miércoles, 2 de septiembre de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 13 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 13



- Por qué no le muestras a galería a ella?
Adrian parpadeó al ser atrapado mirando a Clarissa mientras hablaba con el padre de ella y sonrió tímidamente ante la sugestión de John Crambray.
- Pueden ir. Ustedes dos me hacen recordar a mí mismo y a la madre de Clarissa cuando teníamos la edad de ustedes. No parábamos de buscarnos con los ojos, siempre queriendo tener al otro en la mira. - él sonrió ante el dulce recuerdo y agregó : - Todavía la extraño.
Adrian levantó una ceja.
- Y Lydia?
- Lydia. - lord Crambray soltó un suspiro. - Lydia fue un error en mi vida. Creí que Clarissa necesitaría la ayuda de una madre hasta que se hiciese más adulta, especialmente después del escándalo. Tampoco quería colocar sobre los hombros de toda el peso de las responsabilidades domésticas siendo todavía tan joven. Fue un casamiento de conveniencia. Yo sabía que nunca podría amar a otra mujer como amé a mi Margaret. - él suspiró nuevamente y sacudió la cabeza. - Pensé que Lydia entendería eso. Es más, ella me dijo que entendía perfectamente. Pero no entendió nada. Creyó que yo solamente estaba atravesando la etapa de luto y, que tan pronto me recuperas, llegaría a enamorarme de ella. Cuando se dio cuenta que eso no iba a suceder… - él se encogió de hombros y su mirada se posó en su hija. - Clarissa es igual a su madre. No es sólo que se parece físicamente a su madre, tiene el mismo carácter de Maggie. Por eso, en la cabeza de Lydia, Clarissa rivaliza con ella por mi afecto.
- Entiendo - dijo Adrian pensativamente. Eso explicaba mucho sobre el comportamiento de la madrastra. Cometía crueldades alegando que eran para el bien de Clarissa.
- Me agrada ver que vos y Clarissa se identificaron . Creo que van a ser tan felices como la madre de ella y yo fuimos. Ahora ve a mostrarle la galería - él insistió y agregó : - Yo iba a sugerir un paseo por el jardín donde ustedes tendrían más privacidad, pero como está lloviendo, la galería es lo mejor que puedo proponerles.
- Gracias - Adrian agradeció y cruzó la sala para darle la mano a Clarissa.
Clarissa conversaba con la madre de Adrian, con Mary, una prima de él, y con Lydia. Por primera vez desde que había conocido a Adrian, parecía estar pasándolo bien en un baile. Hasta parecía hasta feliz. Pero quien se mostraba infeliz era Lydia. Al contrario de Clarissa , cuya felicidad se translucía en su mirada, la cara de Lydia no escondía su tristeza y depresión. Si no fuese por el número de veces que deliberadamente había hecho sufrir a Clarissa, Adrian habría sentido pena por ella.
Ese era la primer fiesta en la que participaban desde el incendio. Lydia se había negado a dejar a Clarissa ir a fiestas sin la compañía de ella y se había rehusado a asistir a cualquiera de ellas, alegando que no soportaría el escándalo social . Pero con la llegada de John todo había cambiado. Él había insistido para que saliesen aquella noche y había insistido para que Adrian los acompañase, haciéndolo viajar en el carruaje de ellos. Era notorio el esfuerzo de lord Crambray para que Adrian se sintiese incluido en la familia.
- Adrian?
El sonrió ante la voz segura de Clarissa al aproximarse. A pesar de su visión deficiente, ella siempre parecía reconocerlo.
- Si, querida - él confirmó. - Tu padre sugirió que te muestre la galería.
Lydia comenzó a esbozar una protesta, pero se calló . No podía contrariar la voluntad de su marido. Dando una amplia sonrisa, Clarissa tomó la mano que él le ofrecía y se levantó , saliendo ambos del salón de baile.
- No imaginaba que vos y mi padre fuesen tan buenos amigos - dijo ella al caminar por el hall en dirección a la galería.
- Bien, tal vez no seamos amigos íntimos , pero nos escribimos con mucha frecuencia. Él es una persona macanuda.
Ellos entraban en la galería y Adrian estaba tan encantado observando todo que no vio a una mujer delante suyo y se chocó con ella.
- Lord Mowbray
Adrian bajó la vista al oír esa voz ronca y apretó los labios al ver de quien se trataba.
Lady Blanche Johnson.


