CAPITULO 17
Alicia cruzó los dedos entre los dobleces de su falda, para tener suerte. Se sentía mucho mejor ahora que le había revelado a Thomas su peligroso secreto. Rogaba que él no la repudiase, ni la mandase a un convento. No creía que el joven conde fuese capaz de entregarla a los acólitos del rey Henry. Al menos, podía contar con la lealtad de los Cavendish para con su familia.
Había sido una experiencia extraña decir en voz alta los nombres de sus verdaderos padres. Ella misma apenas había tenido tiempo para asimilar todo lo que los Brampton le habían contado antes de partir súbitamente de la tienda de orfebrería en Micklegate. Apenas creía que ella procedía de un linaje tan antigua e ilustre. En silencio, aguardó la decisión de Thomas.
Oyendo el relato, él la había observado detenidamente, los ojos más azules con cada segundo que pasaba. Después, masajeando sus sienes, había empezado a caminar inquietamente delante de la chimenea. Tratándose de un cuarto pequeño, completaba su extensión con cuatro pasos exactos .
Con el silencio prolongándose, Alicia se preparó para el repudio. Qué hombre , en reciente posesión de su título de nobleza y su propiedad, arriesgaría todo, incluyendo su propia vida, por una muchacha alta y delgada a quien apenas conocía? Analizando el caso desde el punto de vista de Thomas, vio sus esperanzas de protección de por vida pender de un hilo. El hecho de haber simpatizado con el conde durante su breve estadía en Wolf Hall no contaba en esta decisión.
Thomas se detuvo , arrancó la daga de la superficie del escritorio y estudió el arma concentradamente.
Alicia sintió su corazón helarse. Jesús querido, él me va a matar! Nunca se le había ocurrido esa posibilidad. Se apretó contra el respaldo de la silla, dominada por el pánico. él acabaría con ella tan fácilmente como quien corta una manzana, y luego lanzaría sus restos al río que pasaba por atrás del castillo. Si encontrasen su cuerpo río abajo, nadie sabría quién era ella, ni quien la había matado. Considerando sus vestimentas humildes, ni se molestarían en investigar.
Thomas se apostó delante de ella empuñando la daga. Los rayos del sol vespertino se reflejaban en la hoja afilada. El joven conde hinchaba sus hombros macizos dentro de su túnica de terciopelo negro casi a punto de estallar sus costuras. La miraba detenidamente, los ojos azules inescrutables. Ella se agarró a los brazos de la silla hasta que sus dedos se pusieron blancos, deseaba al menos pedir un entierro cristiano decente, pero las palabras se trababan en la garganta. En sus últimos instantes de vida, sólo le restaba admirar la belleza de su asesino.
Sin un parpadeo de advertencia, Thomas se hincó sobre una rodilla en el piso. Alicia tenía el cuerpo y el alma paralizados. El joven conde bajó la cabeza y tomó el ruedo de su falda llevándolo a sus labios, besándola con profunda reverencia. Ella se quedó atónita ante esa actitud inesperada, los latidos de su corazón hacían eco en sus oídos.
Thomas levantó su mirada , su expresión blanda como una caricia.
- Soy un hombre de pocas palabras, lady Alicia. - su voz melodiosa temblaba con emoción. - Cuando dejemos este cuarto, ninguno de los dos jamás hablará de lo que sucedió aquí mientras vivamos.
- Thomas, yo ...
- Por favor, déjame continuar mientras las palabras están prontas en mi lengua. - Thomas Carraspeó . - en este lugar reservado y sólo en este momento, te llamaré princesa, pues eso eres y perteneces a la realeza.
Alicia se negaba a aceptar el significado de esas palabras. Reparó en los callos de sus propias manos.
- Oh, No, Thomas, soy apenas una... bastarda. - Ella se retrajo al pronunciar ese término degradante.
El le tomó el rostro la mano libre, una sonrisa nacía en sus labios. Era un contacto casi insoportable de tanta ternura, y le causaba escalofríos.
- Eres la hija de un rey , y el apellido que llevas apropiado.
Alicia estaba intrigada.
- Cómo es eso?
