lunes, 14 de septiembre de 2009

LOCURA DE VERANO - CAPITULO 4 - TORI PHIILLIPS

CAPITULO 4


Deslizando los dedos a lo largo de la baranda, Katherine bajó la sinuosa escalera de piedras que llevaba al salón principal del castillo. Las dulces armonías de la música que Columbina tocaba le decían que todo estaba saliendo como había sido planeado... Bien, hasta ese momento.
Al pie de los escalones, Kat se acomodó la toca y el velo blanco que colgaba de ella, y respiró profundamente . Finalmente había llegado el momento de conocer al muchacho que el rey le había enviado como novio. Levantando el borde de sus faldas, ella entró al interior del enorme recinto central de Bodian.
Cuando notaron su presencia, dos altísimos hombres rubios se dieron vuelta hacia la anfitriona. Deteniéndose abruptamente, Katherine casi tropezó con el borde de su vestido. Por Dios ! Quiénes eran esos hombres? Y dónde estaba sir Brandon?
- Buen día, amable dama - la saludó el primero en un tono gentil, sacándose el sombrero azul al curvarse en una reverencia. - Tengo
el honor de estar dirigiéndome a lady Katherine Fitzhugh?
- Yo ...yo no ...
Para disimular la sorpresa y ganar un poco de tiempo para pensar, Kat dobló las rodillas en graciosa reverencia. Tal vez estuviese confundiendo la identidad de los visitantes. Serían esos dos caballeros meros emisarios del monarca sin ninguna relación con su prometido? Si fuese así, ella necesitaba declarar de inmediato quien era realmente . Pero si...
Enderezándose lentamente, Katherine se forzó a sonreír y dijo la primera cosa que se le ocurrió :
- Perdónenme, caballeros. No tenemos el hábito de recibir nobles caballeros en Bodian con frecuencia. Deben estar imaginando que soy una tonta.
Kat se adelantó en dirección a ambos, rezando para que uno o otro se presentase. Entonces contuvo la respiración. Qué bello par de hombres! El que usaba sombrero de fieltro tenía ojos de un azul que la hacía acordar al cielo de verano reflejado en las aguas calmas de una laguna, aunque sus modales fuesen un tanto exagerados para el gusto de ella.
El segundo hombre aclaró la garganta y también le hizo una reverencia, no tan ostensiva como la del primero, para después declarar:
- Somos nosotros quien debemos pedirle perdón, mi lady. Pensé que su administrador le había anunciado nuestra llegada. Después de todo / , parece que todos aquí, en el castillo, nos observaron mientras nos aproximábamos.
- Ah, si... - ella no sabía como proseguir.
- Bien, permítame presentarle a sir Brandon Cavendish, de Wolf Hall - él señaló a su compañero.
Katherine parpadeó varias veces ante el sonriente caballero, para después arquearse en una nueva reverencia. Cavendish? Pero no se trataba de un muchacho imberbe, sino de un hombre en el esplendor de la edad. Era ese el prometido que Henry había escogido para ella? Oh, Miranda se iba a desmayar cuando pusiese sus ojos en ese rostro de rasgos tan distinguidos!
- Y yo soy sir John Stafford, y he venido especialmente para ser testigo y poder narrarle su alegría a nuestro rey.
Katherine miró al segundo hombre. Esa vez , sus rodillas temblaron como las de una doncella quinceañera, haciendo que su cuerpo perdiese el equilibrio y comenzase a balancearse. Movido por la urgencia de la situación, Brandon la sostuvo antes que ella cayese al suelo en un poco digno montón de faldas y enaguas. Con una sonrisa burlona en los labios, él la condujo a una de las sillas con elevado respaldo.
- Estás mejor, mi lady? Debo llamar a un criado?
- No , no. Gracias, noble caballero. Resbalé y... Es que somos muy meticulosos con el encerado de los pisos para... Oh, soy muy torpe!
Kat sintió su rostro arder. Si sir Brandon era la réplica de un Dios griego enviado a la Tierra, sir John era Dios bajado a la Tierra. Un poco más alto que SU amigo, Stafford poseía hombros que, de tan anchos y fuertes, parecían hacer presión en las costuras de su túnica. Mientras sir Brandon tenía la voz dulce como la miel , el tono más grave de la voz de sir John prometía peligro y excitación.
