Capítulo 18
Adrian, con una sonrisa en sus labios, miró a la delicada joven en sus brazos. Las piernas de Clarissa estaban colocadas a cada lado de su regazo, sus pechos estaban desnudos y su cara estaba pegada al tórax igualmente desnudo de él. Ella no dormía el sueño de los justos, sino el sueño de los exhaustos y bien complacidos. Él la había dejado agotada y saciada de tanto hacer amor.
Examinó esa piel sedosa, perfecta, la punta curva de su nariz y los labios entreabiertos, y sintió su corazón saltar dentro de su pecho . Con sólo mirar a Clarissa sentía ganas de abrazarla y le bastaba con abrazarla para querer más. Lamentaba que faltase poco para llegar a Mowbray y realmente no habría tiempo para despertarla y probar otra posición amatoria.
Clarissa soltó un pequeño suspiro y Adrian sintió su corazón sobresaltarse de nuevo. Ella es adorable, pensó, y pasó la mano por su rostro delicado. Todavía durmiendo, Clarissa frunció el ceño, protestó irritada y golpeó la mano que la acariciaba. El pecho de Adrian se sacudió con la risa que soltó y a ella pareció no gustarle, golpeando en el pecho para que se callase.
Sacudiendo la cabeza, él la abrazó contra su pecho y cerró los ojos por un momento, apenas creyendo en la suerte que había tenido . No podría haber encontrado una mujer mejor.
En ese momento, la parte superior del vestido que ella usaba estaba doblado en su cintura. La falda también estaba levantada y el cuerpo de Clarissa estaba prácticamente descubierto. Pero ella estaba preocupada por eso ? Protestaba por el estropicio que él había hecho en su vestido? No. Clarissa no estaba preocupada para nada y dormía sobre él.
Adrian sabía que él no estaba en mejores condiciones, con los pantalones bajados hasta el tobillo y la camisa abierta, con la mitad de los botones faltando. Pero tampoco le importaba eso. Por lo menos , no le importó hasta que oyó el grito del cochero, avisando que ya estaban llegando. Él corrió las cortinas y, horrorizado, vio que ya estaban subiendo por la alameda rumbo a Mowbray.
Tan azorado quedó que tuvo un sobresalto, dejando que Clarissa se resbalase al piso bajo una profusión de faldas y enaguas.
- Clarissa! Perdóname! - Adrian se disculpó asustado, corriendo nuevamente las cortinas e inclinándose para ayudar a su esposa quien, somnolienta, se debatía para salir del montón de faldas que la cubría.
Adrian logró agarrarla, pero el vestido rápidamente se deslizó al piso. Irritado, la sentó en el asiento a su lado y se agachó para tomar el vestido y se lo entregó a ella, avisándole :
- Ya llegamos. Vístete. Y rápido .
- Qué ?- ella preguntó confundida. - Qué significa que ya llegamos?
- Significa que ya estamos en Mowbray. - Adrian corrió la cortina para que ella viese, pero recordó que, sin los anteojos, ella no veía nada. - Estamos llegando. Debemos vestirnos rápidamente .
Clarissa no perdió tiempo con preguntas. inmediatamente recogió las prendas del piso y comenzó a ponérselas, intentando recomponerse.
Satisfecho porque ella había entendido la urgencia de la situación, Adrian volvió su atención a su propio estado de desarreglo. Se paró medio doblado y velozmente levantó los pantalones, cayendo nuevamente sentado en el banco cuando el carruaje se detuvo . Adrian extendió el brazo protegiendo a Clarissa para evitar que ella resbalase y cayese al piso . Pero con la parada brusca, sus cuerpos fueron lanzados hacia adelante y hacia atrás, haciendo que su espalda golpeas con fuerza el asiento.
Luchando con las enaguas y las faldas , Clarissa murmuraba una letanía que decía algo como: "Mierda, mierda, dos veces mierda". Adrian se olvidó por un momento de su propia ropa para ayudarla, teniendo que enfrentar una enorme cantidad de tela para encontrar la cabeza de ella. La había acabado de ayudar a meter la cabeza en el vestido cuando la puerta del carruaje fue abierta.
Adrian prontamente dejó a Clarissa por su cuenta propia y forcejeando trató de cerrar la puerta .
