miércoles, 9 de septiembre de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 23 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 23



Adrian vio azorado la puerta cerrarse detrás de su esposa. A pesar de la conversación que había tenido con Clarissa, antes del casamiento, sobre que ella debía obedecerlo, no podía creer que su autoridad fuese desacatada con tanta indiferencia… y en un asunto de tanta importancia.
Irritado, cruzó el hall, gritando:
- Frederick! Frederick!
-Si , mi lord . - El muchacho, que estaba todo el tiempo cerca de Clarissa, no estaba muy lejos y pronto apareció por otra puerta del hall.
- Reúne tres criados más y sigue a mi lady y su madrastra. Vigila a las dos todo el tiempo . Si esa mujer hacer cualquier mínimo gesto que consideres amenazador, tienes mi permiso para interceptarla. Está claro?
- Si , mi lord .
Adrian observó al muchacho apartarse para cumplir su orden y permaneció en el hall, caminando de un lado al otro. Le gustaría haber ido detrás de las dos mujeres él mismo, pero había combinado con lord Crambray de encontrarse con Hadley por la mañana para delinear un plan de acción. Tal vez él debiese seguirlas , pensó. De qué les serviría un plan de acción si Lydia ya hubiese asesinado a Clarissa.
Decididamente, atravesaba el hall apresuradamente para solicitar un carruaje cuando se topó con Kibble que dejaba el salón .
- Lady Crambray no es la culpable - el mayordomo se apresuró a decir.
Adrian inclinó la cabeza a un lado.
- Pareces muy seguro de eso.
- Lo estoy. por lo que me habías dicho y por lo que presencié cuando lady Clarissa saludó a lord y lady Crambray al llegar aquí, y llegué a la conclusión que la madrastra era la sospechosa más probable .Entonces puse dos lacayos para vigilarla. Desde entonces ellos la siguen a todas partes y ellos afirman que no fue ella quien colocó la torta envenenada en el cuarto de tu esposa.
Adrian necesitó apoyarse en la pared, pues sintió las fuerzas le faltaron por el súbito alivio. No dudo ni por un segundo de la información de Kibble. Ni siquiera se quedó sorprendido que hubiese mandado a vigilar aLydia. Él siempre había sido un hombre de iniciativa.
- Me alegra que no sea ella - Kibble agregó. - Lady Clarissa y su madrastra han tenido una muy buena conversación esta mañana. Creo que ahora podrán hacerse amigas. Eso va a ayudar a que lady Lydia a se sienta menos infeliz.
- Estuviste escuchando detrás de la puerta, Kibble!
Kibble se encogió de hombros :
- Es lo corresponde a un buen mayordomo. Además vos recomendaste que vigilásemos a lady Clarissa, o no ? Sólo estaba siguiendo tus instrucciones.
Adrian sonrió . Soltando un suspiro, se volvió y cruzó nuevamente el hall para ir a su escritorio, consciente de que Kibble lo seguía.
- Sé que el Señor Hadley, lord Crambray y vos se van a encontrar para montar una estrategia. Me gustaría estar presente, si no te importa - comentó Kibble mientras Adrian se sentaba en el escritorio.
- Muy bien - Adrian concordó, dirigiendo la mirada hacia la ventana. - Arreglamos reunirnos cuando el Señor Hadley vuelva de la aldea.
- De la aldea? - Kibble se extrañó.
- él recibió un recado hoy temprano y dijo que necesitaba ir hasta allá para atender algo . Imagino que pronto va a estar de vuelta.
- Muy bien . - Kibble se encaminó hacia la puerta y entonces se detuvo y dijo : - Sé que no simpatizas con lady Lydia por la manera en que trataba a tu esposa, pero creo que debes darle una nueva oportunidad.
- Voy a pensarlo, Kibble. Sólo el tiempo dirá si ella realmente merece esa oportunidad. Vamos a ver como se comporta de aquí en adelante .
Cuando el mayordomo salió del escritorio, Adrian giró la silla y se quedó de frente a la ventana.
Aunque contento porque la madrastra estaba fuera de sospecha, la situación se complicaba un poco, pues la lista de nombres disminuía. Y prefería pensar que la asesina fuese Lydia que Reginald, quien ahora pasaba a ser el principal sospecho .
