miércoles, 9 de septiembre de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 22 - LYNSAY SANDS

CAPITULO 22


Clarissa observó en silencio los criados preparar el baño para ella. Adrian había prometido que mandaría a prepararlo y había cumplido la promesa.
Después de llenar la tina, los criados salieron del cuarto, dejándola a solas con Joan. En el momento en que la puerta del cuarto se cerró, Clarissa caminó hasta a mesa de cabecera para tomar los anteojos.
Todavía acostada, al contemplar la cara de Adrian en determinado momento da noche, ella había decidido seguir el consejo de lady Mowbray y Kibble y comenzar a usar os anteojos. Como había dejado de usarlos por tanto tiempo, quería comenzar lentamente. Iba a usarlos primero delante de Joan para ver como ella reaccionaba. Después , delante de algún otro criado, y luego finalmente delante de la familia y de su marido.
Clarissa vaciló un poco con los anteojos en la mano, entonces se los colocó , serenamente, retiró el libro del cajón de la mesa y se encaminó a la tina.
- Puedo… - Las palabras de Joan murieron súbitamente y fueron acompañadas por el "ploft" del pan de jabón que ella sujetaba al caer al agua.
Clarissa miró fijo a la criada, intentando descifrar su expresión . No era nada agradable admitir ante sí misma que la expresión de Joan parecía de horror. La criada forzó una sonrisa que le pareció misericordiosa y balbuceó :
- Yo… mi lady…
Clarissa hizo un gesto para que se callase. No deseaba hablar sobre los anteojos. De repente Se sintió demasiado deprimida para que le importen las explicaciones, y definitivamente no deseaba oír ningún comentario falso de que le quedaban bien, después de la expresión inicial de la criada claramente que quedaba muy poco atractiva .
Vacilando, Joan no tocó el tema y extendió la mano hacia su mano para que se equilibrase al entrar en la tina. Clarissa tomó la mano de la criada mirándola de reojo repetidas veces.
Como el secreto de los anteojos ya no era más un secreto, por lo menos no para Joan, ella no insistió en quedarse a solas para bañarse y permitió que la criada a ayudase a lavar los cabellos. Mientras Joan arreglaba las ropas que ella iba a usar, Clarissa intentó relajarse en el agua y leer un poco, pero tuvo dificultad. Estaba demasiado consciente de que todo el tiempo la criada continuaba lanzándole miradas furtivas.
- Son tan feos ? - Clarissa preguntó, no pudiendo contenerse.
- Qué dijo, mi lady? - Joan preguntó, con ar inocente.
- Estoy tan fea con lo anteojos? Me pareció que estabas horrorizada al verme por primera vez y ahora me estás mirando disimuladamente.
- Oh, no, mi lady - Joan le aseguró prontamente. - No estaba horrorizada. Los anteojos son bonitos. No sabía que lord Adrian había mandado a buscar un nuevo par. Mi reacción fue de sorpresa, no de horror.
- Hum - hizo Clarissa, dudando de lo que oía. Ella entonces fijó la mirada en la criada. Había visto a esa muchacha rubia todos los días en los últimos meses y la cara de ella le era familiar, pero ahora podía ver mejor los detalles. Joan era una joven adorable, pero quién dijo que as criadas tenían de ser feas? Pero era verdad que las mas jóvenes y bonitas parecían poder obtener mejores empleos, como vendedoras de tiendas. Dejando las divagaciones de lado, Clarissa volvió su atención al libro, pero se estaba sintiendo demasiado inquieta como para disfrutar la lectura. Con los anteojos, estaba más consciente de su propia desnudez en frente de la criada.
Colocando el libro a un lado con un suspiro, Clarissa procuró concentrar su atención en el baño, pero su cabeza sólo pensaba en lo que iba a hacer. Su plan era usar los anteojos delante de Joan y, si resultaba, los usaría delante de otras personas hasta llegar al turno de la familia y de su marido. Desgraciadamente , parecía que no había salido nada bien con Joan.
Aún así, llegaría el momento de tener que usarlos delante de Adrian, o pasaría el resto de su vida práticamente ciega.
Clarissa rechazó esa idea. Casi sería una deslealtad. Además, si era verdad lo que su suegra y Kibble alegaban de que Adrian temía que ella lo hallase repugnante , era mezquino dejarlo sufrir por eso. Día más, día menos tendría que ponerse los anteojos delante de él, sabía eso, pero realmente prefería postergar un poco más ese momento.
