CAPITULO 9
- No entiendo. - Emilie pasó sus ojos por el salón . - Toda la corte ya sabe que debes casarte y yo no veo a los hombres disponibles, dónde están los hombres ?
- Deben estar escondidos, por miedo a que yo elija a alguno de ellos. Nadie quiere casarse con una caprichosa.- explicó Murie.
- Oh, no es eso - afirmó su amiga con calma, aunque afligida.
Y su preocupación se justificaba. Los rumores eran que a fama de Murie había alejado a muchos buenos pretendientes de la corte. Mientras algunas damas se divertían maliciosamente con ese hecho, otras culpaban a Murie porque tampoco ellas tenían muchas opciones de candidatos para elegir.
Lord Malculinus Aldous era uno de los pocos que no había desaparecido. Pero él sólo tenía ojos para Murie, mientras ella siempre huía de su asedio caracterizado por un exceso de sonrisas y reverencias.
- Bien, por lo menos parece que Malculinus no tiene miedo de mí - comentó Murie con un entusiasmo algo forzado.
A pesar de estar irritada con la insistencia de Malculinus, había al menos un hombre para bailar. Si él también huyese sería la máxima humillación.
- Sabes , Murie , no consigo confiar en ese hombre - dijo Emilie. - Cada vez que lo veo aproximarse a vos, tengo ganas de pegarle un empujón y alejarlo. Tal vez sea idea mía. Porque después de todo él hasta ahora se comportó con mucha cortesía.
Murie no dijo nada, pero le pareció una gran coincidencia que las dos compartiesen la misma opinión. Ella tampoco se sentía cómoda al lado de Malculinus.
- Dónde estarán Balan y Osgoode? Si no iban a venir al baile, por qué estarían ensayando?
- Es verdad. .. - respondió Murie. Ella ya había recorrido con la vista todo el salón buscando a Balan sin éxito. En ese momento vio a Reginald acercarse . Él las saludó y le dio un beso en la frente de Emilie.
- Cómo estás, mi querida? Pareces un poco cansada.
- Estoy bien, Reginald. No te preocupes por mí y para de mimarme tanto.
-Por supuesto que me preocupo. Estás embarazada de nuestro primer hijo.
- él tiene razón , Emilie. De hecho estás un poco pálida. No será hora de dar la noche por terminada ?
- Vamos, Murie. Creo que sólo estás buscando una excusa para irte.
- Bien, si Malculinus va a ser el único en sacarme a bailar, no veo ningún motivo para quedarme .
Reginald frunció la frente asombrado.
- Pero , y Balan? Dónde está? - él preguntó. Murie miró desconfiada a Emilie. Bien, no era de se extrañar que su amigale hubiese contado a su marido la historia del sueño y los acontecimientos posteriores. De cierta forma, ya esperaba eso. Ellos tenían un matrimonio sólido y de mucha complicidad. Seguramente compartían sus secretos.
- A nosotras también nos gustaría saber - respondió Emilie.
- él me aseguró que vendría cuando conversamos esta tarde. hasta me pidió una casaca de terciopelo prestada - Reginald informó.
-Ves, Murie? él quería ponerse elegante para impresionarte bien.
- Pues yo estaría mejor impresionada si él se hubiese presentado . O será que se enteró que yo lo desafiaría a un partido de ajedrez y no vino por miedo a perder? - Murie comentó riéndose.
-No me miren a mí - se atajó Reginald. - Yo no le dije nada. Además, , Balan no temía los desafíos, además de que juega muy bien. Imagínense que hasta me ha ganado a mí algunas veces.
La afirmación parecía arrogante, pero de hecho, toda la corte conocía y admiraba la habilidad de Reginald en el ajedrez .
- Ven conmigo - él dijo, sujetando la mano de Emilie. - Está es hora de irnos a la cama.
- Pero, y Murie? Vamos a dejarla sola?
- Vamos, es obvio que ella tampoco tiene ganas de quedarse aquí. Así tendrá una buena excusa para retirarse.
- Exacto - concordó Murie. - Yo estoy cansada también . Además, , en poco tiempo el vino soltará las lenguas y los rumores comenzarán a surgir.
- Como quieras - Emilie aceptó su decisión.
Emilie ya estaba en los últimos meses de embarazo. Murie se había sorprendido de que Reginald le hubiese permitido el viaje, pero también sabía que Emilie no dejaría que su marido viniese a la corte solo.
- Entonces, vienes con nosotros , Murie?
- Pueden ir yendo . Yo todavía debo despedirme del rey , antes de retirarme .
Emilie y Reginald salieron tomándose de la mano . Cuando salieron del salón , en vez de ir al encuentro del rey , Murie corrió hacia el jardín. No tenía a intención de quedarse allí y mucho menos, de ir a hablar con el rey Eduardo, pues sabía que él la presionaría para saber si ya había escogido un marido y la respuesta sería muy difícil.
La noche estaba linda, invitante para un paseo por los jardines. Cómo estaba inquieta y sin sueño, Murie resolvió caminar y relajarse un poco.