- Broom. Es el nombre de una flor campestre amarilla.
Ella bajó su rostro.
- Lo sé. Es una planta común y corriente ...
- De ninguna forma . Los franceses la llaman Plantagenet. O sea, que siempre llevaste el apellido de tu padre - dijo Thomas, respetuosamente. - Y te pareces a él.
Alicia sintió su boca secarse. De repente, se sentía muy consciente de la virilidad de Thomas. Humedeció sus labios.
- Nunca me había visto en un espejo hasta llegar a Wolf Hall. Y todavía no me acostumbré a esa experiencia.
Con infinita ternura, él delineó con un dedo los contornos de su rostro y su mentón .
- Entonces, déjame ser tu espejo, mi princesa. - un extraño brillo sexual surgió en los ojos de él. - Tienes los mismos cabellos dorados del rey, y el azul de sus ojos , típico de los Plantagenets. Eres alta y esbelta, como lo era tu padre, según me han contado . Sabes que los Plantagenets son conocidos por su estatura.
- Lo sé - susurró Alicia, temblorosa bajo sus caricias gentiles.
- Tiene los rasgos de él, su nariz... - Thomas le tocó los labios.
- Tu boca es idéntica a la de él. Fue hecha para la risa y la alegría. Ella se sentía tímida y acalorada ante tantos elogios.
- Eres. .. eres muy gentil, Thomas. - Una extraña excitación a dominaba a Alicia.
Thomas se puso más serio.
- Me Siento privilegiado porque tu tutor me haya confiado tu persona . - Thomas sujetó la daga por la hoja, y el sol lanzó su sombra en forma de cruz contra a pared al frente de ambos. - Delante de esto, juro por mi honor de caballero, y sobre la cruz del Redentor, hacer valer la confianza en mí depositada.
Alicia se llenó de alegría. Ahora, Thomas declararía que la amaba. Las caricias, su voz emocionada y el brillo en sus ojos le causaban oleadas de placer. Con expectativa, ella aguardó que las palabras de amor saliesen de sus labios.
Thomas envainó a daga, tomó las manos de Alicia y las cubrió con las de él.
- Quiero que sepas esto de mi boca, Alicia Plantagenet , que yo, Thomas Martin Cavendish, nieto del conde de Thornbury, juro convertirme en tu vasallo desde la vida terrenal hasta el limbo y de allí a la vida eterna, y, con lealtad lucharé contra todo aquel o aquello que te amenace. - Con eso, Thomas bajó la cabeza y selló su juramento con un beso en la palma de la mano de ella.
Alicia sintió su sangre se incendiarse con el contacto de los labios calientes del conde con su piel. Agradeció mucho por estar sentada, pues sus piernas parecían extrañamente débiles. Dejó escapar un gemido. Thomas la miró con una intensidad impactante . Se sentía muy nerviosa por tener a ese hombre tan poderoso arrodillado a sus pies. Como si se respondía a un juramento tan solemne? Nada que Edward o Katherine le hubieran enseñado la preparó para un momento así.
- Gracias, Thomas - Alicia murmuró, disimulando su emoción profunda, así como la fuerza de sus sentimientos por él. - Por favor, levántate, te lo ruego. No estoy habituada a tanta formalidad. ..
Thomas se levantó con un movimiento ágil. Sujetándola por el codo con sorprendente delicadeza, Thomas hizo que ella se levantase de la silla. Aprensivamente , Alicia mordió sus labios. él estaba tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo. Con su mirada fija, Thomas la mantenía en expectativa. Un deseo indefinible la consumía. Su pulso se aceleraba mientras aguardaba el próximo movimiento del tímido conde. El aire en el cuarto parecía estallar como las chispas de una hoguera.
Sin decir una palabra, Thomas la apretó en sus brazos, estrechando su cuerpo contra el de él. Respirando profundamente, ella se intoxicó con el cálido aroma masculina. Thomas apoyó su muslo musculoso contra la cadera de ella. Las manos de él estaban en la base de su espalda , firmes y persuasivas, invitándola a una intimidad mayor. Abandonando su timidez, ella lo abrazó por el cuello y se perdió en el calor masculino.
