con vos, querida - le dijo bajito. - Murie, realmente me sorprendiste.
Murie se ruborizó, se libró del abrazo y fue tomar un vestido limpio que Cecily había dejado sobre un mueble. Se lo puso y caminó en dirección a la puerta diciendo en un tono un poco seco.
- Me alegra saber eso. Después de todo, una esposa tiene la obligación de agradar a su marido, verdad ?
Ignorando la risita irónica de Balan, Murie abrió la puerta y se encontró de frente con Cecily que ya venía servirla, como de costumbre.
- Llegaste en buen momento, Cecily. Necesito tu ayuda para acabar de vestirme.
- Claro , mi lady - respondió la criada, entrando en el cuarto .
Murie se quedó en silencio mientras Cecily ataba las cintas en la espalda del vestido. La muchacha estaba un poco torpe, con los ojos clavados en Balan quien acababa de calzarse las botas y se colocaba la espada en la cintura. Para completar la vestimenta , la criada puso un chal sobre los hombros de su ama. Balan ya iba a saliendo cuando miró el piso y se agachó para agarrar algo que había caído a los pies de Murie.
- Gracias, pensé que había perdido mi crucifijo - él dijo , colocando en su cuello la cadena que acababa de hallar.
Murie lo miró con curiosidad y, entonces, se dio cuenta que era da cruz que había encontrado en el cuarto la mañana posterior al sueño. Se acordó que había pedido a Cecily que la dejase sobre la cómoda y ahora, por lo visto , la cadena se había enganchado en el chal y acababa por caerse al piso.
- Menos mal que lo encontré - Balan continuó . - debe haber quedado enganchado en medio de mis ropas - él concluyó , dándole un beso de despedida a su mujer, antes de mirar a la preocupada Cecily.
Murie se quedó parada, estupefacta y sin ninguna reacción.
- Esa no es la cruz que mi lady halló después de haber soñado con él ? - Cecily se atrevió a preguntar bajito, cuando Balan cerró la puerta.
- Si ...
- Yo le dije que lo vi rondando por aquí aquella noche, verdad, mi lady?
- Si ...
- Cree que él puede haber...
- Lo creo, Cecily! - exclamó Murie saliendo apresuradamente del cuarto .
Necesitaba hablar inmediatamente con Emilie. Ella sabría cómo resolver todo, además de que sería la única capaz de calmarla en ese momento de gran aflicción.

1 comentario:

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