martes, 28 de abril de 2009

LA DONCELLA ASTUTA - SARAH MCKERRIGAN - CAPITULO 14

CAPITULO 14


POR QUÉ SUNG LI HABÍA ESTADO COJEANDO todo el día, Miriel no lo sabía . Ella se negaba a decirle lo que le pasaba. Era extraño verla sufrir . En efecto, era su mentora quién le había enseñado el uso de las hierbas , las meditaciones y los puntos de presión para prevenir el dolor. Miriel usaba ese conocimiento siempre que se lastimaba durante los entrenamientos, entonces su nivel de tolerancia al dolor era alta.
Pero no tenía sentido preguntarle a Sung Li qué le pasaba. A la mujer le disgustaba ser recordada de su propia fragilidad.
Igualmente era bastante fácil sacar los problemas de Sung Li fuera de su mente , ya que su cabeza funcionaba a mil con pensamientos relacionados con sir Rand de Morbroch.
¿ Quién diablos era él?
Seguramente no el pretendiente amoroso y educado, de buen corazón y sentimental que él pretendía ser.
El tonto había ido a perseguir a la Sombra otra vez esa mañana , sólo que en esa oportunidad había vuelto con bastante más que unos raspones y unas contusiones. Era por eso que ella ahora estaba leyendo detenidamente ahora los tarros ubicados en los anaqueles de la despensa para buscar hierbas curativas.
Seguramente el canalla no había resultado gravemente herido . No se había roto ningún hueso , sólo había perdido un poco de sangre y se había magullado algo más que su orgullo. Pero Rand insistía en jugar al soldado herido, lo que significaba que ella estaba obligada a jugar a la enfermera devota.
Miriel suspiró, tocando con su dedo un frasco con extracto de cardo carmín, mientras pensativamente se mordía el labio. Tal vez no sería algo tan malo atender las heridas de Rand . Se decía que los hombres enfermos a veces le hacían confesiones a una enfermera que nunca le harían a un sacerdote. Quizás cuando él estuviese bajos sus cuidados, ella averiguaría quién era el verdadero Rand de Morbroch .
Satisfecha con su selección de hierbas medicinales, ella separó en otro tarro un poco de colchicum para Sung Li . La anciana obstinada podía no querer confesar que sus articulaciones le dolían, pero seguramente eso le serviría para aliviar el dolor.
Miriel encontró a Rand en la armería, hablando con Colin y Pagan.
"En verdad, no esperaba cruzarme con el forajido en lo absoluto," Rand les decía mientras ella estaba afuera, escuchando . "Sólo seguí a los Herdclays para asegurarme que ellos no hicieron ningún desastre."
¿"Son unos cobardes presuntuosos, verdad?" Colin dijo.
"De la peor clase ," concordó Pagan.
"Casi estoy contento que hayan sido robados," añadió Colin.
"Pero no deberías haberte enfrentado solo con la Sombra ," Pagan le dijo a Rand. " Podrías haber vuelto con heridas peores que éstas."
¿"Y para qué lo hiciste ?" Colin se mofó. "Un poco de ese dinero que no le pertenecía a esos gamberros en primer lugar."
"Creo que no fui criado para escaparme de una pelea," Rand murmuró.
¿"Incluso cuando estás siendo ... derrotado?" Pagan preguntó tan diplomáticamente como era posible.
Rand contestó con risa corta y seca. "En mi casa, yo siempre era derrotado."
Miriel frunció el ceño. ¿Qué quería decir él con esto? ¿En su casa? ¿No había sido criado en la casa de Morbroch? ¿Y ... derrotado? Los caballeros de Morbroch eran buenos luchadores, aunque los de Rivenloch los había vencido en el torneo. Rand no podía haber sido derrotado por los caballeros de Morbroch.
Cien preguntas de repente llenaron en su cabeza.
Ella apareció en la entrada, sin estar preparada para enfrentar el hecho que Rand estaba de pie allí, desnudo hasta la cintura. Con un corto jadeo ahogado que casi la hizo dejar caer los frascos, ella rápidamente desvió la vista, pero no antes que la imagen de su pecho amplio y bronceado quedase indeleblemente grabado en su cerebro.
