CAPITULO 24
Muy lentamente, Balan abrió los ojos. Por suerte no sentía más ese terrible dolor de cabeza. El remedio que Murie le había dado había surtido efecto. Era un preparado viscoso, amargo y de gusto desagradable, pero, por lo visto , eficaz. El único problema era que provocaba sueño y él se había dormido otra vez.
Sin saber que hora era , notó que el cuarto estaba a oscuras, solamente iluminado por las llamas de la chimenea que se reflejaban en las paredes.
Por un momento creyó que su esposa lo había dejado solo otra vez, pero en seguida, se dio cuenta que ella estaba allí, arrodillada frente al fuego, concentrada, cosiendo algo que debía ser el famoso vestido de Juliana. Ya iba a llamarla cuando sintió un olor extraño que invadía el aposento. Parecía olor de cebolla, pero no era posible que un cuarto de dormir oliese así. Cómo podría haber cebolla en un cuarto?
- Qué es ese olor? - Balan preguntó.
- Ah, te despertaste - respondió Murie, levantando la vista de la costura. Ella dejó el vestido a un lado, fue hasta la cama y colocó su mano en la frente de Balan, estudiando su semblante. - Tu rostro está más colorado. Parece que el reposo te hizo bien. Cómo estás sintiendo la cabeza?
- Mucho mejor - él confirmó. - Pero qué olor é ese? Parece cebolla.
- Es cebolla - respondió Murie, tomando el jarro que había dejado al lado de la cama y que contenía su milagrosa poción. - Vamos, bebe un poco - ella persuadió al aproximarla a los labios de Balan.
- No quiero. Me causa mucho sueño. Pero por qué nuestro cuarto está oliendo a cebolla?
- Porque hay cebollas en el cuarto - ella dijo sin mayores explicaciones y extendió nuevamente el jarro hacia Balan. - Este preparado es diferente del otro. No provoca sueño. Es un reconstituyente que va a ayudarte a recuperar las fuerzas. Vamos, bebe.
Primero Balan miró desconfiado el líquido, y después tomó el jarro y bebió todo de un solo trago.
- Argh! Es todavía peor que el otro. Qué tiene?
- Orégano, salvia, hojas de espada de san Jorge y una porción de otras hierbas.
- Bien... ahora explicame. por qué hay cebollas en el cuarto ? - repitió Balan al devolverle el jarro vacío.
- Ellas evitan las infecciones y fiebres.
- Ah...
- Tienes hambre?
- Puede ser. Sobró un poco de carne de jabalí?
- Claro - Murie respondió , yendo hasta uno de sus baúles que estaba siendo usado como mesa y sobre el cual había una bandeja. - Te guardaron los mejores pedazos para vos. Clement lo trajo antes que los otros comenzasen a comer. Está aquí, esperando a que vos te despiertes.
Sentado en el colchón y con a bandeja apoyada en su regazo , Balan comenzó a comer ávidamente, masticando con gusto cada pedazo de carne. Murie lo miraba complacida por ver que él se recuperaba tan bien del trágico incidente.
- Balan, puedes recordar cómo sucedió todo ? - ella le preguntó.
- Si. Osgoode y yo fuimos hasta el río, lavamos nuestras ropas, las colocamos sobre las piedras para secarlas y después entramos al agua para tomar un baño. Osgoode acabó antes que yo, se vistió y se marchó para volver al castillo. Yo también ya me estaba vistiendo cuando sentí un fuerte golpe en la cabeza. Debo haberme desmayado y caído al agua . Es todo lo que recuerdo.
Murie se quedó pensativa y en silencio por algunos segundos.
- No oíste pasos ni viste quien fue que hizo eso?
- No oí nada. Las corrientes del río hacen bastante ruido cuando el agua choca con las piedras.
- Yo me encontré con Osgoode en el camino . Él tenía las ropas mojadas - dijo Murie mirando fijamente a su marido.
- Claro. No hubo tiempo para que se sequen. Las mías también estaban mojadas cuando comencé a vestirme - él respondió ajeno a las implicancias, y más interesado en la comida.
Clement se había esmerado. La carne estaba suculenta y muy bien sazonada..
- Quieres decir que él no estaba mojado por haberte empujado dentro del agua?
Balan levantó la vista y , perplejo, paró de masticar.
- Qué ?!
- Sólo estuve pensando... No crees posible que él haya... - Murie balbuceaba, sin saber cómo hablar claramente sobre sus sospechas.
Balan la interrumpió , soltando una fuerte carcajada.
- Calma, mujer! No fue Osgoode quien me dio ese golpe y me arrojó al río para que ahogue.
Ella intentó sonreír sin mucho éxito.
- Estás seguro ? Me han dicho que él sería el heredero de todo en caso que vos muriese.
Balan frunció la frente al darse cuenta de esa realidad, pero en seguida reaccionó .