No mucho más, Clarissa ponderó. Aparentemente, Adrian estaba de hecho tomándole afecto. Él había demostrado una genuina preocupación por su estado el día anterior y había quedado aliviado al ver que ella se estaba recuperando.
- Cobarde - ella balbuceó entre dientes y se levantó de la tina.
Media hora después , ya estaba lista para bajar. Su cabello todavía estaba húmedo y los anteojos todavía estaban colgados de su nariz. Ella estaba intentando ser valiente, pero no estaba segura si no los escondería si se topase con su marido.
Lydia estaba sola en la sala de comer cuando ella entró, pero había platos vacíos sobre la mesa, lo que sugería que su padre, Adrian y posiblemente lady Mowbray ya hubiesen estado allí y hubiesen partido. Bastó una mirada a la cara de su madrastra para entender el por qué . Lydia tenía una cara muy seria. Clarissa suspiró, sabiendo que ella estaba en uno de esos días difíciles. Sintió ganas de dar media vuelta y huir a su cuarto, pero Lydia ya la había visto y salir de allá sólo complicaría todo.
- Veo que estás usando los anteojos.

Lydia dirigió una sonrisa forzada, y Clarissa se mantuvo callada, dirigiendose al aparador, donde estaba dispuesto el servicio de desayuno , para servir su plato.
- Cuándo llegaron los anteojos? - su madrastra quiso saber. - Tu marido ya te vio con ellos? Ahora entiendes el castigo que te infligiste a vos misma con tu comportamiento impetuoso? Estás triste, verdad ?
Clarissa dejó que su madrastra disparase todas las preguntas mientras se servía. Sólo después de dirigirse a la mesa, sentarse , colocar la servilleta en su falda y tomar el tenedor finalmente dijo en un tono calmo:
- Tengo los anteojos desde el día antes de mi casamiento, Lydia.
Un silencio pesado dominó la sala con esa noticia. Clarissa comenzó a comer y levantaba el tenedor para llevarlo a la boca cuando Lydia rompió el silencio, expresando toda su sorpresa:
- Te casaste con él aún habiendo visto esa cicatriz horrible ? Mi Dios, Clarissa, vos estás loca? Cómo puedes soportar que él te toque?
Suspirando, Clarissa bajó el tenedor y dijo :
- En realidad , Lydia, yo no solamente me casé con Adrian sabiendo cual era su apariencia , conocía esa cicatriz mucho antes que él me besase o que hiciese el amor conmigo. Pude verlo razonablemente bien en el baile en que lo conocí y bailé con él. - Clarissa la miró directamente . -Lo hallé muy atractivo aquella noche y continuo hallándolo. Siento mucho que a vos no te agrade. Pero , por suerte, vos no te casaste con él.
Clarissa comenzó a comer nuevamente, consciente de la mirada de Lydia. Su madrastra la observaba como si ella fuese un rompecabezas que no lograba resolver.
- Parece que estás ... feliz - Lydia finalmente dijo, intrigada, y sin poder contenerse, preguntó : - Cómo puedes ser feliz con él ?
Clarissa levantó la cabeza. Con ojos tristes contempló a la mujer del otro lado da mesa. Lydia no podía entender.
- Porque Adrian es bueno y generoso. Porque él me trata como a una princesa. Porque él me hace reír. Porque él me hace feliz. Porque cuando me besa voy al paraíso y cuando hace el amor conmigo, no logro contener la pasión que él me despierta. No sé si logras entender de lo que hablo.
La reacción de Lydia no podría haber sido más extraña, como si Clarissa la hubiese agredido.
Clarissa, por su lado, se quedó reflexionando sobre la reacción de su madrastra al tomar el tenedor nuevamente y volver su atención a la comida. Transcurrieron varios minutos hasta que Lydia se recuperó lo suficiente como para atacarla nuevamente.
- El ya te vio con los anteojos? - ella preguntó súbitamente . -Apuesto a que no. Yo no te vi usando ellos antes. Es porque a él no le gustas con anteojos, verdad?
Tragando la comida que masticaba, Clarissa posó el tenedor y el cuchillo al lado del plato. Después se limpió los labios con la servilleta , volviéndola a colocar en su regazo, apoyó las manos en su falda, levantó los ojos hacia Lydia e hizo lo que debería haber hecho muchos años antes.
- Por qué deseas tanto verme infeliz? Qué te hace odiarme tanto?
Sobresaltándose en la silla, como si hubiese sido abofeteada, Lydia retrucó :
- No seas ridícula. Vos sos mi Clarissa la calamitosa. Y yo no te odio. He hecho de todo por criarte lo mejor posible.
- Pero quieres verme infeliz.
- Así es la vida, Clarissa - dijo ella secamente. - Todos esos sueños que una tiene sobre hijos y felicidad, un hogar y un marido amoroso, debes olvidarlos. El destino es voluble y muchas veces cruel. Aún cuando parece haberte dado todo lo que querías, pronto entenderás que no tienes nada. Es mejor aprender como es la vida de dura mientras uno es joven que crecer mimada y protegida y cuando sos grande descubrirte con un corazón roto.
Clarissa miró a su madrastra en silencio, sintiendo que estaba cerca de entenderla. Después de un momento, preguntó :
- Vos fuiste mimada e protegida, Lydia?
- Mucho . - ella esbozó una sonrisa. - Fui mimada más de lo que te puedes imaginar. Cualquier cosa que quisiese, la podía tener. Cualquier cosa que necesitase, al instante estaba allí.
- Hasta que te casaste con mi padre.
Lydia miró el plato. Después de una pausa, dijo bajito :
- Creí que lo quería cuando lo vi. Veía como era él con tu madre y…
- Vos lo conociste mientras mi madre todavía vivía? - Clarissa preguntó sorprendida.
Lydia confirmó con la cabeza, con los ojos bajos, casi avergonzados.
- Ellos se amaban mucho. Yo envidiaba a tu madre. Cuando ella murió, me alegré , pues había llegado mi turno. Y fui detrás de él. No inmediatamente, claro. Estuve cerca para confortarlo, para manifestar mi condolencia por la situación difícil que sería para vos no tener una madre. Lo que sería difícil para él también. Vos necesitabas a alguien para ayudarte a convertirte en adulta, especialmente después del escándalo. Y criar una hija y administrar una casa debía ser un peso muy grande para un hombre solo.
- Y él se casó con vos - Clarissa completó bajito , acordándose que que Lydia había sido bondadosa con ella cuando había llegado a Crambray. Después , al poco tiempo, ella se había ido mostrando distante y fría hasta hacerse desagradable. Y no solamente con ella, sino con todos en Crambray.
- Si, él se casó conmigo - ella repitió muy tristemente. - Como te dije, casi tuve todo lo que quería.
- Pero no todo, verdad ? - preguntó Clarissa, comprendiendo la situación. - Sabes por qué ? Porque no era exactamente a mi padre lo que vos querías. Vos querías el tipo relación que él y mi madre tenían.
- Es verdad - ella admitió, forzando una sonrisa . - Vos siempre fuiste una niña muy despierta. Si yo tuviese la mitad de su inteligencia, no habría estropeado mi vida. - Soltando un suspiro, Lydia pasó la mano por su cabello y después sacudió la cabeza. - Ah, él es bueno y generoso a su modo distante, pero no sentí nada cuando él me besó. Desconozco esa pasión incontrolable de que la hablaste . No lo culpé por eso. Él se casó conmigo para que yo cuidase de vos y de la casa. Era eso lo único que le importaba. Vos eras la hija de su amada Margaret, y él siempre demostró más afecto, atención y consideración por vos que por mí. - Después una pequeña pausa, Lydia continuó : - Yo podría haber convivido con eso. Muchos casamientos son simples acuerdos . Me contentaría con el poco de afecto que él me dispensa si por lo menos , hubiese tenido mis propios hijos para criar. Pero no los tuve.
La mano de Lydia apretó tanto la taza que sujetaba que sus nudillos se pusieron blancos. Clarissa temió que ella pudiese romper la taza de rabia.
- Estoy con tu padre hace diez años, sin ninguna perspectiva de un hijo.
La visión de Clarissa se hizo turbia aún con los anteojos. Ella se dio cuenta de que sus ojos estaban inundados con lágrimas de empatía. Secando las lágrimas y aclarando su garganta, argumentó :
- Me tuviste a mí. Yo habría querido ser tu hija.
- No, Clarissa, no era lo que yo quería - contestó Lydia de manera brusca, con una mirada dura. Ella entonces desvió los ojos, avergonzada. -Disculpa mi honestidad , Clarissa, pero vos ya estabas bastante crecida cuando llegué a Crambray. Eras casi una mujer , con personalidad y actitudes propias… y una réplica exacta de tu madre, que tuvo el matrimonio que yo hubiese querido, pero que nunca logré tener.- Ella tosió brevemente y sacudió la cabeza. - Yo quería lo que tu madre Margaret tuvo, un marido para amar y ser amada y un bebé mío. Mi propia hija para que se pareciese a mí , una niña a quien pudiese mimar y proteger.
Clarissa balanceó levemente a cabeza.
- Y estoy segura que a mi madre le habría gustado tener lo que vos tienes.
Lydia parpadeó confundida.
- Qué tengo yo que ella no haya tenido?
- Salud - respondió Clarissa. - Mi madre siempre fue frágil y enferma . No tenía fuerza para hacer casi nada. Un pequeño frío podía tenerla en cama por días. Y ni todo nuestro amor fue capaz de mantenerla saludable.
Por un instante, una expresión de vergüenza pasó por el rostro de Lydia. Ella desvió los ojos y apretó los labios.
- No estoy diciendo eso para avergonzarte - Clarissa dijo prontamente. - Lo digo porque, aún con todo lo que ella tuvo, y que vos deseas, ella tampoco tuvo todo. Tal vez nadie pueda tener todo.
Lydia volvió a mirar a Clarissa, la expresión de vergüenza había cambiado a una curiosidad.
- Ella era feliz?
Clarissa suspiró y pensó en el pasado , acordándose de la risa de su madre, a pesar que siempre estaba enferma . Margaret Crambray nunca había demostrado cansancio o frustración con esa situación. Era de una alegría incomparable y siempre tenía una sonrisa , a pesar de todo el sufrimiento. Por eso todos la amaban tanto.
- Creo que una parte de ella debe haber sido muy infeliz - Clarissa finalmente respondió . - Yo misma hallaría muy frustrante tener que convivir tanto tiempo con la enfermedad. Pero ella nunca lo demostró. Una vez ella me dijo que la felicidad era una elección. Si una elige ser negativa y melancólica, lo serás, pero si deseas ser feliz y estás determinada a disfrutar lo que la vida tiene para ofrecerte, así será. Ella decía que no hay nada en la vida que sea sólo bueno o sólo malo , que la vida da un poco de cada cosa, aunque algunas veces sólo consigamos ver lo que hay de malo a nuestro alrededor mientras que en otros momentos sólo vemos lo que hay de bueno. Por eso debemos tener los ojos siempre atentos para lo bueno para no dejarnos abatir por el desánimo y el pesimismo.
- Parece que tu madre era muy sabia - murmuró Lydia bajito , con lágrimas en los ojos. - Me habría gustado haberla conocido mejor mientras vivía. Tal vez si hubiese oído un poco de la sabiduría de ella no hubiese hecho esta macana irreparable con mi propia vida.
- Por qué es irreparable ? - preguntó Clarissa, y Lydia soltó una carcajada seca.
- Ah, no sé. No me puedes ver, Clarissa ? Me estoy poniendo vieja y gorda, una matrona propiamente dicha, y estoy casada con un hombre que me odia y tengo una hijastra calamitosa que también me odia.
- Yo no te odio - contestó Clarissa.
- Tu padre me odia.
-El…
- Por favor - Lydia levantó la mano para que Clarissa se callase -, No intentes decirme que él no me odia. Al principio, creí que solamente era indiferencia lo que él sentía por mí. Pero, con el paso del tiempo, vino el desprecio. creo que me lo merecí. Mi decepción me volvió amarga e hizo que todos ustedes se sintiesen infelices también. Ahora tu padre ya no gusta de mí. - ella dirigió una mirada sombría a Clarissa y afirmó : - El me detesta tanto que hasta cree que soy yo quien está intentando matarte. - Lydia sacudió la cabeza . Tenía una mirada herida. - Cómo él puede pensar una cosa así ? Entiendo que no me aprecie, pero no me conoce después de todos estos años?
- Estoy segura que él no piensa así - afirmó Clarissa, sintiendo pena por su madrastra. Nunca había visto a Lydia tan vulnerable. Tampoco se había dado cuenta de cuan infeliz ella era. Nunca se había detenido a pensar en la razón por la cual ella no había tenido hijos. O si ella había realizado sus sueños de infancia y adolescencia. Todo indicaba que ella había tenido una infancia muy feliz y que no había logrado lidiar muy bien con las decepciones de la vida adulta.
- Pues él me acusó en la cara y me avisó que, si algo te sucediese , él haría que fuese ahorcada.
- Estoy segura que él no habló de corazón. por lo que entendí, los hombres suponen que debe ser alguien que está aquí ahora y que también estuvo en la ciudad. La lista es muy corta.
- Y yo estoy en ella - Lydia murmuró, recostándose en la silla con un suspiro. - Creo que de tu padre sólo puedo ganar mas desprecio.
Clarissa se quedó en silencio por un momento.
- Lydia, si mi madre tenía razón y somos lo que escogemos ser … quiero decir, si vos no estuviese siempre quejándote y complicándole la vida a los demás, tal vez mi padre encontrase un camino de vuelta a vos.
Lydia la miró por un momento, después dirigió una mirada angustiada.
-Hablando de eso … Por qué estás siendo tan gentil conmigo cuando yo siempre me porté tan mal con vos.
Clarissa frunció el ceño.
- Acabo de darme cuenta que fui egoísta respecto a vos. Nunca se me pasó por la cabeza que vos pudieses querer tener hijos propios o que mi padre no era perfecto. Intuía que vos no eras feliz, pero simplemente creía que era porque vos así lo querías. En verdad , nunca intenté entender en profundidad tu situación . - Ella se quedó pensativa por un momento y después dijo con sinceridad : - Perdóname, Lydia. Perdóname por las decepciones que te causé y perdóname por no haberme dado cuenta de esto antes.
- Eras una niña - Lydia la justificó. - Yo no. Debería haber sabido lidiar mejor con las decepciones. Si hubiese tenido mis propios hijos, probablemente también me sentiría agradecida por haber podido ser una madre para vos. La mañana que fuiste envenenada, cuando pasaba por el corredor en frente de tu cuarto para bajar, oí a lady Mowbray comentarte que ella siempre había querido tener una hija y que le gustaría ser una madre para vos. - La expresión de Lydia se hizo triste. - Ese es el papel que yo debería haber hecho. Vos eras la hija que la vida tenía para ofrecerme - la mirada de Lydia manifestaba gran arrepentimiento. -Discúlpame , Clarissa. Me gustaría poder comenzar todo de nuevo. Si pudiese, haría todo de manera diferente. Sería tu amiga y realmente intentaría ser una madre para vos.
- Nunca es tarde cuando la intención es buena. Podemos comenzar de nuevo y ser amigas - Clarissa respondió rápidamente. - Me gustaría.
Lydia dio una sonrisa inseguro.
- De verdad ? Después de todas las cosas horribles que te hice? Puedes perdonarme y comenzar de nuevo?
Clarissa asintió .
- No fuiste tan horrible, sólo un poco bruja, como corresponde a cualquier madrastra Lydia. La mayoría de las veces estás muy irritada, al borde de un ataque de nervios y, por eso, yo te evitaba. Pero debo admitir que en Londres te volviste intolerante. Pero, a pesar de todo, eso me llevó a conocer y casarme con Adrian, por lo tanto no puedo quejarme demasiado , verdad ? Soy muy feliz con él, Lydia.
Una leve sonrisa brotó de los labios de Lydia.
- Me alegra que por lo menos vos seas feliz, Clarissa. Veo que tu marido es atento, gentil y cuidadoso con vos. Creo que todo eso compensa de sobra esa cicatriz repugnante.
Clarissa se quedó sorprendida. Realmente no entendía esa fijación de todas las personas con esa cicatriz. Formaba parte de Adrián, como una oreja o un dedo. Y hasta le daba una cierta personalidad al rostro de Adrian, pero Lydia obviamente la hallaba repugnante.
Sacudiendo la cabeza, Clarissa dijo :
- Estaba pensando en ir a la aldea hoy. Te gustaría venir conmigo?
Lydia reaccionó como una niña a quien le hubiesen ofrecida un dulce inesperada.
