miércoles, 6 de mayo de 2009

LA DONCELLA ASTUTA - SARAH MCKERRIGAN - CAPITULO 24

CAPITULO 24


LA NOCHE HA TRAGADO LA SOMBRA.
El pergamino se cayó de los dedos temblorosos de Miriel. Su corazón cayó hasta sus tobillos . Una mano todavía se aferraba a la tapa del baúl de madera vacío, lentamente Miriel cayó de rodillas.
Todavía no entendía completamente. Pero gradualmente, los pedazos de ese rompecabezas empezaban a encajar en su lugar, como siniestras nubes negras que se arremolinan para dar un augurio de tormenta. Con cada minuto que pasaba, esa tormenta parecía más amenazante y más peligrosa.
Miriel tenía que averiguar exactamente qué había pasado y actuar antes que fuese demasiado tarde.
Las palabras duras e indiscutibles del pergamino la desde el suelo del escritorio mientras ella leía lo que ya sabía.
Sung Li no podía ser encontrada. Nadie la había visto durante todo el día. Pero tampoco nadie le había visto abandonar el castillo.
Rand se había marchado con los actores hacia horas y nunca había vuelto. Sir Rauve estaba convencido que él había viajado con ellos con la esperanza de cruzarse con la Sombra. Pero ahora todos temían que algo malo le podría haber sucedido.
Sung Li le había advertido que Rand no era quién él afirmaba decir que era, y que él había venido a Rivenloch, no por Miriel, sino por motivaciones muy personales. La criada creía que Rand se había confabulado con los actores para robar a Lord Gellir. Ella también le había dicho a Miriel que la Sombra sería muy tonto si decidiera para perseguir a esos luchadores expertos.
Y ahora, mientras Miriel observaba el arcón vacío y su corazón martillaba contra sus costillas, ella temió que Sung Li hubiera actuado contradiciendo su propia advertencia.
El disfraz de la Sombra no estaba en el arcón .
Y Sung Li estaba desaparecida .
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Miriel supuso que debería haber sabido que Lucy Campbell nunca podría haber mantenido su boca cerrada sobre la tela negra que la habían mandado a traer. De hecho , unas horas más tarde, Deirdre y Helena llegaron al escritorio de Miriel, exigiendo respuestas.
¡"Miriel!" Deirdre ladró. "Que demonios estás ..."
Helena jadeó. "Mierda ! ."

Las hermanas se congelaron cuando Miriel giró hacia ellas, vestida de pies a cabeza de negro. Durante un segundo, nadie dijo nada. El único movimiento en el cuarto era la llama parpadeante de la vela.

