CAPITULO 1
Boston, 2 de Diciembre de 2007
Claire MacGregor tenía ganas de ponerse a llorar. Mes de diciembre, el período más promisorio del año para facturar ventas, y ella sólo contaba con treinta y seis dólares y algunos centavos en la caja.
Feliz Navidad!
Las celebraciones navideñas ya no eran como antes. Desde que había perdido a su madre, ocho años antes, Claire no lograba participar del clima de alegría de esa época del año. Si no fuese por la expectativa de atraer clientes a su pequeño negocio, una tienda de antigüedades que había resuelto llamar de Velvet Pumpkin* (Nota de traducción: significa calabaza de terciopelo) , ella no se habría dado el trabajo ni el gasto de decorar la vidriera.
Un suave tañido de la campanilla de bronce colocada en lo alto de la puerta la hizo levantar la vista de la pantalla de la computadora y dar una sonrisa al primer visitante de la tarde. La esperanza de ganar algo de dinero se desvaneció al encontrarse con su amiga, Tracy Simpson.
- Cómo fue la entrevista?
Tracy hizo una mueca mientras se sacaba los guantes.
- No fui a la agencia. Surgió un imprevisto.
Claire desvió la vista hacia el reloj francés en la pared que había sido dejado en consignación, después hacia las ventanas en arco
y dio un suspiro. Ya eran cuatro y media y estaba nevando. No había modo de que Tracy llegase a la ciudad antes que la agencia cerrase.
- No puedo creer que hayas dejado escapar una oportunidad como esa!
Tracy se quitó el tapado de cuero y lo colocó sobre el respaldo de la silla más cercana. Se dirigió , en seguida, hacia el objeto más valioso de la tienda: un espejo de dos metros y medio de altura, con marco barroco , que también era el objeto preferido de Claire.
- Quería ir, pero no pude. Mañana me presentaré sin falta, si
ellos vuelven a llamar.
Claire cruzó los brazos irritada.
- Y si ellos no vuelven a llamar y el puesto de secretaria fuese ocupado por otrs? Qué harás? Tu cuenta bancaria está en bajo cero. Nunca ahorraste ni un peso. Gastas todo lo que ganas.Y no es que tu caché de bailarina en un club nocturno sea de los mejores.
Frente al espejo, Tracy hizo un gesto de desdén con la mano.
- Te preocupas demasiado. Voy a conseguir el papel.
- Papel? Qué papel?
- De Sandy. - El rostro de Tracy se iluminó como el árbol de Navidad a su lado. - En el musical Grease con John Travolta y Olivia Newton-John. Debes acordarte . Fuimos a ver esa película decenas de veces.
Cómo Claire podría olvidarse de esa película ? Siendo una colegial tímida y acomplejada, que se sentaba con sus anteojos en la última fila de la sala y que nunca había sido invitada a salir con un muchacho, excepto por las inútiles tentativas de Tracy de armar una salida de cuatro, con uno de los compañeros del equipo de futbol de su novio. La película era maravillosa. El protagonista, con sus ojos azules refulgentes, hoyuelos en las mejillas y el mentón, se había convertido en su ideal de hombre.
- Si, me acuerdo . Pero la temporada de espectáculos no cerró unas semanas atrás?
Como si no hubiese oído la pregunta, Tracy colocó las manos debajo de sus pechos y los levantó .
- La fuerza gravedad parece estar comenzando a hacer su daño. Ya no gano propinas como hace algunos años, ni recibo tantas invitaciones para salir. - Aparento la edad que tengo? Quiero toda la verdad, a menos que tengas una mentira muy convincente.
Claire también prefirió no responder. El tiempo estaba pasando para las dos. Tracy, la estrella rubia de los musicales de la escuela, había decidido intentar una carrera en Hollywood en vez de seguir la facultad. Después de diez años, tres comerciales y un papel mucho mas que menor de actriz en una espantosa película de terror, solamente lanzado en videos, Tracy había resuelto cambiar de ciudad y había volado a Nueva York para intentar suerte en los teatros de Broadway. Otra tentativa que resultó en rotundo fracaso. Al cabo de unos años más, Tracy había vuelto para casa.
En ese interin, Claire se había formado y se había recibido de Licenciada en Historia del Arte, trabajando en empleos de medio turno con salarios mínimos para sustentarse económicamente. Su sueño de conseguir un puesto de curadora en un museo
acabó siendo abandonado al descubrir que para cada puesto había millares de postulantes. Experta en arte, ella comenzó a frecuentar ferias americanas de garaje y a coleccionar antigüedades. Era dueña, ahora, de una construcción de dos pisos. La tienda funcionaba en la planta baja y Claire vivía en el piso superior. E; apartamento del primer piso estaba alquilado. La construcción era antigua y estaba mal conservada. Los negocios no andaban muy bien. Pero Claire realmente no podía quejarse.
- Estás divina! Deja preocuparte !
- No respondiste mi pregunta.
- No te doy más de veinticinco. Podrías pasar por veintidós. - Ante el absurdo de esa sugestión, Tracy lanzó una carcajada . Claire sonrió. - Estaré cruzando los dedos para que todo te salga bien!
La atención volvió nuevamente a la pantalla de la computadora, Claire encontró dos ofertas para las joyas victorianas que había puesto en venta. Las descartó. No cubrían ni siquiera su inversión inicial.
- Estoy pensando mucho en hacerme una cirugía plástica de pechos.
La campanilla volvió a sonar y Claire olvidó momentáneamente a su amiga para darle la bienvenida a su primer cliente de esa tarde. Pero era Mark, el cartero. Y además de la correspondencia, todo lo que dejó en la tienda fueron los copos de nieve que sacudió de su ropa y de su gorra.
- Hola, Mark.
- Hola, Claire. Cómo camioneta las cosas?
