jueves, 28 de mayo de 2009

LA CAPRICHOSA - LYNSAY SANDS - CAPITULO 21

CAPITULO 21

- Espero que Murie y el cocinero hayan preparado algo de comer. Estoy muerto de hambre - le dijo Osgoode a Balan mientras subían los escalones de la entrada del castillo.
- Te aseguro que si. Ella también debe estar hambrienta - respondió su primo, pasando una mano por sus cabellos revueltos por el viento.
Además de estar hambriento, Balan se sentía exhausto. La semana de preocupaciones que había pasado en Reynard lo había agotado. Se había quedado noches enteras sin dormir velando por su esposa enferma , quien se debatía en fiebre, y su cuerpo luchando para librarse del veneno. Procuraba calmarla cuando ella tenía alucinaciones, o cuando lloraba porque extrañaba a sus padres o cuando gritaba por miedo a los demonios imaginarios que asolaban sus sueños.
Fue durante esos períodos de inconsciencia que Balan fue descubriendo cualidades insospechadas en su mujer. Ella era más sensible, cariñosa e inteligente de lo que él sospechaba y Murie - sin saberlo y poco a poco - se había ganado un espacio mucho mayor en su corazón. Si antes de casarse consideraba que los dos podían llevarse bien, y por eso se había casado con ella, ahora su corazón le exigía algo más que simplemente "llevarse bien". Balan quería que su esposa lo amase de verdad. No necesitaría amarla en la misma proporción , él consideró. Creía que el romanticismo era una cosa de mujeres y no estaba interesado en enredarse en esa telaraña sentimental. Pero deseaba, si, que ella se a amarlo. Sólo que no sabía cómo diablos haría para conseguir eso.
- Apuesto a que prepararon pescado - comentó Osgoode.
Balan soltó una carcajada. En cuanto a eso, no tenía la menor duda. Los hombres ya le habían avisado que no habían tenido tiempo para cazar.
El salón estaba vacío y silencioso cuando entraron, al contrario de épocas anteriores a la Peste Negra cuando ese espacio vivía siempre agitado, lleno de personas que iban a y venían , riendo y conversando. Balan ansiaba ver el día en que pudiese ver esa alegría volviendo a ese lugar y, con a ayuda de Murie, esperaba que ese día no estuviese muy lejos .
Los primos se dirigieron a la puerta de la cocina y ya iban entrando cuando Clement apareció.
- Ah, ya volvieron. Qué bueno. Preparé un pescado asado como su esposa pidió .
- Y dónde está ella? - Balan preguntó entrando en la cocina.
- Mi lady está preparando sus aposentos para el re-poso de esta noche - respondió Clement de manera for-mal, tomando dos bandejas de pescados asado en sus manos. - Tal vez debiesen avisarle que la cena está lista. Es mejor comer esto antes que se enfríe. Yo necesito ir a limpiar la cocina - Clement completó, dando la espalda cuando Balan tomó las bandejas.
- él está cada vez más malhumorado - comentó Osgoode al tomar una de las bandejas.
- Clement hace lo mejor que puede con las pocas provisiones que tenemos y aún así todos protestan.
- Eso es verdad - concordó Osgoode, oliendo la comida mientras colocaba la bandeja sobre la mesa. - Vas a llevarle una bandeja a Murie?
- Si . Te gustaría cenar con nosotros ?
- Yo nunca sería tan cruel, primo. Ve, sube y aprovecha bien la compañía de tu esposa - Osgoode respondió , guiñando un ojo maliciosamente.
Balan subió riéndose las escaleras. El cuarto que había sido de sus padres quedaba en el piso superior y había sido construido cuando agregaron un piso mas al castillo, veinticinco años atrás. Balan era muy pequeño en ese tiempo , y no recordaba cómo era el castillo antes de la reforma . Él no había tomado posesión del cuarto cuando había vuelto de la guerra y se había enterado de la muerte de su padre y del caos se había instalado en Gaynor. Después de dar una rápida mirada, prefirió instalarse en los galpones, junto con los soldados que habían ido a batalla con él.
Era difícil imaginar ahora que su mujer fuese capaz de darle un aspecto decente a ese cuarto en tan corto espacio de tiempo. Pero Balan tuvo una grata sorpresa cuando llegó a la puerta del aposento que permanecía abierta. El cortinado inmundo ya no estaba allá, el piso estaba barrido y sin nada de polvo, un fuego encendido en la chimenea, y la cama armada con sábanas limpias. Había mantas de piel cuidadosamente dobladas a los pies de la cama y las hendijas de las ventanas habían sido tapadas con otras mantas para evitar la entrada del viento.
Aunque no fuese necesario en aquella época del año, el fuego le daba un toque acogedor al ambiente y habían colocado alguna hierba perfumada pues el aire tenía un agradable y suave aroma.

