jueves, 21 de mayo de 2009

LA CAPRICHOSA - CAPITULO 11

CAPITULO 11



Balan se apartó , para mirarla con Las cejas erguidas. Murie procuró evitar su mirada inquisidora. Entonces intentó amenizar la situación. Mierda! Cómo distraerlo del hecho que acababa de pedirlo en matrimonio?
- Oíste hablar de la superstición de Santa Inés?
- Si...
- Toda la historia comenzó ahí. Lady Aldous me convenció de comer un pedazo de carne en mal estado.
- Lo sé .
- Lo Sabes? Pero, cómo?
- Vamos, mi lady, no hay nadie en esta corte de chismosos que no lo sepa.
- Pues bien. Al día siguiente yo le dije a todo el mundo que no había soñado con nadie pero no era verdad. Yo soñé , si. Soñé con vos.
Esperaba que Balan protestase, pero, como no notó ninguna reacción , Murie continuó hablando.
- Lo que sucedió es que, más tarde, Lauda vino con la noticia de haber oído decir que una no se debe casar con quien sueña.
- Ella podría estar mintiendo.
- Por qué ella mentiría sobre un tema así ? No, no creo que fuese mentira, especialmente después de que yo le dije que no había soñado con nadie . Pero me quedó la duda, por eso fui preguntarle al rey, o mejor dicho , a Becker, quería saber cuál de las dos versiones es la verdadera. El rey no sabría responderme una cosa así , pero su asis-tente...
Murie comenzó a hablar apresuradamente de nuevo , pero esta vez, Balan no le dio un beso ardiente, apenas le cubrió la boca con la suya.
- Entiendo. Quieres decir que fuiste a preguntarle al rey cuál es versión correcta. Responde que si o solamente mueve la cabeza - Murie asintió sacudiendo a cabeza. - Y le contaste que habías soñado conmigo. Luego , él decidió que debemos casarnos, fue así
Ella asintió con la cabeza nuevamente. Y cuando Balan se apartó, Murie lanzó una nueva catarata de palabras.
- Yo intenté recordarle que el derecho de la elección es mía, pero él no escuchó. Te lo prometo. Luego, imprevistamente mandó a Becker a buscarte. Yo quería contarte todo antes para que no te agarren desprevenido... y también ... hablo en serio ... si no quieres casarte conmigo yo te voy a entender perfectamente... No me voy a ofender ...lo prometo ... todo va estar bien... debes creerme ...
Balan sonrió y otra vez selló sus labios temblorosos con un beso para impedir que las explicaciones y las disculpas siguiesen. Cuando se apartó Murie estaba atontada por la emoción, o por la anticipación de su respuesta, o...
- Si es así, entonces vamos a casarnos, pronto. - contestó Balan dándole la espalda para marcharse.
Murie saltó de la muralla baja y corrió detrás de él, sin importarle si ensuciaba los zapatos y el borde del vestido con barro.
- Es Verdad?
- No es ese tu deseo? - Balan se dio vuelta para mirarla.
- Yo... bien, Santa Inés dijo que si - respondió Murie.
- Esa es la única razón ? - él preguntó, apretando los labios.
- No... eres un hombre muy interesante y atractivo.
- Te parece? - Balan sonrió sin gracia. - Yo creo que vos sos una mujer encantadora.
- Emilie, Reginald y hasta el mismo rey te tienen en un alto concepto, por eso sé que eres una buena persona - ella completó, apartando una mecha de cabello de su rostro para poder verlo mejor.
- Además, sé que no eres una muchacha malcriada y caprichosa como todos dicen .
Murie finalmente sonrió , ruborizándose con los elogios.
- Hay algo más que quieras decirme? - Balan preguntó.
Murie miró largamente para su rostro de rasgos definidos y suspiró.
- Si , mi lord . Me gustan mucho tus besos - ella respondió , sintiendo que las piernas se le aflojaban.
- Creo que vamos a llevarnos muy bien - Balan declaró, abriendo una amplia sonrisa.
En seguida le tomó la mano , enlazándola en su brazo y juntos caminaron de vuelta al castillo.