"Lady Miriel," Pagan dijo con un asentimiento.
Colin sonrió , lanzándole a Rand su camisa. "Hola, Miri."
"Ah, mi ángel de piedad, por fin llegaste ." Rand suspiró, poniéndose la camisa .
Miriel apretó su mandíbula. No debía ceder ante los sobresaltos de su corazón. Ella había visto pechos masculinos antes. Rand no era diferente.
Tal vez un poco más musculoso. Un poco más ancho. Un poco más esculpido, un poco mas parecido al cuerpo impecablemente formado de Adonis. Pero...
Sacudiendo la cabeza con impaciencia, ella forzó a sus pies a avanzar. Debía tratar aquí sus heridas y recolectar la información que necesitaba, y nada más. Con ese objetivo decidido, ella apretó su hombro duro como una roca, haciéndolo sentar en un banco donde podría mirar sus heridas.
¿"Dónde te duele ?"
Un lado de la boca de Rand se curvó hacia arriba en una sonrisa lenta. Detrás de ella, Colin sofocó una carcajada.
Pagan aclaró su garganta. "Quizás deberíamos volver a el campo de entrenamiento , Colin." Él añadió seriamente, "Compórtate, Rand, o mi esposa te asesinará ."
Rand asintió con un cabeceo , y Miriel resistió al impulso de hacer una mueca . Dulce Virgen María ! , aun cuando ellas no estaban presentes, sus hermanas actuaban como guardianas celosas de ella.
Cuando Pagan y Colin se marcharon , Rand pasó un dedo sobre su labio inferior. "Aquí me duele , mi amorcito ," susurró él.
A pesar de sus mejores intenciones, el corazón de Miriel se detuvo por un latido. Dios, ese farssante no perdía el tiempo. Su mirada vagó hacia su boca tentadora, y semi abierta en un gesto de invitación, y Miriel se mordió la esquina de su labio.
"Pienso que está partido," dijo él.
Durante un segundo ella sólo lo contempló. Luego ella asintió . "Por supuesto." Ella revolvió entre sus objetos, encontrando el bálsamo de fenugreek. Frotó ligeramente un poco en la yema de un dedo y lo pasó sobre el labio masculino .
" Me dio un gran golpe en el mentón ," Rand confesó, "aunque nada parece estar roto."
Ella apretó suavemente el área. Rand se estremeció cuando ella encontró un punto sensible. "Es sólo una contusión."
"Sabes, estaba pensando cuando volvía a la fortaleza," él dijo mientras ella aplicaba el ungüento de romero sobre su mandíbula, " Tuviste suerte de no haberte cruzado con la Sombra ese día que me encontraste en el bosque ."
El dedo de ella se resbaló con el bálsamo, y ella le clavó el dedo en la mejilla. "Ah. Lo lamento ." Maldición ! Tendría que tener más cuidado. Miriel frotó el exceso de ungüento . ¿"Por qué dices eso?"
"Ustedes dos parecen tener la misma tendencia a esconderse arriba de los árboles."
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Rand estudió a Miriel de reojo . Aparte de un sutil movimiento nervioso de su labio, ella no mostró ninguna reacción sensible a ese comentario.
No era que él esperase eso. Pero eso se le había ocurrido mientras había venido cojeando de vuelta a la fortaleza de Rivenloch.
Era una idea absurda, él lo sabía . No había ninguna posibilidad de que Miriel pudiera ser la Sombra. Miriel era dulce, delicada, indefensa. Odiaba las peleas . Era imposible imaginar que esa doncella bondadosa que curaba sus heridas con sus manos suaves pudiera haberle infligido esas mismas heridas No, ella no era la Sombra.
De cualquiera modos, le gustaría echar una miradita a su rodilla.
"Yo no me escondo en los árboles," Miriel le dijo, limpiando un poco del ungüento que había caído sobre su hombro. "Yo rescataba a un gatito que se había subido a una rama."
Rand sonrió. Ella era buena. No había vacilado con esa mentira. Pero él sabía como eran las cosas. Un gatito atrapado en una rama habría estado chillando tan locamente como una de las damas de Mochrie. ¿"Rescatando a un gatito?"