Su mirada recorrió los cabellos rubios platinados y el cuerpo exuberante de la mujer. Hacia diez años que no se encontraban y se habría sentido feliz si la no hubiese visto por otros cincuenta años mas . Esa mujer había amargado su vida. Ella era una víbora. Había sido la única persona que no se había apartado de él al ver su cicatriz. Es más, ella le había sonreído y había coqueteado con él. Y había aceptado sus caricias respondiendo con placer.
Solamente después de atraerlo a su casa y seducirlo , Adrian se había enterado de quien era ella . Poco después de tener sexo, todavía sudados e jadeantes, ella había comenzado a reírse a carcajadas, comentando que siempre había considerado que los hombres bizarros eran excitantes y perfectos en la cama.
Adrian se había quedado congelado con ese comentario y el fuego de la pasión se había enfriado en ese instante . Había sentido nauseas mientras que ella iba mencionando algunos de sus "amantes bizarros" . Había comentado que un hombre con una pierna mutilada y un tuerto hasta entonces habían sido sus favoritos, pero que la experiencia con Adrian había sido mejor todavía. Había completado su discurso diciendo que los hombres deformes estaban siempre dispuestos a complacer y agradar a una mujer con tal de llevarla a la cama. La deformidad los hace sentirse desvalorizados , están hambrientos de afecto y de sexo, por eso son tan buenos en la cama. Yo los llamo "mis monstruitos", Blanche había concluido.


Adrian había dejado Londres dos horas más tarde. Le había parecido que ya yo tenía ninguna razón para permanecer allí. La mayor parte de la ciudad lo hallaba repugnante y no estaba interesado en ser el monstruito bizarro para nadie.
- Dios , continuas atractivo como siempre - Blanche lo elogió, colocando una mano sobre el pecho de él.
Adrian sacó la mano de manera tan brusca que hasta podría haberla lastimado, pero todo lo que vio eb los ojos de Blanche fue excitación.
- Lady Johnson, permite que te presente a mi prometida, lady Clarissa Crambray - dijo él, con una advertencia fría en la mirada.
- Hola, querida. - Blanche ni siquiera se tomó el trabajo de mirar en dirección a Clarissa. Había lujuria en sus ojos grises. sin desviarlos de Adrian, comentó : - Qué jovencita de suerte , querida, te conquistaste un verdadero garañón .
Adrian vio a Clarissa fruncir las cejas y apretar los labios. Sintió rabia crecer dentro de él. Lady Johnson se estaba arriesgando en un juego peligroso.
- Después que lleves a tu amiguita de vuelta a su casa, pasa por mi mansión y beberemos algo , mi lord . Mejor dicho yo beberé algo de vos .. - Blanche murmuró.
El comportamiento de Blanche era un insulto para Clarissa, un insulto que Adrian no permitiría.
- Ya bebiste de mí todo lo que tenías que beber , Blanche - él replicó secamente, omitiendo deliberadamente el título de lady. Dandole la espalda, en una actitud de evidente desprecio, tomó a Clarissa por el brazo y la apartó de la rubia , quien se quedó plantada en la puerta.
- Ella parecía… interesante - comentó Clarissa insegura, mientras recorría con Adrian el largo salón con pinturas colgadas en las paredes.
- En verdad , ella no es interesante para nada - él aseguró.
- No sé, no llegué a conocerla bien.
Clarissa se quedó en silencio por algún tiempo. Adrian observó que ella se mordía los labios. Parecía que quería decirle algo, pero se contuvo cuando pasaron por al lado de otra pareja.
- Adrian, debo decirte una cosa… no quiero… bien, si vos no quieres casarte conmigo, no te sientas obligado.
Adrian se congeló, sintiéndose invadido por la ansiedad.
- Qué?! - preguntó atónito, intentando aclarar la situación : - Clarissa, Blanche no significa nada para mí. No la veo hace diez años.
- Ah, no necesitas justificarte, mi lord . No estoy diciendo eso por causa de ella. Es que… sé que vos hiciste el pedido de matrimonio porque fuimos sorprendidos aquella noche. No quiero que te cases conmigo solamente para evitar un nuevo escándalo.
- No quieres casarte conmigo? -Adrian preguntó, en un tono de voz más áspero del que pretendía.