- De verdad ?
- Si. - Clarissa se rió al ver la expresión de ella. - Si vamos a hacernos amigas, necesitamos hacer algunas cosas juntas, verdad ?
- Creo que si - su madrastra concordó, exultante. - A qué hora partimos?
- Ahora mismo, si quieres . Acabo de comer.
Lydia se puso de pie ene l mismo instante.
- Voy a buscar unas monedas a mi cuarto en caso que encontremos algo para comprar. - Al dirigirse a la puerta, ella se detuvo y se volvió para preguntarle a Clarissa: - Vamos en carruaje o a pie?
- Creo que podemos caminar para bajar este desayuno - Clarissa propuso, levantándose y uniéndose a su madrastra cerca de la puerta. - No es muy lejos… a menos que prefieras ir en carruaje.
- No, no, una caminata nos va a hacer bien.
Al cruzar el hall, una Lydia animada no paraba de hablar. Clarissa sonrió y lamentó no haber hablando con ella antes. Podrían haber tenido esa conversación esclarecedora mucho tiempo atrás.

- Clarissa!
Clarissa se sobresaltó al oír la voz de su marido detrás de ella. Inmediatamente se sacó los anteojos y los metió en el bolsillo de la falda. Ella se dio cuenta de la mirada asombrada que Lydia le dirigió, pero la ignoró y se volvió hacia Adrian.
- Hola, querido.
- A dónde van ? - él preguntó preocupado, mirándolas.
- Sólo voy a subir y tomar algunas monedas - dijo Lydia, apartándose. - No voy a tardar mas que un minuto.
Clarissa observó el bulto de su madrastra desaparecer en la escalera y le explicó a su marido:
- Voy a la aldea para ver algunas cosas.
- no con Lydia?
Clarissa suspiró, sabiendo que tendría trabajo para convencerlo.
- Sé que crees que ella es la responsable de la torta envenenada, mi lord . Pero las dos tuvimos una larga y profunda conversación esta mañana, y estoy segura que no fue ella. Lydia se siente desgraciada y, por eso, quiere ver a los otros infelices también, pero no es ella quien está intentando matarme.
- Clarissa…
- Adrian, tienes que creerme. Ella no es la culpable, apuesto mi vida a que no.
- Estás apostando tu vida . Y no voy a aceptar eso. Me rehuso a dejarte ir a la aldea a solas con ella.
Clarissa estrechó los ojos para poder ver mejor la expresión de pánico de su marido y le dio una amplia sonrisa. Poniéndose en puntas de pie , ella lo besó levemente en los labios.
-Te pones tan lindo cuando estás enojado y mandón, mi lord . En verdad. Me da ganas de llevarte arriba y tirarte en la cama.
La tensión de Adrian se suavizó un poco y una pequeña sonrisa se curvó en sus labios.
-Tirarme en la cama, querida? - él la envolvió por la cintura. - estoy dispuesto a sacrificar algo de tiempo para ese proyecto si sos tan persuasiva.
- Persuasiva? - Clarissa acarició los labios de él con la lengua.
Adrian la agarró por la nuca, sin dejar que ella se apartase al intentar besarla.
Clarissa pasó os brazos alrededor del cuello de su marido, y jadeó cuando las manos de él agarraron sus nalgas y la levantaron un poco para que sus cuerpos se tocasen eróticamente. Entonces el sonido de pasos que bajaban rápidamente las escaleras hizo que los dos dejasen de besarse. Reticentemente, Adrian bajó a Clarissa hasta que ella colocó los pies nuevamente en el piso. En ese instante, Lydia surgió al lado de ellos.
- Estoy lista - dijo su madrastra en un tono alegre y se detuvo , con los ojos muy abiertos , al darse cuenta de lo que había interrumpido.
- Yo… eh ....- ella balbuceó .
- También estoy lista - Clarissa afirmó, soltándose del abrazo de su marido y yendo a unirse a Lydia.
- Vamos. Lucy dijo que hay una encantadora posada en la aldea que sirven unos dulces exquisitos.
- Clarissa… - Adrian comenzó a decir, pero ella simplemente abrió la puerta y dio paso para que Lydia saliese primero.
- Volveremos pronto - le avisó alegremente, siguiendo a su madrastra y cerrando la puerta.

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