Después de admirar la obra primorosa que habían realizado en el aposento, sus ojos se posaron en la figura de las dos personas que estaban allí : Murie y Juliana. La niña, parada delante de la chimenea, usaba un vestido amarillo claro, un poco grande para el tamaño de ella.
- Osgoode creyó que vos tendrías más o menos la misma estatura que la hija de lady Greyville y por eso lo mandé hacer este tamaño - Murie le iba a explicando a la niña mientras amarraba las cintas en la espalda de la niña. - Pero por lo visto ella era un poco mas grandota que vos. Pero no está mal. Cuando vos crezcas un poquito más, te va a quedar a la perfección. Si quieres también puedo dar unas puntadas para hacerle un ajuste.
Juliana permanecía en silencio, acariciando levemente la tela del vestido.
- Y mañana vamos a ver como te arreglo el cabello - continuó Murie.
- Yo misma me lo corté - dijo Juliana.
- Te salió bastante bien. Pero es difícil cortarnos nuestro propio cabello, sabes? Vamos a tratar de emparejarlo .
- Me lo corté así para parecer un varón. Creía que de esa manera mi padre me iba a querer.
Balan sintió un aprieto en el corazón y mucha rabia hacia padre al oír as palabras de su pequeña hermanita. En su dolor a él no le había importado el sufrimiento que le causaba a esa criatura. Aun cuando Balan había intentado convencerlo de ser más considerado con la niña, el obcecado lord se negaba a discutir la cuestión de Juliana. Y nunca más habían tocado ese tema.
Ahora Murie sujetaba a la niña por los hombros con cariño y, mirándola directamente a los ojos, le explicó con voz calma:
- Estoy segura que tu padre , muy en lo profundo de su corazón, te quería, mi querida. Pero sucede que a veces los hombres tienen dificultad en demostrar sus sentimientos.
- No, no. - Julianna sacudió su cabeza negando. - él demostraba muy bien su cólera.
- Eso parece que si lo saben hacer muy bien - concordó Murie, agregando: - Pero me estoy refiriendo a sentimientos más delicados, más sutiles.
- él me detestaba porque yo maté a mamá - declaró la niña y su mirada de repente se llenó de tristeza.
La pequeña temía que Murie la rechazase después de saber de eso, se imaginó Balan quien continuaba sujetando la bandeja y presenciando la escena sin ser notado. Apretó su puño, tenso con lo que escuchaba. Sintió entonces que, sin querer, aplastaba el pan que llevaba en una de sus manos.
- No fuiste vos quien mató a tu madre, Juliana - Murie dijo con voz firme. - Ella se enfermó poco después que vos nacieses y eso no es culpa tuya. Esas cosas suceden a veces y pueden sucederle a cualquiera, inclusive a mí . Y en ese caso me gustaría que vos te ocupases de amar y cuidar bien a mi hijo en vez de culparlo por algo de lo cual nunca fue responsable.
- Ah, está bien. .. te prometo que lo haré si eso sucede - Juliana murmuró.
- Perfecto. - Murie sonrió . - Estás muy linda con ese vestido, pero ahora creo que es mejor que te lo saques para que pueda subirle el dobladillo . No quiero que te tropieces y acabes lastimándote.
La muchacha obedeció. En seguida volvió a ponerse la camisa y los pantalones toscos que usaba antes.
- Voy a poder jugar con Frederick cuando use el vestido?
- Bien. .. Que te parece si hacemos un trato : vos usas esa sus ropa para jugar de día y por las noches usas el vestido para ir a la cena?
- Muy bien ! De esa manera seré un varón como Frederick de día y una chica como vos de noche.