- Claro que quiero! - se apresuró Clarissa a responder y sonó tan sincera que él se relajó de inmediato. Ella entonces agregó : - Pero no quiero anteponer mi felicidad a la tuya. Prefiero sufrir las consecuencias de un escándalo a…
Las palabras quedaron suspendidas en el aire porque Adrian la agarró por el brazo y la sacó de allí, volviendo al hall. Allí abrió una puerta, pero al ver que en la sala había gente, la cerró de manera brusca. Todo lo que deseaba era probarle a Clarissa que quería, , y mucho, casarse con ella, que ese deseo no tenía nada que ver con los escándalos. Era evidente que los acontecimientos de esa noche habían precipitado las cosas, pero, más tarde o más temprano él habría pedido la mano de ella. Clarissa debía creerle eso y sólo había una manera de probárselo . Pero era necesario que tuviesen privacidad para que pudiese hacerlo a su modo.
Adrian miró de un lado al otro del hall y empujó a Clarissa hasta a puerta siguiente, la abrió y constató que esa sala también estaba ocupada. Al abrir una tercer puerta y verificar que esa sala también estaba ocupada, él miró desanimado a su alrededor . Notó entonces una puerta diferente a las demás. Al abrirla descubrió que daba a una minúscula despensa. Él imaginó que el hall no estaría vacío por mucho tiempo, entonces empujó a Clarissa dentro de la despensa .
- Qué vinimos a hacer aquí ? - ella preguntó confundida, al verlo apartar algunos elementos de limpieza para hacer un poco de espacio para los dos.
En vez de responder, Adrian espió afuera, para asegurarse que el hall seguía vacío, y cerró la puerta.
- Adrian? - Clarissa insistió y fue callada con un beso. Había en él un fuego acumulado de los muchos días en que no había podido hacer otra cosa mas que observarla, reír, hablar y sonreír.
Visiblemente confundida y asustada, en el primero momento Clarissa permaneció inmóvil en los brazos de él, pero ese momento duró muy poco, pues pronto su cuerpo se relajó al contacto con el de Adrian y sus brazos lo envolvieron.
Adrian gimió cuando ella comenzó a ronronear de placer, aferrándose a él como una gata mimosa. La suavidad de ese cuerpo moviéndose contra el de él y esos gemidos lo habían enloquecido las veces anteriores.

Dios, en esa despensa abarrotada, necesitaría un gran auto control o acabaría haciendo el amor con ella apoyado contra la pared. Seguramente no era la mejor iniciación para una virgen. Pero a su cuerpo no parecía importarle. Clarissa continuaba a suspirando y rozando su cuerpo, y éste respondía con una tremenda erección. Adrian se decía a sí mismo que eso era todo lo que les estaba permitido, pero sus manos ignoraban la razón: una de ellas descendió hasta debajo de la cintura, presionando el cuerpo delgado contra el suyo, mientras la otra fue buscar las curvas de sus pechos, acariciándolos y estimulándolos.
- Oh, Adrian… - Clarissa murmuró, jadeando cuando Adrian interrumpió el beso y sus labios deslizaron por su cuello. Ella soltó un nuevo gemido que sólo hizo que la erección de él aumentase.
En ese momento Adrian deseó que estuviesen casados. La llevaría directamente a su casa y a su cama. No lograba pensar en nada más , todo su cuerpo reaccionando a la mano traviesa de Clarissa que ahora , curiosa, exploraba su erección.
- Qué tienes dentro de tus pantalones, mi lord , es algo que me está presionando? - murmuró ella casi sin aire, obteniendo apenas un jadeo lastimero como respuesta.
Adrian quería implorar para que ella lo tocase con mayor presión, para que descubriese sola de que se trataba ese bulto , para que simplemente metiese la mano dentro e sus pantalones para poder sentir la crudeza de las fuerza de su deseo.
- Cuánto falta el casamiento , Clarissa? - él preguntó afligido.
Clarissa hizo una pausa, respirando pesadamente e intentó calcular. Le llevó unos segundos para responder
- Una semana, mi lord .
- Todo ese tiempo ?
- Parece mucho, pero no es tanto .
Adrian se quedó paralizado al oír el comentario viniendo desde afuera de la despensa. Por un breve momento, tuvo la sensación que había otra persona allí con ellos. Estaba oscuro y no podía para ver nada, pero se dio cuenta que Clarissa estaba muy asustada, pues su cuerpo se había puesto rígido.
Adrian vaciló y finalmente le preguntó a Clarissa:
- Yo estoy loco o eso sonó muy parecido a la voz de tu padre?