El salón se movió delante de los ojos de ella, y Kat se agarró a los brazos de la silla. Necesitaba controlarse. Ya no era más una doncella virginal, mismo una mujer de veintinueve años. Se consoló diciéndose que, al estar cerca de la hora de cenar, ese vértigo sólo podía ser resultado del vacío en su estomago.
Brandon se arrodilló delante de la silla, tomándole una de las manos heladas entre las suyas.
- Yo no usaría la palabra torpe para describirla, mi lady - dijo él, rozando los labios en el dorso de la mano fría.
Por los ángeles del cielo! Con qué extraña magia ese desconocido la estaba envolviendo? Y justo delante de los ojos de su prometido... No, sir Brandon no era su prometido, pues ella no era Katherine en ese momento.
- Temo informarles que no soy la dama que... - Kat se interrumpió, imaginando lo que decir a continuación.
La sonrisa de Brandon se ensanchó . Rehusándose a soltar la mano de ella, él examinó los ojos verdes, los hombros delicados, la curva de los pechos escondidos por la pechera sin adornos de un vestido sencillo. Después, comentó :
- Permítame decir que su belleza me deslumbra, mi lady.
Sería posible que ese hombre estuviese intentando seducirla con la sonrisa y la mirada? Katherine sintió su corazón acelerarse y trató de enderezarse en la silla. El sentido común le decía que debía aclarar la situación, aunque toda esa representación solamente fuese una farsa.
- Soy la señorita Miranda Paige, prima de la lady de Bodian.
- Qué pena... - susurró Brandon para sí mismo. sin entender qué quería decir con eso, Kat empezó a representar el papel que le correspondía:
- Lady Katherine les solicita paciencia, caballeros, pues la rapidez de su llegada nos tomó desprevenidas. - Volviéndose hacia John, ella agregó : - Mi prima está allá arriba , preparándose para recibirlo, sir Brandon.
Ahora le quedaba esperar que, aún deslumbrada con el inesperado atractivo de los dos caballeros, Miranda no se olvidase del papel que tenía que desempeñar.
- Es necesario cierto tiempo para preparar una obra de arte, lo que hace la espera aún más ansiosa - respondió John, lanzando una mirada rápida a su amigo.
- Es verdad - murmuró Brandon, soltando finalmente la mano de Kat.
Como un pájaro encerrado en una trampa, ella sintió su corazón afligirse dentro de su pecho. Un silencio incómodo se instaló entre los tres, y Katherine dio gracias a los cielos por haberle pedido a Columbina que se encargase de tocar el laúd . La música tocada por la joven llenaba el vacío de palabras.
Mordiéndose el labio, Kat entonces pensó en algo sensato para decir. Ni Lewknor ni Fitzhugh se habían tomado el trabajo de cortejarla, y ella sólo había visto por primera vez a sus fallecidos maridos en el altar da Iglesia donde había pronunciado los votos matrimoniales. Durante los trece años de casamientos infelices, nunca había tenido la oportunidad de ejercitarse en una conversación insinuante o en un coqueteo romántico. Oh, qué Santa Ana la ayudase!
- Debo confesar, señorita Paige, que, al cruzar los portones del castillo, yo no esperaba encontrar un salón tan agradable en su interior. - John dio
una mirada a su alrededor , como para reafirmar su opinión. - Una fortaleza sólida por fuera, un lugar agradable y acogedor por dentro.
- Si, yo ... Nosotros estamos bastante satisfechos con el resultado de los trabajos de pintura en las paredes anteriormente desnudas. Los tapices y los muebles son motivo de orgullo para... para a mi prima. Varias reformas fueron hechas desde que el marido... de mi prima falleció .
- Ah, si, oí decir que lady Katherine ya estuvo casada - comentó Brandon, reticentemente.
- Dos veces - explicó Kat.
- Y fueron uniones felices? - insistió Brandon.
- No , mi lord , no lo fueron - ella optó por la verdad.
- Y les ruego que, para el bien de mi prima, no mencionen a sus fallecidos maridos.
- Buen día, caballeros, y sean bienvenidos a mi... mi Dios! - Miranda se detuvo en la entrada del salón y, pasmada, quedó mirando a los visitantes sin saber qué hacer.
Katherine corrió junto a ella. le apretó la mano súbitamente sudada y, sin vacilar, declaró :
- Caballeros, tengo el honor de presentarles a lady Katherine Fitzhugh.
El asombro los hizo intercambiar una mirada avezada. Controlándose, los dos se quitaron nuevamente sus sombreros y se curvaron en una reverencia de cortesía.
- Creo que me voy a desmayar - gimió bajito Miranda, apretando la mano de Kat como si de ella dependiese el aire que respiraba.
- Los ángeles del cielo deben estar llorando su soledad desde que la dama bajó a esta Tierra - John no contuvo el elogio.
- Considéreme su criado - dijo Brandon, en un tono más vigoroso.
- Di algo ! - le murmuró Katherine a su prima.
- Se sean bienvenidos a... a Bodian - balbuceó Miranda.
- Ya les diste la bienvenidas - Kat le llamó la atención , mientras la conducía cerca de los dos caballeros del rey.
- El viaje fue... largo? - Miranda miró a uno y al otro y, en un susurro casi inaudible, le preguntó a su prima: - Cuál de ellos es sir Brandon?
Kat vio una sonrisa huidiza curvarse en los labios de ese que creía ser el amigo de su prometido. Brandon efectivamente había oído la pregunta de Miranda y fue rápido para darle un leve codazo a John, quien respondió a continuación:
- Yo, querida dama, tengo el honor de ser el hijo mayor de sir Thomas Cavendish, conde de Thornbury. Soy sir Brandon Cavendish. Le traigo los saludos y los mejores deseos da mi familia y de nuestro gran rey, Henry, quien hizo posible esta mi alegría. - él volvió a curvarse en una sincera reverencia.
- Oh! - exclamó Miranda, aún más pálida.
- Retribúyele los saludos - Kat le susurró a ella. - Y trata de no desmayarte.
- El honor es todo mío, sir Brandon. - Miranda se dobló en una profunda reverencia, dando la impresión de que se había congelado en esa posición.
- El placer de haberla escogido como mi prometida es una satisfacción que va a alegrar el resto de mis días. - John se arrodilló delante de ella, tomándole una de las manos para depositar un suave beso en cada dedo. - Créame, mi dulce dama, cuando le digo que guardaré este momento para siempre en mi corazón.
Katherine miró a quien juzgaba ser sir John y lo vio apretar los labios en una expresión disgustada. Ella también considerado el saludo de sir Brandon excesivamente ceremonial y empalagos, pero era evidente que las palabras de él habían surtido un efecto devastador en Miranda.
Brandon notó que Kat parecía pensar lo mismo que él. Intentando imponerse a esa insólita escena, carraspeó y le dijo a Miranda:
- Permítame presentarme, lady Katherine. Soy sir John Stafford, humilde súbdito y caballero del rey.
- Oh, si - respondió Miranda sin mirarlo, perdida en las profundidades del azul de los ojos de John.
Katherine frunció las cejas al concluir que su prima estaba extasiada con su prometido. Miró nuevamente a quien presumía ser sir John, pero Brandon apenas encogió los hombros en respuesta. Aunque ese fuese un gesto natural, denotaba una vitalidad tan intensa que la atrajo como a una abeja a una flor. Ah, por qué no había sido él el escogido por el rey para convertirse en su marido?
- Perdóneme, mi lady. - John finalmente se levantó , trayendo a Miranda con él. - Quedé encantado con su hermosura.
- Mi... mi prima ya les ofreció algo para tomar después de tan largo viaje? - preguntó Miranda.
- No . - Brandon volvió a mirar a Kat, haciéndola ruborizar. - Pero acepto lo que q ella tenga para ofrecerme.
El aire alrededor de Katherine crepitó como si relámpagos azotasen la tierra. La afirmación de Brandon le provocó un delicioso escalofrío a lo largo de la espina dorsal, y la mirada que él le lanzaba era como una caricia, como un... Un gran absurdo! Santo Dios, cómo se dejaba llevar por esa idea tan impropia, casi libidinosa?
- Ya encontré toda el refresco que necesitaba en los ojos da mi prometida - declaró John, trayendo a Miranda más cerca de sí.
Kat se intentó de risa , cosa que no hacía había casi dos décadas. Pero rápidamente trató de disculparse :
- Oh, perdóneme. Es que, por estamos tan lejos de la corte, casi nunca oímos declaraciones tan... calurosas.
- Me temo que mi amigo haya traspasado un poco los límites en este primer encuentro, señorita Miranda. - Brandon miró significativamente a John, para recordarle sus modales. - No te atropelles, Jo... sir Brandon! Tal vez lady Katherine quiera ver el regalo que le trajiste.
- Oh, es verdad ! - John finalmente soltó la mano de Miranda, tomando del bolsillo del saco bordado con hilos de oro una bolsita de terciopelo rojo. - Para vos, querida dama, una pequeña celebración de nuestro compromiso.
- Cuánta gentileza! - Maravillada, Miranda casi dejó caer la bolsita al piso.
- Por qué no te sientas, prima? - preguntó Katherine, empujándola junto a una silla.
Apretando la bolsita roja de contra su pecho , Miranda se dejó caer entre los brazos de madera tallada de la silla.
- Mi prima está emocionada por recibir la visita de tan nobles caballeros - explicó Kat.
- Ese sentimiento es compartido por el hombre que desea recorrer todos los laberintos del corazón de ella - coqueteó John.
- Por todos los santos! - murmuró Brandon, exacerbándose.

Con las manos temblorosas, Miranda desató el nudo del cordón de pasamanería doradas y abrió la bolsita. De su interior sacó una cadena de oro, cuyos eslabones tenían forma de flores. Un cisne, esculpido en una gran perla de agua dulce, con sus alas cubiertas por minúsculos diamantes, pendía de la cadena.
- Oh, Mi Dios! - ella exclamó, levantando la joya hasta que un rayo de sol la iluminó.
- Santa Ana! - exclamó Katherine, casi al mismo tiempo.
Desde el lugar reservado para los juglares , en la galería, Columbina estiró el cuello. Y quedó tan atónita al vislumbrar el fabulosa regalo, que dejó caer el laúd .
- No puedo aceptar un regalo como este! - Los ojos verdes de Miranda se humedecieron.
- La joya no te agrada, mi lady? - John miró a Brandon con una expresión confundida, después volvió a concentrar su atención en Miranda. - No te gusta la perla ... o el cisne?
- Oh, no, me encantan , pero... pero...
Katherine apretó el hombro de su prima con fuerza, mientras aclaraba:
- Es que se trata de un regalo extremamente caro, mi lord . Nosotros llevamos una vida muy frugal y austera aquí, en el campo. Casi no tenemos oportunidad de apreciar el arte de los trabajos de los orfebres en Bodian. En verdad , ni siquiera me recuerdo la última vez que vi una joya tan bella como esta, sir Brandon.
- Yo nunca había visto algo así - agregó Miranda, pasando la punta del dedo a lo largo de la cadena de oro.
- Creo que lady Katherine no perdió el aliento por poco... - retrucó Kat, apretando otra vez el hombro de su prima.
Radiante, Miranda miró a John y habló, con voz medio vacilante:
- Créeme, mi lord , cuando te digo que nunca, en toda mi vida, recibí un regalo como este. Le estoy muy agradecida, y bendigo su buena intención. Voy a recordar este día para siempre.
- Puedo tener el honor de colocar la cadena alrededor de tu cuello, mi lady? - preguntó John, acercándose a la silla. - Una joya como esta requiere un cuello especial, que sólo tu magnífico cuello puede proporcionar.
- Por favor, sir Brandon - intervino Kat, al percibir que su prima estaba a punto de desfallecer. - Todos queremos ver como le queda la joya.
John apartó con extremo cuidado las mechas de cabellos que ocultaban la nuca de Miranda. Cerrando los ojos, ella suspiró.
