viernes, 4 de septiembre de 2009

CALAMITOSA CLARISSA - CAPITULO 16 - LYNSAY SANDS

Capitulo 16


Clarissa se despertó muy temprano y muy ansiosa porque era el día de su casamiento. Sabía que, aún si lo intentase, simplemente no podría dormir más. Se quedó en la cama por algunos minutos, pensando eufóricamente en ele día que tenía por delante y principalmente en la noche.
Acordándose entonces de los anteojos nuevos, se sentó abruptamente en la cama, los sacó de la bolsita de tela en que estaban guardados y se los puso.

Un suspiro de satisfacción brotó de sus labios, el mundo estaba en foco nuevamente. Tenía un constante dolor de cabeza de tanto forzar y estrechar la vista en la tentativa de ver un poco más que meros borrones. Tal vez los anteojos no le quedaban bien , pero el mundo a su alrededor sin duda se veía mucho mejor,
No era nada agradable dejar de usarlos cuando tenía ganas de gritar de alegría para que todos supiesen que finalmente podía ver. Pero consideraba mejor seguir manteniéndolos en secreto hasta que estuviese segura del amor de Adrian. A pesar de que él afirmase lo contrario, temía que se hubiese dispuesto a casarse solamente para evitarle un escándalo más.
Con los anteojos ahora, Clarissa consideró por un breve momento hacer una escapada hasta la biblioteca para tomar un libro. Pero antes que se hubiese decidido, el sonido de la perilla de la puerta rompió el silencio del cuarto. Ella inmediatamente se sacó los anteojos y tomó la bolsita. Apenas tuvo tiempo de guardarlos, cuando Lydia entró en el cuarto.
La madrastra estaba sujetando algo que colocó sobre la cómoda, pero Clarissa no sabría decir qué era. Después ella se aproximó a la la cama. Qué pena que no tenía los anteojos puestos para ver la cara de ella, Clarissa pensó. Porque la venida de Lydia a esa hora y en el día de su casamiento no podría tener un propósito muy bueno.
- Tu padre creyó que yo debería explicarte las cosas que suceden en la cama después del casamiento - dijo Lydia, sin ningún preámbulo.
Clarissa necesitó contenerse para no soltar un sonoro suspiro. Sospechaba que no le iba a gustar nada esa conversación. Adrian parecía haber presentido que su madrastra haría cualquier cosa para asustarla sobre el lecho conyugal, y ahora ella veía que él tenía razón . Intentó pensar en una manera de impedirle hablar, pero desistió. Si todas las mujeres se casaban y sobrevivían, por qué con ella tendría que ser diferente. No se dejaría influenciar por lo que Lydia le dijese. Sólo que no entendía la razón por la cual el propio Adrian se había mostrado tan reticente a conversar sobre el tema y , aunque no quisiese pensar respecto a eso, no podía borrarse de la cabeza esa historia del dolor y la sangre.
- Voy a contartelo de la misma manera que mi madre me lo contó - dijo Lydia levantando la mano. - Puedes ver esto?
Clarissa forzó la vista. El objeto que Lydia sujetaba era pequeño y oscuro, pero no podía ver qué era.

- Es una Llave - Lydia explicó, caminando en dirección a la puerta. - Ven aquí.
Clarissa vaciló, después empujó las mantas, se levantó y fue hasta la puerta.
- Agáchate un poco y acerca la cara aquí, Clarissa. Es importante que veas esto.
Clarissa hizo lo que su madrastra pedía y Lydia colocó la llave en la cerradura.
- Estás viendo que coloqué la llave en la cerradura - confirmó, - Mi madre me explicó que el hombre tiene la llave y la mujer, la cerradura. Adrian te va a colocar la llave de él en tu cerradura y así el matrimonio estará consumado.
Clarissa se mordió el labio y supo que el objeto rígido que la había tocado entre las piernas era la llave en cuestión . También tenía una buena idea de donde quedaba su cerradura. Adrian, en verdad , la había explorado bastante la noche del incendio.