Pero se olvidó de un detalle. Todos los rincones y caminos más escondidos eran el escondrijo favorito de las pareja de enamorados.
Después de pasar por al lado dos o tres parejas y presenciar algunos besos y gemidos comprometedores, Murie suspiró preocupada y consideró que era mejor irse a sus aposentos.
Ya había hecho la mitad del camino de vuelta, cuando de repente un bulto saltó delante suyo . Murie se quedó congelada al vera Malculinus, pero forzó una sonrisa .
- Lord Aldous! Pensé que estabas en el baile.
- Estaba , pero cuando te vi salir, preferí venir a hacerte compañía - él dijo , tomándole el brazo.
A pesar de no sentirse cómoda con él, Murie se dejó acompañar. Después de todo Malculinus no representaba ningún peligro . Unos metros mas adelante se alegró al ver a Balan aproximándose y pensó que podría librarse de la compañía densa de Malculinus.
- Lord Gaynor! Qué bueno que te encontré ! - ella exclamó, con entusiasmo. - Lord Reynard me pidió que diese un recado. - Y dándose vuelta hacia Malculinus, ella se disculpó - Con permiso, mi lord , pero necesito tener una conversación en privado con lord Gaynor.
Mas que rápidamente ella enlazó su brazo en el de Balan y lo empujó para apartarse velozmente. Malculinus se quedó parado, perplejo, sin saber qué hacer.
- Cuál es el recado? - Balan preguntó, mientras se acercaban del castillo .
- Desafortunadamente tuve que mentir, mi lord . No hay recado alguno. No estoy cómoda en presencia de Malculinus. Al verte, creí que podría abandonarlo sin quedar como una maleducada.
- No entiendo. Si no querías su compañía que te era inconveniente, por qué dejaste que te acompañase hasta aquí?
- No fue así. Yo salí a dar una vuelta por el jardín y de repente él apareció a mi lado - Murie respondió ríspida.
- Veo que tu sexto sentido es bien agudo. Yo tampoco confío mucho en Malculinus. Pero, dime, te gustó la fiesta?
- Si me hubiese gustando no estaría aquí afuera, no te parece ? Y, vos, mi lord ? Por qué no apareciste en el baile?
- Es que... ocurrió un imprevisto con mi saco y ...
Balan no terminó de decir lo que iba a decir. Bajo la pálida luz de la luna , Murie observó su casaca color beige claro con una grande mancha oscura en el medio.
- Por qué entonces no te cambiaste el traje?
- No tengo nada lo suficientemente elegante para asistir a un baile en la corte . Además, ninguna de mis ropas es adecuada para circular por aquí. La peste perjudicó seriamente las propiedades de mi familia y estamos enfrentando graves dificultades económicas. Tuve que pedirle a lord Reynard esta casaca prestada.
Murie se quedó callada, la sinceridad de Balan la tomó por sorpresa. Jamás había visto a un hombre admitir sus dificultades económicas, aunque fuesen temporarias.
- Pero, cómo te manchaste la casaca? - Murie preguntó, cambiando de tema .
- No tengo la menor idea. Dejé la ropa sobre la cama, salí por unos minutos y cuando volví esta mancha de tinta apareció misteriosamente.
Murie frunció la frente ,estaba intrigada. por lo visto , alguien deliberadamente había derramado la tinta. Obviamente era alguien que no lo quería presente en el baile. Pero, quién ? Y por qué ?
Varias antorchas iluminaban el jardín, pero debido a algunos árboles más altos, el camino por donde pasaban en ese instante estaba oscuro . Distraída con la conversación, Murie caminaba sin prestar mucha atención. Imprevistamente pisó en falso sobre una piedra y perdió el equilibrio. Por instinto, para no caerse, se agarró al brazo fuerte de Balan.
Balan se dio cuenta que había sido una torcedura de tobillo dolorosa, e inmediatamente la alzó en sus brazos, llevándola hasta un banco próximo, allí la hizo sentarse. En seguida, se arrodilló para examinarle el pie. Murie sintió sus manos calientes tocar su pie y se sintió avergonzada con la sensación de placer que el simple contacto causó en su cuerpo; una sensación que hizo desaparecer el dolor.
- Creo que no hay nada quebrado, pero parece que se va a hinchar - él dijo , después de sacarle el zapato y palparle cuidadosamente el tobillo.
- No fue nada grave - ella respondió ,todavía titubeante.
Balan le soltó el pie y se levantó para mirarla.
- Aprovecho esta oportunidad para decirte que no comprendiste bien lo que dije hoy durante el paseo. O tal vez yo no supe expresarme bien - él agregó rápidamente, cuando la vio fruncir la frente . - Lo que quise decir es que considero que las mujeres son más complicadas que los hombres. Veamos, como explicarlo, los hombres somos seres simples con conversaciones directas. A las mujeres les gusta hablar sobre... eh... cosas emocionales. Les gusta oír declaraciones de amor y elogios sobre su belleza y desafortunadamente yo no sé lidiar muy bien con esos asuntos. Por eso, no quiero que creas que mi silencio tuvo la intención de ofenderte.
Murie sonrió contenta con la explicación.