Bastante preocupado, Adrian dejó que su mirada vagase a través de la ventana, pero no eran las colinas o los árboles lo que contemplaba. Se estaba acordando de Reginald cuando los dos eran niños, jugaban a las escondidas, hacían travesuras y se reían mucho. Se estaba acordando de su primo joven, de sus ojos brillantes al hablar de una nueva aventura que los dos deberían experimentar. Pensaba en su primo siendo un hombre adulto, como un posible asesino que intentaba matar a su mujer.
- Hijo, qué estás haciendo?
Volviéndose hacia la puerta, Adrian demostró sorpresa al ver a lady Mowbray.
- Qué haces, madre?
- Solamente vine a decirte que me estoy yendo.
- Yendo ? - él preguntó confundido. - Pero acabas de llegar.
- Es así, pero parece que Clarissa y Lydia han conversado por la mañana y están intentando arreglar su relación. No quiero interponerme entre ellas. Voy a hacer una visita a los Wyndhams y volveré cuando lady y lord Crambray partan.
- Está bien, si te parece lo mejor, pero quién te dijo que ellas hablaron ? Kibble?
- No, la propia Clarissa.
Adrian le lanzó una mirada sorprendida a su madre.
- Clarissa? Pero ella acaba de partir a la aldea.
- Ellas fueron muy temprano a la aldea y hace casi una hora están de vuelta. Y vos, por qué estás encerrado aquí toda la mañana?
Adrian tuvo un estremecimiento, asombrándose porque había pasado tanto tiempo meditando. Miró desanimado por la ventana. El tiempo no había sido desperdiciado. Había logrado llegar a una decisión. Reginald era como un hermano y , era difícil imaginar que pudiese hacerle mal a alguien, mucho menos a Clarissa. Pero necesitaba tener certeza de eso, de una manera o de otra. Necesitaba confrontar a su primo lo más pronto posible y descubrir la verdad por sí mismo.
- Adrian - dijo lady Mowbray -, espero que no impidas la amistad de ellas. Te aseguro que una buena relación será bueno para ambas.
- Sólo voy a interferir si Lydia se comporta como antes - dijo él, automáticamente.
-Como te parezca- respondió su madre satisfecha, callándose por un momento. Entonces caminó y se interpuso entre su hijo y la ventana, bloqueando la visión de él y forzándolo a prestarle atención a ella. - Creo que sería gentil si me acompañases hasta la puerta.
- Claro, madre. Discúlpame. - Levantándose rápidamente, él la tomó por el brazo y caminaron hasta la puerta del escritorio. - También debo salir. Nos vemos allá afuera.

Clarissa aguardaba ansiosamente en la puerta. Podía oír que su marido y su suegra se aproximaban, conversando. con una sonrisa contenida en la cara , ella procuró no apretar las manos nerviosamente cuando ellos se unieron a ella.
- Aquí está ella! - exclamó lady Mowbray, con una sonrisa , abrazando a Clarissa y después apartándola para decir: - Voy a extrañarte , querida. Tienes que obligar a Adrian a que te lleve a Londres cuando él acabe sus negocios por aquí.
- Haremos eso, mi lady - respondió Clarissa, ni un poco animada con la perspectiva de volver a frecuentar la sociedad, aún usando los anteojos.
Por la expresión de lady Mowbray, ella demostró haber comprendido, pues simplemente sonrió y le dio una palmada en la espalda de Clarissa, volviéndose nuevamente hacia su hijo.
- Dale un beso a tu madre, querido.
Inclinándose Adrian la besó distraídamente, pareciendo no notar la frase que habitualmente lo incomodaba.
Con las cejas erguidas interrogativamente, la mujer miró a su nuera sobre el hombro de su hijo. Clarissa tampoco había entendido la razón por la que él no había reaccionado a la provocación materna. Entonces Adrian tomó a su madre por el brazo y rápidamente la acompañó hasta el carruaje.
Después de instalarla y cerrar la puerta, golpeó dos veces el lateral del vehículo y dio unos pasos hacia atrás. El cochero inmediatamente azotó los caballos y el carruaje comenzó a andar. Lady Mowbray saludó y lanzó una mirada preocupada a ellos, como si intuyese que algo estaba mal con su hijo.
Clarissa sólo podría concordar con su suegra. Definitivamente, había algo mal, pues Adrian se volvió de manera brusca y caminó en dirección al establo sin decirle una palabra . Ni siquiera había notado que ella estaba usando los anteojos.