- Lento. Muy lento.
Ella firmó el recibo de un paquete para la señora Grouse, su inquilina. Al devolver el papel, notó el interés del cartero por su amiga, quien se retorcía sensualmente una mecha de cabellos rubio platinados cortados a la altura de los hombros. Acostumbrada a siempre quedar en segundo plano que Tracy estaba cerca, Claire dio un suspiro de resignación.
-Tracy, este es Mark Mullany. Mark, esta es Tracy Simpson.
El rubor de Mark y el modo en que Tracy estrechó los ojos al mirarlo le dijeron a Claire que los dos ya se conocían. Mark, un hombre atractivo de unos cuarenta años, estaba casado y tenía hijos.
- Cuéntame todo - Claire intimó a su amiga a hablar respecto a eso cuando el cartero se marchase.
- No hay nada que contar.
Tracy encogió los hombros. Claire se levantó de detrás de la mesa que servia de mostrador , de escritorio y de mesa de almuerzo.
- No nací ayer. Estás saliendo con Mark?
- El aparece de vez en cuando en el club y tomamos algunas cervezas.
Claire frunció la cara. No quería que su amiga volviese a lastimarse. Su última experiencia amorosa había sido un desastre. Por otro lado, hasta cuándo insistiría en querer meterse y cuidar la vida de los demás?
- No creo que seas la persona más indicada para darme consejos de amor. Cuándo fue la última vez que saliste con alguien?
- No me acuerdo . Pero fui al teatro con Victor la semana pasada.
- Victor no cuenta. El es tu mejor amigo gay. Por eso, quien va a darte un consejo esta vez soy yo. Trata de comprar ropa interior de encaje y seda y encontrar a alguien que también esté solo y necesitado de sexo. Eso te haría un bien enorme.
Todos los hombres que Claire conocía eran sus amigos. Ella ya había cometido el gran error de intentar transformar amistad en amor . Había acabado perdiendo un amigo y quedándose
todavía más sola. Había aprendido la lección. Ahora estaba decidida a esperar el hombre de sus sueños. Alguien que la haría temblar de excitación y que encendería su sangre con una simple caricia o mirada. El hecho que ya hubiese cumplido treinta y un años de vida sin que él hubiese aparecido no importaba. Ella creía en milagros.
Tracy consultó su reloj de muñeca.
- Estoy hambrienta. No comí nada en todo el día . Qué te parece cenar conmigo?
Claire espió por la ventana. La nieve continuaba cayendo. Los copos se acumulaban en la calle y en las calzadas desiertas. La realidad era que no había motivo para que la tienda permaneciese abierta. Nadie estaría dispuesto a salir para hacer compras ese atardecer. Si cerrase más temprano, estaría ahorrando luz, además de energía.
- Te parece el "Union Oyster House"? - Los frutos del mar siempre mejoraban la energía de Claire y ese era el mejor restaurante de la ciudad en su especialidad.
- Por qué no? - Mientras aguardaba que Claire cerrase la caja, Tracy reconoció el nombre del remitente en un sobre apoyado en el mostrador. - Tavish MacLean es el tipo que socorriste unos años atrás, verdad ?
- Si. - El accidente había sucedido justo delante de "Velvet Pumpkin". Claire estaba cerrando la puerta cuando él había perdido el control del automóvil y había chocado contra un poste. Ella lo había ayudado a salir del vehículo y lo había traído a la tienda donde habían avisado a la policia y ella le había administrado los primeros auxilios.
El remolque había demorado tres horas. En ese tiempo ellos habían tomado chocolate caliente con galletas y se habían distraído con las historias que Tavish contaba sobre sus aventuras navideñas en Escocia. Desde esa noche, él siempre le mandaba una tarjeta la primera semana de diciembre y viajaba de su ciudad , Portsmouth, para almorzar con ella en la víspera de Navidad. Durante el resto del año ellos solamente se hablaban por teléfono.
- El te adora - dijo Tracy después de leer el mensaje.
- No es increíble - Claire comentó mientras introducía la llave en la cerradura y cerraba la puerta - Qué mi único pretendiente tenga casi ochenta años?
Un ruido súbito y estridente hizo que Tracy se sobresaltase.
- Dios! Qué fue eso?
- La campanilla del fondo.
- Quién puede estar haciendo entregas a esta hora de la noche? Aunque pudiese adivinar que eran los chicos que andaban molestando en la vecindad, Claire resolvió ir a verificar.
- Eran ellos, como suponía . Tuvieron el atrevemiento de sugerirme que tengo que pagar por protección.
Eran las tres de la mañana cuando Claire despertó con el ruido inconfundible de vidrio estallando.
El susto la hizo levantarse de un salto, tomar el celular sobre la mesa de luz y correr hacia la escalera del fondo. Al llegar a la tienda, encontró la puerta hecha añicos. Una mirada de reojo le dijo que el resto de las cosa estaba intacto. Después de la recolección de impresiones digitales la policía se retiró con la promesa de aumentar la vigilancia del lugar.
Algunos días después, la campanilla sonó en el momento en que Claire se preparaba para preparar la cena. Tracy había hecho una pasada por la tienda y había aceptado la invitación para quedarse y le hacerle compañía en la mesa.
El costo de la reposición de los vidrios había alcanzado la cifra de mil ochocientos dólares, cantidad de la cual Claire no podía disponer. Si encontrase a los delincuentes en el fondo de la tienda, ella no respondería por las consecuencias. Caminó en puntas de pie , con el primer objeto que encontró con que pudiese defenderse, sin mirar qué era.
En un costado de la ventana, Claire vio una camioneta y un hombre de uniforme parado afuera .
- Qué desea?
- Usted es Claire MacGregor?
- Si.
- Puedo comenzar a descargar?
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