CAPITULO 26
Rand caminaba inquietamente en la habitación helada que su anfitrión le había dado, haciendo parpadear peligrosamente la llama de la vela. Pero no le importaba si la vela se apagaba . Quizás entonces conseguiría conciliar el sueño que tan desesperadamente necesitaba.
No había una buen razón para explicar la carga de culpa que cargaba tan pesadamente sobre sus hombros. Había conseguido completar su misión. Había cobrado su recompensa. El Lord estaba satisfecho , tan complacido que lo había invitado a quedarse en Morbroch. Rand había librado al mundo de un forajido peligroso. Y lo más importante de todo , había salvado a su amada Miriel de la perfidia de su criada de confianza, que en realidad era, un anciano libertino.
Pero aun con todo ese panorama su corazón le pesaba.
Se masajeó el cuello. Quizás cuando todo eso terminada , cuando se llevasen a Sung Li para ser ahorcada, recibiría la absolución moral que buscaba.
Pero Rand lo dudaba.
Se dejó caer en la cama y hundió su cabeza entre sus manos.
Miriel nunca lo perdonaría.
Eso lo que lo atormentaba.
Sin importar como le explicase el engaño de Sung Li , la moralidad desviada del anciano, su villanía, su traición hacia la gente de Rivenloch , Rand sabía que Miriel nunca lo perdonaría por enviar a su criada a la horca.
Y si Miriel no lo perdonaría, ella nunca lo aceptaría como su prometido.
Una parte de él lamentaba haber atrapado a la Sombra . Esa parte de él quería deshacer todo lo que había hecho, deseaba volver atrás el tiempo, y dejar que el ladrón se escapase para volver a Rivenloch y para volver a su carrera de bandido.
Pero otra parte de él, la parte mas razonable, sabía que lo que é había hecho, había hecho para proteger a Miriel.
Dios lo ayudase, amaba a esa doncella . Nunca había amado a nadie tan ferozmente como amaba a Miriel. Haría cualquier cosa para mantenerla segura. Y si mantenerla segura significaba hacer que ella lo odiase, ese era un sacrificio que debía hacer, una carga que debería cargar de por vida.
Rand ni siquiera se atrevía a aferrarse a un hilo de esperanza de que Miriel pudiera entenderlo algún día. Rand comprendía que él había traicionado su confianza tanto como Sung Li . Una vez que Miriel se enterase quién era él , un mercenario bastardo que había llegado a Rivenloch con pretextos falsos, probablemente ella no creería que él realmente estaba enamorado de ella. En verdad, Miriel no tenía ninguna razón para creer en cualquier cosa que él le dijese.
Entonces tendría que aprender a vivir sin su amor. Y se consolaría con el hecho de que una vez que el criminal encerrado en el calabozo fuese ejecutado, Miriel estaría libre de la perversión de Sung Li para siempre.
La tristeza se enroscó como una serpiente vil sobre su garganta, estrangulando su necesidad de llorar y llenándolo con veneno amargo .
Probablemente era mejor no volver a ver a Miriel . Tal vez era una cobardía de su parte, pero no podía soportar la idea contemplar las lágrimas del dolor de la traición inundando los ojos inocentes de Miriel, sabiendo que él era el causante de ese dolor.
Lord de Morbroch le había hecho una oferta generosa, una posición en su castillo . Dos semanas atrás, Rand podría haberse alegrado con esa oferta. Cansado del vagabundeo de pueblo en pueblo, finalmente había vislumbrado una maravillosa posibilidad de permanencia y estabilidad con una mujer que él amaba y por quién era amado, Rand había soñado con poder hacer esa vida estable en Rivenloch.
Pero ahora que ese sueño parecía estar a miles millas de distancia.
Ahora todo lo que quería hacer era desaparecer en las sombras familiares del bosque , yacer en los brazos de su amante de siempre: la soledad, y aislarse de los ojos condenatorios del mundo.
Perdido en la auto conmiseración, con su cabeza sepultada entre sus manos, Rand casi no percibió un débil hormigueo en su nuca, un hormiguear que le decía que no estaba solo.
Cuando levantó su cabeza, algo obtuso lo golpeó , haciéndole ver un millón de estrellas brillantes y lanzándolo de bruces sobre la cama .
Aturdido, lo único que pudo hacer fue enroscarse en posición fetal y arrastrarse fuera del alcance del peligro.
Al menos, eso fue lo que pensaba: que estaba alejándose del peligro . Pero cuando un segundo impacto golpeó su cabeza de costado, él rápidamente extrajo la daga y exploró el cuarto. Entre la débil luz de la vela y los golpes sordos en su cabeza, casi estaba ciego. Pero un buen cazador siempre podría confiar en sus oídos.
Lamentablemente, su atacante hacía muy poco ruido.