Antes que ella pudiese responder, la voz del otro lado de la puerta respondió :
- Si, bastante parecido.
Blasfemando groseramente , Adrian intentó apartarse de Clarissa lo máximo posible dentro de ese minúsculo cubículo, enderezó los hombros, respiró profundamente y abrió a puerta para salir. Honestamente estaba preparado para recibir un puñetazo en la cara o para recibir un desafío al duelo para ese amanecer. Pero se encontró con un John Crambray risueño, apoyado en la pared opuesta a la despensa, con una expresión muy divertida.
Adrian esbozó una sonrisa estrangulada.
- Discúlpeme - intentó justificarse. - Clarissa pensó que yo solamente quería casarme con ella para salvarla del escándalo y yo estaba intentando probarle que realmente la quiero.
- Era eso lo que estabas haciendo? - Clarissa preguntó sorprendida, saliendo de la despensa.
Adrian iba a responder, pero a; ver o estado de ella, intentó inmediatamente acomodar y alisar su ropa antes que alguien la viese. John Crambray también se aproximó para ayudar, levantando los cabellos sueltos de su hija.

- Si, era lo que estaba haciendo - respondió él, procurando acomodar el escote del vestido. - Qué otro motivo tendría para meterte en una despensa?
-Para besarme - dijo Clarissa con simplicidad.
Adrian volvió los ojos al rostro divertido de John Crambray y suspiró.
- Tienes razón, Clarissa, pero quise besarte para probar cuanto te quiero, que mi pedido no fue un mero gesto de caballerosidad de mi parte.
Ella pareció perpleja al oír el comentario.
- Pero por qué simplemente no me lo dijiste, mi lord ?
- Cuanta ingenuidad ! - John Crambray dijo, riendo, y le explicó : - Porque los hombres no piensan de la misma manera que las mujeres, Clary. Las mujeres hablan, los hombres actúan. Y por eso que fue creada la expresión "hombre de acción"
- Entendí - respondió Clarissa, no pareciendo haber entendido nada.
Adrian dio un paso hacia atrás para examinarla. El vestido estaba en orden, pero aparentemente el padre estaba teniendo dificultad arreglarle el cabello. En verdad , ella estaba bastante despeinada.
Lorde Crambray miró la cabeza de su hija, frunció la frente y se volvió hacia Adrian.
- Sabrías arreglarlo ?
- No - Adrian confesó - Pero tal vez mi madre sepa. Aguarden aquí que voy a buscarla.
John asintió con la cabeza y Adrian se apresuró a ir buscar a su madre. La encontró todavía sentada en el mismo lugar con lady Lydia y Mary. Cuchicheando, él le explicó el problema. Ella inmediatamente se levantó y salió del salón de baile, pero, en el momento en que Adrian se volvió para seguirla, Lydia dijo :
- Ella pronto tendrá los anteojos nuevamente.
Adrian se congeló y retrocedió :
- Qué dijo?
- Le envié un recado a Crambray para que mandasen los anteojos de repuesto aquí a Londres. Pronto llegarán. - ella sonrió . -Entonces, Clarissa conseguirá ver correctamente y verá con quien se está por casar. Ella parece feliz ahora. Pero me pregunto si continuará así cuando tenga los anteojos.
- Claro que ella continuará feliz - afirmó Mary con firmeza. Levantándose ella enlazó su brazo en el de Adrian. - Ven, vamos a juntarnos con Clarissa y tu madre.
Adrian permitió que su prima lo condujese afuera del salón, su cabeza giraba en un torbellino. Clarissa pronto tendría los anteojos de vuelta y podría verlo. Su mente entró en pánico. Ella lo vería.
- Estás bien? - Mary preguntó preocupada cuando llegaron al hall. - Te pusiste tan pálido cuando Lydia dijo que los anteojos de Clarissa pronto llegarían.
Adrian no respondió, no sabía qué decir. No se estaba sintiendo bien. De hecho , se sentía con nauseas, pero no comentaría nada con Mary.
- Clarissa va a amarte así como vos la amas, Adrian.
El quería poder creer en eso, pero sentía el pecho oprimido por el miedo y el dolor.
- Dónde está Reginald? - preguntó.
- Creo que fue a jugar a las cartas con los hombres. Por qué ?
- Debo hablar con él - Adrian respondió, dando una palmada en la mano de su prima. - Gracias , Mary. Mi madre y Clarissa están allí. Voy a hablar con Reginald y después las encuentro .