- Alicia... - Thomas murmuraba el nombre de ella como una plegaria.
Alicia se sintió mareada y débil , mientras él lentamente posaba sus labios sobre los de ella. Entreabriendo la boca, ella se elevó para ir al encuentro del beso. Después de un gemido , Thomas le cubrió los labios. El contacto leve le proporcionó una sensación deliciosa, jamás experimentada. Thomas al besaba sin prisa pero con intensidad. Primero lamió el contorno de su boca antes de aventurarse en su intimidad. Alicia se derretía en sus brazos de él, y ya retribuía el beso. Por un instante, se sintió asombrada con su reacción ávida..
Alicia dejó escapar un gemido desde la profundidad de su garganta.
Levantando el rostro, Thomas la miró a los ojos. Alicia jadeaba ligeramente por entre los labios entreabiertos, en una súplica silenciosa para que volviese. Thomas posó su boca con voracidad renovada. Ella correspondió al beso profundo con una pasión que amenazaba su aparente placidez.
Los perros, quietos desde la salida de Isabel, ladraron agitados. Taverstock se agachó sobre sus patas delanteras, gruñendo una serie de órdenes. Vixen agregó uno o dos gruñidos inesperados, dando vueltas alrededor de la pareja abrazada.
Con un suspiro resignado, Thomas soltó a Alicia y se apartó .
- Quietos! - ordenó sus compañeros peludos.
Georgie y Vixen obedecieron de inmediato. Tavie, sin embargo, continuó protestando con gruñidos rencorosos.
- Perdón , mi lady- murmuró Thomas, sin mirar a Alicia. - Mis perros creen que me estabas atacando. Debo pulir modales. - Thomas Notó su evidente erección en su entrepierna. Enrojecido , tomó al terrier en sus brazos. - Con tu permiso, voy a llevarlos al bosque. ellos. ., necesitan ejercitarse.
El conde tomó el broche del rey del escritorio y lo colocó en la mano de Alicia.
- Úsalo el día de nuestro casamiento, pasado mañana . Es mejor que esté en tu poder.
Sujetando firmemente al agitado Tavie, Thomas se inclinó y besó a su novia en la frente. El contacto leve fue como una promesa susurrada.
Taverstock ladró todavía más indignado.
El conde le frotó el hocico.
- Basta , celoso maleducado! Ofendes los oídos de una dama con tus ladridos. - Tom Chasqueó sus dedos. - Vamos, ustedes dos, vamos a dar una vuelta.
Georgie y Vixen salieron al corredor adelante de su amo. Junto a la puerta, Thomas hizo una reverencia, sin soltar al terrier embravecido.
- Mi princesa, ahora y para siempre - él se despidió .
Sin esperar respuesta, cerró la puerta atrás de si.
Alicia oyó los pasos alejándose por el corredor. Entonces, se hundió en la silla, esperando que su corazón volviese a su ritmo normal. Pasando un dedo por sus labios hinchados, revivió el calor del beso. Una dulce sensación de bienestar la invadía. Thomas la había aceptado, a pesar del peligro que traía tener sangre Plantagenet . Había expulsado a Isabel, no a ella. En dos días, se casarían.
Pero...
Una preocupación inquietante le impedía de soñar con el día de su casamiento. Claro que había quedado sorprendida, mejor dicho atónita, cuando Thomas había aceptado la verdad de su linaje, llamándola princesa con solemnidad. Con ese beso, tan inesperado como deseado, se había revelado como un hombre capa de experimentar pasión. Ahora, ella se preguntaba si es pasión se había despertado porque ella pertenecía a la casa de York o porque ella era una mujer capaz de conmover su cuerpo y su alma. Thomas había alabado las virtudes del deber y del honor... pero las del amor o la pasión desenfrenada.
Tocó la manga de su vestido, recordando los restos de la última carta de amor. Abriendo el pequeño bollo, Alicia alisó cada pedacito de papel arrugado y juntó las piezas hasta tener el mensaje completo sobre la mesa. Volvió a leer las palabras amorosas, asimilando su significado. A continuación , analizó la caligrafía de las letras grandes , las curvas y los floreos . Era la misma letra con la que Thomas había escrito la carta de recomendación Launce.
