lunes, 7 de septiembre de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 20 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 20


Clarissa abrió lentamente los ojos y dio una mirada al lugar vacío a su lado. Aparentemente, Adrian se había despertado temprano . No era usual. Él generalmente era el primero en despertar y provocarla con besos y caricias. No podía haber modo más agradable de comenzar o día.
En verdad, pensó Clarissa, esa mañana específica no le habría gustado tanto. Se sentía rara, con la garganta y el estomago dolorido por algún motivo. Esperaba que no fuese ningún problema. Soltando un suspiro, se dio vuelta de espaldas en la cama y casi gritó de susto al ver una cara arrugada inclinada sobre ella.
- Kibble! - ella agarró las mantas, levantándolas hasta el pecho y abrió enormemente los ojos al mayordomo. - Qué…?
- Cómo se siente , mi lady? - el mayordomo la interrumpió , serenamente.
Clarissa parpadeó . Su mente ahora estaba completamente despierta y comenzaba a funcionar. La última cosa que se acordaba era de haberse acostado para descansar a la tarde y ahora la iluminación del cuarto sugería que todavía era la siesta. Frunciendo el ceño, ella exploró un poco más su mente, juntando algunas recuerdos sueltos de la Señora Longbottom y Kibble sujetándola y calmándola mientras vomitaba.
- Estaba enferma - ella dijo, bajito .
- Cierto - Kibble confirmó.
- Usted y la Señora Longbottom se ocuparon de mí.
-Así como casi todo el personal de la casa. Estábamos muy preocupados, mi lady.
- Qué sucedió ? Fue una gripe fuerte?
- De qué se acuerda? - el mayordomo preguntó en vez de responder.
Clarissa se mordió el labio y procuró recordar.
- Vine a mi cuarto para escapar de Lyd… digo, para tener un poco de privacidad. - Aunque su madrastra fuese un pesadilla, no le gustaba hablar mal de ella con los criados.
La alegraba que su padre y su marido se llevasen tan bien; se había sentido feliz porque habían salido a cabalgar juntos. Desgraciadamente , Lydia se había quedado para atormentarla con comentarios malditos sobre la odisea de la consumación del matrimonio. También le había dicho que debería sentirse horrorizada al ver de cerca la cara de su marido… si es que él había consentido en que ella usase anteojos nuevamente. Sería mejor que permanecieses ciega, su madrastra había rematado.
Controlándose y sin revelarle que ya tenía anteojos, en la primera oportunidad Clarissa había escapado a su cuarto para leer un poco. Había, como de costumbre, bloqueado las dos puertas y se había recostado para leer.
Pero no le comentó nada a Kibble sobre la lectura. Sus anteojos continuaban siendo un secreto.
- Vine a descansar un poco al cuarto - dijo Clarissa - y había un pedazo de torta en mi mesa de cabecera.
- No fue usted quien la trajo ?
- No, Kibble. Creí que Frederick la había dejado para mí. Él siempre parece estar siguiéndome y siempre me trae dulces. Aunque no tenía hambre, comí uno o dos bocados, para que él no se ofendiese.
- Gracias a Dios, no tenía hambre.
- Por qué ?
- Nada, nada. Acabe de contarme lo que sucedió , por favor.
Clarissa pensó en insistir para que él le explicase su comentario, pero desistió. En el momento oportuno se enteraría .
- Fue sólo eso. Comí unos bocados y , como el estomago comenzó a dolerme un poco, resolví dormir. Una buena siesta a veces resuelve todo.
Kibble se quedó en silencio por un momento, después levantó algo . Clarissa no logró identificarlo de inmediato, pero él aproximó los anteojos muy cerca de la nariz de ella.
- Estaban entre las mantas cuando la levanté un poco. También encontré un libro de la biblioteca.
Clarissa se mordió el labio, sintiéndose desconcertada bajo la mirada de él. No era que hubiese una expresión de acusación o de rabia en la cara del mayordomo al hacer el comentario.
- Era por eso entonces que usted estaba bloqueando las puertas. lord Mowbray no sabe de los anteojos.
Aunque no fuese una pregunta, Clarissa respondió :
- No, él no sabe…
- Hace cuánto tiempo los tiene?
- Desde la víspera de mi casamiento.
- Sospechaba eso cada vez que la veía escaparse al cuarto. No tenía sentido para mí que usted tuviese su propio dinero y no lo usase para comprarse anteojos.
