domingo, 23 de mayo de 2010

ESCUELA DE ENCANTOS - CAPITULO 21 - SUSAN WIGGS

CAPITULO 21


Oh, Señor! Si supieses qué criatura mal humorada soy detrás de toda esta bella amabilidad !
Jane Welsh Carlyle



_Por qué me estás mirando con ese aire enojado? - preguntó Isadora, recostándose en el asiento del carruaje.
Ryan frunció todavía más el ceño, estudiándola bajo la luz difusa de la lampara del carruaje que brillaba a través de la ventana.
_ Me estaba preguntando si el Señor Ferreira va a creer que mi acompañante de esta noche es la misma muchacha sonriente y despreocupada que conoció en el mercado ayer.
_ No todos los hombres dan tanta importancia a la apariencia de una persona - respondió ella, desviando la mirada hacia la ventana.
Ryan sintió unas ganas un tanto perversas de agarrarla , despeinarle los cabellos , aflojarle las ropas y hacerla arrepentirse de haber intentado volver a la rígida de dama de sociedad de Boston. Isadora usaba un vestido negro o marrón que él había detestado desde el principio , las faldas infladas por las varias capas de enaguas. Había quitado los cabellos de la cara , peinándolos hacia atrás , aunque sentía satisfacción en notar que las mechas sedosas mantenían el brillo dorado adquirido por las semanas de exposición al sol y al mar.
Pero más alarmante todavía, que la sobriedad del vestido era el comportamiento. Isadora había adoptado una vez más un aire tímido, sumiso, manteniendo los hombros caídos y el mentón bajo. Esa era el modo en que la Isadora Peabody de Beacon Hil se presentaba al mundo: como una mujer que no tenía el menor amor propio.
- Estás vestida como si estuviésemos yendo a un funeral - Ryan murmuró.
Ella desvió la mirada de la ventanilla y la posó en el saco corto de seda amarillo que él usaba combinado con un corbata bordó.
- Vos compensas la ausencia de color de mis ropas - ella comentó.
- Podrías al menos intentar no parecer como si fueses camino a la horca?
- No me gustan los eventos sociales. Nunca me gustaron . Deberías haber venido sin mí esta noche.
En algún determinado punto, la vida le había enseñado que los eventos sociales eran una tribulación. Isadora había aprendido a prepararse para enfrentarlos como un soldado se armaba para una batalla. Un corset apretado y una actitud reservada eran su escudo y su espada. Una vez más , había se había comido las uñas, un hábito que parecía haber superado a bordo del barco.
Por qué haces eso?, Ryan quería preguntarle. Pero no lo hizo. Criticar la actitud de ella sería peligroso. Porque tan pronto comenzase a preocuparse por esa mujer, pasaría a importarle verdaderamente , y aquello podría ser peligroso, podría distraerlo de su causa. Necesitaba conservar el control y la paz mental para hacer todo lo que estaba a su alcance para que Journey pudiese volver a reunirse con su esposa.
El carruaje los llevó a una mansión elegante en el barrio de Botafogo. dejando la calle larga y ladeada de árboles , el vehículo traspasó un imponente portón de hierro. Blasones de familia con figuras de barcos y leones adornaban el alto portón. El carruaje siguió por un camino circular de piedra con una fuente en el centro.
La casa de los Ferreira era una mansión de tres pisos, iluminada por antorchas en las paredes. Un criado , sonriendo cordialmente, los condujo a un salón adornado por cortinas y floreros enormes con palmas en los rincones. Graciosos sofás distribuidos en el recinto , decorados con pequeñas almohadones bordados. La atmósfera de lujo y sensualidad los envolvió como un abrazo seductor.
Ryan miró a Isadora para ver cómo estaba reaccionando a todo y , exasperado, notó que ella se mordía las uñas.
Le cubrió las manos con las suyas.
- Tienes una boca tan dulce - le susurró . -Puedo pensar en varios propósitos muchos mejores para ella que comerte las uñas.
Isadora apartó sus manos.
- Me gustaría que no me hablases de manera tan sugestiva.
- Por qué no?
- Es... impropio. No, es peor que eso. No es algo sincero.
- Y cómo puedes estar tan segura? - él le cubrió la mejilla ruborizada con la mano, pasando el pulgar levemente por el labio inferior, admirándose con su suavidad, acordándose del gusto que había tenido cuando la había besado. - No eres una especialista en hombres, mucho menos en alguien como yo.
Isadora desvió la cara, parpadeando rápidamente como si estuviese al borde de las lágrimas.
- Capitán Calhoun, no sé lidiar muy bien con las provocaciones.
La expresión de amargura en esos ojos castaños verdosos lo preocupó . Aunque Isadora no tuviese idea de la dimensión de su interés por ella, tenía razón en una cosa. A menos que pudiese ofrecerle algo más que un mero coqueteo , debería mantener su distancia. Desafortunadamente , el acto de coquetear le resultaba muy divertido ...
- Después de ayer, creí que nuestra amistad había evolucionado al punto de tolerar un poco de provocación.
- Ayer fue .., ayer. - Isadora comenzó a caminar lentamente por el salón, observando la atmósfera alegre del lugar. - Esto no es muy parecido a Boston.
- No lo apruebas ?
- Al contrario. todo parece muy confortable y relajado.
- Señor Calhoun! Señorita Peabody! - Ferreira entró en el salón. Usaba un elegante traje negro de noche con una faja de seda roja en la cintura. - Sean bienvenidos a nuestra casa!
A su lado, estaba una mujer de estatura baja y rostro sonriente, usando un bello vestido claro.
- Permítanme presentarles a mi esposa, Amalia. - Aunque de mediana edad y no siendo una beldad , doña Amalia tenía una cara simpática, los ojos castaños brillando con afecto por su marido y una actitud receptiva a los invitados.
- Sean bienvenidos al Río de Janeiro - le dijo , su mirada afable incluyendo a Ryan y a Isadora, a quien le extendió ambas las manos en un saludo.
Mauricio inclinó un poco la cabeza de costado.
- Luce muy formal, Señorita. - le guiñó un ojo al agregar: - Ustedes dos, son novios?
- Por supuesto que no! - exclamó Isadora.
Ryan se sintió ofendido con semejante vehemencia.
- Una pregunta tonta - prosiguió Mauricio. -Acompáñennos. Vamos a olvidarla con un buen vino y comida!