Rand pensó , de reojo , un movimiento de una figura oscura, como una sombra . Entonces algo cruzó como un relámpago por el aire, golpeándolo al costado del cuello, y empujándolo contra la pared que estaba detrás de él.
No tuvo tiempo de mirar qué lo había golpeado , ni tiempo para preocuparse por la sangre que manaba de una herida . Se puso de pie apoyándose contra la pared
Sacudiendo la cabeza para quitar la visión borrosa, Rand buscó en las esquinas del cuarto, pero no vio nada. El único ruido era el de su propia respiración agitada. Pasó la daga a su mano izquierda y extrajo la espada con la derecho, entonces lentamente se alejó poco a poco de la pared. Antes de que hubiera dado dos pasos, su ojo captó un movimiento justo encima del extremo mas lejano de la cama.
Un brillo plateado le advirtió que una espada navegaba directamente hacia su pecho. Se dio vuelta, recibiendo el filo en su hombro derecho . Gruñó cuando la punta de la espada se clavó profundamente. Con la mano de la daga, él sacudió el arma, sin hacer caso del dolor y la sangre.
Entonces, con un rugido de furia, dio un gran paso hacia la cama y embistió hacia adelante , con la intención de caer sobre el invasor .
Pero sus botas pisaron un piso ... vacío. El atacante había desaparecido.
Rand giró su cabeza s. ¿Dónde podría haber ido?
La respuesta vino en el próximo instante. Cuando se puso de pie, una sombra se deslizó por debajo de la cama , agarrándolo firmemente por detrás de los talones.
Siendo desequilibrado, sus manos con las armas, Rand cayó hacia atrás, golpeando con fuerza contra la pared. Se deslizó al piso y aterrizó sobre su trasero con un golpe doloroso.
Con los ojos entrecerrados , vio la silueta debajo de la cama, alejándose como una gran araña negra.
La Sombra.
No, no podía ser. Sung Li estaba encarcelado en el calabozo.
Antes que Rand pudiera adivinar qué otro enemigo podía haber encontrado , la cabeza del atacante apareció sobre la cama , y él hizo un movimiento con su muñeca .
Rand desvió la cabeza justo a tiempo para ver una estrella plateada y afilada clavada en la pared de yeso al lado de él.
Ese debía ser la Sombra. Esa estrella de metal era una de las extrañas armas que había visto en la pared de habitación de Miriel.
¿Pero cómo había logrado escaparse del calabozo?
No tuvo tiempo para preguntárselo. Pero de alguna lo había logrado, Sung Li podría haberse escapado de ese castillo. Pero no lo había hecho .Se había quedado adentro para terminar con la vida de su captor.
No había dudas entonces. Esa era una lucha a muerte.
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Aunque Miriel tratase de entrenar su mente para la serenidad y la concentración en un objetivo : matar a sangre fría, dentro de su pecho, su corazón martillaba despiadadamente.
Había esperado que todo estaría terminados para ese momento , que Rand la Nuit ya estaría muerto. En verdad, se había sorprendido de encontrarlo despierto. El resto de la gente del castillo durmió, incluso los dos guardias que ella había interrogado. Después que los hubiera enviado a dormir con una palmada amistosa , ellos le habían contado que la Sombra iba a ser ejecutada al amanecer , luego le mostraron la dirección de la habitación de Rand.
Ella había venido directamente a su cuarto . Sabía que si fuese a ver a Sung Li primero, él la convencería de no matar a Rand. Sung Li no entendería. No sabía todo lo que ella le había dado a Rand - su corazón, su cuerpo, su alma. No entendería el dolor insoportable que la llevaba a asesinar.
Pero había esperado que eso sería una cosa mas simple. Entraría subrepticiamente al cuarto , encontraría el desgraciado, bastardo, mentiroso y mercenario dormido en su cama, y rápidamente le cortaría la garganta. De hecho , era por piedad que ella había planeado para él una muerte rápida e indolora, pero él se merecía algo mucho peor.
Pero no sólo Rand estaba despierto y preparado para defenderse, sino que su propia serenidad y frialdad parecían fallarle. La shuriken debería haberlo golpeado en la garganta. Pero se había resbalado entre sus dedos nerviosos. El hacha se había extraviado en su dirección . Incluso cuando el golpe contra la pared sólo le atontó el cerebro cuando debería haberlo dejado inconsciente.
Su propio corazón no fue completamente con la misión de matarlo.
Pero un instante más tarde, todo cambió, pues era absolutamente claro que Rand estaba totalmente determinado a matarla. Furtivamente rodeó los pies de la cama , armado con su daga y su espada. Rand no podría verla claramente, pero era obvio por sus movimientos que él sabía donde ella estaba.
Frunciendo el ceño con determinación, Miriel sacó su sais, se inclinó sobre sus rodillas, y se dispuso a atacarlo .