- No, nada de eso. Osgoode siempre me ha protegido, desde que éramos niñs. Salvó mi vida diversas veces, cuando luchábamos en Francia, y yo también salvé la de él. Confío plenamente en mi primo. No fue él quien me atacó . - diciendo eso, Balan volvió a la comida hasta limpiar por completo a bandeja.
- Quieres que vaya a buscar más? - Murie se ofreció.
- No, gracias - él respondió , tragando un pedazo de pan que acompañaba la carne y que estaba tan sabroso como ella. - Puedes volver a la costura. No quiero distraerte.
- Prefiero quedarme aquí a tu lado, haciéndote compañía.
- Entonces qué tal si jugásemos esa partida de ajedrez a la que me desafiaste ?
- Perfecto! Voy a buscar el tablero abajo. Quieres que te traiga algo para beber?
- Si , un barril entero de cerveza - riendo, Balan respondió . - Es una broma, pero puedes traer un poco de vino para nosotros dos.
-AH! Quieres emborracharme para que pierda la partida, no es así, mi lord ?
Cuando Murie salió del cuarto , Balan se recostó en las almohadas para esperar que su esposa volviese. En ese instante el olor de cebolla se acentuó, atacando sus fosas nasales . Intrigado se apoyó sobre uno de los brazos y miró debajo del colchón. Una hilera de cebollas peladas y cortadas al medio se alineaba a su alrededor , por lo menos una o dos docenas de ellas. Había más colgadas en los rincones del cuarto y a lo largo de las paredes, estas intercaladas con hojas y ramas de diversas plantas. Todo aquello debía ser para protegerlo y traerle salud y buena suerte, de acuerdo con las tontas supersticiones de su Murie, Balan concluyó .
Nunca había visto nada igual. Durante su estadía en Reynard, se había enterado por boca Emilie que Murie siempre había sido muy supersticiosa desde niña. Emilie creía que esa era el modo en que Murie lidiaba con la falta de certeza de la vida, un modo de encontrar un apoyo para superar la fatalidad de la pérdida de sus padres y de su súbita mudanza a la corte donde había sido infeliz y había maltratada por las otras jovencitas. Apoyarse en esas creencias parecía ayudarla a enfrentar los imprevistos que el destino ponía en su camino.
Siendo así, era mejor dejarla con sus supersticiones y agradecerle por querer atraer la buena suerte. Balan sonrió más calmado y volvió a recostarse en las almohadas.
En ese instante la puerta se abrió y Murie entró apresuradamente, con el tablero de ajedrez en sus manos. Detrás de ella venía Cecily, trayendo el vino.
- Gracias, Cecily - ella agradeció. - Deja el vino ahí encima del baúl y puedes aposentarte. No voy a precisarte mas esta noche.
- Gracias, mi lady. Buenas noches .
La criada se retiró después de servir dos copas de vino mientras Murie arreglaba las piezas de ajedrez sobre el tablero.
Ya habían comenzado la partida cuando Balan indagó :
- Quién te enseñó a jugar al ajedrez ? El rey?
- No, fue mi padre. Pero cuando llegué a la corte, el rey quiso enseñarme de nuevo y, para no decepcionarlo diciéndole que ya sabía, fingí no saber. Por qué te estás riendo y me miras de ese modo , Balan?
- Solamente estaba pensando en cuan generosa eres y que tienes buen corazón - él dijo, ampliando su sonrisa. - Y también que voy a darte una gran paliza en esta partida. Nunca vas a lograr ganarme.
Dos horas después, Balan tuvo que tragarse sus palabras cuando, sin pestañear, su esposa comió su rey y ganó el tercer partido, después de haberlo vencido también en los dos primeros que disputaron. Balan sacudió perplejamente su cabeza y se acomodó en las almohadas de la cama otra vez.
- Estoy impresionado con su habilidad, esposa. Ahora entiendo por qué el rey desistió de jugar con vos.
- Eso quiere decir que tampoco vas a jugar más conmigo? Puedo tratar de perder, de vez en cuando, si eso te agrada. Pero estoy segura que perdiste por el dolor de cabeza, Balan. Todavía te duele , no?
- Para nada. Perdí porque vos jugaste mejor y por supuesto que voy a querer jugar otras veces.
El semblante de él mostraba un poco de cansancio y Murie se preocupó.
- Ahora es mejor que trates de dormir, mi lord .
- Pero ya dormí toda la tarde.
- La herida fue profundo y precisas descansar bastante para recuperarte. Creo que voy a darte un poco más de ese remedio.
- No, por favor! - él se atajó.
El recuerdo de ese horrible gusto amargo era suficiente para espantar cualquier dolor que estuviese sintiendo y Balan aceptó reposar como Murie sugería. Se estiró sobre el colchón y acomodó mejor la cabeza sobre la almohada.
- No vienes a acostarte conmigo? - le preguntó a su esposa.
- Yo había pensado en coser más un poco, antes de acostarme.