"Sí." Ella se encogió de hombros. "Eres un caballero. Estoy segura que has ido al rescate de criaturas indefensas antes."
Un recuerdo desagradable de repente se cruzó por su cabeza, haciéndolo fruncir el ceño . "Salvé a un gato una vez cuando era chico. El pobrecito había sido pateado casi hasta la muerte por mi padre."
Miriel se puso rígida, y de repente Rand se preguntó si había contado demasiado. Pero ella pronto reanudó las curaciones, dando la vueltas detrás de él para examinar su espalda magullada. "Tu padre debe haber sido un hombre cruel."
Rand se encogió de hombros. "No peor que muchos otros , supongo." Él esperó haber mentido tan normalmente como ella había hecho. En verdad su padre había sido un borracho brutal , palurdo egoísta y malvado que había arruinado su infancia.
¿"Y tu madre?"
Los recuerdos de Rand respecto a su madre eran agridulces. Ella nunca había maltratado Rand . En efecto, ella se había ocupado de que él fuese educado en la casa noble de su padre. Pero había estado ciega a los abusos de su marido y también había sido demasiado débil como para defender a su hijo de esos abusos. "Mi madre murió cuando yo tenía catorce años."
"Ah. ¿Tienes hermanos? ¿Hermanas?"
Ran frunció el ceño mirando sobre su hombro. "Qué preguntona estás hoy."
Ella se encogió de hombros. "Sabes todo sobre mi familia. Yo no Sé nada sobre la tuya."
"Ah. Bien, tengo cuatro hermanos."
¿"Eso es todo ?"
¿"No es bastante?"
"Quiero decir, cuéntame algo mas sobre ellos. ¿Cómo son ? ¿ Son autoritarios como mis hermanas, o adoran el suelo que vos pisas ?" Rand hizo una mueca mientras colocaba una pasta picante detrás de su hombro. ¿"Ellos .... adorarme ?"
¡"No!" él dijo más enérgicamente de lo que pretendía. "No". La idea de algunos de sus hermanastros depravados encontrándose con la inocente Miriel era inconcebible.
" Qué pasa ? " Ella pasó un dedo a lo largo de su brazo. ¿"Ellos son más guapos que vos ?"
Él agarró su muñeca antes de darse cuenta que ella sólo estaba provocándolo . Con su grito ahogado, él aflojó el apretón y levantó su mano, colocando un beso en el dorso de ella. Rand chasqueó su lengua. ¿"Guapo? ¿Eso es todo lo que te preocupa ? Pensé que me amabas por mi inteligencia."
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Miriel realmente amaba su inteligencia. Pero no estaba dispuesta a admitirlo. Había descubierto algunas cosas muy reveladoras sobre sir Rand, que podía o no pertenecer a Morbroch, y ella no quería que él se alejase de esa conversación .
Ella adoptó un aire de inocencia. ¿"Tu inteligencia ? Ah, no. Siempre fue tu apariencia lo que me atrajo . Tus ojos lánguidos y tu nariz noble. Esa sonrisa sabrosa y ..."
"Continua. Dilo."
¿"Qué?"
"Mis hoyuelos."
¿"Tus ... qué?"
"Mis hoyuelos. Las mujeres aman mis hoyuelos."
Ella frunció la frente . ¿"Tienes hoyuelos?"
Él sonrió y sacudió la cabeza, mostrándole uno de sus atractivos muy celebrados.
Dios, esos hoyuelos eran adorables.
"Cuéntame más," suplicó ella, descubriendo un rasguño en su oreja y colocando un poco del bálsamo de eneldo en el. ¿" Cómo eras cuando eras chico?"
Rand suspiró.
A Rand por lo visto no le gustaba hablar mucho sobre su juventud, lo que significaba que debía haber sido desagradable. De hecho, ella había comenzado a dudar que él hubiese venido de la casa Morbroch . Los Morbrochs eran una familia jovial y de buenas intenciones . Cualquier hombre que hubiese pateado a un gato hasta casi matarlo habría sido colgado de los pulgares en esa casa.