Antes que Rand pudiera acercarse lo suficiente como para golpearla, Miriel embistió hacia adelante con el sais , con un golpe le erró a la espada de él pero con otro le arrancó la daga.
Ahora Rand sólo tenía su sable.
Pero era increíblemente rápido con la espada. Antes que ella pudiera saltar y alejarse, él sacudió la espada hacia delante , cortando sus ropa y rozando su vientre con la punta aguda.
La picazón del corte la hizo respirar entre sus dientes. Pero Miriel no podía permitirse el lujo de sentir dolor. Luchaba por su vida.
Logró deslizarse debajo la cama para otra vez buscar refugio.
Rand no perdió tiempo. Mientras ella se acurrucaba en un rincón , él saltó por encima del colchón y lanzó estocadas con su espada.
La primer estocada le erró a su cadera por centímetros. La segunda fue al hombro. La tercera se le clavó en la carne del muslo. Miriel jadeó de dolor, luego rodó antes de que él pudiera alcanzarla con otra estocada.
Cuando Rand lanzó la cuarta estocada , ella se clavó en el colchón y extendió el sais avanzado para agarrarle los tobillos, y hacerlo perder el equilibrio . Rand aterrizó primero con su trasero, luego cayó hacia atrás sobre el suelo . Pero lo mejor de todo era que lo había dejado desarmado. Su espada estaba clavaba en el colchón.
Miriel rápidamente sacó una segunda arma para lanzársela a él. Pero justo antes que el arma dejase sus dedos, algo le golpeó la mano oblicuamente, y el arma cayó inocuamente a tierra al lado de Rand.
Cuando Miriel miró sus nudillos , encontró que ella había sido golpeada por su propio shuriken. Rand debía haberlo sacado de la pared. Ella lo alzó del suelo con la intención de clavárselo en su garganta. Pero el arma ya no estaba allí.
Su corazón se paralizó.
¿Dónde estaba él?
Una mirada rápido le dijo que él no había asegurado su espada. Esto todavía sobresalía del colchón como una cruz santa.
Ella registró la habitación con la mirada rápidamente, buscando algún tipo de movimiento. Entonces eso vino. Desde una esquina. Instintivamente , Miriel lanzó uno de sus sais hacia el lugar de donde provenía el sonido.
Cuando ese cayó pesadamente en el piso , ella vio, con la débil luz de la luna, un ratón asustado cruzando velozmente los tablones del piso.
Lo siguiente que ella vio fue los tablones que se precipitan hacia ella. Su cabeza golpeó el duro piso de madera cuando sus pies perdieron el equilibrio , y ella dejó caer el sai restante.
Durante un momento de azoramiento , Miriel se quedó allí, cegado por un velo de estrellitas. Sólo la desesperación, y el conocimiento de que iba a morir si se quedaba así , la motivaron a deslizarse con toda la prisa.
Oyó que Rand gruñía, oyó el ruido de la espada cuando la sacó del colchón de la cama . Pero no podía ver nada. Rezando para ser invisible, Miriel se puso de pie contra una pared, encogiéndose para ser tan pequeña como fuera posible.
De repente fue agarrada por el frente de su ropa y arrastrada. Su visión se despejó repentinamente , y ella lo vio mover su espada con la intención de clavársela en el vientre.
Antes que Rand pudiera embestir, ella le dio una patada feroz en las pelotas . Como Rand se hundió, gimiendo de dolor, Miriel clavó sus dedos en un punto encima de su esternón, haciéndolo caer.
Ella hizo una precipitada retirada . Sus ojos humedecidos, enturbiaban su visión. Su mente flotaba . El muslo sangraba. Tenía cortes en el vientre y los nudillos. Pero se no atrevió a sucumbir. Era un asunto de vida o muerte.
De alguna manera Rand logró ponerse de pie . Fue tambaleando hacia la ventana, se apoyó en el alféizar .
Rand ahora era un objetivo claro. La luz de la luna lo iluminaba. Con una mano temblorosa, Miriel sacó el woo diep do . No se atrevió a lanzarlo, no podía permitirse el lujo de perder su última arma. En cambio, ella se zambulló hacia delante .
Pensó que él no tendría el tiempo de levantar su espada del piso .
Pero se equivocó.
Sólo sus reflejos rápidos la salvaron. Cuando ella desvió la cabeza, la espada pasó silbando sobre su garganta, pero sólo cortó la tela de la capucha.
Pero el ataque la dejó en desventaja. Los pliegues de la capucha rasgada cayeron sobre sus ojos, cegándola. Invadida por el pánico, Miriel agarró la tela.
Pero la mano de Rand la agarró por la pechera de su traje , y él la arrastró cerca de su cuerpo justo cuando ella liberaba su cabeza de la capucha sofocante.
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