- Oh, no... acuéstate aquí.
El todavía estaba demasiado débil para hacer el amor, pero quería tener el consuelo de Murie a su lado. Murie vaciló por un instante, pero, en seguida, se sacó el vestido, quedando sólo con las enaguas. Cuando se acostó , Balan giró de costado, pasó su brazo firme por la cintura de Murie, empujándola contra sí y fue cerrando los ojos.
- Duerme bien, marido.
En segundos él se durmió y cuando despertó, algunas horas después, se dio cuenta de que Murie ya no estaba en la cama, a pesar que todavía era noche. Miró a su alrededor y la vio acostada en el piso sobre una manta, en frente de la chimenea. Dormía abrazada a la tela clara del vestido de Juliana.
Con esfuerzo, Balan apartó las sábanas y procuró levantarse. Se había olvidado de las cebollas y, cuando se puso de pie en el piso pisó una de ellas, perdió el equilibrio y cayó de espaldas nuevamente sobre el colchón de paja, con un gemido de dolor.
Soltó un insulto e intentó levantar nuevamente, esta vez en cuatro patas y evitando tocar las cebollas. Maldiciendo por las creencias de su esposa y de las mujeres en general, se arrastró hasta Murie y la tomó en sus brazos para llevarla de vuelta a la cama.
Adormecida, ella balbuceó algo sin siquiera abrir los ojos ni protestar cuando él la colocó sobre el colchón, acostándose otra vez abrazado a ella. Así durmieron por más algunas horas hasta que amaneció.
La luz de la mañana entró por las ventanas, entre las hendijas de las mantas que las cubrían.
Balan frotó los ojos para acabar de despertar. Entonces vio nuevamente el lugar de Murie vacío. Esta vez no estaba frente a la chimenea y ni siquiera en el cuarto . Ella había salido.
Irritado, Balan se levantó y nuevamente se olvidó de las cebollas y tropezó en una de ellas. Su cuerpo perdió el equilibrio y él intentó sujetarse, pero acabó desmoronándose con un estruendo sobre el piso de madera justo en el momento en que la puerta del cuarto se abría.
- Qué lo parió con estas cebollas!!!
- Qué estás haciendo, marido? - gritó Murie, corriendo para ayudarlo. - No deberías haberte levantado. Todavía está muy débil.
- No fue la debilidad lo que me caer, Murie. Fueron tus malditas cebollas.
- Oh, pero aún así no debías levantarte. Debes quedarte en la cama.
- Esto que hay aquí no es una cama - él dijo, irritado. - Es un maldito colchón viejo de paja tirado en el piso. Voy a hacer quemis hombres hagan una cama decente y voy a conseguir un colchón nuevo. Y también sería buen arreglar unas sillas para colocar frente a la chimenea.
- Está bien, está bien - Murie respondió , sujetando el brazo de Balan e intentando llevarlo de vuelta hasta el colchón. - Ahora ven a acostarte.
- Ya no es necesario. Ya estoy bastante recuperado y bien dispuesto - retrucó Balan altivamente, ignorando la puntada de dolor que todavía sentía . - Además, este es el momento de usar parte de la dote que recibí con nuestro matrimonio para comprar unas cabezas de ganado y para contratar algunos criados más. Voy a ir con Osgoode hasta Carlisle donde creo que encontraré lo que precisamos.
- Carlisle? Vas a cabalgar hasta allá? - Murie preguntó mientras Balan comenzaba a tomar sus ropas que estaban dobladas sobre uno de los baúles.
- Si.
- Pero el viaje a caballo hasta Carlisle lleva casi un día entero!
- Lo sé . No te preocupes. Osgoode y yo somos rápidos cabalgando y llegaremos rápidamente. La vuelta es un poco más demorada. Creo que llegaremos aquí mañana, probablemente al final de la tarde - él respondió , acabando de vestirse.
- Por Dios, Balan. Piénsalo bien. Todavía no estás en condiciones de viajar.
- Ya te dije que estoy muy bien , Murie, y necesito resolver esas cosas con urgencia.
Era imposible convencerlo de lo contrario y a pesar de estar disgustada, Murie acabó concordando.
- Por lo menos prométeme que vas a tener mucho cuidado - le pidió finalmente.
- Por supuesto , quédate tranquila.
La ropa de Balan estaban todavía estaban manchadas y un poco rasgadas en algunos lugares después de haber sido usadas como litera en su salvamento. Por eso él decidió que también necesitaría comprar algunas roas nuevas en el viaje y tal vez volver a usar la casaca de su padre ya que a su estaba en bastante gastada.
Viendo que su marido casi estaba listo, Murie abrió la puerta y fue saliendo.
- A dónde vas?
- Ya que insistes en viajar, voy a juntar algunas cosas para tu viaje. No te vayas antes que yo vuelva, está bien ?
- Volver de donde? - preguntó Balan. No hubo respuesta y Murie ya se alejaba .
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