¿"Miri?" Deirdre finalmente susurró.
La boca de Helena se curvó lentamente en una sonrisa de admiración . "Yo sabía! Mierda ¡ lo sabía!. ¡Yo sabía ! ¿ Eres la Sombra, verdad?" Helena no podía haberse parecido mas orgullosa cuando se dirigió a Deirdre. "Ella es la Sombra."
"No me importa quién es ella . No me importa lo que vos pienses ," rugió Deirdre . " Vos no vas a dejar esta fortaleza esta noche, ni siquiera lo pienses!."
Miriel frunció el ceño, claramente decepcionada por la reacción de ellas . Sus hermanas no estaban absolutamente impresionadas con el hecho de descubrir que su hermana menor era la Sombra? Miriel levantó su mentón . "No te estoy pidiendo permiso."
Helena cruzó sus brazos sobre su pecho. "Al menos espera hasta el amanecer , Miri."
"Para entonces podría ser demasiado tarde." Miriel se colocó el par de guantes de cuero negros que Lucy le había traído.
¿"Demasiado tarde para qué?" Deirdre preguntó, observando las armas sobre el escritorio delante de Miriel. ¿"Por Dios! , qué estás planeando hacer?"
" No es asunto tuyo".
Deirdre extendió una mano para detenerla . "No me digas que mi hermana no es asunto mío."
Miriel, movida por la culpa, asintió. Después de todo, Deirdre y Helena sólo estaban preocupadas por ella. "Voy a recuperar el dinero de Papá."
Era una media verdad, pero Deirdre no fue engañada ni por un instante. " Yo no recuerdo que la Sombra que alguna vez haya necesitado semejante cantidad de armas simplemente para cortar la bolsita con monedas de un hombre."
Un bache de silencio siguió hasta que Helena rompió la tensión. "Iremos con vos," decidió ella.
"No," Miriel dijo. " Yo Trabajo sola."
"No esta vez ," le dijo Deirdre.
"Yo siempre trabajo sola," insistió Miriel. Ella murmuró entre dientes mientras ataba la faja . Ya era bastante malo que ellas permanecieran indiferentes a la increíble revelación de que su la pequeña Miriel era el evasivo bandido de Rivenloch, y encima ahora se negaban a ofrecerle el debido al celebre forajido. "Por Dios! , no están ni un poco impresionadas por el hecho de que yo soy la Sombra?" Miriel refunfuñó.
Deirdre y Helena intercambiaron miradas. Entonces Deirdre dijo, "hemos tenido nuestras sospechas desde hace tiempo ."
"El modo en que la Sombra " casualmente" nos dejó comida en la cabaña del granjero," dijo Helena, refiriéndose a la visita de Miriel durante el rapto de Colin.
"La explosión de la catapulta," añadió Deirdre, recordando la destrucción que Miriel había causado en la máquina de guerra de los ingleses.
"Después de todo," Helena dijo con una sonrisa astuta, "la sangre Rivenloch siempre tiene su peso."
"Pero no te permitiré salir de esta fortaleza," advirtió Deirdre.
Miriel arqueó una ceja. ¿"Y cómo te propones impedirme eso ?"
Deirdre la miró fijamente mientras acariciaba la empuñadura de su espada. Ella podría estar un poco pesada con el niño que llevaba en el vientre , pero eso no le impedí llevar puesta una espada , y por lo visto no vacilaría en usarla si Miriel la desafiara.
Por supuesto, eso nunca sucedería . Miriel no dejaría que eso sucediese . "Deirdre, yo soy la Sombra," ella le recordó suavemente. "La Sombra"
Helena extrajo su espada. " Tal vez . Pero ahora somos dos ."
Miriel suspiró. La última cosa que quería hacer era pelear con sus propias hermanas. Pero el tiempo corría. Y si tendría que demostrarles que era capaz de tomar sus propias decisiones , debería hacerlo ahora y rápidamente.
Con una patada , Miriel golpeó la muñeca de Helena, despojándola de la espada. Luego, antes que el arma tocase el piso , Miriel se acercó y presionó dos dedos en el hueco de la base de la garganta de Helena.
Si bien no causó verdadero daño, la maniobra le causó incomodidad y la hizo caminar hacia atrás. Helena se tambaleó , tropezando con un taburete para aterrizar en el piso sobre su trasero.
Para ese momento , Deirdre tenía su espada a mitad de camino fuera de su vaina. Miriel giró sobre, sus talones agarrando a Deirdre por el brazo que sostenía la espada y el frente de su túnica. Con un giro de su pierna le dobló las rodillas por detrás, haciéndola perder el equilibrio y cuidadosamente la agarró para bajarla al piso.
Cuando Miriel soltó a Deirdre, el silencio de perplejidad en el ambiente era tan denso que podía cortarse.
¿" Alguna otra objeción ?" Miriel preguntó.
Ella miró a cada una de sus hermanas. Ahora ellas parecían impresionadas, sus ojos , muy abiertos, y sus bocas en forma de 0.
Helena era primera en hablar. "Maldición ! ."
"Cómo hiciste ... eso que..." Deirdre preguntó azorada, apoyándose sobre sus manos. "Dónde aprendiste ..."
Miriel no tenía tiempo para contestarles . Lo que tenía para decir sólo las trastornaría aun mas. ¿Cómo podría explicarles que todo lo que sabía lo había aprendido de su anciana criada? Ellas todavía no se habían dado cuenta de la verdad.

Sung Li era un hombre.
"Más tarde les explico."
Miriel comenzó a recolectar las armas que había elegido antes y las metía entre los pliegues de sus ropas, mientras Helena se ponía de pie y le extendía una mano a Deirdre.
"No sé cuando volveré ," Miriel les dijo. "Pero no tiene que temer por mí. Saben que no hay un hombre que pueda superar a la Sombra." Luego añadió con una sonrisa satisfecha, " ni un hombre ni una mujer."
Helena y Deirdre, todavía azoradas , la despidieron con abrazos feroces d. Entonces Miriel se escapó por el túnel . En el bosque nocturno , se entremezcló con el follaje , tan invisible como el viento.
"Ella estará bien," Helena afirmó cuando Miriel se fue.
"Sí."
¿"Cuánta ventaja debemos darle ?"
"Dos horas. Quizás tres."

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