- En verdad , no tenía posibilidad de comprarlos . Lydia siempre estaba conmigo. Pero hallé un modo de ir hasta a una farmacia el día en que lady Mowbray y yo fuimos probarnos nuestros vestidos.
- Por qué no le contó a Adrian?
Clarissa notó la falta de uso del título de nobleza cuando Kibble se refería a su marido, pero sabía que los dos tenían un relación especial, casi de padre e hijo, por eso no se sorprendió. Ella no estaba muy dispuesta a responder.
- Es porque lo vio y lo halló mucho repulsivo? Prefiere no tener que mirar a su marido?
Una vez más no había ninguna censura o juicio de valor en el tono de voz del mayordomo, pero Clarissa se sintió horrorizada ante la mera sugestión que hacía.
- No, claro que no. Adrian es lindo. Poco importa la cicatriz que tiene en la cara . Él tiene los ojos castaños más bellos que jamás haya visto , labios muy dulces y…
Dandose cuenta de lo que estaba diciendo, Clarissa se detuvo , sintiendo el rubor subir a sus mejillas.
- Usted lo ama - completó Kibble, visiblemente satisfecho.
- Si, creo que si - ella admitió tímidamente
Ya con los anteojos, Clarissa vio la amplia sonrisa que había transformado la cara del mayordomo. Era obvio que él también amaba a Adrian y estaba feliz de saber cuanto era amado por su esposa.
Los dos intercambiaron sonrisas y entonces Kibble preguntó :
- Pero por qué está escondiendo los anteojos de él ?
Al ver que Clarissa evitaba su mirada , él insistió :
- Es por él ?
- Si - ella confirmó, aunque en verdad fuese por causa de los dos. Clarissa no quería que Adrian la viese con esos anteojos horribles. Pero tampoco deseaba perder el poco afecto que él ya le tenía, en caso que la hallase muy fea con esos anteojos.
-Usted no entiende que él se sentiría más conmocionado si supiese que puede verlo y lo ama que pensar que no conoce la apariencia de él ?
Clarissa dirigió una mirada confusa al mayordomo.
- Cómo?
Kibble reformuló lo que había dicho:
-Usted no está escondiendo los anteojos para que él no se sienta incómodo bajo su mirada ?
- él se siente incómodo bajo mi mirada? - ella preguntó, incrédula. - No. Por qué sucedería eso ? Yo lo amo por lo que es. Él es guapo, inteligente, dulce…
-Pero, entonces por qué no usa los anteojos y se lo dice a él ?
Clarissa creyó que Kibble tenía la mente un poco enlentecida, dada la dificultad que demostraba para entender. Sintiendo pena por él, ella confesó :
- Porque soy horrible con anteojos.
Kibble mostró una expresión de asombro, y ella resolvió explicarse mejor.
- Lydia siempre me dijo que quedaba muy fea con los anteojos y, cuando lady Mowbray supo que mi par de anteojos extra se había rotoo, ella comentó que Adrian se sentiría aliviado. Me quedé preocupada creyendo que él no me hallaba nada atractiva .
Kibble echó su cuerpo hacia atrás, como si hubiese recibido un golpe. Él la miró perplejo.
- Es por eso que no usa los anteojos?
- Claro - Clarissa confirmó, sintiéndose desgraciada para, en seguida, sorprenderse con la carcajada del mayordomo.
- Qué dije de gracioso?
- Oh, mi lady, si usted supiese - él logró decir entre risas. - Los dos son demasiado sensibles. Están tan enamorados y temerosos de rechazo del otro.
Clarissa miró seriamente al mayordomo, no le gustaba nada verlo divertirse con ese asunto.
- Oh, querida.
Clarissa se volvió hacia la puerta y vio a lady Mowbray entrando con una expresión exasperada en la cara . Sacudiendo la cabeza ella caminó por el cuarto hasta ellos.
- Perdónenme , pero estaba del otro lado de la puerta y no pude dejar de oír. Clarissa, me temo que me entendiste mal.
- Lady Mowbray! Cuándo llegó ?
- Hace más o menos una hora, querida. Resolví venir a ver como vos y mi hijo se están llevando. Debería haber llegado
anoche, pero se rompió una de las ruedas del carruaje y tuvimos que pasar la noche en una posada para que fuese reparada.
Acomodándose en un lado vacío de la cama, ella dio una palmada en la mano de Clarissa.
- Si hubiese sabido que estabas enferma, habría alquilado otro carruaje para llegar más rápidamente aquí.
- No hubo necesidad. Estoy bien - dijo Clarissa, conmovida por las palabras de su suegra.
- No, mi querida, es obvio que no estás bien - la contradijo lady Mowbray. - Estás sufriendo por causa de un mal entendido.
Clarissa levantó las cejas .
- Qué mal entendido, mi lady?
Lady Mowbray abrió la boca para decir algo, pero vaciló. Cuando finalmente habló , Clarissa supo que no se trataba de lo que originalmente tenía intención de decir.
- Me gustaría que me llamases madre, Clarissa. Siempre quise tener una hija, mas, después de Adrian, no pude tener más hijos. de esa forma, también el vacío dejado por la muerte de tu madre sería llenado. Entiendo que Lydia… bien, como ella nunca tuvo sus propios hijos, tal vez no sea la persona más indicada para ese papel.
Sonriendo, Clarissa apretó la mano de su suegra quien sujetaba la de ella y cuchicheó emocionada:
- Gracias … madre.
Lady Mowbray se mostró radiante, aunque sus ojos estuviesen nublados con lágrimas.
Antes que las dos pudiesen comentar algo mas , Kibble carraspeó . Cuando captó la atención de ellas, él sugirió :
- Tal vez usted pueda explicar ese mal entendido, lady Mowbray, para que lady Clarissa de hecho entienda, y no sufra por lo que no entendió.
- Si, claro. - ella suspiró y , apretando la mano de Clarissa, dijo : - Mi querida niña, cuando dije que Adrian estaría aliviado al saber que tus anteojos estaban rotos, no fue porque a él no le gustan los anteojos . Fue porque él teme que, si vos ves bien, tal vez ya no te sientas atraída por él.
- Cómo Adrian puede pensar una cosa así ? - Clarissa se sorprendió .
- Por su cicatriz, querida - lady Mowbray respondió con delicadeza.
- Claro pero ... - Clarissa murmuró, sacudiendo la cabeza como si considerase un absurdo esa idea. -El es guapo, aún con la cicatriz. Por el amor de Dios, sin ella hasta me dolerían los ojos de mirarlo y hallarlo tan lindo.
- Realmente, él es guapo al estilo de un dios griego, bello como un ángel. Claro que esa es ... mi opinión . - Lady Mowbray suspiró. - Pero las jóvenes de la ciudad exigen perfección en todo y lo miran a Adrian como si fuese un obra de arte dañada.

Clarissa se dio cuenta que su suegra había sufrido por la manera en que su hijo había sido tratado después de la herida.



- Naturalmente, al principio la cicatriz era mucho peor. Las facciones de él estaban distorsionadas. La cara le quedó muy hinchada. Pero aún así él frecuentó la corte. Pobre mi hijo, muchas jóvenes llegaron a desmayarse al verlo. - Con el semblante ahora entristecido, ella se desahogó : - Todo comenzó con la joven Louise Frampton. Ella estuvo enamorada de Adrian durante años y quedó muy impresionada , al punto de desmayarse cuando vio lo que le había sucedido en la batalla. Nadie la había prevenido y fue un shock para ella. Aparte de eso - lady Mowbray agregó -, Louise estaba un poquito gorda y, cuando supo que Adrian había vuelto, le pidió a su criada que le ajustase mucho el corset. La pobre muchacha se sintió una idiota después de desmayarse y se sintió todavía peor cuando supo que otras jóvenes comenzaron a reaccionar de la misma manera al ver a mi hijo , fue como una especie de moda, todas querían tener la misma experiencia.
- Pobre Adrian - Clarissa murmuró.
Lady Mowbray asintió con la cabeza y , con la cara triste, agregó :
- Sé que algo también sucedió con lady Johnson, aunque no sepa qué, pero todo eso contribuyó a que Adrian quisiese huir de Londres. Inmediatamente empacó sus cosas, se vino a Mowbray y se quedó aquí.
Era muy obvio que lady Mowbray había sufrido mucho, pensó Clarissa.
- No sé cuantas veces Mary y yo lo visitamos después de eso y le repetimos que la cicatriz estaba mucho mejor y que él debía volver a convivir en sociedad. Adrian no nos escuchaba. Finalmente, resolví ser más dura con él, pues, de lo contrario, él se quedaría aquí para siempre y nunca volvería a Londres . Hasta fui impertinente con él.
Clarissa se mordió el labio para contener la sonrisa que quería curvarse en sus labios. Lady Mowbray hizo el comentario con un estremecimiento de horror que evidenciaba como ella se sentía respecto a "ser impertinente".
- Y fui firme hasta que él finalmente cedió y volvió a frecuentar la corte este año.
- Y yo sólo puedo agradecerle por eso. De otro modo, yo nunca lo habría conocido.
Lady Mowbray sonrió .
- Es verdad. Si yo no hubiese insistido tanto para ir a Londres este año, ustedes dos no habrían se conocido.
Clarissa sintió un escalofrío. Nunca haberlo conocido; nunca haber bailado con él ; nunca haberlo besado, nunca… Dios, ella podría estar casada con Prudhomme en ese momento y probablemente lista para tirarse de un acantilado también. Se descomponía con sólo pensar en la mera posibilidad que ese viejo arrugado la tocase de la manera que Adrian la tocaba. Gracias Dios mío .
- Clarissa - lady Mowbray propuso -, déjame hacer una cosa más por vos. Deja que Adrian sepa que tienes los anteojos. Él necesita saber que puedes verlo y que lo amas . Y vos vas a ver que él te ama con y sin los anteojos.
La madre de Adrian dio una palmada más a la mano de Clarissa, después se levantó.
- Ahora debo ir a mi cuarto. Y vamos a mantener esta visita en secreto . Imagino que a mi hijo no le gustaría saber que te he visto y he conversado con vos antes de él. Por lo que supe, él estuvo toda la noche preocupado, caminando como un león enjaulado en el salón.
La mirada de Clarissa voló hacia el mayordomo ante esa noticia.
La expresión de Kibble cambió, forzando una sonrisa .
- No dejé que el conde se quedase aquí mientras la cuidaba , lady Clarissa. El, naturalmente, no quería salir, pero me estaba cuestionando y se estaba entrometiendo en todo lo que hacía o pedía. Tuve que ser firme.
Clarissa se sorprendió al saber que había alguien que lograba que Adrian hiciese algo que no quería hacer.
- Pero - Kibble prosiguió -, prometí ir a buscarlo cuando hubiese algún cambio en su estado. Voy a buscarlo ahora mismo, pero primero quiero decirle que lady Mowbray tiene razón. Realmente debe decirle que ya vio su cara y que lo ama como es. Adrian se preocupa tanto por su apariencia, como usted de sus anteojos.
Kibble acompañó a lady Mowbray, dejando Clarissa sentada sola, con un dilema. Sería verdad ? Se había privado de los anteojos sin necesidad ? Clarissa pensó y volvió a pensar en el tema . Hasta entonces el hecho que Adrian no hubiese demostrado ninguna intención de comprarle anteojos nuevos la había hecho pensar que él no quería verla con anteojos. Pero su suegra y Kibble le habían mostrado otro lado de la cuestión . Tal vez el marido realmente temiese que ella lo rechazase después de ver bien su cicatriz.
La mera idea hizo con que ella sacudiese la cabeza. Con o sin cicatriz, Adrian era el hombre más encantador de la ciudad. Era difícil de creer que no supiese eso. Él parecía muy seguro de sí mismo todo el tiempo .
Los pensamientos de Clarissa fueron interrumpidos cuando la puerta del cuarto fue abierta. Ya se había convertido en un hábito sacarse los anteojos y esconderlos debajo la almohada.
- Clarissa.
Ella inmediatamente reconoció la voz de su marido que entró y atravesó el cuarto, visiblemente abatido . Pronto detrás de él, entró un segundo y después un tercer hombre. El segundo seguramente era su padre, ella pensó, pero no tenía idea de quien era el tercero.
Adrian se sentó al lado de ella en la cama y la abrazó.
- Gracias a Dios estás bien - dijo bajito , anidándola junto a su pecho y acariciando el cabello de ella. - Estabamos muertos de preocupación.
- Cierto - el padre confirmó, acariciándole la espalda. - Estuvimos toda la noche a la expectativa que despertases.
- Perdónenme por haber causado tanta preocupación. - Clarissa abrazó a su marido con una de sus manos y con la otra apretó la mano de su padre.
- No tuviste ninguna culpa - Los dos hablaron al mismo tiempo y todos rieron.
Adrian entonces se apartó de Clarissa y la miró comovido. Él estaba tan cerca que ella pudo ver las líneas de preocupación alrededor de sus ojos enrojecidos por falta de sueño.
- Supimos que sobrevivirías a medianoche, pero Kibble no podía decir si te quedaría alguna secuela.
Clarissa esbozó una sonrisa .
- Creo que todo está en orden.
Adrian se rió y le besó cariñosamente la nariz.
- Estamos contentos de que esté bien - dijo el tercer hombre.
Clarissa pensó haber reconocido la voz, pero no logró en un primer momento recordar quien era.
- Crees que puede contarnos qué sucedió ? - el hombre agregó, y ella abrió enormemente los ojos.
- Señor Hadley! - exclamó sorprendida cuando el nombre de él repentinamente le vino a la mente. - Qué está haciendo aquí ?
- Yo lo llamé - Adrian explicó. - Hace una hora que él llegó . Crees que puede responder a su pregunta ?
- Claro, estoy bien - ella aseguró, apretando el brazo de su marido.
Sin entender bien lo que el Señor Hadley hacía allí, Clarissa resolvió responder la pregunta de él porque los tres hombres estaban aguardando de manera impaciente. Después haría sus propias preguntas.
Clarissa entonces repitió rápidamente todo lo que le había dicho a Kibble: el hecho de desear un poco de privacidad y de haber ido al cuarto, de haber comido un pedacito de torta y haber sentido dolor en el estomago, y haberse dormido.
El cuarto permaneció por un momento en silencio, que fue quebrado por Adrian al comentar:
- Kibble comentó que el hecho que sólo comiste un pequeño pedazo de torta fue lo que te salvó.
- Qué bueno que no tenía hambre - ella bromeó.
- Podrías haber muerto - su padre habló aparentemente molesto porque ella no estaba tomando el caso en serio.
- Ese era, sin duda, el plan - Hadley aseguró,
- Kibble no cree que el veneno fuese suficiente para matarte - dijo Adrian, amenizando la situación. - Según él, aunque hubiese comido todo el pedazo , su estado sólo sería un poco peor.
- La torta tenía veneno? - Clarissa se asustó. - Ustedes están diciéndome que intentaron envenenarme?
Los tres hombres intercambiaron miradas y se mantuvieron nuevamente callados por algunos instantes. Finalmente, dando un suspiro, Adrian preguntó :
- Clarissa, ya te pregunté esto antes: estás segura que no hay nadie que quiera perjudicarte?
Si, recordaba que él le había preguntado si tenía enemigos. La pregunta había surgido tan naturalmente en la conversación después de haber hecho el amor que ella no le había dado mayor importancia. Entendía ahora que él ya estaba preocupado por ese supuesto enemigo oculto . Pero por qué ?
- No, claro que no. Por qué habría de tener un enemigo? Nunca hice mal a nadie en toda a mi vida. Tal vez estuviesen intentando envenenarte a vos y yo comí la torta por error.
- Envenenarme a mí. Por qué alguien querría matarme?
- Bien, mi lord , por qué crees que intentarían matarme a mí? - Clarissa replicó un poco irritada.
- Bien, algún motivo debe haber. Yo ni siquiera estaba en la casa. No soy yo quien descansa por la tarde y, básicamente, porque la torta estaba en tu cuarto.
Clarissa sonrió con bronca ante la lógica de su marido y entonces comentó :
- Entonces ya hace algún tiempo que estás sospechando eso. Qué hace pensar así?
- Clarissa, has sufrido varios accidentes después que llegaste a Londres.
- Vamos , todos fueron por la falta de anteojos - ella argumentó.
Clarissa tuvo a impresión de que Adrian no concordaba con su justificativo, pero no contestó. En realidad , no dijo una palabra. Y antes que Clarissa pudiese decir algo, Adrian la besó en la frente y se levantó.

- Debo hablar una palabra con Hadley. Vuelvo logo.
Los dos hombres dejaron el cuarto, y el padre tomó el lugar al lado de la cama donde Adrian estaba sentado. Pero su atención estaba volcada al otro lado de la puerta; intentaba oír la conversación que los hombres estaban teniendo allí.
Conociendo a su padre, Clarissa sabía que tenía ganas de participar de esa conversación, cualquiera que fuese, pero estaba reticente a abandonarla. Entonces Clarissa trató de liberarlo.
- Puedes ir, papá , ve con ellos. Yo quiero levantarme. Tal vez puedas pedirle a mi criada que suba y prepare un baño.
- Si, si , querida. - lord Crambray inmediatamente se escapó aliviado.
Clarissa notó que hubo una pequeña pausa en la conversación cuando él se aproximó. Pronto el tema fue retomado, pero el sonido de las voces se fue haciendo más lejano mientras que los tres se iban apartando del hall.
Sacudiendo la cabeza, ella se sentó en la cama, con los pies afuera. Se había sacado el vestido y puesto una bata antes que se le ocurriese que no tenía nada para leer en el baño. Todo lo que deseaba era un buen baño después de lo que había sucedido, pero también quería un libro para distraerse y aprender mientras estaba en la tina.
Después de una vacilación, Clarissa se encaminó a la puerta del cuarto. Con suerte, atravesaría el hall sin ser vista y se haría una escapada hasta la biblioteca para tomar un libro. Sabía que tenía mucho en que pensar, pero no sería en ese momento. Después que se hubiese relajado en el baño, estaría en mejores condiciones para reflexionar sobre los temores de su marido y sobre todo lo que lady Mowbray y Kibble le habían dicho.

- No puedo entender - dijo lord Crambray, siguiendo a Adrian hasta el escritorio. - Estás diciendo que hace algún tiempo que sabes que están intentando matar a Clarissa y no me dijiste una palabra al respecto? Ni a ella?
Adrian dio la vuelta al escritorio y se dejó caer en la poltrona. Tenía el ceño fruncido. Dicho de esa manera, parecía extraño.
- El conde no quería preocuparlo, ni preocupar a su hija, lord Crambray -lo justificó Hadley cuando Adrian se mantuvo en silencio. - él consideró que lady Clarissa ya estaba bajo bastante stress con los preparativos para el casamiento y se empeñó en que ella estuviese bien vigilada.
- Evidentemente no fue tan así - retrucó lord Crambray, volviéndose hacia Adrian: - Aunque entienda tu deseo de proteger a Clarissa, no hay excusa para no haberme contado. Debería haber sabido.
- Es verdad, debería - Adrian admitió con un suspiro, pasando la mano por los cabellos. Había conseguido estropear todo. Una vez más . - Le pido disculpas. Parece que siempre estoy haciendo la cosa equivocada en lo respecta a Clarissa. Me temo que mi razón no funciona correctamente cuando ella está involucrada.
Oír a su yerno admitir que se había equivocado hizo que la rabia que lord Crambray sentía se suavizase. Él se relajó un poco y se sentó en una de las poltronas delante de Adrian.
- Citaste varios accidentes de mi hija, pero Lydia no mencionó ninguno de ellos en las cartas que me envió. Por favor, cuéntame en detalles. Qué diablos está sucediendo con mi hija?
Adrian se inclinó hacia adelante , posó los brazos en la superficie del escritorio y comenzó a explicar todo lo que había sucedido desde que había conocido Clarissa, inclusive lo que ella le había contado que había ocurrido antes de conocerse.
Hadley se dirigió a la mesa que quedaba al lado de la pared opuesta y sirvió tres copas de brandy. Después de llevar una copa para cada uno, fue buscar la suya y se sentó en la otra poltrona, manteniéndose callado mientras Adrian ponía a su suegro al tanto de todo lo que había sucedido.
- Buen Dios - lord Crambray murmuró cuando Adrian terminó de contar. - Quién puede estar detrás de todo esto ?
- No sé - dijo Adrian - Clarissa está convencida que fueron meros accidentes, pero…
- No lo fueron - John Crambray afirmó, sacudiendo la cabeza. - Si no hubiese ocurrido el incidente en la fuente, tal vez podríamos pensar… La nota que fue falsificada como si fuese enviado por vos no deja dudas de que fue algo planeado.
Adrian concordó con la cabeza.
- Qué vamos hacer ahora, hijo?
Adrian soltó un suspiro profundo y miró a Hadley. Como él había llegado en el exacto momento en que Kibble había bajado para avisarle que Clarissa había despertado, Adrian sólo había podido darle una rápida explicación sobre lo ocurrido y los dos habían subido rápidamente. No había tenido tiempo de contar a su suegro la razón de la presencia de él allí.
- Yo contraté al Señor Hadley, lord Crambray. Él me ayudó en varias situaciones en el pasado , y espero que pueda sernos útil ahora - Adrian explicó. Después , dirigiendose al otro hombre, preguntó : - Te pedí que vinieses porque entiendo que tienes noticias para mí.
- Tengo, si - confirmó Hadley -, pero temo que no serán de su agrado.

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