CAPITULO 12
Sin hacer ruido, Mary subió el último tramo de escalones y encontró al perrito caminando impacientemente delante de una puerta cerrada. De vez en cuando, él se paraba y olisqueaba por debajo de la hendija. Desde el depósito, llegaban sonidos de un pareja haciendo el amor ardientemente.
Tavie ladró.
- Qué fue eso ? - dijo la mujer alertada.
El hombre se rió .
- Nada, querida. Fue solamente un perro. La puerta está trancada.
El perrito inclinó la cabeza.
Entre gemidos febriles, la mujer instigaba a su compañero:
- Ahora! Así, mi garañón ! Mas fuerte!... ahora!
Mary ahogó la risa . Estaba loca de curiosidad por saber quien estaba gozando semejante disfrute a plena luz del día. Todos los otros encuentros de amantes clandestinos que ella había descubierto habían tenido lugar de noche. Volvió silenciosamente al segundo piso y entró al depósito, dejando la puerta entreabierta. Sentada sobre un tonel, desde donde podía ver el corredor, aguardó.
Mas gemidos y gritos allá arriba. Mary se preguntó si los dos estarían copulando en el piso duro. Frunció la nariz . Deberían haber ido al huerto . Al menos, el piso allí era más blando...
La mujer gritó, en una mezcla de triunfo y frenesí animal. Mary se mordió el labio . Sabía que, algún día, un hombre le haría lo mismo. Sólo esperaba que él tuviese la decencia de acomodarla en una cama, de preferencia con sábanas limpias.
Mientras reflexionaba acerca de la misteriosa mecánica del acto del amor, el sonido ahogado de una cometa de caza hizo en el pantano más allá del parque. El sonido se repitió , más cerca, las notas graves más claras. Era Tom, volviendo antes de lo esperado! Y bastante antes del mediodía. Taverstock ladró varias veces. En el piso superior , la pareja lascivo cesó con el violento acoplamiento .
- Mierda , es mi lord ! - gritó el hombre .
- No, él todavía se va a demorar... - opinó la mujer.
- Es él , si, estoy seguro ! Debemos irnos!
La puerta del depósito en el tercer piso se abrió con un chirrido y Mary se encogió contra la pared de su escondrijo.
- Carajo ! - maldijo el hombre , en lo alto de los escalones. - Es el perro de mi lord nos estaba espiando! Voy a darle una lección...
Mary vio Taverstock volar escaleras abajo. El hombre también bajó corriendo, pero se paró en el segundo descanso para atar la bolsa de cuero a su cinto. Tenía una camisa tosca abierta sobre un pantalón de cintura alta. Mary lo Reconoció como Launce, el muchacho de las caballerizas de cabellos color miel....
- Launce? - llamó la mujer, desde allá arriba .
El miró lo alto de la escalera. Mary contuvo la respiración , rezando para no ser descubierta.
- Si, mi lady ? - respondió el muchacho, apenas disimulando su impaciencia.
- Recuerda que este encuentro es nuestro secretito.
Launce la miró pasmado.
- Por el amor de Dios, mi lady ! Cree que sólo tengo aire en la cabeza? Por supuesto que no diré nada. Sir Thomas me desollaría vivo si sospechase...
Mary abrió enormemente los ojos . Además de ella misma, no había otra lady en Wolf Hall. Fue entonces cuando Isabel dobló la curva de la escalera. Tenía sus cabellos oscuros totalmente desgreñados y traía en su mano los zapatos.
- Quédate tranquilo, chiquito . Nadie lo sabe, ni siquiera nadie sospecha de nuestros encuentros. Pon una sonrisa en esa cara y ve silbando hasta el establo.
El cuerno de caza sonó una tercera vez. ya se oían las espuelas de los caballeros, y el chirrido de las cerraduras, a medida que la partida se aproximaba a los portones.
Launce metió la camisa en la cintura de sus pantalones.
- Debo irme, mi lady .
- Thomas se irá a dormir temprano esta noche, fatigado por la caza. Búscame cuando el vigía anuncie la medianoche.
El muchacho parpadeó .
- En su habitación? Será conveniente , mi lady ?
Isabel se puso seria.
- Debo embarazarme y rápido. Vos sólo debes limitarte a hacer tu tarea de semental . - Ella ablandó la voz. - Confía en mí, Launce. Todo estará bien. Chau, mi padrillo.
Lo Besó en los labios. él la abrazó . Ellos profundizaron el beso. Mary tuvo la impresión de que la lengua de Launce llegaba hasta la garganta de Isabel. Con el corazón a los saltos , Mary rezó para que la pareja no pudiesen oírlo.
Launce interrumpió el beso y, lanzando una última mirada ardiente a Isabel, voló escaleras abajo. Ella permaneció donde estaba, con una sonrisa felina, apartando las mechas de cabello de su rostro. Entonces, acomodó el cabello debajo de su toca de viuda, se calzó los zapatos, alisó los pliegues de su vestido y bajó lentamente hasta la planta baja. Todo el tiempo ella canturreaba una melodía .
Mary se relajó junto a la pared del depósito. Estaba pensando qué hacer, a quién contárselo. Tal vez debiese hacer que su cuñada conociese el “temor a Dios”. Pero, en el fondo, Mary sabía que era demasiado pequeña e insignificante como para intimidar a Isabel. Por ahora, debería esperar y ver qué sucedía.
Por la ventana estrecha de la torre , vio a Tom entrar al patio. Tanto su garañón como los demás caballos parecían exhaustos. Andrew parecía a punto de caerse de la silla, tan grande era su cansancio. Oh, cómo le gustaría ver a ese muchacho engreído caerse en el barro con sus ropas pretenciosas. Los caballos de carga traían los animales cazados, incluyendo un ciervo de espléndida cornamenta. Un trofeo mas para engalanar el gran salón .
Tom debería estar satisfecho con el éxito de su aventura, pero Mary notó una arruga profunda en su frente. Qué lo había traído de vuelta tan pronto? Tragó en seco al ver a Launce, más servil que nunca, tomando las riendas pasadas por su amo. Y encima de todo le decía “Buen día” al Lord! La falsedad humana no tiene límites ...
Entonces, Isabel entró en escena, intentando abrazar a Tom. El conde esquivó el contacto indeseado, y frunció el ceño todavía más . Con Tavie en sus brazos, se dirigió a la entrada.
Mary sonrió satisfecha. La muy sinvergüenza quería clavar sus garras en su hermano cuando acababa de ...
- Ahora, conozco tu secretito, mi lady - Mary susurró para sí misma. - Si llegas a tener un bebé ahí adentro, seguro que no es un Cavendish.
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