Al volverse hacia Clarissa, vio que ella todavía luchaba por meter los brazos en las mangas. Pero Adrian prefirió acabar de acomodar sus pantalones y abotonar la camisa. Una vez arreglado, vio que su esposa también había terminado de vestirse e intentaba alisar la falda.
- Estoy medianamente presentable? Ellos van a darse cuenta de lo que sucedió .
Adrian se mordió el labio, considerando mejor no decirle que sus cabellos estaban completamente despeinados y su vestido arrugado y rasgado, en ese estado, Clarissa definitivamente iba a dar mucho que hablar.
Carraspeando, optó por la vía de la caballerosidad y mintió :
- Nadie podría llegar a imaginarse algo así.
- Qué suerte! - ella suspiró aliviada y, antes que él pudiese proferir cualquier otra palabra, abrió la puerta, casi matando de un golpe al mayordomo quien, aparentemente, estaba listo para abrir la puerta del carruaje para recibirlos.
Por suerte, a pesar de su avanzada edad, Kibble logró mantenerse en pie. Pero apenas tuvo tiempo para equilibrarse, cuando tuvo que atajar a Clarissa quien, pisando el borde inferior del vestido, prácticamente salió cayéndose del carruaje.
Aterrizó en el pecho del mayordomo soltando un grito de susto. Después procuró afirmar sus pies y levantó la cara, estrechando la vista para mirarlo.
El mayordomo, por su parte, dio un paso hacia atrás con el impacto, pero no dejó de observar bastante horrorizado los labios hinchados de su nueva ama marcados por besos, el cabello despeinado y la ropa toda desacomodada.
Con rabia consigo mismo por no haberse apresurado a descender del carruaje primero para ayudar a Clarissa, Adrian saltó para fuera del vehículo cuando ella salió. Entonces la tomó por el brazo y la apartó del mayordomo. Pasó el brazo sobre los hombros de ella, mirando orgullosamente a los criados que también habían salido para ser presentados a la nueva lady.
- Clarissa, esta es la servidumbre de la casa. El caballero que impidió que te cayeses es nuestro mayordomo, Kibble.
- Hola, Kibble, gracias por no dejarme caer - dijo Clarissa, llena de pudor, y le sonrió para al hombre.
- Fue un placer ayudarla, mi lady - respondió Kibble con una rara demostración de encanto y dignidad.
- Y esta es nuestra ama de llave , Señora Longbottom - Adrian prosiguió, girándola un poquito para mirar a la mujer que, cuando niño, solía llamarla secretamente "Cara Larga" , sobrenombre que le parecía muy más adecuado porque ella era baja y gordita y su cara parecía demasiado grande para ese cuerpo.
- Señora Longbottom. - Clarissa sonrió y la saludó con una sacudida de cabeza.
En seguida, Adrian hizo que girasen nuevamente y esa vez para ser presentada a un grupo de criados.
- Clarissa, estos son Marie, Bessie, Antoinette, Lucy, Jean, Jamie, Frederick, Jack y Robert.
- Hola - dijo Clarissa bajito .
Adrian apretó los hombros de su esposa, besándola en la frente, pensando que ella siempre olía bien.
Intentó apartar ese tipo de pensamiento de su mente y dijo :
- No te preocupes, son muchas personas para que recuerdes los nombres de una sola vez. Dentro de poco los vas a conocer a todos.
- Estoy segura que si - dijo Clarissa, enderezando los hombros, mostrando determinación.
- Hay otros criados ausentes ahora, pero en su debido tiempo vas a conocerlos . Mientras tanto… - la mirada se volvió hacia el pequeño grupo. - Gente, está es mi esposa, lady Clarissa Montfort, la nueva condesa de Mowbray.
- Condesa!? - Clarissa exclamó, levantando la cara hacia él.
- Por supuesto, la esposa de un conde es una condesa, verdad ? - Adrian confirmó en un tono gentil, sonriendo divertido ante la expresión de sorpresa que ella había mostrado .
Adrian se dio cuenta que Clarissa ni siquiera había considerado que con el casamiento ganaría el título de condesa. Qué bendición. Qué alegría pensar que ella se había casado con él por el hombre que era y no por el titulo que portaba.
- El está sonriendo? - La expresión de Kibble, cuyo rostro recordaba al de un perro bulldog, era de total asombro al hacerle la pregunta al ama de llave . No es posible que estemos viendo una sonrisa en la cara del conde!
- Creo que si - respondió la Señora Longbottom.