Pero ... hombre y el mensaje no encajaban.
Basta de devaneos sentimentales ! Acepta lo que te fue ofrecido y reza para que sea verdad. Alicia tocó sus labios y cerró los ojos con fuerza. De repente, aun verdad surgió en su mente, asustándola.
Vos lo amas!
Ese reconocimiento provenía de un lugar oculto, un lugar mas allá de la razón y del sentido común . Su veracidad la asustaba. Y había algo más, ella anhelaba desesperadamente que Thomas la amase también. Reunió los pedacitos de papel y los envolvió de nuevo en el pañuelo . Iba a preparar un engrudo con harina y agua y los iba a pegar para recupera toda el mensaje.
Finalmente, se levantó y se desperezó . Aunque poco se había movido en las últimas dos horas, sentía sus miembros pesados como si hubiese lavado y estrujado todas las sábanas del castillo. Necesitaba ejercitarse inmediatamente. En la cocina, ya debían haber iniciado los preparativos de la cena.
Al abrir la puerta de la biblioteca, inspiró el aire frío del corredor y sintió las mejillas coloradas y ardientes con el dorso de su mano. Ese pequeño cuarto era muy opresivo. O habían sido los besos de Thomas que la habían calentado así? Lanzó la trenza por sobre su hombro. Por supuesto que No! Era la tensión de revelar el secreto, nada mas. Cerró la puerta, y bajó la barra de la traba.
a
Todo los ruidos y movimientos en la grande cocina cesaron cuando Alicia pareció. Los ayudantes y las criadas la miraban entre sorprendidos y asustados. Hasta Konrad la observó con renovado respeto en su mirada . Nadie dijo palabra, ni tosió, ni arrastró los pies.
Alicia disimuló su incomodidad, manteniendo la cabeza en alto. Contuvo el impulso de correr e ir a refugiarse a su espléndida habitación.
El cocinero respiró profundamente .
- Buenas tardes, mi lady - la saludó, llevando sus dedos a la frente. - No esperábamos verla aquí abajo nuevamente, ahora que se va a casar con mi lord ...
Alicia sonrió , rezando para que sus labios temblorosos no denunciasen cuan amedrentada se sentía ante la perspectiva de convertirse en la lady de Wolf Hall.
- Por qué no vendría? Mi.. madre me enseñó que una buena ama de casa conoce cada rincón de su cocina y sabe todo lo que allí sucede. Trabajamos tan bien ayer. Por qué no repetir la experiencia ? - ella se rió relajadamente, aunque su corazón palpitase contra sus costillas. - Y sólo seré lady cuando sir Thomas me despose. Ahora, Konrad, preciso urgentemente un poco de harina de trigo y agua. Por accidente rasgué un documento de mi lord y voy a pegarlo.
El cocinero mostró una ancha sonrisa.
- Es un placer tenerla aquí, mi.., o mejor dicho , lady Alicia . Sabe donde guardamos la harina. Yo voy a limpiar una parte de la mesa para que pueda trabajar. - Se volvió hacia la servidumbre . - Y ustedes, perezosos ? De vuelta a sus tareas, y con una sonrisa en la cara! _ Konrad ordenó autoritariamente.
Los ruidos y los movimientos volvieron a la cocina.
Con un suspiro aliviado, Alicia fue buscar en la despensa el pesado pote de harina. Volcó una pequeña porción en una fuente y le agregó agua. Con una cuchara mezcló la pasta hasta que quedó satisfecha con la consistencia. Después de cortar un pergamino más o menos del tamaño de la carta, arregló los pedacitos de papel sobre la mesa. Sentada en una banqueta, se inclinó sobre el trabajo esperando que ninguno de los criados curiosos supiese leer.
A pesar de las reprimendas de Konrad, la mayoría de los pajes y criadas buscaban un modo de espiar por sobre el hombro de Alicia, quien fingía no notar el interés. Si no hiciese secreto de su delicada tarea, ellos pronto se desinteresarían.