- Pero mi madre era una mentirosa - Lydia continuó y Clarissa, muy asombrada, fue nuevamente a sentarse. - No es nada tan simple ni tan limpio como parece con esa demostración - aseguró Lydia. - Ahora ven aquí.
Clarissa se levantó y acompañó a Lydia hasta la cómoda donde ella había colocado algunos objetos. Inclinándose y estrechando la vista , Clarissa pudo ver que había un pequeña paleta de plata con filo y una torta. Mientras ella todavía estaba inclinada sobre la cómoda, Lydia tomó la paleta.
- Este es el tamaño aproximado del miembro masculino, o , según la explicación de mi madre, de la llave.
Clarissa evaluó el objeto, imaginando que debería tener entre quince y veinte centímetros de largo. Nunca había visto aquello antes y se preguntaba de dónde Lydia lo había sacado. Pero dejó, de divagar,para oír a Lydia hablar nuevamente:
- La torta es la cerradura. Tu cerradura no está abierta y no es perfectamente compatible con la llave del hombre. Es pequeña, estrecha y tiene una fina membrana llamada… himen.
Clarissa fijó la mirada en el rostro de Lydia al sentir la evidente incomodidad de su voz. Tocar ese aspecto más técnico de la cuestión aparentemente la incomodaba. Pero ella continuó.

- Y el hombre tiene que romper esa membrana la primera vez. Así!
Clarissa tuvo un sobresalto cuando Lydia hincó la paleta en la torta con un golpe violento. Clarissa miró la torta abierta y entonces tomó un trapo para limpiar la mermelada que se había desparramado por todos lados y había salpicado su cara. La torta era de mermelada de framboesa y, por más ciega que fuese, podía ver la paleta medio enterrado en la torta, recubierta con el rojo oscuro de la mermelada.
- Vas a sangrar - Lydia le avisó con una media sonrisa y, como debes imaginar, vas a sentir dolor, pero si tienes suerte, él acabará rápidamente y te dejará sola para descanses y llores a solas. Personalmente, dudo que lord Mowbray tenga esa consideración.
Sin molestarse en limpiar la suciedad que había causado, Lydia se encaminó hacia la puerta y, antes de salir, dijo secamente:
- Que te diviertas estas noche.
Después que la puerta fue cerrada, Clarissa se sentó en la cómoda, sintiendo una gran debilidad. No lograba sacar los ojos de la torta. La costra dorada que la recubría estaba toda manchada, y la paleta clavada en ella continuaba firme y orgullosa.
- Mierda! - Había jurado que no permitiría que Lydia la preocupase, pero todo aquello era bastante preocupante.
- Mi lady!
Clarissa se volvió al oír la voz de Joan que entraba en el cuarto.
- Su madrastra estaba saliendo cuando llegaba . Todo está bien ?
- Yo ... - Clarissa carraspeó y acabó olvidando lo que pretendía decir. Preguntó entonces : - Es verdad que las mujeres tenemos una membrana y que el hombre tiene que romperla?
- Bien…
Clarissa notó la reticencia en la voz de la criada e insistió :
- Es o no verdad ?
- Si , pero…
- Es verdad también que sangra y duele?
Joan suspiró.
- Mi lady, no debe permitir que las palabras de su madrastra la dejen preocupada. La primera vez le duele a muchas mujeres, pero…
- Entonces no le duele a todas? - Clarissa la interrumpió , esperanzada.
- Oí decir que algunas sufren muy poco - Joan aseguró.
- Oíste decir - Clarissa repitió . - Pero entonces no conoces a nadie que no haya sufrido la primera vez?
Joan vaciló nuevamente, después fue a cerrar la puerta del cuarto y, con aire determinado, se aproximó a Clarissa.
- Estoy segura que lord Mowbray sabrá conducir todo de manera muy delicada. Ahora vamos a cambiar la ropa.
- Pero…
- Mi lady - Joan la interrumpió con calma. - Usted quiere casarse con él, verdad ? O preferiría casarse con lord Prudhomme o con alguien de ese tipo? Le aseguro que lord Prudhomme no estaría ni un poco preocupado por sus temores .
- Claro que no - Clarissa concordó y se levantó con un suspiro. - Ayúdame entonces. Después de todo, voy a casarme hoy.
Era evidente la falta de entusiasmo en la voz de Clarissa. Hasta oír las explicaciones de Lydia, estaba ansiosa para que llegase esa noche. Imaginaba que sería todavía mejor que la que había tenido en su cuarto cuando Adrian la había excitado tanto . Ahora que sabía lo que la esperaba, sólo podía sentirse triste por haber nacido mujer. Pues no tenía duda de que era mucho mejor ser un cuchillo que una torta!

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