Clarissa y lady Mowbray juntas habían planeado el plan para que ella apareciera con los anteojos delante de su marido. Las dos habían conversado poco después de que Lydia y ella habían vuelto de la aldea. Fue después de esa conversación que lady Mowbray había decidido hacer una pequeña visita, prometiendo retornar en algunos días. Pero, para quedarse tranquila de que todo estaría bien, le había pedido a Clarissa que apareciese con los anteojos puesto delante de Adrian, antes de su partida. Aunque reticente, Clarissa había aceptado y ambas habían decidido que ella aguardase con los anteojos puestos en la puerta del frente para que su marido la viese cuando su madre se estuviese yendo.
Pero el tonto había estropeado todo el plan . Él ni siquiera había notado los anteojos. En realidad , aparentemente él ni siquiera había notado su presencia allí, lo que no era nada usual. Estaba muy distraído. Y, por la expresión de su rostro , algún mal pensamiento perturbaba su mente.
Clarissa levantó un poco sus faldas y salió corriendo detrás de Adrian.
- Adrian?
- Qué pasa, mi amor? - él preguntó sin disminuir los pasos.
A ella le gustó oír ese término cariñoso, pero simplemente preguntó :
-Pasa algo malo ?
- No, nada - él negó, llegando al establo, y pronto comenzó a ensillar un caballo.
- Entonces a dónde estás yendo?
- Tengo que ir hasta Wyndham.
- Wyndham, tus vecinos?
- Nuestros vecinos - Adrian a corrigió.
- Nuestros vecinos! Pero por qué necesitamos ir hasta allá?
Al darse cuenta de la vacilación de su marido para responder, Clarissa lo agarró por el brazo e hizo con que él la mirase.
- Qué está sucediendo?
- Nada - él respondió, desviando la mirada hacia el caballo.
Clarissa sacudió su brazo impacientemente.
- Entonces por qué estamos yendo a ver Reginald?
Adrian se quedó en silencio por un instante, después se volvió lentamente para mirarla .
- Vos sabías que él está allá?
- Lo sabía.
- Cómo?
- Nos encontramos en la aldea y él nos contó .
- Mi Dios, él podría haberte matado - Adrian murmuró entre dientes .- Clarissa, no quiero que andes sola por ahí.
- Yo no estaba sola, mi lord , estaba con Lydia y por lo menos cuatro criados siguiendonos a la ida y a la vuelta de la aldea - ella argumentó secamente. - Y , por favor, no comiences a desconfiar de Reginald también. Sé que Hadley sospecha de él, pero creo que vos tienes más sentido común . Reginald jamás le haría mal a nadie.
Adrian soltó un suspiro impaciente.
- Kibble colocó hombres para vigilar a Lydia desde que ella llegó . Según ellos, no fue Lydia quien envenenó la torta, lo que nos deja con un solo sospechoso.
- Reginald!? - ella meneó la cabeza. - No lo creo.
- Tampoco yo lo creí al principio, pero, de acuerdo con Hadley, él está necesitando dinero y sería mi heredero, si vos no ... vivieses. Además, él es la única persona que estuvo aquí y en Londres en la misma época que nosotros. Y Wyndham queda a apenas media hora de distancia, siendo muy fácil meterse en esta casa y dejar la torta al lado de tu cama. - Dándose vuelta , él ajustó la montura y le recomendó :
- No salgas de la casa hasta que vuelva.
Sin esperar una respuesta, Adrian sacó el caballo del establo, lo montó y fue rumbo a Wyndham.
Clarissa lo observó partir. No creía de ningún modo que Reginald estuviese detrás de todos los accidentes. Adrian sólo podía estar perturbado. Por Dios, ni siquiera había notado que ella estaba usando anteojos.
Era una estupidez estropear una amistad de la infancia, ella se lamentó, volviendo a la casa con las palabras de Adrian haciendole eco en la cabeza.
El es la única persona que estuvo aquí y en Londres en la misma época que nosotros. Era eso lo que los hombres comentaban cuando ella había escuchado la conversación de ellos en la biblioteca. Lydia también había estado en los dos lugares. Pero no había ninguna prueba contra ella. Y Reginald siempre había sido muy gentil con ella todas las veces que se habían encontrado antes del casamiento e incluso aquella misma mañana, en la aldea.
No, Clarissa pensó, muy convencida. Debe haber otra persona. Alguien más.
Clarissa disminuyó los pasos de repente. Un pensamiento asaltó su mente. Si, había otra persona. Pero no, ella reflexionó inmediatamente, no podía ser. O podía ser?
Clarissa entró a la casa y se dirigía al cuarto, pero resolvió cambiar de dirección y fue a la biblioteca. Necesitaba pensar .

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