Armando el rompecabezas, Alicia pasó el engrudo detrás del primer pedazo, en el rincón superior izquierdo de la carta, y lo colocó l sobre el pergamino. Fue agregando los pedazos vecinos, observando el alineamiento de modo que el remiendo no fuese evidente. La mayoría de los criados se cansó de observar la tarea y se marcharon a ocuparse de sus tareas , sólo se quedó Audrey.
Alicia miró a la muchacha de reojo .
- Sabes leer? - ella preguntó , escondiendo su aprensión detrás de una sonrisa.
La criada se encogió de hombros.
- Conozco una o dos letras , pero no puedo leer un manuscrito así. - Analizó la carta armada por la mitad. - Está segura que fue escrita por sir Thomas?
Alicia se movió incómoda en la banqueta.
- Qué quieres decir? - ella especuló. - Quién más tiene una caligrafía parecida a esta?
- Andrew - respondió la muchacha, de pronto.
Las antiguas dudas de Alicia volvieron multiplicadas por cien. Sus manos se congelaron. Pero le demostró una complacencia que no sentía.
-Si?
La criada se rascó la punta de la nariz.
- Fue sir Thomas quien le enseñó caligrafía. Me acuerdo bien de las protestas Andrew, el aseguraba ya había aprendido a escribir con el duque de Buckingham. Pero mi lord quería que tuviese una caligrafía perfecta ...
Con sospechas cada vez más fuertes, Alicia secó sus manos en el delantal y se volvió hacia Audrey.
- Por qué sir Thomas iba a querer que su escudero imitase su caligrafía perfecta ?
La criada se encogió de hombros.
- No lo sé, señorita, pero Andrew me dijo que ahora podía imitar la letra de mi lord tan bien que, si le escribiese una carta al Lord de Northumberland, ese hombre ni sospecharía de la falsificación.
Sintiendo los hombros pesados, Alicia contempló la carta por la mitad. Esas declaraciones de amor se burlaban de ella con sus curvas y sus floreos, tan parecidos a los de Thomas. Cruzó las manos temblorosas. sus sospechas iniciales se confirmaban. Era Andrew quien le escribía las cartas, quizás para provocarla, o quizás para concretar sus deseos lascivos.
En un segundo, su alegría se transformó en furia ardiente. Apenas podía esperar para poner sus manos encima de ese canalla adolescente ! Le tiraría tanto de las orejas que Andrew tendría que vendárselas por una semana. Alicia saltó de la banqueta y recogió el trabajo incompleto.
- Gracias, Audrey. Fuiste muy solícita. Ahora, con permiso, pues tengo dolor de cabeza.
Mordiendo su lengua para no denunciar sus emociones, Alicia salió apresuradamente de la cocina. Sólo respiró al verse segura en su propia habitación. Miró el pergamino en sus manos. Cómo había podido creer que Thomas le había escrito esa bellas líneas? Hasta hacia una hora atrás, él creía que ella era la simple hija de un orfebre. Una lágrima caliente de humillación - corrió por su rostro.
Atravesó el cuarto y apartó el tapiz que ocultaba la estrecha letrina . Con un sollozo amargo, arrojó la carta al agujero fétido. Los pedacitos sin pegar le siguieron. Luego se lavó las manos en el fuentón y se arrojó en la cama lujosa. Se hundió en el colchón sin notar su comodidad.
En dos días, seré la esposa de Thomas... honrada, respetada, pero nunca , jamás, amada!
Por primera vez desde que había llegado a Wolf Hall, Alicia se permitió llorar prolongadamente. Después, se durmió exhausta y se perdió la cena .
Alicia se despertó en medio de la noche con una serie de resoluciones en mente. Sería el ama perfecta de Wolf Hall y le daría a Thomas todos los hijos que Dios les mandase. Trataría a su marido con toda la dignidad y el honor que le corresponden al conde de Thornbury. Estaría agradecida por la protección del apellido de él y por la lealtad por él demostrada hacia su familia Plantagenet.
Mas jamás cometería la insensatez de permitir que Thomas tocase su corazón nuevamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario