CAPITULO 23
Tod Wormsley temblaba al dormir agitadamente en el interior del tronco de un inmenso árbol . El aire húmedo estaba cargado con el olor a madera podrida y los cuerpos sucios de él y de su amo. Enrollándose sobre si mismo, el muchacho maldijo su ambición por milésima vez en esas últimas dos semanas, deseando ardientemente estar de vuelta en la granja de cerdos de su padre. Hasta los pobres animales tenían un chiquero más acogedor que ese agujero abominable.
Desistiendo de dormir , Tod abrió los ojos lentamente. A través de las ramas cargadas de hojas encima de su cabeza, y el cielo empalidecía al anunciar la llegada del amanecer. Un día más para ser perseguido y cazado como un animal abyecto.
Descubriéndose solo, retorció su cuerpo hasta conseguir quedar de pie, Desperezándose hasta los límites de lo permitido por el diámetro del tronco del gigantesco árbol . Su estomago gruñó de hambre.
No habían tenido una comida decente desde la mañana del día anterior, en la arruinada cabaña donde venían escondiéndose. Después de eso, sir Fenton había desaparecido llevando a su caballo, el arco y las flechas. Imaginando que su amo solamente tenía intención de practicar puntería, Tod había limpiado la precaria habitación y luego había ido a buscar agua fresca al riacho.
De repente, había escuchado el sonar de un cuerno de caza en el otro extremo del bosque. El inesperado sonido casi había hecho que su corazón dejase de latir, pues sabía que solamente dos hombres en los alrededores promoverían una partida de caza esa mañana: sir John Stafford o sir Brandon Cavendish. Cerrando los ojos, Tod le había pedido a los cielos que fuese sir John quien estuviese persiguiendo algún venado, y no el enemigo jurado de muerte de su amo, sir Brandon. Cuando un segundo sonar de un cuerno respondiendo al primero, él se había dado cuenta que sus plegarias habían sido en vano. Y que sólo le quedaba ponerse a pensar en qué hacer a continuación.
Huir! Sir Fenton le debía seis libras en salarios atrasados, pero Tod prefería esa pérdida a ser apresado y ahorcado como cómplice de un asesinato. Tomando un pequeño bolso de lona, había guardado las pocas pertenencias que les quedaban. Entonces había habido un momento de vacilación: debería tomar una de las cadenas de oro de sir Fenton para compensar el dinero que no había recibido por los servicios prestados? Tod había tragado en seco. Estaba seguro que lord Scantling no perdería tiempo en hacer alarde por el condado para capturar un ladrón. Y qué diferencia haría ser buscado por hurto o por complicidad en un homicidio se, si al final de cuentas, su destino sería la misma horca?
El muchachito estaba ponderando esas desagradables alternativas cuando Fenton había vuelto a la cabaña. Y al ver el bolso con el ínfimo equipaje, no perdió tiempo en decir:
- Por primera vez en la vida tuviste una idea rescatable, retardado! Ven conmigo, si das algún valor a tu existencia inútil!
Con eso, Fenton había lanzado mano a la bolsa y había corrido a la puerta . Preso del pánico, Tod había acabado dejando una gran hogaza de pan sobre la mesa y había seguido a su amo rumbo a los bosques otra vez. A la distancia, había oído el estrépito causado por el tropel de caballos y por el griterío que suponía era de más de una decena de hombres.
En el mismo instante, había presumido que sir Fenton había matado a sir Brandon. Y que él estaba cagado para el resto de sus días!
Con una desesperación creciente, el muchacho se había dado cuenta que su única esperanza de escapar con vida de toda esa locura creada por la mente perturbada de su amo. Sin preguntar lo que había acontecido o hacia donde estaban yendo, había ido ciegamente detrás de Fenton. Y, como un demente, Fenton Scantling había pasado por encima, por debajo y a través de las enmarañadas matas por la vegetación que recubría el bosque.
Espinas y ramas puntiagudas rasgaron las ropas de Tod y le provocaron varias excoriaciones en el rostro y las manos. Prosiguieron bosque adentro como dos locos, hasta que Fenton encontró ese inmenso tronco hueco . De la raíz hasta lo alto, el centenario árbol tenía casi tres metros de altura, su diámetro era de cerca de un metro e medio. El árbol debía haber brotado del suelo fértil en los tiempos en que Guillermo , el Conquistador, tenía a Inglaterra bajo su dominio.
Con un grito que más hacía recordar al gruñido de un perro furioso , Scantling se había trepado a lo alto de un árbol mucho más estrecho que crecía al lado del gran árbol podrido. Tod se había estremecido. Sir Fenton parecía haber enloquecido totalmente! Y ellos serían encontrados en cuestión de instantes, encaramados a las ramas más altos de un árbol como un par de monos dementes!
Arrepintiéndose amargamente del día en que había aceptado trabajar para Fenton Scantling, el muchacho acomodó el bolso de lona alrededor de su hombro y, con movimientos frenéticos, trató de trepar al árbol detrás de su amo.
Al alcanzar una de las ramas más altos, Fenton se lanzó adentro del tronco después de hacerle una seña para que Tod lo siguiese. Con el corazón a los saltos, el joven vaciló por algunos instantes, pero acabó imitando el gesto de su amo . sólo que, por nerviosismo o mala suerte, en el momento siguiente se vio atascado en la abertura del tronco.
- Mil... mi lord !
- Baja, gusano ! Suéltate y baja!
El ruido provocado por el grupo de cazadores estaba más cerca.
Bajando la vista, Tod vio a Fenton hacerle gesto desde el centro de las entrañas del árbol . La cavidad, completamente hueca, le pareció aterradora.
- Ven acá, imbécil, o ellos acabarán encontrándome por tu culpa!
- Pero...
Sin vacilar, Fenton agarró los talones del criado , arrastrándolo hacia bajo sin la mas mínima preocupación de evitar lastimarlo.
Una espesa pila de hojas muertas cubría el suelo en el fundo del hueco. Aunque los dos fuesen delgados, se apretaban uno contra el otro. No había como sentarse los dos al mismo tiempo.
Scantling soltó una risita satisfecha mientras Tod miraba alrededor de esa prisión de madera. Después, había murmurado:
- Un excelente escondrijo, verdad?
El muchacho apretó la nariz para contener el estornudo provocado por el polvo que se levantaba a su alrededor .
- Cómo descubrió este lugar, mi lord ?
- Yo me escondía aquí cuando era niño. Mi tío Edward acostumbraba a azotarme por cualquier motivo o por ningún motivo , entonces yo corría al bosque siempre que podía.
- Ah...
Fenton se rió otra vez , orgulloso de sí mismo. Poniéndose a pasar la mano por la madera que formaba el tronco da árbol , dijo:
- Creo que esto debe haber sido el refugio de algún oso. Pero me ocupé de hacerle unas serie de mejoras desde que comencé a jugar aquí. Hice agujeros en la madera, de los dos lados, para poder espiar lo que pasa allá afuera . Tod se quedó examinando los orificios, por donde pasaba un tenue rayo de sol.
- Vos jamás podrías haber pensado en eso, verdad, impresentable?
- No , mi lord . Pero... y ahora?
- Ahora? Vamos esperar.
La espera había llevado Tod Wormsley al borde de un ataque de histeria. Desde adentro, habían oído a los caballeros y a sus caballos pasar de un lado al otro. En cierto momento , un grito que le había parecido destinado a ellos casi había hecho que Tod orinase sus pantalones. Uno de los cazadores había hallado un pedazo de tela enganchado en una rama. A centímetros de la cara del tembloroso criado, Fenton casi había gruñido mientras le señalaba la manga de la camisa rasgada. De tanto miedo, Tod no le mostró a su amo que él también tenía sus finas ropas hecha harapos.
Durante la tarde interminable y el largo caer del crepúsculo Fenton y el muchacho permanecieron en el interior del tronco de árbol , mientras la tropa de caballeros los rodeaba de tanto en tanto. Aunque estuviese anulado por el terror, Tod admiraba la energía y la tenacidad de los hombres, incansables en su misión de localizarlos. En un momento, Scantling había susurrado:
- No sé por qué están haciendo tanto lío . No conseguí acertarle a Cavendish, la flecha le dio a un niño.
Tod no se había atrevido a pedir aclaraciones. Sus dientes castañeteaban.
Finalmente, la llegada de la noche había sumergido el bosque en una bendita oscuridad y los caballeros se marcharon . Sólo entonces Fenton le había permitido salir del agujero para orinar. Tod apenas podía mover los miembros amenazados y casi se cayó de las ramas mientras bajaba al suelo.
El bosque estaba negro como brea. Pegando los labios al oído de su criado, Scantling cuchicheó :
- No pienses en escaparte. Las animales de la noche están sueltos ,y serías una excelente cena para ellos.
- Por Dios, mi lord !
- Y si Cavendish dejó alguien de guardia, su cuerpo estará colgando de la cuerda de una horca antes que el día amanezca otra vez. Entendiste?
- S ...si , si ...
- No lo olvides, estás tan metido en esto como yo. Esas fueron las últimas palabras que Fenton le había dirigido al muchacho. Después de un lapso de tiempo al aire fresco , su amo lo había hecho trepar al árbol otra vez, para después empujarlo dentro del tronco hueco.
Ahora era de mañana nuevamente. Y el día había llegado gris, frío y lluvioso. Todo indicaba, que una temporada más en el infierno los aguardaba.
Como Scantling había previsto, los hombres volvieron . Esa vez , trayendo perros de caza. De cuando en cuando los animales olisqueaban y ladraban alrededor del tronco del arbol hueco ; uno de ellos orinó junto al agujero donde Tod apoyaba la oreja.
En cierto momento , la voz de Brandon Cavendish hizo eco en el bosque:
- Scantling, sé que todavía estás aquí! Voy a encontrarte, maldito perverso , asesino de niños inocentes! Te lo juro por mi espada! Di tus últimas plegarias pues, cuando te vea, no tendrás tiempo para hacer la señal de la Cruz! Me estás escuchando, Scantling? El infierno abre su boca inmensa, esperando de que te lance a las llamas eternas! Que los demonios devoren tus sobras , miserable !
Tod se estremeció ante la furia fría contenida en la voz de sir Brandon. Fenton apenas sonrió, después hizo un gesto grosero . Luego los dos oyeron el gran caballo de Cavendish apartarse.
Más tarde comenzó a llover. Al principio, apenas eran gotas leves que se filtraban sobre el espeso techo de hojas verdes encima de ellos. Dando la bienvenida a la lluvia, Tod levantó la cabeza y abrió la boca para recibir algunas gotas frescas sobre la lengua seca. Pero en cuestión de minutos, el aguacero aumentó, lanzando un torrente continuo dentro del maldito escondrijo. Pero por encima del rugido del viento en las ramas y del azote de la lluvia, el joven todavía escuchaba a los hombres y a los perros buscándolos. Oh, por qué no se iban , por qué no volvían a la comodidad y el o calor del castillo? Qué tipo de herida su amo le había causado para que lord Cavendish no desistiese de encontrarlos aún debajo ese aguacero?
Pero Tod no tenía el coraje de hacer su pregunta en voz alta. El brillo demencial que chispeaba en los ojos de sir Fenton le provocaba escalofríos en todo el cuerpo .
El gris de la tarde se transformó en el negro del crepúsculo mientras la búsqueda proseguía bajo la lluvia incesante. Mojado, helado hasta los huesos, muerto de hambre y sintiéndose la última de las criaturas sobre la Tierra, Tod acabó decidiendo que, si tuviese la oportunidad, se entregaría a la saña de sir Brandon. Cualquier cosa era mejor que aquello que venía soportando.
Notando que el cielo estaba aún más oscuro, él finalmente se aventuró a manifestar las primeras palabras después de horas del más absoluto silencio:
- Hasta... hasta cuándo nos vamos a quedar aquí, mi lord ?
Fenton vociferó entre los dientes:
- Hasta que yo decida lo contrario.
- Pero creo que ellos ya se fueron... quiero decir, parece que acabaron con las búsquedas por hoy. . Podríamos partir ahora, mi lord . ya estaríamos lejos del condado cuando el día amaneciese.
- No !
- Pe... pero, mi lord ... Vamos a acabar muriendo de este modo!
- Tal vez eso te suceda a vos, espantapájaros. Yo voy a terminar lo que empecé. Después de mañana, mataré al maldito novio vestido para la ceremonia de casamiento. Y quiero ver quién me lo va a impedir!
Un terror helado se apoderó de Tod. Qué los ángeles lo protegiesen! Estaba encerrado en un agujero frío, en la oscuridad del bosque, en la compañía de un loco... Un loco que sólo hablaba de muerte! Apoyando la cabeza en el tronco áspero del árbol , intentó pensar en una salida. Pero nada se le ocurría y, en cuestión de instantes, sintió su alma dominada por un pánico avasallante . Entonces se puso a rezar, como nunca había hecho en la vida.
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