Los cuatro se acomodaron en una elegante sala de cenar , donde les fue servida una gran variedad de exquisiteces, el plato principal consistió en sabrosos frutos de mar, con acompañados de ensaladas y vinos. Durante el postre, los criados habían llevado bandejas con una infinidad de frutas y dulces típicos, incluyendo guayaba, salpicadas con azúcar.
_Oí hablar mucho sobre Boston - comentó Amalia, habiéndose revelado como una persona comunicativa e informada. - Tu ciudad natal es un gran centro cultural, no?
- Es verdad - respondió Isadora. - Las personas de Boston valorizan mucho la educación y la cultura.
- Y la vida académica siempre fue importante en tu familia?
- Oh, si. Aunque nunca tan importante como... - ella se contuvo , ruborizándose, y bajó la mirada hacia el plato. - ... como otras cosas - completó vagamente. Ryan tenía una idea de lo que esas "otras cosas" tenían que ver con la capacidad de una joven para ser sociable y divertida en las fiestas, en pescar al marido adecuado y en mantenerse como un adorno brillante colgada del brazo de un hombre rico. Sorbió un trago de vino, frunciendo el ceño .
- Qué le pareció el paseo por la ciudad ayer, Señorita? - preguntó Ferreira.
- Todo es maravilloso. Su ciudad es tan increíblemente rica en cosas para ver y hacer.
- Entonces, debes hacer de todo - insistió Amalia.
- Es lo que me gustaría, pero creo que llevaría años. - Isadora lanzó una mirada a Ryan. - Solamente tendremos una breve estadía aquí, no es así , capitán?
- Desafortunadamente , si .
- Me gustaría poder quedarme más tiempo - dijo ella.
Los Ferreira estaban radiantes.
- Así es Río. Aunque su hogar pueda quedar en algún otro lugar, Río de Janeiro cautiva su corazón, siempre.
La pareja se tomó de las manos, y Ryan halló ese gesto extrañamente conmovedor , por ser tan espontáneo e inconsciente.
Cómo sería, se preguntó , tener algo así ? Tener a alguien a quien pudiese tocar con tanta ternura, sabiendo que la persona siempre estaría a su lado y retribuiría su afecto?
Tener una compañera que supiese, sin preguntar, la comida o la ropa que más le agradaba?
Una antigua ansia lo invadió , un deseo que había tenido por muchos años. Era un deseo muy simple , en verdad. Quería compartir su vida con una mujer de la manera afectuosa y relajada en que los Ferreira compartían la suya. En sus viajes, había visto maravillas más allá de la imaginación, había conocido momentos de peligro y de triunfo, pero nada de aquello tenía gran significado porque nunca había habido nadie con quien compartirlo, nadie que escuchase sus esperanzas, sus miedos y sus sueños.
Ryan posó la copa vacía en la mesa. Maldición. Melancolía de borracho. Había tomado demasiado vino .
- Debes extrañar tu casa, señorita Peabody - dijo Amelia, haciendo un gesto para que un criado volviese a llenar la copa de Ryan.
- No mucho. - Isadora bajó la mirada con culpa. - No quiero ser desleal, pero mi vida en Boston era bastante ordenada y previsible. Imagino que podría ausentarme durante años y descubrir todo de la misma manera cuando volviese.
La anfitriona soltó una risa.
- Con certeza, tus amigos y familiares no querrían quedarse sin vos durante tanto tiempo.