- A qué se deberá esa sonrisa? - Kibble insistió cuchicheando.
- Creo que a la flor que él tiene en sus brazos, Kibble.
- No es posible. Una muchacha tan joven puede haber domado a esa fiera? No puede ser…
- Yo también me estaría sonriendo si ella fuese mi esposa - Frederick comentó t recibió un codazo de Lucy quien estaba a su lado.
- Tal vez sea la mujer apropiada, Señora Longbottom - Kibble admitió y, en un gesto repentino, se adelantó y se arrodilló delante de Clarissa, le tomó una de las manos entre las suyas y, con toda delicadeza, besó sus dedos con reverencia.
- M lady debe ser un ángel, pues solamente un ángel transformaría al melancólico lord Adrian en este sonriente conde. Por eso, mi angelical lady, a partir de este momento, mi lady tiene mi eterna devoción. Mi vida le pertenece…
Adrian soltó una exclamación e hizo una mueca . Kibble había sido su tutor cuando joven y, de cierto modo, había estado más presente en su vida que su propio padre. Por eso, Kibble había acabado logrando una posición destacada en la casa, siendo casi parte de la familia, casi parte de la servidumbre, pero siempre un viejo que creaba situaciones embarazosas.
- Muy bien , Kibble, basta ,se acabó la escena - Adrian interrumpió su discurso, de forma autoritaria. - Vas a asustar a lady Clarissa.
Kibble simplemente arqueó la ceja y dirigió una mirada afectuosa para al rostro sonriente de Clarissa.
- Me parece que se equivoca, mi lord , porque lady Clarissa no parece asustada.
Adrian sonrió y se curvó para besar la frente de Clarissa y después se volvió en dirección a la puerta.
- Fue un largo viaje. Creo que lady a Clarissa le gustaría de tomar un baño y descansar un poco antes de cenar. Lucy, por favor acompaña a mi lady hasta el cuarto.
- Por supuesto , mi lord . - La criada rubia sonrió y se encaminó hacia Clarissa.
- Llévala del brazo, por favor, Lucy - Adrian ordenó. - Los anteojos de lady Clarissa se rompieron y temo que ella pueda tropezar o caer antes que tenga los nuevos.
- Claro, mi lord . - La criada enlazó su brazo en el de Clarissa y la condujo al cuarto.
Adrian se quedó observando hasta que ellas llegaron al
piso superior de la casa y desaparecieron en el hall. Al volverse, vio que todo el personal estaba reunido detrás de él, observándolas también. La expresión de su rostro se hizo grave, pero nadie le estaba prestando atención a él. Entonces carraspeó algo irritado.
Kibble lo miró de reojo .
- Se pescó un resfrió , mi lord ?
Adrian suspiró. Era ese el problema de vivir en una casa con criados que lo había visto nacer y crecer. No había respeto. Ignorando la falta de atención de los criados, Adrian caminó hasta la puerta del salón y dijo :
- Me gustaría que todos viesen aquí.
- Eso incluye a su esposa y a Lucy? Quiere que vaya a buscarlas? - Frederick preguntó.
- No es necesario - Adrian respondió impacientemente, aguardando que todos entrasen en el salón. Él entró último y cerró la puerta.
- Quiero que uno de ustedes transmita lo que voy a decir a Lucy cuando ella baje, pero no quiero que esta conversación llegue a oídos de lady Clarissa. De hecho , voy a despedir al primero que toque este tema con quien quiera que sea, inclusive entre ustedes. No puedo permitir que ella se entere de esto, entendido?
- La única excepción es ese que debo hablar con Lucy, verdad ? - Kibble comentó.
- Si, claro - Adrian confirmó, suspirando.
Kibble siempre hallaba un modo de corregirlo. Siempre estaba resaltando la importancia de la comunicación clara y, más importante todavía, de recibir la información correcta.
- Muy bien , mi lord . Por favor, prosiga - dijo el mayordomo, asumiendo una actitud relajada, después de aclarar su punto.
Adrian abrió la boca, pero prefirió callarse. La frase que Kibble había usado era la misma que usaba cuando quería que él recitase o explicase algo que le había enseñado como tutor . Adrian se sentía como si volviese a tener diez años y estuviese delante de su tutor.