"Supongo que me parecía a cualquier chico. Aprendí a agarrar una espada cuando tenía dos años. Monté mi primer caballo a los tres. Metía la nariz en los asuntos ajenos algunas veces y me gané unas cuantas cicatrices. Besé a una muchacha cuando tenía diez años. Tuve mi primer mujer ... "
Ella le golpeó la cabeza.
¡"Oh !" Él se rió entre dientes.
Ella tapó el frasco de la pomada. "He terminado."
¿"Terminado?"
Ella arqueó una ceja. "A menos que tengas un padrastro en alguna uña que necesite cirugía."
Él sonrió .
Ella juntó los tarros, lanzándole una mirada de soslayo a él mientras Rand se ponía la camisa, contemplando el espléndido movimiento de sus músculos. Podía apreciar su inteligencia, pero la imagen de su torso desnudo la hacía estremecer interiormente.
Miriel pensaba que había desentrañado el misterio de sir Rand de Morbroch. En efecto, él no era a quién afirmaba ser. Pero ahora sabía por qué él había mentido sobre su identidad. Y la verdad que había causado aquella mentira creó una oleada caliente dentro de ella que amenazaba con derretir su alma misma.
Cuando Miriel se dirigió hacia la puerta, hizo una pausa para darle una sonrisa tierna y una advertencia sutil. "No desafíes a la Sombra otra vez. Ningún hombre puede vencerlo . Sólo te causará mas daño con una próxima tentativa."
Con eso, Miriel hizo su salida , segura de que Rand era tan inocuo del mismo modo que era encantador.
Rand no era un espía, ni un criminal, tampoco un mercenario extranjero con la idea de tomar el castillo. Sólo era un muchacho perdido que buscaba un hogar, un lugar de pertenencia . De donde quiera que él hubiera venido , su vida pasada había sido mísera. Había tenido un padre cruel, una madre ausente, y hermanos de quienes prefería no hablar. Ahora tenía claro por qué él había venido a Rivenloch.
Él quería pertenecer.
Él probablemente había oído decir que los ilustres caballeros de Cameliard se habían aliado con los hombres de Rivenloch. Para un guerrero con talento, no habría ninguna otra fuerza a la que desearía de unirse. Pero era difícil llegar montando un caballo hasta las puertas de un castillo ,y como un trabajador independiente sin título de nobleza , ser aceptado en un ejército. Seguramente Rand había viajado hasta aquí con el objetivo de congraciarse con los soldados de Rivenloch.
Había mentido sobre todo.
Y seguía mintiendo.
Pero eran mentiras inocuas.
Él mentía cuando, ganaba excesivamente en los dados, y entonces fingía estar fatigado y abandonaba la mesa .
Mentía cuando, oyendo el cuento de su padre sobre la Batalla de Burnbaugh por cuarta vez, fingía gran interés.
Y mentía cuando afirmaba que no era un gran luchador. Miriel sabía como eran las cosas . Oh, sí, incluso había fingido mejorar por entrenarse con los hombres de Rivenloch y específicamente con Lord Pagan . Pero ahora ella sabía que su ineptitud fingida había sido una cuestión de cortesía. Rand había minimizado intencionadamente sus capacidades para hacerse caerles bien los hombres.
Tenía perfecto sentido. Si él hubiera llegado a Rivenloch, como un guerrero dotado, capaz de vencer a los mejores caballeros, habría hecho enemigos rápidamente. Ocultando sus talentos, la mayor parte de los hombres se mostraban dispuestos a darle consejos, a ayudarlo mejor sus habilidades, y por último sentirían orgullo por los avances de Rand.
Era un genio . Un plan un poco manipulador pero genial. Rand realmente parecía querer complacer a Pagan y a Colin, y a su vez suponía que detener al bandido local le aseguraría un lugar para entre los caballeros de Cameliard.
Lo que él no sabía era que ya había sido aceptado ya por su familia. Su padre lo trataba como a un hijo. Colin y Pagan bromeaban con él como si fuese un hermano. Y sus hermanas ya no le lanzaban miradas amenazantes cada vez que él tomaba la mano de Miriel. En verdad, ellas le habían dado permiso para llevarla a la feria sin ninguna compañía el fin de semana.

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