Isadora sintió sus mejillas ruborizándose .
- Sería un halago descubrir que hay alguien que siente mi falta.
- Claro que lo hay. Tal vez algún caballero especial...
l Oh, Cielos, no! - respondió Isadora, casi con pánico. Llevó la mano
l al pecho como si así pudiese contener los latidos acelerados de su corazón.
El Señor Ferreira se rió divertido.
- Cuando una dama protesta con tanta vehemencia siempre es por causa de un caballero especial.
Isadora cerró los ojos, su sonrisa forzada.
_ Es imperdonable que siempre sea tan previsible.
Los Ferreira intercambiaron una mirada.
Ryan posó la copa con fuerza sobre la mesa. Chad Easterbrook nuevamente. Qué le veía Isadora a ese pomposo cabeza zapallo ?
Con su conversación animada y su orgullo por Río de Janeiro, los Ferreira hicieron que Isadora se sintiese cómoda . Al final de la cena, Ferreira se dio vuelta hacia Ryan.
_ Bien, creo que debemos ir afuera a fumar nuestros cigarros. Amelia prohibe ese olor dentro de la casa. - inclinándose, besó la mano de su esposa. - Pueden arreglarse sin nosotros por algunos minutos?
- Por supuesto . Disfrutaremos nuestro café juntas - respondió Amalia.
Ryan siguió a su anfitrión hasta un amplio balcón .
- No deberíamos tener problema en conseguir una carga para llevar a Boston - dijo Mauricio.
- Me alegra que haya mencionado el tema. Sé que esto no está en el contrato de consignación, pero no aceptaré nada producido por trabajo esclavo.
El próspero comerciante soltó un silbido bajo.
- Eso descarta el mejor café del mundo.
Ryan sacudió la cabeza .
- Esa medida casi me arruinó en mi último viaje a La Habana, pero conseguí encontrar una fábrica de tabaco y de azúcar que representaba intereses anti esclavistas.
- En eso puedo ayudarlo - dijo Ferreira después de un momento. - conozco algunos plantadores que usan mano de obra paga.
A través de las puertas - ventanas podían ver a las damas bebiendo café y conversando. Ferreira encendió los cigarros y las observó a través de los espirales de humo. Era probable que no se diese cuenta de que sonría como un tonto enamorado, cuando miraba a su esposa.
- Es un hombre de suerte - comentó Ryan, dando una pitada a su cigarro. - La vida es generosa con usted.
- Fui bendecido - concordó Ferreira, sonriendo todavía más mientras Amelia lanzaba la cabeza hacia atrás para reírse de algún comentario hecho por Isadora. - Tengo la esposa más linda del mundo.
La declaración sincera reverberó de manera extraña en el interior de Ryan. Amalia Ferreira no era esbelta. No era joven. Sus rasgos faciales estaba lejos de ser deslumbrantes. Pero no tenía duda que, a los ojos do marido, ella era una dádiva de los cielos.
- Es hombre que sabe apreciar sus bendiciones -comentó.
- Y usted no?
- Soy un hombre con obligaciones. Las bendiciones, espero , vendrán con el tiempo.
- Eso es algo que un joven impaciente diría.
- No concuerda?
Ferreira estudió a las damas, Amelia con su vestido liviano y claro e Isadora en su severo vestido negro :
- Lo que usted , como a mayoría de los jóvenes impacientes, no entiende es que, a veces, es que la más dulce bendición de todas está justo delante de sus ojos.

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