Mary asintió distraídamente y preguntó :
- Qué pasó con el cabello de Clarissa?
- Quedó medio desaliñado, y mi madre la está peinando - Adrian explicó, visiblemente preocupado al ver que el cabello de Clarissa estaba todavía peor que antes.
Sacudiendo la cabeza, Adrian trató de ir a la sala donde los hombres y unas pocas mujeres jugaban a las cartas. Pronto avistó a Reginald. Su primo estaba vibrante cuando se aproximó. Debía haber ganado esa partida.
- Reginald, necesito hablar con vos - dijo Adrian, parandose detrás de la silla de él.
- Puedes hablar.
- Tiene que ser en privado.
- No puedes esperar que termine de jugar?
Adrian vaciló, ponderando la cuestión.
- No - dijo finalmente.
Reginald dio un suspiro y se levantó .
- Señores, déjenme fuera de esta jugada. Vuelvo en seguida.
- Gracias , primo - Adrian murmuró al atravesar la sala para hablar.
- Bien . Qué pasa que es tan importante?
- Lydia mandó a buscar los anteojos de reserva de Clarissa.
Reginald lo encaró, sin entender.
- Y entonces?
- Ella podrá ver.
Reginald levantó una ceja y repitió :
- Y entonces?
- No puedo dejar que ella me vea…
- Adrian, piensa un poco - Reginald lo interrumpió . - ella va a ser tu mujer y, día más menos día, acabará viendote. No pretendes darle continuidad a esta maldad de Lydia y mantenerla ciega indefinidamente, verdad ?
- No, claro que no, pero…
-Pero, qué ?- Reginald se exasperó.
- Necesito más tiempo.
- Para qué?
Adrian desvió los ojos, vaciló y dijo :
- Tal vez si ella llegase a amarme antes que pueda verme…
Viendo la mirada de piedad de su primo, Adrian giró el rostro. Tragó en seco. Parecía que tenía un nudo en la garganta. Era un adulto, pero se sentía como un niño de seis años amenazado con perder a su mejor amigo.
- Adrian - Reginald colocó la mano en el hombro de su primo, encarándolo con firmeza -, En primer lugar, tu cara no es algo tan impresentable . En segundo, estoy seguro que a Clarissa no le importaría aún si lo fuese. Y, en tercer lugar, si eso afecta los sentimientos de ella por vos, no es mejor enterarse ahora?
Adrian se encogió de hombros , derrotado.
- Tal vez .
- Todo estará bien - Reginald le aseguró , dandole una palmada en el hombro de él. -Ve a disfrutar de la compañía de tu novia. Finalmente puedes estar con ella sin tener que hacer planes dementes . Ve a besarla, hombre.
Adrian observó a Reginald volver al juego y se dio vuelta para retornar al hall. Se quedó sorprendido al ver que no había más nadie allá, ni Clarissa, ni su padre, ni su madre. Se le ocurrió que tal vez hubiesen conseguido acomodar el cabello de Clarissa y habían vuelto a la fiesta. Comenzaba a dirigirse al salón cuando oyó la voz da madre y después la de Clarissa. Él se detuvo en el hall y miró a su alrededor . La puerta de la sala que quedaba al lado de la despensa y que antes estaba cerrada, ahora estaba abierta, él se aproximó y espió dentro de la sala. A sus ojos le costaron creer en lo que veían.
- Cielos, qué le hicieron en el cabello? - Adrian preguntó entrando en la sala. Tomando a Clarissa por la mano, él la sacó de las garras de las dos personas que habían acabado de estropear el peinado de ella.
- Está tan mal? - Clarissa preguntó preocupada, pasando su mano por el cabello.
- No, no lo está - lady Mowbray se apresuró a responder, sin mirar a su hijo.
El cabello de Clarissa, levantado de ese modo, parecía un nido de ratas, y en nada se parecía al lindo peinado con que ella había llegado a la fiesta.
Adrian sacudió la cabeza .
-Madre…
- No me vengas a retar, Adrian. No fui yo quien la despeinó . Tener el coraje de meter a la pobre Clarissa en una despensa, por el amor de Dios. Ella sólo podría acabar despeinada!
- Bien, se está haciendo tarde. Tal vez sea mejor que lleves a Clarissa a casa en el carruaje, hijo - John Crambray sugirió . - Pídele al cochero que después vuelva a buscarme a mí y a Lydia.

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