- Lady Emilie me aseguró que eso no era una ofensa para mí.
- Y no lo fue.
- Sabías que nosotras dos pasamos un montón de tiempo inventando el duelo de inteligencia?
- Si ? Y a qué conclusión llegaron ?
- Voy a desafiarte a un partido de ajedrez .
Balan lanzó su cabeza hacia atrás ,riéndose con ganas . Murie no entendió el motivo de su risa, pero esa carcajada espontanea la hechizó .
- Me va a encantar jugar con vos, mi lady - dijo Balan cuando finalmente contuvo la risa. - Me gusta mucho el ajedrez , especialmente cuando se trata de un partido de desafío. Y ahora, si su tobillo ya no te duele tanto, voy a acompañarte hasta tu cuarto.
Murie se puso de pie y se apoyó en el brazo de él, sorprendida con la naturalidad con que hacía eso . Caminaron lentamente por los corredores, como si quisiesen extender un poco más el placer de la compañía compartida.
- Mi lady! - exclamó Cecily, al verla entrar en el cuarto . - Te gustó el baile?
- No mucho.
- Pero pareces tan alegre con esa sonrisa...
- Es que salí a dar una vuelta por el jardín y acabé encontrando Balan.
- Lord Gaynor?
- él mismo.
Cecily hizo una mueca , demostrando que no le había gustado la novedad.
- Qué pasa ? - Murie preguntó
- Bien .. es que... oh no, nada - la criada disimuló, desviando los ojos y continuó arreglando la ropa.
- Vamos, Cecily, habla. No te hagas la rara conmigo.
- Estuve conversando con Mydrede sobre esas supersticiones para adivinar quien será el futuro marido.
Mydrede era la criada más antigua de la corte. Una mujer siempre lista para transmitir sus conocimientos acumulados con los años. Conocía todas las creencias antiguas y sus usos. Su palabra acostumbraba ser muy respetada.
- Y ?
- Parece que hay controversias sobre la eficacia de la superstición de Santa Inés. Algunos dicen que el hombre con quien se sueña es justamente ese con quien una no debe casarse.
- Ya había oído eso - admitió Murie, recordando que debería buscar a Becker al día siguiente.
- Entonces le pregunté a Mydrede si no había otra forma de saber a quien mi lady debe escoger como marido. Yo sé que estás muy preocupada con eso.
- Y qué descubriste ?
- Me dijo que hay muchos otros métodos de adivinación - respondió Cecily con entusiasmo, colocando su mano en la bolsita que llevaba amarrada a la cintura y sacando de ella una porción de hojas y semillas.
- Qué es eso? - preguntó Murie, inclinándose para ver mejor.
- Romero , clavos de olor y una hoja de laurel.
- Pero, para qué?
- Si colocas el romero en el bolsillo, te casarás con el primer hombre quese cruce en tu camino . El clavo funciona de la misma forma, sólo que es necesario colocarlo dentro del zapato.
-Y el laurel ?
- En ese caso, además de llevar la hoja de laurel en el bolsillo es necesario también recitar un verso que dice así: Suave hoja que de un árbol te arranqué, el primer hombre que vea, es con él que me casaré.
- Pero no fui yo quien arrancó la hoja, fuiste vos.
- Ah, pero es lo mismo... - respondió Cecily, decepcionada. - Entonces no va a funcionar ...
- Para qué sirven estas semillas?
- Ah, son semillas de manzana. Aprieta una por una contra tu cara , diciendo el nombre de un pretendiente diferente cada vez. A la que le lleva más tiempo en caerse será la del nombre de tu futuro marido.
- Pero no tengo ningún nombre para decir.
- Cómo que no, mi lady? Hay varios hombres solteros aquí en la corte . Lord Aldous, por ejemplo . Él es rico y guapo. Además tiene a... déjeme ver... tiene a ...
- Ves , Cecily? - Murie la interrumpió . - Ni vos logras decirme más nombres. Bien, pero ahora estoy cansada - continuó Murie , aproximándose a la cama. - Mañana conversaremos más sobre lo que Mydrede te contó , si me muestras donde hallar el romero, el clavo y la hoja de laurel quizás haga la prueba, está bien ?
- Como quieras, mi lady. Entonces , buenas noches . Que duerma bien.
Acomodándose entre las sabanas de lino, al acostarse Murie se quedó observando la danza de las llamas en la chimenea. Se quedó imaginando si el fuego no la ayudaría a quemar las dudas que todavía asolaban su mente.
Pensó en Balan y en su risa cautivante y en el brillo de esos ojos que le dab un cierto aire granuja a un hombre tímido que decía no saber cómo lidiar con as mujeres.
Le hubiera gustado besarlo, entonces sabría si había sido él el responsable de las oleadas de deseo que había sentido mientras soñaba.
Sería Balan su gran amor? Cómo ansiaba saber la respuesta... Mydrede, las supersticiones tampoco la ayudarían a develar el misterio de su destino. Sin embargo , todavía tenía una pequeña esperanza de que Becker pudiese decirle algo que le dijese algo alentador . La espera por respuestas era angustiante.
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