La decisión estaba tomada. Ella y Balan iban a casarse. Murie inmediatamente comenzó a pensar en los preparativos. La primera medida sería mandar a hacer una casaca nueva y lujosa, con la mejor tela existente para que Balan usase el día del casamiento. Después trataría de escoger el vestido más bonito de la corte para ella y para Juliana, cuando llegase al castillo Gaynor. Y también se encargaría de abastecer la propiedad de los Gaynor... La lista de las tareas por hacer era inmensa.
Sin motivo para demoras y queriendo que Emilie y Reginald participasen de la ceremonia, Murie no contrarió al rey cuando quedó decidido que el matrimonio sería la semana siguiente.
El tiempo era escaso para tantos preparativos, pero con la ayuda de Emilie, Becker y de algunos criados, Murie fue capaz de arreglar todo en ese corto período sin necesitar atrasar la ceremonia.

Fue con alegría y orgullo que vio a su futuro marido con su nuevo traje. Balan estaba todavía más guapo con esas prendas que destacaban su cuerpo perfecto.
La ceremonia pasó rápido y más tarde Murie sólo se acordaba de algunas pasajes, de las personas a su alrededor haciendo un barullo ensordecedor. Se sintió aliviada cuando todo terminó y Balan selló sus labios con el beso matrimonial. Fue un beso muy diferente a los otros, pero con un significado que perduraría por toda la vida de los dos.
En seguida, Balan le tomó la mano y se encaminaron al salón anexo, donde los invitados ya aguardaban para el inicio de la fiesta. Del banquete, Murie tampoco guardó muchos recuerdos en su memoria. Apenas notó que Balan colocaba una copa en su mano para el brindis y que el bullicio de los invitados le impedía prestar más atención a lo que sucedía a su alrededor .
Poco después la reina y sus damas de compañía, seguidas por Emilie, estaban rodeándola, anunciando que era la hora de la tradicional broma nupcial. Era una antigua costumbre a la cual todos los noivos eran sometidos, poco después de la ceremonia de matrimonio. Murie tuvo ganas de desaparecer cuando las mujeres, empezaron a hacerlo todo tipo de bromas y comenzaron a desvestirla para llevarla a la cama. Desnuda y enrollada entre las mantas esperó casi con lágrimas el término de ese rito ridículo que sabía podría ser todavía más avergonzante.

Emilie estaba a su lado. Su presencia era reconfortante y le impedía largarse a llorar. Cuando se cubrió con las sábanas , la reina le dirigió una sonrisa y fue hasta la puerta del cuarto la cual abrió de par en par.
Entonces , entraron los hombres, riéndose y gritando, con el rey al frente, cargando a Balan en los hombros como si fuese un prisionero de guerra. Osgoode y Reginald fueron los primeros en sacarle parte de la ropa , luego los demás se encargaron de dejarlo completamente desnudo delante de la mujer con quien acababa de casarse. Murie observaba todo con asombro.
Balan tenía un bello cuerpo, de hombros anchos y brazos fuertes, pecho musculoso, y un abdomen tenso y plano. Cuando acabaron de sacarle toda a ropa, los hombres abrieron las sábanas de la cama, revelando rápidamente la desnudez inocente de la novia y lo acostaron a su lado. Murie estaba tan apabullada que apenas oyó las últimos bromas y risotadas de los invitados cuando finalmente salieron del cuarto .
Balan esperó que todos se retirasen antes de mirarla. La mirada de ella era de pavor, como la de una gacela bajo la amenaza de un cazador. Su cuerpo estaba rígido, parecía congelado e inanimado.
Balan suspiró profundamente . La noche sería larga. Tendría que actuar con mucho tacto y cuidado para enseñarle los secretos y encantos del lecho nupcial.
Sacudió la cabeza y se dio vuelta hacia el costado muy lentamente, para no asustarla. Quería calmarla y decirle que todo saldría bien. Pero antes que lograse decir una palabra, Murie se lanzó sobre él y pegó sus labios a su boca. Después del primer instante de sorpresa, Balan retribuyó ávidamente el beso. Los cuerpos comenzaron a ponerse en contacto, centímetro por centímetro de piel desnuda, adquiriendo poco a poco la temperatura de la pasión.

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