- Exactamente - concordó Murie con una amplia sonrisa.
- Gracias, Murie. El vestido es lindo. Nunca tuve nada tan bonito. Gracias por pensar en mí.
Murie sonrió ante las palabras sinceras de Juliana.
- Pensé que sería un buen regalo para mi nueva hermana - ella agregó. -Para comunicarte cuan feliz estoy de formar parte de tu familia.
- Creo que me va a gustar tenerte como hermana - respondió Juliana medio tímida, preparándose para salir. - Y estoy contenta de que Balan se haya casado con vos. - Al levantar la vista, Julianna se encontró con su hermano, parado en el umbral de la puerta. - Ah, hola Balan! Murie es muy buena, sabes? - ella dijo , pasando al lado de él para salir. - Ahora me voy a contarle a Gatty que me gané un vestido nuevo como regalo.
Balan acompañó con la mirada la corrida de su hermana por el pasillo hasta que ella desapareció de vista. No la veía tan alegre a desde que había vuelto de Francia. Acabó de entrar y cerró la puerta para quedarse a solas con su esposa que lo miraba un tanto aprensivamente.
- Se que estás dudando, pero quiero que sepas que le apliqué un castigo a Juliana. Hice con que ella me ayudase a arreglar la cama, a colgar las mantas en las ventanas y a buscar hierbas perfumadas para poner en el fuego - Murie anunció antes que Balan dijese algo. - El vestido solamente fue un premio por el buen trabajo de ella.
Balan esbozó una sonrisa divertida.
-Cuando se lo mandaste a hacer, ya sabías que te iba a patear, que después te iba a ayudar y que entonces se iba a mercer un premio?
- Oh, está bien. .. Pensé que a la niña le gustaría de ganarse un vestido.
Balan se detuvo delante de su esposa y ya iba a tocarla cuando se dio cuenta de que todavía cargaba la bandeja y el pan .
- Te traje un poco de comida, Murie.
- No tengo mucha hambre por ahora . Déjalo... Ella no consiguió terminar la frase. Antes que dijese algo más, Balan soltó la bandeja y la tomó en sus brazos, sellando sus labios con un beso. El cariño que Murie le había demostrado a su hermana lo había dejado conmovido. Si Murie era así con una extraña, ya se imaginaba como sería cuando tuviesen sus propios hijos. Sería una madre dedicada, capaz de confortarlos, de darles amparo y de enseñarles lo que fuese necesario con sensibilidad . El corazón de Balan latía con fuerza y no sabía cómo expresar la enorme gratitud y el inmenso afecto que estaba sintiendo por Murie en ese momento. Quería devorarla, apretarla con todas sus fuerzas, hacer que ella se convirtiese en una parte integral de él.
Y lo hizo. Comenzó a cubrirla con besos y a acariciarle todo el cuerpo, recorriéndola por entero. La besó apasionadamente y la abrazó como si nunca más quisiera soltarla. Murie se entregó con abandono, retribuyendo sus besos y dejando que él la llevase en sus brazos hasta a cama. Todavía abrazados, ellos cayeron sobre el colchón.
Y fue entonces que se oyó un estruendo y la cama se -derrumbó al piso. Perplejo Balan miró a su mujer, acostada debajo de él. Murie se reía y dijo con un hilo de voz:
- Mi lord esposo, creo que vamos a necesitar una cama nueva.
- Ciertamente - él concordó. - Pero eso puede esperar hasta mañana. Ahora tenemos que tratar un asunto mucho más importante - Balan dijo entre risas, arrancándose la camisa y comenzando a desatar la ropa de Murie.

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