Mientras él cerraba el seguro de la cadena, Katherine maldijo mentalmente a. su prima, Seguramente, ya estaba subyugada por los encantos de tantos galanteos. Necesitaba tener una pequeña conversación con ella, para llamarla a la razón antes que fuese demasiado tarde .
- Quedó perfecto! - dijo Brandon en un tono muy alto. - Apártate un poco, sir Brandon, para que todos podamos admirarla. Creo que... Oh, santo Dios, parece que la muchacha del laúd se va a caer de la tarima de la galería, mi lady!
Al levantar a cabeza y ver a la criada inclinándose peligrosamente en dirección a la escena que sucedía más abajo, Katherine no perdió tiempo:
- Columbina, ocúpate de la tarea que te fue destinada!
- Perdón, mi lady - dijo la muchacha, antes de desaparecer de la vista de todos.
Cuando el sonido de las cuerdas del laúd volvieron a sonar en el recinto en una balada de amor, Kat se adelantó :
- Gracias, sir John. Como puede ver, oro, perlas y diamantes son capaces de hacer que nuestro mundo de una vuelta vertiginosa.
Volviendo la mirada hacia Miranda, Katherine se preguntó si su prima no iba a decir algo más . Pero el silencio estupefacto de la joven no parecía preocupar al falso sir Brandon: John miraba a Miranda con la expresión más azorada del mundo.
Entretenida admirándolos, ella no se dio cuenta que el verdadero Brandon Cavendish se había colocado a su lado.
- Le pido Perdón, señorita Miranda - dijo él.
- Por qué, mi lord ? - retrucó Kat.
- No esperábamos encontrar dos mujeres de tan extraordinaria belleza y gracia en el recóndito castillo de Bodian - explicó Brandon. - De lo contrario, habríamos traído dos joyas iguales.
Katherine esbozó una sonrisa nerviosa. No se atrevía a enfrentar los ojos de un azul tan intenso. El falso sir John estaba tan cerca, que ella tenía la impresión de sentir el calor de su cuerpo. La presencia de él entorpecía sus sentidos.
Cuando logró reencontrar la voz, Kat dijo:
- Yo no... No merezco un regalo como ese, lord Stanfford. Cómo ve, me visto de un modo sencillo y discreto, y también sé el lugar que me corresponde.

- Como yo conozco el mío, señorita. Por eso, permítame ser objetivo: tengo un broche que uso en mi capa... - Brandon abrió la mano para que ella examinase una rosa de oro de estilo Tudor que estaba en su palma, después declaró : - Sería un inmenso honor si permitiese que este pequeño ornamento adornase tu vestido... en un lugar cerca de su corazón.
- Oh, sir John! - Kat se quedó admirando los dientes muy blancos sin saber qué hacer.
- No rechaces mi pedido, señorita Miranda - insistió Brandon. - No estoy en condición de ofrecerte algo mejor, aunque ese fuese mi más profundo deseo.
- Entonces aceptaré su pedido, mi lord , y usaré esta joya mientras mi nombre sea... sea Miranda Paige. - Kat le devolvió una sonrisa , verdaderamente emocionada.
- Temo que el alfiler sea un tanto afilado y que esté curvado debido al uso - Brandon la acariciaba con su voz seductora. - Permíteme colocártelo.
- Gracias, sir John, pero yo misma puedo encargarme de eso. - Kat dio un paso atrás, asustada con su reacción exaltada ante la proximidad físico tan fuerte y de sus manos tan grandes.
- Mi lady? - hizo eco la voz sombría de Montjoy, que estaba en la entrada del salón , sólo Dios sabe desde cuando. - Es hora de cenar, y Philippe jura que la sopa se va a estropear si se enfría. Permítame pedir que se retiren, para que yo pueda arreglar las mesas.
- Por supuesto!
Los cuatro hablaron al unísono. Después, intercambiando miradas sorprendidas, comenzaron a reírse .
Pero Katherine no estaba tan serena como quería aparentar. Una hora de esa farsa, y ya se sentía a punto de admitirse vencida... por el hombre equivocado!

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