Suspirando, dejó el asunto de lado y dijo :
- Antes que nada, como ustedes deben haberme oído decirle a Lucy, los anteojos de lady Clarissa se rompieron y ella no en ve muy bien sin ellos. Eso hace que sea vulnerable y proclive a tener accidentes y, en realidad , ha sufrido varios en la ciudad.
- Qué clase de accidentes? - Frederick preguntó, demostrando interés.
Adrian vaciló en contarle, pero resolvió que sería mejor ellos estuviesen preparados para lo que podrían tener que enfrentar.
- Ella ha confundido el regazo de algunas personas con mesas y ha derramado el té , ha rodado por escaleras, ha prendido fuego algunos objetos , ha tenido incidentes con cosas rompibles, inflamables, puntiagudas y filosas . En fin ... ese tipo del accidente.
- Dios del cielo! Es una calamidad! - la Señora Longbottom murmuró, frunciendo la frente con preocupación. -Debemos vigilar a mi lady hasta que sus anteojos nuevos lleguen.
- Exactamente así - Adrian confirmó. - Esa es la función de la criada personal de ella, pero lady Clarissa a veces logra deshacerse de la vigilancia de su criada. A ella no le gusta estar tan vigilada y de vez en cuando se impacienta y quiere hacer las cosas sola. Por eso necesito que todos estén atentos. Esa pasa a ser la tarea prioritaria de ustedes hasta que ella tenga anteojos nuevamente. Quiero dejar bien claro que tiene prioridad sobre cualquier otra tarea que ustedes estén haciendo.
- Está entendido, mi lord - Kibble dijo seriamente. - En cuánto tiempo van a llegar los anteojos ?
Adrian desvió la mirada, sintiéndose incómodo para mirar ak mayordomo, y murmuró :
- Me estoy ocupando de eso.
Kibble estrechó la mirada y Adrian se dio cuenta que él se mostraba desconfiado. Él siempre sabía cuando estaba mintiendo. Antes que le hiciese más preguntas, Adrian continuó :
- Pero ese no es el único problema - dijo, procurando mostrarse firme. - Parece que hay gente o alguien , que quiere perjudicar a lady Clarissa.
Los criados mostraron sorpresa en sus rostros.
- Algunos accidentes tal vez no hayan sido tan accidentales.
- Cómo es eso, mi lord ? - la Señora Longbottom preguntó.
Adrian una vez más vaciló, pero decidió que sería mejor que supiesen a verdad. No tenía dudas que Clarissa continuaba bajo amenaza allí . Quien quiera que hubiese intentado perjudicarla , lo intentaría nuevamente, aunque estuviese casada y protegida en su casa de campo. Pero como no tenía la menor idea de quién podría ser, Adrian contó los detalles de los accidentes que Clarissa había tenido y que habían sido motivo de sus sospechas.
Todos se mantuvieron en absoluto silencio, reflexionando sobre lo que él había contado, silencio - que finalmente - fue quebrado con una pregunta de Kibble:
- Hace cuánto tiempo ella está sin anteojos?
- Hace ... algún tiempo - Adrian respondió evasivamente, aclarando su garganta. - Ustedes entenderán entonces, que tengo motivos para preocuparme por el bienestar de ella y por qué les pido que estén atentos a cualquier extraños que ronden la propiedad y a las cosas que hace lady Clarissa.
- Voy a observarla noche y día, mi lord - Frederick prometió, movido por un espíritu de caballerosidad.
- Gracias , Frederick, pero no será necesario. Como dije, sólo quiero que estés atentos.
- Muy bien , mi lord , vamos a vigilarla - completó Kibble, para cerrar el tema. - Si eso es todo, creo que ya podemos volver al trabajo.
- Pueden, si - Adrian confirmó y fue a instalarse en una poltrona cerca de la chimenea. Después de que el grupo de personas dejó el salón, él se volvió sorprendido al oír un ruido viniendo de la mesa en un rincón donde estaba el brandy. Kibble había permanecido en el salón y llenaba dos copas con la bebida.
Después de tapar la botella , el mayordomo se dirigió a Adrian con las dos copas en la mano y le extendió una, sentándose después en la poltrona al lado de él.
Adrian no se sorprendió con esa conducta. Era habitual cuando Kibble quería hablarle. Sólo se preguntaba qué él podría querer decirle.
- Ella todavía no vio tu rostro. - No se trataba de una pregunta.
Adrian apretó los labios y miró la chimenea, rehusándose a responder.
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